07 La Morada del Espíritu Santo

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La Morada del Espíritu Santo

Negar la morada del Espíritu Santo en los hijos de Dios es negar la enseñanza de la Biblia.  Leemos, «Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros» [2 Tim. 1:14].  Otra vez, leemos, «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros [1 Corintios  6:19]?» Estas Escrituras, y otras, claramente enseñan que el Espíritu Santo mora en nosotros.  Sin embargo, la conclusión no es si el Espíritu mora en el Cristiano, si no más bien ¿cómo es que El mora? ¿Mora El en el Cristiano personalmente o mora El representativamente? Los estudiantes de la Biblia están divididos sobre la manera de morar el Espíritu.  Es la convicción de este escritor de que el Espíritu mora en los Cristianos, representativamente, antes que personalmente o de hecho.

El Padre y el Hijo Moran en Nosotros

Nos parece que no hay ninguna dificultad en el entendimiento de como el Padre y el Hijo moran en nosotros.  La Biblia enseña que ambos moran en nosotros.  Escuchen a Juan:  «...si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros...» [1 Juan 4:12].  Los versículos (I Jn 4:13,15-16) también enseñan que el Padre mora en nosotros.  Comp. (2 Cor. 6:16.)  De Jesús, Pablo declaró, «Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado...» [Rom. 8:10].  El apóstol además declaró, «Cristo vive en mí...» [Gál. 2:20].  A los Colosenses, Pablo les escribió, «...que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria» [Col. 1:17].

¿Quién esta listo para decir que el Padre y el Hijo moran en nosotros, personalmente? Ninguno, yo estoy seguro.  Entonces ¿por qué contender por una morada personal del Espíritu, pero se niega lo mismo para con el Padre y el Hijo? Si declaramos que el Padre y el Hijo moran en nosotros representativamente o por medio de la instrumentalidad, entonces ¿por qué no declarar la misma cosa para con el Espíritu Santo?

Pablo claramente indica que Cristo mora en nosotros por la fe: «para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones...» [Efe. 3:17].  Esta es también la manera en la cual ambos el Padre y el Espíritu Santo moran en nosotros.  Cuando permitimos que Cristo sea formado en nosotros [Gál. 4:19], Cristo mora en nosotros.  Cuando venimos a ser participantes de la naturaleza de Dios [2 Pedro 1:4], Dios el Padre mora en nosotros.  Todo esto es hecho por la fe la cual es producida por la Palabra de Dios [Rom. 10:17].  El mismo medio de morada es verdad del Espíritu Santo.  Cuando permitimos que nuestras vidas sean controladas por el Espíritu por medio de la Palabra revelada, el Espíritu mora en nosotros.

A los Gálatas, Pablo escribió, «¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley, o por el oír con fe» [Gál. 3:2,5,14;]? En el texto, usted observará que recibimos el Espíritu por la palabra de Dios.  Entre los Gálatas, ambos los poderes milagrosos del Espíritu [v. 5] y las gracias espirituales del Espíritu [v. 14; Galatas 4:5-6], vinieron como un resultado, de su oír, creer y obedecer al evangelio el cual predicó Pablo.

En Efesios 5:18 se nos manda a «ser llenos del Espíritu».  Pablo escribió, «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones» [Efe. 5:18-19].  El pasaje paralelo es Col. 3:16, el cual declara, «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales».  Cuando permitimos que la Palabra de Dios more en nosotros estamos siendo llenos del Espíritu.  La Palabra de Dios more en nosotros estamos siendo llenos del Espíritu.  La Palabra de Dios no es el Espíritu, pero es a través de la Palabra, que el Espíritu mora en nosotros.  

El Espíritu Es Dios

Parece que un claro entendimiento de quien es el Espíritu Santo nos ayudará en la clarificación de esta conclusión.  La Biblia enseña que el Espíritu Santo es Dios.  Leemos en Hechos 5:3-4, «Y dijo Pedro:  Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón, para que mintieses al Espíritu Santo...No has mentido a los hombres, sino a Dios».  Pedro dijo que el Espíritu Santo es Dios.  Comp. Mat. 12:28; y Luc. 11:20.

La palabra, «Dios», significa «deidad».  En consecuencia, el Espíritu Santo, siendo Dios, es Deidad.  Hay tres Seres divinos:  Dios el Padre [1 Cor. 8:6], Dios el Hijo [Juan 1:1] y Dios el Espíritu Santo [Hechos 5:3-4].  Nuestro concepto del Espíritu Santo debe ser el mismo así como nuestro concepto del Padre y el Hijo en tanto que la naturaleza divina esté incumbida.

