ENTREGADO A SATANÁS
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ENTREGADO A SATANÁS
ENTREGADO A SATANÁS
SERMONES SOBRE ALGUNOS PASAJES DIFÍCILES EN LA BIBLIA
En las siguientes páginas consideraremos el resultado del análisis de los pasajes difíciles ya en forma de sermón. Esperamos que sirva de ejemplo para que notemos la riqueza que se puede obtener mediante una investigación seria de estos textos a los que muchos les rehúyen.
ENTREGANDO A SATANÁS
Escuché a un predicador en el altar hablando al diablo para decirle que le otorgaba poder para dañar a cierta persona que había pecado y se negaba a obedecer el llamado al arrepentimiento. Me pareció rara al principio su oración. Nunca oí nada semejante como invocar por nombre al enemigo y mucho menos declarar que se le faculte por parte de un ministro a tocar alguna vida para destrucción. Cuando lo interrogué al respecto me dijo que tenía sustento bíblico, que Pablo lo hacía continuamente y que el apóstol también oraba a Satanás para entregar a las personas rebeldes. Me citó para apoyar su argumento.
Entonces me di cuenta que eso de entregar a Satanás en realidad sí estaba en la Biblia. De lo que no estaba seguro era que el predicador estuviera aplicando bien el texto en su práctica de orar hablando con el diablo, lo cual me sonaba repugnante. Así que, consciente de mi falta de capacidad para evaluar la situación por ignorancia del pasaje, decidí analizar el tema, a fin de salir de dudas, personalmente, y de tener fundamento para instruir a la iglesia en este asunto, de modo que podamos evitar caer en prácticas heréticas y dañinas al respecto. Comparto enseguida los resultados del estudio bíblico sobre la frase paulina entregar a Satanás.
1. ¿Quiénes son entregados a Satanás?
Las personas que cometen pecados graves.
Todo pecado ofende a Dios y contamina el espíritu del creyente. Sin embargo, en la Biblia encontramos base para afirmar la existencia de niveles en la gravedad de los pecados. No todos ocasionan el mismo daño a quien los realiza. Hay algunos que provocan consecuencias de perjuicio para el reino celestial. Unos sólo afectan a los infractores, otros a la iglesia en pleno.
Los pecados se miden y se juzgan por el tipo de transgresión, por las personas afectadas y por la investidura de quien los comete. No es lo mismo mentir que defraudar, ni fornicar que maldecir, tampoco lo es hurtar cien pesos que diez mil. La fornicación en un soltero es distinta a la de un casado. Diferente es si se roba a una persona que a un banco. No es igual si un niño golpea a otro comparado a si lo hace un adulto con un menor.
Algunos pecados son cuestiones ocultas y otros son del dominio público. Hay unos que sólo se tratan con una reconvención, otros ameritan una disciplina y existen hasta los merecedores de la expulsión. En la Biblia encontramos unos ejemplos.
Juan habla de pecados de muerte y pecados que no son de muerte. En cuanto a los primeros ni siquiera piensa en la posibilidad de la intercesión. . Señala el apóstol toda injusticia como pecado, pero afirma la existencia de jerarquías de maldad.
Es más dura la expresión paulina sobre los pecados que ocasionan la necesidad de entregar a los infractores a Satanás. Sólo dos ocasiones aparece la expresión, siempre en las epístolas de Pablo. Y en ambos casos se trata de faltas sumamente graves.
a. El caso de una inmoralidad escandalosa al extremo.
Se habla en el texto de una clase de fornicación manifiesta en la congregación de los Corintios. El hecho es grave porque el pecado implica perversión extrema en quien lo comete; en sí es horrendo. Lo agrava más que se dé entre los cristianos, y mucho más si la iglesia lo tolera. Un creyente estaba practicando una clase de fornicación repudiada aun por los gentiles, quienes ignoran de Dios. Vivía este malvado una relación amorosa con la mujer de su padre. En la ley misma se consideraba como un acto de perversión imperdonable el hecho de tener relación sexual con la pareja de su progenitor.
