Gente Que Cumple Su Palabra

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Introducción

¿Cuántos hemos tenido la experiencia de comprar un coche (de agencia) o una casa?
¿Recuerdan la cantidad de documentos que tuvieron que firmar?
¿Recuerdan cuántas hojas requerían su firma o por lo menos sus iniciales?
¿Alguna vez nos hemos detenido a pensar a que realmente nos estamos comprometiendo?
¿Porqué hay necesidad de firmar tantas hojas?
Una de las razones principales por las cuales tenemos que firmar un sin fin de hojas es porque muchos se emocionan con la nueva compra.
El problema es que estamos entrando en un compromiso a largo plazo.
Estamos firmando que estamos de acuerdo en pagar hasta el último centavo que nos ha financiado el banco.
Estamos prometiendo que si no pagamos la cantidad establecida, en el tiempo establecido - el banco tiene el derecho de tomar ciertas medidas para no perder.
Estamos dándole al banco el derecho de llevarnos a corte.
Estamos dándole al banco el derecho de embargar la propiedad.
Al firmar un contrato estamos afirmando que vamos a ser fieles a nuestras obligaciones económicas.
¿Por qué no basta una promesa verbal o un apretón de manos?
Pareciera que los bancos saben algo de la doctrina del estado pecaminoso del hombre.
Estamos prometiendo ser fieles en nuestro
Parece que los bancos conocen lo que la Biblia dice acerca de la naturaleza humana.
El hombre falla.
El hombre no cumple sus compromisos.
El hombre miente.
El hombre, por naturaleza, no cumple su palabra.
La tendencia del ser humano a no cumplir con lo que ha prometido es un gran problema ya que si no podemos confiar en nuestro prójimo vamos a tener una sociedad disfuncional.
Los bancos no querrán prestar dinero a quienes solicitan un prestamos para un negocio temiendo que no pagarán.
La gente no querrá trabajar para ninguna empresa por el temor de no recibir el sueldo estipulado.
Ahora que estamos en los evangelios, en nuestro lectura por la Biblia 2019, llegamos a una porción de la Escritura donde Jesús le habla a sus discípulos acerca de la importancia de cumplir con nuestra palabra/con lo que hemos prometido. El día de hoy consideraremos:
La doctrina bíblica acerca de los juramentos
La hipocresía de los fariseos
El mandamiento de cumplir con nuestra palabra
El mandamiento de cumplir con nuestra palabra

I. La doctrina bíblica acerca de los juramentos

Jesús está con sus discípulos exponiendo lo que conocemos como el Sermón del Monte (). En su exposición llega a un punto importante que descubre la falsedad de los ultra religiosos fariseos.
No olvidemos que los fariseos presumían de guardar la ley de Dios.
Es cierto, eran muy celosos en cumplir los mandamientos dados por Dios en el Antiguo Testamento.
Eran celosos de no trabajar en sábado, de no comer alimentos impuros, de no comer sin lavarse las manos, pero debajo de esta apariencia religioso escondían prácticas que desagradaban a Dios en gran manera.
Jesús declara:
Mateo 5.33 NVI
»También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor.”
Mt
Jesús se refiere a varios mandamientos del Antiguo Testamento que hablaban acerca de los juramentos.
Jesús habla de la prohibición divina contra el “perjurio”, según la RV60. En la NVI nos dice que “no faltes a tu juramento”.
Perjurio: Quebrantamiento de la fe jurada. (RAE)
Jesús declara que Dios en el Antiguo Testamento prohibía jurar en falso.
Dios prohibía que el ser humano jurará en hacer algo, cuando en realidad pensaba no cumplir lo que estaba jurando hacer.
Jesús habla que el mandamiento de Dios era de cumplir al Señor según lo que se había jurado hacer.
Estos mandamientos eran bastante claros.
Un juramento era la práctica de prometer hacer algo, pero a la vez invocando el nombre de Dios. En otras palabras, la persona que juraba decía: Teniendo a Dios como mi testigo, yo te juro que te voy a pagar los $1,000 que me has prestado.
El que jura invoca a Dios diciendo que si no paga el dinero, que sea el mismo Dios que lo castigue.
Es por eso que encontramos pasajes como:
Números 30.2 NVI
cuando un hombre haga un voto al Señor, o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que cumplirá con todo lo prometido.
Lev
Deuteronomio 23.21 NVI
»Si le haces una promesa al Señor tu Dios, no tardes en cumplirla, porque sin duda él demandará que se la cumplas; si no se la cumples, habrás cometido pecado.
En el pasaje de Números la Biblia pone al mismo nivel el hacer un promesa Dios mismo, como hacer una promesa a cualquier otro.
El hecho que la promesa es hecha a un ser humano, no quería decir que era menos importante que una promesa hecha a Dios; ya que en ambos votos se estaba invocando el nombre de Dios.
En ambos pasajes el punto principal es que al hacer una promesa, invocando el nombre de Dios, el israelita tenía la obligación delante de Dios de cumplir la promesa hecha.
No había invocado cualquier nombre para hacer tal promesa. Había invocado el bendito nombre.
Dios mismo era el testigo de la promesa que se estaba haciendo.
El hecho de invocar el nombre de Dios era una manera en que el hombre estaba expresando que era una promesa sería y que tenía toda la intención de cumplir.
El hombre no juraba por si mismo sino que juraba por Dios.
Es como si estaba diciendo que Dios mismo era el testigo de la promesa que estaba haciendo.
El hombre invocaba el nombre de el ser más grande que existe.
En el Antiguo Testamento vemos al mismo Dios jurar.
Si los hombres juraban por Jehová, ¿por quién crees que juraría Dios mismo?
El hombre juraba por el ser más grande - Dios.
No hay otro ser más grande que Dios.
Por tanto en la Biblia leemos:
Génesis 22.15–17 NVI
El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, y le dijo: —Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo—afirma el Señor—que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos.
Gn 22.15-
Dios juró por mismo ya que no hay otro ser más grande que él.
Así que en el Antiguo Testamento vemos que el hombre juraba invocando el nombre de Dios para demostrar que tenía toda intención de cumplir con lo que estaba prometiendo hacer.

