UNA FE REAL PARA LAS REALIDADES DE LA VIDA

Santiago Grupos de Hogar 2019  •  Sermon  •  Submitted
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Introducción a la epístola y meditación en el capítulo uno.

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Autor: ¿Quién era Santiago/Jacobo?
Autor: ¿Quién era Santiago/Jacobo?
Los eruditos están de acuerdo en que el escritor de la epístola es el hermano de Jesús (). Estaba en el aposento Alto luego de la ascensión del Señor, junto a María y sus hermanos. Santiago se transformó en dirigente de la iglesia madre de Jerusalén después de la partida de Pedro (), fue uno de los oradores en el Concilio de Jerusalén (), y fue una “columna” de la iglesia, a quién Pablo presentó su informe acerca de su experiencia como misionero (; ).
Fecha: ¿Cuándo escribió la carta?
Parece que la epístola de Santiago se escribió a mediados de los años 40 d.C. No se hace en ella mención de la gran controversia que surgió a finales de los 40. La vida de la congregación es sencilla y todavía se llama sinagoga al sitio de reunión (2.2), con los “ancianos” y los “maestros”. Su sabor y sus destinatarios son totalmente judíos, lo que sugiere con fuerza que se trataba de la vida antes de la gran afluencia de gentiles que se describe en Hechos capítulo 11 y en los capítulos siguientes.
Destinatarios: ¿A quién dirige su escrito?
Santiago les escribe “a las doce tribus que están en la dispersión” (1:1) como resultado de la turbulencia registrada en (ca. 44 d.C.) que derivó en la persecución bajo Herodes Agripa I. Como se mencionó antes, parece que Santiago permaneció en Jerusalén toda su vida en lugar de hacer viajes misioneros. Las personas a quienes les escribió no eran miembros de una congregación que él hubiera fundado, sino más bien cristianos judíos que vivían fuera de Judea, más allá de su alcance para enseñar e influir en forma personal y directa. Pero les llama “hermanos” unas 15 veces, lo cuál era muy común entre los judíos del primer siglo.
A Santiago se le reconoció desde el principio como un creyente dedicado y talentoso, y mientras adquiría importancia, tuvo un ministerio especial para cristianos de orígenes judíos (las “doce tribus”). Escribe con confianza tranquila, seguro de su propia autoridad y sin tener miedo de cuestionar, reprender ni ordenar.
Ocasión: ¿Por qué les escribe?
Santiago no escribe casi nada de doctrina cristiana básica: supone que sus lectores ya conocen los hechos poderosos y salvadores de Dios en beneficio de su pueblo. El nombre de Cristo se menciona sólo dos veces, brevemente. El nombre “Señor, aparece 8 veces casi al final, y describe a los lectores como ¡hermanos! 15 veces.
La Epístola de Santiago no está preocupada por el evangelismo ni por las dificultades de adaptarse a la vida espiritual con los gentiles. Más bien, es un ensayo brillante sobre la vida cristiana. Es un ataque enérgico en contra de la fe fingida, que es la que existe sólo en la cabeza y en la boca y no en el corazón ni en las manos. A Santiago no le agradaba la idea de la gracia barata, de pocas esperanzas, de vida descuidada, una cristiandad sólo teórica. Quería una fe real para una vida real, o para las realidades de la vida. Sabía que Dios quería ver la fe activa, la fe que obra. Así como hizo su hermano Judas, escribió contra personas que convirtieron el evangelio en libertinaje. Santiago desafía a sus lectores a permitir que su fe sea visible en la forma en que tratan a otras personas.
Estilo: ¿Cómo es su forma de escribir?
Santiago escribe con autoridad serena. Es franco, seguro y directo. No trata de teoría, sólo emite un mandato tras otro. No hay palabras de alabanza, sólo palabras estimulantes de instrucción sobre cómo la fe real produce frutos reales. Éstas no son las palabras de un carpintero inculto; su griego es bueno, y su vocabulario es amplio. Le encanta usar lenguaje sencillo, con figuras basadas en la naturaleza: el mar, el viento, el sol, la hierba, las flores, los caballos, los pájaros, las criaturas del mar, las fuentes, los higos, las aceitunas, los viñedos, la lluvia, el pastoreo.
