¿Cómo es el Reino de Dios?
El Evangelio del Reino de Dios • Sermon • Submitted
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· 81 viewsReflexionar sobre la integralidad y prioridad del evangelio del reino de Dios.
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HABLEMOS DE LA VIDA
HABLEMOS DE LA VIDA
Respondamos a las siguientes preguntas:
¿Qué tanta efectividad tiene el Evangelio del Reino Dios?
Qué dimensiones de la vida trastoca o transforma?
¿Cuál es la prioridad del Reino de Dios?
ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS
ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS
Para su integración como elementos constitutivos, esenciales de la misión de la Iglesia, hay dos enfoques: uno la restauración de todas sus relaciones y la restauración integral de la persona.
Para su integración como elementos constitutivos, esenciales de la misión de la Iglesia, hay dos enfoques: uno desde la perspectiva del propósito de Dios y el otro desde el punto de vista de la naturaleza del ser humano.
A. EL REINO DE DIOS Y SU INTEGRALIDAD
Padilla, C. R. (2006). Hacia una definición de la misión integral. En C. R. Padilla & T. Yamamori (Eds.), El proyecto de dios y las necesidades humanas (p. 29). Sante Fe, Argentina: Kairós.
1. LA TOTALIDAD DE SUS RELACIONES
10 e hizo que se cumpliera el término que había señalado. Y este designio consiste en que Dios ha querido unir bajo el mando de Cristo todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra.
Esto quiere decir, entre otras cosas, que el propósito de la misión no es meramente la salvación del alma sino la transformación de la persona de modo que ésta glorifique a Dios en todas las dimensiones de la vida humana: en su relación con Dios, pero también en sus relaciones interpersonales, en su relación con la creación de Dios y en su manera de concebirse a sí misma. La conversión de la persona a Jesucristo es la irrupción de la nueva creación que convierte al ser humano en una manifestación del propósito de Dios de hacer nuevas todas las cosas. Hablar de «misión integral», por lo tanto, es hablar de la misión orientada a la reconstrucción de la persona en todo aspecto de su vida, tanto en lo espiritual como en lo material, tanto en lo físico como en lo psíquico, tanto en lo personal como en lo social, tanto en lo privado como en lo público. Vista así, la misión no se limita a asegurar un lugar en el cielo, en el hogar «más allá del sol», sino apunta a transformar a la persona en un colaborador de Dios, en un agente del propósito de Dios de colocar todas las cosas bajo el mando del Señor Jesucristo (cf. ).
20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Col 1.
Esto quiere decir, entre otras cosas, que el propósito de la misión no es meramente la salvación del alma sino la transformación de la persona de modo que ésta glorifique a Dios en todas las dimensiones de la vida humana: en su relación con Dios, pero también en sus relaciones interpersonales, en su relación con la creación de Dios y en su manera de concebirse a sí misma. La conversión de la persona a Jesucristo es la irrupción de la nueva creación que convierte al ser humano en una manifestación del propósito de Dios de hacer nuevas todas las cosas. Hablar de «misión integral», por lo tanto, es hablar de la misión orientada a la reconstrucción de la persona en todo aspecto de su vida, tanto en lo espiritual como en lo material, tanto en lo físico como en lo psíquico, tanto en lo personal como en lo social, tanto en lo privado como en lo público. Vista así, la misión no se limita a asegurar un lugar en el cielo, en el hogar «más allá del sol», sino apunta a transformar a la persona en un colaborador de Dios, en un agente del propósito de Dios de colocar todas las cosas bajo el mando del Señor Jesucristo (cf. ).
El propósito de Dios es reconciliar al ser humano en todas sus dimensiones, con Dios, el prójimo, la creación y consigo mismo.
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
eFESIOS
Esta manera de ver las cosas tiene importantes consecuencias para la evangelización. Una de ellas es que el propósito de la evangelización no es hacer de las personas individuos religiosos que se separan del mundo para disfrutar de su salvación. El propósito de la evangelización es, más bien, formar comunidades que confiesan a Jesucristo como Señor de la totalidad de la vida y viven a la luz de esa confesión; comunidades que no sólo predican acerca del amor de Dios sino que lo demuestran concretamente en términos de «buenas obras», «las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» ().
