¿Y, después de Aparecida, QUÉ?

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+ Norberto Strotmann

 

 

¿Y, después de Aparecida, QUÉ?

Hasta el inicio de la V Conferencia de Aparecida[1], todas las expectativas y miradas eclesiales están centradas en ella y en el Documento final que saldrá como conclusión; pero la realidad religiosa y social latinoamericana no va a cambiar durante el mes de mayo de 2007, sino que continuará su misma lógica y devenir socio-religioso. Por eso es válido preguntarnos ¿Y después de Aparecida, QUÉ? Lo que sí podría cambiar (o debería  cambiar) es: 1. la mirada con la que la Iglesia latinoamericana se mira a sí misma, 2. la mirada con la cual mira a la sociedad latinoamericana, y 3. la mirada de su interrelación con ella.

Debemos tomar en cuenta que en estos momentos nos estamos jugando la catolicidad del continente latinoamericano de las próximas décadas. Por eso es tan importante que en esta Conferencia de Aparecida, la Iglesia Católica pueda determinar con claridad cuáles son sus principales problemas y explicar por qué está decayendo cada vez más en su llegada a la feligresía, y como consecuencia, por qué está perdiendo tantos católicos que se van a otras denominaciones religiosas. Estas preguntas toman mayor relevancia al constatar que América es el continente con más alto porcentaje de catolicidad de todo el mundo y constituye casi la mitad de los feligreses de toda la Iglesia Católica.

No es suficiente con echarle la culpa a las sectas, a la indiferencia religiosa, al relativismo o al secularismo de la sociedad moderna (elementos externos a la Iglesia); sino que debemos analizar las causas intrínsecas (intra-eclesiales) de este fenómeno. Tampoco caben los resentimientos históricos frente a una sociedad que ya no es ‘católica’ ni promueve los valores cristianos, porque sería tan infantil como admitir que el catolicismo sólo puede tener vigencia en aquellas sociedades en dónde le brinda todo su apoyo y soporte. Lo que sucede es que 500 años de monopolio religioso católico nos ha dejado sin argumentos y sin creatividad frente a una sociedad latinoamericana que ya no considera a la Iglesia Católica en el centro de su institucionalidad y desarrollo, y en donde la Iglesia Católica ya no es la única (ni necesariamente la más atractiva) en el espectro religioso latinoamericano.

En este sentido, vemos que en las últimas décadas, y en el transcurso de las últimas Conferencias Episcopales, se han dado una serie de cambios a nivel social y eclesial. Según su presencia público-mediática, la Conferencia de Puebla ha sido la más relevante de las cuatro Conferencias que se han dado hasta el momento. En Puebla vemos que, la Conferencia como tal, tuvo un alto impacto social y una alta repercusión eclesial; Santo Domingo tuvo un menor impacto social y una reducida repercusión eclesial; y llegamos a Aparecida con un casi nulo impacto social (pocos saben que se va a realizar esta Conferencia) y una reducida repercusión eclesial (no es un tema que se esté trabajando relevantemente en las comunidades eclesiales latinoamericanas ni ha creado mayor expectativa). Entonces, cabe la pregunta ¿qué está pasando con las Conferencias Episcopales Latinoamericanas? O mejor dicho ¿qué está pasando con la Iglesia Latinoamericana? ¿Porque se da esta progresiva disminución de impacto en los ámbitos sociales e, incluso, en los mismos ámbitos eclesiales?

Durante los últimos años asistimos en América Latina a un paulatino, pero imparable desgaste eclesial (ad intra y ad extra). Cada vez nuestra Iglesia dedica más tiempo a menos gente, y con menor éxito. Y el problema actual no es de validez de la fe, sino de relevancia (social) de la fe (y de la Iglesia). Si bien creemos que el problema de finales del siglo XX en América Latina no era de ‘demanda religiosa’, sino de ‘oferta eclesial’, asistimos a este nuevo siglo con un panorama cada vez más diferente; la gente demanda cada vez menos de Dios y de la Iglesia, y las nuevas generaciones ya no crecen, como antes, con esa religiosidad popular católica, que era casi connatural a la identidad latinoamericana.

Por eso, no podemos seguir con los mismos métodos pastorales de una sociedad que ya no existe, no podemos seguir con formas eclesiales anacrónicas que ya no dicen nada a la feligresía, no podemos mantener visiones y discursos poco inculturados que ya no corresponden al sujeto de nuestra evangelización. Si seguimos haciendo lo mismo durante años y no nos da los resultados positivos que esperamos, entonces debemos cambiar lo que estamos haciendo; pero si a pesar de cambiar nuestras acciones, seguimos teniendo malos resultados, entonces debemos cambiar nuestra mirada de la realidad y de nosotros mismos, sino seguiremos aumentando nuestra miopía eclesial de la realidad social y de la feligresía latinoamericana.

En conclusión, si esta Conferencia de Aparecida piensa que nuestra Iglesia Católica está marchando estupendamente bien (y que todo lo malo viene de fuera) y sólo necesita algunas recomendaciones pastorales y algunos cambios cosméticos en la forma de llegar a nuestra feligresía, habremos desperdiciado una magnífica oportunidad para analizar y pensar críticamente los grandes retos de la Iglesia Latinoamericana de los próximos años. Por eso, sirvan las siguientes líneas para ilustrar algunas perspectivas que creemos necesarias tener en cuenta en un análisis de la problemática socio-religiosa latinoamericana, en la nueva ubicación social que debe tener nuestra Iglesia en el subcontinente, y en las alternativas eclesiales que debemos asumir para cambiar el derrotero de desgaste y merma por donde está caminando actualmente nuestra Iglesia Católica en América Latina.


 

I.   Perspectivas, que Aparecida no debe evadir

Para los participantes en Aparecida existen datos, que toda deliberación pastoral debe tener presente como trasfondo; no tenerlos en cuenta señalaría una falta de responsabilidad. Trataremos en las siguientes páginas algunos problemas trasversales con una mirada hacia la realidad.

a)    La Situación Socio-Eclesial

Para la Iglesia universal, la región de América Latina[2] es de ‘extraordinaria importancia’, porque:

1.         el 43% de todos los feligreses católicos vive en ella (falta poco y será el doble del catolicismo europeo – con 25%) y

2.         con el 85% de la población que se declara católica en el continente, el peso es más que el doble de la presencia católica en Europa con el 40%.

3.         No obstante, hay que tener presente, que casi dos tercios de la población mundial viven en Asia (61%), donde la Iglesia tiene tan solo una presencia marginal (2.9% de la población).[3]

4.         África presenta el 13.7%, Europa el 11%, Oceanía el 0.5%, América del Norte el 5.1% y América Latina el 8.6% de la población mundial. [4]

No hay otra región en el mundo, donde viven tantos católicos; ni existe otra región, donde haya tan pocos no-católicos como en América Latina.

El siguiente cuadro presenta el porcentaje de católicos dentro de los distintos continentes referente al catolicismo mundial:

Lectura:[5]

o        América Latina representa el Catolicismo más concentrado a nivel mundial (42.6%).

o        Con América del Norte forma el 50% del Catolicismo Mundial.

o        Europa representa solo la mitad (25.4%)

El siguiente cuadro contesta a otra pregunta:¿Qué porcentaje poblacional es católico en los distintos continentes?:

Lectura:[6]

 

o        América Latina es el Continente más homogéneamente católico.

o        Solo el 15.3% de su población no pertenecen a la Iglesia católica.

o        El otro extremo es Asia, donde los feligreses católicos forman solo el 2.9% de la población.

Las cifras subrayan: para la Iglesia universal, el Catolicismo en América Latina es de interés estratégico. No obstante, se debe anotar la siguiente contradicción: La región católica ‘numéricamente’ más fuerte a nivel mundial es al mismo tiempo la región ‘institucional-mente’ más débil:

En ninguna región del mundo: a) la relación de ‘feligreses por sacerdote’ es tan precaria como aquí. La misma observación vale b) para la relación de las ‘religiosas por católicos’.[7]

Miremos brevemente los detalles:

Lectura:[8] El cuadro permite comparar los porcentajes continentales de católicos con los porcentajes continentales de sacerdotes. Salta a la vista:

o        América Latina tiene sólo un tercio de sacerdotes, que le correspondería en una distribución equitativa.

o        Por otro lado: Europa – no obstante su fuerte y larga crisis vocacional – tiene el doble de sacerdotes correspondientes, al igual que

América del Norte.

          Serie1: Porcentajes Continentales del Catolicismo Mundial (columna izquierda)

          Serie2: Porcentajes Continentales de todos los Sacerdotes a nivel mundial (col. derecha)

Lectura:[9] El cuadro presenta los promedios de ‘Feligreses por Sacerdote’ según los continentes.

o        El ‘Promedio Mundial autogenerado’ en la Iglesia es de 2.706 feligreses por sacerdote.

o        El sacerdote en América Latina está al servicio de casi el triple de feligreses, tomando el promedio mundial como referencia.

o        Tiene más de 5 veces la cantidad de feligresía, que tiene el sacerdote europeo o norteamericano a su cargo.

o        El sacerdote africano está al servicio de casi el doble de feligreses del promedio mundial.

Llegamos en esta sección a nuestro último ejemplo:

Lectura:[10]

El gráfico permite una inmediata comparación entre el porcentaje continental de RELIGIOSAS y el porcentaje continental de CATÓLICOS, tomando como referencia el Total de Religiosas y de Católicos a nivel mundial. El gráfico indica:

o        América Latina representa el 43% del Catolicismo mundial, pero dispone solo del 17% de Religiosas, poco más de un tercio de las que corresponderían con una distribución equitativa.

o        África tiene una situación similar, ligeramente mejor.

o        El déficit latinoamericano y africano se compensa en los superávit de Asia, Europa y América del Norte.

Para subrayar la ‘contradicción latinoamericana básica’[11] hemos expuesto estas estadís-ticas. Cualquier reflexión sobre el futuro de la Iglesia en esta región ha de tener presente esta situación delicadamente contradictoria.

Deliberaciones pastorales responsables en Aparecida deben tener presente estos datos; deberían disponer – más aún – de estos datos ‘diferenciados por regiones o países’, enriquecidos con indicadores sobre las respectivas tendencias evolutivas.

Hasta el momento hemos observado algunos indicadores externos, referente a la Iglesia en América Latina. Debemos ampliar la perspectiva ahora por algunos indicadores internos para informarnos sobre la situación dentro de la Iglesia y sobre las tendencias elementales de su desarrollo en el contexto de la sociedad latinoamericana.