El malhechor deshonraba a su padre, contaminaba la relación familiar y ocasionaba difamación para la iglesia por hacerla ver como corrupta.
Es improbable el parentesco sanguíneo entre la mujer y el fornicario como madre e hijo. Lo cual hubiera sido repudiado a todas luces. Lo más probable es que fuese su madrastra, y con ésta es con la que se dio la ocasión de la caída. El hecho se volvió del dominio público y llegó al conocimiento de Pablo. Éste determinó juicio para el infractor y la sanción consistía en entregarlo a Satanás.
El problema era que el infractor había convencido a la iglesia de la inexistencia de argumentos para ser enjuiciado. Algunos creen que su padre había muerto y él tomó a la viuda. Entonces si ambos estaban libres, aparentemente no existía motivo de disciplina. Le vendió a la congregación la idea de que actuaban correctamente al permitir esta situación, pues daban así ejemplo de tolerancia y buen sentido cristiano. Esto se deduce porque el apóstol habla de una jactancia de los creyentes por haber permitido el hecho. Y vosotros estáis envanecidos…
Así que el infractor cometía la vileza y se daba el lujo de participar en los servicios y la comunión de los creyentes como si nada malo aconteciera. Tratamos el caso de un hombre con la conciencia dormida, un desvergonzado a quien no le importaba afectar la obra del Señor con tal de satisfacer sus pervertidos deseos. No era un pecador común, sino un corrupto entenebrecido que debía ser expulsado de la congregación.
b. El caso de dos blasfemos.
Se aplica el mismo juicio de entregar a Satanás a dos creyentes, al parecer ministros que se convirtieron en blasfemos. Pablo refiere el ejemplo a Timoteo a fin de que evite caer en la mala conducta de éstos. Himeneo y Alejandro eran traidores, los cuales abandonaron la buena milicia. Se apartaron de la fe y pervirtieron su conciencia. Se habla de ellos como personas que perdieron el rumbo y naufragaron en cuanto a la doctrina.
Antes predicaban del buen evangelio, ahora profesaban una doctrina aberrante. Colaboraban con el apóstol en la obra misionera, pero luego cayeron tan bajo que no aceptaron ningún correctivo, debido a ello, la única solución para ese problema fue entregarlos a Satanás. Se habla de personas que adoptaron el pecado como forma de vida, hacedores de maldad, a quienes no les importaba nada. Su pasión por el mal los llevó a afiliarse en doctrinas que justificaran sus actos como no condenables. Querían pecar y seguir predicando. Tal actitud jamás debe caber en los verdaderos siervos de Cristo.
Resumiendo, hablamos de entregar a Satanás con las siguientes restricciones:
• Sólo en caso de pecado muy grave.
• Sólo en caso de pecado recurrente.
• Sólo en caso de abierta rebelión.
¿Qué significa ser entregado a Satanás?
Es necesario analizar el contexto en el cual ocurre la frase para dar una interpretación adecuada al texto. Por ejemplo, Pablo da, en la explicación y las instrucciones a la iglesia, varias expresiones que arrojan luz sobre la cuestión. Vayamos con cuidado en el análisis.
• Se refiere a la iglesia lo lamentable de tener en la comunión al pervertido y se conmina a quitarlo de en medio. Es decir, debían expulsarlo de la participación; sacarlo de la membrecía.
• Se ordena la convocación de la asamblea en el nombre del Señor para comunicar el juicio apostólico de su entrega a Satanás. ,
• Se prohíbe la convivencia de los miembros de la iglesia con los pervertidos. , .
• Se prohíbe compartir los alimentos con los pervertidos. Es decir ni siquiera se permite darles alimento o tomar invitación de ellos para comer en sus casas. El asunto es cerrar las puertas del hogar y de la comunicación con el impío. Que pruebe la maldición él solo. .
• Se amonesta a la iglesia a actuar con firmeza para sacar de la comunión al perverso.
• Se gira un aviso a las iglesias y los ministros para que no reciban a quienes cayeron en inmoralidad y blasfemia.
