DONES QUE EDIFICAN (ED)
LOS DONES ESPIRITUALES
Contexto Histórico
Nuestra lección de hoy: 1ª Corintios 14.26
Dios, un Dios de MODELOS
Los ritos y ceremonias de adoración asociados con un sistema de creencias religiosas, sea cristiano o no cristiano.
¿Cuáles son las normas que entrega Pablo?
29 En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás examinen con cuidado lo dicho. 30 Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra. 31 Así todos pueden profetizar por turno, para que todos reciban instrucción y aliento. 32 El don de profecía está bajo el control de los profetas, 33 porque Dios no es un Dios de desorden sino de paz.
hablar
el Apóstol indica que la profecía no es el resultado de un impulso incontrolable. La razón del profeta entra en acción, aun en momentos de la inspiración. La inspiración del Espíritu Santo no cancela las naturales facultades racionales del profeta. Todas las facultades naturales del profeta están incluidas en el vocablo “espíritu”. Esto quiere decir que el profeta puede profetizar y dejar de profetizar voluntariamente, según sea lo más conveniente. Todo esto cuadra perfectamente con el carácter ordenado de Dios mismo. Ya que el Señor no es desordenado, no espera tampoco que sus voceros lo sean. Es muy plausible que la iglesia en Corinto estuviera plagada por el desorden, sobre todo por su abuso del don de lenguas. Ese desorden no era ocasionado por la voluntad de Dios, sino por algún otro agente. Al contrario, ya que Dios es un Dios de orden, también es Dios de paz. Dondequiera que Dios esté en control de la iglesia, allí impera la paz.
Lo que sí está claro es que Pablo permite que las mujeres hablen en las iglesias, según 11:5, 13. Las mujeres pueden profetizar, ya que es el Espíritu el que da el don a quien él desee (ver Hech. 21:9). A los hombres, pues, no les compete limitar la libertad del Espíritu. Por otro lado, la misma cultura del siglo I, tanto judía como gentil, no permitía que las mujeres hicieran mucha bulla en las reuniones públicas. Pablo, pues, simplemente sigue las normas establecidas por su propia cultura al insistir en que las mujeres no interrumpan o intervengan en la adoración pública. Cuando
La mujer en Corinto
14:34
En las sinagogas de los judíos no se le permitió a la mujer hablar (1 Tim. 2:12), igual que quitarse el velo de la cabeza era vergüenza para el esposo y echaba por tierra la autoridad de él.
El que las mujeres hablasen en público sería un acto de independencia, como si no estuviesen sujetas a sus maridos
El contraste entre ἐν οἴκῳ “en casa” y ἐν ἐκκλησίᾳ “en la iglesia” es deliberado y pertinente. Al interrogar a su marido públicamente acerca de verdades espirituales, la esposa correría el riesgo de deshonrarlo ante la congregación.77