Como base de nuestro diagnóstico nos sirve una Visita Pastoral Canónica documentada del año 2006[12] en las parroquias de la diócesis de Chosica (Lima Este). Las parroquias están ubicadas en la zona urbano-marginal (Lima Este), marcada por la pobreza y la extrema pobreza. La gran mayoría de feligreses son migrantes de todo el Perú o sus hijos.[13]

Adelantemos el resultado más importante:

Observamos un cambio profundo acerca de la situación de la Iglesia en la sociedad latinoamericana. Todo indica, que el futuro inmediato de la Iglesia en América Latina (la región ‘numéricamente’ y ‘homogéneamente’ más católica a nivel mundial) será el de Europa, no el de los EEUU. En otras palabras: existen indicadores que señalan una creciente ausencia, sea de la fe cristiana sea de la Iglesia en la sociedad latinoamericana.

¿Cuáles son los indicadores para esta tendencia?

·         Observamos en muchos lugares de América Latina un acceso ordinario y permanente de la Iglesia sólo a un 10% de feligreses; el 90% está eclesiásticamente marginado. A la inversa, la pastoral invierte un 90% de su capacidad institucional de servicio pastoral ordinario en el 10% de los practicantes y en las actividades de la regeneración de la Iglesia (e.d., en la Iniciación cristiana). Pero, el 90% de los católicos marginales no tiene la atención que le correspondería.

·         La sociedad latinoamericana cumple cada vez menos su histórica y acostumbrada función subsidiaria de apoyar a la Iglesia en los procesos de re-generación de ciudadanos católicos.[14] Los sectores de la socialización primaria (familia) y secundaria (instituciones educativas) están cada vez más distanciados del pensar y sentir de la Iglesia.

·         Como consecuencia, aumenta rápidamente el porcentaje de jóvenes que no tienen conoci-miento alguno de religión (menos de la fe católica) y jamás han tenido una relación sólida y estable con la Iglesia.

·         Las cifras de la decreciente capacidad de la Iglesia en regenerarse por medio de la Iniciación cristiana son claras: (1) la iniciación capta cada vez menos hijos de católicos y (2) la edad promedio de la iniciación es cada vez mayor. En nuestra situación urbano-marginal hay una clara tendencia: con el bautismo se llega a poco más del 50% de hijos de católicos (0 a 13 años) y con la confirmación (15 a 18 años) ya ni siquiera a un porcentaje muy significativo de jóvenes (entre el 15 y el 20%).

Hasta donde podemos ver, son tres los factores medulares en este proceso de debilitamiento eclesial:

1.      el decreciente subsidio de la sociedad latinoamericana en los procesos de la 'regeneración' religioso-católica,

2.      la pérdida de la posición religioso-monopólica de la Iglesia católica en el continente (en otras palabras: avanza la presencia de grupos no-católicos agresivos y proselitistas) – y

3.      la extrema debilidad institucional de la Iglesia en América Latina, anotada ya arriba. A los que ven en los movimientos católicos una señal de cambio, habrá que indicar: hasta el momento son pastoralmente poco relevantes para el cambio de la tendencia en cuestión.

En este contexto quisiera señalar, además, una realidad preocupante de nuestra Iglesia en América Latina, que no hemos subrayado suficientemente: el crecimiento vertiginoso (y por ahora casi imparable) de los grupos religiosos no católicos.

En 1960 se calculaba en 10 millones la población evangélica de todo el subcontinente, pero en la actualidad se habla de más de 100 millones, casi el 20% de la población latinoamericana. Si partimos del hecho de que casi la mitad de católicos del mundo vive en América Latina, la Iglesia Católica a nivel mundial está perdiendo casi un punto porcentual por cada dos puntos porcentuales que pierde en Latinoamérica. Los grupos evangélicos crecieron en los últimos 10 años lo que anteriormente habían crecido en todo un siglo. Sobre este fenómeno habrá que constatar:

·        El proceso de ‘migración religiosa’ en América Latina, a diferencia de Estados Unidos, se reduce casi a una ‘emigración católica’. El porcentaje de los que retornan es – hasta el momento – estadísticamente insignificante.

·        En menos de 50 años ya han conformado una ‘Nueva Cultura Religiosa Latinoamericana’ en un continente que había sido durante casi 500 años exclusivamente católico.

Debe quedar claro, que los factores mencionados arriba se interpretan correctamente solo, teniendo en cuenta su correlación. No me iban a preocupar tanto los factores aislados como son: el déficit de personal principal, la decreciente capacidad para la auto-regeneración de la Iglesia, la pérdida de presencia en la sociedad y el alarmante avance de los grupos no-católicos. Lo que irrita e inquieta sobremanera es (a) el conjunto sinérgico de estos factores y (b) el hecho, que esto ocurra en la región que representa casi el 50% del catolicismo mundial, y dentro de los países más homogéneamente católicos del mundo, e.d., de por sí bajo las condiciones más favorables para la Iglesia.

Por otro lado, la posición social de la Iglesia ha cambiado radicalmente y se está cambiando rápidamente. Si uno camina por el centro antiguo de cualquier capital latinoamericana, nota hasta hoy que los templos de la Iglesia católica marcaron la orientación en el pasado, y esta orientación no era simplemente una orientación geográfica, también abarcaba la orientación religiosa y moral. Quizá exagerando, un sociólogo formuló hace poco estos cambios así: “En la época moderna hubo un cambio en los símbolos más profundos de la comunicación social: Al comienzo de la Modernidad se sustituyó la hostia por la moneda; desde hace tres décadas se sustituye la moneda por el disco duro y/o el CD.”[15] Sea exagerado o no, podemos constatar para nuestro continente: No hay presidente o secretario de una conferencia episcopal latinoamericana, que hoy no lea los periódicos en la mañana preocupado por detectar una nueva iniciativa legislativa procedente de una ONG, un diputado, un ministro o un presidente que vaya en contra de la moral básica de la Iglesia. Hace 50 años la situación era inversa.

Recordemos – aún cuando duele y sólo de manera ilustrativa – lo que todos sabemos: (1) Mientras que la Iglesia católica en América Latina hizo su opción preferencial por los pobres y los jóvenes, ellos no optaron preferencialmente por la Iglesia. (2) En los tiempos de Puebla la Iglesia era todavía un elemento medular en la sociedad latinoamericana; hoy su posición social es cada vez menos inspiradora o imperativa, y es cada vez más apologética y auto-defensiva. A nivel pastoral, un párroco formula el fenómeno en forma precisa: Trabajamos cada día más, llegando a menos gente con menor éxito. Pero el fenómeno no es específicamente nuestro: Cuanto mejor formuló la Iglesia en tiempos recientes su pensamiento social[16], tanto menos relevancia social podía apuntar a su favor. La dinámica de la globalización se muestra más fuerte y más veloz.

El sociólogo Thomas Luckmann no goza de gran simpatía en círculos eclesiásticos. Pero puede atribuirse el logro de haber anticipado hace 40 años en un libro pequeño[17] casi todos los temas que hoy se discute en la Iglesia (materialismo, subjetivismo, relativismo, etc.). En el Postscriptum de su ‘Religión invisible’ constata: “Las instituciones sociales primarias han «emigrado» del cosmos sagrado.”[18] Su amigo Peter L. Berger ha invertido su vida respondiendo a la pregunta, ¿Cómo ser cristiano ante el pluralismo inevitable en el mundo actual?[19]

La preocupación por el camino de la sociedad actual la comparten también otros con la Iglesia:[20] Hace 40 años escribió Herbert Marcuse su libro El hombre unidimensional; estudios sobre la Ideología de la Sociedad industrial avanzada[21], preocupado por la ‘perfecta funcionalidad del hombre’ dentro de la sociedad industrial de entonces. Quince años más tarde, Jürgen Habermas publica su obra magna: Teoría de la acción comunicativa[22], inquieto por la erosión del ambiente vital del hombre (Lebenswelt) por parte de una economía, que no respeta la vida humana ni su trasfondo cultural. Desde una perspectiva opuesta, escribe Francis Fukuyama sobre el Fin de la Historia[23], convencido que el liberalismo – presente en la democracia liberal y en el mercado libre – es la respuesta definitiva ante las preguntas contemporáneas del hombre. Y Juan Pablo II publica su encíclica Centesimus annus (1991), preocupado que se interprete la caída del muro de Berlín como la victoria de una libertad sin responsabilidad, e.d., en el sentido de Fukuyama. – Damos por conocidas las actuales controversias sobre la globalización[24].

Cualquier instancia eclesial – sea la Santa Sede, el CELAM o alguna Conferencia Episcopal en América Latina – que quiere entender, orientar y corregir la vida de la Iglesia, ha de indicar necesariamente, dónde ubica las razones de esta situación eclesial y cómo piensa realizar una nueva proyección ante los factores adversos que hemos visto. Quizá esta situación no se deja entender y corregir en una asamblea de tres semanas, menos aún con la actual forma de preparación.[25] La situación de la Iglesia en América Latina reclama nuevas formas de análisis y nuevos métodos de proyección pastorales. La publicación de un vademécum pastoral – tan bello que sea – no cambia las tendencias indicadas. Sin el intento serio de entender lo que ocurre, la Iglesia cumpliría con un dicho de Mark Twain: Cuando perdimos nuestro objetivo definitivamente de la vista, redoblamos nuestros esfuerzos.

Los participantes en Aparecida se encontrarán inevitablemente ante el escenario indicado. Sinteticemos:

o       La Iglesia en América Latina es de gran importancia para la Iglesia universal por su peso numérico y por su homogeneidad eclesial, pero la situación de esta Iglesia es delicada.

o       Una asamblea episcopal ’pastoral’ para la región más grande en la Iglesia católica ha de tener en cuenta (si actúa con responsabilidad): (a) la situación social propia de la Iglesia, (b) la situación de la sociedad (de la que forma inevitablemente parte) y (c) los cambios en la relación entre Iglesia y sociedad de los que la Iglesia es sujeto (quiera o no).

o       Las opiniones sobre la sociedad actual son muy diversas, al igual que los análisis de las distintas corrientes en la sociología de la religión, aunque ellos anticiparon muchos de los problemas actuales en la Iglesia.

¿Qué hacer ante esta situación? Se puede promover un Vademécum Pastoral, expresando algunas ayudas para infinitas cuestiones pastorales, pero sin efecto alguno. Se pueden proyectar algunos eventos como la misión latinoamericana. Si no se prevé para tal caso una preparación como la presenta Alpha Course[26] o como disponen las misiones evangélicas en América Latina[27], los eventos no tendrán repercusión alguna. Entonces, ¿qué?, ¿desesperarse?

