¡No Cometerás Adulterio!

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INTRODUCCIÓN:
Dios es un espíritu puro y santo, y siente un rechazo infinito ante toda forma de impureza. En este mandamiento introduce su admonición contra él, “No cometerás adulterio”. La síntesis de este mandamiento es: la protección de la pureza física y la protección contra la infidelidad. Debemos evitar estrellarnos contra la roca de la impureza y de la infidelidad, lo que ocasionaría el naufragio de nuestra castidad. En este mandamiento tenemos un elemento que se indica tácitamente y otro que se prohíbe expresamente.

I.- LO QUE VA IMPLÍCITO:

Es la obligación de guardar la ordenanza del matrimonio: “Cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” . “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla”. . Dios INSTITUYÓ el matrimonio en el Paraíso; entregó a la mujer al hombre () Los dio mutuamente en matrimonio. Jesucristo honró el matrimonio con su presencia (), ya que fue en una boda donde obró su primer milagro, la conversión del “agua en vino” (). El matrimonio es un símbolo y un reflejo de la unión mística entre Cristo y su Iglesia (). En el matrimonio hay deberes generales y específicos. El deber general del marido es gobernar: “El marido es cabeza de la mujer” . La cabeza es el trono del gobierno y el juicio, pero debe gobernar con prudencia. Es cabeza, por lo que no debe gobernar sin razón. El deber general de la esposa, por su parte es la sumisión: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” . Cabe reseñar que el Espíritu Santo paso por alto las flaquezas de Sara y, en cambio, resalta el bien que hay en ella, como es la reverencia y la obediencia que demuestra para con su marido: “Sara obedecía a Abraham, llamándole señor”. . Los deberes específicos del matrimonio son el AMOR y la FIDELIDAD. El amor es el matrimonio de los sentimientos (). Hay, por así decirlo, un solo corazón en dos cuerpos. E. amor suaviza el yugo y lo facilita, perfuma la relación matrimonial y, sin él, no hay armonía, sino disensiones constantes. Al igual que dos venenos en un solo estómago, el uno está siempre harto del otro. En el matrimonio hay una promesa mutua de una vida conjunta en fidelidad y en consonancia con la santa ordenanza de Dios. Entre los romanos, en el día de la boda, la esposa presentaba al marido fuego y agua; lo que venía a significar que, tal como el fuego refina y el agua limpia, así la esposa debía vivir en castidad y sinceridad para con su marido.

II.- LO QUE SE PROHÍBE:

En este mandamiento lo que se prohíbe es contaminarnos con la impureza física y con la infidelidad. “No cometerás adulterio”. La fuente de este pecado es la concupiscencia. Desde la caída, el amor santo degeneró en concupiscencia, que es la fiebre del alma. Existen dos tipos de adulterio:
MENTAL.- “Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” . Tal como una persona puede morir de una hemorragia interna, también puede ser condenada por la efervescencia interior de la concupiscencia si esta no se mortifica.
FÍSICA.- Como cuando el pecado se manifiesta en forma de acto. Esto se prohíbe expresamente bajo un: “NO COMETERAS ADULTERIO”. Este mandamiento se levanta como una cerca para mantener la impureza fuera, y habrá una serpiente que muerda a quienes lo rompan. Job califica el adulterio de “maldad e iniquidad”. . No todo error es un delito, ni todo delito una iniquidad; pero el adulterio es “maldad e iniquidad”. El Señor lo denomina maldad: “Hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos”. .

III.- ¿ES GRAVE ESTE PECADO?

SI

Es una transgresión del voto matrimonial. Cuando dos personas se unen en un sentido matrimonial, se comprometen por medio de un pacto mutuo en presencia de Dios a ser fieles y leales en el seno de la relación conyugal. La falta de castidad es una traición a este solemne compromiso; de ahí que el adulterio sea peor que la fornicación, puesto que es un quebrantamiento del vínculo conyugal.

