Resultados de la desobediencia
La instrucción Divina
Le da un mandato v. 3. Este también es muy claro. Lo comisiona para que elimine totalmente todo vestigio de los amalecitas: tanto personas como animales. Todos debían ser aniquilados en justa retribución por sus hechos pasados. Parece cruel el trato que el Señor exige, pero más bien es justo.
Pero Saúl optó por obedecer parcialmente. En vez de eliminar totalmente al enemigo de Jehová, decidió junto con su pueblo, preservar la vida del rey Agag y lo mejor de su ganado. Sólo destruyeron lo vil y despreciable según su opinión (v. 9), siendo que para el Santo de Israel todo lo relacionado con Amalec caía en esa categoría. Esta obediencia parcial fue lo que provocó el rechazo total del rey por parte del Soberano del universo.
El rechazo total de Saúl como rey aprobado por Dios se encuentra en los versículos 13–31. Su casa (dinastía) había sido desechada desde el capítulo 13. Ahora Jehová rechaza al mismo rey como persona, porque él no soporta a los desobedientes. Como padre amoroso tiene que disciplinarlos. Note bien la diferencia que hay entre la evaluación del Señor y de Saúl. Dios dice que Saúl “no ha cumplido mis palabras” (v. 11) mientras el rey dice “yo he cumplido la palabra de Jehová” (v. 13) y “he obedecido la voz de Jehová” (v. 20). Algo andaba mal. Parece que el rey había perdido su capacidad de discernir.
No obstante, cuando llegamos a los versículos 24 y 30, es obvio que el monarca había cambiado radicalmente de actitud. Confiesa: “Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y sus palabras”. ¿Qué modificó su opinión? La explicación se encuentra en la última parte del versículo 23 donde el profeta decreta definitivamente el rechazo de Saúl: “Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”.
La parte central de todo este encuentro está en los versículos 22 y 23a donde Samuel aclara la naturaleza del pecado de Saúl, quien le daba mayor importancia a los ritos que a la obediencia. El y el pueblo pensaban que conservar a los mejores animales para ocuparlos en los sacrificios era igual que obedecer, pero no fue así. La obediencia parcial se compara con la obstinación y rebelión. Dios no se complace en el culto externo, lo que quiere es que guardemos su Palabra al pie de la letra.
Esta sección que trata del rechazo de Saúl comienza y termina con la misma idea. En el original, se usa el mismo verbo principal en los versículos 11 y 35. En el primero, Jehová dijo: “Me pesa” y en el último dice: “Jehová se arrepentía”. El Omnipotente sentía una tristeza profunda porque su rey era tan rebelde como los monarcas de las otras naciones. Por esa razón no podía seguir usándolo como instrumento para gobernar a su pueblo.