17 Cesaran Las Lenguas

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«CESARAN LAS LENGUAS»

Antes de Su ascensión a los cielos Jesús prometió a los apóstoles el poder para obrar ciertas señales milagrosas.  Entre estas señales estaba el don de hablar en lenguas, Marcos 16:17-20.  Más tarde, después de que los apóstoles habían empezado a predicar el evangelio, este don también fue conferido por ellos sobre algunos a quienes se habían convertido a Cristo, Hechos 19:1-6;. 1 Cor. 12:8-11.

Aunque la verdadera naturaleza de hablar en lenguas ha sido a menudo confundida y tergiversada en las mentes de muchos la idea misma la tiene sin embargo, y quizás a causa de la tergiversación, tuvo gran fascinación para ellos.  Tradicionalmente, esto ha sido siempre verdad de las varias iglesias Santas.  No obstante, en los pasados pocos años aún los denominaciones más serias, y convencionales  han experimentado a aquellos en su número que declaran hablar en lenguas.   Y ahora esta fascinación por la «glossolalia» ha infatuado a algunos dentro de la iglesia de Cristo.  En reportes plegados son escuchados hermanos en lugares influyentes enseñando que el don de hablar en lenguas aún existe y que debería ser practicado en las reuniones de la iglesia local.  Generalmente, estos reportes vienen de aquellos que por varios años han tratado de decirnos que no hay patrón divino para la obra y organización de la iglesia los cuales por implicación también suponen un «no patrón Bíblico» para la adoración de la iglesia.  En efecto, estos hermanos a menudo han dicho que la iglesia puede hacer muchas cosas sin autoridad Bíblica.  Con más de una década de esta clase de enseñanza no es de maravillarse que ahora estemos contemplando una generación que no sólo no siente necesidad por acatar la enseñanza de la Biblia en la obra y organización de la iglesia, sino en su adoración también.  ¿Y por qué?  Al menos estos jóvenes liberales son más consecuentes en su aplicación de tal enseñanza que algunos de sus ahora alarmados ancianos que hicieron la enseñanza pero ahora están temerosos de ir por toda la ruta.

Si un nudo común es discernible entre los mismos diferentes grupos mencionados arriba es su rechazo de la Biblia como una guía obligatoria, es toda suficiente en los asuntos religiosos.  Los grupos de Santidad manifiestan esta actitud en su insistencia sobre  una operación especial del Espíritu en guiar a los hombres separadamente y aparte de la Biblia.  Los grupos sectarios convencionales manifiestan esto en su confianza sobre credos y manuales de autoría humana en adición a la Biblia.  Y miembros liberales dentro de la iglesia de Cristo manifiestan la misma actitud cuando dicen que la iglesia puede, y debe,  hacer muchas cosas sin la autorización Bíblica.  Para estar seguros, hay solapados entre algunos de estos grupos dentro de estas categorías, pero todos ellos comparten la mismas actitudes básicas hacia la Biblia.  Por lo tanto, están buscando algunos medios de comunicación con Dios más allá de la Biblia y hablando en lenguas parece apelar a ellos como uno de tales medios.

Con el debido respeto a la aparente sinceridad de estos modernos habladores en lenguas de hoy día tal distorsión de la verdad no obstante señala una urgente necesidad de estudiar lo que la Palabra de Dios dice acerca del uso de este don.  Es también bueno recordar que la verdad de la Palabra de Dios es el punto en el que una persona sinceramente equivocada entrega una de dos cosas; ya sea su error o su sinceridad.

Lenguas Nacionales Establecidas

Las así llamadas lenguas escuchadas hoy día son en realidad únicamente fluidos estáticos de sonidos ininteligibles.  En un término más claro son simplemente jerigonzas.

En el Nuevo Testamento hay dos palabras que se traducen «lenguas» o «lengua» con referencia al don milagroso.  Una definición de estas palabras es una gran ayuda para obtener un entendimiento de la naturaleza de este don.  La primera es «glossa».  Su significado, acorde a W.E. Vine, es triple, como sigue:  «(1) las ‘lenguas  . . .  como de fuego, Hch. 2:3, que aparecieron en Pentecostés; (2) la lengua, como órgano del habla,...(3) (a) un lenguaje... (b) el don sobrenatural de hablar en otro lenguaje sin haberlo aprendido...»  (Diccionario Expositivo de las Palabras del Nuevo Testamento, por W.E. Vine, Vol. 2, pág. 304).  La segunda palabra es «dialektos» que acorde a la misma autoridad significa «lenguaje.»  Por tanto, el don de lenguas en el Nuevo Testamento fue simplemente el poder divinamente dado para hablar un lenguaje desconocido por el aprendizaje natural para el hablante pero que era nativo, o al menos entendible, al oyente.  En otras palabras una lengua no era el simple fluido estático de sonidos, sino un lenguaje nacional establecido.

