I Tesalonicenses
Notas sobre 1 Tesalonicenses
Copyright 1996
Derechos Reservados
Por Wayne Partain
Versiones bíblicas citadas
El texto de Tesalonicenses, Versión Valera Revisada (1960)
La Biblia de las Américas (LBLA)
La Versión Valera Revisada (1990)
Versión Moderna (VM)
Versión Hispano-americana (VHA)
Léxicos, diccionarios y Word Studies citados
Greek-English Lexicon of the New Testament por Grimm-Thayer
Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento por W. E. Vine (WEV)
Imágenes verbales en el Nuevo Testamento por A. T. Robertson (ATR)
Pequeño Larousse por Ramón García-Pelayo y Gross (Larousse)
Comentarios citados
The Letters of Paul to the Thessalonians, por Raymond C. Kelcy (RCK)
Thessalonians, Corinthians, Galatians and Romans, por J. W. McGarvey (JWM)
Thinking Through Thessalonians, por Wilbur Fields (WF)
1 & 2 Thessalonians, 1 & 2 Timothy, Titus and Philemon, por James B. Coffman (JBC)
New Testament Commentary, 1 and II Thessalonians, por William Hendriksen (GH)
El Nuevo Testamento comentado, por William Barclay (WB)
Nuevo Comentario Bíblico, 1 y 2 a los Tesalonicenses, por F. F. Bruce (FFB)
St. Paul’s Epistles, to the Thessalonians, por R. C. H. Lenski (RCHL)
Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia, por Jamisson, Fausset, Brown (JFB)
Ellicott’s Commentary on the Whole Bible, Thessalonians por A. J. Mason (AJM)
Comentario del Nuevo Testamento, por L. Bonnet y A. Schroeder (B-S)
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Introducción
En Hechos 17 Lucas registra el establecimiento de la iglesia en Tesalónica. En el segundo viaje principal de evangelización, acompañados por Silas, Timoteo y Lucas, Pablo respondió al llamado del “varón macedonio” (“Pasa a Macedonia y ayúdanos”, Hech. 16:9), comenzando en Filipos y luego, como dice el cap. 17:1, “Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. 2 Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, 3 declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo”. Debido a la persecución “los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea” (v. 10). Pronto salieron de Berea también, pero “Silas y Timoteo se quedaron allí” (v. 14).
“Y los que se habían encargado de conducir a Pablo le llevaron a Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y Timoteo, de que viniesen a él lo mas pronto que pudiesen, salieron” (v. 15). “Pablo los esperaba en Atenas” (v. 16). Después de predicar en Atenas Pablo salió y fue a Corinto (Hech. 18:1). Después “Silas y Timoteo vinieron de Macedonia” (v. 5).
Según 1:1, Silas y Timoteo estuvieron con Pablo cuando escribió esta carta. En el cap. 3, aprendemos lo siguiente: “1 Por lo cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos solos en Atenas, 2 y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe, 3 a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos. 4 Porque también estando con vosotros, os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha acontecido y sabéis. 5 Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano”. Timoteo volvió a Pablo con un reporte alentador: “Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros” (v. 6). Esto indica que esta carta fue escrita durante el tiempo que Pablo estuvo en Corinto. Pablo había procurado visitarles “una y otra vez; pero Satanás nos estorbó” (1 Tes. 2:18). Por esta causa envió a Timoteo para confirmarles, y ahora les escribe estas dos cartas en las cuales él sigue con su trabajo de enseñar, exhortar y animar a los hermanos.
Aunque Pablo comenzó su obra en la sinagoga y “algunos de ellos creyeron”, lo que él dice en 1:9 y en 2:14 indica que la iglesia de Tesalónica estaba compuesta principalmente de gentiles: “os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”. Tales conversos gentiles ya no eran “extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efes. 2:19, 20). Esta iglesia y las demás establecidas por Pablo eran verdaderamente “iglesias de Cristo” (Rom. 16:16).
En esta carta Pablo enfatiza la diferencia entre el “Dios vivo y
verdadero” y los dioses paganos (1:9). El es “Dios y Padre nuestro” (3:11,13). El es la fuente del evangelio (2:9). El “os llamó a su reino y gloria” (2:12). Es el “Dios de paz” que nos santifica “por completo” (5:23).
Esta carta exalta a Cristo como el Hijo de Dios (1:10). Al hablar de Dios el Padre en 1:1; 3:11, también habla del Señor Jesucristo.
Presenta los temas de la segunda venida de Cristo y la resurrección de los muertos: 3:13; 4:13 - 5:11. Cristo resucitará a los hermanos que mueren antes de que los vivos seamos arrebatados para encontrar al Señor en el aire; por eso no debemos entristecernos como los que no tienen esperanza (4:13-18). También enfatiza que “el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” (5:2). Es interesante observar que a través de la carta Pablo se refiere a la venida de Cristo (1:10; 2:19; 3:13; 4:15-17; 5:23) (RCK).
Pablo los había dejado solos cuando tuvo que huir. Quería visitarles (2:17-19) pero le había sido imposible hacerlo. Entonces Timoteo trajo buenas noticias (3:1-8). De esto Pablo recibió mucho aliento. Escribió esta carta, pues, (1) para expresar su gratitud y gozo por la fidelidad de la iglesia, como también por su lealtad a Pablo, (2) para defender el ministerio de él y sus compañeros en Tesalónica, (3) para animar a los hermanos a que siguieran fieles en medio de sus pruebas, (4) para dar instrucciones sobre varios deberes: que la fe debe obrar, que el amor debe trabajar y que es necesaria la constancia en la esperanza (1:3); que “la voluntad de Dios es vuestra santificación” (4:3-8); “que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos” (4:11); no pagar mal por mal, estar siempre gozosos, orad sin cesar, etc. (5:12-22); y (5) para aclarar el asunto de la segunda venida de Cristo (4:13 -- 5:3).
Pablo mostró su gran amor por estos hermanos nuevos, tanto en persona cuando estuvo con ellos, como también en estas cartas. Por ejemplo, “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida a sus propios hijos … Así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros” (2:7, 11).
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1 Tesalonicenses 1
1:1 Pablo, Silvano (el nombre romano de Silas; era profeta, Hech. 15:27, 32; el compañero de Pablo en su segundo viaje evangelístico, Hech. 15:40; 16:19 y, por eso, colaboró con él en el establecimiento de la iglesia en Tesalónica, Hech. 17:1-4) y Timoteo (Hech. 16;1-4; fue enviado a Tesalónica para confirmar a los santos nuevos, 3:1-6; regresó a Pablo y le dio buenas noticias de la congregación), -- Estos últimos estuvieron junto con Pablo en Corinto cuando escribió esta carta. Pablo los menciona simplemente porque le acompañaban en Corinto y enviaban sus saludos a los hermanos de Tesalónica, pero no los menciona para incluirlos como coautores de la carta (compárese 1 Cor. 1:1, Sostenes no era coautor de 1 Cor.) (ATR).
-- a la iglesia de los tesalonicenses -- Los que habían obedecido al evangelio y constituían el cuerpo espiritual de Cristo en Tesalónica, Hech 17:1-10. Aquí la palabra iglesia se identifica con la ciudad en la cual se encontraba; es decir, se usa en sentido local en lugar del
sentido universal (Efes. 1:22; Col. 1:18). Al dirigirse a varias congregaciones Pablo dice, “a las iglesias de Galacia” (Gál. 1:2) y en Rom. 16:16 dice, “Os saludan todas las iglesias de Cristo”. Estos y otros textos muestran que la iglesia no tiene nombre propio. Al decir iglesia de Cristo, la preposición de indica posesión, pues la iglesia pertenece a Cristo. Es su cuerpo, su reino, su rebaño, su esposa, etc.; estos términos describen la relación que la iglesia sostiene con Cristo. La expresión “las iglesias de Dios” (2 Tes. 1:4) enfatiza la Deidad de Cristo.
-- en Dios Padre -- Rom. 8:16; Gál. 4:6; Dios es la fuente de todo bien y puede suplir toda necesidad del hombre (1:4, 8,9; 2:12; 3:11; 4:5; 5:23). Véase el énfasis sobre la doctrina del verdadero Dios en contraste con los ídolos (1:9); y en el Señor Jesucristo: -- Rom. 1:7; 1 Cor. 1:3; 2 Cor. 1:2.
-- Gracia (todas las bendiciones espirituales en Cristo, Efes 1:3) y paz (el resultado de poseer esas bendiciones) sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. – Es importante observar cómo Pablo asocia al Padre y al Hijo de la manera más estrecha para exaltar a Cristo. Obsérvese cómo Pablo emplea el nombre Jesús con el título Cristo (el término griego para Mesías), y también agrega que El es el Señor, “la palabra apropiada por Claudio (Dominus, Kurios) y por otros emperadores en el culto al emperador”; término que tanto se usa de Dios en la Septuaginta (la versión griega del Antiguo Testamento) (ATR); véanse Hech. 2:34-36; 2 Cor. 4:5. Al mismo tiempo Pablo enseña una confesión de parte del hombre de esta gran verdad (Fil. 2:9-11; Rom. 10:9, 10) (RCK).
1:2 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, -- Veremos en el cap. 3 que al escribir esta carta Pablo había recibido muy buenas noticias acerca de la iglesia de Tesalónica: “cuando volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros, por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe” (3:6, 7). Por eso, con su corazón lleno de gratitud y gozo, da gracias a Dios por ellos. Sin embargo, Pablo siempre daba gracias a Dios por todos los santos: 2:13; 3:9; 2 Tes. 1:3; 2 Tim. 1:3; Filemón 4, 5; Hech. 28:15; Rom. 1:8; Fil. 1:3, 5) haciendo memoria (continuamente) de vosotros en nuestras oraciones, -- “¿Tenía acaso Pablo una lista de los discípulos de Tesalónica que repasaba en oración con Silas y Timoteo?” (ATR).
1:3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. -- Al nombrar estas tres cualidades hermosas y necesarias, Pablo se refiere también al aspecto práctico de cada una de ellas; es decir, las obras son el fruto de la fe viva; el trabajo es el fruto del amor; y la constancia es el fruto de la esperanza. Es obvio, pues, que Pablo da gracias a Dios por lo que estas tres cualidades producen en las vidas de los santos. La fe verdadera obra (Heb. 11) y si no obra está muerta (Sant. 2:23-26). El verdadero amor trabaja, y es conocido por su acción (Jn. 3:16; 1 Jn. 3:17, 18). La verdadera esperanza produce constancia (perseverancia, o fidelidad a pesar de tribulaciones y pruebas, Rom. 5:3-5). La fe, la esperanza y el amor se mencionan juntos en
muchos textos: 5:8; Col. 1:3-5; Rom. 5:1-5; 1 Cor. 13:13; Gál. 5:5, 6; 1 Tim. 6:11; 2 Tim. 3:10; Tito 2:2; Heb. 6:10, 12; 1 Ped. 1:21, 22.
1:4 Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; -- Compárese Jn. 15:16, “os elegí a vosotros” (Cristo escogió a sus apóstoles); también Hech. 9:15, “instrumento escogido me es éste” (la elección de Pablo para ser el apóstol a los gentiles). Pablo se refiere a esta elección de hombres por parte de Dios en Rom. 9:11; 11:5, 7, 28; y Pedro emplea el mismo término en 2 Ped 1:10. Los santos de Tesalónica eran gentiles pero eran elegidos, para formar parte del pueblo escogido de Dios. Pablo sabía que Dios los había elegido, porque Pablo mismo les había predicado el evangelio por el cual Dios llama a todos (2 Tes. 2:13, 14; Jn. 6:44, 45; 1 Ped. 2:9, 10). Por lo tanto, esta elección no es arbitraria ni mucho menos incondicional, sino que Dios nos llama por medio del evangelio, y los elegidos son los que obedecen al evangelio.
Pablo dice, “conocemos … vuestra elección” porque sabía que la conversión de ellos había sido genuina; les dijo que “os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1:9).
1:5 pues nuestro evangelio (Rom. 16:25; el mismo evangelio predicado por otros fieles evangelistas, 1 Cor 15:1-11; Gál. 1:6-9, 11, 12) no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo– La prueba de esto se puede ver en Hech. 17:18, 32. Como él dijo a los corintios, “ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Cor. 2:3-3). Hay gran poder en la palabra misma (Rom. 1:16; 1 Cor. 1:18), pero el plan de Dios fue que la palabra predicada por los apóstoles fuera confirmada por medio de señales y prodigios (Mar. 16:20; Hech. 14:3; Rom. 15:16; 1 Cor. 2:4; 2 Cor. 12:12; Heb. 2:3, 4).
-- y en plena certidumbre (se refiere a la convicción de los predicadores) como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. -- 2:1-11. De inmediato Pablo empieza a defender el ministerio de él y sus compañeros entre los tesalonicenses. Por varias razones Pablo tuvo que hacer esto en sus cartas, pero sobre todo en 2 Corintios. Véase Hech. 20:18-20; 33-35.
1:6 Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros -- 1 Cor. 4:16; “Es una osadía esperar que la gente ‘imite’ al predicador, pero Pablo añade ‘y del Señor’, porque sólo esperaba o deseaba que le imitasen en tanto que él imitara al Señor Jesús, como lo dice explícitamente en 1a Co. 11:1. El peligro de ello surge cuando la gente imita tan rápida y fácilmente al predicador cuando él no imita al Señor” (ATR); Fil. 4:9; 2 Tes. 3:7-9.
-- y del Señor (Efes. 5:1) (también de las iglesias de Judea, 2:14), recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, (Hech. 17:5-9; 1 Tes. 2:14, “habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas”) con gozo del Espíritu Santo (Gál. 5:22), -- Había gozo en su corazón a pesar de la gran tribulación por la cual pasaban (Hech. 5:41; 16:25; Rom. 5:1-5). El mundo no conoce este gozo, el gozo en medio de “gran tribulación”. No es algo
inherente en nosotros, sino que es producido sólo por el Espíritu Santo (Gál. 5:22). Este gozo se ve en los apóstoles cuando fueron azotados por los judíos; dice Hech. 5:40, “Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”. Este gozo se ve en Pablo en Silas en Filipos; dice Hech. 16:23 “Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían”. De este gozo Pablo habla en Rom. 5:3, “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. De esta misma manera los tesalonicenses poseían el “gozo del Espíritu Santo”.
1:7 de tal manera que habéis sido ejemplo (TUPON, un modelo, un patrón para ser imitado)
a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído. – Primero ellos imitaban el ejemplo del Señor, de Pablo y de las iglesias de Judea; luego ellos mismos llegaron a ser un buen ejemplo para otros hermanos. Los únicos que serán buenos ejemplos para otros son los que primero siguen el ejemplo del Señor, sus apóstoles y otros fieles (1 Cor. 16:15-16). Toda iglesia de Cristo debe ser un buen ejemplo para otras iglesias (Mat. 5:14-16;) ( 2 Corintios 8:1-5,24).
1:8 Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada (ha resonado, LBLA; esta palabra, de la cual viene nuestra palabra eco, indica un sonido fuerte, como el del trueno o de una trompeta) la palabra del Señor, -- Compárese Hech. 8:4, “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio”; también Hech. 11:19, “Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía” hablando la palabra de Dios.
-- no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios (su obediencia y fidelidad) se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada; -- “Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo” (Rom. 1:8). Jesús dijo que sus discípulos son la luz del mundo (Mat. 5:14), y como la luz se extiende, así también la influencia de los fieles se extiende. Los hermanos de Tesalónica, de Roma y otros que vivieron en el corazón del mundo político y económico, tenían una gran oportunidad de proclamar el evangelio a muchos y no sólo lo proclamaron en palabra sino también en sus hechos. Tesalónica estaba bien conectada con los puertos del mundo (GH), y la reputación de esta buena iglesia se divulgaba “en todo lugar”.
1:9 porque ellos mismos cuentan (siguen contando, ATR) de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos (muertos,
1 Cor. 8:4-6) a Dios, -- Para los que nunca creyeron en los ídolos no es fácil apreciar este cambio del cual Pablo habla. Los tesalonicenses y otros idólatras habían creído desde la niñez que el ídolo sí es algo, que tiene poder, y el culto a los ídolos afectaba toda su vida. Por eso, algunos dijeron, “Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá” (Hech. 17:6), porque la conversión de esta gente causó una revolución en su vida, como también en la de sus familiares y amigos. En muchos casos también su empleo y su negocio fueron afectados.
La palabra convertirse viene de EPISTREPHO, volver: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mat. 18:3); “Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor” (Hech. 9:35); “Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor” (Hech. 11:21); “Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo” (Hech.14:15; véase también 15:19); “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hech. 26:18).
-- para servir (Rom. 6:15-23) al Dios vivo y verdadero, (Deut. 5:26; Josué 3:10; (1 Sam. 17:26; (2 Rey 19:4, 16; Isa. 41:23; 2 Cor. 6:16). ¡Qué contraste tan significativo entre “los ídolos” muertos abandonados por los tesalonicenses y el “Dios vivo y verdadero” a quien se habían convertido! En esto se ve el gran poder del evangelio (Rom. 1:16). El Dios vivo es el Dios verdadero, pero los ídolos muertos son una mentira. “ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos” (Rom. 1:25); “un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios” (1 Cor. 8:4).
¿Con qué propósito se convirtieron los tesalonicenses? Se convirtieron de los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero. Algunos necesitaban concentrarse en la palabra servir (I Tes 4:11-12; (2 Tes. 3:6-10).
El siguiente versículo explica otro propósito de su conversión.
1:10 y esperar de los cielos a su Hijo, (I Tes 4:13-18; 5:1-3; Jn. 14:1-3; Hech. 1:9-11; (2 Ped. 3:10. Estas palabras bien describen la vida de los fieles: se han convertido de sus pecados (ídolos, vicios, etc.) para servir al Dios vivo y verdadero y para esperar de los cielos a su Hijo. Su vida muestra que están esperando al Señor. Viven como hijos de luz (I Tes 5:5-9). Cuando esperamos a un visitante importante, hacemos todos los preparativos necesarios (GH).
-- al cual resucitó de los muertos, a Jesús (este es el punto clave de la predicación de los apóstoles; así predicó Pablo en Antioquía de Pisidia, Hech. 13:23, 30, y en Atenas, Hech. 17:31, “lo que llevó a los atenienses a burlarse de él y a dejarlo … Pero Pablo no cambió sus creencias ni su predicación debido a la conducta de los atenienses” (ATR). Compárese la predicación de los otros apóstoles acerca de Jesús de Nazaret y la resurrección, Hech. 2:24-32; 3:15; 4:10), quien nos libra de la ira venidera. -- ¿De qué nos salva Jesús? De la ira venidera (5:2, 3, 9; Rom. 1:18, 28, 32; 2:8, 9; Efes. 2:3; 5:6; Col. 3:6; 2 Tes. 1:7-9; Mat. 3:7). Pero si no aprovechamos la salvación de Cristo,
la ira todavía nos está esperando. La ira de Dios indica lo que El piensa del pecado. En la segunda carta (2 Tes. 1:5-9) Pablo afirma que es justo el castigo de los que no obedecen al evangelio.
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1 Tesalonicenses 2
2:1 Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no resultó vana; -- En este capítulo Pablo habla de la conducta de él y sus compañeros entre los tesalonicenses. El practicaba lo que dijo a Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Tim. 4:16). De esto podemos deducir que sus detractores decían que Pablo y sus compañeros habían buscado influencia y poder, que eran imponentes, que huyeron cuando más los necesitaban, que no regresaron para visitarles, indicando así que no los amaban y, por eso, que no eran dignos de confianza. Compárense 1 Cor. 4:10-16; (2 Cor. 6:3-10.
-- sabéis -- Ellos habían tenido la oportunidad de conocerles. Frecuentemente Pablo apelaba a su conducta y a lo que sus oyentes o lectores ya sabían de él; véase, por ejemplo, Hech. 20:18.
-- visita – Les “visitó” para predicarles el evangelio. Este debe ser el propósito principal de las visitas de los predicadores hoy en día. Esta palabra se puede traducir entrada (LBLA, margen).
-- no resultó vana – Sin fruto, inútil, sin provecho, sin éxito.
2:2 pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, (Hech. 16:19-24) como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición. – La palabra ultrajado quiere decir maltratado, tratado injustamente, tratamiento no merecido, contrario a la ley romana. Al hablar del tratamiento injusto que recibió en Filipos, no lo hace buscando simpatía, sino para establecer la verdad importante de que aun después de sufrir tal persecución, estaban dispuestos a sujetarse a semejante tratamiento en Tesalónica. A pesar de tales persecuciones llegaron a Tesalónica y siguieron predicando el mismo evangelio.
-- denuedo … en medio de gran oposición -- (Hech. 17:1-9). La palabra oposición indica conflicto, una lucha (Col. 2:1). Se usa en conexión con los juegos griegos. Las luchas de Pablo se comparan con las luchas intensivas de los atletas (1 Cor. 9:24-27). Se requería denuedo de parte de Pablo para que la oposición no le hiciera callar. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim. 1:7).
2:3 Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, -- Les predicaron con sinceridad, con propósitos sanos y nobles, pues de todo corazón querían convertirles de los ídolos para que sirvieran al Dios Vivo (I Tes 1:9-10). Compárense otros textos que hablan de la sinceridad del ministerio de Pablo en contraste con el de los que tenían propósitos carnales (2 Cor. 2:17; 4:1, 2; Gál. 4:7). La predicación del evangelio puro con el propósito de salvar almas no lleva a la impureza. La actitud de Pablo bien se expresa en 2 Cor. 12:15, “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por
amor de vuestras almas”. La predicación de la verdad de parte de un evangelista sincero, que tiene buena conciencia, tiene mucha fuerza.
2:4 sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos (1 Cor. 9:16-17); no como para agradar a los hombres, (Gál. 1:10; Jn. 5:44) sino a Dios, que prueba nuestros corazones (Apoc. 2:23, Heb. 4:13). Les predicaron sólo el mensaje que Dios les había dado; no lo cambiaron para agradar a los hombres (2 Tim. 4:3, 4).
2:5 Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia (ni con pretexto para lucrar, LBLA); Dios es testigo; -- No usaron palabras lisonjeras para consentir y complacer a los hombres en su pecado y error. No complacía a los que tenían “comezón de oír” cosas placenteras en lugar de ser reprendidos por sus pecados (2 Tim. 4:3). No eran como los pastores falsos descritos por Jesús (Jn. 10:12, 13). No comerciaban con la palabra de Dios (2 Cor. 2:17, LBLA).
Los hermanos de Tesalónica eran testigos de la actuación de Pablo y sus compañeros, y Dios era Testigo de su corazón (el propósito que los movía y motivaba). Si Pablo hubiera usado palabras lisonjeras, no habría tenido enemigos. Los predicadores que usan palabras lisonjeras minimizan los pecados y deberes de los hermanos y, al hacerlo, minimizan también los peligros que amenazan sus almas.