En su conocido discurso universitario de Ratisbona, y ante la accidentada historia de la relación entre la fe y la razón, S. S. Benedicto XVI cita al Sócrates platónico: "Sería fácilmente comprensible que alguien, a quien le molestaran todas estas opiniones erróneas, desdeñara durante el resto de su vida y se burlara de toda conversación sobre el ser; pero de esta forma renunciaría a la verdad de la existencia y sufriría una gran pérdida".[28] – Pero, este punto lo trataremos más tarde.

b)    El Contexto Social Latinoamericano

Hasta el momento hemos mirado a la Iglesia latinoamericana en su situación actual, ante todo, su decreciente presencia social. Ahora queremos ver brevemente el contexto social más concreto de la Iglesia; queremos mirar el espacio social en el cual vive y se mueve: la sociedad latinoamericana.[29]

La Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, CEPAL, publicó en el año 2005 un análisis amplio sobre la situación socio-económica latinoamericana bajo el título Objetivos de Desarrollo del Milenio – Una Mirada desde América Latina y el Caribe[30].

La CEPAL cierra su investigación, ofreciendo una visión de las principales constataciones y hallazgos latinoamericanos, que presentamos – en forma de síntesis – literalmente[31]:

•     América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo,[32] lo que responde a la desigual distribución de activos —tierra, capital, educación y tecnología— y limita las posibilidades de cumplir con los objetivos de desarrollo del Milenio.[33]

•     Los problemas de insuficiencia de empleos y de baja calidad de estos son los más apremiantes: el desempleo abierto aumentó de un 6,9% en 1990 a un 10% en 2004, y el sector informal urbano y las actividades agrícolas de baja productividad absorben más de la mitad del empleo total en la región.

•     La pobreza regional sigue siendo muy elevada: 96 millones de latinoamericanos y caribeños viven en la extrema pobreza de un total de 222 millones de pobres, 18,6% y 42,9% de la población total, respectivamente.[34]

•     La degradación del medio ambiente natural y construido es alta y va en aumento, lo que tiene efectos adversos tanto para los pobres urbanos como los rurales.

Hasta aquí la situación básica de nuestra región. En un documento que se refiere a un conjunto tan heterogéneo de países como los que integran América Latina y el Caribe solo es posible señalar orientaciones de políticas básicas y generales: el documento indica en particular las orientaciones que condicionan el éxito de las políticas sociales:[35]

•     Los derechos humanos, tanto civiles y políticos como económicos, sociales y culturales, deben constituir el marco ético para la formulación de las políticas.[36]

•     La región requiere de reformas fundamentales de las políticas sociales y de los sistemas de protección social que respondan a los principios de universalidad, inclusión y solidaridad.

•     La implementación de las políticas públicas para atender las necesidades sociales debe enmarcarse en un contexto de gobernabilidad económica y política que exige la más amplia representación de intereses y su satisfacción progresiva.[37] Este es un requisito de particular importancia en sociedades en que la distribución del ingreso y de los activos es muy desigual.

•     La aplicación de la política social de carácter público puede ser mixta, e incluso privada, y el sector público puede desempeñar variadas funciones, reservando para sí la definición y orientación de dicha política mediante mecanismos regulatorios adecuados.[38]

•     Debe concederse especial importancia a la cooperación entre los países de la región, tanto en lo que se refiere al fortalecimiento del comercio intrarregional como a la difusión de buenas prácticas en materia de políticas y programas, otorgando apoyo técnico a los países más rezagados.

•     Las políticas de empleo y de protección social deben ser elementos centrales de las estrategias de reducción de la pobreza y la desigualdad distributiva. Para lograr estos objetivos, es preciso dinamizar la mediana, pequeña y microempresa.

•     Es importante dar prioridad a las medidas destinadas a eliminar o atenuar los mecanismos de transmisión intergeneracional de la pobreza y la desigualdad. Esto implica velar por la igualación de oportunidades de acceso a la salud y a una educación de calidad. El otro componente indispensable de dichas políticas es el de eliminar las desigualdades que se sustentan en el origen étnico de la población.

El documento sigue con los desafíos relativos a la macroeconomía, a la política social y a los recursos externos para el desarrollo[39] y termina constatando: Una agenda regional es esencial no solo para el desarrollo de los países de América Latina y el Caribe, sino también para fortalecer una posición común en la discusión de las nuevas reglas internacionales que ayude a construir una globalización más equilibrada. Sin intereses económicos comunes será más difícil consensuar posiciones comunes en el mundo globalizado.

¿Por qué hemos puesto aquí esta síntesis socio-económica de la CEPAL?

  1. La CEPAL indica con claridad los graves problemas existentes en América Latina (desigualdad, desocupación, pobreza y las contrariedades ecológicas), y esta institución de la ONU históricamente no tiene la fama de ser neo-liberal.

2.      La CEPAL no da una recomendación simplista para la solución de los problemas, dada la complejidad de una región diferenciada en vía de la globalización. Recomienda que el Estado sea el insustituible actor principal y responsable para el diseño de la superación de estos flagelos, pero recomienda un diseño que garantice la debida eficiencia y sostenibilidad mediante el envolvimiento de todos los actores que garantizan la superación del actual estado de las cosas.

3.      La pregunta en este momento de la historia no es ¿Queremos superar la desigualdad, el desempleo, la pobreza, los problemas de la ‘seguridad ciudadana’[40], etc.? La cuestión es el ¿cómo?

4.      Los informes de las grandes agencias de desarrollo (PNUD, BM, FMI, CEPAL, etc.) son cada vez más cautelosos en sus afirmaciones, dada la compleja constitución actual de las cuestiones sociales (sean políticas, económicas o culturales) en América Latina.[41]

5.      La época de los simplismos ideológicos ha pasado a la historia. Solo países con extra-ordinarios recursos financieros pueden desconocer los mecanismos de la globalización.

¿Qué podemos recomendar a la Asamblea de Aparecida desde este breve análisis de la situación social en América Latina? :

1.      Ante la gravedad de la situación social en América Latina la Iglesia debe pronunciarse sobre temas candentes como ‘globalización y solidaridad’, ‘desigualdad y pobreza’ y ‘ecología’.

  1. Aparte tiene la Iglesia su propia agenda social, e. d., una temática que trate: la vida, la familia, salud, educación, migración interna y externa, etc.
  2. Pero debe hablar con la debida competencia[42].
  3. Debería considerar muy bien, a quién se dirige y definir, a qué nivel argumenta.
  4. Ha de ser clara[43], breve/precisa y cautelosa a la vez, porque también para la palabra de la Iglesia vale la ley de la economía: La inflación (repetición de los mismos valores) lleva necesariamente a la ‘devaluación’.

c)     SÍNTESIS

Regresemos al tema de trasfondo. Arriba habíamos constatado: Una asamblea episcopal ’pastoral’ para la región más grande en la Iglesia católica ha de tener en cuenta (si actúa con responsabilidad): (a) la situación social propia de la Iglesia, (b) la situación de la sociedad (de la que forma inevitablemente parte) y (c) los cambios en la relación entre Iglesia y sociedad de los que es sujeto (quiera o no).

1.     Hasta hace poco, el pueblo latinoamericano se ha mantenido profundamente religioso. Pero en las últimas décadas la llegada católica es la que ha ido disminuyendo: (a) por un lado, por los cambios en la sociedad (‘migración y su correspondiente urbanización’, ‘revolución informática y de comunicación social’, ‘grupos cristianos no católicos’, etc.) y (b) por otro lado, por la falta de visión, planificación, adecuación y previsión de la propia Iglesia. En la actualidad constatamos la pérdida del monopolio religioso católico, la disminución del número de sacerdotes, la merma de la asistencia a los sacramentos (sobre todo a la Misa), visiones ‘grupales’ o ‘sectoriales’ de la pastoral en desmedro de una llegada general, etc. Lo que ha traído como consecuencia que cada día los sacerdotes trabajen más, pero con menos resultados; y – a la vez – que muchos de ellos trabajen más, pero para menos gente. Normalmente se esfuerzan por los ‘suyos’: sobre todo los párrocos que se dedican exclusivamente al núcleo de su feligresía, o los sacerdotes de Movimientos Apostólicos que soslayan al resto de feligreses católicos para dedicarse a los fervientes seguidores de su Movimiento. – Esta decreciente capacidad de la Iglesia para la transmisión inter-generacional de la fe católica ha de ser una preocupación primordial en Aparecida, al igual que la decreciente presencia de la Iglesia en la sociedad actual.

2.     Algunas palabras sobre la ‘debilidad de la oferta’ de la Iglesia: Todos los ‘servicios sociales’ han mejorado en calidad y cobertura en América Latina en los últimos 50 años, menos el servicio religioso. En la actualidad la llegada en atención de salud, educación, comunicaciones, etc. tiene índices cada vez mayores de llegada a la población; pero la cobertura católica es la que cada año ha ido disminuyendo, en términos relativos y absolutos. Antiguamente, toda persona que nacía se bautizaba, todo niño hacía su Primera Comunión; pero en la actualidad constatamos que se agranda cada vez más la brecha entre la natalidad y la sacramentalidad. Si analizamos las cifras absolutas de participación en los sacramentos (sobre todo Confirmación y Matrimonio) veremos que mientras que la población va aumentando, el número de personas que acude a los sacramentos va disminuyendo (en la misma o mayor proporción). Basta constatar el número de niños en edad escolar que no están bautizados, que en algunas diócesis urbano-marginales ya sobrepasa el 50%. Entonces, por un lado, estamos con una Iglesia que estructuralmente no está en capacidad de satisfacer las necesidades religiosas y sacramentales de su feligresía y, por otro lado, estamos frente a una sociedad que ya no ayuda a socializar cristianamente a sus futuros ciudadanos.

3.     A parte, todos los grupos no católicos en América Latina han logrado un crecimiento sostenido en los últimos 50 años, sobre todo, a partir del año 80, lo que indicaría claramente que no es que la gente sea menos religiosa o crea menos en Dios, sino que participa menos de la Iglesia Católica y más de las otras Iglesias y Movimientos Religiosos. Actualmente, al menos el 15% de latinoamericanos ya se define como miembro de una institución religiosa no católica. En forma cautelosa podemos decir: ‘El’ problema latinoamericano, no es solamente o tanto el ‘religioso’, sino el ‘eclesial’; es decir, el problema no es tanto de ‘demanda religiosa’ (también lo es), sino más bien de ‘oferta eclesial’.

