Las perdidas
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Tiempo de perder
Tiempo de perder
Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo
Philippians 3:8
Cuando Adán y Eva comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, sufrieron su primera pérdida, la pérdida de la inocencia. Y esta inocencia perdida fue reemplazada por el egoísmo, el conflicto, la culpa, y el deseo de control y supremacía entre ellos.
Poco después de la Caída, fueron testigos de la primera vida que se perdió cuando recibieron pieles de animales para cubrir su desnudez. Al prohibírseles el acceso al árbol de la vida para que no comieran y vivieran para siempre, también perdieron su jardín perfecto; y años después perdieron a su hijo, Abel, a manos de su hermano, Caín. Al final, uno de ellos perdió a su cónyuge, y finalmente el compañero sobreviviente perdió su vida. Hubo demasiadas pérdidas como resultado de una decisión.
Sí, todos conocemos la realidad y el dolor de la pérdida, y la mayoría lo sentimos profundamente cuando esta pérdida afecta a nuestra familia. Y es que en la familia tenemos nuestros vínculos más íntimos; por eso una pérdida así, en las formas más variadas, nos pega con más fuerza.
Perder la salud
Perder la salud
Miles de años nos separan del árbol de la vida; y todos lo notamos, especialmente en relación con nuestra salud física. Tarde o temprano, a menos que perdamos la vida siendo jóvenes por un accidente, todos enfrentamos la dura realidad del deterioro de la salud.
¿Qué tienen en común todos estos relatos? Marcos 5:22-24, 35-43; Mateo 15:22-28; Lucas 4:38, 39; Juan 4:46-54.
En cada uno de estos casos, y sin duda en muchos más, hay un miembro de la familia que suplica la ayuda de Jesús por otro miembro de su familia. Obviamente, reconocemos que sufrimos porque vivimos en un mundo caído. Cuando el pecado entró en el mundo, no solo entró la muerte, sino también el dolor crónico y la enfermedad.
Cuando nos enfrentamos a una enfermedad crónica o terminal, podemos sentir conmoción, enojo, desesperación, e incluso ganas de gritar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?” (Sal. 22:1). Así como lo hizo David, haríamos bien en llevar nuestras preguntas, nuestro enojo y nuestro dolor a Dios.
En muchos sentidos, la enfermedad y el sufrimiento continuarán siendo un misterio hasta que la muerte finalmente sea derrotada en la venida de Jesús. Al mismo tiempo, podemos recoger verdades importantes de la Palabra de Dios. Si bien Job soportó un dolor indescriptible, experimentó una intimidad más profunda con Dios. Él explica: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” ().
Pablo tuvo algún tipo de enfermedad crónica, y su forma de afrontarla nos dice que el sufrimiento puede capacitarnos para consolar a los demás, puede darnos compasión por otros que están sufriendo y permitirnos ministrar con mayor eficacia (); es decir, si no permitimos que nos supere.
Si nosotros o los miembros de la familia padecemos una enfermedad, ¿qué promesas podemos reclamar? ¿Por qué, en momentos como este, es tan importante para nosotros la realidad de Jesús, nuestro Señor, que sufrió en la Cruz? ¿Qué nos enseña él en la Cruz sobre el amor inefable de Dios, incluso en medio de una enfermedad en nuestra familia?
Perder la confianza
Perder la confianza
Proverb 3:5
Todos somos pecadores disfuncionales, que en algún momento demostraremos ser poco fiables para alguien que confió en nosotros. Y ¿quién no ha sido víctima de alguien que traicionó su confianza? Si bien es una experiencia difícil cuando se pierde la confianza, siempre es mucho peor cuando traicionamos o somos traicionados por un familiar.
A veces puede parecer más fácil cortar por lo sano y huir cuando decidimos que no vale la pena el esfuerzo de reconstruir una relación. Por supuesto, no es tan fácil cuando se trata de un miembro de la familia, como un cónyuge. Incluso se podría decir que uno de los propósitos del matrimonio es enseñarnos la lección de cómo restituir la confianza cuando se pierde.