El Espíritu Santo posee las características de un Ser divino.  El es eterno [Heb. 9:14], omnisciente, sabe todas las cosas [1 Cor. 2:10-11], omnipotente, Su presencia está en todas partes [Salmos 139:7].  El posee los atributos divinos de bondad, santidad, gracia, voluntad, juicio y verdad [Neh. 9:20; Efe. 1:13; Heb. 10:29;) (1 Cor. 12:11; Hchos 15:28; Juan 16:13].  Como un Ser divino, las acciones que son atribuidas al Espíritu Santo además muestran que El es una persona o personalidad.  El oye [Juan 16:13], habla [1 Tim. 4:1], manda [Hch. 13:2], puede ser contristado [Efe. 4:30], puede ser apagado [1 Tes. 5:19] y puede ser insultado (ultrajado) [Heb. 10:29].

En vista de quien es el Espíritu Santo, es embarazoso que cualquiera que reconozca la personalidad divina del Espíritu abogue por una morada personal.  Exactamente pensamos esto—¡Dios literal y actualmente mora en nosotros! Una visión tal no es obvia y sin apoyo Bíblico.  Para enseñar una morada personal de Dios, el Espíritu Santo, uno debe aceptar el hecho de una encarnación de toda persona que ha recibido al Espíritu Santo.  Jesús fue encarnado—Dios en la carne—y el fue llamado Emanuel, «Dios con nosotros» [Mat. 1:23].  ¿Por qué no llamar a todo Cristiano «Emanuel» si Dios está en él? Damas y caballeros, esta es la consecuencia de la proposición de una morada personal del Espíritu Santo.  Además, Jesús aceptó la adoración porque El era Dios.  ¿Por qué los Cristianos no aceptan la adoración si Dios está en ellos?  

El Espíritu Santo Es Una Persona

Desde que el Espíritu Santo es una persona divina, tenerle a El en una multitud de personas a la vez es contrario al verdadero concepto de persona.  Una persona tiene una posición establecida.  El ocupa únicamente un lugar a la vez.  Esto es verdad con cualquier persona, sea humana o divina.  En la Biblia, leemos de varias personas [los demonios] ocupando un cuerpo [Luc. 11:24-26], pero nunca leemos de una persona habitando o morando en varios cuerpos a la vez.

Pero alguno dice, «Dios es omnipresente, y el puede estar en todas partes al mismo tiempo».  Este está confundiendo la «omnipresencia» con la «omnipersona».  Dios es omnipresente pero él no es omnipersona.  Enseñar que la persona de Dios está en todas partes es enseñar el panteísmo [doctrina que iguala a Dios con las fuerzas y leyes del universo], una idea de que Dios es paganístico.  Jehová es superior al universo material [es espíritu] e inherente [lo que va unido de un modo inseparable a la esencia de un ser], pero él no es omnipersona.  Diremos más acerca de la omnipresencia, cortamente, después de que consideremos los aspectos de la persona.

Acorde al Nuevo Diccionario Internacional por Merriam-Webster, «persona» significa «un ser caracterizado por un entendimiento consciente, una racionalidad, y un sentido de moral».  En consecuencia, el Espíritu Santo es una persona, que tiene un entendimiento consciente, y un sentido de racionalidad y moral.  El no es, por lo tanto, exactamente una influencia, un mero poder o fuerza, o alguna clase de sustancia misteriosa e indefinible como la neblina.

La Enciclopedia Británica (Vol. 21) nos informa que «el sentido natural de la palabra ‘persona’ es indudablemente individualidad».  Citando del Nuevo Diccionario Internacional, observamos que la palabra, «individuo», es definida como, «una entidad indivisible o una totalidad la cual no puede ser separada en partes sin alterar el carácter y la importancia de estas partes».  Nótese que un individuo es indivisible y no puede ser separado en partes.  En consecuencia, el Espíritu Santo, como una persona, como individuo, es indivisible.

