El Trabajo como Cultura

La Relación con el Trabajo   •  Sermon  •  Submitted
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Reflexionar sobre el trabajo como creación de cultura

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HABLEMOS DE LA VIDA

Debemos saber por tanto, que la conducta del individuo no se guía tanto por la realidad como por la comprensión de la realidad propia del colectivo al que perteneces. Por ejemplo:
Respondamos a la pregunta:
— ¿Te guías por la realidad o por la comprensión de la realidad del colectivo?
Cuando uno visitaba a Monsiváis en Navidad o Semana Santa era común escuchar en su casa –que era una biblioteca de poco más de 40 mil volúmenes, una audioteca y una videoteca formidables– gospel, himnos, estribillos protestantes (ésos que ahora la Iglesia católica ha incorporado a sus servicios para animarlos) y el Mesías de Haendel cuyas estrofas conocía en inglés y español.
Hace tiempo Carlos Martínez, colaborador de La Jornada, se ha dedicado a investigar, me parece, lo que podríamos llamar el código genético de Carlos Monsiváis a partir de estas líneas: Mi madre puso de su parte mi nacimiento, mi primera formación, mi capacidad de pelearme en vano, mi primer amor por los libros… Mi verdadero lugar de formación fue la Escuela Dominical.
— ¿Cuál es el problema de guiarte por la comprensión de la realidad del colectivo?
Mi madre puso de su parte mi nacimiento, mi primera formación, mi capacidad de pelearme en vano, mi primer amor por los libros…
Mi verdadero lugar de formación fue la Escuela Dominical.

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS

1. MULTIPLICAR LA IMAGEN DE DIOS
El trabajo es nuestro diseño y nuestra dignidad; es, además, una manera de servir a Dios a través de la creación, en particular en la creación de culturas.
Keller, Timothy. Toda buena obra: Conectando tu trabajo con el de Dios (Spanish Edition) . B&H Publishing Group. Edición de Kindle.
Génesis 1.27–28 RVC
27 Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. 28 Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!»
Génesis 1.28–29 RVC
28 Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!» 29 Y dijo Dios: «¡Miren! Les he dado toda planta que da semilla y que está sobre toda la tierra, y todo árbol que da fruto y semilla. Ellos les servirán de alimento.
Primero: fuimos llamados a «llenar la tierra», es decir que aumentáramos en número. Aunque Dios declaró en cuanto a las plantas y animales «produzcan o multiplíquense» (vv. 11,20a,20b,22 y 24, RVR1960), en cuanto a los seres humanos no solo se les dio el mandato de llevarlo a cabo de forma activa (v. 28a), sino que luego recibieron una descripción detallada de trabajo (vv. 28b-29).
Los seres humanos debíamos de multiplicar la imagen de Dios, no solo seres humanos. No era solo procrear o tener hijos. La multiplicación tenía que ver con la imagen de Dios. Este mandamiento ocurre antes que entre el pecado al mundo, por lo que la multiplicación había de ser fiel a la imagen de Dios. En la actualidad nosotros cumplimos con este mandato cultural no solo al procrear de forma biológica sino tenemos una responsabilidad como padres biológicos o espirituales de llevar a las personas a Jesús para que seamos restaurados a la imagen de Dios.
2 Corintios 3.18 RVC
18 Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
2 Cor 2.18
Parece que Dios no solo desea más individuos de la especie humana, quiere además que el mundo se llene con una sociedad humana. Él podría haber solo dicho la palabra y haber creado millones de personas en miles de asentamientos humanos, pero no lo hizo. Hizo que fuera nuestra responsabilidad (o trabajo) desarrollar y construir esta sociedad.
Keller, Timothy. Toda buena obra: Conectando tu trabajo con el de Dios (Spanish Edition) . B&H Publishing Group. Edición de Kindle.
Keller, Timothy. Toda buena obra: Conectando tu trabajo con el de Dios (Spanish Edition) . B&H Publishing Group. Edición de Kindle.
2 Corintios 3.18 RVC
18 Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
2. DOMINAR LA TIERRA
Génesis 1.28 RVC
28 Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!»
Segundo: fuimos llamados a «dominar o señorear» sobre el resto de la creación e incluso «someterla o sojuzgarla». ¿Qué significa esto? La palabra «someter» podría entrañar que las fuerzas de la naturaleza eran adversas y debían conquistarse de alguna manera. Algunos se oponen a que este texto dé permiso a los seres humanos para explotar la naturaleza. Sin embargo, no se refiere a eso.
Recuerda que este mandato se da antes de la caída, antes de que la naturaleza quedara sujeta a corrupción () y trajera cardos y espinas junto con los frutos (). Aún había una armonía primigenia dentro de la creación que ya no existió después de la caída. Así que, no hay un intento violento de «someter» la tierra. En cambio, «ejercer dominio» en el mundo como portadores de la imagen de Dios debería verse como administración o tutela. El Señor es dueño del mundo, pero lo ha colocado bajo nuestro cuidado para trabajarlo. En definitiva, no es un mandato para tratar al mundo y sus recursos como si fueran nuestros para usarlos, explotarlos y desecharlos a nuestro antojo.
En cambio, «ejercer dominio» en el mundo como portadores de la imagen de Dios debería verse como administración o tutela. El Señor es dueño del mundo, pero lo ha colocado bajo nuestro cuidado para trabajarlo. En definitiva, no es un mandato para tratar al mundo y sus recursos como si fueran nuestros para usarlos, explotarlos y desecharlos a nuestro antojo.
No obstante, el vocablo que se traduce como «someter o sojuzgar» es una palabra fuerte que implica ejercicio real de la voluntad. Esa es la postura de Dios hacia la creación; cuando creó al principio el mundo material, no lo trajo a la existencia ya organizado. Más bien, estaba «desordenado» y «vacío» (1:2, RVC). Y dos cosas hizo Dios llenar y ordenar.
3. CULTIVAR LA CREACIÓN
Génesis 2.15 RVC
15 Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.
Gen 2.
La palabra «cultura» viene de esta idea de cultivo o de cultivar. Y Dios le da la orden de cultivar su creación todo lo que Él hizo de dos maneras: ORDENAR, LLENAR Y SOMETER.
Si somos portadores de la imagen de Dios en cuanto a la creación, entonces llevaremos a cabo Su patrón de trabajo. Más bien, su potencial está sin aprovechar, por eso necesita cultivarse como un jardín.
Este patrón se encuentra en todo tipo de trabajo: la agricultura toma el material físico del suelo y las semillas y produce alimento, la música toma la física del sonido y la reordena en algo hermoso y apasionante que le aporta sentido a la vida. Cuando tomamos un tejido y lo transformamos en una prenda de vestir, sostenemos una escoba y limpiamos una habitación, usamos la tecnología para aprovechar las fuerzas de la electricidad, una mente humana ingenua e inmadura y le instruimos sobre un asunto, materiales simples y los convertimos en una obra conmovedora de arte, a una pareja para enseñarles cómo resolver sus conflictos relacionales, continuamos el trabajo de Dios al ordenar, llenar y someter. Siempre ordenamos el caos, siempre que aprovechamos el potencial creativo, siempre que preparamos y «desarrollamos» la creación más allá de donde estaba cuando la encontramos, estamos siguiendo el patrón de desarrollo creativo cultural de Dios.
Keller, Timothy. Toda buena obra: Conectando tu trabajo con el de Dios (Spanish Edition) . B&H Publishing Group. Edición de Kindle.
Keller, Timothy. Toda buena obra: Conectando tu trabajo con el de Dios (Spanish Edition) . B&H Publishing Group. Edición de Kindle.
Keller, Timothy. Toda buena obra: Conectando tu trabajo con el de Dios (Spanish Edition) . B&H Publishing Group. Edición de Kindle.
Keller, Timothy. Toda buena obra: Conectando tu trabajo con el de Dios (Spanish Edition) . B&H Publishing Group. Edición de Kindle.
Genesis 1.28-29
Estamos llamados a ORDENAR el desorden que existe en la creación.
Estamos llamados a LLENAR los vacíos que existen en nuestra sociedad con cosas buenas.
Estamos llamados a SOMETER todo lo cautivo, lo malo, lo que daña para establecer el AUTORIDAD, VOLUNTAD O EL REINO DE DIOS.