Normalmente los casos de pecado se tratan sólo con el Cuerpo Ejecutivo de la iglesia, pero como estos casos son del dominio público la decisión disciplinaria y la sanción se presentan en asamblea plenaria. Se persigue también que toda la congregación se ponga de acuerdo para no refugiar a los perversos, corriendo la voz a quienes ignoran su condición y a los cuales pueden engañar, haciéndose pasar como víctimas. No deben los creyentes usar la misericordia como pretexto para abrigar al que persiste en pecar. Éste no debe encontrar un cristiano para usarlo de refugio. Ha de sentir el rechazo de la comunidad que adora a Dios y cree en la santidad.
¿Cuál es el propósito de que alguno sea entregado a Satanás?
Se enfatizan tres propósitos que persigue el hecho de entregar a Satanás a una persona:
• Para destrucción de la carne.
• A fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
• Para que aprendan a no blasfemar.
Al parecer se trata de permitir a Satanás el ataque contra el cuerpo y la vida de la persona rebelde por sus actos perversos. Existen casos de individuos con la conciencia tan cautiva del error, tan llenos de orgullo y rencor que ignoran su miserable condición y aun conociéndola, se niegan a arrepentirse para no ser sometidos a un juicio o disciplina. Prefieren permanecer en su pecado antes que humillarse públicamente y pedir perdón. En tales situaciones se les deja sin la cobertura pastoral y de la congregación, sin visitación ni protección espiritual. De tal modo que el enemigo tiene libertad para zarandearlos y dañarlos.
Sin embargo, nunca la iglesia pretende la condenación eterna de los seres humanos. Al contrario, se busca lograr un arrepentimiento genuino al final de la experiencia negativa del pecador. El fin es su salvación en el día del Señor Jesús. Así pues, ante la posibilidad de ver el rechazo del pueblo de Dios unánime y ser sometido a pruebas y ataques de Satanás en los que no es visitado ni procurado de iniciativa de la iglesia, él, al verse debilitado y sin apoyo espiritual ni moral, podría darse cuenta de todas las consecuencias de su pecado. Es posible que en medio de la crisis extrema pida socorro espiritual y solicite la intercesión. Entonces se le ayudará sin reservas y se pedirá perdón para sus pecados y restauración de su comunión a la iglesia. De este modo, su espíritu se redimirá y se habrá ganado un alma para Cristo.
Algunas personas cambian hacia una actitud positiva cuando se les muestra el cariño y la fraternidad cristiana; otras se endurecen más y alimentan el vicio de la dependencia cuando son procuradas por los misericordiosos. Se vuelven manipuladores y exigen un trato especial. Hay quienes sólo a través de una amarga experiencia con las fuerzas del mal serán capaces de notar lo fatal de su condición de pecado. A estos últimos son los que Pablo recomienda entregarlos a Satanás.
El propósito de abandonar a los corrompidos a su pecado consciente y voluntario es también para darles un aprendizaje y un escarmiento. A fin de que valoren la gracia de Dios y sean reverentes y temerosos del Señor. Quienes se desvían del camino de la verdad siempre buscan entre los creyentes un apoyo para sus doctrinas. Procuran ser oídos cuando hablan de cuanto para ellos está mal en la iglesia. Si encuentran quien les haga coro se refugiarán en esas personas y las arrastrarán también al error. Por eso vemos, en la segunda epístola de Pablo a Timoteo, la unión de Fileto a la herejía de Himeneo. . Entonces se transmite el yerro y el desorden entre los fieles. Se vuelven contenciosos y hablan sin edificación, confunden y llevan a la perdición a quienes caen en sus garras. Se vuelven células cancerosas, contaminan a los miembros del cuerpo cercanas a ellas. En ese caso, es igualmente necesario entregarlos a Satanás para que aprendan a no blasfemar. Mediante el repudio de la iglesia en pleno y el dolor del abandono ante los ataques diabólicos aprenderán a cuidar sus expresiones y sus afirmaciones hacia la obra del Señor y contra sus siervos. Si no se extirpa el cáncer, la iglesia puede morir.