Por favor note los siguientes textos que permanecen como prueba para esta conclusión:

1. Hechos 2:1-11.  El ambiente de este texto es el día de fiesta Judío conocido como Pentecostés.  En este día el Espíritu Santo vino sobre los apóstoles como Jesús lo había prometido.  Por tanto, «...fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen» (Hechos 2:4).  Acorde al versículo 5 había Judíos de todas las naciones presentes en Jerusalén que se juntaron para ver la manifestación de la venida del Espíritu sobre los apóstoles y escucharlos hablar en lenguas.  ¿Qué oyeron estos Judíos? ¿Simples jerigonzas? ¿O murmullos ininteligibles? ¿O chillidos histéricos?  ¡Ciertamente no!  El versículo 6 dice «...cada uno les oía hablar en su propia lengua.»  En el versículo 8 estos confusos Judíos preguntaron, «¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar a cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?»  Y en el versículo 11, después de una enumeración de todos los dialectos nacionales representados, dice «...les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.»  Claramente, las lenguas del Nuevo Testamento eran idiomas nacionales establecidos.

2.- 1 Corintios 12:10.  Esta conclusión es además fortalecida por el hecho de que las lenguas usadas en las reuniones de las tempranas iglesias eran aptas de interpretación.  El texto dice que el Espíritu dio a algunos el don de diversos géneros de lenguas, y a otros la interpretación de las lenguas.  El uso de este don, entonces, no era una catarsis emocional ni una exhibición de éxtasis espiritual, sino una expresión verbal de la palabra de Dios en un lenguaje conocido para algunos de los oyentes e interpretable para aquellos que no lo conocían.

3.- 1 Corintios 14:1-9; 10-19,28.  En los versículos 1-5 de esta lectura Pablo muestra la superioridad del don de profecía en cuanto al de hablar en lenguas.  Dijo, «Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.  Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende...» (Hechos 14:1-2).  En vista de que tal hombre estaría hablando en una lengua desconocida para sus oyentes no edificaría a nadie sino a él mismo y no habría propósito para su hablar.  No obstante, el don de profecía servía para edificar a todos (v.4) lo que hizo que Pablo dijera «...porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación» (v.5).

En efecto Pablo señala que hablar en una lengua desconocida era absolutamente inútil a no ser que se interpretara.  Le preguntó a los Corintios, «Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?» (v.6).  En el versículo 7 dice que aún los sonidos de la flauta o la cítara son ininteligibles a menos que el significado de los sonidos sean hechos claros para los oyentes.  (Nadie en esta generación de canto de rock and roll necesitará ser convencido de este punto).  El ilustra esto por medio de la trompeta que es tocada para instruirle a los soldados en cuanto a lo que es esperado de ellos, pero que es de inutilidad y de confusión si el sonido es incierto (v.8).  Luego dice, «Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís?  Porque hablaréis al aire» (v.9).

No sólo el hablar en lenguas era inútil sin la interpretación sino que también estaba prohibido.  En el versículo 10 Pablo dice que hay muchas clases de idiomas en el mundo y ninguno de ellos carece de significado.  Por tanto, el hombre que habla en un idioma (lengua) que es desconocido para su oyente es como un extranjero y es como extranjero para él (v.11).  «Por lo cual,» le mandó a la iglesia en Corinto «el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla» (v.13).  La necesidad de interpretación es vista en el hecho de que el hombre que oraba o cantaba en un lenguaje desconocido envolvía su propio espíritu pero no proveía ningún entendimiento para aquellos que lo escuchaban, de esta manera fracasando en edificarlos, (v.14-19).  Por consiguiente, aquellos que estaban dotados con lenguas se les mandó explícitamente a guardar silencio en la iglesia a no ser que uno pudiera interpretar lo que estaba siendo presentado (v.28).

De esta manera es abundantemente claro que las lenguas del Nuevo Testamento eran idiomas nacionales establecidos, capaces de instruir en la Palabra de Dios a aquellos que lo entendían, y la habilidad de la interpretación para aquellos que no lo entendían.

El Uso de las Lenguas Regulado

Una característica común de casi todas las asambleas modernas donde el uso de lenguas es defendido, es la del desorden y la confusión.  Las personas hablan, o más acertadamente hacen sonidos, sin restricción para con ellos mismos ni consideración por los demás en la asamblea.  Aun si lo que ellos pronuncian fuera un lenguaje inteligible sería imposible para los oyentes entenderlo en vista de que a menudo hay muchos intentando hablar al mismo tiempo.