La gravedad de este pecado reside en lo siguiente: es una gran deshonra para Dios. Dios dice: “No cometerás adulterio”. El adúltero sitúa su voluntad por encima de la ley de Dios, pisotea su mandato y le afrenta flagrantemente; como si el súbdito rompiera en pedazos el edicto de su gobernante. El adúltero es un gran oprobio para todas las personas de la Trinidad. Para Dios el Padre: pecador, Dios te ha dado la vida y gastas la lampara de la vida, la flor de tu edad, en la lascivia. Te ha otorgado numerosas misericordias, salud y bienes, y tú lo gastas todo en prostitutas y en tus amantes. ¿Te concedió Dios un salario para que sirvieras al diablo? Es injurioso para Dios el Hijo de dos formas: En la medida en que te ha comprado con su sangre: “Habéis sido comprados por precio” . Ahora bien, quien ha sido comprado no se pertenece a sí mismo. Es un pecado que se entregue a otro sin el consentimiento de Cristo, que lo ha comprado por precio. Si, en virtud del bautismo eres un cristiano y profesas que Cristo es tu cabeza y que eres miembro suyo, ¿qué injuria será para él “quitar” pues, los miembros de Cristo y hacerlos miembros de una ramera” ? Es injurioso para Dios el Espíritu Santo, puesto que el cuerpo es su templo: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros? . ¡Y qué gran pecado es profanar este templo!.
El pecado del adulterio reside en lo siguiente: se somete de forma consciente y meditada. El pecado se concibe en la mente, se consiente en la voluntad, y posteriormente, se materializa en el acto. Pecar contra la luz de la naturaleza, y hacerlo deliberadamente, es como el tinte a la lana: tiñe el pecado y le da un color carmesí.
Lo que hace del adulterio algo tan pecaminoso es que es innecesario. Dios ha provisto un remedio para evitarlo: “A causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer”. . Una vez prescrito este remedio, pues, no tendremos disculpa si somos culpables de fornicación y adulterio; sería como un ladrón rico que roba aquello de lo que no tiene necesidad. Esto es un agravante del pecado.

IV.- ¿HAY ALGO ÚTIL PARA TI?