En Apoc. 2 y 3 Jesús se dirige a las siete iglesias de Asia. Estas cartas son buenos ejemplos de alabar lo bueno y reprender lo malo. Jesús alaba la fidelidad y expone la debilidad y condena el error. Lo importante es que se diga la verdad, sea lo que sea.
2:6 ni buscamos gloria de los hombres (Jn. 5:41, 44; 12:42, 43; Gál. 1:10); ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo (1 Cor. 9:1-15). Pablo tuvo el derecho de recibir salario, pues “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Pero yo de nada de esto me he aprovechado” (1 Cor. 9:14, 15). El dijo a los ancianos de Efeso, “Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech. 20:34, 35).
2:7Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. -- Hay circunstancias que requieren la vara (Mat. 23; Hech. 2:22, 23; 3:17-19; 13:10; 1 Cor. 4:21), pero entre los tesalonicenses Pablo y sus compañeros eran como una madre que cuida sus propios hijos. De esta manera cuidaban a los hermanos tiernos (5:14; 2 Tim. 2:24). La mansedumbre está compuesta de dos cosas: la fuerza y la gentileza. Moisés (Núm. 12:3), Cristo (Mat. 11:29) y Pablo eran muy mansos. Para Pablo los nuevos hermanos de Tesalónica no eran hijastros, sino sus propios hijos.
2:8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; -- Jn. 15:13; 1 Jn. 3:16. Pablo estaba dispuesto a morir por el evangelio
(“¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús”, Hech. 21:13).
También él y sus compañeros estaban dispuestos a morir por los tesalonicenses. ¿Por qué, pues, huyeron? En primer lugar, porque Jesús lo había mandado: “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra” (Mat. 10:23). Además, por la presencia de estos evangelistas se cernía un gran peligro sobre los mismos tesalonicenses. Por consiguiente, su huida era necesaria porque en esa situación ya no había esperanza de lograr ningún propósito en pro del evangelio. Esteban y Jacobo murieron por la fe porque no les quedaba la alternativa de huir, pero a Pablo y sus compañeros sí. Cuando fuere la voluntad del Señor, Pablo daría su vida por el evangelio, pero primero tendría mucho trabajo que hacer. Durante la turba en Tesalónica su “hora” no había llegado.
-- porque habéis llegado a sernos muy queridos (Fil. 1:8). -- ¿En cuántas iglesias existe esta clase de amor entre hermanos? Tantos hermanos se impacientan y se enojan y en lugar de entregar sus vidas unos por otros, a veces parece que prefieren quitar la vida el uno al otro. “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros” (Gál. 5:15).
2:9 Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga (1 Cor. 4:12; 2 Cor. 6:5; 11:23); cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. -- Hech. 18:3; 20:34. Les puso el buen ejemplo de trabajar con sus manos (4:11; 2 Tes. 3:6-10; Efes. 4:28). Hoy en día parece que algunos piensan que si no reciben sostenimiento para predicar el evangelio “a tiempo completo”, casi no pueden hacer nada por el Señor, pero Pablo no razonaba así, sino que “trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a” los hermanos, él lograba mil veces más que cualquier predicador de “tiempo completo”.
2:10 Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa (consagrada o dedicada), justa (actuando conforme a la norma divina) e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; -- Todo cristiano (y sobre todo, todo evangelista) debe imitar a Pablo en estas tres cosas, para estar bien con Dios y para tener influencia positiva con otros. Las palabras que hablamos con los familiares, vecinos y otros conocidos serán huecas si no están acompañadas por estas tres cosas. El ministerio de ellos era sin reproche. Cuántas iglesias han sido destruidas por predicadores infieles, contenciosos, imponentes, desobligados y carnales. Algunos no toman en serio sus compromisos financieros, pues no reconocen que no sólo la fornicación destruye su reputación, sino también la irresponsabilidad económica . Todo evangelista debe ser “ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Tim. 4:12). En cuanto a los ancianos, Pedro dice, “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Ped. 5:2, 3). No podemos enseñar lo que no sabemos y no podemos compartir lo que no poseemos.
2:11 así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, -- Pablo y sus compañeros les habían engendrado con el evangelio (1 Cor. 4:15; 1 Ped. 1:23-25), y llevan a cabo un ministerio de exhortación (5:14; Heb. 12:12, 13; 2 Cor. 5:18-20). ¿Cómo trata el padre a su hijo a quien ama? No con despotismo, sino con ternura.
2:12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, -- Les habla del gran honor de andar como es digno de Dios su privilegio exaltado y del deber que resulta de ese honor. Debemos andar como es digno de Dios, dándole el honor que merece. Recuérdese la exhortación de Mal. 1:6-8, “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos”.
Varios textos (Col. 1:10; 2 Tes. 1:5, 11; Efes. 4:1) indican que los cristianos sí pueden andar como es digno de Dios, pues si Dios lo requiere, es posible hacerlo. El hombre no merece la salvación, pero Dios requiere que su comportamiento sea digno de Dios y del evangelio. Ante los ojos de Dios los cristianos son un pueblo especial y exaltado (1 Ped. 2:9, 10). La iglesia es la esposa de Cristo (Efes. 5:26, 27; 2 Cor. 11:2; Apoc. 19:7). Dice Apoc. 3:4 dice, “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”. También Apoc. 19:10 dice, “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Al hablar de lo indigno que somos, debemos tener cuidado de no exagerar el asunto, porque la iglesia es la esposa de Cristo. ¿Qué clase de marido acepta que alguien menosprecie a su esposa?
-- que os llamó a su reino y gloria. -- No al reino material esperado por los discípulos (Mat. 18:1-3; 20:21), sino al reino espiritual de su amado Hijo (Col. 1:13). Para entrar en este reino es necesario nacer otra vez (Jn. 3:5). Entonces, después de vivir unos cuantos años aquí en la tierra, participando de la naturaleza divina para transformarnos a la imagen de Dios, “os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 1:4-11).
2:13 Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, -- 1:3, “acordándonos ... de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo”; así pues, el fruto que llevaban mostraba que habían recibido la palabra como la palabra de Dios. Parece que algunos en Tesalónica ponían en tela de juicio la predicación de Pablo, pero cuando los tesalonicenses recibieron el evangelio
como la palabra de Dios daban evidencia de que Pablo predicaba la verdad. No la recibieron como si fuera una hueca filosofía (Col. 2:8; compárese 1 Cor. 2:1-5). No se fijaron sólo en el ministerio humano, sino en la verdadera naturaleza del mensaje. Los enemigos querían destruir la fe de los tesalonicenses, pero éstos estaban dispuestos a sufrir persecución por Cristo y de esta manera mostraban que su fe era genuina (GH). Los que reciben la palabra como si fuera la palabra del hombre no perseveran. Los únicos que pueden llevar la armadura del soldado cristiano (Efes. 6:10-19) son los que reciben la palabra como es en verdad, la palabra de Dios.
Muchos maestros religiosos enseñan los mandamientos de los hombres diciendo, “Así dice la palabra de Dios”, pero qué triste es cuando el evangelio puro, la sana doctrina entregada por los inspirados apóstoles, se considera como si fuera un mensaje humano y no divino.
Parece que algunos no reciben la palabra como la palabra de Dios, sino como la palabra de sus padres, porque su religión parece ser más tradicional que de convicción personal. Otros la reciben como la palabra de hombres porque piensan que la pueden pasar por alto, ignorar y desobedecer (“Pensabas que de cierto sería yo como tú”, Sal. 50:21). Aun otros la reciben como la palabra de hombres porque la acomodan a sus propias creencias; es decir, sólo buscan textos de prueba para confirmar el credo de su propia religión (una religión no revelada por las Escrituras).
Los tesalonicenses la recibieron según es en verdad, la palabra de Dios, la obedecieron y como Pablo dice (1:3), mostraban su obediencia en la obra de su fe, en el trabajo de su amor y en la constancia de su esperanza. También la mostraron al divulgar la palabra extensamente.
-- la cual actúa (obra, LBLA) en vosotros los creyentes. -- El verbo obrar (ENERGEO) es una de las palabras favoritas de Pablo. “Así la palabra lleva consigo su propio testimonio, como la luz, como el calor, como la vida, como toda otra fuerza” (B-S). En Tesalónica Dios obró por medio de su palabra (1) para instruirles y que abandonaran sus pecados e ídolos, convirtiéndose al Dios Vivo (1:9, 10), (2) para que con conciencia purificada y despierta se transformaran a la imagen de Cristo (Rom. 12:1, 2; 8:29; 2 Cor. 3:18; Gál. 5:22, 23; Efes. 4:22-24; (2 Ped. 1:4), (3) para que fueran motivados a soportar pruebas y (4) y para que tuvieran la fuerza espiritual para llevar a cabo la obra del Señor. ¿Puede hacer tales obras la palabra del hombre?
Dios obra en nosotros: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13); “para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa (obra) poderosamente en mí” (Col. 1:28, 29); “Y el Dios de paz ... os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo (obrando) él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Heb. 13:20, 21).
No sólo Dios, sino también Satanás obra. Cuando vivimos en el mundo “las pasiones pecaminosas ... obraban en nuestros miembros” (Rom. 7:5); “el espíritu que ahora opera (obra) en los hijos de desobediencia” (Efes. 2:2).
En cuanto a los dones del Espíritu Santo, “hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace (obra)
todas las cosas en todos, es el mismo” (1 Cor. 12:6); después de enumerar los dones Pablo dice, “Pero todas estas cosas las hace (obra) uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Cor. 12:11); “si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir (que obra al soportar, LBLA) las mismas aflicciones que nosotros también padecemos” (2 Cor. 1:6); “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gál. 5:6); “obra todas las cosas según el designio (conforme al consejo, LBLA) de su voluntad” (Efes. 1:11); “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa (obra) en nosotros” (Efes. 3:20). Santiago nos recuerda que “La oración eficaz del justo puede mucho” (Sant. 5:16) (Lit., Mucha fuerza tiene una petición de un justo obrando eficazmente; es decir, obrando con energía, con poder activo y eficaz).
La palabra de Dios tiene gran energía. Tiene poder activo. Hace grandes cosas en nuestras vidas. Por esta razón asistimos a los servicios en los cuales se predica la sana doctrina, y escuchamos atentamente para que la palabra penetre en el corazón (“deja penetrar la luz”) y obre en nuestra vida los efectos que Dios quiere. También asistimos a las clases bíblicas, y estudiamos la Biblia todos los días, porque si no recibimos la palabra en nuestra mente, no puede obrar. La Biblia cerrada sobre la mesa no obra nada.
David Lipscomb hizo la siguiente lista de cómo la palabra obra:
1. Por medio de la palabra el nuevo nacimiento es llevado a cabo (1 Ped. 1:23).
2. Por medio de ella el alma se salva (Sant. 1:21).
3. Por medio de ella somos santificados (Jn. 17:17).
4. La palabra prevalece poderosamente (Hech. 19:20); (p. ej., en el primer siglo prevalecía contra el judaísmo, la idolatría, la filosofía humana, la superstición, etc.)
5. Obra como una semilla (Mar. 4:26, 27); tiene poder en sí para producir.
6. Es viva y eficaz (Heb. 4:12).
7. Es como un fuego contra lo que es falso (Jer. 23:29); (p. ej., para exponer la falsa doctrina, para exponer la hipocresía, para llevar a cabo la disciplina, etc.)
8. Es como un martillo contra lo que es fuerte (Jer. 23:29).
9. Es la luz en medio de las tinieblas (Sal. 119:105).
10. Es la única arma en la lucha cristiana (Efes. 6:17).
2:14 Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea (1:6); -- Los judíos pensaban que sus sinagogas eran iglesias de Dios (asambleas; compárese Hech. 7:38, “la congregación (EKKLESIA) en el desierto”, pero las iglesias de Dios son las iglesias de Cristo (Rom. 16:16), pues Cristo es Dios (Jn. 1:1; 8:58; Rom. 9:5; Tito 2:13; Heb. 1:8; 2 Ped. 1:1; 1 Jn. 5:20).
Las iglesias de Judea fueron establecidas por los doce apóstoles, pero Pablo expresa su gran aprecio por ellas.
-- pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, -- Hech. 17:5. El libro de Hechos
revela que los judíos eran los enemigos del evangelio que con más amargura lo atacaban. Al observar que los gentiles aceptaban el evangelio, los judíos se llenaban de celos y malicia (Hech. 13:44, 45). En realidad, como los judíos eran los perseguidores de las iglesias de Judea, así también los judíos eran los perseguidores de las iglesias de los gentiles, pues en varios pueblos, los gentiles fueron excitados e instigados por los judíos para que persiguieran a la iglesia. Hech. 13:50; 14:2, 19; 17:13.
El sufrir es una marca de identidad del verdadero discípulo de Cristo (Jn. 15:20; 16:33; 2 Tim. 3:12). Satanás persigue a la iglesia porque odia a Cristo. La iglesia de Tesalónica era semejante a las iglesias de Judea que eran verdaderas iglesias del Señor y por esa causa eran perseguidas. Pablo estaba bien enterado de la persecución de las iglesias de Judea, porque por algún tiempo él mismo era uno de los perseguidores principales (Hech. 9:1, 13; Gál. 1:13).
2:15, 16 los cuales mataron al Señor Jesús -- (Hech. 2:22, 23; 3:13-15). Hoy en día muchos quieren minimizar la culpa de los judíos, echándola en Pilato y los romanos, pero recuérdese Mat. 27:25, “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”. Desde luego, no estaban solos en este crimen, pues Judas participó, los romanos participaron y, desde luego, todos los hombres, siendo pecadores, tuvimos gran parte en ese evento. Al matarlo llevaron a cabo el plan de Dios para nuestra redención (Hech. 2.22, 23). Si estaban dispuestos a matar a su propio Mesías, entonces con más razón perseguirían a los discípulos de El.
-- y a sus propios profetas, -- Mat. 21:33-40; 23:29-37; Hech. 7:52. Mataron a los profetas pero no por eso invalidaron su mensaje.
-- y a nosotros nos expulsaron; -- Hech. 17:5-10. Como instigaron a Pilato en contra de Jesús, así también instigaron a los gentiles en contra de Pablo y sus compañeros.
-- y no agradan a Dios, -- Jn. 16:2; Rom. 10:2.
-- y se oponen a todos los hombres, -- ¿cómo? impidiéndonos (lit., prohibiéndonos, LBLA, margen) hablar a los gentiles para que éstos se salven; -- No sólo rechazaron a Pablo y sus compañeros, sino que también se negaron a permitir que los gentiles les escucharan. No sólo no querían entrar en el reino ellos mismos, sino que prohibieron que otros entraran. No querían participar de la gracia de Dios; pero tampoco querían que los gentiles lo hicieran. A través de los años los judíos han odiado a las otras naciones y razas. De manera clara y enfática Lucas describe la profunda hostilidad de los judíos (p. ej., Hech. 13:45; 18:6). En cada pueblo y en cada oportunidad se oponían a Pablo y a su obra de evangelizar a los gentiles. La única esperanza para la salvación de los gentiles es el evangelio (Rom. 1:16), pero los judíos estaban bien resueltos a impedir su salvación. “Recorréis mar y tierra para hacer un prosélito” (Mat. 23:15); es decir, querían que los gentiles llegaran a ser judíos, pero de ninguna manera aceptaron que llegaran a ser simplemente cristianos.
Jesús les había dicho, “¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis” (Luc. 11:52). Están condenados doblemente, primero por sus propios pecados, y segundo por llevar la sangre de otros en
sus manos al prohibir que oyeran el evangelio (RCHL).
Esta afirmación de Pablo acerca de la obra diabólica de los judíos “no tiene paralelo en los escritos de Pablo” (FFB). Lo que dice aquí no contradice lo que dice en Rom. 9:1-5; 10:1-2; más bien, lo que dice a los tesalonicenses hace aun más extraordinario lo que dice a los romanos.
Jesús denuncia a los que ponen tropiezos delante de sus discípulos: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mat. 18:6). En cualquier país uno de los actos principales de la guerrilla es el hacer explotar puentes y destruir caminos, porque este es el medio más efectivo para arruinar la economía. Figuradamente esto es lo que los judíos hicieron y es lo que todos los falsos maestros hacen.
-- así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo. –“¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!” (Mat. 22:32). Compárese Gén. 15:16, “aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí”; en el tiempo de Josué llegó a su colmo. De esa manera Pablo dice que los judíos estaban bajo la ira de Dios (Mat. 21:43; 22:7; 23:38; 24:15-22).
Por siglos los judíos habían sido rebeldes contra Dios, y al crucificar a Cristo llenaron la medida de (llenaban hasta el borde) sus pecados (“el resultado natural debido a los continuos pecados” ATR). “Siempre ciegos y obstinados, los judíos llenaron la medida de sus pecados por su tratamiento de Cristo y los apóstoles” (MV). Para Pablo el impedir que los apóstoles predicaran el evangelio a los gentiles fue el colmo de las transgresiones de los judíos.
2:17 Pero nosotros, hermanos, separados (APORPHANIZO, literalmente, siendo huérfanos, ATR; como padres despojados de sus hijos) de vosotros por un poco de tiempo, de vista (lit., rostro, LBLA, margen) pero no de corazón (Col. 2:5; 1 Cor. 5:3), tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro (estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ver vuestro rostro, LBLA); -- Recuérdese que “su impaciencia por saber cómo les iba le hizo enviarles a Timoteo, con la noticia de su preocupación porque su fe se fortaleciera en medio de la aflicción. El informe de Timoteo sobre su bienestar y constancia lo llenó de gozo y de renovadas ansias de verlos una vez más” (JFB).
Pablo sentía afecto por ellos como el que existe entre padres e hijos (I Tes 2:7, 11). Para muchos el no ver a alguien es tenerlo fuera del corazón, pero no es así entre los cristianos. Amamos a los hermanos y queremos visitarles y estar juntos. Estamos separados de hermanos muy amados. Nos gustaría estar con los hermanos de diferentes partes de México, Centro América, Sudamérica, el Caribe, España y otras partes, pero no es posible. Por esta causa nos esforzamos todos por reunirnos un día en el hogar de eterno día para nunca estar separados los unos de los otros.
2:18 por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó. -- En otra ocasión el plan de Pablo fue cambiado por Dios (Hech. 16:6, 7), pero en esto Satanás estorbó. “La palabra que
usa (EGKOPTEIN) es la palabra técnica que expresa el bloqueo de un tramo de carretera para frenar la marcha de una expedición. La obra de Satanás es arrojar obstáculos en el camino del cristiano, y nuestra tarea es superarlos” (WB); “Este verbo se emplea de cortar una carretera, de hacer impasable un camino. Así, Pablo acusa a Satanás de cortarle el camino” (ATR). “Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros” (Rom. 15:22). Pablo no explica de qué manera Satanás le estorbó, pero si hubiera regresado a Tesalónica, sin duda las autoridades lo habrían buscado, y no sólo Pablo sino otros hermanos habrían tenido dificultades (recuérdese Hech. 17:9, obtuvieron “fianza de Jasón y de los demás” antes de soltarlos). Es posible que hubiera habido otros factores, pero nos basta recordar que en Tesalónica Satanás estaba bien listo en la persona de los judíos para impedir su retorno.
2:19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida (PARUSÍA)? -- Sigue enfatizando su amor y aprecio por ellos y que sinceramente quería verlos. La palabra STEFANOS se usaba para la corona del vencedor militar o deportista. “Cuando un rey o conquistador acudía de visita se le daba una guirnalda de gloria” (ATR). La palabra PARUSÍA se usaba para hablar de la visita oficial de algún rey, príncipe, etc. y Pablo la usa para hablar de la segunda venida de Cristo.
2:20 Vosotros sois nuestra gloria y gozo. – No sólo en aquel día cuando Cristo venga, sino en ese mismo tiempo, y continuamente. No había posesiones materiales ni honores terrenales que pudieran darle semejante “gloria y gozo”.
- *
1 Tesalonicenses 3
3:1 Por lo cual -- véase ( I Tes 2:18; lo que Pablo dice aquí está conectado con los vers. ( I Tes 2:17-20. En el cap. 2 Pablo no especifica cargos que se hubieran hecho contra él y su ministerio, pero es obvio que está haciendo una defensa. Su amor por estos hermanos se pudo ver en su preocupación por su condición espiritual. En este capítulo sigue esa defensa al hablar del sacrificio personal que hizo por ellos al enviarles a Timoteo.
-- no pudiendo soportarlo más, (esta frase se refiere a su estado emocional, su preocupación por ellos; “La palabra griega se usa literalmente por vasos impermeables para el agua. Cuando no podíamos contenernos más en nuestro deseo de veros”, JFB) acordamos quedarnos solos (palabra fuerte, como dejados solos por la muerte de un ser querido) en Atenas, (estaba dispuesto a hacer un sacrificio personal por ellos, pues le hacía mucha falta la compañía y ayuda de Timoteo en ese trabajo nuevo y difícil, entre los idólatras que estaban tan alejados del Dios Vivo y en contra del evangelio que Pablo predicaba. Hubiera sido muy bueno tener consigo a varios hermanos para ese esfuerzo. Compárese Hech. 20:4.
Todo hermano que ha comenzado la obra en un campo nuevo comprende bien la importancia de tener un compañero. “Y los que se habían encargado de conducir a Pablo le llevaron a Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y Timoteo, de que viniesen a él lo mas pronto que pudiesen, salieron”, Hech. 17:15. Cuando Jesús
envió a los apóstoles a predicar por toda Judea, los “envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar a donde él había de ir” (Luc. 10:1). Hech. 13: 2, “dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Cuando hubo un desacuerdo entre Pablo y Bernabé, se formaron dos grupos de obreros: Pablo y Silas, y Bernabé y Juan Marcos.
Hay mucha sabiduría en este plan. Hay hermanos que prefieren trabajar solos, pero muchos textos hablan de la importancia del compañerismo. Obsérvese en las cartas de Pablo cómo tenía en alta estima a sus compañeros.
Dice Ecles. 4:9, “Mejores son dos que uno (en muchos trabajos, en los viajes, etc.); porque tienen mejor paga de su trabajo (pues cada uno sabe que está ayudando al otro). 10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante (Gál. 6:1-3). 11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? 12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
3:2 y enviamos a Timoteo -- Lucas no relata la llegada de Timoteo a Atenas, pero lo que Pablo dice aquí en esta carta indica que sí llegó. Dice Hech. 17:15 que los hermanos que llevaron a Pablo a Atenas recibieron orden para Timoteo y Silas de que “viniesen a él lo más pronto que pudiesen” y luego el v. 16 dice, “ Mientras Pablo los esperaba en Atenas ...” Hubo suficiente tiempo para que llegaran, porque en Atenas Pablo obviamente estuvo en varias partes de la ciudad (Hech. 17:16, 23), disputando en la sinagoga y en la plaza “cada día” (v. 17), pronunció un discurso en el Areópago (v. 19-32), y de su obra resultó la conversión de algunas personas (v. 34). Dice Hech. 18:1, “Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas”. Hubo tiempo, pues, para que llegaran los hermanos, porque Pablo no tuvo que huir de Atenas.
-- nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, -- envió para este propósito a Timoteo, un hermano amado y muy apreciado por Pablo, un fiel servidor de Dios; es decir, les envió a uno de los más fieles y capacitados obreros de entre los compañeros de Pablo. (Véase Fil. 2:19-24, “a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros”). Esto enfatiza su afecto por ellos, y su preocupación por ellos.
-- para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe, -- Hech. 14:22. “Confirmar” significa hacer firme, estable, maduro, espiritual. Cada iglesia debe ser confirmada para que pueda funcionar como Dios desea, siempre edificándose en amor, creciendo espiritualmente, enseñando la palabra, evangelizando, refutando el error, practicando la disciplina, etc. Véanse Efes. 4:12-16; Col. 2:6, 7. Pablo dice a Tito (1:5), “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente”. Entre hermanos nuevos frecuentemente hay deficiencia de conocimiento; a veces tienen ideas o creencias erróneas. Al recién convertido le cuesta trabajo dejar todos los vicios y prácticas carnales. La evidencia de esto se ve claramente en las epístolas inspiradas del Nuevo Testamento, pues contienen mucha exhortación de que nos despojemos de la vida antigua y que nos vistamos completamente de la vida nueva. La palabra santificar quiere decir
“apartar”; al bautizarnos en Cristo dejamos el reino de Satanás y somos trasladados al reino de Cristo (Col. 1:13), pero somos nuevas criaturas que tienen que crecer.
¿Cómo estaba la iglesia de Tesalónica? Algunos textos indican que andaban bien: (I Tes 1:3, 6-10; 2:13, 14; 3:6-8; 4:1, 9, 10; 5:11. El 4:1 indica que andaban bien y que sólo deberían continuar como estaban, pero otros textos indican que en esa iglesia (como en todas) había deficiencias: I Tes 3:5, 10; 4:3-10, 11-12; 5:14.
3:3 a fin de que nadie se inquiete (se engañe, LBLA, margen) por estas tribulaciones; (Efes. 6:10-12) porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos. (Jn. 15:20; 16:1, 2, 33; Hech. 14:22; Rom. 5:3; 8:35-39; (1 Cor. 4:9; (2 Cor. 1:4; 7:4; (2 Tim. 3:12; (1 Ped. 4:12-16). Dios no causa tales tribulaciones, sino que las permite para nuestro propio bien (Rom. 5:3-5; (2 Cor. 12:10; Sant. 1:2-4). Los mundanos persiguen a los cristianos porque las tinieblas aborrece la luz (Jn. 3:19-21).
3:4 Porque también estando con vosotros, os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha acontecido y sabéis. -- Por lo tanto, no deberían pensar que por sufrir tribulaciones Dios no estaba con ellos, sino que, por el contrario, siendo cristianos verdaderos ineludiblemente sufrirían tribulaciones.
3:5 Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más (la incertidumbre acerca de la condición de ellos), envié para informarme de vuestra fe, -- es decir, de su fidelidad, la fe es invisible, pero se hace visible en las acciones. ¿No se preocupaba Pablo por la condición física de los hermanos perseguidos? Sí, pero la condición espiritual de los santos es de más importancia que su condición física. ¿Cómo sería su fe? Habían aceptado el evangelio en medio de mucha oposición, pero ¿era genuina su fe o habían recibido la simiente como la tierra descrita por Jesús en Mat . 13:5, “parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó”, o como la tierra descrita en Luc. 8:13, “Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan”.
¿Cómo está la fe nuestra? La fe es la fuerza que nos mueve y motiva. “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn. 5:4). Si nuestra fe es muy pequeña, nuestro servicio será muy débil y limitado, y fácilmente seremos movidos por todo viento de doctrina y por otras tentaciones del diablo, pero si nuestra fe es grande, nuestra obediencia será aceptable, nuestras obras serán agradables ante los ojos de Dios, y no seremos movidos por las asechanzas del diablo. Todo el mundo actúa, no de acuerdo a lo que profesa creer, sino de acuerdo a lo que verdaderamente cree.
-- no sea que os hubiese tentado el tentador (Mat. 4:3) – Para Pablo Satanás, el tentador, existe; creía en su actividad personal y habló frecuentemente de él como el gran enemigo del alma (Efes. 2:2; 4:27; 2 Cor. 4:4; 12:17; 11:2, 3).Sin duda alguna Pablo sabía que el tentador les había tentado, no sólo a abandonar la fe, sino también a murmurar contra Dios y sus mensajeros, y a concluir que no
encontraban en el evangelio la fuerza para soportar tantas pruebas, pero ¿habrían resistido la tentación? La palabra tentador describe el carácter del enemigo de nuestra alma, y también especifica su ocupación (como algunos son mecánicos o carpinteros, él es tentador); seguirá en este empleo hasta la segunda venida de Cristo. Efes. 4:27; 6:11; 2 Tim. 2:26. Se llama Satanás (el adversario), 1 Cor. 5:5; (2 Cor. 2:11; (2 Tes. 2:9. Es el dios de este mundo, 2 Cor. 4:3. Es el príncipe de la potestad del aire (Efes. 2:2), y la cabeza de “los gobernadores de las tinieblas de este siglo ... las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efes. 6:12). Cada día Satanás les tentaba -- como nos tienta a nosotros -- a dejar la fe. Satanás siempre tiene muchos métodos y maquinaciones (Efes. 6:12; 2 Cor. 2:11), y muchos agentes. Entre los hermanos de Tesalónica Satanás obraba por medio de sus amigos paganos, por los judíos, por los falsos maestros y por la severidad del sufrimiento. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe” (1 Ped. 5:8, 9).
-- y que nuestro trabajo resultase en vano. – Gál. 2:2; Fil. 2:16. Según el calvinismo todos son predestinados o al cielo o al infierno; si esto es cierto, ¿cómo podría haber trabajado en vano? Pablo no era calvinista.
Compárese Gál. 4:11, “Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros”. Su trabajo podría ser en vano en cuanto a ellos; es decir, podrían apartarse de la fe y perderse. En otro sentido, sin embargo, nuestro trabajo nunca es en vano: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58); “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isa. 55:10,11). Véanse también 1 Cor. 3:13-15; Ezeq. 3:16-31.
3:6 Pero (ahora, LBLA; “justo ahora”, ATR) cuando Timoteo volvió (ha regresado, LBLA) de vosotros a nosotros (Hech. 18:5), y nos dio buenas noticias de vuestra fe (fidelidad, fe obediente) y amor, -- La fe y el amor se conocen por sus acciones: “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado” (1 Jn. 3:23). El carácter del cristiano es conocido por su fe y amor. “En Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gál. 5:6).
Los hermanos infieles quebrantan el corazón de los predicadores y otros hermanos fieles que se preocupan por ellos.
-- y que siempre nos recordáis con cariño, deseando (añorando LBLA) vernos, como también nosotros a vosotros, -- La oposición de los judíos hostiles podía haber causado que los nuevos conversos de Tesalónica se alejaran del evangelio y, por consiguiente, de Pablo y sus compañeros. Si Timoteo les hubiera encontrado alejándose de la fe, no habrían recordado “con cariño” a sus maestros (AJM). ¡Qué buenas noticias, pues, y qué alivio! Como añoraba Pablo
a los hermanos con el entrañable amor de Cristo Jesús (Fil. 1:8, LBLA), así también los tesalonicenses añoraban ver a Pablo. La palabra añorar quiere decir, “recordar con pena la ausencia, o la pérdida de una persona o cosa” (Larousse). La añoranza era mutua entre Pablo y estos hermanos.
3:7 por ello (el reporte alentador que Timoteo trajo), hermanos, en medio de (encima de) toda nuestra necesidad y aflicción (preocupación por los tesalonicenses, como también los problemas en Corinto, Hech. 18:5-17) fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe (fidelidad); -- El consuelo producido por las buenas noticias superaba su “necesidad y aflicción”. El consuelo de Pablo fue grande porque su preocupación por ellos había sido grande también (2 Cor. 11:28). Nunca conoceremos este consuelo a menos que estemos sinceramente preocupados por la fidelidad de alguna(s) iglesia(s). La base de su consuelo fue la fidelidad y constancia de los tesalonicenses. “No tengo yo mayor gozo que este, el oir que mis hijos andan en la verdad” (3 Jn. 4). La fidelidad es el mejor regalo que la iglesia puede dar al predicador.
El primer reporte que Pablo recibió de Corinto (1 Cor. 1:11) no fue nada alentador, pero al recibir la carta de Pablo los corintios practicaron la disciplina de acuerdo a su enseñanza, y después de esto él fue grandemente consolado (2 Cor. 1:3-7; 7:6, 7).
3:8 porque ahora vivimos (nos aviva, florecemos, JFB; estas buenas nuevas nos han consolado y alentado grandemente), si (puesto que) vosotros estáis firmes en el Señor. -- Estas palabras son aun más significativas cuando recordamos que el que habla es un judío (“hebreo de hebreos”, Fil. 3:5) y que está expresando su gran amor por los hermanos gentiles.
¿De qué consiste la vida? Luc. 12:15; Heb. 11:26; Col. 3:1-4. Para muchos el ganar dinero o el placer (o la música o el deporte) es su vida. ¿De qué consiste nuestra vida? ¿Del vivir por Cristo y por el progreso de su iglesia? Si los conversos de Pablo seguían fieles, él “vivía”. ¿Qué habría dicho Pablo si estos hermanos hubieran sido infieles?
-- si estáis firmes en el Señor -- Desde luego, los que están en el Señor son miembros de su cuerpo que es la iglesia. Sin embargo, no pensemos que por ser miembros de alguna congregación que se identifica como “Iglesia de Cristo” ineludiblemente estaremos “en el Señor”. No conviene pensar que la iglesia es una especie de vehículo (como avión o tren) que nos llevará al cielo. Si alguno se siente confiado con respecto a su salvación porque “es miembro de la iglesia correcta”, es posible que no haya apreciado la importancia de nuestra relación con Cristo. Los que son añadidos a la iglesia verdadera son agregados al Señor (Hech. 11:24).
3:9 Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios (un gozo nada egoísta, sino completamente espiritual, como si estuviera en la presencia de Dios), -- “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?” (Sal. 116:12). Parece que esta pregunta indica que aunque Pablo era un hombre bien educado, no tenía palabras adecuadas para dar gracias a Dios por una bendición tan grande. ¿Cuál sería? La
fidelidad de los hermanos y su amor por él. Recibió mucho consuelo y está muy agradecido, pero ¿cómo podía “pagar” a Dios por una bendición tan grande? El corazón de Pablo, Timoteo y Silvano estaba lleno y rebosando por haber recibido noticias tan hermosas de Tesalónica, y querían abundar también en su acción de gracias. ¿Es posible que uno tenga amor excesivo, o fe excesiva o gratitud excesiva? No hay peligro de exagerar nuestra expresión de gratitud a Dios.
3:10 orando de noche y de día con gran insistencia (intensamente, LBLA; “rebosando por encima de todos los límites”, ATR. Compárese Efes. 3:20), para que veamos vuestro rostro (2:17; Hech. 20:1, 2), y completemos lo que falte a vuestra fe? -- No sólo quería verles, sino que quería suplir toda necesidad espiritual y corregir toda deficiencia. Quería hacer algo por ellos, quería ayudarles. Sin duda entre los hermanos había deficiencias, pues era una iglesia nueva. Al igual que los corintios habrían tenido sus preguntas, dudas e inquietudes. La palabra completemos se usa de remendar redes (Mat. 4:21) y de perfeccionar a los santos (Efes. 4:12). Los hermanos, por fieles que hubieran sido, tenían poco tiempo en el evangelio y cuesta tiempo aprender y crecer. En Tesalónica, como en cualquier congregación, Pablo quiere “que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos” (1 Tes. 5:14). En realidad por más fieles que sean los más maduros, Pablo quiere que todos abundemos más y más (Efes. 4:1, 10).
3:11 Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija (lit., hacer derecho) nuestro camino a vosotros. -- Pablo usa un verbo singular; no dice dirijan sino dirija. Compárese 2 Tes. 2:16, 17, “Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra”; no dice conforten sino conforte, verbo singular. Esto bien ilustra la perfecta unidad de la Deidad.
3:12 Y el Señor os haga crecer y abundar en amor -- AGAPE, el amor más alto, es el amor que Dios tiene por todos los hombres (Jn. 3:16). Es el amor que busca el bienestar físico y espiritual de todos. El hombre no nace con este amor, sino que lo obtiene sólo por medio de ser transformado por el evangelio.
-- unos para con otros (Jn. 13:34, 35) y para con todos (Mat. 5:44-48; Gál. 6:10), como también lo hacemos nosotros para con vosotros, -- Toda iglesia del Señor debe recordar todos los textos en los cuales el Espíritu Santo habla de la relación correcta que los cristianos deben tener los unos con los otros: Rom. 12:5, 10; 15:7, 14; 16:16; (1 Cor. 12:25;) Gál. 5:13, 15, 26; 6:2; Efes. 4:2, 32; Col. 3:13; (1 Tes. 4:18; 5:11; Heb. 3:12; 10:24; Sant. 4:11; 5:9, 16; (1 Ped. 3:8; 4:8.
3:13 para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles (1:10; 5:23; Fil. 2:15; 3:6; no expuesto a censura, 1 Tim. 3:2; no dando ocasión de tropiezo, Fil. 1:10) en santidad delante de Dios nuestro Padre (quien no sólo conoce los hechos de todos, sino que también escudriña el corazón), en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos (ángeles: Mat.
25:31; Mar. 8:38; Luc. 9:26; 2 Tes. 1:7; discípulos: 1 Tes. 4:14).
- *
1 Tesalonicenses 4
4:1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros -- Al leer el relato de Lucas acerca de la estancia de Pablo y sus compañeros en Tesalónica (Hech. 17:1-10), parecería que estuvieron allí muy poco tiempo, pero estas cartas que Pablo les escribió (como también Fil. 4:16) indican que estuvieron más tiempo. Pablo enseñaba a las iglesias en persona (4:1, 2; 2 Tes. 3:6, 10) y después por medio de cartas (5:27; Col. 4:16). También enviaba a sus compañeros para confirmarlas (3:2; 1 Tim. 1:3; Tito 1:5).
-- cómo os conviene conduciros -- Los tesalonicenses habían aprendido de Pablo y habían sido ejemplo para otras iglesias (1:7). Pablo nos exhorta a imitarlo como él imitó a Cristo (1 Cor. 4:16, 17; 11:1; Fil. 4:9; 2 Tes. 3:9). Los ancianos deben ser buenos ejemplos (1 Ped. 3:2, 3); los evangelistas deben ser buenos ejemplos (1 Tim. 4:12; Tito 2:7); todos los santos deben ser buenos ejemplos (1 Cor. 16:15, 16).
Debemos imitar a Pablo y a los otros apóstoles y hermanos fieles.
-- y agradar a Dios -- 2:4; 2:15; Col. 1:10; Rom. 8:8; 2 Cor. 5:9; 1 Tim. 2:2, 3; 5:4; 2 Tim. 2:4; Heb. 11:5, 6; agradar a Dios, no a los hombres, Gál. 1:10; Efes. 6:6; Col. 3:22. Debemos concentrarnos todos los días en el pensamiento de agradar a Dios. Hacemos esto haciendo lo que es aceptable según su voluntad. “En toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hech. 10:35). “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1 Jn. 3:22; 5:14). Dice Heb. 13:15, “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. 16 Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”. “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Fil. 4:18). Véanse también 1 Ped. 2:5; Rom. 15:16; Heb. 10:38; 12:28.
Jesús dijo, “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”, Jn. 4:34; véanse también Jn. 8:29; Rom. 15:1-3 (no agradó a sí mismo); Heb. 10:5, 6; Mat. 3:17; 17:5.
También el Antiguo Testamento enfatiza la importancia de agradar a Dios: Núm. 14:8; 1 Rey. 3:10; Sal. 51:16, 17; Prov. 11:1; Miq. 6:6-8.
-- así abundéis más y más. -- 3:12; 4:10. Su gracia hacia nosotros ha sido muy abundante y sigue siéndolo. En la vida pecaminosa hay abundancia de pecados; por eso, dice Santiago 1:21, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.
Sin embargo, “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom. 5:20). Dios “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito
3:5, 6). Pablo habla de “la superabundante gracia de Dios” (2 Cor. 9:14), y de “las abundantes riquezas de su gracia” (Efes. 2:7). “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efes. 3:20). “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente” (Sant. 1:5). “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2 Cor. 1:5).
Dios no quiere el servicio mediocre (a medias), sino el servicio abundante. En primer lugar, “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (Col. 3:16). Seamos como los macedonios: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; 2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Cor. 8:1, 2). En el ver. 20 Pablo habla de “esta ofrenda abundante”; en el siguiente capítulo (9:12) dice que “este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios”. Dios promete que si le ofrecemos un servicio generoso y abundante, sus bendiciones abundarán también: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Cor. 9:8). “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Rom. 15:13). Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia (la de ofrendar)” (2 Cor. 8:7). “Abundando en acciones de gracias” (Col. 2:7). “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento” (Fil. 1:9).
Dios quiere que abundemos en su obra. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo (abundando, LBLA) en la obra del Señor siempre” (1 Cor. 15:58). Las palabras abundar y abundancia eran dos de las palabras favoritas de Pablo.
Pedro también habló de la importancia de abundar en ciertas características. En 2 Ped. 1:5-8, después de exhortarnos a añadir a la fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor dijo, “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
4:2, 3 Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación (5:23); -- El verbo, HAGIAZO, se usaba entre los paganos para indicar la consagración a sus dioses, pero no se usaba para significar la santidad en la vida (ATR). Así, pues, el Espíritu le dio a la palabra un significado nuevo y especial. Se refiere a la consagración total a Dios, y esto significa la completa separación de la vida y conducta de los del mundo. Rom. 6:19, 22; 1 Cor. 6:11; 2 Cor. 7:1; Efes. 5:26; 1 Tim. 2:15; 2 Tim. 2:21, 22; Heb. 10:10; 12:14; 1 Ped. 1:15, 16; 2 Ped. 3:11.
-- que os apartéis de fornicación – Esta exhortación no significa que había fornicación entre los
hermanos tesalonicenses, pues al estar enterado de este pecado entre los corintios, Pablo lo denunció e insistió en que se apartaran del fornicario (1 Cor. 5). “La religión pagana no demandaba la pureza sexual a sus devotos, siendo los mismos dioses y diosas sumamente inmorales. Había templos con sacerdotisas para prostituirse con los hombres que acudieran” (ATR). En tal ambiente, pues, los hermanos siempre serían tentados a volver a las costumbres antiguas. Por lo tanto, frecuentemente el Nuevo Testamento se refiere a este pecado (Mat. 5:32; 19:9; Hech. 15:20, 29; 21:25; 1 Cor. 6:9, 18; 2 Cor. 12:21; Gál. 5:19; Efes. 5:3; Col. 3:5).
La palabra fornicación abarca todo pecado sexual, incluyendo el incesto (1 Cor. 5:1) y la homosexualidad (Judas 7) . Pablo dice, “Huid de la fornicación” (véase 1 Cor. 6:18-20). Es lo que José hizo (Gén. 39:12, “Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió”). Es lo que David no hizo (2 Sam. 11:1-4). Pablo no dice “resistirla”; no dice estudiarla, pensarla, razonar o discutir acerca de ella, sino huir de ella. “Huye de los deseos juveniles” (2 Tim. 2:22). “Huid de la idolatría” (1 Cor. 10:14). La ruina de muchísimas personas (mayormente los jóvenes) es que estudian, meditan y consideran la tentación en lugar de huir de ella.
La Biblia promete que “fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podaís soportar” (1 Cor. 10:12) y en la misma carta explica que el matrimonio es la “salida” que Dios provee para evitar la fornicación: “a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1 Cor. 7:2).
Jesús dice, “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mat. 5:28). Es cierto que los hombres con mentes corruptas codiciarán a la mujer más modesta, pero las cristianas deben siempre vestir ropa decente para no ser causa de tropiezo para ningún hombre. La mujer que viste ropa indecente (falda corta, shorts, blusa transparente, traje de baño, ropa ajustada al cuerpo, etc.) simplemente no es modesta y no siente vergüenza (Jer. 6:15, “no saben tener vergüenza”). ¡Este comentario tiene mucho que ver con el problema de la fornicación! Es difícil comprender la mentalidad de hermanas en Cristo que no sienten vergüenza cuando visten ropa indecente que descubre sus cuerpos y es igualmente difícil de comprender por qué no se preocupan por el tropiezo que ponen delante de los hombres.
Toda forma de pornografía debe evitarse. Hay revistas y periódicos cuyo propósito es promover la pornografía y están muy disponibles aun para los niños. La televisión glorifica la fornicación; es el medio principal para promover la pornografía, porque constantemente presenta a los hombres y mujeres casi desnudos (en algunos programas completamente desnudos), bailes sensuales y una conversación repleta de temas sexuales, y cada vez más tal conducta es aceptable en nuestra nación. Los cristianos que por dos o tres horas cada día ven la fornicación en las novelas no sólo alimentan sus almas con una dieta corrupta, sino que están en gran peligro de acomodarse al concepto mundano de que este pecado no es abominable (como la Biblia lo presenta),
sino una conducta común, normal y aceptable.
Muchos evangelistas y otros hermanos dan licencia a los miembros de la iglesia para cometer adulterio, enseñando error sobre el divorcio y segundas nupcias: p. ej., se ha dado una nueva definición a la palabra adulterio, diciendo que este pecado, mencionado en Mat. 5:32; 19:9, no se comete en la cama (es decir, que no se refiere al acto sexual), sino al efectuar estos dos pasos: divorciarse de una persona y volverse a casar con otra. Se enseña este error para permitir que los que están en segundas nupcias sólo tengan que arrepentirse de estos dos pasos legales y, habiendo hecho eso, puedan continuar en sus nuevas nupcias.
Otros bautizan a los que están mal en segundas nupcias, diciéndoles que el bautismo lava el pecado de su relación matrimonial, y que pueden continuar viviendo como esposos, pero el bautismo sólo lava los pecados de los cuales nos arrepentimos (los pecados que dejamos de practicar). Otros enseñan erróneamente que 1 Cor. 7:20, 24 (“Cada uno en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios”) se aplica a los que están mal en segundas nupcias, pero Pablo habla sólo del matrimonio mixto, de la circuncisión y de la esclavitud.
¿Dónde cometen los jóvenes la fornicación? Uno de los lugares más comunes para cometer la fornicación es el hogar de la jovencita, porque en muchas familias tanto la madre como el padre están fuera del hogar trabajando u ocupados en otras actividades y los hijos están solos con la televisión, la música corrupta y sus amigos mundanos.
