La respuesta directa y rígida (3:3). Cristo contestó dramáticamente, casi interrumpiendo a Nicodemo. Tanto así, que no lo dejó hacer una pregunta. Siendo un líder estudiado y educado, no cabe duda que Nicodemo quería explicar en forma más lenta la razón de su visita. Sin embargo, Cristo “sabía lo que había en el hombre” (2:25) y no lo dejó terminar. Más bien, con palabras sorprendentes, suplió lo que Nicodemo ni siquiera sabía que necesitaba.