La muerte del Bautista
Marcos # 23 • Sermon • Submitted
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Transcript
INTRODUCCION
La repercusión del ministerio de los discípulos y la creciente fama del ministerio de Jesús hicieron estremecer el corazón de Herodes una vez que oyó lo que estaba ocurriendo (v.14).
Mientras entre el pueblo había opiniones diversas con respecto a la identidad de Jesús (v.15), para Herodes parece que no había dudas, el fantasma de Juan el Bautista, quien él había asesinado, ahora había resucitado (v.16).
EXPOSICION DEL TEXTO
¿Por qué Herodes había mandado a decapitar a Juan el Bautista?
Podemos hablar de al menos dos razones:
1. La primera razón nos viene de la historia. El historiador judío Josefo describe a la creciente popularidad de la predicación de Juan el Bautista en toda la región (Marcos 1.4-5). Josefo escribe que, debido a esto, Herodes comenzó a temer por una revuelta social y siendo un gobernante títere de Roma no podía permitir que las cosas se les fuera de las manos.
2. La segunda razón nos viene del evangelio. Marcos es el evangelio que más detalles da sobre la muerte del Bautista. Y según Marcos, la voz del profeta entraba como cuchillo en la conciencia de Herodes y de su esposa cada vez que Juan el Bautista les confrontaba con su pecado.
a. ¿Cuál había sido el pecado de Herodes?
i. El matrimonio entre Herodes y Herodía era ilícito, inmoral y Juan se los advertía (v.17-19).
b. ¿Por qué era ilícito este matrimonio?
i. En primer lugar, porque tanto Herodes como Herodía, su ahora mujer, habían estado casados y sus anteriores cónyuges aún vivían. Juan los confrontaba con la ley de Dios (Ex. 20:17).
ii. En segundo lugar, Herodes había tomado a Herodía como esposa, algo que rechazaba igualmente la ley (Lev. 20:21).
iii. A todo esto, se añade la sórdida relación familiar entre Herodes y Herodía. Ella era nieta de Herodes el Grande, que tuvo diez esposas, y sus dos matrimonios fueron con hijos de este, por tanto tíos de ella, y medio hermanos entre ellos (diferentes madres). Ambos hermanastros se llamaban Herodes, al primero Marcos lo identifica como Felipe (Herodes Felipe) y al segundo como Herodes Antípas. La hija de Herodía era fruto de su primer matrimonio.
c. Parece que Juan había confrontado en más de una ocasión esta situación, lo cual Herodías detestaba oír y aun Herodes recibía con temor porque la denuncia de Juan se sumaba al sentir popular y a una inestabilidad política, fruto ya de su primer divorcio, lo que le hacía temer una conspiración contra él.
3. Podemos ver que como gobernador, Herodes era inseguro; y como líder, era inmoral. La inseguridad y la inmoralidad de un gobernante perverso hicieron que la cabeza del profeta más grande de la historia terminara en una bandeja (v.21-28).
Este es el hecho que perseguía la conciencia de Herodes y no le daba descanso. Por eso, al oír de los milagros y la fama de Jesús, su conclusión fue que Juan, a quien yo decapité, ha resucitado.
DOCTRINA
Examinemos las lecciones prácticas que contiene este pasaje para nuestras almas.
I. Vemos, en primer lugar, el peligro de apagar la conciencia (v.19-20).
1. Herodes sabía muy bien que había pecado repudiando a su propia esposa, robando la mujer de su hermano y casándose con ella, manteniéndola como su esposa y haciendo que el acusador, Juan el Bautista fuese arrestado, encadenado, y puesto en la cárcel. Para resumir, el hombre sabía que estaba sofocando la voz de su conciencia.
2. El resultado de todo esto fue su perplejidad. Estaba “sumamente perplejo”, “terriblemente perturbado”.
3. El reconocido autor John G. Mackenzie afirma que “las peores formas de desorden mental brotan de una conciencia reprimida”.
4. También David, confuso tras haber cometido pecados igualmente escandalosos, incluyendo el adulterio, no sólo relata la experiencia del peso de su conciencia, del sentido de una horrible culpa, sino que también muestra la solución a esta condición (Salmo 34.3-5).
5. El fin de una conciencia atribulada es conducirnos al arrepentimiento. ¡Eso es gracia de Dios!
6. Pero Herodes Antipas rehusó seguir el ejemplo de la humilde confesión que hizo David. Por el contrario, endureció su conciencia y como consecuencia no prosperó (Pr. 28:13).
7. Evidentemente su conciencia le atormentaba cuando con respecto a los rumores acerca de Jesús, exclamó, “El hombre a quien yo decapité, es decir, Juan, ha resucitado”.
8. Cuando al fin el deseo de Herodes de ver a Jesús (Lc. 9:9b) se cumplió, su conciencia endurecida menospreció y deshonró a Aquel que lo sufrió en silencio (Lc 23:8–12).
9. Ciertamente una conciencia puede llegar a estar tan endurecida que, aun teniendo las evidencias más incuestionables de la gracia de Dios, se mantenga oscurecida.
II. Vemos en segundo lugar, que este mundo no es el lugar de las plenas recompensas para los siervos de Dios (v.27-28).
1. Una prisión injusta y una muerte violenta fueron el fruto final que Juan el Bautista consiguió por su labor.
2. Como Esteban, Santiago y otros, de quienes el mundo era indigno, también Juan fue llamado a sellar su testimonio con su sangre.
3. Historias como estas están para recordarnos que las mejores cosas que esperan al verdadero cristiano están por venir. Su descanso, su corona, su salario y su recompensa están al otro lado de la costa.
4. Aquí, en este mundo, debemos andar por fe y no por vista; y, mientras busquemos el reconocimiento del hombre, seremos decepcionados.
5. Ciertamente esta vida no es todo. Habrá un día de retribución. El Cielo compensará a todos los verdaderos hijos de Dios. Dice la promesa que, “Cosas que ojo no vio ni oído oyó, son las cosas gloriosas que Dios ha preparado para los que le aman”.
6. El valor de la verdadera fe no hay que medirlo por los resultados que se obtienen, ni por las cosas que se ven, ni por cuán aceptados seamos, sino por la fidelidad a Dios. ¿Cuán fieles habremos sido en representar a Dios y hablar de parte de Dios a nuestra generación como lo hizo Juan a la suya?
7. ¡Las recompensas vendrán después! “Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. “Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17).
APLICACIÓN DEL TEXTO
1. ¿Con cuanta regularidad y seriedad te expones tu mismo a la ley de Dios? ¿Acostumbras a silenciar tu conciencia cuando ella te acusa?
¿Permites que ella te conduzca a Cristo?
Expongámonos nosotros mismos a la ley de Dios, examinemos nuestras vidas cada día y hagamos lo que Herodes no quiso: corramos en fe a nuestro Salvador bendito y refugiémonos bajo su cruz y su sangre. Sólo ahí encontraremos paz, perdón y poder para sacudirnos del pecado.
2. ¿Te afecta cuando te rechazan por compartir del evangelio? ¿Te avergüenza identificarte como cristiano, o levantar tu voz profética contra la injusticia por temor a represalias? ¿Es Cristo tu religión privada por temor a proclamar su evangelio y lucir “fuera de lugar”?
¡Hablemos como Juan, de nuestro Salvador y de su evangelio con valentía! Recordemos que “Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” Romanos 8:18.