Un Alma Floreciente
Introducción
Que es un alma fragmentada
El deseo de Dios para nuestra alma.
Los Beneficios de un Alma Floreciente
Principios para obtener un Alma Floreciente
Rendimiento radical a El.
Adoración
Oración
Servicio a El
Conclusión
Hay un pasaje famoso en la Biblia que mucha gente ha escuchado en el contexto de una invitación para conocer a Cristo como Salvador. «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él…» (Apocalipsis 3.20). él no nos obliga a aceptarlo. Jesús toca y espera que nosotras le pidamos que entre. Hay un paso inicial, el primer paso de esto, el cual llamamos salvación. Oímos a Cristo tocando a la puerta y le abrimos nuestros corazones como Salvador. Es el primer cambio. Pero el principio de «tocar y esperar por el permiso para entrar» se mantiene vigente a lo largo de toda nuestra vida cristiana.
Casi todas nosotras tratamos nuestro quebrantamiento de la misma manera: lo tratamos mal. Duele demasiado ir allí. Así que cerramos la puerta de esa habitación y botamos la llave. Algo así como lo que hizo Lord Craven al cerrar el Jardín Secreto luego de la muerte de su esposa y enterrar la llave. Pero eso no trae sanidad. Para nada. Tal vez traiga algo de alivio, por algún tiempo. Pero nunca sanidad. Usualmente deja a una niñita huérfana en ese cuarto; la deja allí para que se defienda por ella misma. Lo mejor que podemos hacer es permitir que Jesús entre, abrir la puerta e invitarlo para que nos encuentre en esos lugares dolorosos.
Tal vez nos sorprenda que Cristo nos pida permiso para entrar y sanarnos, pero él es un caballero, y la puerta está cerrada por dentro, y la sanidad nunca llega en contra de nuestra voluntad. Para poder experimentar su sanidad también tenemos que darle permiso para entrar en los lugares que hemos mantenido cerrados a todo el mundo y por tanto tiempo. ¿ Me dejas sanarte? él toca por medio de nuestra soledad. Toca por medio de nuestras penas. Jesús toca por medio de eventos que se asemejan mucho a lo que nos ocurrió cuando éramos jóvenes... una traición, un rechazo, una palabra dicha, una relación perdida. Toca por medio de muchas cosas, esperando que nosotras le demos el permiso para entrar.
Dale permiso. Dale acceso a tu corazón quebrantado. Pídele que entre a esos lugares.
Hay un pasaje famoso en la Biblia que mucha gente ha escuchado en el contexto de una invitación para conocer a Cristo como Salvador. «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él…» (Apocalipsis 3.20). él no nos obliga a aceptarlo. Jesús toca y espera que nosotras le pidamos que entre. Hay un paso inicial, el primer paso de esto, el cual llamamos salvación. Oímos a Cristo tocando a la puerta y le abrimos nuestros corazones como Salvador. Es el primer cambio. Pero el principio de «tocar y esperar por el permiso para entrar» se mantiene vigente a lo largo de toda nuestra vida cristiana.
Casi todas nosotras tratamos nuestro quebrantamiento de la misma manera: lo tratamos mal. Duele demasiado ir allí. Así que cerramos la puerta de esa habitación y botamos la llave. Algo así como lo que hizo Lord Craven al cerrar el Jardín Secreto luego de la muerte de su esposa y enterrar la llave. Pero eso no trae sanidad. Para nada. Tal vez traiga algo de alivio, por algún tiempo. Pero nunca sanidad. Usualmente deja a una niñita huérfana en ese cuarto; la deja allí para que se defienda por ella misma. Lo mejor que podemos hacer es permitir que Jesús entre, abrir la puerta e invitarlo para que nos encuentre en esos lugares dolorosos.
Tal vez nos sorprenda que Cristo nos pida permiso para entrar y sanarnos, pero él es un caballero, y la puerta está cerrada por dentro, y la sanidad nunca llega en contra de nuestra voluntad. Para poder experimentar su sanidad también tenemos que darle permiso para entrar en los lugares que hemos mantenido cerrados a todo el mundo y por tanto tiempo. ¿ Me dejas sanarte? él toca por medio de nuestra soledad. Toca por medio de nuestras penas. Jesús toca por medio de eventos que se asemejan mucho a lo que nos ocurrió cuando éramos jóvenes... una traición, un rechazo, una palabra dicha, una relación perdida. Toca por medio de muchas cosas, esperando que nosotras le demos el permiso para entrar.
Dale permiso. Dale acceso a tu corazón quebrantado. Pídele que entre a esos lugares.