Miremos ahora hacia el futuro:

1.     Una cosa es la constatación de las tendencias sociales y porcentuales en el tema religioso en el pasado y en el presente de América Latina, y otra cosa es la prognosis que podemos hacer de esta realidad. El problema es que la institución católica ni siquiera se da cuenta de cual es y cuanto ha disminuido su efectiva llegada a la feligresía, y menos se preocupa por analizar los escenarios futuros en el mediano y largo plazo. A diferencia de toda la historia de la Iglesia, actualmente la Iglesia Católica latinoamericana se limita a lamentarse y criticar los cambios sociales y transformaciones religiosas en el sub-continente, pero no tiene la capacidad de ser forjadora de su propia realidad eclesial y religiosa, y menos aún de la realidad social y cultural de Latinoamérica. Antes la Iglesia era el motor de la historia, ahora se resigna a verla pasar a lo lejos con aires nostálgicos y con cierto engreimiento.

2.     En las próximas décadas, aparte de que va a seguir disminuyendo la llegada Católica y aumentando la de los otros grupos (hasta que lleguen a su punto de saturación), se vislumbra una fuerte pérdida del sentido religioso (tradicional) y de la religiosidad cristiana en general. Este cambió religioso, se va a dar, debido (sobre todo y aunque parezca paradójico), más que a razones estrictamente religiosas o eclesiales, a los profundos cambios sociales (de globalización, aumento de la desigualdad social, aumento de sectores marginados social y culturalmente, mayorías discriminadas, hegemonía de valores sociales estrictamente pragmáticos y cortoplacistas, etc.), que está atravesando nuestro continente, que no tiene un derrotero valorativo definido ni quien lo lidere (ni el Mercado ni el Estado están en capacidad de hacerlo, ¿lo podrá hacer la Iglesia?).

3.     Durante siglos, el pueblo latinoamericano ha sido profundamente religioso; siempre ha creído en Dios, en la Cruz, en los Santos, en los cerros, en los espíritus, en las piedras, o en lo que sea; pero siempre ha creído en algo, en una fuerza sobrenatural (de forma mayoritariamente cristiana, aunque muchas veces sincréticamente). Pero, a futuro, vemos que las nuevas generaciones ya no están recibiendo la herencia religiosa de sus padres ni están naciendo en una sociedad que ayude a transmitir la religiosidad y que dé cabida y sustento a valores cristianos.[44]

En conclusión, vemos que, por un lado, la gente se nos va a otros grupos religiosos y, por otro lado, la gente cada vez cree menos en Dios (o al menos en la Iglesia Católica) y acude menos a los sacramentos (o será que nosotros acudimos menos sacramentalmente a la gente). La alternativa ‘sectorial’ de algunos grupos y movimientos católicos no representa una alternativa real a esta pérdida de la llegada eclesial. La respuesta tiene que ser de toda la Iglesia para toda la Iglesia, que llegue a todas las personas y a toda la persona.

Subrayamos: La decreciente capacidad de la Iglesia para la transmisión inter-generacional de la fe católica ha de ser una preocupación primordial en Aparecida, al igual que la decreciente presencia de la Iglesia en la sociedad actual. En la V Conferencia se debe tener en cuenta, no sólo la ‘realidad social’ (que es usual), sino la realidad religiosa y eclesial, pero vista no con una mirada piadosa de quien no quiere ver las cosas, sino con el ojo clínico de especialistas[45], que – sin hacer concesiones – aman a la Iglesia tanto como a la verdad.

En este sentido, vemos que Aparecida (muy probablemente) no podrá confrontarse con los problemas indicados, dado el avance del tiempo y una metodología de preparación inadecuada[46]. En tal caso habrá que pedir, que Aparecida logre entre los obispos – al menos –:

1.      el avance de una conciencia pastoral que tenga presente los problemas urgentes (1) de la Iglesia latino-americana , (2) de la sociedad correspondiente, (3) de la cada vez más delicada posición de la Iglesia en esta sociedad, y

2.      la previsión de un procedimiento analítico y proyectivo que responda a los problemas pastorales indicados.

Caso contrario – tememos – el ‘después’ de Aparecida será de corta duración y el futuro de fácil pronóstico para el camino de la Iglesia en esta sociedad.


 

II.  Algunos puntos delicados

Hasta el momento nos hemos dedicado a una perspectiva de largo alcance. Esta segunda parte de nuestras deliberaciones es independiente de la primera y tratará algunos temas más concretos para la asamblea de obispos en Aparecida:

a)    La Responsabilidad auténtica del Obispo

En estos años, las autoridades en la Iglesia universal[47] y los teólogos han reflexionado y escrito mucho sobre el ministerio del obispo. Damos por conocido este pensar de la Iglesia y los aportes de los eruditos. Nosotros queremos ser más sencillos y más exigentes a la vez, cuando recordamos ante el gran evento de Aparecida, lo que obliga a cada obispo participante en su conciencia:

Con la aceptación de la consagración al ministerio episcopal, cada candidato asume en su ordenación las siguientes responsabilidades: [48]

1.      la predicación fiel y sin fallecer del Evangelio de Cristo,

2.      la conservación íntegra y pura del depósito de la fe, recibido de los apóstoles y conservado en la Iglesia,

3.      la edificación de la Iglesia y la permanencia en la unidad con los obispos, bajo la autoridad del sucesor de Pedro,

4.      la obediencia fiel al sucesor de Pedro,

5.      el cuidado y la dirección del pueblo de Dios por el camino de la salvación,

6.      la bondad y comprensión con los pobres, los inmigrantes y todos los necesitados,

7.      la búsqueda de las ovejas dispersas y

8.      la perseverancia en la oración, ejerciendo el sumo sacerdocio con toda fidelidad.

En la liturgia de su ordenación episcopal, cada obispo acepta en público estas obligaciones. Por este compromiso, el obispo participante en Aparecida tiene estas responsabilidades auténticas. No lleva ningún mandato imperativo de sus bases; menos aún representa intereses de algún grupo, sea de corte teológico, de vida consagrada, de movimiento, etc. El bien de la Iglesia en sintonía con los demás obispos bajo la autoridad del sucesor de Pedro ‘coram Deo’ ha de ser el motivo definitivo de su participación.

En la primera parte de este artículo hemos mencionado brevemente algunos análisis críticos de la sociedad actual, presentados durante las últimas décadas. Paralelamente a este análisis se desarrollaron las corrientes teológicas pos-conciliares. Si hasta el Concilio sobresalían grandes personajes como Karl Rahner, Hans Urs von Balthasar y Henri de Lubac – personajes que eran capaces de sintetizar la riqueza de las fuentes de la vida cristiana y de manejar un amplio espectro de la historia de estas fuentes – , después del mismo comenzó un fenómeno nuevo, los ‘movimientos[49] teológicos’ o las ‘corrientes’: las teologías de la revolución, la teología política, las teologías de la liberación, las etno-teologías y las teologías de la inculturación, las distintas tendencias feministas, la teología de las religiones, etc.[50]

Estas corrientes toman en serio un impulso del Concilio Vaticano II: buscan aumentar y profundizar la relevancia de la fe ante los grandes problemas sociales de hoy. Pero, su atractivo marca también su debilidad. Enfocan – sin duda – problemas urgentes, pero ya no logran integrar las fuentes de toda vida cristiana en su amplitud. Son teologías ‘perspectivistas’, pero ya no teologías en el sentido estricto de la palabra. Por esto deben llamarse a sí mismas ‘teología de…’ [51]. Mientras estas teologías sean conscientes de su perspectividad, válida en su parcialidad, su aporte es enriquecedor y fructífero.[52] El problema de las teologías perspectivistas comienza, cuando ya no reconocen, que su punto de enfoque no abarca ‘las fuentes de la vida cristiana’, cuando buscan – de lo contrario – exclusividad para su perspectiva particular y – en el peor de los casos – cuando pretenden absolutizar su perspectiva. En otras palabras: Las ‘corrientes’ teológicas ayudan a enfocar determinados problemas actuales; pero presentan sus problemas con el depósito de la fe, cuando pretenden universalizar o absolutizar perspectivas particulares.

Aún cuando usted como lector no esté de acuerdo con este punto de vista de los últimos dos párrafos, queríamos haber recordado ante el posible escenario en Aparecida, que el obispo (aunque sea buen teólogo) tiene a su cargo ‘la fe de la Iglesia’, más no la representación de una determinada reflexión ‘sobre la fe’ (corriente o escuela teológica). – Dos consecuencias importantes salen de nuestra breve reflexión:

1.      Cada obispo tiene por su ordenación una responsabilidad auténtica por la ‘fe de la Iglesia’, no por una determinada forma de reflexión ‘sobre’ la misma (Teología).

2.      Cada obispo tiene por su ordenación una responsabilidad auténtica por los ‘pobres y necesitados’; no la tiene por medio de una Teología, e.d., en forma derivada.[53]

b)    ‘Identidad de fe’ versus ‘Compromiso social’

El tema de Aparecida es: Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. En esta formulación queda claro, que se busca para nuestra Iglesia latinoamericana una mayor identidad, definida por un discipulado[54] anclado en Jesucristo. Pocos pondrán en duda, que esta acentuación hace falta en la Iglesia. Pero, habrá (posiblemente) inquietudes delicadas ante la pregunta: ¿Dónde queda nuestra identidad eclesial latinoamericana, que fue formulada en las últimas cuatro Conferencias, ante todo en Medellín y Puebla, identidad que garantizó a la Iglesia la necesaria relevancia social?

Poco después de la elección de Benedicto XVI como Papa, un amigo suyo – Olegario González de Cardedal – publicó un libro con el título: Ratzinger y Juan Pablo II – La Iglesia entre dos milenios[55]. El autor sintetiza allí nuestra problemática con la siguiente fórmula:

        “La Iglesia está como siempre ante dos imperativos sagrados que la mantienen en una tensión insuperable. Por un lado está religada a la memoria viva, la asimilación teórica y la respuesta histórica a la revelación de Dios en Cristo, que es origen y cimiento de su existencia. Por otro lado está religada y obligada a la comunicación generosa de la salvación que Dios ofrece a todos los hombres y que les llega por su predicación, la celebración sacramental, el testimonio vivido y la colaboración generosa de cada uno de sus miembros. El cultivo de la identidad y el ejercicio de la misión son igualmente sagrados.