Tales escenas como aquellas establecidas por los hablantes modernos de lenguas son un marcado contraste para el uso del don de lenguas en las reuniones de las iglesias del 1er siglo como la instrucción de Pablo a la iglesia en Corinto lo atestigua.  «¿Qué hay, pues hermanos?  Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación.  Hágase todo para edificación.  Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno, y uno interprete.  Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios» (1 Cor. 14:26-28).  De esta lectura es evidente que el uso de las lenguas en el 1er siglo estaba cuidadosamente regulada por el mandamiento apostólico.

Primero, no habían más de dos, o a lo más tres, que hablaron en lenguas, en una dada reunión.

Segundo, cada uno de los que hablaba debía hacerlo «por turno.»  Eso es, los oradores deben hablar uno a la vez como es necesario en cualquier grupo donde es esperado del orador que imparta conocimiento a sus oyentes.

Tercero, el don de lenguas debía ser usado únicamente con la interpretación para aquellos que no entendían el lenguaje que se estaba hablando.

Y cuarto, si no había intérprete presente, aquel con el don de lenguas debía guardar silencio en la iglesia.

Nuevamente, es evidente que el uso de las lenguas en las iglesias del Nuevo Testamento no era una práctica desenfrenada, una experiencia de éxtasis auto-gratificante, sino la de impartir conocimiento a un hombre en su propio idioma aun cuando no era natural y desconocido para el hablante.

Una Señal Para Los Incrédulos

La mayoría de las personas hoy día contemplan el uso de lo que se han agradado en llamar lenguas como evidencia de que el hablante está «sintonizado» con el cielo y tiene una bienaventurada comunión con Dios.  En efecto, los hablantes de las lenguas modernas son notablemente similares a los recientes sicodélicos del día y su uso del LSD.  Los «hippies» usan esta droga alucinógena para liberar sus emociones y de esta manera «darse un viaje» a un mundo extraño y fantástico.  En una forma los hablantes en lenguas usan el mismo poder auto-impuesto de la sugestión para obrarse a sí mismo dentro de un estado de histeria o quizás de trance y de esta manera llevar a cabo la misma cosa.

No obstante, el don de lenguas en el Nuevo Testamento sirvió al propósito específico de convencer al incrédulo que el que le hablaba le estaba hablando la Palabra de Dios.  Recuerde que las escrituras del Nuevo Testamento no estaban aún reveladas en el comienzo del evangelio y que sus predicadores no podían probar su predicación de la palabra escrita.  Por consiguiente, Dios habilitó a estos predicadores del 1er siglo con dones milagrosos del Espíritu, algunos de los cuales sirvieron como credenciales de prueba de que el portador era enviado de Dios y algunos de los cuales, tales como el don de profecía, sirvieron para proveer la revelación de la voluntad de Dios.  Para el propósito de este artículo examinemos los siguientes textos que muestran que las lenguas sirvieron al propósito anterior, eso es, como credencial milagrosa probando que el hablante era enviado de Dios.

1. Marcos 16:15-20.  Los versículos 15-16 contienen la comisión de Jesús a los apóstoles de predicar el evangelio a todo el mundo prometiendo que aquellos que crean y sean bautizados serán salvos.  ¿Pero cómo sería convencido el mundo de que estos predicadores sin escuela e inexpertos sabían lo que ellos estaban hablando?  Para llevar a cabo ese propósito Jesús les prometió el poder para arrojar demonios, hablar en nuevas lenguas, tomar en las manos serpientes, beber algo mortífero, imponer las manos sobre los enfermos que ciertamente se recuperarían.  (Incidentalmente, los modernos defensores de hablar en lenguas teniendo dones milagrosos serían mucho más convincentes si trataran de obrar todos los milagros que Jesús prometió incluyendo ese de beber algo mortífero sin hacerle daño).  Finalmente, el versículo 20 enfatiza el propósito de estos dones diciendo, «Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían.»  Por la declaración expresa de Jesús, entonces, las lenguas eran una señal confirmatoria de la palabra hablada.

2.- 1 Corintios 14:22-24.  «Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.  Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?  Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado.»

Ciertamente, si un incrédulo hubiera entrado a una asamblea de Cristianos y los encontrara jerigozeando los unos a los otros en lenguas no entenderían sino que pensarían, como dijo Pablo, que están locos.  Sin embargo, habiendo un incrédulo que hablara una lengua extranjera en una reunión y encontrara a un hombre que no hablara su idioma, pero que fue milagrosamente dotado para hacerlo así, esta habría sido una prueba convincente de que este hombre era guiado y que lo que dijo fue por el poder divino.