Cuando la confianza en una relación se ve afectada, ¿cómo se puede reparar y salvar la confianza y la relación?
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.
1 Pedro 5:6, 7; 1 Juan 4:18; Santiago 5:16; Mateo 6:14, 15.
Restituir la confianza es como un viaje; debes dar un paso a la vez. El viaje comienza con un sincero reconocimiento del daño y la confesión de la verdad, independientemente de la ofensa y de quién haya sido el ofensor. Cuando el adulterio ha sido la causa de la ruptura, la recuperación comienza cuando el traidor confiesa.
Restituir la confianza es como un viaje; debes dar un paso a la vez. El viaje comienza con un sincero reconocimiento del daño y la confesión de la verdad, independientemente de la ofensa y de quién haya sido el ofensor. Cuando el adulterio ha sido la causa de la ruptura, la recuperación comienza cuando el traidor confiesa.
Como parte del proceso de recuperación, la confesión debe acompañarse por una total transparencia por parte del que ha traicionado. No puede haber nada que permanezca oculto o, de lo contrario, cuando se descubra (y por cierto se descubrirá), eso destruirá la confianza restablecida. Y la segunda vez que se traiciona la confianza, se vuelve aún más difícil de sanar que la primera vez.
Reconstruir la confianza requiere tiempo y paciencia. Mientras más grave sea la ofensa, más tiempo llevará la recuperación. Acepta el hecho de que a veces te sentirás como si estuvieras avanzando dos pasos hacia adelante y tres hacia atrás. Un día parece que hay esperanza para el mañana, y al día siguiente tienes ganas de huir. Sin embargo, muchos han podido reconstruir su relación destruida y formaron un matrimonio más profundo, más íntimo, más satisfactorio y más feliz.
¿Qué principios usados para sanar un matrimonio pueden utilizarse en otros casos en que se ha traicionado la confianza? Al mismo tiempo, ¿qué situación podría darse en la que, aunque haya perdón, no exista más confianza, ni debería existir?
Otra forma en que se pierde la confianza es a través de la violencia familiar. Aunque es inconcebible, las investigaciones revelan que el hogar es el lugar más violento de la sociedad. La violencia familiar afecta a todo tipo de familias, incluso a los hogares cristianos. La violencia es una agresión de cualquier tipo: violencia verbal, física, emocional, sexual o negligencia activa o pasiva cometida por una o más personas contra otro miembro de la familia.
La Biblia incluye relatos de violencia familiar, incluso entre el pueblo de Dios. ¿Cuáles son tus pensamientos y sentimientos al leer estos versículos? ¿Por qué crees que se conservaron estas historias en la Biblia? Génesis 37:17-28; ; Reyes 16:3; 17:17; 21:6.
El comportamiento abusivo es la elección consciente de una persona de ejercer poder y control sobre otra. No puede ser explicado o excusado por el alcoholismo, el estrés, la necesidad de cumplir deseos sexuales, la necesidad de un mejor control de la ira, o por cualquier comportamiento de la víctima. Las víctimas no son responsables del abuso.
Los abusadores distorsionan y pervierten el amor, porque “el amor no hace mal” (, NVI). El tratamiento profesional puede facilitar el cambio en el comportamiento del abusador, pero solo si la persona asume la responsabilidad del comportamiento y busca ayuda.
Para quienes abran la puerta a la presencia de Dios, él es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que imaginamos, para ayudar a los abusadores a dejar su comportamiento, para que se arrepientan de sus actitudes y de su proceder, para que hagan restitución por todos los medios posibles, y para que adopten las cualidades del amor ágape para sanar su corazón y amar a los demás (comparar con Efe. 3:20).
Trata de ponerte en el lugar de alguien traumatizado por la violencia. ¿Qué palabras de aceptación, consuelo y esperanza te gustaría oír? ¿Por qué es importante brindar seguridad y aceptación afectuosa, en lugar de ofrecer consejos sobre cómo vivir mejor con el abusador?