2. LA INTEGRALIDAD DEL SER HUMANO
Esta manera de ver las cosas tiene importantes consecuencias para la evangelización. Una de ellas es que el propósito de la evangelización no es hacer de las personas individuos religiosos que se separan del mundo para disfrutar de su salvación. El propósito de la evangelización es, más bien, formar comunidades que confiesan a Jesucristo como Señor de la totalidad de la vida y viven a la luz de esa confesión; comunidades que no sólo predican acerca del amor de Dios sino que lo demustran concretamente en términos de «buenas obras», «las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» ().
Santiago
15 Si alguien no tiene ropa ni comida, 16 y tú no le das lo que necesita para abrigarse y comer bien, de nada le sirve que tú le digas «Que te vaya bien, abrígate y come hasta que te llenes». 17 Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve decir que le somos fieles, si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta.
Porque el ser humano es una unidad, no se puede pretender ayudar a la persona dando atención a sus necesidades en un solo aspecto de lo que es (por ejemplo, su necesidad de perdón de Dios, una necesidad espiritual) pero dejando completamente de lado sus necesidades en otros aspectos (por ejemplo, en el corporal o el material). Santiago reconoce esto y por lo tanto asevera que la fe que no reconoce las necesidades del cuerpo y se limita a expresar buenos deseos «está muerta»: «Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse”, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta» ().
Desde esta perspectiva, la «misión integral» es la misión orientada a la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano, incluyendo su necesidad de Dios, pero también su necesidad de amor, alimento, techo, abrigo, salud física y mental, y sentido de dignidad humana.
30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Marcos 12.30
Además, este enfoque toma en cuenta que el ser humano es un ser social, creado para vivir en comunión con Dios y con el prójimo. Consecuentemente, presupone que no basta ocuparse del bienestar espiritual individual de una persona sin a la vez prestar atención a sus relaciones interpersonales y su ubicación en la sociedad. El amor a Dios es inseparable del amor al prójimo: «De estos dos mandamientos —dijo Jesús— dependen toda la ley y los profetas» (). Pero, ¿cómo puede la persona crecer en su capacidad de amor al prójimo si la única ayuda que recibe está enfocada en su relación con Dios a nivel individual, sin referencia a su relación con los demás? Desde este ángulo, hablar de «misión integral» es hablar de la misión orientada a formar personas solidarias, que no viven para sí sino para los demás; personas con la capacidad de recibir y de dar amor; personas que «tienen hambre y sed de justicia» y que «trabajan por la paz».
Además, este enfoque toma en cuenta que el ser humano es un ser social, creado para vivir en comunión con Dios y con el prójimo. Consecuentemente, presupone que no basta ocuparse del bienestar espiritual individual de una persona sin a la vez prestar atención a sus relaciones interpersonales y su ubicación en la sociedad. El amor a Dios es inseparable del amor al prójimo: «De estos dos mandamientos —dijo Jesús— dependen toda la ley y los profetas» (). Pero, ¿cómo puede la persona crecer en su capacidad de amor al prójimo si la única ayuda que recibe está enfocada en su relación con Dios a nivel individual, sin referencia a su relación con los demás?
B. EL REINO DE DIOS ES PRIMERO
Desde este ángulo, hablar de «misión integral» es hablar de la misión orientada a formar personas solidarias, que no viven para sí sino para los demás; personas con la capacidad de recibir y de dar amor; personas que «tienen hambre y sed de justicia» y que «trabajan por la paz»
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mateo
Necesitamos un cambio de actitud. Hay dos actitudes posibles frente a su demanda. Por un lado está la actitud carnal y de la vieja naturaleza humana. Esta es la actitud de esperar “a ver qué pasa”. Es la actitud del espectador de la obra de Dios en el mundo. La renovación y el avivamiento no son para quienes se acomodan en una actitud pasiva o se apoltronan en un quietismo insensible. Dios siempre se revela “en el camino” y nunca “en el balcón”, para decirlo usando la clásica expresión de Juan A. Mackay. Hay muchos creyentes e iglesias con una manía “balconista”, que es la de los observadores de la obra de Dios, de los que la critican, la analizan, la miden, la estudian, pero no participan de ella. Es la actitud de querer recibir en lugar de dar, o sea, la actitud del hijo pródigo en su rebeldía (). En el plano espiritual, es la actitud del neófito, del párvulo espiritual o del creyente inmaduro.