La carta de Santiago es diferente de las otras epístolas del Nuevo Testamento, con excepción tal vez de la carta de su hermano Judas. Se parece mucho al estilo de enseñanza de su medio hermano Jesús. Esto no es sorprendente; después de todo, tuvieron la misma familia, la misma educación y 30 años de asociación cercana. Tal parece que hasta la madre de Jesús y los hermanos a veces viajaron con él durante su ministerio (). En particular, la carta de Santiago suena como el sermón del monte (); le habla directamente al corazón acerca de llevar una vida santa. Como el profeta Amós (a quien Santiago citó en la asamblea de Jerusalén en ), Santiago tiene palabras mordaces en contra de las injusticias sociales y la opresión.
La estructura de este libro de Santiago es algo parecida a la del libro de Proverbios, refranes que no tienen una relación formal entre sí, que van de un tema a otro dando vueltas en lugar de seguir en una línea directa. Pero todo lo que dice Santiago, aunque parezca serpentear sin estructura formal, está relacionado estrechamente con su punto principal: La fe real produce obras buenas.
IDEA PRINCIPAL:
La madurez espiritual se comprueba en la vida del creyente porque soporta las pruebas, vence la tentación, y pone en práctica lo que aprende de la palabra.
Lectura
BOSQUEJO:
¿Cómo medir la madurez de mi fe?
Por la actitud frente al sufrimiento.
Por la actitud frente a la tentación.
Por la actitud ante la palabra.
1. POR LA ACTITUD FRENTE AL SUFRIMIENTO (1.2-11). ¿Cómo respondo cuando llegan las pruebas a mi vida? Puedo afrontarlas con gozo y confianza o puedo amargarme y dudar. Para que haya gozo debemos tener:
a. Una convicción: (3) Aceptar que la fe es probada. Las pruebas forman parte del trabajo de Dios en nuestras vidas y siempre son para nuestro bien. (; ; ; 1ªP 1.6-7).
b. Una expectativa: (4) Dios permite las pruebas en nuestras vidas para darnos mayor bendición. En hemos leído que la tribulación… “produce”. dice que la disciplina da fruto apacible de justicia.
c. Una certeza: (4b) Las pruebas producen madurez. La madurez viene por la oración confiada, pidiendo a Dios esta capacidad de afrontar las pruebas con sabiduría y voluntad sumisa. La oración cristiana expresa plena confianza en el amor, en el poder y en la sabiduría ilimitados de Dios. Hemos explicado otras veces que hay dos tipos de duda: La duda que dice: “Señor, no creo”, la cual es pecaminosa, y la duda que dice: “Señor, no entiendo”, que es la duda de Habacuc. Es una duda que expresa la confianza en el control de Dios como soberano sobre todas las cosas.
d. Una entrega: (9) Es la de la sumisión que deben manifestar aquellos que son pobres, al saber que ahora son hijos de Dios, y aquellos que son ricos, al reconocer que su fortaleza no está en sus bienes materiales, sino en su confianza en el Señor. Las pruebas hacen que todos los creyentes dependan por igual de Dios y los ponen al mismo nivel para que todos en su propia experiencia dejen de preocuparse tanto con las cosas terrenales. Los cristianos pobres y los ricos pueden regocijarse porque Dios no hace acepción de personas y ambos tienen el mismo privilegio de ser identificados con Cristo.
2. POR LA ACTITUD FRENTE A LA TENTACIÓN (1.12-18). Las pruebas son externas, generalmente vienen de afuera. La tentación es interna, surge de nuestro propio corazón impulsada por la naturaleza pecaminosa y por la influencia del diablo. El punto de Santiago es que toda circunstancia difícil que entra a la vida de un creyente puede fortalecerlo si obedece a Dios y permanece confiado en su cuidado, o convertirse en una proposición constante para hacer el mal si el creyente opta por dudar de Dios y desobedecer su Palabra.
a. Aprobados: Ser dichosos significa que estamos contentos, serenos y seguros de que Dios todavía está dirigiendo todos los asuntos del mundo, confiados en que él dirige todo para nuestro máximo bien, seguros de que la historia de nuestra vida tiene garantizado un final feliz. Ser dichosos significa que somos conscientes de que Dios interviene en nuestra vida para que nos sucedan cosas buenas. Santiago alaba la perseverancia; esa es la misma cualidad que nuestro Señor alaba y premia en cada una de las siete cartas en Apocalipsis capítulos 2 y 3 (“al que venza”). Todos los creyentes necesitan crecer en esta clase de resistencia espiritual, porque Satanás a diario nos ataca. Satanás usará a sus aliados humanos y demoníacos para tratar de distraernos, de hacer que cambiemos los tesoros espirituales por basura, que vendamos el futuro por una gratificación inmediata, que nos cansemos de la Palabra, que sigamos ilusiones o perdamos las esperanzas de tener cualquier relación o comunicación con Dios.