Cuando la fidelidad al origen y la preocupación por la identidad son desproporcionadas o se tornan obsesivas, la Iglesia se convierte en secta y sucumbe al fundamentalismo. Cuando la preocupación por su relevancia para la sociedad y su colaboración con las causas comunes de la humanidad es llevada hasta el límite, en el que se olvida los propios hontanares y recursos, entonces la Iglesia está en el borde de la disolución y finalmente de la insignificancia.”[56]

González de Cardenal marca muy bien dos elementos constitutivos para la Iglesia: su identidad (discípulos de Jesucristo) y su misión[57] y subraya con claridad las posiciones extremas que estos elementos pueden ocupar: (a) una identidad obsesiva o enfermiza que termina en el fundamentalismo (y con ello pierde su relevancia) o (b) el afán de una relevancia social a toda costa con el efecto de la pérdida de identidad. Lo que el autor no aclara es la ‘correlación’ entre identidad cristiana y relevancia social. Nuestra tesis es: Entre la ‘identidad eclesial’ y la ‘relevancia social’ existe conjunción; de ninguna manera una disyunción. No es un ‘juego de suma cero’. Nuestra lógica común (muchas veces cartesiana) nos puede perjudicar, porque pensamos: o hay identidad o hay relevancia social; donde hay mucha identidad de fe, allí habrá poco compromiso social. Nuestra fe – evidentemente – tiene una constitución distinta: La fe cristiana y su identidad (escuchar a Cristo y conversión) son el momento constitutivo-condicional en la Iglesia; la relevancia de la fe ha de crecer a la par, porque “la fe sin obras es estéril” (St 2, 20). La correlación entre identidad y relevancia no es la ‘alternativa’ (o identidad o relevancia), sino la ‘inclusión’: identidad y relevancia.[58]

Un ejemplo de la reciente historia de la vida consagrada en la Iglesia puede ilustrar lo dicho: Para la renovación de los institutos de vida consagrada, el No. 2 del decreto “Sobre la adecuada renovación de la Vida Religiosa” Perfectae caritatis[59] del Vat. II propuso la siguiente orientación básica: “La adecuada renovación de la vida religiosa comprende, al mismo tiempo, un retorno incesante a las fuentes de toda vida cristiana y a la inspiración originaria de los institutos, y una adaptación de éstos a las condiciones de los tiempos que han cambiado.”[60]

Son tres, las referencias de este programa de renovación: 1. el retorno continuo a las fuentes de toda vida cristiana, 2. el retorno continuo a la inspiración originaria de los institutos y 3. una adaptación de los institutos a las condiciones cambiadas con el tiempo. Pero, antepone una regla normativa: las tres exigencias de la reforma valen al mismo tiempo: simul. No se puede hacer ninguna reforma adecuada con una de estas perspectivas. Y allí parece que fallaron las reformas de la vida consagrada, tan importante para la Iglesia. Simplificando, podemos decir: En la época pos-vaticana las tendencias en la vida consagrada se polarizaron; mientras una parte iba cultivando la inspiración originaria de su instituto (identidad), otra parte optaba por la adaptación a la nueva situación del mundo contemporáneo (compromiso social). La base imprescindible, que comparte la vida consagrada con la vida de todo bautizado (las fuentes de toda vida cristiana), no estaba en el centro de la atención. Así ambas tendencias quedaron – con el tiempo – sin fuerza de convicción.

Como sacerdote colaboré durante años en mi tiempo libre (que no era mucho) con las Hermanas de Teresa de Calcuta en la peor parte de Lima y comprendí el programa de esta comunidad, tan exigente con sus miembros. ¿Cómo podemos sintetizarlo?: Cuanto más te preocupes, de quienes nadie se preocupa, tanto más debes expresar la diferencia, la razón fundamental de esta preocupación: Cristo crucificado. Sólo con Él queda claro el testimonio de la vida consagrada. Servicios sociales para pobres y moribundos se consigue en el mercado de trabajo a un precio muy por debajo de esta forma de vida. Es el fundamento cristológico que la Beata Teresa de Calcuta ha impregnado en su comunidad, que marca una vida consagrada, que ni Moscú ni Cuba se atrevían a criticar en sus mejores momentos. Una mayor identificación con la sociedad contemporánea sin una identificación aún mayor con Jesucristo pierde su capacidad simbólica. Sólo esta inspiración hace la diferencia, que la sociedad de hoy requiere. La simple identificación con un determinado estrato de la sociedad o con un determinado programa político – tan social que sea – no habla ya. Para esto tenemos instituciones y organizaciones en el mundo de hoy.

 Espero que no haya en Aparecida una disyunción ‘o identidad o relevancia’ entre los obispos; la correlación entre una mayor identidad de la fe y un compromiso social, acentuado por la ‘opción por los pobres’, ha de ser vista como una conjunción. No buscamos ni una identidad cristiana diáfana, pero muerta por irrelevancia, ni una máxima relevancia social de una Iglesia sin identidad[61]. El punto es: O la Iglesia aprende en la sociedad actual (que va irremediablemente por el camino de la globalización) de ofrecer un compromiso social ‘POR y DESDE su identidad específica’, o el pronóstico de los sociólogos avanzará – no por falta de compasión de parte de los sociólogos, sino por falta de sensibilidad de los responsables en la Iglesia. No basta seguir denunciando el evidente relativismo que produce la sociedad moderna[62]; lo que hace falta es la oferta de una orientación clara en esta irreversible relacionalidad dinámica y creciente, que caracteriza la sociedad en su proceso de globalización. Estamos convencidos: solo nuestra fe puede cumplir con esta tarea, dado que su estructura tiene que ver ‘más’ con el desarrollo de los últimos siglos, de lo que la Iglesia se imagina y de lo que la sociedad de hoy reconoce.

Habrá que tener presente la introducción de S. S. Benedicto XVI a su primera encíclica Deus Caritas est:

“La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que … compendian el núcleo de su existencia: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.”[63]

Aparecida pone a Cristo en el centro. Sin lugar a dudas necesitamos urgentemente una renovada cercanía con el Señor, que nos envíe Su Espíritu para anunciar Su evangelio, a curar a la gente y a expresar Su amor para con ella. Alternativas simplistas, con poco trasfondo en la Iglesia, no ayudarán en la situación actual.

Dos consecuencias importantes salen de nuestra breve reflexión:

1.      ‘Identidad de fe’ y ‘Compromiso social’ no están correlacionados como disyunción, sino como conjunción. La ‘Identidad de fe’ es en esta correlación el elemento constitutivo e imprescindible.[64]

2.      El ‘compromiso social’ en la sociedad actual tiene credibilidad, e.d., es acto de Martyría, en la medida que logre comunicarse como compromiso realizado ‘POR y DESDE la identidad específica de nuestra fe’.

Qué la Iglesia tiene allí hoy en día sus mayores problemas, lo hemos indicado en la primera parte de este artículo.

c)     La necesidad de una nueva ‘Gerencia Eclesial’

El cambio de perspectiva, que ahora haremos, no es muchos menos que abismal: cambiamos desde la reflexión delicada hacia la perspectiva pragmática, porque queremos hacer algunas sugerencias para empujar en Aparecida una nueva forma de gerencia y de organización eclesiales.

Normalmente, cuando se trata en círculos eclesiásticos una temática técnica – en este caso problemas gerenciales y organizacionales de la Iglesia en América Latina – se cuestiona la argumentación, por presentar un tema teológico de manera técnica. Es cierto, que el procedimiento requiere claridad en la eclesiología y la aceptación de la distinción entre ‘la estructura esencial de la Iglesia’ y su ‘figura concreta y evolutiva (o su organización)’[65]. Por lo demás, vale básicamente para la relación entre la estructura esencial y la figura de la Iglesia lo que hemos dicho en el punto anterior (II.b.). La figura de la Iglesia, por su parte, no parece de poca importancia, si escuchamos, lo que Sto. Tomás de Aquino señala: “Como quiera que la gracia no suprime la naturaleza, sino que la perfecciona, es necesario que la razón natural esté al servicio de la fe”[66]. “Pues la fe presupone el conocimiento natural, como la gracia presupone la naturaleza y la perfección lo perfectible.”[67] “Hay que tener presente que el orden de la naturaleza se suspende, en el caso de los milagros, para confirmación de la fe.”[68] – No buscaremos milagros; más bien queremos buscar con la razón natural algunas tecnologías al servicio de una presencia más dinámica del Evangelio.

En el escenario actual, cualquier empresa que quiere defender o mejorar su posición en una economía dinámica y globalizada debe preocuparse continuamente por su posición en el mercado. Necesita una alta y constante sensibilidad ante su competencia y ante su clientela, para no encontrarse de un momento a otro con el problema de la insolvencia. Dispone de ayudas técnicas que le ofrecen una amplia gama de métodos (a) para analizar su actual posición en el mercado, (b) para medir las expectativas de su clientela, (c) para determinar las ventajas comparativas de la empresa propia y (d) para determinar con estos factores la proyección de la misma, de cara al futuro. [69]

Mirando el proceso de preparación de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, no logro detectar esa base analítica, que permitiría recién la proyección estratégica en algunos puntos medulares de la pastoral continental. Parece que vamos por el camino acostumbrado: 500 años de monopolio causan la impresión que – con excepción de algunos problemas menores – todo va bien y puede seguir igual.

Podemos repetir el mismo discurso de la primera parte de este artículo: No solo faltan los medios (a) para analizar la actual posición de la Iglesia (centros de análisis pastoral, base de datos), (b) para medir las expectativas de su clientela (evangelización y sacramentos), (c) para determinar las ventajas comparativas de la empresa propia (crecimiento de los grupos no católicos, detección de las áreas de debilidad propia) y (d) para determinar con estos factores la proyección de la misma (formación y envolvimiento cualificado de los laicos, uso de medios electrónicos, etc.), de cara al futuro; ni siquiera existe en la Iglesia latinoamericana la conciencia de la necesidad de estos medios. Y constatamos esta verdad simple y tristemente (a) para el sector más numeroso en la Iglesia universal, (b) que forma el espacio religioso-católico más homogéneo a nivel mundial y (c) que dispone de la más larga experiencia institucional en el continente.

A los escépticos entre los lectores habrá que recordar: Hace poco, los evangélicos acaban de lanzar en la editorial LOGOS[70] un CD: Biblioteca Digital de la Misión. En este CD con 40 libros se puede ver, como se realiza hoy una evangelización, estratégicamente planificada: desde las bases bíblicas, la motivación misionera (diferenciada para adeptos y pastores/ líderes), la proyección misionera globalizada, hasta presentaciones en Powerpoint para la conscientización misionera y documentos Word para la capacitación y la planificación de encuentros y programas misioneros – todo en un solo CD. – Demuestra una capacidad de proyección estratégica, que en vano buscamos en el mercado católico.