RESPONDAMOS A LA VIDA

Estamos llamados a ORDENAR el desorden que existe en la creación.
Estamos llamados a LLENAR los vacíos que existen en nuestra sociedad con cosas buenas.
Estamos llamados a SOMETER todo lo cautivo, lo malo, lo que daña para establecer el AUTORIDAD, VOLUNTAD O EL REINO DE DIOS.
A estas alturas quedan claras varias cosas después de la Reforma Protestante. Que Martín Lutero ha sido el mayor promotor de la lectura de todos los tiempos: su convicción de que no existía mejor credo que la Biblia en el mundo cristiano y que cualquiera tenía derecho a leerla de manera directa, sin intermediarios, fue un detonante cuyas ondas expansivas aún nos alcanzan y habrán de sobrevivirnos, seguramente, por largo tiempo. Que los pueblos con mayor número de lectores promedio son principalmente aquellos donde el protestantismo se asentó (Japón es caso aparte). Que las comunidades protestantes le llevan una ventaja de 200 años a las católicas en materia de lectura, pues estas últimas realmente empezaron a leer de manera significativa a partir de la Ilustración y sólo lo hicieron sus elites. Que también los países con mayor arraigo protestante son en general sociedades más desarrolladas y democráticas.
No es una locura imaginar que la verdadera patria de los pueblos protestantes sea un libro: la Biblia. En esa patria nació Monsiváis uno de los críticos más agudos del México contemporáneo.
Cuando uno visitaba a Monsiváis en Navidad o Semana Santa era común escuchar en su casa –que era una biblioteca de poco más de 40 mil volúmenes, una audioteca y una videoteca formidables– gospel, himnos, estribillos protestantes (ésos que ahora la Iglesia católica ha incorporado a sus servicios para animarlos) y el Mesías de Haendel cuyas estrofas conocía en inglés y español.
Hace tiempo Carlos Martínez, colaborador de La Jornada, se ha dedicado a investigar, me parece, lo que podríamos llamar el código genético de Carlos Monsiváis a partir de estas líneas: Mi madre puso de su parte mi nacimiento, mi primera formación, mi capacidad de pelearme en vano, mi primer amor por los libros… Mi verdadero lugar de formación fue la Escuela Dominical.
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