La doctrina de Himeneo era nociva. Vivía contradiciendo la predicación apostólica. Al darse cuenta que se comunicó a la gente que él no podía predicar en el púlpito, se dedicaba a visitar casas de hermanos donde era recibido. Hablaba pestes contra Pablo y contra la enseñanza de la resurrección de Cristo. Decía que esto ya se había efectuado y trastornaba la fe de los hermanos carentes de solidez en su cimiento bíblico. . Por eso, en la amonestación paulina se exhorta a la iglesia a apartarse de iniquidad todo aquél que invoca el nombre de Cristo.
¿Quién puede entregar a Satanás a un pecador?
Siendo este un asunto tan delicado no debe tomarse a la ligera su interpretación ni su práctica. Según el tenor bíblico no cualquier creyente tiene la facultad de entregar a alguien a Satanás. Tampoco es dado a cualquier líder.
Sólo tenemos base en la Escritura para afirmar que lo hace el líder principal de un ministerio. En el caso de Pablo antes, y ahora en el caso de el Pastor de una congregación. También notamos que lo puede hacer una asamblea reunida en el nombre del Señor Jesucristo para juzgar los casos de pecado grave; siempre bajo la autoridad del líder. Por eso dice: reuníos vosotros y mi espíritu. Cuando se lleva a efecto dicha reunión en este principio cuenta con todo el respaldo del poder de nuestro Salvador. . Aquí aplica el pasaje ese de que donde dos o tres se congreguen en su nombre ahí está Jesús en medio de ellos, y también esa delegación de autoridad decretada para atar en el cielo todo lo que en la tierra se ate.
En el contexto de se sigue un procedimiento para la resolución de conflictos. Después de una y otra amonestación al infractor y si éste persiste en su actitud negativa se le convoca para la deliberación del asunto en cuestión. En caso de no escuchar la decisión plenaria, el tal hermano o hermana se desliga a sí mismo de la comunión. La iglesia pues, lo debe tener por gentil y publicano, es decir, no debe considerarlo más en la participación de los servicios.
Es en ese contexto de una asamblea reunida en el nombre del Señor y sólo en casos de pecados graves y extremos que la autoridad de Cristo pesa sobre la iglesia para entregar a un corrupto a Satanás.
En resumen, la autoridad para entregar a un miembro a Satanás se delega en las siguientes entidades:
• En el líder espiritual como ungido de Dios y encargado de velar por las almas y la salud de la iglesia.
• En la iglesia como Cuerpo de Cristo, reunida en pleno con la autoridad y el nombre del Señor para juzgar.
Casos de personas entregadas a Satanás
Se considera el caso de Judas como una persona entregada a Satanás por el Señor. Era uno de los doce apóstoles. Experimentó el poder y la gracia de Cristo en forma especial, pues vivió con él y recibió sus enseñanzas en forma directa. Pero su ambición lo llevó a corromperse. Decidió vender al Maestro. Negoció su entrega por treinta monedas de plata. La Biblia afirma que cuando Jesús anunció la traición de uno de los apóstoles para entregarlo al Concilio, Juan preguntó quién sería. La respuesta del Ungido fue clara: a quien diera el pan mojado en la salsa, ese era. Luego mojó el pan y lo dio al traidor. El texto señala el momento después del bocado como el instante en el cual Satanás entró en él. . Antes, Satanás lo tentaba desde fuera, ahora lo poseería y conduciría a su destrucción moral, espiritual y física. El discípulo desleal se corrompió, consumó su maldad y luego se quitó la vida al contemplar lo infernal de su acción y su codicia. ; . El hecho de ya no incluir a Judas en su oración intercesora de , de alguna manera, hace pensar en la entrega del discípulo a Satanás. Por eso en el versículo 12 lo declara como perdido.
Es diferente cuando Cristo permitió al diablo zarandear a Pedro. No equivale esta acción a una entrega a Satanás, pues le anuncia la prueba y le brinda su poderosa intercesión, asegurándole la fe en todo momento. , . Este caso es una tentación que atravesará, recibirá una lección y luego será restaurado. Vemos entonces a Simón en su negación siendo observado por el Maestro. Luego viene el arrepentimiento y la restauración. El Resucitado lo considera en su grupo y lo coloca en el liderazgo de los doce. . No es este caso el de una cesión al maligno, en la cual se toma como inmundo y se quita de la comunión al perverso.