Permítanme un segundo ejemplo: Saber cuál es el número exacto de evangélicos en el continente es una tarea difícil (ni siquiera podríamos saber cuántos católicos hay); pero en los últimos años, una institución evangélica ‘para-eclesial’: Dawn Ministries (‘Amanecer’), fundada por Jim Montgomery, está realizando una investigación estadística acerca del crecimiento de ‘iglesias’ y población evangélica en varios países de América Latina y en el mundo entero. Basta visitar su página Web, bajar su Manual de Investigación DAWN[71] y ver algunos detalles de su Joshua Project para darse cuenta de la seriedad. Desde hace años, ya se cuenta con las cifras de AMANECER para el Perú, que arrojan unos resultados realmente reveladores y, al mismo tiempo, alarmantes para la Iglesia Católica.[72] – ¿Cuándo vamos a despertar? Parece que domina aún la mentalidad: ‘Somos el número uno; qué nos importa el resto.’ ¿Centros de investigación?: lo piden los que no tienen fe. Me permito responder: No hay que tentar a Dios (cf. Dt 6,16 y Mt 4,7 par).

Explicar en forma adecuada la necesidad urgente de una nueva gerencia y organización eclesiales abarcaría más de un libro. Debemos ser más modestos, ofreciendo tan solo algunas líneas para este proyecto de cara al futuro. Seguiremos el esquema sencillo, arriba indicado. Pero, tenemos que anunciar, que la materia por tratar hace necesario juicios, que puede afectar a personas. Estamos ante la alternativa: verdades incómodas o amistades agradables. (1) Optamos por las verdades incómodas. (2) La razón es el bien de la Iglesia. (3) De ninguna manera desconocemos los extraordinarios meritos (en el pasado y en el presente) del CELAM, de sus dependencias, de su personal directivo como ejecutivo; tenemos presente los fastidiosos viajes aéreos, la preparación de sesiones, etc., que esta labor implica.

(a)   El análisis de la actual posición de la Iglesia en la sociedad latinoamericana:

Imagínese si la VI Conferencia Episcopal (¿2020?) dispusiera de un centro de pastoral con capacidad analítica (base de datos – digamos – en el ITEPAL). Los participantes tuvieran acceso a los datos acumulados y a las respectivas tendencias: dispondrían (a) de los necesarios datos sociales (demográficos[73], económicos[74], políticos[75] y culturales[76]) y (b) de los imprescindibles dato religiosos y eclesiales[77].

Sólo, teniendo al alcance la información necesaria, se puede tomar decisiones relevantes y no saldrá un nuevo vademécum pastoral, lingüísticamente exquisito, pero prácticamente inútil. Por supuesto, esta nueva forma de gerencia y su respectiva base de datos no se consigue ni dentro de un año ni por medio de un solo centro de estudios; necesitaría la proliferación descentralizada de datos. Esto vale por un lado. Por otro estamos seguros: sin una nueva forma de información básica seguirá la actual disminución de la Iglesia en la sociedad latinoamericana. Su antigüedad y su status de mayoría sólo puede postergar esta tendencia; pero no la impediría.

(b)   Las expectativas de la feligresía eclesial:

La transmisión intergeneracional de la fe de la Iglesia con la alarmante recesión en la iniciación cristiana/sacramental y la evangelización de los católicos distanciados o no practicantes[78] son – lo hemos visto arriba – los problemas pastorales medulares para la Iglesia latinoamericana en este momento. No se trata de ofrecer “otro evangelio” (cf. 1 Cor 11, 14 y Gál 1, 7-9), según el ejemplo de algunas sectas[79] brasileñas, que ofrecen ‘bienestar empresarial a cambio de donativos’. Se trata de algo más serio: del análisis del trasfondo de las problemáticas indicadas, problemáticas, cuya solución define  en gran parte el futuro de la Iglesia.

Aclaremos la necesidad de esta nueva manera de pensar con dos ejemplos: Hace un par de años el CELAM realizó una reordenación de su organización. Con o sin reforma, la ausencia notoria de esta apreciada institución eclesial en la vida ordinaria del obispo sigue siendo la misma. Para el consuelo de los responsables: esta situación comparte con muchas Conferencias Episcopales.[80] Ambas instituciones eclesiales se caracterizan en gran parte por el hecho, que hacen a la perfección lo que nadie espera, pero no hacen lo que se necesita de ellas. – Hasta para las instituciones eclesiales de tanta importancia vale: la expectativa de los afectados poco importa, poco interesa.

Algunos harán la observación: Pero la preparación de Aparecida señala exactamente lo contrario; hemos consultado hasta por gusto. – Ante esta observación habrá que constatar, que los procesos[81] de consulta invalidan la misma. ¿Por qué? Como es conocido, ante estas consultas responden normalmente los feligreses practicantes que representan del 10 a – máximo – 20% de la feligresía. Así, nunca salen a la luz los problemas de la gran mayoría de los católicos no practicantes, que forman hoy el núcleo de la problemática eclesial. – La Síntesis de los aportes[82] es en este sentido muy elocuente y desvía necesariamente la atención de los participantes – por la lógica de su procedimiento – de los problemas reales.

Aparecida está ante la disyunción de dejar la situación tal como está o de buscar una nueva forma de ver los problemas pastorales de trasfondo. - Y nuevamente habrá que añadir a este punto: Esta nueva forma de gerencia eclesial no se implementa en una sola reunión como la de Aparecida; pero se la puede prever allí en bien de la pastoral futura.

(c)   La determinación de las ventajas comparativas de la Iglesia:

Es el punto más chocante para el analista de la situación. Recordamos la antigüedad de la Iglesia, su experiencia gerencial y organizacional, la homogeneidad cultural, religiosa y católica de la región, etc. Pero la mirada analítica llega a la conclusión: no hay conciencia entre los pastores que aprovechen estas ventajas.

Como puntos medulares en la problemática pastoral latinoamericana hemos constatado: (a) una deplorable situación socio-económica y socio-política (desigualdad, pobreza, falta de estabilidad, corrupción, etc.), (b) una decreciente presencia (física y moral) de la Iglesia en esta sociedad, (c) una decreciente capacidad de la Iglesia referente a su auto-regeneración (transmisión intergeneracional de la fe y práctica de la iniciación cristiana), (d) la ausencia de la evangelización entre la gran mayoría de católicos no-practicantes, que va unida (e) con el avance de las comunidades cristianes no católicas, (f) el déficit notorio del personal pastoral, (g) el lento avance en la calificación y participación pastoral de los laicos, etc. – Nuevamente, el análisis del conjunto de estos elementos como factores llenaría varios libros. Podemos exponer sólo un ejemplo: la decreciente capacidad de la Iglesia referente a su auto-regeneración (transmisión intergeneracional de la fe y práctica de la iniciación cristiana):

La transmisión intergeneracional de la fe de la Iglesia que va a la par con la iniciación cristiana es una de las cuestiones más importantes para la Iglesia. La respuesta ante la crisis en este sector determina en gran parte su futuro próximo.

¿No sería útil chequear, cuáles son nuestras ventajas comparativas como Iglesia en la sociedad actual y ante los grupos cristianos no-católicos? ¿No podemos aprender de los modelos exitosos de los no-católicos? Queda claro, que una respuesta ante esta problemática será una acentuada pastoral familiar y una alianza estratégica de la Iglesia con el sector educativo en cada país de la región. En ambos sectores, la participación cualificada de los laicos es vital, dada la escasez de sacerdotes y religios@s.

Pero, con estas generalidades no aprovechamos nuestras ventajas comparativas como Iglesia. La Iglesia ha de prever materiales para la formación familiar, para la catequesis de la iniciación cristiana, para la educación de religión católica en los distintos niveles educativos. Me puedo imaginar un ITEPAL con funciones muy distintas a los actuales en el escenario latinoamericano. La forma del mencionado material es discutible: sea digital sea impreso, sea audio-visual o lo que fuera. Se pudiera ofrecer tan sólo las bases teológicas y didácticas, dejando la aplicación cultural a las Conferencias Episcopales, … La calidad teológica y didáctica estuviera de todos modos garantizada. - ¿Por qué nuestros hermanos separados se atreven a aprovechar nuevas tecnologías y a ofrecerlas a nivel continental? – Hasta aquí nuestro ejemplo.

A este nivel, nuestra reflexión se hace práctica ante la situación actual. Tenemos que preguntarnos seriamente, cual va a ser tema en Aparecida y ‘¿después de Aparecida, QUÉ´?

(d)   La determinación – de cara al futuro – de la proyección eclesial con estos factores:

Ninguna empresa puede hacer todo a la vez, tampoco la Iglesia en Aparecida. Los obispos han de preguntarse allí seriamente, si tienen la obligación pastoral de producir un texto – bello y aceptable para todos, que abarca todo y no cambia nada – , o si deben comenzar una nueva forma de reflexión pastoral, una forma de pensar que requiere más información concreta, pero que es y será indispensable para proyectar líneas de pastoral relevantes y – posiblemente – más eficientes para la presencia de la Iglesia en América Latina.

Nuestras breves páginas, materialmente no pueden anticipar el contenido de esta forma de pensar [no disponemos de la información que los puntos (a), (b) y (c) implican], pero ofrecen un camino para una toma de decisión pastoral más exigente y en consecuencia más relevante. Vaya la Iglesia por donde quiera en Aparecida, no evitará la verdad que la relevancia de sus decisiones pastorales depende directamente de su nivel de información. Hasta el momento no disponemos de una base de información eclesial que nos permitiría una nueva forma de gerencia y organización eclesiales. Ventajas tenemos muchas como Iglesia en América Latina. Pero el hecho de las deficiencias actuales no justifica, que la urgencia de un nuevo modo de proyección pastoral quede en Aparecida fuera de la agenda. La situación de la Iglesia en América Latina recomienda hacer los primeros pasos.

Dos consecuencias importantes salen de nuestra breve reflexión:

1.      La Iglesia en América Latina invierte mucha energía en problemas teológicos para determinar su perfil propio dentro de la Iglesia universal,

2.      pero carece de instrumentos gerenciales y organizacionales para responder ante sus propios problemas pastorales urgentes.


Nuestro aporte tiene muy claro, que no absuelve las preguntas, que los obispos encuentran en Aparecida. Pero ofrecemos un camino serio y de cara al futuro para absolverlas en el futuro próximo. No vivimos ya en el mundo latinoamericano de hace cuarenta años. Los pastores ya no tienen la posibilidad de mandar las normas morales como en la sociedad del pasado; es más: hemos observado con preocupación su decreciente capacidad de transmitir lo más valioso que tenemos: nuestra fe.

