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Adá dio a luz a Yabal, que vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado.
El nombre de su hermano era Yubal, padre de cuantos tocan la cítara y la flauta.
Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: éstos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.
Yahvé exterminó todo ser que había sobre la faz del suelo, desde el hombre hasta los ganados, hasta los reptiles y hasta las aves del cielo: todos fueron exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca.
Bendeciré a quienes te bendigan
y maldeciré a quienes te maldigan.
Por ti se bendecirán
todos los linajes de la tierra.»
Y todos los varones de su casa, los nacidos en su casa y los comprados a extraños por dinero, fueron circuncidados juntamente con él.
Y arrasó aquellas ciudades y toda la redonda con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo.
Y bendijeron a Rebeca con estas palabras:
«¡Oh hermana nuestra, que llegues a convertirte
en millares de miriadas,
y conquiste tu descendencia
la puerta de sus enemigos!»
Ya no pudo José contenerse delante de todos los que en pie le asistían y exclamó: «Echen a todo el mundo de mi lado.» Y no quedó nadie con él mientras se daba a conocer José a sus hermanos.
Durante este largo período murió el rey de Egipto. Como los israelitas gemían y se quejaban de su servidumbre, el clamor de su servidumbre subió a Dios.
El primer día tendrán una asamblea santa y el día séptimo tendrán otra asamblea santa. En esos días no harán trabajo alguno, salvo la comida para cada uno. Esto es lo único que podrán hacer.
No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian,
pero tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos.
No aceptes sobornos; porque el soborno ciega a los perspicaces y pervierte las causas justas.
Comerán aquello que ha servido para su expiación al investirlos y consagrarlos; pero que ningún laico coma de ello, porque es cosa sagrada.
la plata de los incluidos en el censo de la comunidad, cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, en siclos del Santuario:
Moisés dijo entonces a Aarón: «Esto es lo que Yahvé había declarado cuando dijo:
En los que se me acercan mostraré mi santidad,
y ante la faz de todo el pueblo manifestaré mi gloria.»
Aarón se calló.
Pero entre los que rumian o tienen pezuña hendida, no comerán: camello, pues aunque rumia, no tiene partida la pezuña: lo considerarán impuro;
Pero de todos los bichos alados que andan sobre cuatro patas, podrán comer aquellos que, además de sus cuatro patas, tienen zancas para saltar con ellas sobre el suelo.
Luego tomarán otras piedras y las pondrán en lugar de las primeras; y también argamasa nueva para revocar la casa.
Pero si un sacerdote compra con su dinero una persona, ésta podrá comer de las cosas sagradas; y también el siervo nacido en la casa: ambos pueden comer del alimento del sacerdote.
Me volveré contra ustedes y serán derrotados ante sus enemigos; los tiranizarán los que los aborrecen y huirán sin que nadie los persiga.
A los que queden de ustedes les infundiré pánico en sus corazones, en el país de sus enemigos; el susurro de una hoja caída los ahuyentará, huirán como quien huye de la espada, y caerán sin que nadie los persiga.
Y quienes de ustedes sobrevivan, se pudrirán a causa de su iniquidad en las tierras de sus enemigos; por las iniquidades de sus padres unidas a las suyas, se pudrirán.
Parentelas de los hijos de Simeón, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de todos los varones de veinte años para arrriba, útiles para la guerra:
Éstos fueron los censados por Moisés y Aarón y por los doce príncipes de Israel, que pertenecían cada uno a una casa patriarcal.
«Acamparán al este, hacia la salida del sol: La bandera del campamento de Judá, por cuerpos de ejército. Príncipe de los hijos de Judá, Najsón, hijo de Aminadab.
«Acampados junto a él: La tribu de Isacar. Príncipe de los hijos de Isacar, Natanael, hijo de Suar.
«Acampan junto a él: La tribu de Simeón. Príncipe de los hijos de Simeón, Salumiel, hijo de Surisaday.
«Acampan junto a él: La tribu de Aser. Príncipe de los hijos de Aser, Paguiel, hijo de Ocrán.
El príncipe de los príncipes de Leví era Eleazar, hijo del sacerdote Aarón. Ejercía la supervisión de todos los encargados del santuario.
Acampaban al este, frente a la Morada, delante de la Tienda del Encuentro hacia oriente, Moisés y Aarón con sus hijos, que montaban la guardia en el santuario en nombre de los israelitas. Cualquier laico que se acercara, sería muerto.
Moisés tomó la plata del rescate de los que pasaban del número de los rescatados por los levitas.