¿Por qué las jóvenes caen en este pecado? Porque quieren ser amadas, y los hombres les engañan, diciendo que sí las aman. Les mienten y les prometen y les engañan para poder satisfacer su propia pasión y luego no les preocupa nada la miseria de la joven. Casi siempre después de la fornicación, la joven queda embarazada, pero el hombre ni siquiera quiere saberlo. Para él, es problema de ella. Es el deber de los padres hablar con toda franqueza con sus hijos, y mayormente con sus hijas, para que entiendan que los jóvenes y hombres mundanos (y a veces aun los que profesan ser cristianos) mienten, engañan y se aprovechan de la joven. Hablan del amor pero sólo quieren decir pasión carnal.
4:4 que cada uno de vosotros sepa tener (KTASTHAI) su propia esposa (SKEUOS) en santidad y honor; -- La Versión American Standard (la versión inglesa que siempre he usado) dice: “que cada uno de vosotros sepa poseer a sí mismo de su propio vaso en santificación y honor”.
El vocablo SKEUOS significa vaso, y esta es la única traducción correcta (véase LBLA). Nuestra versión y otras la traducen esposa, y aun otras la traducen cuerpo (p. ej., la VM). El margen de LBLA dice, “cuerpo; o, posiblemente, esposa; es decir, las palabras esposa y cuerpo no son la traducción de la palabra, sino la interpretación de ella.
Los que afirman que la palabra se refiere a la esposa presentan los siguientes argumentos: (1) que en la literatura rabínica la palabra SKEUOS se usaba para hablar de la esposa; (2) que el verbo KTASTHAI (traducida “tener” en RVR60; poseer, LBLA; VHA; margen LBLA: O, adquirir) significa primariamente, adquirir, y que no se adquiere su propio cuerpo. Thayer dice que la palabra se emplea de adquirir una
esposa; Lenski y Hendriksen dicen que este texto enseña básicamente lo mismo que 1 Cor. 7:1, 2, “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer”; (3) 1 Ped. 3:7 usa la palabra vaso para hablar de la esposa. Robertson dice, “quizá signifique que el hombre adquirirá su propia esposa en santidad y honor, palabras que elevan a la esposa y que ponen en claro que Pablo demanda pureza sexual por parte de los hombres (tanto de los casados como de los solteros). No hay doble patrón. Cuando el marido llega al lecho matrimonial, debería llegar como hombre casto a una esposa casta”. Vincent dice: “Que cada uno de vosotros trate honradamente a su propia esposa. EIDENAI (que sepa) se usa hebraísticamente en el sentido de considerar, tener cuidado de, como cap. 5:12, ‘reconozcáis a los que trabajan entre vosotros’, etc.: reconocer su derecho de ser respetado ... La cuestión no era la de adquirir una esposa, sino la de vivir honrada y decentemente con ella, dándole el respeto que merecía y, de esa manera, evitar relaciones ilícitas”.
Los que afirman que la palabra se refiere al cuerpo presentan los siguientes argumentos: (1) que el adquirir una esposa no es el sentido normal de la frase ni del contexto, porque (a) el Señor no requiere que todo varón cristiano sepa adquirir una esposa, (b) no es necesario que todo varón se case, 1 Cor. 7:9, (c) el lenguaje de Pablo se refiere a lo que la persona ya tiene (“su propio vaso”) y (d) Pablo se dirige a “cada uno de vosotros” (a toda la iglesia) y no sólo a los varones (o a los varones casados); (2) que 1 Ped. 3:7 no tiene nada que ver con la cuestión, porque Pedro dice que la mujer es el “vaso más frágil”, dando a entender que el hombre es un vaso también; (3) que 2 Cor. 4:7 habla del cuerpo como un vaso, “tenemos este tesoro en vasos de barro” (aunque en este texto el vaso contiene algo, mientras que en 1 Tes. 4:4 el vaso es el instrumento para algo); (4) que en 2 Cor. 5:1 el cuerpo se compara con un tabernáculo terrestre; (5) que se usaba el verbo KTASTHAI en los papiros para significar no sólo adquirir, sino también poseer o tener; (6) la palabra vaso se usaba para hablar de personas como instrumentos (Hech. 9:15; Rom. 9:21-23; 2 Tim. 2:21; 1 Sam. 21:4, 5). “Este uso bíblico de la palabra está fuertemente en contra de la idea de que pudiera significar esposa” (JWM); (7) la expresión “sepa tener (poseer) su propio vaso en santidad y honor” suena como 1 Cor. 9:27 y Rom. 6:19 (sujetar el cuerpo y usarlo para santificación). Bruce dice, “Cada uno de vosotros debe aprender a controlar su propio cuerpo”. Pablo dice que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19, 20), y que será resucitado (1 Cor. 15:50-57). Estos pensamientos nos deben motivar a controlar el cuerpo y usarlo sólo por los usos de Dios (2 Tim. 2:21, 22).
Para hacerlo es necesario evitar la asociación con gente mundana que se entrega a las pasiones carnales, la conversación corrupta, los libros y revistas que estimulan las pasiones, las fotos pornográficas, las películas (mayormente las de la televisión) y las canciones que glorifican las obras de la carne (Gál. 5:19-21), la ociosidad y cualquier otra cosa que obre en contra de la santificación (santidad).
Puesto que no es posible decir con toda certeza lo que la palabra SKEUOS significa, no hay peligro de usar mal el texto si la aplicamos de las dos maneras.
4:5 no en pasión de concupiscencia, -- lo opuesto a la santidad que Dios requiere. Hoy en día muchos están
dominados y esclavizados por sus pasiones: p. ej., el borracho está dominado por el licor, otros son esclavos de otras drogas, y muchos otros están bajo el poder de sus pasiones sexuales.
-- como los gentiles (Hech. 15:20; Rom. 1:20, 26, 27; 1 Cor. 6:9-11; Efes. 4:17, 18) que no conocen a Dios (Sal. 79:6; Jer. 10:25; Rom. 1:21, 28; Gál. 4:8; Efes. 2:12; 2 Tes. 1:8); -- La conclusión lógica de esta frase es que los que se entregan a los pecados sexuales lo hacen porque no conocen a Dios. “Los paganos conocían a dioses que eran tan licenciosos como ellos mismos, pero no a Dios. Una de las razones del avivamiento del paganismo en la vida actual se debe confesadamente a esto mismo, que la gente quiere librarse de las inhibiciones impuestas por Dios contra la licencia” (ATR). Los tesalonicenses “provenían de una sociedad en que la castidad era una virtud desconocida y todavía se encontraban en medio de tal sociedad que diariamente ejercía su influjo pernicioso sobre ellos ... Hacía mucho que Demóstenes había escrito: ‘Tenemos prostitutas para el placer, concubinas para las necesidades diarias del cuerpo, esposas para procrear hijos y para el cuidado fiel de nuestras casas” (WB). Se puede decir que en Estados Unidos y en muchos otros países la práctica tan extensa de los pecados sexuales indica claramente que estas naciones “no conocen a Dios”.
4:6 que ninguno agravie (HUPERBAINEIN, ir más allá, pasar los límites establecidos, compárese 2 Jn. 9) ni engañe (“tomar más, excederse, aprovecharse, defraudar”, ATR; 2 Cor. 7:2; 12:17, 18) en nada a su hermano (peque y defraude a su hermano en este asunto, LBLA); -- La interpretación de este texto depende en parte de la interpretación de la palabra SKEUOS del ver. 4. Si la palabra quiere decir esposa, entonces es probable que esta exhortación tiene que ver con no defraudar al hermano en cuanto a su esposa o hija. Al cometer fornicación el hombre peca contra Dios (Sal. 51:4), contra el propio cuerpo (1 Cor. 6:18), y defrauda a algún padre o marido. Véase Prov. 6:27-35. Recuérdese la exhortación de 3:12, “Y el Señor os haga crecer en amor unos para con otros y para con todos”; lo repite en 4:9. El amor fraternal no nos dejará defraudar al hermano, ni en cuanto a su familia ni de otra manera (Rom. 13:10, “El amor no hace mal al prójimo”).
Además, aunque la palabra se entienda como cuerpo, aun así es probable que Pablo se refiere a no defraudar sexualmente.
Algunos dicen, sin embargo, que hay cambio de tema y que ahora Pablo se refiere a la honestidad y justicia en los negocios. Lenski cree que la palabra traducida asunto (LBLA) era término comercial, y que sería lógico referirse a los dos males principales del mundo pagano: los pecados sexuales y la avaricia comercial. Desde luego, muchos textos condenan estos dos males. La avaricia se condena en Efes. 5:3; Col. 3:5.
-- porque el Señor es vengador de todo esto (p. ej., Sodoma, Gomorra; Deut. 32:43; 2 Sam. 4:8; 22:48; Luc. 18:7; Rom. 12:19-21; Efes. 5:6; 2 Ped. 2:3-9; Apoc. 18:19, 20), como ya os hemos dicho y testificado -- Repite en esta carta lo que les había enseñado en persona. El gobierno civil no castiga la fornicación; más bien, a veces la promueve: p. ej., en Estados Unidos las madres no casadas que dependen del gobierno para su mantenimiento reciben
un aumento en su cheque cada vez que tengan otro niño, y en las escuelas públicas en lugar de condenar la fornicación reparten contraceptivos a los alumnos y les explican acerca del aborto. (En cuanto a la asistencia pública repartida por el gobierno de los Estados Unidos, gracias a Dios, en este año de 1996 se han cambiado las leyes al respecto, y pronto debe haber cambio de algunas prácticas que en lugar de ser “asistencia” han promovido la fornicación y han causado mucha miseria).
¿Cuántas iglesias disciplinan a sus miembros adúlteros? Aun muchas iglesias de Cristo que profesan ser conservadoras enseñan error con respecto al divorcio y segundas nupcias y de esa manera permiten el adulterio entre los miembros, sólo que éstos obtengan una licencia matrimonial del gobierno. Sin embargo, Dios es vengador de todo esto. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Heb. 13:4).
4:7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. -- Lev. 18:24-30; 1 Ped. 1:15, 16; 2:11. Dios llamó a los tesalonicenses por medio del evangelio (2 Tes. 2:14). “Os llamó a su reino y gloria” (1 Tes. 2:12) y, por eso, les llamó a la santidad.
4:8 Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, -- Luc. 10:16 (compárese Hech. 5:4). En este texto Pablo enfáticamente afirma su inspiración (compárese 1 Cor. 14:37).
Esta enseñanza de Pablo era muy diferente a lo que los tesalonicenses habían pensado antes de su conversión. Es posible que algunos hubieran dicho (como muchos dicen hoy en día), “Pero, Pablo sólo expresa su propia opinión”. Siempre conviene, pues, recordar que Pablo escribió mandamientos del Señor (1 Cor. 14:37).
Dios hizo al hombre con libre albedrío; por lo tanto, el hombre puede aceptar o rechazar la palabra de Dios. Tiene libertad para hacerlo. Lo que el hombre no tiene es el poder de escapar de las consecuencias de su decisión.
-- que también nos dio su Espíritu Santo. -- Hech. 2:38; 5:32; Rom. 5:5; 8:9; 1 Cor. 6:19, 20; 2 Cor. 1:22; Gál. 4:6; 1 Jn. 3:24. Al darnos el Espíritu Santo Dios nos da todas las bendiciones de la salvación, y todos los privilegios y honores de la comunión con Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo (2 Cor. 13:14). Los escritores del Nuevo Testamento a veces ponen el nombre “Espíritu Santo” (la causa) en lugar de los efectos logrados por El. No es correcto enseñar teorías acerca de una morada personal y literal (mística o misteriosa) del Espíritu Santo en los cristianos. Muchos dicen que El mora “personalmente” en nosotros, pero ¿qué quieren decir con esto? Tal expresión solamente causa confusión. Algunos aun enseñan, sin prueba bíblica, que el Espíritu Santo obra aparte de su palabra, y afirman que El hace ciertas obras en nosotros o por nosotros. Es obvio en este texto que el Espíritu Santo obra la santificación en nosotros por medio de sus enseñanzas (1 Cor. 6:11; 2 Tes. 2:13, 14; 1 Ped. 1:2). En 1 Cor. 6:18-20 se ve la relación estrecha entre la morada del Espíritu Santo en nosotros y la pureza de vida.
4:9 Pero acerca del amor fraternal (PHILADELPHIA, AFECTO FRATERNAL) no tenéis necesidad de que os escriba, -- Antes del tiempo de Cristo la palabra PHILADELPHIA casi no se usaba y sólo se
refería al afecto por el hermano en la carne. Todos los que han obedecido al evangelio deben entender la importancia del amor fraternal. Rom. 12:10; Heb. 13:1; 1 Ped. 1:22; 3:8; 2 Ped. 1:7.
-- porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; -- 1:4; 3:12; Jn. 6:44, 45. El llamado “amor” del mundo es más bien “pasión de concupiscencia” (4:5), pero Pablo y sus compañeros ya habían enseñado a los tesalonicenses lo que es el verdadero amor.
4:10 y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. -- Esta es otra razón por la cual él no tenía que escribirles más sobre el amor fraternal.
-- Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; -- véase 4:1, notas. Que nunca estemos satisfechos con nuestro nivel de crecimiento espiritual, sino que nos esforcemos para seguir creciendo (RCK).
4:11 y que procuréis tener tranquilidad, -- Para entender mejor lo que Pablo dice aquí en los ver. 11, 12, leamos 2 Tes. 3:10-12, “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. 12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”. Otros textos (p. ej., Mat. 6:25; Jn. 14:1-3; Fil. 4:6, 7) enseñan la importancia de vivir sin afán, pero en las cartas a los tesalonicenses Pablo enseña que si el cristiano se ocupa en sus propios negocios y trabaja con sus manos para ganarse la vida, tendrá tranquilidad. Desde luego, el trabajar con las manos es necesario para evitar el afán mencionado en otros textos, pero en estas cartas se ve la dignidad del trabajo manual.
Los que conocen el evangelio deben procurar llevar vidas ordenadas y tranquilas. Los que no trabajan andan desordenadamente.
-- y ocuparos en vuestros negocios -- “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno” (1 Ped. 4:15). En una clase se hizo la pregunta “¿cómo es que uno podría sufrir por entremeterse en lo ajeno?” La respuesta: “Le pueden dar un golpe”. Es cierto, porque esta práctica carnal es muy ofensiva. Causa grandes disgustos y fuertes reacciones, pero es muy difícil vencer este vicio. Pablo repite aquí “lo que os hemos mandado”. Parece que la enseñanza cayó sobre oídos sordos, porque Pablo se ve en la necesidad de repetirla en esta carta, y luego en la segunda carta tiene que volver al tema con mucho más énfasis, aun hablando de apartarse de los que andan desordenadamente.
Los que se ocupan de sus propios negocios no tienen tiempo para ocuparse en los negocios del prójimo. Lo que pasa es que los entremetidos descuidan sus propios negocios.
Acerca de las viudas jóvenes Pablo dice, “Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran” (1 Tim. 5:13). Yendo de casa en casa se enteran de todas las “noticias” de los vecinos y corren a otras casas para compartir su nueva información “deliciosa”. Hablan “lo que no debieran” (p. ej., asuntos de otros, problemas familiares, secretos,
chismes); véase también Hech. 17:21; “Es asombrosa la sabiduría que la gente tiene acerca de los asuntos de los demás, y el poco interés que tienen en los suyos” (ATR). Los que están entremetidos no tienen tranquilidad en su propia alma y también provocan toda clase de inquietud entre otros.
-- y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, -- “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efes. 4:28). “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15). Esto fue antes del primer pecado; por lo tanto, el trabajar no es una maldición, sino una bendición para el hombre. “Seis días trabajarás, y harás toda tu obra” (Deut. 5:13). Los que pueden trabajar y no trabajan andan desordenadamente y si no se arrepienten, la iglesia debe apartarse de ellos (2 Tes. 3:6-14).
Pablo nos ha dejado un buen ejemplo de trabajar con sus manos (2:9; Hech. 18:1-4; 20:33-35; 2 Tes. 3:7-9). El enseña que los que predican el evangelio deben vivir del evangelio (1 Cor. 9:4-14; Mat. 10:9-11; Luc. 8:3; 10:7, 8; Jn. 12:6; 13:29). La Biblia no enseña que los que trabajan predicando y enseñando el evangelio deben recibir donativos o propina, sino salario: “el obrero es digno de su salario”. Si el predicador no trabaja, debe sentir vergüenza al recibir su salario, pero los que en verdad trabajan pueden y deben recibirlo con dignidad y respeto.
A veces Pablo mismo recibía salario (2 Cor. 11:8; Fil. 4:15, 16), pero en varios pueblos él trabajó con sus manos para dejar un buen ejemplo para otros y para no poner ningún tropiezo al evangelio (1 Cor. 9:15).
La Biblia condena la pereza. Prov. 6:6-11; 12:27; 13:4; 21:25; 22:13; 26:14-16; Heb. 6:12. Pablo dice, “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tes. 3:10). La ociosidad es un campo fértil para la cizaña de Satanás.
En este mismo año (1996) el gobierno de los Estados Unidos ha cambiado la legislación con respecto a varios programas de asistencia pública y muchísimas personas que han sido dependientes del gobierno por tantos años tendrán que trabajar, quizás por primera vez en su vida. Muchísimas personas no se animan a trabajar, porque nunca podrían ganar la cantidad de dinero y los beneficios adicionales suplidos por el gobierno. La palabra inglesa welfare (término que se aplica a la asistencia pública) significa bienestar. Esta es la palabra bien conocida en este país que se usa para designar los millones de dólares que el gobierno regala al pueblo “necesitado”, pero en cuanto a un gran porcentaje de los recipientes este dinero no es para su bienestar sino para esclavizar y arruinarles sus vidas. Estando ociosos se entregan al alcohol y otras drogas, la fornicación y muchos otros vicios y crímenes.
Este cambio de legislación se ha efectuado porque muchas personas responsables se han dado cuenta del daño hecho por un sistema que promueve la dependencia, la indolencia y aun la inmoralidad. La ociosidad promueve toda forma de conducta criminal, pero también por muchos años el gobierno ha dado cheques mensuales a las madres no casadas (para ellas y sus hijos) y, desde luego, éstas siguen
teniendo más hijos para recibir más dinero. Ha habido casos de dos y aun de tres generaciones de tales madres. Tal asistencia pública es otra forma de esclavitud.
El programa irresponsable de asistencia pública perjudica al recipiente, porque los ociosos de cualquier sociedad son como un cáncer que destruye la industria y promueve todos los vicios. También perjudica a los que proveen el dinero, porque aunque piensan hacer bien, en realidad hacen mal. Además, perjudica a los que verdaderamente son necesitados, porque el dinero que deberían recibir se reparte entre los que no lo merecen.
Recuérdese que en este texto Pablo habla de la tranquilidad. Es necesario trabajar para nuestra propia tranquilidad y la de la familia.
Muchos de los que sufren las aflicciones más severas (los ciegos, sordos, mancos, paralíticos, etc.) son activos y útiles, trabajando en algo, empleando los miembros del cuerpo no incapacitados y, de esa manera, gozan de la tranquilidad.
Uno de los peligros más grandes para el hombre es la jubilación. Mucha gente anhela el día cuando pueda dejar de trabajar, pero entonces al llegar ese tiempo ¿qué hacen con sus vidas? Por algún tiempo, el descanso es dulce, pero luego llega el aburrimiento y fastidio. Algunos quieren viajar, pero pronto se cansan. Otros creen que estarán en la gloria jugando todos los días, pero es muy raro que algún deporte u otra actividad dé satisfacción perpetua.
Si alguno está jubilado o por otro motivo tiene recursos y no tiene que trabajar para ganarse la vida, debe pensar seriamente en las grandes oportunidades de servir a Dios. En lugar de pasar el tiempo divirtiéndose, debe predicar y enseñar (o ayudar a los que lo hacen), visitar a los enfermos, ayudar a los pobres y en general ser útil en el servicio del Señor. Da lástima observar a muchas personas que no saben qué hacer con sus vidas.
4:12 a fin de que os conduzcáis honradamente -- apropiada y decentemente; “andemos de día, honestamente” (Rom. 13:13); lo opuesto de andar honradamente es andar desordenadamente (2 Tes. 3:6).
-- para con los de afuera, -- Cor. 5:12, 13; los de afuera juzgan el evangelio por la vida y conducta del cristiano: si es cumplido en su trabajo, si cumple con sus compromisos, si paga sus deudas, si sus tratos financieros son honestos, etc. ¿Nos importa lo que piensan los de afuera? A Pablo sí le importaba. “Andad sabiamente para con los de afuera” (Col. 4:5). Si algún hermano quiere ser un anciano de la iglesia “es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera” (1 Tim. 3:7).
-- y no tengáis necesidad de nada. -- El que trabaja no es un parásito, sino que es responsable e independiente. El que está verdaderamente incapacitado tiene que depender de otros, y el día llegará cuando cada uno será dependiente por causa de las aflicciones de la edad avanzada, pero hasta que ese día llegue, nadie debe ser dependiente de otros.
4:13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis -- Compárense Rom. 1:13 (“muchas veces he propuesto ir a vosotros”); 11:25 (“no quiero ... que ignoréis este misterio” acerca del rechazo de Israel y la aceptación de los gentiles); 1 Cor. 10:1 (las lecciones que debemos aprender de la historia de
Israel); 11:3 (“que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”); 12:1 (“acerca de los dones espirituales”); 2 Cor. 1:8 (“acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia”); Fil. 1:12 (“que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio”); Col. 2:1 (“cuan gran lucha sostengo por vosotros”). Pablo quiere que todos los cristianos estén bien enterados y bien doctrinados.
Dios quiere que entendamos su voluntad (Efes. 5:17, “no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”), y si leemos los escritos de los apóstoles, podemos entenderlos (Efes. 3:3, 4). Tenemos la Biblia en nuestro propio idioma. Se puede leer en muchos dialectos. Por lo tanto, los que no están bien enterados de la voluntad de Dios no tienen excusa.
-- acerca de los que duermen, -- Luc. 8:52; Jn 11:11; Hech. 7:16; 1 Cor. 15:18, 51. Cuando el espíritu sale, parece que el cuerpo está dormido. También esta figura se emplea porque cuando Cristo venga, los “dormidos” se despertarán (4:16; Jn. 5:28, 29; 1 Cor. 15:50-57). Sin embargo, estos textos no enseñan que el alma duerme (Ecl. 7:12; Luc. 16:22, 23; 23:43; Fil. 1:23).
-- para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza (Efes. 2:12). -- En este país sabemos algo de las ceremonias funerales de los indios, con sus gritos y lamentaciones y el ruido interminable de los tambores. De manera semejante todos los que no conocen a Dios expresan su tristeza y desesperación, dando rienda suelta a sus emociones.
Al parecer algunos de los tesalonicenses pensaban que Cristo volvería pronto y que sólo los vivos podrían disfrutar de las bendiciones de su venida. Pablo no se refiere a la tristeza normal que se sufre cuando muere un ser querido (Jn. 11:35; Hech. 8:2; Fil. 2:27). Desde luego, aun los más fieles se entristecen, pero lo importante es que no se entristecen como los otros que no tienen esperanza. Al meditar en la condición verdadera de los seres queridos que mueren en Cristo, los cristianos no persisten en llorar como los del mundo, porque la esperanza del cristiano disminuye el pesar. Los griegos no creían que había esperanza para los muertos, y no esperaban volver a verlos, pero el cristiano sabe que la muerte no es el fin de todo, sino la puerta por la cual pasamos para estar con Cristo. El cristiano tiene una esperanza verdadera: 5:8; Rom. 5:5; 8:24; 12:12; 1 Cor. 13:13; Efes. 4:4; Heb. 6:18-20; 1 Ped. 1:3.