Aparecida presenta una exquisita oportunidad, para que los responsables en la Iglesia miren de nueva manera la sociedad, en la cual vivimos, para que nos demos cuenta de una nueva situación para la Iglesia en esta sociedad y para que busquemos nuevas formas de relacionar esta sociedad con una feligresía, cuya vida el Señor nos ha confiado. O aceptamos el reto, o el DESPUÉS de Aparecida no se distinguirá del hoy. En Aparecida nos estamos jugando la catolicidad del continente latinoamericano de las próximas décadas. Nada menos.


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[1]         Presentamos en este artículo las reflexiones personales sobre la experiencia pastoral del autor. Para la IV Conferencia en Santo Domingo hemos hecho un análisis pastoral más amplio. Muchas sugerencias de este análisis quedan válidas (cf. del autor: “Pastoral de la ‘Nueva Evangelización’ – Criterios”. En: Id.: Teología y Pensamiento Social 2. Lima; Fac. de Teol. Pontif. y Civil de Lima 1995, pp. 65-137).

[2]         Bajo el término América del Sur o América Latina comprendemos en este contexto siempre: América Central, el Caribe y América Latina.

[3]         Las cifras de estas estadísticas se basan en: SECRETARIA STATUS: Annuarium Statisticum Ecclesiae 2004. Ciudad del Vaticano; Librería Edit. Vaticana 2006, 499 pp. El nivel estadístico de la obra es básico, para no decir primitivo y no ha cambiado mucho durante los últimos 30 años.

Pero es inaceptable, que América Latina (que representa casi el 43% del catolicismo mundial) es tratada en las importantes síntesis de esta obra siempre englobado con América del Norte. Cualquiera que conoce las diferencias entre ambas realidades sabe, que se está vendiendo en una sola canasta huevos con manzanas, e.d., algo como manzanuevos.

          Se citará la mencionada obra como: ASE/04, indicando la(s) página(s) de referencia.

[4]         Fuente estadística: ASE/04, pp. 18 y 36-38.

[5]         Fuente estadística: ASE/04, ibid.

[6]         Fuente estadística: ASE/04, pp. 34-43.

[7]         En estas carencias hay cierta similitud con África.

[8]         Fuente estadística: ASE/04, p. 80.

[9]         Base estadística: ASE/04, p. 81.

[10]       Base estadística: ASE/04, p. 224.

[11]       Tal como indicamos anteriormente: “La región católica ‘numéricamente’ más fuerte a nivel mundial es al mismo tiempo la región ‘institucionalmente’ más débil”. – Esta formulación indica al mismo tiempo, que no pretendemos reducir la Iglesia al clero y los miembros de la vida consagrada.

[12]       El autor visitó las 20 parroquias más pobladas de su diócesis de Chosica (Lima Este). Estas parroquias abarcan casi 1,2 millones de feligreses o más del 80% de la feligresía diocesana.

[13]       Aunque la base metodológica de nuestra argumentación sea muy débil y por ello cuestionable, estamos convencidos, que los datos señalan unas tendencias observables en la Pastoral urbana de toda América Latina y por ello muy relevantes para estas deliberaciones analíticas en el contexto de la V Conferencia del CELAM.

[14]       Un párroco formuló la consecuencia de este cambio de manera ilustrativa y exacta: “Trabajamos cada día más, con menos éxito.”

[15]       HÖRRISCH, Jochen: Gott, Geld, Medien. Studien zu den Medien, die die Welt im Innersten zusammenhalten (Dios, Dinero, Medios – Estudios acerca de los Medios que mantienen unido al Mundo en lo más íntimo). Frankfurt, Suhrkamp 2004, 239 pp. (= SV 2363). El autor proviene de de la Teoría de Sistemas  de Niklas Luhmann.

[16]       Nos referimos al: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, ed. p. el Pontificio Consejo «Justicia y Paz». Ciudad del Vaticano; Librería Editrice Vaticana 2005 (or. inglés 2004) 528 pp. Algo similar observamos – más allá de la Iglesia católica – en Europa (pensamos en la suerte del excelente documento: Für eine Zukunft in Solidarität und Gerechtigkeit [Para un futuro en solidaridad y justicia], ed. por: La oficina de la Iglesia Evangélica en Alemania y la Conferencia Episcopal Alemana. Bonn 1997; tres años después de la publicación la preocupación por la globalización hizo caer en el olvido dicho documento).

[17]       LUCKMANN, Thomas: La Religión Invisible (orig.: The Invisible Religion. The Problem of Religion in modern Society. New York; Macmillan 1967). Salamanca; Ed. Sígueme 1973, 130 pp.

[18]       Ibid., p. 127.

[19]       Mencionaré algunos titulos de su amplia producción literaria: BERGER, Peter L.: A Rumor of Angels: Modern Society and the Rediscovery of the Supernatural, Garden City, NY; Doubleday 1969; Id.: The Heretical Imperative. Contemporary Possibilities of Religious Affirmation (1st ed.).  Garden City, NY; Anchor/Doubleday 1979; id.: Sehnsucht nach Sinn. Glauben in einer Zeit der Leichtgläubigkeit (orig.: A far Glory. The Quest for Faith in an Age of Credulity. NY; The Free Press 1992). Frankfurt/NY; Campus 1994, 224 pp.; id.: The desecularization of the world - Resurgent religion and world politics. Washington; Grand Rapids, Mich. Ethics and Public Policy Center; Eerdmans 1999. e id.: Cuestiones sobre la Fe – Una afirmación escéptica del cristianismo. (Orig.: Questions of Faith. A Skeptical Affirmation of Christianity, 2004) Barcelona; Herder 2006, 302 pp. Sobre su obra global, cf.: Peter Berger and the Study of Religion. Ed. by Linda WOODHEAD with Paul HEELAS and David MARTIN. London/NY; Routledge 2001 (Taylor & Francis e-Library 2002) 216 pp.

[20]       Sorprende, que las autoridades eclesiales no hayan detectado ciertas afinidades analíticas con las ciencias sociales durante las últimas décadas. Se comprende esta distancia, dado el hecho que las ciencias sociales se constituyeron contra y/o sin la dimensión religiosa.

[21]       MARCUSE, Herbert: One-dimensional man: studies in the ideology of advanced industrial society. (With a new introduction by Douglas Kellner). Boston; Beacon Press 1991 (orig.: 1964), 260 pp. Ed. esp.: El hombre unidimensional. [Trad. Antonio Elorza], Barcelona: Planeta-Agostini, 1995, 286 p. (= Obras maestras del milenio; 11).

[22]       HABERMAS, Jürgen: Teoría de la acción comunicativa. Dos tomos (trad.: Manuel Jiménez Redondo). Madrid; taurus 1987, 517 y 618 pp. Orig.: Theorie des kommunikativen Handelns. Frankfurt/M.; Suhrkamp 1981.

[23]       FUKUYAMA, Francis: El fin de la historia y el último hombre. (Traducción de P. Elías) Barcelona; Planeta 1992, 474 pp.

[24]       El ya citado art. del autor: “La GLOBALIZACIÓN en la mira de la Iglesia” presenta la temática ampliamente.

[25]       Con esta formulación no queremos desconocer la abnegada labor de todos los involucrados. En la segunda parte del artículo, se aclararán algunas observaciones técnicas.

[26]       Alpha Course es una exitosa misión personal (de conversión carismática), mediante la cual la parroquia anglicana Holy Trinity Brompton-Londres intenta de revivir la fe de los cristianos no practicantes y de acercarlos de nuevo a sus respectivas Iglesias/ comunidades cristianas.

[27]       A fines de 2006 publicaron en: Logos Bible Software, Inc. Bellingham, USA (el software más sofisticado en materia bíblica, que usa Libronix DLS) la: Biblioteca Digital de la Misión – Perspectiva latinoamericana con más de 40 libros y recursos (Powerpoint y Windows). Para subrayar el argumento: En esta biblioteca se encuentran algunos títulos, citados en cualquier obra seria católica sobre el tema.

[28]       Fedón 90 c-d. Cf. BENEDICTO XVI: «Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones»- Discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona (12-09-2006). Asequible en Internet bajo: ZENIT.org, Código: ZS06091325.

[29]       Buscamos para ello una fuente, que tenga (a) la debida capacidad analítica para sintetizar en forma adecuada la situación de esta región compleja y (b) la imprescindible credibilidad para hacerlo, e.d., sin que su punto de vista represente intereses particulares.

[30]       La siguiente síntesis según: Id., Santiago de Chile, Junio de 2005, p. 305. La publicación es asequible bajo: http://www.eclas.cl /publicaciones/SecretariaEjecutiva/1/LCG2331/lcg2331e.pdf (= CEPAL/05, pág.).

[31]       CEPAL/05, 305. La negrita es nuestra.

[32]       La región se distingue como la más rezagada del mundo en términos de equidad, al constatar el marcado contraste entre la participación en el ingreso del grupo más rico y la del quintil de hogares más pobre. El 20% de los hogares situados en la parte inferior de la distribución del ingreso capta entre el 2,2% (Bolivia) y el 8,8% (Uruguay) de los ingresos totales. Por su parte, el quintil superior se apropia de entre un 41,8% (Uruguay) y un 62,4% (Brasil) de los ingresos totales.

[33]       A pesar de algunos logros, América Latina y el Caribe ha crecido a tasas reducidas y ha sido incapaz de estrechar la desigualdad en la distribución del ingreso. Por lo tanto, la región enfrenta el doble reto de integrarse con más dinamismo a los mercados mundiales y de cerrar, al mismo tiempo, las brechas de equidad, exclusión y deterioro ambiental.

[34]       La desigualdad inicial, el insuficiente crecimiento económico y la falta de empleos de calidad están en la base de la persistencia de la pobreza.

[35]       CEPAL/05, pp. 306 s.

[36]       Cf. Ocampo, José Antonio: Reconstruir el futuro. Globalización, desarrollo y democracia en América Latina, Bogotá, D.C., Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/Grupo Editorial Norma 2004.

[37]       Cada vez gana más adeptos el concepto de que la ampliación de los mercados, sin políticas públicas complementarias, no solo es insuficiente para lograr un crecimiento sostenido y una mejor distribución del ingreso sino que, muchas veces, puede ser contraproducente.

