Permaneced en mi
Introduccióno
1. La naturaleza de nuestra union con Cristo
2. Los Beneficios de nuestra unión con Cristo
1Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
3. permaneciendo en esta unión con Cristo
4. Los peligros de presumir una unión con Cristo
Consideremos el caso de Simón el Mago; no era más que un profesante estéril, acerca del que se nos dice que «no [tenía] parte ni suerte en [aquel] asunto, porque [su] corazón no [era] recto delante de Dios […]», y que estaba «en hiel de amargura y en prisión de maldad» (Hechos 8:21). Pensemos en el caso de Demas; no era más que un profesante estéril. «Demas me ha desamparado —dice el apóstol—, amando este mundo» (2 Timoteo 4:10).