4:14 Porque si creemos que Jesús murió (Jn. 19:34, 35) y (el mismo Jesús) resucitó, -- La confianza del cristiano no se basa sólo en la promesa de nuestra resurrección, sino en el hecho de que Dios resucitó a Jesús (al mismo Jesús a quién José de Arimatea sepultó). Por lo tanto, la resurrección de Cristo era el tema central de la predicación de los apóstoles (Hech. 2:24, 32; 3:15, 26; 4:10; 5:30; 10:40; 13:30;17:3, 31; 26:8). En base a la fe en la resurrección de Cristo, esperamos que también a nosotros Dios levantará (1 Cor. 15:12, “Si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?”)
-- así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. -- 3:13. Cristo es la Cabeza de su cuerpo, la iglesia (Efes. 1:22, 23; 4:15, 16) y si la Cabeza resucitó, el cuerpo resucitará también.
4:15 Por lo cual os decimos esto en (por la, LBLA) palabra del Señor: -- Repetidas veces los apóstoles, al igual que los profetas, nos recuerdan que lo que ellos dicen es en realidad la palabra del Señor: 2:13; 1 Cor. 11:23; 2 Cor. 12:1; Gál. 1:11, 12; 2:2; Efes. 3:3.
-- que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. -- ¿Esperaba Pablo estar vivo al venir el Señor? En la segunda carta (2:3) dice, “no vendrá sin que antes venga la apostasía” y a los corintios dice (2 Cor. 4:14), “sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros” (véase también 1 Cor. 6:14). Pablo no sabía cuándo Cristo volvería (5:1-3) y se identifica tanto con los que mueren en Cristo como con los que estarán vivos cuando venga. Dice que Cristo “murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él” (5:10). Es muy necesario que nosotros nos identifiquemos con los que estarán vivos cuando venga, porque en realidad puede venir en el momento menos esperado (5:1-5; 2 Ped. 3:10).
4:16 Porque el Señor mismo (1:10, 2 Tes. 1:7; Apoc. 1:7; no por medio de algún representante) con voz de mando, -- la voz de Cristo siempre es con autoridad. Compárese Jn. 11:43, “¡Lázaro, ven fuera!”. La misma voz que resucitó a Lázaro nos resucitará a nosotros. “Todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (la voz de Cristo) (Jn. 5:28).
-- con voz de arcángel, -- el arcángel manda a los demás ángeles con respecto a su trabajo (p. ej., Mat. 24:31). Muchos dicen que en el día final Gabriel tocará su trompeta. ¿Será cierto? Judas 9 habla del “arcángel Miguel”, pero ¿dónde dice la Biblia que Gabriel es un arcángel?
-- y con trompeta de Dios (Ex. 19:16; Heb. 12:19; Mat. 24:31;1 Cor. 15:52 “a la final trompeta”), descenderá del cielo; -- 2 Tes. 1:7-10; 2 Ped. 3:10; Apoc. 20:11 y otros textos describen otros aspectos de su venida.
-- y los muertos en Cristo resucitarán primero. -- Los muertos se despertarán y resucitarán. Pablo no dice que los muertos en Cristo resucitarán primero y que en seguida los muertos no en Cristo resucitarán, sino que los muertos en Cristo resucitarán primero y luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor. Algunos leen Apoc. 20:4-6 acerca de la primera resurrección y suponen que habrá dos resurrecciones, la de los justos y después de mil años la de los injustos. La primera resurrección de este texto no es una resurrección literal, sino figurada: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. Ahora leamos Apoc. 2:11, “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”. La segunda muerte no tiene potestad sobre la
persona que tiene parte en la primera resurrección y la segunda muerte no tiene potestad sobre la persona que venciere. Por eso, es muy obvio que ¡el que tiene parte en la primera resurrección es el que venciere!
La Biblia no dice en ninguna parte que habrá dos resurrecciones literales, sino que todos los muertos serán resucitados al mismo tiempo: dice Pablo, “teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos” (Hech. 24:15). Habrá solamente una resurrección y será de los justos y los injustos, pero en 1 Tes. 4:16 Pablo no se refiere a la resurrección de los injustos, porque él está comparando el estado de los santos muertos con el de los santos vivos.
Jesús dice que la resurrección de todos ha de acontecer a la misma hora: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Jn. 5:28, 29). “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mat. 25:31, 32).
Recuérdese el propósito de Pablo. Está consolando a los hermanos con respecto a los que duermen. Para hacerlo enseña que los muertos resucitarán antes de la transformación de los vivos; por eso, en cuanto a la venida de Cristo, los muertos serán bendecidos antes que los vivos.
4:17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, -- Pablo explica en otros textos que al venir Cristo los vivos seremos transformados (Fil. 3:20, 21; 1 Cor. 15:50-53), porque “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
-- seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (Jn. 14:1-3; 17:24). -- Al dejar la tierra, Jesús “fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (Hech. 1:9). Así también cuando El vuelva “seremos arrebatados juntamente con” los resucitados “para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Según el concepto de muchos “evangélicos”, cuando Cristo venga, habrá un “rapto secreto”; es decir, al venir Cristo los fieles serán arrebatados secreta, silenciosa e invisiblemente. Según esta teoría, en ese momento los justos simplemente desaparecerán. Ya no estarán sobre la faz de la tierra; más bien estarán en las nubes con Cristo por siete años para escapar de la supuesta “Gran Tribulación”. Esta teoría se basa erróneamente en lo que Jesús dice en Mat. 24:21 acerca de la gran tribulación que vendría sobre Jerusalén, y sobre Mat. 24:40, 41, “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”.
El arrebatamiento de los santos no será ni secreto ni silencioso, “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo”. Tampoco dejará a los otros vivos confusos porque “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los
linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén” (Apoc. 1:7).
4:18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. -- Con esta explicación sencilla y clara de lo que pasará cuando Cristo venga, los hermanos podían animar el uno al otro. Ya no estaban en oscuras con respecto a este tema tan importante. Ahora podrían conversar unos con otros con plena confianza con respecto a los seres queridos que ya durmieron en el Señor como también acerca de la importancia de que los vivos se preparen para “aquel día”.
- *
1 Tesalonicenses 5
5:1 Pero acerca de los tiempos (CHRONOS, un período extendido, ATR) y de las ocasiones (épocas, LBLA; KAIROS, un lapso de tiempo definido, ATR), no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. -- Pablo sigue hablando de la segunda venida de Cristo. En los versículos anteriores consolaba a los hermanos con respecto a sus seres queridos que ya murieron; ahora les exhorta a ellos y a nosotros para que estemos listos para ese gran evento. No tenían necesidad de que Pablo les escribiera sobre el tiempo de la segunda venida de Cristo, porque ya les había instruido, pero se puede agregar que los fieles no tienen necesidad de saber cuándo Cristo vendrá porque siempre están listos.
En cuanto a los tiempos y las épocas, compárese Hech. 1:7, “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones (épocas, LBLA), que el Padre puso en su sola potestad”. Nota importante: Jesús dice (Mar. 13:32), “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. Algunos hermanos citan este texto para probar que durante su vida en la tierra Jesús no era omnisciente, pero este texto no enseña tal cosa. Más bien, de acuerdo a lo que dice en Hech. 1:7, no es el papel del Hijo, ni el de los ángeles, ni el del Espíritu Santo, revelar “aquel día”. Si Mar. 13:32 enseña que Jesucristo no era omnisciente, entonces enseña que el Espíritu Santo no es omnisciente. Oseas 8:4 dice, “Ellos constituyeron príncipes, mas yo no lo supe”. ¿Este texto enseña que Dios no es omnisciente? Claro que no. Tampoco enseña Mar. 13:32 que durante su vida terrenal Cristo no era omnisciente. Es necesario dejar que la Escritura explique la Escritura.
No tenemos necesidad de saber cuándo Cristo vendrá. Lo importante es que estemos listos todo el tiempo. Compárese Luc. 13:23 “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Esforzaos (luchar; castellano, agonizar, WEV) a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. 25 Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. 26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. 27 Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. 28 Allí será el llanto y el crujir de dientes”. Lo importante no es especular en cuanto al número de los salvos; más bien nos conviene preocuparnos por la cuestión vital: ¿estaré yo listo?
“Hay actividades que no se pueden dejar hasta el último momento. Es demasiado tarde para prepararse para un examen cuando llega el momento de escribir. Es demasiado tarde para asegurar una casa cuando ha estallado la tormenta. Hay cosas que deben hacerse a tiempo ... Un viejo escocés a quien alguien le ofrecía palabras de consuelo porque le había llegado la hora, replicó: ‘¡Ya teché mi casa cuando el tiempo era bueno!’” (WB).
Si el Señor nos hubiera dicho exactamente cuando vendría, ¿cuántos estarían verdaderamente preparados para su venida? El Señor quiere que dediquemos la vida a la práctica de sus enseñanzas para nuestro propio bien y para transformarnos a su imagen (Rom. 8:28; 12:2; 2 Cor. 3:18; Efes. 4:24; Col. 3:10). Por lo tanto, el Señor no nos dice el tiempo de su venida, pero sí nos dice, (Rom. 13:11), “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. Pedro dice, “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles” (1 Ped. 4:3).
No sabemos cuándo el Señor vendrá, pero Pablo dice, “Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; 30 y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; 31 y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa. 32 Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja” (1 Cor. 7:29-32). Si Cristo viene primero o si morimos primero, el tiempo es corto. Debemos hacer todos los planes de la vida teniendo presente siempre que el tiempo es corto. No conviene que ninguna relación o actividad de la vida nos estorbe espiritualmente. “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Ped. 4:7).
También Pablo dice, “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Cor. 6:2).
5:2 Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor -- el día en que el Señor juzga, Amós 5:18-20; Sofon. 1:14-18; 2 Ped. 3:10. Compárense 1 Cor. 5:5, “a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”; Jn. 6:40, “le resucitaré en el día postrero”; 2 Ped. 3:12, “esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios”; Judas 6, “el juicio del gran día”; así pues “el día del Señor” se refiere a “la venida de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 2:2; 1:7).
-- vendrá así como ladrón en la noche; -- ¿Por qué se compara la venida del Señor con la venida de un ladrón? (1) Porque no avisará cuándo vendrá; (2) su venida será inesperada; y (3) la mayoría de la gente no estará preparada. A pesar de textos tan claros como éste, los hombres siguen especulando acerca del tiempo de la venida de Cristo y del fin del mundo. Los testigos del Atalaya son los ofensores más grandes, pero también ha habido otros. Tal actitud muestra su rechazo de las afirmaciones claras de las Escrituras.
Mat. 24:43, “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. 44 Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Dice Pedro, “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! (2 Ped. 3:10-12). Jesús dice a la iglesia de Sardis, “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apoc. 3:3). “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apoc. 16:15).
5:3 que cuando digan: Paz y seguridad, -- En cuanto a las actividades humanas, inmediatamente antes de llegar “el día del Señor” todo será normal. Es posible que sea un tiempo sumamente bueno y favorable, quizá un tiempo de paz mundial y de prosperidad inigualada. Este texto bien describe la actitud de los hombres inconversos. Aun minutos antes de la venida del Señor para tomar venganza sobre los que no obedecen al evangelio (2 Tes. 1:7-9) estarán diciendo “Paz y seguridad” (“todo va bien; no hay problema”). De esta misma manera los falsos profetas engañaron al pueblo de Israel poco antes de venir sus enemigos para llevarlos al cautiverio (Jer. 6:14 “Paz, paz”; Ezeq. 33:10, “engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz”; Amós 6:1, “¡Ay de los reposados en Sion!”).
Jesús dijo (Mat. 24:37), “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”. También dijo, (Luc. 17:28), “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. 30 Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”.
Recuérdese el ejemplo del rey Belsasar (Dan. 5:1-9, 26-28) y el del rey Herodes (Hech. 12:21-23).
2 Ped. 3:3-10 se refiere a los burladores que confían en la “uniformidad” de todos los eventos terrenales. Dicen, “¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”, pero dice Pedro que éstos ignoran voluntariamente que Dios envió el gran diluvio en el tiempo de Noé. Ese acontecimiento destruye la teoría de la perpetua uniformidad y los que creen en el diluvio fácilmente pueden creer que la misma palabra de Dios que envió el diluvio enviará el fuego en el Día Final.
-- entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, -- Así también
los que estén diciendo que hay paz y seguridad serán interrumpidos por la destrucción repentina de la cual nadie podrá escapar. La palabra destrucción no quiere decir aniquilación, como suponen los testigos del Atalaya. Compárese Mat. 10:28, “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”; aquí se usa otra palabra traducida destruir, pero con el mismo significado de arruinar. Las almas perdidas no dejan de existir, sino que pierden su bienestar, “excluidos de la presencia del Señor”. Es obvio en este texto que al morir el hombre, su alma no deja de existir, porque los infieles serán destruidos en el infierno. La palabra destruir (OLETHROS) significa “ruina” (WEV).
-- como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. -- Los profetas emplearon esta figura repetidas veces (Jer. 4:31; 6:24; 13:21; 22:23; 49:24; 50:43; Oseas 13:13; Miq. 4:9, 10). Cuando el tiempo llega para que la mujer encinta dé a luz, no puede escapar de los dolores de parto; de la misma manera nadie escapará del juicio de Dios. Dice Apoc. (cap. 6), “15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; 16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” Jesús amonesta (Luc. 21), “34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. Obsérvese que la glotonería y la embriaguez no son las únicas cosas que cargan el corazón: Jesús agrega, “los afanes de esta vida”; es decir, muchas personas que no se entregan a los “vicios comunes” no son espirituales y no están preparados para el día del Señor por causa de los afanes de esta vida (Mat. 6:24-34; Fil. 4:6).
“Este día iba a ser terrible. Sería como los dolores de parto de un mundo nuevo; un día en que un mundo se destrozaría y otro nacería a la vida. Muchos de los cuadros más terribles del Antiguo Testamento pertenecen al Día del Señor (Isaías 22:5; 13:9; Sofonías 1:14-16; Amós 5:18; Jeremías 30:7; Malaquías 4:1; Joel 2:31). Las principales características del Día del Señor en el Antiguo Testamento eran las siguientes. (1) Vendría impresionante e inesperadamente. (2) Incluiría una conmoción cósmica en la que todo el universo sería sacudido en sus mismos fundamentos. (3) Sería un momento de juicio. Con toda naturalidad los escritores del Nuevo Testamento identifican intencionadamente y a conciencia el Día del Señor con el día de la Segunda Venida de Jesucristo” (WB).
5:4 Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas (no estamos en el estado de rebelión, sino en el estado de obediencia, JBC), -- La vida del cristiano está caracterizada por el conocimiento, la fe, el amor y el servicio a Dios; por eso, no está en tinieblas. Col. 1:13, “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas,
y trasladado al reino de su amado Hijo”; 1 Ped. 2:9, “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Zacarías, el padre de Juan, dijo que “nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte” (Luc. 1:79). “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz” (Mat. 4:16). Los que viven en tinieblas son esclavos de la ignorancia, la superstición, los vicios y los afanes de la vida. ¡Qué bendición tan grande gozamos los cristianos! “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor” (Efes. 5:8). “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Cor. 4:6). Por lo tanto, los que estamos en la luz no debemos tener comunión con las enseñanzas y las obras de las tinieblas: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Cor. 6:14). Juan dice, (1 Jn. 1:5), “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.
-- para que aquel día os sorprenda como ladrón. -- La palabra traducida sorprender se encuentra en Jn. 12:35, “para que no os sorprendan las tinieblas”, y en Mar. 9:18, “el cual, dondequiera que le toma (se apodera de), le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando”. Así es que la palabra significa sorprender en el sentido de tomar de manera hostil (RCK). El ladrón no sorprende a los que están velando. El cristiano está velando día y noche si lleva una vida fiel en el servicio de Cristo. Al venir Cristo sus discípulos estarán trabajando en su oficio o estarán dormidos o estarán a la mesa comiendo u ocupados en docenas de otras actividades, pero estarán velando y esperando su venida porque son fieles y cumplidos.
5:5 Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; -- Mat. 5:14-16; Jn. 3:20, 21; 8:12; Hech. 26:18; 1 Jn. 1:5-7; Efes. 5:8, 9; Rom. 13:12. Los judíos empleaban la expresión “hijos de” para indicar semejanza; es decir, los cristianos son como la luz. Poseen las características de la luz.
-- no somos de la noche ni de las tinieblas. -- Ya no están en el reino de las tinieblas (Col. 1:13).
5:6 Por tanto, no durmamos como los demás -- 4:13, “los otros que no tienen esperanza”, los que están dormidos espiritualmente están en el estado de rebelión e indiferencia hacia la voluntad de Dios. Los “dormidos” son los que descuidan su salvación. No están conscientes de su oportunidad y de su deber y, por lo tanto, no están preparados para la venida del Señor. Cuando Jonás “había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir” (Jonás 1:5), también estaba dormido espiritualmente porque se había rebelado contra Dios. Como Jonás estaba dormido durante la tormenta, así los mundanos están dormidos y ni siquiera se dan cuenta de que Jesús fue crucificado por ellos, y lamentablemente muchísimas
personas estarán dormidas cuando El vuelva.
-- sino velemos y seamos sobrios (llevando una vida de vigilancia y de dominio propio). -- Pablo dice (Rom. 13:11), “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”. Pedro dice (1 Ped. 5:8) “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. Jesús dijo (Mat. 25:13) “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”; también dijo (Mat. 26:41) “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. En Luc. 21:36 Jesús dice, “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. Después de exhortar a los ancianos de Efeso acerca de falsos hermanos, les dijo (Hech. 20:31) “Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno”. Al concluir sus instrucciones a los corintios (1 Cor. 16:13), Pablo dice, “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. 14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor”. Jesús dijo a la iglesia de Sardis (Apoc. 3:2), “Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. 3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”.
5:7 Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. -- Hech. 2:13-15. Los que duermen y se embriagan son los que no tienen aprecio por los valores espirituales. Muchísimas personas que no consumen el licor se embriagan con el pecado.
5:8 Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, -- Los ebrios no son buenos soldados ni buenos atletas; todos saben que es necesario que éstos sean sobrios. Así también tenemos que ser sobrios para la lucha espiritual. Los tesalonicenses eran sobrios, pues Pablo dice (1:3), “acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo”.
-- habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, -- Gál. 3:27, “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”; Rom. 13:14, “sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”; Col. 3:12, “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”. ¡Así se describe el vestido o el uniforme del cristiano! Así se ve ante los ojos del mundo todos los días. También Pablo agrega la palabra coraza, una parte de la armadura del soldado cristiano, que se puede comparar con el chaleco a prueba de balas llevado por algunos hoy en día. La coraza del cristiano es la fe y el amor. En la carta a los efesios (6:14) Pablo habla de “la coraza de justicia”. El cristiano no sólo tiene que estar despierto, sino que
también tiene que estar armado, porque está reclutado como soldado (2 Tim. 2:4). La vida del cristiano es una lucha. Como Pablo dice a los corintios (1 Cor. 9:26) “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
La coraza protege el corazón y otras partes muy vitales del cuerpo. En Efes. 6:13-17 Pablo describe la armadura del cristiano y agrega el arma ofensiva, la palabra de Dios.
-- y con la esperanza de salvación como yelmo. -- “Y tomad el yelmo de la salvación” (Efes. 6:17).Como la coraza protege el corazón, el yelmo protege la cabeza. Desde luego, todo miembro del cuerpo es importante (1 Cor. 12:18-24), pero los demás miembros no son tan vitales como el corazón y la cabeza.
Aquí otra vez Pablo combina la fe, la esperanza y el amor, y recuérdese que en 1:3 habla de “la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza”.
5:9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, -- Jesús dijo (Jn. 3:17), “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Al llamarnos por el evangelio (2 Tes. 2:14), no nos llamó para ponernos bajo su ira, sino para librarnos “de la ira venidera” (1:10).
sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, -- Más bien, nos ha “escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” (2 Tes. 2:13). “Por gracia sois salvos por medio de la fe” (Efes. 2:8) en el sentido de ser perdonados de los pecados pasados (Hech. 2:38). Otros textos, sin embargo, hablan de la salvación futura: Rom. 5:9, “por él seremos salvos de la ira”.
Alcanzamos la salvación por medio de Cristo. Pablo dice a los romanos (3:23), “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Dice a Tito (3:5), “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Las obras de justicia que “nosotros hubiéramos hecho” (p. ej., como las de Cornelio, Hech. 10:2, 22) nunca nos hubieran salvado, porque todos hemos pecado (Rom. 3:23) y el hombre pecador no puede salvarse solo, sino que necesita un Salvador. Sin embargo, aunque Dios provee la salvación por medio de Cristo, la actividad humana es necesaria; es decir, Dios provee la salvación y el hombre tiene que aceptarla. La acepta al obedecer al evangelio (Hech. 2:38). Los que no lo obedecen no estarán listos para la venida del Señor, sino que “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día” (2 Tes. 1:7-9).
5:10 quien murió por nosotros -- Jn. 19:34. Esto es lo que Cristo hizo por nosotros para hacer posible nuestra salvación. La paga del pecado es la muerte (Rom. 6:23), pero el hombre, siendo pecador, no podía salvarse muriendo por sus propios pecados. Como Pablo explica en Rom. 5:8, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Durante el ministerio personal de Cristo, Pedro no quería creer que Cristo iba a morir (Mat. 16:21-23), pero comenzando el día de Pentecostés lo predicó y después escribió lo siguiente: (1 Ped. 2:24), “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. Los judíos no querían aceptar que el Mesías había de sufrir y morir; por lo tanto, allí mismo en una sinagoga de Tesalónica vemos (Hech. 17:2) que “Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, 3 declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo”. De este gran Hecho Pablo escribe en Rom. 5:10; 1 Cor. 15:3; Col. 1:21, 22; Tito 2:14.
-- para que ya sea que velemos (4:17, vivimos), o que durmamos (4:14, morimos), vivamos juntamente con él. -- Esto es paralelo a 4:13-17; compárese Rom. 14:8. Ahora explica el propósito de la muerte de Cristo: murió por nosotros para que siempre vivamos con El. Tenemos comunión con El ahora durante esta vida y El quiere que estemos con El cuando vuelva (4:17). Como Pablo dice en otro texto (2 Cor. 5:8), “pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables”. Pablo dijo a los filipenses (1:23), “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.