Ésos fueron los censados de los clanes de los hijos de Merarí. Los alistaron Moisés y Aarón, según había ordenado Yahvé por medio de Moisés.
El total de los levitas que Moisés, Aarón y los príncipes de Israel registraron por clanes y familias,
fue, según el censo, 8.580.
los príncipes de Israel, jefes de familias y príncipes de las tribus, que habían presidido el censo, hicieron una ofrenda.
y les dijeron: «Estamos impuros por contacto con cadáver humano. ¿Por qué hemos de quedar excluidos de presentar la ofrenda a Yahvé a su tiempo con los demás israelitas?»
Habían quedado en el campamento dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad. Reposó también sobre ellos el espíritu, ya que, si bien no habían salido a la Tienda, eran de los designados. Y profetizaban en el campamento.
Pero Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, que eran de los que habían explorado el país, rasgaron sus vestiduras
verá la tierra que prometí con juramento a sus padres. No la verá ninguno de los que me han despreciado.
En cambio, Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, sobrevivieron de entre los hombres que habían ido a explorar la tierra.
Los que lo encontraron buscando leña, lo presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad.
Tomó el sacerdote Eleazar los incensarios de bronce que habían presentado los que fueron abrasados, y los laminó con destino al altar.
Los muertos por aquella plaga fueron 14.700, sin contar los que murieron por causa de Coré.
Los muertos por la plaga fueron 24.000.
El total del censo de todos los varones de un mes en adelante fue de 23.000. Porque no fueron alistados con los demás israelitas, pues no se les daba herencia entre los demás israelitas.
Ésos fueron los censados por Moisés y el sacerdote Eleazar. Hicieron el censo de los israelitas en las Estepas de Moab, cerca del Jordán, frente a Jericó.
Entre ellos no quedaba nadie de los que habían sido censados por Moisés y por el sacerdote Aarón, cuando hicieron el censo de los israelitas en el desierto del Sinaí.
«Nuestro padre murió en el desierto. No era de la facción que se amotinó contra Yahvé, de la facción de Coré; por sus propios pecados murió sin tener hijos varones.
La mitad correspondiente a los que fueron al combate: 337.500 cabezas de ganado lanar,
Pero si no expulsan a su llegada a los habitantes del país, los que dejen serán para ustedes pinchos en sus ojos y aguijones en sus costados y los oprimirán en el país en que van a habitar.
No te postrarás ante ellas ni les darás culto. Porque yo, Yahvé tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación, cuando me odian,
y tengo misericordia por mil generaciones cuando me aman y guardan mis mandamientos.
Has de saber, pues, que Yahvé tu Dios es el Dios, el Dios fiel que guarda su alianza y su favor por mil generaciones con los que le aman y guardan sus mandamientos,
pero que da su merecido en su propia persona a quien lo odia, destruyéndolo. No es remiso con quien lo odia: en su propia persona le da su merecido.
Yahvé tu Dios enviará contra ellos incluso avispas hasta aniquilar a los que queden y se hayan ocultado a ti.
Sin embargo, entre los que rumian y entre los animales de pezuña partida y hendida no podrán comer los siguientes: el camello, la liebre y el damán, que rumian pero no tienen la pezuña hendida; los tendrán por impuros.
y acudirás a los sacerdotes levitas y al juez que entonces esté en funciones. Ellos harán una investigación y te indicarán el fallo de la causa.
Éste será el derecho de los sacerdotes sobre el pueblo, sobre aquellos que ofrezcan un sacrificio de ganado mayor o de ganado menor: se dará al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar.
Cuando hayas entrado en la tierra que Yahvé tu Dios te da, no aprenderás a cometer abominaciones como las de esas naciones.
los dos hombres que por ello tienen pleito comparecerán en presencia de Yahvé, ante los sacerdotes y los jueces que estén entonces en funciones.
las grandes pruebas que personalmente han visto, esas señales, esos grandes prodigios.
No haya entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Yahvé su Dios para ir a servir a los dioses de esas naciones. No haya entre ustedes raíz que produzca veneno o ajenjo.
Me han encelado con lo que no es Dios,
me han irritado con sus vanos ídolos;
pues yo también voy a encelarlos
con el que no es pueblo,
con una nación fatua los irritaré.
cuando afile el rayo de mi espada,
y mi mano empuñe el Juicio,
tomaré venganza de mis adversarios
y daré el pago a quienes me aborrecen.
Tú que amas a los antepasados,
todos los santos están en tu mano.
Y ellos, postrados a tus pies,
cargados están de tus palabras.
