la vida resucitada del creyente
En 2:11, 12, vemos al creyente muerto, sepultado y resucitado.
En Efesios 2:6, lo vemos resucitado y sentado en el cielo con Cristo.
Aquí también lo vemos resucitado pero morando en la tierra.
Para manifestar el carácter de Jesucristo en esta tierra.
I. VIDA CELESTIAL (Colosenses 3:1, 2)
Aunque estamos en la tierra debemos vivir en el cielo.
Las cosas de arriba son celestiales. Es vida en Cristo.
Si nuestros tesoros están en el cielo, allí los buscaremos.
Si para nuestra salud corporal debemos observar reglas, no debemos olvidar las reglas para nuestra salud espiritual.
Todo lo que es de valor está arriba. Allí está la riqueza.
II. VIDA ESCONDIDA (Colosenses 3:3)
Somos como la carta escondida dentro del sobre.
El muerto ya no pertenece a la esposa. Hemos muerto al mundo.
El mundo no ve nuestra verdadera vida, está escondida en Cristo.
Cristo quiere guardarnos limpios de toda impureza en él.
De nuestra parte, no habrá gran esfuerzo. El es nuestra vida.
Decía Pablo: “Aunque amándoos más, sea amado menos”. (2 Corintios 12:15).
Así como Cristo se escondió, después de redimirnos, en el Espíritu Santo.
III. VIDA MANIFESTADA (Colosenses 3:4)
La manifestación no debe ser de la vida carnal sino de Cristo.
Pero el día llega cuando seremos manifestados en él.
Semejante esperanza nos hace más puros, separados y consagrados.
Mientras tanto, procuraremos cumplir lo
IV. VIDA AMORTIGUADA (Colosenses 3:5)
“Amortiguad”, aquí, es “hacer morir”. Dios es amor
¿ira de Dios?
No los miembros del cuerpo sino la carnalidad.
Es nuestro viejo hombre el que debe recibir la herida mortal.
En este sentido hay muchos fracasos en vez de vidas puras.
hay cinco cosas que deben morir
Debemos escoger lo que toca a la vida espiritual.
Rechazando lo que toca a la vida de la carne y del mundo.