Los tres personajes (Gálatas XVIII)
Los tres personajes
Si una persona entiende la cruz, esto será, o lo más grande de su vida, o lo más repugnante. Si no sucede ninguna de estas dos cosas, no la ha entendido.
Los tres personajes
Nosotros, hoy en día, estamos propensos a mirar a la cruz (y la crucifixión) de una manera sentimental. Algunos llevan cruces en la solapa y en el cuello, pero para los creyentes del primer siglo, la cruz no era una prenda, sino la forma de muerte más vil y humillante. Un romano educado nunca mencionaría la cruz en una conversación culta, porque la cruz significaba desprecio y vergüenza.
Cuando Pablo se convirtió a Cristo, se identificó con la cruz y asumió las consecuencias. Para los judíos la cruz era piedra de tropiezo, y para los gentiles era locura (1 Corintios 1:18–31). Los legalistas, enfatizando la circuncisión en lugar de la crucifixión, ganaban muchos adeptos. Su religión era popular ya que evitaba la vergüenza de la cruz.
Son hipócritas (6:13). Quieren que otros se sometan a la ley, pero ellos mismos no obedecen la ley. Los judaizantes pertenecían al mismo grupo que los fariseos de los cuales Cristo dijo: “dicen y no hacen” (Mateo 23:3). Es claro que Pablo no sugiere que estos judaizantes deben guardar la ley, ya que guardarla ni es posible ni necesario. Más bien, los condena por ser deshonestos; no tenían la intención de obedecer la ley, ni aunque lo pudieran hacer. Su reverencia hacia la ley no era más que un disfraz para cubrir su verdadera intención: ganar más convertidos para su causa. Querían reportar grandes estadísticas y recibir más gloria.