5:11 Por lo cual, animaos unos a otros, -- 4:18. Los santos tienen una responsabilidad mutua los unos para con los otros. La Biblia describe ampliamente lo que Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) ha hecho por nosotros; urge, pues, que pongamos nuestra parte, no sólo para lograr nuestra propia salvación, sino también para ayudar, animar y edificar a nuestros hermanos. Sin faltar debemos tener presente que “nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Rom. 12:5; 1 Cor. 12:14-27).
-- y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. -- Uno de los propósitos principales de la iglesia es su propia edificación y crecimiento (Efes. 4:11-16). Nos edificamos los unos a los otros cuando nos ayudamos a llegar a un nivel más alto de madurez (RCK), y Pablo se dio cuenta de que los tesalonicenses ya lo practicaban. La exhortación del siguiente versículo tiene mucho que ver con la edificación de una iglesia (Efes. 4:11).
5:12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden (dirigen, LBLA; la palabra presidir o dirigir traduce el verbo PROISTEMI, “lit., ‘estar de pie ante’ y, de ahí, conducir, dirigir, ocuparse en, se traduce ‘presidir’ con referencia a la iglesia, Ro 12:8, 1 Ts 5:12” (WEV). Este verbo se encuentra
en 1 Tim. 3:4, “gobierne bien su casa”; 1 Tim. 5:17, “los ancianos que gobiernan bien”; Rom. 12:8, “el que preside”) en el Señor, y os amonestan; -- Lucas dice (Hech. 14:23) que en el segundo viaje Pablo y sus compañeros “constituyeron ancianos en cada iglesia”. En Hech. 20:17-35 leemos lo que Pablo dijo a los ancianos (obispos) de Efeso. Otros textos hablan de los ancianos (1 Tim. 3:1-7; Tito 1:5-11).
En las cartas a los tesalonicenses Pablo no emplea los términos ancianos, obispos o pastores, pero sí habla de los que “os presiden en el Señor” y los ancianos son los que deben presidir en las congregaciones. Sin embargo, por algún tiempo las iglesias no tenían ancianos (Hech. 14:22, 23), pero sí, un liderazgo responsable. Los apóstoles y sus compañeros predicaban el evangelio, convertían a la gente, establecían iglesias y los apóstoles impartían los dones espirituales sobre ciertos hermanos. De esta manera había aun en las iglesias más nuevas profetas y, por eso, Pablo dice a los tesalonicenses, “No menospreciéis las profecías” (5:20). Lucas dice que “Judas y Silas ... eran profetas” (Hech. 15:32). Dice que “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo” (Hech. 13:1). También leemos de los compañeros íntimos de Pablo (p. ej., Hech. 20:4).
Pablo habla de muchos hermanos fieles, activos y responsables en la iglesia. Dice a los corintios (1 Cor. 16:15), “Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. 16 Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan”. Así pues aun las iglesias sin ancianos tenían maestros calificados para enseñar, guiar y servirles en el Señor.
Este pensamiento es importante. No debemos tratar de disculparnos por no tener ancianos, pero en realidad muchas congregaciones que no tienen ancianos no están desprovistas de maestros calificados, y tales maestros deben ser reconocidos y estimados “por causa de su obra”. Es esencial el liderazgo responsable para que la iglesia lleve a cabo un culto ordenado (1 Cor. 14:40), como también para edificarse y madurar espiritualmente. Sin dirección responsable la congregación se corrompe con error doctrinal, no practica la disciplina y se llena de contiendas y disensiones y pronto se destruye.
5:13 y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. -- Ha habido mucho estudio sobre los requisitos y la obra de los ancianos, pero todo ese estudio será inútil si los santos no se convencen de que deberían reconocerles, seguirles y tenerles en alta estima. Dice Heb. 13:17, “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”. El servicio de los ancianos, como también el de otros siervos (evangelistas, maestros) es digno de nuestro aprecio y también nuestra cooperación. Pablo no se refiere simplemente a un sentimiento, sino a algo más práctico, a saber, nuestra colaboración con ellos en su obra de edificar a la iglesia. La estima -- al igual que la fe y el amor -- si no tiene acciones, no vale nada. Si éstos trabajan y presiden “en el Señor,” entonces “que
los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra”, y que esa estima se muestre en acciones correspondientes.
-- Tened paz entre vosotros. -- (Mar. 9:50). No habrá paz entre hermanos que no reconocen y no estiman a los ancianos y otros que les sirven en el Señor. Pablo dice a los corintios (2 Cor. 13:11), “Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros”. Muchos miembros de la iglesia no toman en serio este mandamiento, pues, no buscan relaciones hermanables (pacíficas) con otros miembros; por eso hay “enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias” (Gál. 5:20, 21) aun en la iglesia de Cristo. Pablo dice (Efes. 5:31), “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
¿Cuál es la diferencia entre cierto grupo de cristianos y una iglesia? El grupo de cristianos que quiere formar una iglesia tiene que estar de acuerdo. Cualquier grupo de cristianos debe estar de acuerdo pero, lamentablemente, no es siempre así. Sin embargo, si un grupo de cristianos acuerda adorar y trabajar como iglesia, es indispensable que se lleven bien y que tengan paz. Si no se entienden, ¿por qué piensan que pueden formar una congregación? ¿Se establecen congregaciones para pelear? ¿para que los miembros puedan divertirse criticando el uno al otro y quejándose el uno del otro? ¿con qué propósito se establece una congregación? A veces parece que se establece una congregación en cierto lugar simplemente porque los miembros saben que deben reunirse cada domingo para participar de la cena del Señor (como si fuera un sacramento), y si cumplen con este “deber”, lo demás no importa. Por lo tanto, la relación que sostienen unos con otros es pésima. Algunos ni siquiera quieren saludarse el uno al otro.
Los que “os presiden” en el Señor deben ser hombres sabios (1 Cor. 6:5) para poder promover la paz de la congregación, pero a veces los líderes son la causa de la división (Hech. 20:29-31). Una fuente principal de pleitos y disgustos entre hermanos es que en lugar de querer ser servidores algunos más bien quieren ser caciques (3 Jn. 9, 10).
5:14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos (Hech. 17:5) (indisciplinados, LBLA), -- Literalmente, los que andan desordenadamente, como soldados que se salen de las filas, pero esta palabra se usaba para señalar a los ociosos. Véase 4:11, notas. Había ociosos entre los tesalonicenses (2 Tes. 3:6-15). Pablo les dice, “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tes. 3:10). Este asunto es muy serio, pues dice, “que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente” (2 Tes. 3:6); es decir, Pablo escribe acerca de este mal de la misma manera que escribe acerca de la fornicación (1 Cor. 5), diciendo que los fieles deben apartarse de los culpables. Acerca de las viudas jóvenes Pablo dice, “aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran” (1 Tim. 5:13).
Es importante observar que la palabra traducida ocioso (ATAKTOS) “significa no mantenedor de un orden; era especialmente un término militar, que denotaba no mantenedor de su puesto, insubordinados” (WEV). Por lo tanto, LBLA dice “los indisciplinados”. El hermano o hermana que no mantiene su puesto debido en la iglesia se puede describir como “insubordinado(a)” y debe ser amonestado(a). Por no ofender a estos hermanos se descuida este mandamiento y de esa manera se deja que el pecado crezca y lleve su fruto amargo. Una práctica común entre miembros de la iglesia es la de hablar a espaldas de tales miembros las palabras que no se atreven a decirles cara a cara. Es más difícil amonestarles directamente, pero es lo que Cristo requiere de nosotros (JWM).
Tal vez otro problema sea que algunos no se animan a amonestar a los desordenados por temor de que les acusen de algo, pero los humildes están dispuestos a escuchar cualquier crítica y buscan la oportunidad de aclarar el malentendido.
Prov. 18:9, “También el que es negligente en su trabajo es hermano del hombre disipador”. Jer. 48:10, “Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová”. “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Rom. 12:11); ¿no perezosos, sino fervientes en espíritu en qué? en la asistencia a los servicios (y esto incluye la puntualidad); en la participación en todos los actos del culto; en la preparación de las clases bíblicas que enseñamos y los sermones que predicamos; en el cuidado del sitio de reunión; en los deberes del hogar (y esto incluye el estudiar y enseñar la Biblia); en el trabajo o el negocio; y en todo aspecto de la vida.
Heb. 5:11, “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír”; la palabra tardos viene de la voz griega, NOTHROS, lento, torpe, indolente, perezoso. Heb. 6:11, “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”. Heb. 2:3, “¿cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande?”
El propósito de la parábola de los talentos es condenar la negligencia (Mat. 25:14-30). El señor dice, “Siervo malo y negligente” (OKNEO, ser lento, holgazán, perezoso, ATR), y agrega, “quitadle, pues, el talento” y “al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera”.
Uno de los peligros más grandes de la vida moderna es que los padres permitan que sus hijos sean perezosos. En los años pasados no había tanto problema porque la mayoría de la gente vivía en el campo y era necesario que toda la familia trabajara, no sólo en la agricultura, sino también en el cuidado de los animales. Ahora muchísimos niños y jóvenes pasan muchas horas jugando y viendo la televisión. Ya como adultos no quieren trabajar porque sus padres nunca les enseñaron a trabajar.
El libro de Proverbios trata ampliamente este tema: Prov. 24:30, “Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; 31 Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida. 32 Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo. 33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco
para dormir; 34 Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre armado”. Al observar la vida del perezoso todos deben “tomar consejo”.
El perezoso no puede empezar. Prov. 6:6, “Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; 11 Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado”. ¿Hasta cuándo? El no sabe. Prov. 26:14, “Como la puerta gira sobre sus quicios, Así el perezoso se vuelve en su cama”; es decir, no sólo está anclado, sino abisagrado en su cama. No está programado para comenzar. Este es el problema de su vida. No quiere comprometerse. No hace promesas. No quiere aceptar ninguna responsabilidad. Está habituado a hacer sólo las decisiones suaves y fáciles, evitando los desafíos difíciles de la vida. Más bien “tiene el hábito de seguir la línea de menor esfuerzo” (DK).
Esta persona se ve todos los días: (1) Es la persona que no quiere trabajar, 4:11; 2 Tes. 3:10; 1 Tim. 5:13; (2) es la persona que no obedece el mandamiento de Efes. 4:28, ni mucho menos el de 1 Tim. 5:8; (3) es la mujer que no sabe nada de Prov. 31:13,15,17,21,22,31; (4) espiritualmente es la persona que no quiere compromiso con Dios y, por eso, no obedece al evangelio. Simplemente no quiere comenzar la vida cristiana; más bien sigue en sus pecados; (5) es el hermano que no quiere empezar a predicar, a dirigir cantos, a enseñar clases, a dar estudios en los hogares, a trabajar en el mantenimiento de la propiedad de la iglesia.
Si comienza algo, no lo quiere terminar. Prov. 12:27, “El indolente ni aun asará lo que ha cazado”. Prov. 26:15, “Mete el perezoso su mano en el plato; se cansa de llevarla a su boca”. Esto da risa, pero ¿cuántos jóvenes comienzan la escuela superior pero no la terminan? ¿cuántos de los que obedecen al evangelio vuelven “a su cama” (el mundo)? Rom. 13:11-14 se dirige a los santos (a los que habían obedecido al evangelio). Recuérdese que Heb. 5:11; 6:12 fue escrito para los santos. ¿Qué piensa el Señor de los que El ha enviado a trabajar en su viña cuando se da cuenta de su pereza? Prov. 10:26, “Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, Así es el perezoso a los que lo envían”.
El perezoso es experto en fabricar excusas. Prov. 20:4, “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará”. Para poder sembrar trigo y otra semilla, es necesario arar durante el invierno; de otro modo no habrá cosecha. Ecles. 11:4, “El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará”. Prov. 22:13, “Dice el perezoso: El león está fuera; Seré muerto en la calle”. ¿Cuál es la lección de este proverbio? Lo absurdo de las excusas. Compárense las excusas de Luc. 14:15-21. ¿Qué decimos nosotros? Hace frío. Hace calor. Estoy cansado. Hubo visita. Tengo mucho trabajo. ¿Son mejores las excusas nuestras que las del perezoso de Proverbios o las de la parábola de Jesús? Creemos que sí, pero ¿qué piensa Dios?
Nosotros mismos nos asustamos hablando de dificultades, problemas y obstáculos. ¿Puede el perezoso convencerse a sí mismo que en realidad hay un león en la calle? Claro que sí, y de la misma manera podemos convencernos que hay problemas que ni siquiera existen.
El perezoso es más sabio que los sabios. Prov. 26:16, “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar”. Es un especialista. Tiene plena capacidad para justificarse a sí mismo.
El perezoso tiene que sufrir las consecuencias de su pereza. Prov. 13:4, “El alma del perezoso desea, y nada alcanza, mas el alma de los diligentes será prosperada”. Tiene deseos pero no quiere esforzarse por obtenerlos. No quiere pagar el precio necesario. Tiene deseos pero espera que otros (la familia, la iglesia, el gobierno) hagan por él. Por lo tanto, aunque parezca calmado, vive inquieto, pues tiene deseos que nunca se satisfacen. Tiene ambiciones que nunca se realizan. Por eso, “El camino del perezoso es como seto de espinos” (Prov. 15:19); su camino está cercado por muros de espinos. Cada excusa que hace es otro espino en la cerca que le rodea.
¿Cómo se puede enseñar al perezoso? Prov. 6:6, “Vé a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, 8 Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”. La hormiga no necesita de supervisión. No tiene que ser empujada o aguijoneada. No es necesario que otro le diga cuándo comenzar y cuándo terminar. Aunque es una criatura muy pequeña, enfrenta su tarea diaria sin hacer excusas.
La ociosidad es un campo fértil para la cizaña de Satanás. Los Estados Unidos ha cometido un gran error con respecto a este mal (y hasta este año 1996 lo ha reconocido), sosteniendo a miles de personas que deben trabajar. Muchísimas personas no se animan a trabajar, porque nunca podrían ganar la cantidad de dinero y los beneficios adicionales suplidos por el gobierno. La palabra inglesa welfare (asistencia pública) significa bienestar, pero esta es la palabra que se usa para designar los millones de dólares que el gobierno regala al pueblo necesitado, pero en cuanto a un gran porcentaje de los recipientes este dinero no es para su bienestar sino para esclavizar y arruinar sus vidas. Estando ociosos se entregan al alcohol y otras drogas, la fornicación y muchos otros vicios y crímenes. Sin lugar a dudas la ociosidad es uno de los males más destructivos de la sociedad humana.
-- que alentéis a los de poco ánimo, -- Habrá en casi cualquier congregación hermanos que se desaniman por varias causas. Por ejemplo:
(1) por ser de doble ánimo, Núm. 21:4; 11:4-6; mujer de Lot (Luc. 17:32). Remedio: Sant. 1:8; 4:8; 2 Cor. 11:2, 3.
(2) por no tener los ojos puestos en Jesús (Heb. 12:2), sino en los hombres; distraídos; quieren agradar a los hombres (Jn. 5:44).
(3) por ser intimidados, Deut. 1:21, 28; 1 Sam. 17:32. Temen a los hombres; temen lo que se les pueda pasar.
(4) por ser rechazados por la familia (Mat. 10:34-37); esto duele y desanima, pero se gana otra familia, la familia en el Señor, una familia permanente.
(5) por la crítica, la burla, la persecución; pero recuérdense Hech. 5:40, 41; 21:13; Heb. 12:5.
(6) por la enfermedad física y mental, y aun por causa de los medicamentos (que a veces deprimen).
(7) por los problemas no resueltos (p. ej., en el hogar o en la iglesia).
(8) por no querer someterse a la doctrina de Cristo, Jn. 6:60; Mat. 19:10; 7:13, 14 (Mat. 7:13, 14 se refiere a la enseñanza de ese contexto, es decir, el sermón del monte).
(7) por no crecer.
(8) por la falta de unidad entre hermanos. La división, y aun las contiendas y disensiones en la congregación, dejan a los miembros sin ganas de asistir. El remedio para este problema se encuentra en las Escrituras. 2 Tim. 3:16, 17; 2 Ped. 1:3; Josué 7:9, pero es necesario aplicar la enseñanza; 2 Tes. 3:13.
(9) por las tentaciones fuertes causadas por los vicios de la vida pasada. Algunos se desaniman porque reconocen que no han luchado para vencer las tentaciones. Conviene leer los textos sobre el vencer; p. ej., 1 Jn. 2:20; Apoc. 2, 3.
(10) por el afán (Luc. 8:13, 14; 21:34). La causa más común del afán son los problemas económicos, pues de ellos puede resultar el sentimiento de inseguridad. Para vencer el afán es necesario trabajar (4:11; Efes. 4:28), evitar la deuda excesiva, administrar el dinero con cuidado, vivir de acuerdo al salario que se reciba y estar contentos y agradecidos, 1 Tim. 6:6-10; Heb. 13:5.
¿Qué podemos hacer para vencer el desaliento?
(1) NO dejar de asistir a las reuniones, Heb. 10:25; Hech. 20:7; 1 Cor. 16:2; Efes. 5:19. Algunos dicen, “Pero yo puedo orar en casa”. Sí, pero ¿lo harán el domingo? ¿Sin participar de la cena y de la ofrenda?
(2) NO culpar a otros. Casi siempre esta es la primera cosa que se hace. Muchos que están mal en su conducta, no quieren reconocerlo; más bien, quieren culpar a otro(s), para justificarse a sí mismo.
(3) NO volver al mundo (como los israelitas que querían volver a Egipto, Núm. 11:4-6).
(4) Formar lazos fuertes con hermanos fieles. ¿Se han fijado que la mayoría de los hermanos que vuelven atrás para ya no andar con el Señor no tienen lazos fuertes con nadie en la iglesia?
(5) Purificar el corazón, Sant. 1:8; 4:8.
(6) Apartar más tiempo para oír y leer la palabra de Dios. Los que tienen poco ánimo tienen anemia. ¿Qué es lo que se requiere para los anémicos? (Rom. 10:17; Sal. 27:13; Sal. 119:72, 103, 148; Heb. 4:2; 1 Ped. 2:2; Hech. 20:32). Aparte de leer la Biblia muchos la escuchan grabada en casetes. También himnos y sermones se pueden escuchar de esa manera. Alentaos con la palabra (4:18; 5:11; Hech. 20:32).
(7) Apartar más tiempo para orar a Dios, Sal. 139:1-12; Sal.61.2; Luc. 22:44.
(8) Estar conscientes de nuestras bendiciones. La ingratitud produce el desaliento. Sal. 103:2; 116:12:
(9) Ser más activos en la obra del Señor. ¿La obra no prospera, no hay fruto, no hay conversiones? 1 Cor. 15:58; Isa. 55:11; 1 Cor. 3:6; Gál. 6:9. ¿Qué dijo Dios a Elías cuando estuvo en la cueva de desaliento? 1 Rey 19:9; compárense Neh. 4:6; Ex. 14:15.
¡No desmayemos! 2 Cor. 4:1, 9, 16; Gál. 6:9; Rom. 2:6, 7.
-- que sostengáis a los débiles, -- Pablo se refiere a otro grupo aparte de los ociosos y los de poco ánimo. Hay hermanos que no tienen la fuerza espiritual para resistir a los compañeros de trabajo, a los familiares, u otros, o tienen una lucha continua con los vicios que han querido abandonar. Los que habían consumido bebidas alcohólicas
por muchos años, los que fumaban, etc. tienen que luchar sin cesar para no volver al vicio. También hay muchísimas personas que se han bautizado pero les cuesta mucho trabajo vencer su mal genio. Desde la niñez acostumbraban resolver sus problemas con corajes, gritos, amenazas y pleitos, y ahora se requiere un esfuerzo enorme para dejar todas aquellas armas carnales y para enseñarse a usar solamente las armas espirituales para resolver problemas, cumplir con sus deberes y llevar una vida ordenada.
La actitud de Pablo hacia los débiles se ve en 1 Cor. 9:22, “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”. En lugar de despreciar o menospreciar a los débiles, Pablo dice, sostener, ANTECHO; en Mat. 6:24 se traduce estimar, en contraste con menospreciar o, según LBLA, apegarse en contraste con despreciar. En Tito 1:9 se traduce reteniendo (la palabra fiel, LBLA). El uso de la palabra en otros textos nos ayuda a entender mejor su significado. Es obvio que en lugar de alejarnos del hermano débil nos conviene acercarnos a él con estima hermanable para apoyarle. ¿Quiénes pueden sostener a los débiles? Véase Gál. 6:1.
Desde luego, el propósito de sostener a los débiles es llevarlos hacia la madurez espiritual. Para esto es indispensable que los débiles sepan que hay hermanos que verdaderamente se preocupan por ellos.
Con respecto a la fuerza y la debilidad, existe un fenómeno interesante pero triste entre algunos hermanos. Hay quienes se creen muy fuertes en la iglesia, cuando en realidad lo que es fuerte es su carácter. Son muy estrictos, muy exigentes, hablan mucho de la disciplina, son duros en su juicio de otros miembros, y no reconocen que en algunas cosas ellos mismos son los débiles y que tienen problemas serios. Los tales deben tomar nota de Fil. 2:3, “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”, y de Rom. 12:3, “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.
-- que seáis pacientes (longánimos) para con todos (los ociosos, los de poco ánimo, los débiles) . -- La palabra longanimidad quiere decir “largo temperamento” (WEV). Véanse Rom. 2:4; 9:22; 2 Cor. 6:6; Gál. 5:22; Efes. 4:2; Col. 1:11; 3:12; 2 Tim. 3:10; 4:2; Heb. 6:12; Sant. 5:10; 1 Ped. 3:20; 2 Ped. 3:15. La longanimidad es, pues, una de las características de Dios que debemos imitar. Está asociada con la paciencia, la benignidad, la bondad, el amor sincero, y todos los frutos del Espíritu. Es lo opuesto de la impaciencia, la exasperación y la iracundia. Dice Ex. 34:6, “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad”. Pablo dice (Efes. 4:2), “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor”.
¿Se ha fijado que algunos hermanos son más pacientes y sufridos con otros que con su propia familia o con los hermanos? ¿Por qué serán así?
5:15 Mirad que ninguno pague (devuelva, LBLA) a otro mal por mal; -- Mat. 5:38-42; 1 Cor. 4:12, 13; 6:7; 1
Ped. 2:18-25; 3:9. Esto es lo opuesto de la longanimidad (paciencia); el que paga a otro mal por mal tiene un espíritu vengativo. La palabra mirad indica que había peligro de que los hermanos perseguidos siguieran las tendencias del “viejo hombre”, queriendo devolver a otros mal por mal. La palabra venganza quiere decir, “Mal que se hace a alguien para castigarlo o reparar así una injuria o daño recibido; Sinón. Desquite, represalia” (Larousse). La palabra griega es EKDIKESIS, “lo que viene procedente de justicia, no, como sucede tan frecuentemente con la venganza humana, de un sentimiento de agravio o meramente de un sentimiento de indignación ... Los juicios de Dios son santos y rectos (Apoc. 16:7), y libres de cualquier elemento de autogratificación o de resentimiento” (WEV).