Escuché un testimonio de la Iglesia Comunity Church en Orange, Texas. El misionero Wayne Lewis y sus acompañantes comentaron de un hombre que armó un lío en la iglesia a la hora del culto. Se llamaba Tim Rost. Lo tomaron y lo invitaron a salir y calmarse. Él acusaba a una hermana de tener el espíritu de Jezabel. Además se la pasó ofendiendo a la congregación durante la exposición de la Palabra de Dios. Como insistió en sus acciones, el pastor giró la orden por carta a todos los miembros de la congregación a no convivir ni comer con el hombre.
En una junta que tuvieron no estuvo de acuerdo con las decisiones del liderazgo y como protesta se rapó el pelo y lo envió en un sobre a la casa del pastor. Este hermano había caído en una rebeldía crasa.
A pesar de todo, el hombre repitió su obra varias ocasiones. La última vez que entró al templo quería golpear y patear a la gente. Entre diez personas lo quisieron sacar y los hería. El pastor entonces oró a Dios y lo entregó a Satanás. Desde ese momento el agresor ya nunca regresó.
Al siguiente día, dice Wayne, pasó por el pueblo una pandilla de motociclistas llamada “hells angels”, que se traduce como “ángeles del infierno”. Llegaron a la casa del varón. Lo tomaron y lo golpearon hasta casi matarlo. Luego se fueron de la ciudad.
Uno de los compañeros de misión de Wayne Lewis, de nombre Soni, me comentó un caso en el cual se vio involucrado su abuelo. Esto en el inicio de las Asambleas de Dios en su región, allá por 1939. El abuelo de Soni era diácono en su congregación. Comenta que había un hombre, llamado Thursten Crabtree. Éste también era diácono, pero vivía en constante rebeldía contra el pastor.
Un día, el pastor lo llamó y le hizo ver su incorrecta actitud, pues estaba en abierta rebeldía. También le comentó que debía considerar el hecho de poder ser entregado a Satanás si persistía en su rebelión, y de ser necesario, se haría. El diácono no cambió.
Días después desapareció. Lo buscaron y no lo encontraron. Hasta que aparecieron unas auras en el cielo, pudieron dar con él. Los buitres señalaron el lugar donde estaba muerto en un pozo petrolero.
Conclusión
Tenemos que ser cuidadosos con este tipo de textos y con su utilización en la iglesia. No podemos ser temerarios en la aplicación de la disciplina. Ciertamente creemos en las bondades de la misma. Con responsabilidad juzguemos los casos de pecado que se presentan en la congregación. Nuestro objetivo al aplicar una sanción al infractor siempre es la restauración del pecador y la salud de la vida y la doctrina de la obra de Dios.
Esperamos que en nuestra iglesia nunca se presente un caso de inmoralidad y rebeldía de tales magnitudes. Ojalá y nunca echemos mano de este recurso para excomulgar a los hermanos. Pero confiamos que Dios nos dé la sabiduría y la firmeza necesaria y suficiente para actuar contra la rebelión y contra el error doctrinal. Debemos ser misericordiosos y tolerar al débil en la fe, pero no haremos bien si toleramos a los impíos quienes contaminan a los fieles y utilizan artimañas diabólicas para confundir a los creyentes. En todo caso anhelamos que el temor del Señor nos ayude a tomar decisiones matizadas por la sabiduría de la Palabra.
Cuidemos que nuestra conciencia nunca pierda la sensibilidad. No hagamos del pecado nuestro estilo de vida, ni permitamos anidar rebeldía en nuestro corazón. Purifiquemos nuestro espíritu y practiquemos el arrepentimiento y la confesión ante el Señor. Nosotros somos llamados a servir a Cristo y amar a su iglesia. No deseamos tener ninguna relación con Satanás. Pertenecemos al reino de los cielos porque hemos sido comprados con la sangre preciosa de nuestro Salvador. Amén.