Sermón sin título (3)

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1. Aquí comienza la tercera fase importante del ministerio público de Jesús, cuando Jesús amplía su ministerio a través de la misión de los Doce y lo extiende más allá de Galilea.
2. El tema central continúa siendo la autoridad de Jesús como inaugurador del reino de Dios, aunque podemos ver que ya los discípulos comienzan a asumir ciertas responsabilidades en su etapa de adiestramiento.
3. Marcos anteriormente relataba el llamamiento de los primeros discípulos de Jesús (1:16–19) y la elección de los Doce (3:13–19). Ahora Jesús los envía fuera a reproducir su ministerio por toda Galilea (6:6b–13).
4. No solo los envía, sino que les da autoridad sobre los demonios y les da orientaciones específicas para el camino (v.7c-11)
a. No podían llevar nada: ni pan, ni alforja, ni dinero, ni dos túnicas; sólo podían llevar un bordón y sandalias para los pies.
b. A la casa donde llegaran debían permanecer hasta que se fueran de allí.
c. Si no los recibían ni los escuchaban, debían irse del lugar dejándoles saber el gran problema en el que se encontraban con Dios por rechazar el mensaje.
5. Los doce salieron e hicieron lo ordenado (v.12-13).
a. Mientras predicaban, con la autoridad de Jesús, debían demostrar que el reino ya se había acercado. Debían predicar como heraldos, debían llamar al arrepentimiento, y en el proceso debían expulsar los demonios y sanar a los enfermos con la autoridad que se les dio.
b. El reino de los cielos estaba ya “irrumpiendo” en la tierra.
c. Ellos debían ser una extensión del ministerio de Jesús. No eran los más capaces, pero no se trataba de ellos, de hecho, los doce, tanto antes como después de esta experiencia misionera, seguían siendo gente de una fe débil y un carácter cuestionable. Sin embargo, en esta ocasión, Jesús los privilegia con enviarlos como heraldos en Su Nombre y con Su autoridad, para hacer más notorio a toda aquella región que ya “el tiempo se había cumplido y el reino de Dios se había acercado” en la persona de Cristo Jesús.
PUNTO TEOLOGICO.
I. LA MISION - PREDICAR
A. Ellos debían predicar.
1. Los discípulos debían ir, y aunque Marcos en el v.7ª se limita a hablar que debían expulsar demonios, está implícito que la misión también era sanar a los enfermos y principalmente predicar; predicar la buena noticia de que el reino de Dios se había acercado; y eso fue lo que hicieron (v. 12ª).
2. Quisiera que miremos de manera particular esta gran responsabilidad dada a los doce de predicar. No se nos dice cómo reaccionaron ellos cuando Jesús les dio la comisión, pero debió haber sido desafiante para ellos.
3. Para entender un tanto mejor lo que se esperaba de los doce es necesario aclarar qué significaría para ellos la misión dada, particularmente la de predicar.
4. Predicar o proclamar se usa en la Biblia en el mismo sentido de ser un heraldo, es decir, alguien al que se le ha dado un mensaje y la responsabilidad de ir y anunciar, al pie de la letra, el mensaje que se le encomendó.
5. Por tanto, el contenido de la misión de los doce era en primer lugar la proclamación fervorosa de un mensaje que a ellos les fue confiado.
B. Esta misma misión de proclamar como un heraldo de parte de Dios no era nueva.
1. Fue lo mismo que Dios encomendó hacer a Noé, el cual es llamado por el apóstol Pedro como “…un predicador [heraldo] de justicia…”.
2. La misión de heraldo se ve maravillosamente ilustrada en Moisés y Aarón. Dios los envía a Egipto para sacar al pueblo hebreo hacia el lugar que Dios les conduciría. Moisés y Aarón fueron enviados, no como negociadores sino como heraldos del Dios Altísimo. Ellos sólo tenían que hablar de parte de Dios.
En Éxodo 7:1, el Señor le dice a Moisés: “Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta”. Moisés tenía autoridad sobre Faraón porque el Dios del cielo le había encomendado la tarea de hablar en Su Nombre.
3. Proclamar como heraldo fue lo que Jonás hizo una vez que Dios le mandó a predicar a Nínive. Dijo el Señor acerca del impacto de la predicación de Jonás a los ninivitas: “…porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás”.
4. Proclamar como heraldo fue lo que a Juan el Bautista se le mandó hacer para preparar los corazones de Israel para el inicio del ministerio de Jesús. En aquellos días llegó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
5. Fue lo mismo que Jesús le encargó al gadareno una vez libre de la legión de demonios, “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti. Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él;
6. Esto mismo fue lo que hizo el apóstol Pablo tan pronto tuvo su encuentro con Jesús. Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: El es el Hijo de Dios.