El Espíritu Santo no puede ser partido más en trozos y pedazos y hacer reparticiones de él entre miles de personas y guardar Su totalidad y entidad en lo que usted y yo podemos.  Usted no es una persona dividida.  Algo tal destruye su carácter y naturaleza.  Aquellos que enseñan que Dios está en todas partes, y, que por lo tanto, el Espíritu Santo no habría de ser fragmentado para estar en todo Cristiano, hacen la presencia de Dios y la persona de Dios, sinónimas.  Pero hay una completa diferencia entre los dos.  [Parentésicamente, hay un sentido en el cual la presencia de Dios no está en todas partes.  Comp. Gen. 4:16;- 2 Rey. 13:23; 24:20; Jer. 23:39.  También, si la omnipresencia significa que la persona de Dios tiene que estar en todas partes y en todo lugar, entonces Dios es un pecador no arrepentido.  

La Omniprescencia de Dios

Dios se encuentra en muchos lugares por la instrumentalidad de Su creación, las leyes, obras, agentes, decretos, etc., mientras Su persona esta en el cielo.  Esto es lo que está implicado en la omnipresencia de Dios.  La omnipresencia no significa que la persona de Dios está en todas partes, sino más bien que Su presencia está en todas partes a través de las avenidas mencionadas en la página anterior tales como las leyes, agentes, etc.  Durante la Segunda Guerra Mundial, la presencia de Hitler fue sentida en toda Europa por medio de su ejército, influencia y opresión, pero él, personalmente, estaba e Alemania.  De igual manera, la presencia de Dios está en todo el universo, pero Su persona está en el cielo.

A través de la agencia de los ángeles, se dice que Dios está presente en el Antiguo Testamento.  El Señor salvó a Israel de los Egipcios [Ex. 14:30], pero El lo hizo a través del «ángel de su faz» [Isa. 63:9].  Nótese la palabra, «Faz» [presencia].  Dios habló a Moisés desde una zarza ardiendo [Ex. 3:4], pero El lo hizo a través de un ángel [v. 2].  Dios fue delante de Israel en una de nube en el día y en una columna de fuego por la noche [Ex. 13:21], pero El lo hizo a través del medio de un ángel [Ex. 14:19].  Todas estas cosas son atribuidas a Dios, pero El las ejecutó a través de la agencia de los ángeles.  Dios estaba presente, representativamente.

En el Nuevo Testamento, Jesús prometió estar en toda reunión en donde dos o tres estuvieren reunidos en Su nombre [Mat. 18:20], ¿pero quién cree que Jesús está presente actualmente? Jesús prometió estar con Sus discípulos hasta el fin del mundo [Mat. 28:20, ¿pero quién insiste en que Jesús está con Sus discípulos, personalmente? Jesús está en el cielo a la diestra de Dios [Hchos 7:56; Efe. 1:20;) (1 Ped. 3:22].  Desde que Jesús está en el cielo, El está con nosotros por medio de tales cosas como decretos, leyes, influencia, etc.  Cuando y en donde quiera que sirvamos al Señor, venimos a estar delante de Su presencia divina.

Si, por lo tanto, el Padre y el Hijo pueden estar presentes a través de Sus agentes, obras, leyes y decretos sin estar presentes en persona, ¿por qué no lo puede el Espíritu Santo? La verdad del tema es que el Espíritu Santo está presente a través de la instrumentalidad de Sus enseñanzas, dones, obras, influencia y decretos, más bien que en Su persona.

Durante los días de los milagros [el primer siglo], el Espíritu Santo dio poder a los hombres para obrar milagros [Heb. 2:3-4;] [1 Cor. 12:7-11].  El poder, por metonimia, es algunas veces hablaron como el Espíritu Santo.  Webster define la «metonimia» como sigue: «Uso de una palabra por otra que lo sugiere, como el efecto por la causa, la causa por el efecto, la señal por la cosa declarada, el contenedor por la cosa contenida, etc.  [Larousse lo define como:  «Figura de retórica que consiste en designar una cosa con el nombre de otra, cuando están ambas reunidas por alguna relación.  *Nota del traductor].  (un hombre guarda una buena mesa, en lugar de buena comida)».  En consecuencia, por el uso del lenguaje metonímico, la Biblia algunas veces coloca al Espíritu Santo cuando el designio del Espíritu Santo es aplicado.  La causa [el Espíritu Santo] es puesta por el efecto [la obra].

Un claro ejemplo de lenguaje metonímico se encuentra en la historia del hombre rico y Lázaro.  El hombre rico, quien tenía cinco hermanos, quería que Abraham enviara de regreso a Lázaro para testificarle a los hermanos, para que ellos no vinieran a ese lugar de tormento.  Abraham le respondió «A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos» [Luc. 16:29].  Aquí, Moisés y los profetas son puestos por sus escritos.  la causa es puesta por el efecto.

