Sermón sin título
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Cantemos!
Cantemos!
“Vengan, cantemos con júbilo al SEÑOR; aclamemos a la ROCA DE NUESTRA SALVACIÓN.” ()
Nuestros días suelen estar inundados de afán, ansiedad, temores, dudas. Y aún sabiendo que Dios en su palabra nos provee una cubierta sólida para resistir cualquier tipo de tormenta, es común que nuestro ánimo decrezca frente a las batallas diarias.
Pablo exclama: “¡Por nada estéis afanosos!” () y Pedro complementa ese llamado diciendo: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1ªPedro 5.7)
Nuestra respuesta evidente puede ser: ¿Pero, cómo logro eso? ¿Cómo cantaré con júbilo en medio de mis días más complejos? Seguro, ni Pedro, ni Pablo tenían en mente mis problemáticos días cuando escribieron sus cartas.
Israel también en un minuto concluyó eso, cuando estaban en la tristeza del destierro y la cautividad: “Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?” ()
2 Sobre los sauces en medio de ella
Colgamos nuestras arpas.
3 Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos,
Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.
Tanto Pablo, como Pedro, tenían en su mente algo que hoy es bueno recordar. Nuestro cántico no depende de nuestras emociones ni estados de ánimo. No depende de las circunstancias que enfrentemos. ¡La gloria de nuestro cántico no está en quién emite el cántico, sino en quién lo motiva!
4 ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová
En tierra de extraños?
“¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor!” Resuena el llamado del . ¡Cantémos! Un llamado al pueblo de Dios para adorarle. El Señor debe ser alabado. No podemos presentarnos ante Dios sin acción de gracias. Lo importante en la Escritura no es la condición del pueblo, sino la grandeza de Dios. Quien canta solo cuando tiene el suficiente corazón para hacerlo, aún tiene mucho que aprender. Razones nos sobran. En todo tiempo, Dios debe ser alabado.
Puedes pensar: “Si, cantaré, pero en mi corazón, en mi silencio, en mi dolor...” No obstante no es la perspectiva que nos presenta la Escritura.
El origen de la palabra “cantemos” proviene de un verbo hebreo que reúne los conceptos de dividir los oídos, gritar, alzar la voz, dar la alarma, sonar una explosión. Este verbo aparece 33 veces en el Antiguo testamento y comunica
El Salmista nos anima a interrumpir nuestra actuar diario para exaltar con júbilo al Señor; no con lo mínimo, sino con lo máximo de nosotros. ¿Qué puede darnos esa potencia para a diario dejar a un lado nuestras terrenales preocupaciones? El Salmista apunta al motivo de nuestro cántico: “La Roca de nuestra Salvación”.
El gran Salvador, Cristo, roca fuerte, ha vencido la muerte. No hay derrota en él, su victoria jamás será removida. ¡Cristo reina!
Ofrece a Dios hoy tu exaltación, por sobre tus problemas, por sobres tus sentimiento, por sobre tus emociones. Exáltale con júbilo, no bajes tu voz. Nadie te puede callar si estas convencido que Jesús victorioso merece ser alabado hoy. No seas mezquino para exaltarle, no juzgues a tu hermano por como lo hace. Fuiste salvado para que disfrutes de un fiesta eterna:
“Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta, porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” ()
¿Te ha vestido? ¿Te selló con un anillo en tu mano? ¿Te ha perdonado?… entonces, ¿cuál es tu motivo para no cantar tal maravilla?
“