II. La hipocresía de los fariseos

Pero, en los tiempos del Nuevo Testamento somos testigos de como Israel se había apartado de la ley de Dios.
Esto lo vemos más claramente manifestado mediante los fariseos que solo daban apariencia de cumplir la ley de Dios pero realmente estaban lejos de vivir de acuerdo a lo que Dios demandaba.
Por tanto, nuestro Salvador habla de la hipocresía de los fariseos en cuanto a sus juramentos:
Mateo 5.34–36 NVI
Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro.
Mt 5.34-
Jesús estaba consciente de la práctica de los fariseos de jugar por el cielo, por la tierra, por la ciudad bendita de Jerusalén, o por sus mismas cabezas.
Es como si dijera el fariseo - Te juro por la santa ciudad de Dios, la bella Jerusalén que Dios nos ha dado como herencia perpetua, te juro que te voy a pagar los $100 que me has prestado.
Los fariseos hacían estos juramentos tan complejos, que parecían tan serios, parecían tener la intención de cumplir con los compromisos que estaban tomando.
En otro pasaje Jesús nuevamente se refiere a esta práctica de los fariseos:
Mateo 23.16 NVI
»¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: “Si alguien jura por el templo, no significa nada; pero si jura por el oro del templo, queda obligado por su juramento.”
Mateo 23.18 NVI
También dicen ustedes: “Si alguien jura por el altar, no significa nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado por su juramento.”
En ambos pasajes vemos como los fariseos también hacían juramentos por el templo de Jerusalén y por el oro del templo.
En otros casos los fariseos juraban por el altar del templo mientras que otros juraban por las ofrendas que se quemaban sobre el altar.
El Antiguo Testamento en ningún momento se refiere a esta clase de juramentos - juramentos por el templo, el otro del templo, el altar, o la ofrenda del altar.
De la misma manera no encontramos ningún mandamiento que hable acerca de jurar por el cielo, por la tierra, por Jerusalén, ni por nuestra cabeza.
¿De qué está hablando Jesús?
Jesús estaba confrontando directamente la hipocresía del fariseo que decía - puedes hacer un juramento. Si haces un juramento usando el nombre de Dios (Jehová, Yavé) estás obligado 100% al cumplirlo.
Sin embargo, si haces un juramento invocando el cielo, la tierra, Jerusalén, entonces no tienes la misma obligación de cumplir lo que has dicho.
Luego, empezaron a desarrollar un sistema que decía si jurabas por algo que estaba más cerca a Dios (o a su nombre) estabas obligado a cumplirlo.
Si jurabas por el templo o el altar del templo - no estabas obligado a cumplirlo.
Si jurabas por el otro del templo o por la ofrenda que se quemaba sobre el altar - entonces estabas obligado a cumplir tus promesas.
El fariseísmo, en tiempo de Jesús, había inventado un sistema tan complicado que ya uno no sabía si los juramentos eran de los buenos (que había que cumplirlos) o si no eran obligación cumplirlos.
Jesús miraba como la gente aparentaba piedad, invocando el cielo y la tierra, el templo, el altar del templo, etc…en la palabrería de sus juramentos - cuando en realidad no tenían ninguna intención de cumplir lo que habían prometido.
Habían caído en una situación tan baja que la gente invocaba en vano las cosas sagradas para cubrir sus malas intenciones de no cumplir lo que habían prometido.
La gente estaba tomando en vano lo sagrado para cubrir su engaño.