Necesitamos un cambio de actitud. Hay dos actitudes posibles frente a su demanda. Por un lado está la actitud carnal y de la vieja naturaleza humana. Esta es la actitud de esperar “a ver qué pasa”. Es la actitud del espectador de la obra de Dios en el mundo. La renovación y el avivamiento no son para quienes se acomodan en una actitud pasiva o se apoltronan en un quietismo insensible. Dios siempre se revela “en el camino” y nunca “en el balcón”, para decirlo usando la clásica expresión de Juan A. Mackay. Hay muchos creyentes e iglesias con una manía “balconista”, que es la de los observadores de la obra de Dios, de los que la critican, la analizan, la miden, la estudian, pero no participan de ella. Es la actitud de querer recibir en lugar de dar, o sea, la actitud del hijo pródigo en su rebeldía (). En el plano espiritual, es la actitud del neófito, del párvulo espiritual o del creyente inmaduro.
Necesitamos un cambio de prioridades. Jesús indica que debemos “buscar primeramente” el reino. En este sentido, hay tres preguntas que debemos formularnos. Por un lado, ¿qué es lo primero en nuestra vida? El Señor y su causa deben ocupar el primer lugar. Toda nuestra atención debe estar puesta en obedecerlo. Por otro lado, ¿qué es lo central en nuestra vida? Los psicólogos distinguen entre lo focal y lo marginal en nuestra atención. Una persona leyendo un libro en una sala llena de libros tiene su atención focal en las páginas que están delante de sus ojos, y su atención marginal en el resto de los libros. Nuestra vida debe ser como un sistema solar en el que Cristo ocupa el lugar central, como foco personal del reino, y todo lo demás debe girar a su alrededor. Además, ¿qué es lo mejor en nuestra vida? No se trata de lo bueno sino de lo mejor, porque “buscar primeramente” significa desear lo mejor en nuestras vidas cristianas ().
Necesitamos un cambio de prioridades. Jesús indica que debemos “buscar primeramente” el reino. En este sentido, hay tres preguntas que debemos formularnos. Por un lado, ¿qué es lo primero en nuestra vida? El Señor y su causa deben ocupar el primer lugar. Toda nuestra atención debe estar puesta en obedecerlo. Por otro lado, ¿qué es lo central en nuestra vida? Los psicólogos distinguen entre lo focal y lo marginal en nuestra atención. Una persona leyendo un libro en una sala llena de libros tiene su atención focal en las páginas que están delante de sus ojos, y su atención marginal en el resto de los libros. Nuestra vida debe ser como un sistema solar en el que Cristo ocupa el lugar central, como foco personal del reino, y todo lo demás debe girar a su alrededor. Además, ¿qué es lo mejor en nuestra vida? No se trata de lo bueno sino de lo mejor, porque “buscar primeramente” significa desear lo mejor en nuestras vidas cristianas ().
Jesús ofrece una promesa
Jesús ofrece una promesa
Dice él: “y todas estas cosas les serán añadidas.”
Jesús no nos propone renunciamiento. La promesa de Jesús no exige un voto de pobreza, castidad y obediencia. No es su propósito hacernos monjes, privados de toda bendición. Su orden no es: “Renuncien a la comida, el vestido y la bebida.” Según Jesús, el Padre reconoce que “todas estas cosas” son necesidades humanas legítimas y él no las niega.
Jesús nos propone ordenamiento. Él nos propone colocar “todas estas cosas” en un segundo lugar, sin que por esto renunciemos a ellas. Un gran padre de la iglesia del siglo III, Orígenes de Alejandría, escribió: “Busquen las grandes cosas y las pequeñas cosas les serán añadidas; y busquen las cosas celestiales y las cosas terrenales les serán añadidas.” Un gran predicador inglés, Henry Drummond, les decía a sus alumnos en el seminario: “No sean como los anfibios, con la mitad de la vida en un mundo y la otra mitad en otro.” Siempre va a haber algo que ocupe el primer lugar en nuestra vida. ¡Que sea el reino de Dios y el hacer lo que él quiere! No podemos ser parte del reino de Dios a menos que hagamos propia la promesa de Jesús y coloquemos cada cosa en su lugar.
Deiros, P. A. (2008). El Evangelio que proclamamos (pp. 53–54). Buenos Aires: Publicaciones Proforme.