3. Hechos 2:1-11.  En este texto encontramos una demostración de los hechos declarados arriba.  Por vez primera los apóstoles iban a predicar el evangelio bajo la comisión declarada en Marcos 16:15-16.  La multitud presente en ese día eran Judíos y sin duda hablaban Hebreo.  No obstante, muchos de ellos eran Judíos nacidos en el extranjero de toda nación y hablaban también la lengua de la nación en que nacieron.  En ese día el Espíritu cayó sobre los apóstoles y los facultó para llevar a cabo la comisión de Cristo.  Pero estos apóstoles eran simples hombres, Judíos sin importancia de las provincias menos importantes de Galilea.  ¿Cómo sería convencida esta multitud de que ellos fueron enviados por Dios y hablaban la palabra de Dios?  El versículo 4 dice que los apóstoles, siendo llenos con el Espíritu Santo, hablaron en otras lenguas.  Los versículos Hechos 2:6-7,11 dice que aquellos de la multitud que los escucharon se confundieron y se maravillaban porque escuchaban a los Galileos hablar en su propio idioma nativo.  Y el resto de los apóstoles, Pedro en particular, usó la cautivación de esta multitud con este terrible despliegue de poder divino para predicarles el evangelio de Cristo.

Claramente, entonces, las lenguas, fueron por señal al incrédulo para convencerle de que el que hablaba era enviado de Dios.

«...y Cesarán las Lenguas...»

Aunque muchos hoy día declaran tener poderes milagrosos, y a pesar del hecho de que muchas personas sinceras son engañadas por tales pretensores, los dones milagrosos del 1er siglo nunca fueron destinados para ser un rasgo del Cristianismo.  Al contrario, estos dones fueron designados para revelar el Nuevo Testamento al mundo, y confirmar que aquellos hombres a través de quienes la palabra fue revelada hablaban la verdad.  Una vez que el Nuevo Testamento fue entregado al mundo sus escritos debían permanecer como la revelación completa de la salvación en Cristo y que por cuya fe está para ser producida en los corazones de los hombres.  De los milagros de Jesús, Juan escribió, «Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.  Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre» (Juan 20:30-31).

Esta conclusión está expresamente declarada, y es, por tanto, ciertamente verdad, con respecto al don de hablar en lenguas.  En. -1 Corintios 13:8-13 Pablo específicamente nombre tres dones (ciertamente representativos de todos los dones milagrosos) los cuales eventualmente se acabarían.  De las lenguas claramente dijo, «...cesarán...»  Luego en los versículos 9-13 dio esta explicación.  «Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.  Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, déjelo que era de niño.  Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara.  Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.  Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.»

En otras palabras, cuando el Nuevo Testamento estaba siendo revelado en el 1er siglo sus varios profetas estaban dando varias partes y por tanto cada uno habló »en parte.»  Sin embargo, cuando todo fue revelado las medidas parciales necesarias para su revelación, incluyendo los dones milagrosos como el hablar en lenguas y la profecía, se acabaron.  Esto es lo que se quiere decir por la declaración, «Mas cuando venga lo perfecto (el Nuevo Testamento completo), entonces lo que es en parte (los dones milagrosos) se acabará.»  En el versículo 11 Pablo ilustró estos hechos por medio de su propia niñez cuando necesitaba ser tratado como un niño, pero dijo que cuando logró la madurez dejó las cosas de niño.  Aun así, con la revelación del evangelio.  En su niñez necesitó la ayuda extra de los dones milagrosos, pero cuando hubo crecido completamente, o fue revelado completamente, estas cosas de su niñez no se necesitaron ya más.

Nuevamente Pablo ilustra esta relación entre los dones milagrosos y la revelación del evangelio por medio de la idea de mirar en un espejo y ver sólo el reflejo de una parte de uno mismo.  No obstante, él señaló, que cuando la revelación estuviera completa, entonces el hombre tendría completo acceso al conocimiento pleno de Dios así como un hombre que es visto y conocido completamente por aquellos que lo observan.  De esta manera, cuando el evangelio fuera revelado completamente los milagros que ayudaron a traerlo a la existencia no continuaron siendo necesarios y por tanto se acabaron.

El Nuevo Testamento no deja duda de que su revelación está completa.  Es llamada la perfecta ley, la de la libertad, (Sant. 1:25; la fe una vez dada (Judas 3); eso en que tenemos todo lo que pertenece a la vida y a la piedad (2 Ped. 1-3); y eso en que nuestra comunión y gozo con el Señor es hecho total, o completo (1 Jn 1:1-4).  Por tanto, en vista de que los dones milagrosos se acabaron cuando el evangelio fue revelado completamente, y en vista de que el Nuevo Testamento no deja duda en cuanto al hecho de que la revelación fue completa durante el 1er siglo D.C., debe ser concluido ahora, diecinueve siglos más tarde, que estos dones no continúan existiendo en el mundo.  Y en vista de que las lenguas estaban entre estos dones, además también puede ser concluido, de que la declaración de Pablo de .1 Corintios 13 se ha cumplido, que las lenguas han cesado. 

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