Thomas Horne, en su obra clásica, escribió en la sección sobre la metonimia, «El Espíritu Santo es puesto por Sus efectos [consecuencia]...El Espíritu Santo es puesto por Sus Operaciones...El Espíritu Santo es puesto por las Influencias o Dones del Espíritu...Mas especialmente el Espíritu Santo es puesto por aquellos Dones peculiares y extraordinarios del Espíritu» [introducción a las Escrituras, por Thomas Hartwell Horne, Vol. II, parte I, pág. 455-456].  D.R. Dungan escribió, «Dios y Cristo y el Espíritu Santo son mencionados frecuentemente, mientras que el resultado de sus esfuerzos en la redención de la raza son intentados» [Hermenéuticas, p. 271].  Comp. «Figuras del Lenguaje Usado en la Biblia», por E.W. Bullinger, p. 540-543].

Por lo tanto, en vista de lo que Horne y Dungan correctamente declararon, el Espíritu Santo en Pentecostés [Hechos 2:1-4], en Samaria [Hechos 8:14-18], en la casa de Cornelio [Hechos 10:44], en Efeso [Hechos 19:6] y en Corinto [1 Cor. 12:4-11], a través de los dones y las operaciones milagrosas.  Hay una forma en que el Espíritu estuvo en los apóstoles al mismo tiempo [Juan 14:17] y en los profetas [1 Ped. 1:10-11].  El Espíritu Santo, personalmente, no estuvo en el hombre, sino que más bien la presencia del Espíritu estuvo ahí a través de los dones milagrosos.  El Espíritu estuvo presente, representativamente.

Hoy, después de la cesación de los milagros, el Espíritu está en nosotros por la influencia de Su enseñanza a través de la Palabra.  Por supuesto, El estuvo en los Cristianos del primer siglo en esta forma, además también como a través de los dones extraordinarios.  Mire el contexto de Efesios 5:18.  Ser llenos del Espíritu es cantar cánticos espirituales con el corazón [v. Efesios 5:19], es dar gracias [v. Efesios 5:20], es someterse el uno al otro [v. Efesios 5:21], es una correcta relación entre esposo y esposa [v. Efesios 5:22-23], etc.  Cuando hacemos la voluntad de Dios, y somos movidos y controlados por ella, el Espíritu está en nosotros.  Cuando permitimos que el fruto del Espíritu sea una parte de nosotros, el Espíritu a través de los frutos mora en nosotros [Comp. Gál. 5:22-23].

Si, el Espíritu está en nosotros, pero no personalmente.  El está presente a través de la instrumentalidad y medios humildes, y no por ocupar una morada actual en nuestros cuerpos mortales.  En ninguna parte de la Biblia un escritor inspirado declara que el Espíritu Santo mora en el pueblo de Dios, personalmente.

Cada proponente de una morada personal del Espíritu Santo asume la cosa real para ser probada.  El lee los pasajes que tratan con la morada del Espíritu Santo (o al menos para él ellos así lo parecen) y procede a asumir que ellos enseñan una morada personal.  

Textos de Prueba Propuestos

(1) Un pasaje que es usado frecuentemente es Hechos 2:38.  Este versículo declara, «Arrepentíos, y bautícese...para el perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo».  Este versículo no dice que uno recibirá la directa, morada personal del Espíritu Santo.  Dice que la persona que se arrepienta y se bautice «recibirá el don del Espíritu Santo».  Esto es lo que el pasaje declara y es todo lo que declara.

Gramáticalmente, el «don del Espíritu Santo» en Hechos 2:38 pudiera ser el Espíritu Santo, El mismo, o pudiera ser lo que el Espíritu Santo da.  El Griego, «tou hagion pneumatos», pudiera ser también el objetivo genitivo o el subjetivo genitivo.  Si es el objetivo, esto significa el Espíritu Santo, El mismo.  Si es el subjetivo, esto es lo que el Espíritu Santo da.  Siendo impotentes para determinar cual estructura gramatical es la correcta en el texto, debemos decidir el tema por medio de la verdad doctrinal.  Desde que la Biblia no enseñe una morada personal, Hechos 2:38 debe a lo más lógicamente llamarse para el subjetivo genitivo, o como lo conocemos en Inglés [y en Español], el caso posesivo.