b. Tentados: Son las sugerencias malvadas para que nos rebelemos contra la voluntad de Dios. Si las pruebas vienen para mostrar lo bueno que hay en nosotros, la tentación viene para revelar lo malo y pecaminoso. Dios jamás quiere que sus hijos escojan el mal. El problema que tenemos con la tentación no viene de Dios sino viene realmente de adentro: en el corazón de cada persona siempre está activo un yo pecador que nunca se convertirá; que desea con impaciencia dominar nuestra forma de pensar y nuestros valores. Jamás se someterá a Dios. Hay un enemigo dentro de nuestro propio corazón, que puede concebir, y engendrar pensamientos malos, palabras impías y obras malvadas, y lo hará. Debemos someternos a la ley de Dios, aferrarnos al evangelio de Cristo porque por el somos declarados no culpables y librados de la ira de Dios.
c. Bendecidos: Todo lo que es verdaderamente bueno en nuestras vidas, viene de Dios Padre. Él no cambia, amándonos un momento y luego volviéndose en contra de nosotros. Es el Señor, el fiel Dios del pacto de amor, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Él nos dio la vida física, y luego nos dio un renacimiento mediante su poderosa Palabra a la vida espiritual para que podamos ser primicias, es decir, lo selecto, una parte apreciada de toda la creación, la parte de la que está más orgulloso.[1]
3. POR LA ACTITUD ANTE LA PALABRA (1.19-26) Santiago odiaba la hipocresía en el culto de la gente y en la religión que profesaban. Las fuertes palabras que escribe en contra de la hipocresía en esta sección breve al final del capítulo 1 se repetirán después en la carta. Un aspecto importante de la fe real para una vida real es la disposición que tenemos para escuchar, para realmente escuchar a Dios, para aceptar con humildad su Palabra, y luego actuar conforme a lo que sabemos que es la verdad. ¿Cómo podemos hacer para que nuestra religión se vuelva vana?
a. No escuchar bien o lo suficiente a Dios. Pronto para escuchar y para poner en práctica la palabra de Dios. La inmadurez es no poner en práctica la verdad conocida.
b. Hablar demasiado. Nadie aprende nada hablando. Observen que Santiago hace responsables a los cristianos de su vida. Tomen nota de que enseña que los cristianos que han vuelto a nacer tienen la fuerza de voluntad, el entendimiento y la capacidad (con la ayuda del Espíritu Santo) de cambiar sus vidas. Dice: “Desechando toda inmundicia”. Llegar a sentirse cómodos con un estilo de vida pecaminoso y ser indiferentes al odio de Dios por el pecado lleva a la muerte espiritual. Escuchen a Dios: “Recibid con mansedumbre la palabra implantada”.
c. No controlar bien el enojo. Con frecuencia permitimos que llene nuestro corazón. El enojo envenena las relaciones y nunca se va por sí solo, sino que se acumula a diario, dejando cada vez menos lugar para la paciencia, la bondad, el entendimiento y el perdón.
La fe real es evidente en la vida real. Santiago da tres ejemplos:
d. • Una boca que maldice, miente, jura falsamente, insulta a otra gente, arruina reputaciones es una desgracia para Dios y erosiona la fe. “¡Refrenen su lengua! ¡Controlen su boca!”
e. • Preocuparse sólo por ustedes mismos, por su propia comodidad y seguridad, y dejar a los débiles para que se valgan por ellos mismos es un insulto para Dios. “[Visiten] a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”.
f. • Vivir como no creyentes impenitentes: en borracheras, inmoralidad sexual, en indiferencia egoísta hacia la familia, codiciando, faltando al respeto y con violencia; es un insulto para Dios, hace que la fe cristiana se vea mal y pondrá en peligro nuestra relación con el Padre. “[Guárdense] sin mancha del mundo.”[2]
[1] Jeske, M. A. (2003). Santiago, Pedro, Juan, Judas (p. 16). Milwaukee, WI: Editorial Northwestern.
[2] Jeske, M. A. (2003). Santiago, Pedro, Juan, Judas (pp. 18–19). Milwaukee, WI: Editorial Northwestern.
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