III. El mandamiento de cumplir con nuestra palabra

Por tanto, Jesús llega al centro del asunto - como es que debe vivir su pueblo?
Mateo 5.37 NVI
Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.
Mt 5.
La enseñanza de Jesús es muy clara.
Algunos estaban jurando por el cielo, la tierra, Jerusalén, su cabeza, o el templo, o el altar del templo,.
Pero Jesús les dice - el cielo es de Dios, la tierra es de Dios, la ciudad de Jerusalén es de Dios, su cabeza es pertenecía de Dios, el templo era dedicado a Dios, el altar era para alabanza de Dios.
Por tanto estaban obligados a cumplir lo que habían prometido.
Jesús no hace distinción entre si se jura por el hombre de Jehová o el cielo que es el trono de Dios. El mismo cielo es de Dios.
Jesús no hace distinción entre si se jura por el altar del templo o la ofrenda del templo. Ambos son de Dios.
Es más, parece que Jesús mismo nos está diciendo - no jures! No es una prohibición absoluta contra los juramentos.
Es más, como ciudadanos en esta tierra hay momentos en que se nos pide jurar.
En una corte se nos hace jurar decir la verdad y nada más que la verdad.
Cuando alguien toma una responsabilidad de gobierno se le hace jurar ser fiel a su cargo.
Cuando nos hacemos ciudadanos de este país se nos hace jurar ser leales a la constitución y al país.
El mismo Pablo vemos como hizo juramento en el Nuevo Testamento.
2 Corintios 1.23 NVI
¡Por mi vida! Pongo a Dios por testigo de que todavía no he ido a Corinto sólo por consideración a ustedes.
Gálatas 1.20 NVI
Dios me es testigo que en esto que les escribo no miento.
Por tanto, no creo que Jesús está prohibiendo hacer esta clase de juramentos.
Si se nos solicita hacer un juramento para demostrar que tenemos la intención de decir la verdad - no estamos prohibidos de hacerlo.
¿Si Jesús no está prohibiendo el jurar, qué es lo que prohibe?
Jesús prohibe que el ser humano jure para aparentar que va a cumplir - pero en realidad no tiene la intención de cumplir con lo que ha prometido.
Por tanto Jesús dice - el creyente debe ser tan honesto, debe tener palabra, debe cumplir con lo que ha prometido hacer, debe ser una persona cuya palabra es suficiente - de tal manera que si dice si…va a ser si…y si dice no…va a ser no.
El creyente refleja el carácter de Dios. Nosotros decimos que Cristo nos ha salvado, nos ha regenerado, nos está cambiando para ser cada día más y más como él.
Imagínense la violencia que hacemos contra el carácter de Dios cuando nosotros andamos haciendo promesas de que vamos a hacer algo y somos incumplidos.
El pueblo de Dios que no cumple con sus promesas, que no se puede confiar en ellos, que es igual de mentiroso e incumplido es una ofensa contra el evangelio de Jesucristo puesto que reflejamos que Dios así también es. Somos sus hijos, por tanto así ha de ser nuestro Padre.
¿Por qué es tan importante ser gente de palabra y cumplir?
Cristo murió en la cruz del calvario para restaurarnos, para cambiar nuestra vida, para sacarnos de la oscuridad de la mentira.
Cristo nos libro y ya no somos hijos del padre de las mentiras.
Somos hijos de aquel que es fiel a su palabra.
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