Se condena aquí a la Iglesia de Roma, que permite el pecado de la fornicación y adulterio. No permite que sus sacerdotes se casen, pero sí que tengan sus concubinas. La peor clase de impureza, el incesto con parientes cercanos, se absuelve mediante el pago de dinero. De Roma se decía: “Toda Roma se ha convertido en un prostíbulo”. Y no debe sorprendernos en vista de que el papa, a cambio de una suma de dinero, podía dar permiso y licencia para cometer actos impuros; y, si la autorización no bastaba, podía conceder el perdón. Muchos de los papistas estiman que la fornicación es un pecado venia, pero Dios condena el deseo mismo (). Si Dios condena el pensamiento, ¿cómo se atreven a permitir el acto de fornicación? Podemos advertir la clase de jaula de pájaros impuros que es Roma.. Se hacen llamar la santa Iglesia Católica, pero ¿cómo habrán de ser santos quienes están sumidos y fermentados en la fornicación y el incesto, la sodomía y toda clase de impureza?
Es motivo de tristeza ver cómo este mandamiento se somete a tal desdén y quebrantamiento entre nosotros. El adulterio es el pecado imperante en nuestra época: “Todos ellos son adúlteros; son como horno encendido por el hornero”. . Los tiempos de Enrique VIII recibieron el apelativo de era dorada, pero nuestra época bien podría tacharse de era de la impureza, en la que se recurre a las prostitutas de forma generalizada. “Tu no te limpiaste de tu inmundicia”. . Cuenta Lutero de alguien que decía: “Si pudiera satisfacer mis pasiones e ir de prostíbulo en prostíbulo, no necesitaría otro cielo” y posteriormente expiró entre dos prostitutas muy conocidas. Esto es amar el fruto prohibido y beber de aguas robadas. “Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí la puerta. Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que estos hacen allí”. . Si, como hizo el profeta, pudiéramos cavar en las paredes de muchos hogares, ¡cuántas viles abominaciones veríamos en ellos! En algunas estancias veríamos adulterio; y si caváramos más adentro aún, veríamos incesto. ¿Y no se alejará Dios de éste santuario? “¿No ves lo que estos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario?” . Puede que Dios retire su evangelio y entonces habremos de llamar Icabod, “traspasada es la gloria”, a ésta nación. Lamentemos aquello que no podamos reformar.
Como exhortación para mantenernos alejados del pecado de adulterio. “Cada uno tenga su propia mujer”, Dice Pablo, no su Concubina ni su Amante, o Amiga con Derechos, . A fin de disuadir al oyente del adulterio, permítaseme mostrar el gran mal que hay en él:
Es un pecado de Latrocinio (Robo). Se trata del robo en su máxima expresión. El adúltero roba a su prójimo algo que está por encima de los bienes y las propiedades; le roba su esposa, que es carne de su carne.
El adulterio nos degrada; nos bestializa, y de ahí que el adúltero se describa como el relincho del caballo: “Cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo”. . Ciertamente, es peor que bestial, puesto que algunas criaturas, a pesar de carácter de raciocinio, por su instinto natural observan cierto decoro y castidad. La tórtola es una criatura casta, y es fiel a su pareja; y la cigüeña, allá donde vuela, no se posa en otro nido que en el suyo. Los naturistas señalan que, si una cigüeña abandona su pareja por otra, todas las demás caen sobre ella y le arrancan las plumas. El adulterio es peor que bestial, ya que degrada a una persona de su honra.
El adulterio contamina. El diablo se describe como un espíritu impuro () El adúltero es el primogénito del diablo; es impuro, un lodazal andante; está recubierto de llagas de pecado; sus ojos brillan de concupiscencia; su boca lanza sucios espumarajos; su corazón arde de deseos impuros como el monte Etna; y es tan sucio que, si muere en su pecado, ni todas las llamas del Infierno podrán limpiar jamás su Impureza. Y en lo que respecta a la adúltera, ¿Quién podrá retratar sus negros colores? Las Escrituras la llaman “ Abismo profundo” Pro. 23: 27. Es una vulgar cloaca, mientras que el cuerpo de un creyente es un templo vivo, y su alma un pequeño Cielo cubierto de tantas virtudes como las estrellas que hay. El cuerpo de una ramera es un basurero andante, y su alma, un Infierno menor.
El adulterio destruye el cuerpo: “Y gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo”. Pro. 5: 11. Lo lleva a la desgaste o deterioro. La impureza convierte el cuerpo en un hospital, consume los humores esenciales, descompone el cráneo y corroe la belleza del rostro. Tal como la llama consume la vela, así también el fuego de la concupiscencia consume los huesos. El adúltero precipita su propia muerte: “ Hasta que la saeta traspasa su corazón”. Pro. 7: 23. Los romanos celebraban sus sepelios a las puertas del templo Venus, diosa de la concupiscencia, como símbolo de que esta conduce a la muerte.
El adulterio es un agujero en la bolsa; no solo consume el cuerpo, sino también los bienes: “ A causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan”. Pro. 6: 26. Las rameras son las sanguijuelas del diablo, esponjas que absorben el dinero. El hijo pródigo gastó su herencia cuando cayó entre rameras () Cuando el Rey Eduardo III se hallaba en su leche de muerte, su concubina le arrebató todo lo que pudo, quitándole hasta los anillos de los dedos para luego abandonarlo. Quien vive en la lujuria muere en la banca rota.
El adulterio destruye la reputación: “El que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada”. Pro. 6: 32- 33. Algunos obtienen honor de sus heridas. Las heridas del soldado están llenas de honor, pero el adúltero sufre heridas sin que esto le honre: “Su afrenta nunca será borrada”. Ningún medico puede curar las heridas de la reputación. La vergüenza sobrevive al adúltero tras su muerte. Cuando su cuerpo se pudre bajo tierra, su hombre se pudre por encima de ella. Sus hijos bastardos son monumentos vivos de su vergüenza.