Permítanos examinar algunas escrituras comparables.  Juan 4:10 habla del «don de Dios».  Efesios 4:7 tiene el «don de Cristo».  En ambos pasajes, el genitivo (Dios, Cristo) es claramente el dador.  Dios y Cristo dieron a los creyentes algo.  De igual manera, el Espíritu Santo pudo exactamente tan plausiblemente [admitirse] ser el dador más bien que el don, El mismo.  En consecuencia, Pedro está diciendo, «...recibiréis el don del Espíritu Santo».

Mi convicción es que el don del Espíritu Santo es la salvación que está contenida en la promesa del versículo 39, la salvación es un resultado consecuente del perdón de los pecados.  Esto no es redundancia como perdón de pecados y salvación no son equivalentes.  Parafraseando Pedro está diciendo, «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados y recibiréis la salvación del Espíritu Santo.  Porque para vosotros es la promesa de la salvación, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare».  Esta promesa era, «...todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» [Joel 2:32; Hechos 2:21].

Si pudiera ser probado que el Espíritu Santo era el objetivo genitivo en Hechos 2:38, habría aún el problema de determinar si el don era literal o metafórico.  Ya hemos visto que las personas son usadas a menudo en la Biblia, metonímicamente, y, que por lo tanto, el Espíritu Santo puede ser colocado por el efecto.  En consecuencia, una morada personal no ha sido establecida, aún si el don del Espíritu Santo es el objetivo genitivo.

(2) Otro texto de prueba propuesto es Hechos 5:32.  Pedro dijo, «Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen».  Este versículo hace referencia a la testificación milagrosa del Espíritu Santo en el primer siglo a los Cristianos cuando los milagros estaban en efecto.  El Espíritu Santo testificó para dar validez a la Palabra la cual los apóstoles y los profetas predicaron [Juan 15:26; Marc. 16:20; Heb. 2:3-4].  No hay una morada personal en este texto, pero por la metonimia, el Espíritu Santo es puesto por los dones milagrosos.

(3) Otros varios pasajes son usados para tratar de establecer una morada personal del Espíritu Santo.  Pasajes tales como Luc. 11:13; Juan 7:38-39; Rom. 8:9;- 1 Cor. 6:19; Efe. 1:13-14;) (1 Juan 3:24 son empleados para probar (?) la morada personal del Espíritu Santo.  No podemos tratar con cada uno de estos versículos debido a la limitación del espacio.  Pero lea los pasajes y note que ninguno de ellos, o algún otro, dice una palabra acerca de una morada personal.  Este punto es presumido, y un argumento edificado sobre una presunción no es un argumento del todo.  

Funciones Atribuidas a Una Morada Personal

Después de presumir que el Espíritu Santo mora personalmente en nosotros, algunos tratan de encontrar actividades y funciones para que el Espíritu Santo ejecute, lo separan y apartan de la Palabra de Dios.  Ellos no pueden imaginarse al Espíritu Santo estando dormido o inactivo mientras El vive en los hijos de Dios.  Así, ellos tratan de encontrar algo para que El lo haga.  Permítanos considerar algunas de las funciones que ellos atribuyen al Espíritu Santo y ver si ellas están sustentadas por las Escrituras.

(1) «El derrama sobre nosotros el amor de Dios».  Romanos 5:5 es citado como prueba.  El versículo declara, «...porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado».  Este pasaje, sin embargo, simplemente declara qué es hecho y no como es llevado esto acabo.  El amor por Dios es aprendido a través del evangelio el cual fue dictado y dirigido por el Espíritu Santo.  La frase «por el Espíritu Santo», simplemente indica que el Espíritu es la agencia.  Juan dice, «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» [1 Jn 4:19].  Únicamente podemos saber del amor de Dios a través del evangelio y amamos a Dios como un resultado del aprender de su amor.

(2) «El nos ayuda en nuestras debilidades».  Romanos 8:26 es la Escritura propuesta para esta afirmación.  Pablo dijo, «Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles».  En ninguna parte en este texto hay una insinuación de que el Espíritu haga algo sobre nosotros o en nosotros.  La aplicación del versículo es lo que el Espíritu está haciendo en el cielo, no en un cuerpo humano.