[38]       El siglo XXI comienza para América Latina y el Caribe con un mejor entendimiento de la complementariedad entre mercado y Estado, apreciando mejor las ventajas de una economía mixta. Esto no significa un regreso al Estado productor del pasado, sino a un Estado activo, promotor del proceso de desarrollo económico y, en particular, de la formulación y aplicación de políticas públicas, en distintos ámbitos, para reducir la inequidad y disminuir la pobreza.

[39]       CEPAL/05, 307-309.

[40]       Cf. BASOMBRIO IGLESIAS, Carlos: Seguridad Ciudadana – Diagnóstico del Problema y Estrategias de Solución. Lima, Fundación Honrad Adenauer 2005, 154 pp.

[41]       Esta tendencia se deja observar también en la literatura, especializada en la síntesis de los informes de las agencias de desarrollo. Cf. STIFTUNG, ENTWICKLUNG UND FRIEDEN: Globale Trends 1998. Fakten, Analyse, Prognosen. Ed. p. HAUCHLER, Ingomar, D. MESSNER und F. NUSCHELER. Frankfurt/M.; Fischer 1997, 474 pp.  Globale Trends 2000. Fakten, Analyse, Prognosen. Frankfurt/M., 1999, 496 pp. e: idem: Globale Trends 2004/ 2005. Fakten Analysen, Prognosen. Frankfurt/M. 2003, 347 pp.  – Hasta 1998 la fundación sintetizó periódicamente los distintos informes. Desde 2000 ya no.

[42]       Competencia en el sentido de la palabra inglesa.

[43]       En el sentido de entendible.

[44]       Es discutible si esta mutación latinoamericana va un camino similar al ateismo y a la indiferencia religiosa de Europa; de todos modos, el camino latinoamericano será un camino sui generis.

[45]       Especialistas tanto en materia social latinoamericana como en la pastoral de nuestro continente.

[46]       Cualquier estudiante de pocos semestres en ciencias sociales constataría la no-validez de las consultas y del procesamiento de su síntesis. Más, sobre este tema, en la segunda parte de este artículo.

[47]       Cf.  Juan Pablo II: Exhortación Apostólica Postsinodal ‘PASTORES GREGIS’. Ciudad del Vaticano (16-10-2003) y Congregación para los Obispos: ‘Apostolorum Successores’ – Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos. Ciudad del Vaticano (22-02-2004).

[48]       Las siguientes líneas sintetizan el examen del candidato antes de su ordenación episcopal. Cf. Pontifical y Ritual Romanos. Barcelona; CELAM 1978, pp. 70 sig.

[49]       El tema de los ‘movimientos’ es de mucha importancia, también para esta temática; pero el tiempo reducido no nos permite su trato. Además se iba a complejizar mucho la argumentación. Por eso, cf. sobre el tema: N. Strotmann: “Notas previas para un diálogo...”, en: id.: Teología y Pensamiento Social. Lima, Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima 1989, pp. 87 – 89.

[50]       Sobre los mencionados movimientos, cf. el art.: “culture”, en: The New Dictionary of Catholic Spirituality. Ed. by Michael Downey. Collegeville, MN; Liturgical Press 2000 (1993) y los art.: “Feminist Theology”, “ Liberation Theology”  y “Political Theology “, en: The New Dictionary of Theology. Ed. por Joseph A. Komonchak, Mary Collins and Dermot A. Lane. Collegeville MN, The Liturgical Press 2000 (1990).

[51]       El problema nace, cuando este genitivo objetivo se cambia en genitivo subjetivo.

[52]       ¿Quién puede negarle a las Teologías de la liberación su función concienciadora ante la situación del pobre en nuestro continente? ¿Quién niega el valor de las Teologías feministas en el proceso de la promoción de la mujer? ¿Quién no reconoce, lo que hicieron las etnoteologías para el reconocimiento de nuestro pueblos indígenas?

[53]       Para que quede claro: Con estas constataciones reclamamos una mayor, no una menor responsabilidad episcopal y exigimos responsabilidades auténticas.

[54]       Sobre la seriedad teológica del tema discipulado, cf. del autor: “DISCIPULADO en el NT”. Lima 2007, MS de 15 pp.

[55]       Id., Salamanca; Sígueme 2005, 224 pp. (= El Peso de los Días, N° 47).

[56]       Ibid., p. 168.

[57]       La misión es uno de los temas más complejos de la Teología actual, porque acumula sus problemas históricos y contemporáneos (cf. BOSCH, David J.: Misión en Transformación: Cambios de Paradigma en la Teología de la Misión. Grand Rapids, Mich.; Libros Desafío 1991, 702 pp. o BÜRKLE, Horst (ed.): Die Mission der Kirche. Paderborn; Bonifatius 2002,  411 pp. (= AMATECA, Bd. 13).). En la preparación de Aparecida no he detectado un mayor esfuerzo teológico por esta cuestión delicada.

[58]       Un alumno de BenedictoXVI ha escrito recientemente sobre el desarrollo de pensamiento en la vida de J. Ratzinger (VERWEYEN, Hansjürgen: Joseph Ratzinger – Benedikt XVI. Die Entwicklung seines Denkens. Darmstadt; WBG 2007, 173 pp.).

[59]       AAS 58 (1966) 702 - 712. La siguiente visión sintética se orienta en: Friedrich WULF, SJ.: Einführung und Kommentar zum Dekret. LThK/Vat. II, T. II. 250 - 265.

[60]       "Accommodata renovatio vitae religiosae simul completitur et continuum reditum ad omnis vitae christianae fontes primigeniamque institutorum inspirationem et adaptionem ipsorum ad mutatas temporum condiciones."

[61]       Esta última corriente la representa, p. ej.: VATTIMO, Gianni: Jenseits des Christentum – Gibt es eine Welt ohne Gott? (cast.: Después de la Cristiandad: Por un Cristianismo no religioso. Paidós). München; Hanser 2004, 192 pp.

[62]       Hago recordar lo dicho arriba: “también para la palabra de la Iglesia vale la ley de la economía: La inflación (repetición de los mismos valores) lleva necesariamente a la ‘devaluación’.”

[63]       Ibid., N° 1.2.

[64]       La Congregación para la Doctrina de la Fe hablaría de la ‘identidad de fe’ probablemente como: ‘ontológicamente prius’.

[65]       Cf. Comisión Teológica Internacional: “Temas Selectos de Eclesiología (1984). En: Id.: Documentos 1969-1996. Ed. p.: C. POZO, S.J. Madrid; BAC 1998, pp. 327-375 (= BAC 587): "Distinguimos … la estructura esencial de la Iglesia, de su figura concreta y evolutiva (o su organización). La estructura esencial comprende todo lo que en la Iglesia proviene de su institución por Dios (iure divino), a través de la fundación por Jesús y el don del Espíritu Santo.... La figura de la Iglesia está … normalmente sujeta a evolución; ella es el lugar en que se manifiestan diferencias legítimas e incluso necesarias. La diversidad de organizaciones implica, sin embargo, la unidad de la estructura." (Ibid., p 348)

[66]       STh I Qu. 1 a. 8 (“Cum enim gratia non tollit naturam, sed perficiat, oportet quod naturalis ratio subserviat fidei”).

[67]       STh I Qu.2 a.2 (“Sic enim fides praesupponit cognitionem naturalem, sicut gratia naturam, et ut perfectio perfectibile.”).

[68]       STh I Qu.112 a.2 (“Considerandum est etiam quod ordo naturae in operationibus miraculorum praetermittitur, propter fidei confirmationem.”).

[69]       P. ej., Perth, Klaus/ Ralf Pütmann: Die besten Strategietools in der Praxis. München/ Wien; Carl Hanser Verlag 2005, 286 pp. (ISBN 3-446-40037-0/ e-book); Claudia Ossola-Haring (Ed.): Die 499 besten Checklisten für Ihr Unternehmen. Frankfurt; Redline Wirtschaft 42004, 795 pp. (ISBN 3-636-03016-7/ e-book). Sobre las cuestiones organizacionales y su literatura en esta sección del artículo, cf. del autor: Sociología de la Organización Parroquial. Lima; Dióc. de Chosica 2002, 263 pp.

[70]       Logos Bible Software, Inc. Bellingham, USA, el software más sofisticado en materia bíblica, que usa Libronix DLS.

[71]       The Dawn Research Handbook. First edition – Modified. Colorado Springs (EEUU) s.a., 130 pp. (www.dawnministries.org/index.php? option= com_docman&task=cat_view&gid=30&Itemid=71).

[72]       Cf. AMANECER – PERÚ. Manual estadístico 2003. Investigación socio-religiosa. Iglesia Evangélica. Lima: Perú para Cristo, 2004; 155 pp.

[73]       Tendencias demográficas, de la situación familiar, etc. – según interés y necesidad.

[74]       Formas de economía y sus problemas endémicos, indicadores de desarrollo económico y humano, desigualdad y pobreza, deuda externa y su efecto, etc.

[75]       La debida información política sintetizada, que presenta (en forma diferenciada) los problemas regionales con la inestabilidad de los gobiernos, con las formas de abuso del poder, con los derechos humanos, la discriminación étnica et alia, la seguridad ciudadana, la situación educativa, de la salud, de los migrantes, etc.

[76]       Análisis de los medios de comunicación, la presencia de la Iglesia en ellos, la forma de su presencia, etc.

[77]       Los datos que la Sta. Sede pide anualmente, pero reelaborados con vista a los mayores problemas – como: pérdida de acceso a la feligresía, debilidades en la transmisión de la fe, etc.

[78]       Estimamos que serán 75 – 90% de los católicos.

[79]       Usaremos ‘esta’ palabra sólo en este contexto.

[80]       Una preocupación acerca de esta reforma: La Liturgia no recibió en esta reorganización su lugar debido. Benedicto XVI dice en su encíclica Deus caritas est (25-12-2005): “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia).” Ibid., N° 24. ¿Aceptan los responsables, que posiblemente hayan introducido un considerable desequilibrio en la “naturaleza íntima de la Iglesia”, e.d., en la pastoral de todo un continente, dado que no pocas CCEE copian simplemente el organigrama del CELAM?

          Sobre la importancia de la liturgia en el pensamiento de Benedicto XVI, cf.: VERWEYEN, Hansjürgen: Joseph Ratzinger – Benedikt XVI. Op. cit. 2007, 173 pp., especialmente pp. 12-21 y 135-143.

[81]       Dejemos del lado que no hubo un ‘concepto validable’ en estas consultas.

[82]       Cf.: Síntesis de los aportes recibidos para la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Ed. p.: CELAM. Bogotá, C. D. 2007, 188 pp.

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