7. Entendiendo el peso de la responsabilidad, el propio apóstol ordena a su fiel discípulo, Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción. 2 Ti 4.2
· En este texto, ‘Predica’ es igual a “Proclama la palabra”; significa literalmente, pregonar como un heraldo, dar a conocer oficial y públicamente un asunto de gran significado e importancia.
Por orden de su superior hacer una declaración autoritativa, directa y vigorosa. 
C. Entonces, según las Escrituras, “proclamaropredicar”, tal como se les mandó hacer a los doce, es generalmente la proclamación autorizada a los hombres de parte de Dios.
1. A la luz de la narrativa bíblica, la predicación, la proclamación de hombres comisionados por Dios como heraldos, ha sido el medio a través del cual nuestro Dios ha procurado llamar y traer a cuentas al ser humano.
2. Proclamar como heraldo es una misión única, muy diferente a cualquier otra tarea de comunicación.
John Stott Proclamar no es lo mismo que dar una conferencia. Una conferencia es algo desapasionado, objetivo, académico. Va dirigida a la mente. No busca ningún resultado, sino simplemente impartir determinada información... Pero el heraldo de Dios viene con una proclamación urgente de paz mediante la sangre de la cruz y con un reto a los oyentes a arrepentirse, a deponer sus armas y a aceptar humildemente el perdón que se les ofrece”.
OT: Esto nos lleva a reafirmar que los discípulos fueron enviados a proclamar como heraldos; pero también debemos preguntarnos, ¿a proclamar qué?
I. EL CONTENIDO DE LA MISION - ARREPENTIMIENTO
A. Ellos deberían predicar el arrepentimiento.
1. A ellos no sólo se les dio la orden, sino también el contenido.
2. El heraldo trae, predica, proclama un mensaje, el mensaje de Dios. Un mensaje que comienza con el claro y compasivo llamado al arrepentimiento.
3. Un heraldo era comisionado por un gobernante para pregonar o anunciar un mensaje. Por tanto, un heraldo no habla de su propia inspiración ni tiene autoridad para hacerlo, ni para cuestionar, evaluar, reajustar o rechazar el contenido del mensaje.
4. En cambio, la misión del que proclama es anunciar, en Nombre de la Autoridad que lo envía, el mensaje que se le ha encomendado predicar.
En este sentido, los discípulos debían hacer de heraldos, predicadores departe de Dios, llamando a que todos se arrepintieran.” Ellos no podían escoger ni la ‘misión’ ni el ‘contenido’ de ella.
B. El arrepentimiento
1. La necesidad de arrepentimiento puede parecer a primera vista una verdad muy sencilla y elemental. Y, sin embargo, se podrían escribir volúmenes para mostrar la plenitud de esa doctrina y que es apropiada para cualquier momento y época, y para cualquier rango y clase.
2. Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Todos necesitamos ser llevados a una conciencia de nuestros pecados, a entristecernos por ellos, a un deseo de abandonarlos y a tener hambre y sed de perdón.
3. Todos, en una palabra, necesitamos acudir a Cristo y nacer de nuevo. Esto es arrepentimiento para vida. Esto es lo que se requiere para la salvación de cualquier persona. Esto es lo que el Señor ordenó predicar al hombre.
4. Debemos pedir a los hombres que se arrepientan si deseamos caminar en los pasos de los Apóstoles, y cuando se hayan arrepentido debemos pedirles que se arrepientan cada día hasta el último día.
TEOLOGIA APLICADA
1. Actualmente, cuando un gobernante quiere transmitir un mensaje al pueblo organiza una rueda de prensa. En la antigüedad enviaban a un heraldo o pregonero que tenía la responsabilidad de comunicar fielmente los anuncios y decretos del rey en voz alta y con autoridad. La voz del heraldo debía ser escuchada y obedecida como si fuera la voz del rey mismo porque el heraldo no hablaba por su propia cuenta ni transmitía sus propias palabras. Él tenía la responsabilidad de proclamar el mensaje del rey con toda claridad, sin quitarle nada ni añadirle nada.
2. Esa fue la misión de los apóstoles antes y después de la resurrección de nuestro Señor. ¡Esa es nuestra misión hoy! Lucas 24.46b-47 Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día; y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
3. Hoy sobre la iglesia sigue pesando esa misma misión: predicar, y ese mismo contenido: predicar el evangelio, empezando por el arrepentimiento.
4. No tenemos derecho, como no lo tenía el heraldo ni lo tiene hoy un embajador, a cambiar ni la misión ni el contenido de la misión.
5. El gran dilema que en todas las épocas ha afectado a la iglesia ha sido el renunciar, reajustar o torcer tanto la misión como su contenido; el buscar substitutos para la proclamación y sustitutos para su contenido, el arrepentimiento. Hoy no es la excepción. Con el afán de ser relevantes, tener una iglesia grande, o congraciarse con la cultura de turno, se tuerce la misión y su contenido.