El pecado debilita la mente, arrebata el entendimiento e idiotiza el corazón: “Fornicación, vino y mosto quitan el juicio”. . Carcome el bien del corazón. Salomón se dejo seducir por las mujeres y estas lo llevaron a la idolatría.
Dios maldice al adúltero: “Fosa profunda es la boca de las mujeres extrañas; el que es maldito del Señor caerá en ella” Pro. 22: 14 LBLA. ¿Qué puede haber peor que sufrir la maldición de Dios? Dios puede airarse con sus hijos, pero la maldición de Dios es el mayor grado de aborrecimiento que puede sufrir un hombre. ¿CÓMO MALDICE EL SEÑOR AL ADÚLTERO? Dándole una mente réproba y una conciencia insensible () Entonces se encuentra en tal estado que es incapaz de arrepentirse. Sufre la maldición de Dios. Se halla al borde del Infierno y, cuando la muerte le da el último empujón, cae en él. todo esto debería tener un afecto disuasorio en nosotros y apartarnos de un pecado tan condenable como la impureza. Escuchemos lo que dicen las Escrituras: “No te acerques a la puerta de su casa” Pro. 5: 8. “Camino al Seol es su casa”. Pro. 7: 27.
El adulterio siembra discordia. Destruye la paz y el amor, las dos flores más hermosas que crecen en una familia. Enfrenta al marido con su mujer, y a la mujer con su marido, hacen que las “rodillas den la una contra la otra” . Esta división en una familia genera confusión, puesto que “una casa dividida contra sí misma, cae”. .
V. ¿QUÉ ES EL ADULTERIO ESPIRITUAL?
En varios pasajes el Antiguo Testamento se acusa a Israel y Judá del pecado de adulterio por adorar ídolos paganos. El hecho de que se hagan frecuentes aplicaciones del séptimo mandamiento al adulterio espiritual en ambos Testamentos hace que no exista duda alguna de que debemos esa importante conexión hoy en día. Apostatar de la verdad se describe como adulterio porque abandona nuestro compromiso total y exclusivo hacia el Señor y hacia su Palabra al asociarnos con ideas religiosas falsas, o con la mundanalidad. Es importante señalar que cuando los Israelitas cometían adulterio espiritual, normalmente no renunciaban a la verdadera religión, sino que introducían na adoración pagana junto a ella. El adulterio espiritual de hoy en día es el adulterio de una doble vida, en la cual los creyentes mantienen una adoración evangélica y sirven al mundo al mismo tiempo. Aclarando más el asunto, debemos enfatizar que los judios de antaño disfrutaban de los beneficios de un pacto nacional con nuestro Dios Todopoderoso. Cualquier defección de su parte era una traición o un abuso de una relación única y solemne, y esto es lo que hacía que su idolatría espiritual fuera algo que implicaba adulterio. También nosotros, como gente redimida hoy en día, tenemos una relación pactada con el Señor, a través de Cristo, y cualquier brecha da la misma es adulterio espiritual. Todo el dolor y las pérdidas que sufrió el evangelicismo británico durante los últimos cien años han sido el resultado de la infidelidad por parte de muchos pastores, y otros también, que han llevado al pueblo de Dios a una claudicación ante falsos maestros. Sin embargo, se siguen alentando las alianzas ecuménicas y una literatura que no es sana. Hay una cerca que lleva escrito con letras de sangre el séptimo mandamiento en el lenguaje del Nuevo Testamento y dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”. . Aliarse espiritualmente con los enemigos del Señor es, desde un punto de vista bíblico, un acto de adulterio, incluso de traición.
“No cometas adulterio” debe ser el letrero en la cerca que nos separa del error y la incredulidad de una enseñanza espiritual falsa, lo cual incluye leer los libros de aquellos que ofenden al Señor por su transigencia, o ir a las escuelas bíblicas donde no se respeta ni se ama la Palabra de Dios, u otras actividades desleales y perjudiciales. Estos son asuntos graves y tanto es así que se les asigna un mandamiento moral fundamental.
Pero también se comete adulterio espiritual cuando se permiten sin restricción algunos deleites mundanos irreligiosos en las vidas o en la adoración del pueblo del Señor, pues Jacob dice: ¡Oh almas adulteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de dios… Y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”. y 8. Cualquier cristiano que comience a amar las cosas de éste mundo: sus entretenimientos, deleites y modas, se convierte en un adúltero, puesto que cruza la valla del séptimo mandamiento para obtener placer de una cultura que es contraria a Dios, y al hacerlo ofende y hiere a Dios, de modo que es culpable de deslealtad espiritual. Cuando permitimos que nuestros gustos estén condicionados a apreciar una música y un entretenimiento ligados con una filosofía de vida libertina, pecaminosa, mundana, nos estamos colocando nosotros mismos en la pendiente de un adulterio espiritual inevitable. En un instante, nos encontramos cada vez más encaprichados con cosas que la Escritura condena, y nos volvemos completamente inconsistentes con una profesión cristiana. Nuestro testimonio entonces se vuelve hipócrita y ofensivo a Dios, pues ¿cómo podemos sacar pecados perdidos en la “Feria de las vanidades” si nosotros mismos estamos intoxicados por sus deleites? El texto que ya hemos citado debería tomarse más en serio de lo que normalmente se hace: “No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” El adúltero en el lenguaje de Jacob… es una persona que desea las cosas de este mundo junto con las bendiciones espirituales. El gran mandamiento en contra de la infidelidad debe crear una línea divisoria clara que no cruzaremos jamás; un límite que nos guarde fieles al Señor.
Las virtudes positivas opuestas al adulterio son pureza y felicidad en la conducta sexual, en el matrimonio, en otras relaciones humanas y en asuntos espirituales, y nos esforzamos por tener estas virtudes recordando una vez más la expresión gráfica y sorprendente dada por el Espíritu al apóstol Pablo: “Que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor” .
Que Dios bendiga su Palabra que hoy hemos escuchado, oremos ante nuestro Santo Señor. Amén.
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