Además, ha habido mucha discusión de si el versículo 26 hace referencia al espíritu humano más bien que al Espíritu Santo.  Está al juicio de los traductores sobre las ocasiones si la palabra griega, «pneuma», debería ser traducida con mayúscula (E) o minúscula (e).  Es difícil imaginar que el Espíritu Santo tiene gemidos (dolores), como el versículo lo indica.  El Espíritu Santo no está en pena.  Los seres humanos tienen sufrimientos y aflicciones, no obstante.

(3) «El fortalece al hombre interior».  Pablo escribió, «...el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu» [Efe. 3:16].  En este texto, «por el Espíritu», expresa la agencia.  El Espíritu fortalece, pero este versículo no nos dice como.  La Biblia claramente enseña que la fortaleza viene a través de la Palabra de Dios la cual fue revelada por el Espíritu Santo.  Pablo escribió, «...creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder...» [Col. 1:10-11].  La fortaleza sigue al conocimiento de Dios.  Pablo dijo a los ancianos de Efeso, «Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros...» [Hechos 20:32].  La Palabra, como claramente lo declara, nos sobreedifica, nos fortalece, y no una operación directa del Espíritu.

(4) «El guía y dirige».  Lucas escribió de Pablo y sus compañeros, «Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió» [Hechos 16:6-7].  Es afirmado que el Espíritu Santo está aún guiando y dirigiendo nuestras vidas en una forma directa e inmediata.

Acorde a un reporte, un hombre declaró que el Espíritu Santo le guió a él de una calle a otra donde una audiencia lista estaba esperando para escucharle a él predicar.  Otra persona, a través de la oración, tuvo al Espíritu Santo guardándole un espacio de parqueo para él en un área congestionada.  El Espíritu Santo hizo que un predicador equivocara sus planes para el predicar a una persona en cierta ciudad.  Pero amigos, los días de los milagros han cesado [1 Cor. 13:8-13].  Tendríamos también que decir que hay maestros inspirados, discernidores de espíritus, obradores de milagros, la fe milagrosa, la sabiduría y el conocimiento, etc., como para decir que los hombres hoy son directamente influenciados por el Espíritu de Dios.  La declaración de una dirección directa del Espíritu Santo no es nada más que una afirmación que no puede ser probada por la Biblia, no demostrada en la práctica.

(5) «El ilumina la Palabra».  Esta es una posición extraña y peculiar en vista del hecho de que el Espíritu Santo nos dio la Palabra por medio de hombres inspirados que la escribieron.  ¿No fue El capaz de expresar El mismo claramente la primera vez sin tener que decirnos más tarde lo que El se proponía? La idea completa es absurda y se refleja sobre la capacidad del Espíritu Santo.

David dijo, «De tus mandamientos he adquirido inteligencia...» [Salmos 119:104].  El no necesitó iluminación directa en adición a la Palabra.  Pablo escribió, «Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo» [Efe. 3:4].  Permitámonos a nosotros mismos leer las Escrituras y obtener el entendimiento.  Además, si el Espíritu Santo está El iluminando la Palabra de Dios, ¿por medio de qué grupo está El iluminando las Escrituras? Hay varias sectas religiosas que declaran que el Espíritu Santo les ilumina.  Desde que todos ellos se contradicen los unos a los otros, ¿en cuál de ellos a través de qué está obrando el Espíritu Santo?  

Conclusión

En conclusión, citamos lo que Foy E. Wallace, Jr. tan aptamente declaró, «Que el Espíritu de Dios ilumina y convierte al pecador; conforta y fortalece a los santos; que el amor, el gozo, la paz, el sufrimiento, la mansedumbre, la bondad, la dulzura, la fidelidad, el autocontrol, son todos los frutos del Espíritu, no lo aprendemos de un conocimiento interior, sino por medio de la Palabra de Dios.  El modus operandi—la forma, el medio, el como—es la Palabra de Dios...Independiente de la Palabra de Dios nunca podremos saber ‘si hay algún Espíritu Santo’.  Todo el conocimiento acerca de Dios, Cristo, la salvación y la influencia espiritual viene únicamente de la Palabra de Dios.  Aparte de la inspiración de los apóstoles y los profetas es imposible para el Espíritu comunicarse con el Espíritu excepto a través de las palabras.  Dios y Cristo nunca ocuparon personalmente a nadie; y por la misma razón el Espíritu Santo no ocupa personalmente a nadie» (The Mission and Medium of the Holy Spirit, Foy E. Wallace, Jr. p. 7). 

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