6. La proclamación es boicoteada tanto dentro como fuera del pulpito. Por ejemplo,
· Se habla de reducir los minutos a la proclamación de la Palabra.
· Se habla de métodos y estrategias que hagan de la exposición de la Palabra una mera reflexión moralista o motivacional.
· Se habla de no proclamar en lugares públicos por respeto a la consciencia de otros.
· Se busca sustituir la proclamación del evangelio en lugares públicos por la distribución de cosas temporales; sustituir la proclamación por la política; sustituir la proclamación por la asistencia social; sustituir la proclamación por el entretenimiento.
· Hoy el contenido de la proclamación, el cual es el evangelio, el cual invariablemente comienza con el llamado al arrepentimiento, se pretende sustituir por charlas moralistas; por speeches motivacionales; por cualquier cosa menos aquello que pueda “ofender” a la persona.
7. Los doce fueron enviados como heraldos. ¡Nosotros también! Y como heraldos, ni ellos, ni nosotros, tenemos autoridad para cambiar el contenido de lo que nos ha sido encomendado proclamar.
8. Alterar el contenido es la muestra más evidente de ausencia de fe, de ausencia de amor y de ausencia de esperanza.
· Ausencia de fe porque evidentemente no se cree ni se respeta a Aquel que ha dado la comisión.
· Ausencia de amor porque evidentemente no interesa la salvación del alma humana la cual sólo puede ocurrir cuando un corazón se arrepiente.
· Y ausencia de esperanza porque evidentemente no se cree que hoy se está decidiendo el destino final en aquellos que nos escuchan predicar.
9. Con respecto a la misión de Dios, seamos fieles, sólo eso. Proclamemos como heraldos de Dios las glorias del evangelio de Cristo. Aprendamos del gran apóstol cuando dijo “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamoso proclamamos como heraldos— a Cristo crucificado” (1 Corintios 1:22-23).
10. Con respecto al contenido de la misión, no sustituyamos el imprescindible llamado al arrepentimiento; no tenemos derecho a hacerlo!
De hecho, quisiera terminar preguntando ¿Nos hemos arrepentido? Esta, al fin y al cabo, es la cuestión que más nos interesa.
¡Nunca descansemos hasta que sepamos y sintamos que nos hemos arrepentido! No hay impenitentes en el Reino de los cielos. Todos los que entran allí han sentido su pecado y lo han lamentado, lo han abandonado y han buscado el perdón. Esta debe ser nuestra experiencia si esperamos ser salvos. Y este debe ser nuestro mensaje.· Se habla de métodos y estrategias que hagan de la exposición de la Palabra una mera reflexión moralista o motivational.
· Se habla de no proclamar en lugares públicos por respeto a la consciencia de otros.
· Se busca sustituir la proclamación del evangelio en lugares públicos por la distribución de cosas temporales; sustituir la proclamación por la política; sustituir la proclamación por la asistencia social; sustituir la proclamación por el entretenimiento.
· Hoy el contenido de la proclamación, el cual es el evangelio, el cual invariablemente comienza con el llamado al arrepentimiento, se pretende sustituir por charlas moralistas; por speeches motivacionales; por cualquier cosa menos aquello que pueda “ofender” a la persona.
7. Los doce fueron enviados como heraldos. ¡Nosotros también! Y como heraldos, ni ellos, ni nosotros, tenemos autoridad para cambiar el contenido de lo que nos ha sido encomendado proclamar.
8. Alterar el contenido es la muestra más evidente de ausencia de fe, de ausencia de amor y de ausencia de esperanza.
· Ausencia de fe porque evidentemente no se cree ni se respeta a Aquel que ha dado la comisión.
· Ausencia de amor porque evidentemente no interesa la salvación del alma humana la cual sólo puede ocurrir cuando un corazón se arrepiente.
· Y ausencia de esperanza porque evidentemente no se cree que hoy se está decidiendo el destino final en aquellos que nos escuchan predicar.
9. Con respecto a la misión de Dios y a su contenido, seamos fieles, sólo eso. Proclamemos como heraldos de Dios las glorias del evangelio de Cristo. Aprendamos del gran apóstol cuando dijo “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamoso proclamamos como heraldos— a Cristo crucificado” (1 Corintios 1:22-23).
10. Quisiera terminar preguntando ¿Nos hemos arrepentido? Esta, al fin y al cabo, es la cuestión que más nos interesa. Es bien conocido lo que enseñaron los Apóstoles. Está bien estar familiarizado con todo el sistema doctrinal cristiano. Pero es mucho mejor conocer el arrepentimiento por experiencia y experimentarlo en nuestros corazones.
¡Nunca descansemos hasta que sepamos y sintamos que nos hemos arrepentido! No hay impenitentes en el Reino de los cielos. Todos los que entran allí han sentido su pecado y lo han lamentado, lo han abandonado y han buscado el perdón. Esta debe ser nuestra experiencia si esperamos ser salvos.
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