Obediencia al llamado!
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Obediencia al llamado!
Obediencia al llamado!
Samuel 15:22
22 Luego Saúl mandó un recado a Isaí con una petición: «Por favor, permite que David quede a mi servicio, porque me simpatiza mucho».
Nueva Traducción Viviente. (2009). ().
Todos los cristianos profesos están de acuerdo, por lo menos en teoría, que el deber de aquellos que llevan el nombre de Cristo es honrarle y glorificarle en este mundo. Pero, hay grandes diferencias de opinión con respecto a la manera de hacerlo, y a lo que se requiere para conseguirlo. Muchos suponen que el honrar a Cristo simplemente significa unirse a alguna «iglesia», tomar parte en las actividades de la misma y apoyarlas. Otros piensan que el honrar a Cristo significa hablar de Él a otros y dedicarse diligentemente a hacer «obra personal». Otros parecen imaginarse que honrar a Cristo significa poco más que hacer contribuciones generosas a su causa. Hay pocos que se den cuenta que Cristo es honrado sólo cuando vivimos santamente en Él, y esto, andando en sujeción a su voluntad revelada. Pocos, verdaderamente, creen las palabras: «El obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros»
No somos cristianos si no nos hemos rendido plenamente a Jesús y le hemos «recibido como Señor» (
Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos.
Quisiera que consideraras esta afirmación con diligencia. Satán enseña a muchos hoy en día haciéndoles creer que confían en Dios para salvación en la «obra consumada» de Cristo, mientras que sus corazones permanecen sin cambiar y el yo gobierna sus vidas. Escucha la Palabra de Dios: «Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos»
Los perversos están lejos de ser rescatados,
porque no se interesan en tus decretos.
¿Buscas realmente sus estatutos? ¿Escudriñas con diligencia su Palabra para descubrir lo que ordena? «El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él»
Podemos estar seguros de que conocemos a Dios si obedecemos sus mandamientos. Si alguien afirma: «Yo conozco a Dios», pero no obedece los mandamientos de Dios, es un mentiroso y no vive en la verdad;
«¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis las cosas que os mando?» (). La obediencia al Señor en la vida, no meramente las palabras placenteras de los labios, es lo que Cristo requiere. ¡Qué palabra más solemne y qué advertencia más directa la de «Sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.» Hay muchos «oidores» de la Palabra, oidores regulares, oidores reverentes, oidores interesados; pero, ¡ay!, lo que oyen no está incorporado a su vida, no regula sus caminos. Y Dios dice que los que no son hacedores de la Palabra ¡se engañan a sí mismos!
Por desgracia, ¡cuántos hay en la Cristiandad así, hoy en día! No es que sean verdaderos hipócritas, pero están engañados. Suponen que por el hecho de ver tan claro que la salvación es solamente por gracia, ya son salvos. Suponen que por el hecho de que se hallan bajo el ministerio de un hombre que «ha hecho de la Biblia un nuevo libro» para ellos, ya han crecido en la gracia. Suponen que debido a que su depósito de conocimiento bíblico ha aumentado, son más espirituales. Suponen que el mero escuchar a un siervo de Dios o leer sus escritos, es alimentarse de la Palabra. ¡No es así! Nos «alimentamos» de la Palabra solamente cuando nos apropiamos personalmente, masticamos y asimilamos en nuestras vidas todo lo que hemos oído o leído. Donde no hay una conformidad creciente del corazón y la vida a la Palabra de Dios, este conocimiento incrementado sólo va a servir para una mayor condenación. «Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes»
»Así que, ¿por qué siguen llamándome “¡Señor, Señor!” cuando no hacen lo que digo?
No sólo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos. Pues, si escuchas la palabra pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo;
»Un siervo que sabe lo que su amo quiere, pero no se prepara ni cumple las instrucciones, será severamente castigado.
«Siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento pleno de la verdad» (). Esta es una de las características prominentes de los «tiempos peligrosos» en los cuales estamos viviendo ahora. La gente escucha a un predicador después de otro, asiste a convenciones y más convenciones, lee libro tras libro sobre temas bíblicos, y nunca alcanza un conocimiento vital y práctico de la verdad, de modo que se produzca una impresión de su poder y eficacia en sus almas. Hay algo que se llama hidropesía espiritual, y las multitudes sufren de ella. Quieren escuchar cada vez más y más; beben los sermones y los mensajes ávidamente, pero sus vidas no cambian. Están hinchados de conocimiento, pero no humillados en el polvo delante de Dios. La fe del elegido de Dios es «conocimiento pleno de la verdad que es según la piedad» (), pero a esta fe, la vasta mayoría son totalmente extraños.
(Dichas mujeres siempre van detrás de nuevas enseñanzas pero jamás logran entender la verdad).
Yo, Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo, escribo esta carta. Fui enviado para proclamar fe a los que Dios ha elegido y para enseñarles a conocer la verdad que les muestra cómo vivir una vida dedicada a Dios.
Dios nos ha dado su Palabra, no sólo con el objetivo de instruirnos, sino con el propósito de dirigirnos: de hacernos conocer lo que El quiere que hagamos. Lo primero que necesitamos es un conocimiento claro y distinto de nuestro deber, y lo primero que Dios nos exige es una práctica concienzuda del mismo, según nuestro conocimiento. «Oh hombre, te ha sido declarado lo que es bueno, qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar la misericordia, y caminar humildemente ante tu Dios» (). «La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.» (). El Señor Jesús afirmó lo mismo cuando dijo: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis las cosas que yo os mando» ().
¡No!, oh pueblo. El Señor te ha dicho lo que es bueno,
y lo que él exige de ti:
que hagas lo que es correcto, que ames la compasión
y que camines humildemente con tu Dios.
Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos. Dios nos juzgará por cada cosa que hagamos, incluso lo que hayamos hecho en secreto, sea bueno o sea malo.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
1. Una persona se beneficia de la Palabra a medida que descubre lo que Dios le exige
Sin embargo, la ley en sí misma es santa, y sus mandatos son santos, rectos y buenos.
2. Una persona se beneficia de la Palabra cuando descubre de qué modo tan completo y entero ha fallado en llegar a la altura de las exigencias de Dios
3. Una persona se beneficia de la Palabra cuando ésta le enseña que Dios, en su gracia infinita, ha provisto para que su pueblo pueda satisfacer, lo que Él nos exige
Tal vez se pregunten por qué cambié de planes. ¿Acaso piensan que hago mis planes a la ligera? ¿Piensan que soy como la gente del mundo que dice «sí» cuando en realidad quiere decir «no»?
4. Una persona se beneficia de la Palabra cuando no sólo considera como una carga el obedecer a Dios, sino que en él se produce un amor por sus mandamientos
¡Alabado sea el Señor!
Qué felices son los que temen al Señor
y se deleitan en obedecer sus mandatos.
5. Una persona se beneficia de la Palabra cuando su corazón y su voluntad se han entregado a todos los mandamientos de Dios
Pues el que obedece todas las leyes de Dios menos una es tan culpable como el que las desobedece todas, porque el mismo Dios que dijo: «No cometas adulterio», también dijo: «No cometas asesinato». Así que, si ustedes matan a alguien pero no cometen adulterio, de todos modos han violado la ley.
6. Una persona se beneficia de la Palabra, cuando el alma es encaminada a orar fervorosamente pidiendo gracia para poder obrar
Hazme andar por el camino de tus mandatos,
porque allí es donde encuentro mi felicidad.
Guía mis pasos conforme a tu palabra,
para que no me domine el mal.
7. Una persona se beneficia de la Palabra cuando, incluso ahora, se disfruta del premio de la obediencia
Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos.
Te guiará por sendas agradables,
todos sus caminos dan satisfacción.