Enemigos de la fe LA CONGOJA
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Enemigos de la fe, La congoja |
El galardón más grande de la fe es agradar a Dios. Agradar a Dios es mucho más importante que las cosas que podamos obtener. Hay muchas personas que lograron agradarle, aunque no obtuvieron las cosas prometidas por parte de Él. La fe tiene enemigos, como el pecado, la falta de perseverancia y el temor. Las aflicciones pueden ser enemigas de la fe o pueden sus aliadas. En Éxodo 6 se nos narra la historia del pueblo de Israel saliendo de Egipto. Dios los llevó por caminos en donde no encontrarían a sus enemigos para que no se desanimaran y volvieran atrás. Muchos de nosotros pasamos por épocas en nuestra vida cuando el Señor no nos tiene expuestos a nuestros enemigos, pero llega el tiempo en que para poseer la tierra más deseada, debemos enfrentarnos a ellos. El pueblo de Israel conquistó esa tierra hasta que creyeron en Dios y le obedecieron, venciendo a sus enemigos. En Éxodo 6:6 leemos cuando Dios le prometió al pueblo de Israel que lo sacaría de la esclavitud de Egipto con gran poder, y que les llevaría a la tierra que había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Y sigue diciendo: “De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a causa de su congoja” (Éxodo 6:9). La congoja (angustia) no nos permite escuchar la voz de Dios y salir de las tribulaciones. El pueblo de Israel tenía congoja (tormento) eso hizo que pusieran su mirada en lo que les preocupaba. Así sucede cuando te preocupas, pones tu mirada en tus problemas, y hasta Dios podría sentarse a tu lado y no te percatarías de ello. Hay quienes que al fin de un mensaje se acercan para preguntar acerca del tema predicado, como si no hubiesen escuchado lo que Dios les habló porque, aun oyendo, tenían congoja, y no lograron creer la Palabra que Dios les estaba prometiendo para salir de sus preocupaciones. Hay momentos que aunque Dios grite, no se le escucha. Necesitamos fe para escuchar a Dios y creer en su palabra a pesar de nuestras aflicciones y así conquistaremos las promesas de Dios. |