Nosotros pensamos mucho en nuestros derechos. Los mundanos buscan pretextos para demandar. Quieren nivelar cuentas. Los abogados se hacen muy ricos defendiendo los derechos, verdaderos o supuestos, de los tales, pero el cristiano tiene otro objetivo, pues busca el bienestar de todos. Por eso, no paga a otro mal por mal, sino bien por mal. Busca la debilidad o necesidad de su enemigo y considera cómo le puede ayudar. Si le vuelve mal por mal no habrá esperanza de ganarlo por Cristo, pero haciéndole bien por mal es muy posible que esto abra camino a su corazón. El cristiano quiere “destruir” al enemigo en el sentido de convertirle en amigo. Si le gana por Cristo, ya no será su enemigo, sino su mejor amigo. Rom. 12:20, “pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza”. Es posible que esta figura se refiera a los hornos de fundición. Ascuas de fuego se amontonan sobre el metal duro hasta que se ablandara. El pagar bien por mal, con toda la bondad que lo acompaña, amontona ascuas de fuego sobre la cabeza (la mente) del enemigo, causando dolor (remordimiento) para la conciencia, para que se sienta avergonzado. Compárese 1 Ped.3:16, “para que en lo que murmuran de vosotros ... sean avergonzados”. En la cuestión de la venganza humana, el que gana pierde. El cristiano siempre sale del conflicto victorioso si pelea solamente con armas espirituales (2 Cor. 10:3-5). Los mansos heredarán la tierra (Mat. 5:5).
En esto el cristiano muestra claramente ante los ojos del mundo que se ha transformado, que el “viejo hombre” quedó crucificado, pero si el hermano o la hermana todavía se irrita, se deja provocar y se enoja al igual que los demás y habla o actúa carnalmente, el nombre de Cristo es profanado por ellos. Sin embargo, si los mundanos se dan cuenta de que con sus tonterías no pueden provocar al cristiano, entonces sabrán que Cristo está en medio de ellos. Tal cristiano es la luz del mundo, la sal de la tierra. El sí puede invitar a sus parientes y amigos a los servicios, pero el hermano que sigue con su mal genio, sus corajes y su espíritu de pagar mal por mal no debe andar invitando a otros a la iglesia, porque los hombres juzgan el evangelio que predicamos según la vida de los que lo profesamos.
Durante su vida aquí en la tierra Jesús practicaba lo que enseñaba sobre este tema, y después de todo lo que hicieron los judíos y los romanos contra El, dijo desde la cruz, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Luc. 23:34). Pablo exhorta a los tesalonicenses, y a nosotros, a seguir el ejemplo del Maestro. Esteban lo siguió, como vemos en Hecho 7:58, “Y
echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió”. Los hermanos de José lo maltrataron y después pidieron perdón; Gén. 50:17, “Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. 18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. 19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?” Aunque el rey Saúl trató de matar a David, éste le dijo (1 Sam. 24:10), “He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné”.
La venganza pertenece a Dios, Rom. 12:17-21; 1 Ped. 2:14. Bajo la ley de Moisés los textos que hablaban de “ojo por ojo, etc.” tenían que ver con el castigo administrado por los jueces y magistrados (Ex. 21:24, 25; Lev. 24:20; Deut. 19:21). Esa venganza no era, pues, personal, sino de Dios. El es perfectamente justo; por eso, hay que dejar la venganza en sus manos. Si dejamos el asunto en sus manos y reflejamos sobre la severidad del castigo eterno, tal vez podremos compartir algo de la compasión de Dios y su deseo de perdonar. Dios no es como nosotros. Su mente no puede ser nublada por la pasión o el prejuicio, y no puede ser engañado por las apariencias falsas, ni por el testimonio mentiroso. No es caprichoso; el juicio del hombre es a veces determinado por su estado de ánimo (su buen humor o su mal humor), pero Dios no es como el hombre (Sal. 50:21; Isa. 55:8, 9).
En Rom. 13:1-4 Pablo explica que el gobierno es el agente de Dios para tomar venganza. Bajo la ley de Moisés había jueces que administraban la venganza de Dios, y según Rom. 13 y 1 Ped. 2 el gobierno civil lo hace. Desde luego, cuando Cristo venga la segunda vez, será “para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 1:8).
-- antes seguid siempre lo bueno (con espíritu de amor, longanimidad, bondad) unos para con otros, y para con todos (Gál. 6:10). -- Pablo no da solamente una prohibición (un mandamiento negativo); el no pagar mal por mal es solamente la mitad del mandamiento. Agrega un mandamiento positivo. Hay una acción prohibida y otra acción requerida (véase Luc. 6:27-30). Esta exhortación nos da una definición del amor: “seguid siempre lo bueno unos para con otros”. El amor siempre busca el bienestar de otros, aun el de los enemigos (Mat. 5:44-48). En esta carta Pablo enfatiza la actitud correcta que los santos deben tener para con los de afuera (3:12; 4:12). Compárese 2 Rey. 6:20-23.
5:16 Estad siempre gozosos (1:6). -- ¿Puede el cristiano estar siempre gozoso a pesar de las enfermedades (las de él como también las de sus familiares y hermanos en Cristo), la pobreza y otras aflicciones?
1. Para contestar esta pregunta, el punto clave se encuentra en Fil. 3:1, “gozaos en el Señor” y 4:4, “Regocijaos
en el Señor siempre”. Pablo no habla del gozo de este mundo, el gozo que depende de condiciones o circunstancias favorables, sino del gozo en el Señor. El cristiano está siempre gozoso porque siempre medita en el hecho de que es un cristiano, que es uno con Cristo, y que el fruto de esta unidad es el gozo (Gál. 5:22). Podemos estar siempre gozosos porque siempre recordamos que el Señor nos ha perdonado, que tenemos comunión con El, que a través de Cristo tenemos acceso al trono de Dios y, en fin, que aparte de múltiples bendiciones materiales, nos está bendiciendo con toda bendición espiritual en Cristo (Efes. 1:3).
2. Cuando Jesús nació, el ángel dijo, (Luc. 2:10), “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”.
3. La crucifixión de Jesús causó mucha tristeza para los discípulos, pero El les consolaba con estas palabras: (Juan 16:21 ), “La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. 22 También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”. De esta manera habló de su resurrección. “Les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (Jn. 20:20).
4. “El cristiano verdadero siempre tiene causa para regocijarse. Se regocija en la nueva vida que ha encontrado en Cristo y en la esperanza que comparte con otros cristianos. Aunque haya tristezas y lágrimas y esté cargado con los cuidados de la vida, puede regocijarse, soportando el peso de ellos. Su gozo no se atribuye a las condiciones y circunstancias externas, sino que es un gozo que existe en lo profundo de su corazón por causa de sus riquezas espirituales. Es el dueño de tesoros que producen gozo en medio de sufrimientos. Puede sonreír aunque derrame lágrimas. Sabe que por ser cristiano posee lo que nadie, ni siquiera la muerte misma, le puede quitar (compárense Fil. 3:1, 1 Ped. 4:13; Col. 1:24)” (RCK).
5. Los gentiles nos regocijamos mucho en nuestra libertad en Cristo. Hech. 15:30, “Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; 31 habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación”. Si los judaizantes hubieran logrado su propósito (Hech. 15:1, 5), la iglesia de Cristo habría sido simplemente otra secta de los judíos, pero gracias a Dios, Pablo defendió nuestra libertad en Cristo: “a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros” (Gál. 2:5).
6. Aun en medio de las tribulaciones y angustias más severas los santos no deben imitar a los paganos que viven desesperados y aun cometen el suicidio, sino que debemos regocijarnos. “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hech. 5:41); “gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo” (1 Ped. 4:13). Recordemos lo que Pablo dice a los romanos (cap. 5:3)“ la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. Por esa razón, en cuanto a sí mismo dijo (Col. 1:24), “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros”, y también dice a nosotros (Fil. 4:4), “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! 5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Santiago, cap. 1:2 dice, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. (Véanse también Mat. 5:10-12; 2 Cor. 12:10; 2 Cor. 6:10, “como entristecidos, mas siempre gozosos”). En cuanto a la persecución Jesús nos enseña (Luc. 6:22), “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. 23 Gozaos en aquel día, y alegraos (saltad de gozo, LBLA), porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas”.
(7) Debemos regocijarnos por el poder del evangelio, y porque muchos lo están predicando en varias partes del mundo. En Antioquía de Pisidia los gentiles que oyeron el evangelio, “se regocijaron y glorificaban la palabra del Señor” (Hech. 13:48). Cuando el etíope fue bautizado, “siguió gozoso su camino” (Hech. 8:39; compárese Luc. 19:4-6, Zaqueo descendió aprisa del sicómoro “y le recibió gozoso”).
(8) El cristiano se regocija cuando el pecador se arrepiente. Cuando el pastor encontró la oveja perdida (Luc. 15:6), “y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. 7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. De esto habla Pablo (2 Cor. 7:9), “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. 10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación”.
(9) Nuestros hermanos en Cristo son una fuente del gozo perpetuo. “Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico” (1 Cor. 16:17); hablando de Epafrodito Pablo dice, “Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza” (Fil. 2:28). Siempre nos debe llenar de gozo encontrarnos con hermanos amados. Nos regocijamos por la fidelidad de nuestros hermanos en la fe, dondequiera que estén. “¿Qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios” (3:9); “Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros” (Rom. 16:19); “Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo” (Col. 2:5). Si amamos a nuestros hermanos, su fidelidad será ocasión de mucho gozo para nosotros. “Me gozo de que en todo tengo confianza en vosotros” (2 Cor. 7:16).
(10) Entre cristianos no hay envidia, sino que cada uno comparte el gozo de su hermano. Rom. 12:15, “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran”; 1 Cor. 12:26, “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, (los demás no le tienen envidia, sino que) todos los miembros con él se gozan”.
(11) El cristiano puede regocijarse porque su nombre está escrito en el cielo, como dice Jesús (Luc. 17:10), “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”. En su primera carta (1:4) Pedro habla de “una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas”. “Gozosos en la esperanza” (Rom. 12:12). (WEV publica una lista de “las razones y ocasiones para gozarse, o regocijarse, por parte de los creyentes”; también véase GH sobre Fil. 4:4).
5:17 Orad sin cesar. -- Efes. 6:18; Col. 1:3; 1 Tim. 2:1, “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres”. Al orar a Dios hablamos con El. El orar no es simplemente meditar; más bien, es la expresión de alabanza, de peticiones, de acción de gracias, etc. Es la voz de nuestro corazón. Es la comunicación con el Padre.
Dice Pablo, orad sin cesar; es decir, no dejando de orar y no orando solamente “de vez en cuando”, sino regularmente, perseverando en la oración. Jesús habló dos parábolas para enfatizar la importancia de orar sin desmayar, Luc. 11:5-13; 18:1-8. Debemos orar sin cesar y no sólo en el tiempo de alguna emergencia. Para mucha gente el orar está en la misma categoría que el llamar la policía o los bomberos. Pero “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable” (Prov. 28:9). “Gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré” (Ezeq. 8:18). ¿Qué pedirá el pecador? ¿el perdón? (Isa. 55:7; Hech. 2:38). ¿La fe? (Rom. 10:17). ¿La salvación? (Hech. 11:14; Mar. 16:16).
El ejemplo de Jesús bien ilustra el orar sin cesar: Luc. 3:21; 5:15, 16; 6:12; 9:18, 29; 11:1; 22:31; 22:44; 23:34. No sólo oró El mismo, sino que también nos enseña que nosotros debemos orar, (Mat. 7:7-11), y nos enseña cómo orar (Mat. 6:9-13).
¿De qué consiste la oración? (1) Alabar a Dios: “Santificado sea tu nombre”; “Dad a Jehová la honra debida a su nombre” (1 Crón. 16:29); “Temed a Dios, y dadle gloria” (Apoc. 14:7); “Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes” (Apoc. 19:5). “Alabad al Señor todos los gentiles, Y magnificadle todos los pueblos” (Rom. 15:11). (2) Orar por el reino de Dios: antes del día de Pentecostés los discípulos habían de orar, “Venga tu reino”. El reino fue establecido, pero la petición que sigue (“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”) está muy relacionada con la primera, pues los que hacen la voluntad de Dios son trasladados al reino (Col. 1:13). Sin
cesar debemos orar que la voluntad de Dios se haga para que su reino se extienda sobre la tierra. Entonces urge que enseñemos la palabra de Dios para que la gente haga su voluntad. (3) Acción de gracias: Fil. 4:6; Col. 2:7; 3:15; 4:2. (4) Pedir el pan de cada día, pues “Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3); es decir, el hombre no vive simplemente porque tiene pan que comer, sino porque Dios “es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hech. 17:25). (5) Pedir la salud (3 Jn. 1, 2) y la seguridad (Mat. 24:20). (6) Pedir el perdón. Con toda sinceridad debemos reconocer nuestras faltas y humildemente pedir que Dios nos perdone. 1 Jn. 1:8, 9; Sant. 5:16. (7) Pedir la sabiduría, Sant. 1:5-7; 1 Rey. 3:9. (8) Hacer súplicas y rogativas por todos los hombres, mayormente por los gobernantes (1 Tim. 2:1, 2). (9) Orar por los enemigos (Mat. 5:44; Luc. 23:34; Hech. 7:60). (10) Pedir que Dios envíe más obreros a su mies (Mat. 9:38).
¿Cuándo debemos orar? (1) Orar antes de tomar decisiones importantes. Luc. 6:12, “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles”. (2) Orar antes de eventos importantes. Por ej., antes de los eventos del día de Pentecostés, “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”, Hech. 1:14. (3) Orar cuando sufrimos aflicciones físicas. 2 Reyes 20:1-5; Sant. 5:13-15. (4) Orar cuando estamos preocupados y ansiosos. Fil. 4:6, 7; 1 Ped. 5:7. “En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos” (Sal. 18:6); “A Jehová clamé estando en angustia, Y él me respondió” (Sal. 120:1). (5) Orar antes de entrar en pruebas severas, Mat. 26:36-46. (6) Orar en medio de aflicciones, Hech. 16:25. (7) Orar después de los grandes eventos de la vida. Mat. 14:23. (8) Orar en medio de las actividades de la vida, Luc. 5:15, 16. (9) Orar cuando pecamos (confesando pecados). Sal. 51. (10) Orar al despedirnos de hermanos amados. Hech. 20:36-38. (11) Orar en los últimos momentos de la vida. Hech. 7:59, 60.
¿Dónde debemos orar? (1) A solas, Mat. 6:6; 14:23; Mar. 1:35; (2) en el hogar (todo padre debe orar por su familia, cada madre debe orar por su familia y cada hijo debe orar por su familia; “Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer” (Juec. 13:8). (3) con hermanos, Hech. 4:31; 12:5.
¿Quiénes están calificados para orar? (1) los que guardan los mandamientos de Dios y hacen las cosas que son agradables delante de El, 1 Jn. 3:22; (2) los que piden conforme a la voluntad de Dios (1 Jn. 5:14); (3) los que permanecen en Cristo (Jn. 15:7); (4) los que perdonan a otros (Mat. 6:12-15); (5) los justos (1 Ped. 3:12; Sant. 5:16); (6) los que piden con fe (Sant. 1:5-7).
¿Cuáles son los estorbos de la oración? (1) El pedir con egoísmo, Sant. 4:3, “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. (2) El tener pecado en la vida. “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría
escuchado” (Sal. 66:18). (3) El no ayudar al necesitado. “El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído” (Prov. 21:13). (4) El no perdonar. “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” (Mar. 11:25). (5) Problemas entre esposos, 1 Ped. 3:7.
Jesús enseña la importancia de perseverar en la oración (Mat. 7:7-11; Luc. 11:5-13; 18:1-8). Debemos orar como Ana (1 Sam. 1:10), como Ezequías (2 Rey. 20:5); como Elías (Sant. 5:17); como Pablo (2 Cor. 12:7, 8) y, sobre todo, como Jesús.
Es necesario siempre decir “sea hecha no la voluntad mía, sino la tuya” (Mat. 26:44; 2 Cor. 12:7, 8). Dios nos da lo que pedimos o algo mejor. A veces lo que pedimos no es bueno para nosotros (como los padres no siempre dan a sus hijos lo que piden).
¿Estamos conscientes de nuestras flaquezas y debilidades y nuestra dependencia de Dios? ¿No debemos, pues, orar fervientemente por la ayuda de Dios en medio de tantas dificultades, tentaciones y pruebas? (DL). Si de todo corazón creemos en Dios y en su poder para ayudarnos, si no pedimos su ayuda, sin duda será porque en realidad nos sentimos adecuados e independientes. El santo que está consciente del poder de Dios y de su propia dependencia, ora sin cesar. Los discípulos que no oran tienen que sufrir las consecuencias de este descuido: los fracasos, la ausencia de gozo y tranquilidad en su corazón, los corajes, el desaliento, etc. Sin faltar la oración nos trae gozo y la fuerza de Dios (JWM).
¿Cómo puede el cristiano hacer tantas cosas sin cesar o siempre? Si está haciendo una cosa siempre, ¿cómo puede estar haciendo otra cosa siempre? Dice Pablo, “Sin cesar damos gracias a Dios” de que los tesalonicenses recibieron el mensaje como “es en verdad la palabra de Dios” (2:13); los filipenses siempre habían obedecido (Fil. 2:12), y deberían regocijarse siempre (Fil. 4:4), y los corintios deberían estar “creciendo en la obra del Señor siempre” (1 Cor. 15:58), “en todo momento” debemos tener memoria de las cosas escritas por Pedro (2 Ped. 1:15). ¿Cómo podemos hacer tantas cosas siempre? Dice Rom. 12:12, “constantes en la oración”; es decir, no dejando de orar (Luc. 18:1, “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”). “Perseverad en la oración” (Col. 4:2). La religión de Cristo es la religión de siempre. No es la religión de “de vez en cuando”. No es la religión de “cuando sea conveniente”. Hacemos su voluntad siempre como Cristo hacía la voluntad del Padre siempre (Jn. 8:29).
5:18 Dad gracias en todo, -- Si estamos “siempre gozosos” (5:16) y si oramos sin cesar (5:17), constantemente daremos gracias a Dios en todo. Desde luego, no hemos de dar gracias por todo evento y toda circunstancia de la vida, pero sí debemos dar gracias a pesar de las circunstancias más desfavorables. No sólo debemos tener gratitud en el corazón, sino que debemos expresarla a Dios.
“Y sed agradecidos” (Col. 3:15; véanse Col. 1:3, 12; 2:7; 3:17; "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Col. 4:2); "dando siempre gracias por todo al Dios y Padre" (Fil. 1:3, 12-21; Filemón 4) a través de oraciones y cantos (Col. 3:16). El pueblo de Dios es un pueblo
agradecido y constantemente da gracias a Dios.
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por sus atributos y perfecciones: es eterno, inmutable, omnipotente, omnisciente, omnipresente, perfecto en amor, en justicia, en misericordia y en fidelidad. ¡Siempre alabemos a Dios! Sal. 100:4; 147:87; 1 Crón. 29:13. Bajo la ley de Moisés el pueblo ofrecía el "sacrificio de paz en acción de gracias" (Lev. 7:15), y ahora su pueblo ofrece "sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre" (Heb. 13:15). Véanse también Apoc. 4:9; 7:11, 12.
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por su gracia hacia nosotros en proveernos un Salvador, Jesucristo. 1 Cor. 1:4; 15:57; Tito 2:11. Debemos ser agradecidos por haber obedecido al evangelio (Rom. 6:17, 18), y ahora debemos dejar todas las "palabras deshonestas ... que no convienen"; más bien, ahora debe haber muchas acciones de gracias" (Efes. 5:4). Seamos "arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe ... abundando en acciones de gracias" (Col. 2:7). "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Fil. 4:6).
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por toda bendición espiritual en Cristo (Efes. 1:3): la redención, el perdón, la reconciliación, el privilegio de orar, de cantar, de ofrendar, de ofrecer el cuerpo en sacrifico vivo, etc. Cada primer día de la semana debemos dar gracias por el pan sin levadura y la copa para conmemorar el cuerpo y la sangre de Cristo (Mat. 26:26, 27). Obsérvese que Jesús bendijo el pan y dio gracias por la copa. A veces en lugar de dar gracias por el pan o la copa algún hermano dirá, "bendice este pan" o "bendice esta copa", pero al dar gracias a Dios nosotros mismos bendecimos el pan y la copa. "La copa de bendición que bendecimos" (1 Cor. 10:16). Al dar gracias por el pan, bendecimos el pan; al dar gracias por la copa, bendecimos la copa. ¡No dejemos de dar gracias por el pan y la copa!
Debemos ser agradecidos y dar gracias a Dios por las Escrituras (2 Tim. 3:16, 17; 2 Ped. 1:3; Judas 3).
Debemos ser agradecidos y dar gracias a Dios por las iglesias fieles. Rom. 1:8; Fil. 1:3; 1 Tes. 3:9; 2 Tes. 1:3. Debemos ser muy agradecidos por la congregación de la cual somos miembros si es iglesia fiel, como también por las otras iglesias fieles del área donde vivimos.
"¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?" (Sal. 116:12). "El es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hech. 17:25): el alimento, la ropa, el techo y toda provisión necesaria. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Sant. 1:17). No hablemos nunca de "buena suerte", sino de la providencia de Dios. Los que dan gracias a sus "estrellas de buena suerte" no ponen su confianza en el Creador sino en la creación (Rom. 1:25). Antes de comer debemos dar gracias por los alimentos (Mat. 14:19; Jn. 6:11). "Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos (los marineros, soldados y otros en la nave), y partiéndolo, comenzó a comer" (Hech. 27:35). No tengamos vergüenza, pues, de dar gracias a Dios por los alimentos que comemos en un restaurante u otro lugar público.
Debemos ser agradecidos y dar gracias a Dios por el empleo o el negocio, pues por este medio Dios pone pan sobre la mesa para nosotros. Deut. 8:17, 18.
Debemos ser agradecidos y siempre dar gracias a Dios por nuestra familia. 1 Tim. 5:4; Efes. 6:1-3; Tito 2:3-5. Los esposos deben dar gracias a Dios los unos por los otros.
Debemos dar gracias por las pruebas. Hech. 5:41; 16:25; Rom. 5:3-5; 2 Cor. 12:8-10; Sant. 1:2-4.
Dios aborrece la ingratitud. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias" (Rom. 1:21). "Habrá hombres ... ingratos" (2 Tim. 3:2). Recuérdese Gén. 40:14, 23; cuando en la cárcel José interpretó el sueño del jefe de los coperos, explicándole que sería restaurado a su puesto, le dijo, "Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa ... Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó". También cuando Jesús limpió a los diez leprosos, "Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?" (Luc. 17:12-18). En el vasto mundo no hay pecado más horrendo que la ingratitud.
-- porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. – Es posible que esta frase se refiera a las últimas tres exhortaciones, pues son tres cosas bien relacionadas: estar siempre gozoso, orar sin cesar y no dejar de dar gracias a Dios.
