Ofrendas o te ofendes?

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Las ofrendas.- Números: 28. 1-2

 El Señor le dijo a Moisés: 2 «Ordénale al pueblo de Israel que se asegure de que se me presente mi ofrenda en el día señalado.

LA ADORACION VERDADERA A DIOS

CONSISTE EN TRAERLE

DIRECTAMENTE LO MEJOR QUE

TENEMOS PARA QUE SE AGRADE.

 

 Dios le advierte a Moisés a que enseñe al pueblo a disfrutar del banquete cuando entren a la tierra que fluye leche y miel. Pero les advierte que por ningún motivo se olviden del pan de su Dios.

Dios consideró necesario repetir ahora la ley de los sacrificios. Esta era una generación nueva de hombres. El sacrificio diario se llama holocausto continuo; cuando se nos pide que oremos sin cesar, por lo menos cada mañana y cada anochecer debemos ofrendar oraciones y alabanzas solemnes a Dios.

Dios se deleita, y nos aprovecha más, cuando nuestros corazones están dispuestos a acudir a su presencia con un espíritu de agradecimiento.

Ley de las ofrendas:

La preparación religiosa se hizo siguiendo las instrucciones acerca de la adoración a Dios. Las ofrendas eran parte de ella y debían traer donaciones diarias (28:1–8), sabatinas (28:9–10) y mensuales (28:11–15). Después se describen las fiestas anuales: la pascua (28:16–25), las primicias (28:26–31), las trompetas (29:1–6), el día de expiación (29:7–11) y los tabernáculos (29:12–38). Estas leyes terminan con el mandamiento de que se debían celebrar en las ocasiones establecidas (29:39–40).

En todas estas normas observamos que Dios estaba definiendo las condiciones para que se le honrara correctamente. No las sometió a votación pública. Como se trataba del establecimiento de la forma debida de adorarle, Jehová decidió qué estatutos debíamos seguir.

Once veces se insiste en que las ofrendas eran de olor grato o aroma agradable al Señor. El propósito de éstas, así como nuestra adoración en la actualidad, es la de agradar a Dios. El pueblo se habría evitado muchos problemas si le hubieran complacido obedeciéndolo sin protestar.

Por lo menos se afirma veinte veces que los ofertorios debían presentarse “al Señor”. La verdadera reverencia no servía, como creían los fariseos, para impresionar a los demás. La honra auténtica dirigida a Dios por lo que hace a nuestro favor es intensamente personal, entre el adorador y Dios.

Por último, quince veces se nos dice que los animales inmolados tenían que ser sin defecto. Dios no acepta sacrificios de segunda clase. El merece lo mejor. Si esperamos que el Señor se agrade de lo que traemos, debemos estar seguros de que es lo máximo que poseemos.

¿Para que sirven las ofrendas? Para sostener la obra de Dios.

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