5:19 No apaguéis al Espíritu. – Desde luego es imposible literalmente apagar al Espíritu Santo. Más bien Pablo se refiere a los efectos (la obra) del Espíritu Santo. En este contexto es probable que se refiera al uso correcto de los dones del Espíritu Santo (1 Cor. 12, 14); es decir, que todo se hiciera decentemente y con orden (1 Cor. 14:40), y siempre para la edificación (1 Cor. 14:26), pero que su uso no se menospreciara. “No arrojéis agua fría sobre aquellos que, bajo la inspiración del Espíritu, se levantan para hablar en lenguas, para revelar misterios, o para orar en la congregación” (JFB).
El vocablo apagar se usa de extinguir el fuego (Mat. 12:20; 25:8; Mar. 9:48); por eso, concluimos que el Espíritu Santo se compara aquí al fuego que se puede apagar, porque alumbra y purifica el alma. Dice Hech. 2:1-3 que cuando vino el Espíritu Santo el día de Pentecostés, “se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos” (es decir, sobre los apóstoles, 1:26). “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos” (2 Tim. 1:6). En estos textos vemos la asociación entre el Espíritu Santo y el fuego.
También se puede agregar que la influencia del Espíritu en nuestra vida, puede ser apagada por muchas cosas: el pecado, la dureza del corazón, la indiferencia, la ingratitud, la negligencia, y el corazón cargado con los cuidados de esta vida (Mat. 13:22; Luc. 21:34). Si estamos “fervientes en espíritu” (Rom. 12:11), no apagaremos al Espíritu Santo.
Ejemplos de apagar al Espíritu Santo se ven en 1 Cor. 11:30; 1 Tim.
5:6; Heb. 6:4-6; 2 Ped. 2:20, 21; 1 Jn. 5:16.
En Efes. 4:30 Pablo dice, “no contristéis al Espíritu Santo de Dios”. Ejemplos de contristar al Espíritu son: mentir al Espíritu Santo, Hech. 5:3; tentar al Espíritu Santo, Hech. 5:9; resistir al Espíritu Santo, Hech. 7:51; hacer afrenta al Espíritu Santo, Heb. 10:29; y blasfemar contra el Espíritu Santo, Mar. 3:29, 39.
5:20 No menospreciéis las profecías. – Rom. 12:6; 1 Cor. 12:10. Estas no son solamente predicciones del futuro (Hech. 11:27, 28), sino también instrucciones que edifican a la iglesia (1 Cor. 14:4, 31); es decir, los profetas no sólo recibían revelaciones de Dios, sino que también enseñaban las verdades que ya se habían revelado para edificar a los hermanos. Un ejemplo de esto se ve en Hech. 15:27-32; Judas y Silas eran profetas, pero en esta ocasión su obra consistió en entregar la carta preparada en Jerusalén a las iglesias y “consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras”. Al menospreciar las profecías menospreciaban al Espíritu Santo, y menospreciaban la edificación, la exhortación y la consolación (1 Cor. 14:3).
Tal vez por pensar los corintios que el don de lenguas, por ser más llamativo y vistoso, era “más milagroso”, Pablo les explicó (1 Cor. 14) que el don de profecía era superior al don de lenguas, porque los que profetizaban entregaban las enseñanzas del Espíritu Santo en el idioma de la gente para que todos pudieran entenderlas (1 Cor. 14:1, 2, 4, 5, 6), mientras que los que hablaban en lenguas ni siquiera deberían participar en la asamblea a menos que hubiera intérprete (1 Cor. 14:27, 28). El profetizar edificaba. Hoy en día el enseñar y el predicar edifican. No existe el don de profecía, pero la palabra que predicamos y enseñamos es la palabra inspirada de Dios. Compárense los versículos 12, 13; como habían de reconocer y estimar a los que trabajaban entre ellos, les precedían en el Señor y les amonestaban, así también deberían respetar todo mensaje de los profetas, pues era muy necesario para su edificación.
No hay profetas en la iglesia ahora. A través de los apóstoles y profetas el Señor reveló “toda la verdad” en el primer siglo (Jn. 16:13; 1 Cor. 13:8-10). Ahora tenemos el mensaje inspirado en el Nuevo Testamento. Los que predican la verdad revelada por el Espíritu Santo por medio de los hombres inspirados predican las mismas profecías que los tesalonicenses escuchaban. Por eso, esta amonestación es para nosotros también.
Pablo quería que todo hombre que recibiera mensaje de Dios hablara. Dice a los corintios (14:30), “Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. 31 Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados”. De igual manera, quería que todo hombre que recibiera mensaje de Dios fuera escuchado. “No menospreciéis las profecías”.
Siempre existe el peligro de que los santos descuiden (menosprecien) la instrucción del Espíritu Santo. ¿Nos gusta más cantar himnos o escuchar un sermón? Desde luego, el cantar himnos es un privilegio y una gran bendición de Dios, pero la predicación es igualmente importante. Nos conviene escuchar la instrucción de la palabra con el mismo ánimo que tenemos cuando cantamos himnos. Los que no ponen atención al
sermón menosprecian las profecías del Espíritu Santo. Tal vez algunos no escuchan al mensaje porque no les gusta la manera de hablar del predicador pero ¿están menospreciando al hombre o a Dios?
5:21 Examinadlo (poned a prueba) todo; -- La necesidad de esta exhortación se ve claramente en 2 Tes. 2:2, “que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra”; también en 3:14, “Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence”. Para examinar algo, hay que haber una regla (2 Tim. 3:16, 17; Hech. 2:42; 1 Cor. 14:37; 1 Jn. 4:6). Con las Escrituras podemos y debemos “poner a prueba” toda enseñanza, como el banco examina los billetes para distinguir entre el dinero genuino y el falso. 1 Cor. 12:10, “a otro (es dado) el discernimiento de espíritus”; 1 Cor. 14:29, “los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen”; 1 Jn. 4:1, “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”.
Los hermanos del primer siglo no tenían su propio ejemplar de la Biblia completa, porque en aquellos tiempos se estaba revelando, libro por libro; sin embargo, tenían los dones del Espíritu Santo para recibir revelaciones y para distinguir entre la verdad y el error. Dice 1 Jn. 2:20, “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas ... 27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe”. De esa manera podían examinarlo todo y retener lo bueno.
Los hermanos inspirados, conociendo “todas las cosas”, podían distinguir entre los escritos inspirados y los no inspirados, y aun cuáles de los escritos inspirados deberían formar parte de “Las Escrituras”. Por ejemplo, Pablo cita Mateo 10:10 y Luc. 10:7 diciendo, “La Escritura dice: … Digno es el obrero de su salario” (1 Tim. 5:18); es decir, el inspirado apóstol identifica los libros de Mateo y Lucas como “La Escritura”. También Pedro se refiere a las epístolas de Pablo como “Escrituras” (2 Ped. 3:16).
Nosotros tenemos la Biblia completa, la perfecta revelación de la voluntad de Dios, y con ella podemos probar a los maestros, examinar su doctrina, rechazar el error y retener la verdad. Los de Berea (Hech. 17:11) y todo el pueblo de Israel podían escudriñar las Escrituras del Antiguo Testamento para probar a los maestros. Deut. 13:1-5 dice que aunque algún profeta hiciera señal o prodigio, si dijera, “Vamos en pos de dioses ajenos”, el tal “ha de ser muerto”. Como dijo Isaías (8:20), “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”; nosotros, sin embargo, tenemos tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento. La norma o regla que seguir ahora es el patrón apostólico .
Constantemente tenemos que examinar todo lo relacionado con la religión. El Señor siembra trigo, pero Satanás siembra cizaña; el Señor estableció su iglesia, pero Satanás la
substituye con denominaciones; el Señor y los apóstoles hicieron milagros, pero muchos se dejan llevar por la “obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Tes. 2:9). De la misma manera Dios ha enviado a sus apóstoles y profetas, y Satanás ha enviado a los suyos (2 Cor. 11:13-15).
“Examinadlo todo” requiere la investigación, que uno someta a prueba su fe y práctica. Cualquier líder religioso (o pariente o amigo) que rehúse una investigación amplia de su enseñanza no enseña la verdad, porque el Señor requiere que todo se someta a prueba, que no aceptemos cierta enseñanza simplemente porque confiamos en nuestros padres o en otros que nos han enseñado, ni tampoco porque el que nos enseñó fue muy sincero o muy celoso o muy educado, etc. Más bien, es necesario “poner a prueba” todo detalle de nuestra fe y práctica para estar seguros de que estamos bien fundados en la verdad revelada por el Espíritu Santo.
Una de las salidas más populares para evitar la investigación de alguna doctrina es la expresión, “lo que usted dice es solamente la interpretación de usted”, y otra es, “cada quien tiene el derecho de creer lo que quiera”. Con tales dichos cierran la conversación y evitan la investigación de su creencia. Para los tales el error es tan bueno como la verdad; “por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira” (2 Tes. 2:10,11).
-- retened lo bueno. – “Lo bueno” es el evangelio puro. Habiendo probado los espíritus (maestros) por medio de las Escrituras (Hech. 17:11) y por medio del don del “discernimiento de espíritus” (1 Cor. 12:10), deberían rechazar todo error y retener o guardar la verdad pura. Retenemos lo bueno (la verdad), al estudiarla, practicarla y predicarla. “Retened lo bueno” equivale a perseverar en la doctrina de los apóstoles (Hech. 2:42). “Nosotros (los apóstoles) somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Jn. 4:6). Pablo insistió en que Timoteo guardara lo que se le encargaba: 1 Tim. 6:20, “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado”; 2 Tim. 1:13, “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. 14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. ¿Por qué era necesario esta exhortación? “Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes” (2 Tim. 1:15); La palabra de falsos hermanos “carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad” (2 Tim. 2:17, 18). Al concluir esta segunda carta a Timoteo Pablo dice (4:1), “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”.
La palabra forma quiere decir ejemplo, o patrón. Es necesario retener (guardar, seguir) el ejemplo o patrón dejado por Pablo y los otros hombres
inspirados; p. ej., Pablo explica en Rom. 6:17 que al ser bautizados obedecemos “aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados”; nos dejaron el ejemplo de escoger ancianos en cada congregación, dando a entender que cada iglesia es autónoma (Hech. 14:23), y de participar de la cena del Señor y de ofrendar el primer día de la semana (Hech. 20:7; 1 Cor. 16:1, 2).
Los judaizantes no querían retener lo bueno, sino que querían imponer la ley (mayormente la circuncisión) sobre los hermanos gentiles (Hech. 15:1, 5). Los judaizantes no retuvieron lo bueno, sino que pervirtieron el evangelio (Gál. 1:6-9; 3:1; 5:4). Por lo tanto, Pablo les dijo, “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gál. 5:1).
Algunos de los hebreos dejaron de retener lo bueno y recayeron (Heb. 6:4). “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Heb. 2:1); “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (Heb. 3:12).
Jesús dijo a la iglesia de Tiatira, “lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga” (Apoc. 2:25), y dijo lo mismo a la iglesia de Filadelfia, “retén lo que tenéis” (Apoc. 3:11).
5:22 Absteneos de toda especie (forma, LBLA) de mal. – 4:3, “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación”; “Que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre” (Hech. 15:20). También es necesario abstenernos o apartarnos de todo error doctrinal: p. ej. “algunos apostatarán de la fe … prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos” (1 Tim. 4:3; compárese Col. 2:22, 23). Muchos de los que condenan la fornicación, etc., son indiferentes hacia el error doctrinal, pensando que es inofensivo, que no hace ningún daño, pero el evangelio pervertido (Gál. 1:7-9) no es el poder de Dios para salvarnos (Rom. 1:16).
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Cor. 9:25); “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Ped. 2:11). A veces los hermanos que quieren acercarse al mundo dicen (acerca de alguna práctica mundana), “eso no me afecta”, pero con esa actitud es probable que ya le haya afectado (debilitado). Es necesario alejarnos de toda forma de pecado: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Tim. 2:22; compárense 1 Cor. 6:18, huir de la fornicación; 10:14, huir de la idolatría; 1 Tim. 6:11, huir de la avaricia; habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo, 2 Ped. 1:4).
5:23 Y el mismo Dios de paz (Rom. 15:33; 16:20; 2 Cor. 13:11; Filip. 4:9; 2 Tes. 3:16, la fuente de la paz verdadera) os santifique por completo; -- Esta sección termina con una oración, al igual que la primera (3:11-13). Dios nos santifica cuando obedecemos al evangelio (1 Cor. 6:11) y, por eso, comienza su carta a los corintios diciendo, “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús”, pero a la misma iglesia dice, “limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,.. perfeccionando la
santidad en el temor de Dios” (2 Cor. 7:1) y a los tesalonicenses Pablo dice, “la voluntad de Dios es vuestra santificación” (4:3).
-- y todo vuestro ser, espíritu, -- “PNEUMA denota en primer lugar el viento; también aliento; luego, de forma especial, el espíritu, que, a semejanza del viento, es invisible, inmaterial y poderoso” (WEV). En este texto la palabra espíritu quiere decir “la parte inmaterial e invisible del hombre, Lc 8:55; Hch 7:59; 1 Co 5:5; Stg 2:26; cp. Ec 12:7” (WEV). Para los testigos del Atalaya esta palabra nunca significa el espíritu eterno que está hecho a la imagen de Dios, sino que sólo significa viento o aliento. Según el concepto torcido de los testigos, pues, Esteban dijo, “Señor Jesús, recibe mi aliento” (Hech. 7:59), y Pablo dijo, “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el aliento sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Cor. 5:5).
--alma -- “PSUCHE denota el aliento, el aliento de la vida, y luego el alma, en sus varios significados ... (a) la vida natural del cuerpo, ... Lc 12:22 ... (b) la parte inmaterial, invisible, del hombre, Mt 10:28 ...” (WEV). En este texto (1 Tes. 5:23) significa el aliento de vida, porque Pablo también usa la palabra PNEUMA para indicar el hombre interior (2 Cor. 4:16). Comúnmente no se encuentran los términos espíritu y alma en el mismo texto, pero aquí de la manera más extensiva Pablo se refiere a todo vuestro ser.
-- y cuerpo, -- el cuerpo del cristiano es santificado para el uso de Dios porque es el templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19, 20). Rom. 12:1.
-- sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. -- Desde luego, el hombre tiene que cooperar con Dios en el proceso de la santificación (véase 4:3). Dios no nos puede guardar si no queremos ser guardados. Judas (24) dice, “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría”, pero también dice (v. 21), “conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”; es decir, Dios nos guarda, pero también nosotros tenemos que conservarnos en su amor. Pedro dice (1 Ped. 1:5), “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero”. Somos guardados “por el poder de Dios”, pero también somos guardados “mediante nuestra fe”. ¿Qué pasa, pues, con los que pierden la fe? (1 Tim. 1:19; 2 Tim. 2:18). Dios es fiel.
Pablo había dejado un buen ejemplo para ellos: “Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes” (1 Tes. 2:10).
5:24 Fiel es el que os llama (2 Tes. 2:14), el cual también lo hará. -- En la segunda carta (3:3) dice, “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal”; dice a los corintios (1 Cor. 1:8), “el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9 Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”; también en la misma carta, 10:13, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”; Juan
dice (1 Jn. 1:9), “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. En base a la fidelidad de Dios, Pablo expresa gran confianza (Rom. 8:31-39) (JWM).
Por eso, Dios hará lo que El promete hacer. Nos llama y hará todo lo posible por santificarnos “por completo” para que todo nuestro ser “sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Sin embargo, el cristiano tiene que poner su parte (4:3). “Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna” (Judas 21). Pedro dice que somos guardados mediante la fe”: “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Ped. 1:5). ¿Qué pasará con los que “naufragaron en cuanto a la fe” (2 Tim. 1:18)?
5:25 Hermanos, orad por nosotros. -- En muchos textos vemos que Pablo oraba por las iglesias y por ciertos hermanos en particular. También pide sus oraciones por él (p. ej., Rom. 15:30; 2 Cor. 1:11; Efes. 6:19; Col. 4:3; 2 Tes. 3:1). Dice Heb. 13:18, “Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo”.
5:26 Saludad a todos los hermanos con ósculo santo. -- Compárense Rom. 16:16; 1 Cor. 16:20. “Saludaos unos a otros con ósculo de amor” (1 Ped. 5:14). Sea lo que sea el modo de saludar (besar, abrazar, estrechar manos), debe ser santo; es decir, debe ser con sinceridad y buena voluntad. Que nunca sea un beso de Judas. Lamentablemente muchos se saludan con beso o con palabras hermanables aunque en su corazón haya dagas de odio y desprecio. ¿Cómo podían los corintios que tienen celos, contiendas y disensiones (1 Cor. 3:3) saludarse los unos a los otros con un beso santo? Para saludarse correctamente los santos deben estar “llenos de bondad” (Rom. 15:14).
Hay mucho abuso del saludar con beso. Conocí a un hermano que sin faltar besaba a las hermanas, con tal que fueran jóvenes y bonitas. Otro hermano fue acusado por las hermanas de besar sensualmente.
5:27 Os conjuro (“hacer jurar, poner bajo obligación de juramento”, WEV) por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos. – “Como esta es la primera de las Epístolas del Nuevo Testamento, él hace de ésta la ocasión de un solemne mandato, de que siempre así leída públicamente, fuese ejemplo de lo que debería hacerse en el caso de otras” (JFB). Véanse Col. 4:16; Apoc. 1:3. Compárense Deut. 31:9-13; Josué 8:33-35. Los escritos de los apóstoles fueron copiados y circulaban entre todas las iglesias.
Los hombres religiosos que no temen hacer caso omiso del conjuro de Pablo tienen corazones endurecidos. Están resueltos a imitar a los judíos: “¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis” (Luc. 11:52). “Lo que Pablo manda con conjuro, Roma prohibe bajo maldición” (Bengel, JFB).
Pablo entregaba a todo miembro de esa iglesia un mensaje del Señor (“os decimos esto en palabra del Señor”, 1 Tes. 4:15); cada miembro debería oírlo porque cada miembro es responsable delante del Señor. Nadie responderá por
otro (Rom. 14:12). Pablo no quería que ningún miembro fuera engañado (2 Tim. 2:3). Es posible que algunos apagaran los dones del Espíritu o menospreciaran algunas de las profecías (enseñanzas) (5:19, 20); por eso, cada miembro estaba obligado a examinarlo todo y retener lo bueno, y para hacerlo tenía que oír toda palabra de esta carta.
Este texto refuta el concepto necio inventado por el clero romano de que los miembros de la iglesia no pueden leer y estudiar las Escrituras por sí mismos. Si no pueden, entonces están sin esperanza en este mundo, porque los que profesan ser guías infalibles son apóstatas y falsos maestros. Si la gente común no puede entender las Escrituras, ¿cómo lograban entenderlas Loida y Eunice (2 Tim. 1:5), los de Berea (Hech. 17:11) y los efesios (Efes. 3:3, 4; 5:17)?
Hay otro problema igualmente serio: Pablo manda que esta carta “se lea a todos los santos hermanos”, pero ¿qué beneficio habría en eso si los miembros no estuvieran presentes en la reunión?
“Todos los santos hermanos” pueden y deben entender las Escrituras. Los que dependen de lo que otros dicen fácilmente son engañados, pero Dios los tendrá responsable por su falta de entender su voluntad, porque les dio un mensaje personal a todos. Recuérdese que muchas enseñanzas se dirigen a ciertas clases de personas: a los padres, a los esposos, a los hijos, a los amos, a los esclavos, a los ancianos, a los evangelistas, etc. ¿Cómo pueden estos distintos grupos de personas esperar hasta que otros les digan lo que Dios les dice a ellos?
Pablo emplea el vocablo conjuro para enfatizar lo serio de que esta carta fuera leída “a todos los santos hermanos” de Tesalónica. De otro modo no sería de ningún beneficio para ellos. Esta carta no pertenecía a los ancianos, sino a la iglesia (JBC). Los ancianos son los obispos (supervisores) de la congregación, pero no tienen el derecho de prohibir que la iglesia oiga la palabra de Dios. Uno de los primeros pasos de la apostasía es el paso tomado por los ancianos que prohíben que el predicador predique sobre ciertos temas bíblicos. Véase 2 Tim. 4:3-4. Pablo no dice, “Yo quiero que los ancianos lean esta carta y que la expliquen a la gente”, sino que la gente misma la oiga. A pesar de lo serio de lo que Pablo dice aquí, muchos líderes religiosos han convencido a sus feligreses de que sólo ellos (los líderes) pueden entender las Escrituras y que la gente debe aceptar las interpretaciones de ellos.
Una táctica usada por tales líderes ha sido la de aprovecharse de la palabra santos que aparece en nuestra versión (se omite en LBLA, VM, VHA y otras). Con astucia algunos aplican esta palabra al llamado clero para “justificarse” en su práctica condenable de no dar la palabra a la gente común (los llamados laicos).
Pablo quería que todos los hermanos oyeran toda palabra que él había escrito a esta iglesia, porque en ella (1) expresó su gran amor y aprecio por ellos, (2) les explicó unos detalles importantes acerca de su ministerio entre ellos, (3) les exhortó con respecto a cómo deberían andar para agradar a Dios: a saber, (a) evitar la fornicación, (b) practicar el amor fraternal, (c) trabajar con sus manos para tener tranquilidad, (d) estimar a los que trabajaban entre ellos y, por último, les entregó la serie de exhortaciones de 5:14-22. En medio de estas instrucciones prácticas explicó algunos aspectos de la segunda venida de Cristo (4:13-5-11) y dio exhortaciones al respecto. Estas palabras
son muy necesarias para los familiares y hermanos de los que mueren en el Señor.
Dice a los colosenses (4:16), “Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros”. Véase también Apoc. 1:3, “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. El Señor quiere que su palabra sea leída a la gente. Hay muchos analfabetos o personas que no leen bien y aunque mucha gente tenga Biblia, pocos la estudian. Por lo tanto, todavía y siempre es buena práctica leer las Escrituras a la gente. Es probable que 1 Tim. 4:13 (“ocúpate en la lectura”) se refiera, no sólo al estudio privado, sino a la lectura pública de las Escrituras, porque se conecta con “la exhortación y la enseñanza”. El Antiguo Testamento era leído públicamente, especialmente en las sinagogas (Luc. 4:16, 17; Hech.17:1-3). Los levitas “leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Neh. 8:1-3, 7, 8, 12). Cuánto más las escrituras del Nuevo Testamento deben ser leídas en las iglesias de Cristo.
Pablo no dice, “Os conjuro por el Señor que esta carta NO se lea a los hermanos”. El concepto del clero romano, de los jefes del Atalaya y de muchos otros sectarios es que la gente no puede entender las Escrituras sin las explicaciones de ellos. Dicen esto porque saben que la gente sí puede entender las Escrituras y que descubrirá la falsedad de las doctrinas sectarias. ¿Dijo Pablo que la gente no puede entender las Escrituras? (Efes. 3:3), “que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, 4 leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo”. “Leyendo lo cual podéis entender”. Después agrega esta exhortación “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efes. 5:17).
5:28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén. – (1:1).