Bendice, Yahvé, su vigor,
y acepta la obra de sus manos.
Rompe los lomos a sus adversarios
y a sus enemigos, que no se levanten.
Y en cuanto los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca tocaron la orilla de las aguas (y el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega),
las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia, en Adán, la ciudad que está al lado de Sartán, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o mar de la Sal, quedaron cortadas por completo, y el pueblo pasó frente a Jericó.
para que sea esto una señal en medio de ustedes. Cuando el día de mañana sus hijos les pregunten: ‘¿Qué significan esas piedras?’,
Las doce piedras que habían sacado del Jordán las erigió Josué en Guilgal.
Dijo entonces Josué: «Abran la boca de la cueva y sáquenme de ella a esos cinco reyes.»
Así lo hicieron: le sacaron de la cueva a los cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Yarmut, al rey de Laquis y al rey de Eglón.
En cuanto sacaron a los reyes, Josué llamó a todos los hombres de Israel y dijo a los capitanes de tropa que lo habían acompañado: «Acérquense y pongan sus pies sobre la nuca de esos reyes.» Ellos se acercaron y pusieron los pies sobre las nucas de ellos.
Por entonces, Josué se volvió y tomó Jasor, y mató a su rey a espada. Jasor era antiguamente la capital de todos aquellos reinos.
Josué se apoderó de todas las ciudades de aquellos reyes, y de todos sus reyes, y las pasó a cuchillo. Cumplió en ellos el anatema, según le había mandado Moisés, siervo de Yahvé.
Largo tiempo estuvo Josué haciendo la guerra a todos estos reyes;
Ésta es la tierra que queda:
«Todos los distritos de los filisteos y todo lo de los guesuritas;
desde Sijor, que está al lado de Egipto, hasta el límite de Ecrón por el norte, es considerado como de los cananeos. Los cinco tiranos de los filisteos son el de Gaza, el de Asdod, el de Ascalón, el de Gat y el de Ecrón. Los avitas
además de las ciudades reservadas para los hijos de Efraín de la herencia de los hijos de Manasés; todas estas ciudades y sus aldeas.
Los hijos de Manasés no pudieron apoderarse de estas ciudades y los cananeos lograron mantenerse en aquel país.
Los hijos de José respondieron: «La montaña no nos basta, y todos los cananeos que habitan en el llano tienen carros de hierro, lo mismo los de Betsán y sus filiales que los de la llanura de Yizreel.»
Los hombres se pusieron en camino. Josué dio esta orden a los que iban a hacer la descripción del país: «Vayan, recorran el país y descríbanlo, y después vuelvan donde mí; yo les haré el sorteo del territorio aquí delante de Yahvé, en Siló.»
Se hizo el sorteo para los clanes queatitas: y a los levitas hijos del sacerdote Aarón les tocaron trece ciudades de las tribus de Judá, Simeón y Benjamín;
Total de ciudades asignadas por suerte a los hijos de Merarí, por clanes, es decir, al resto de los clanes levíticos: doce ciudades.
Miren, yo les he dado por suertes, como heredad para sus tribus, esos pueblos que quedan por conquistar, así como todos los pueblos que yo exterminé desde el Jordán hasta el mar Grande de occidente.
Porque Yahvé nuestro Dios es el que nos hizo subir, a nosotros y a nuestros padres, de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, y el que delante de nuestros ojos obró tan grandes señales y nos guardó por todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por los que pasamos.
Entonces Yahvé hizo surgir jueces que los salvaron de la mano de los que los saqueaban.
Cuando Yahvé les suscitaba jueces, Yahvé estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus enemigos mientras vivía el juez, porque Yahvé se conmovía de los gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían.
Yahvé dejó en paz a estos pueblos, en vez de expulsarlos enseguida, y no los entregó en manos de Josué.
Los principales de Efraín en el valle.
Detrás de ti Benjamín entre tu gente.
De Maquir han bajado capitanes,
de Zabulón los que manejan cetro.
El número de los que lamieron el agua (llevándola con las manos a la boca) resultó ser de trescientos. Todo el resto del pueblo se había arrodillado para beber.
Luego el espíritu de Yahvé lo invadió, bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres, tomó sus despojos y entregó las mudas a los acertantes de la adivinanza; luego, encendido en cólera, subió a la casa de su padre.
y gritó: «¡Muera yo con los filisteos!» Apretó con todas sus fuerzas y el edificio se derrumbó sobre los tiranos y sobre toda la gente allí reunida. Los muertos que mató al morir fueron más que los que había matado en vida.
En aquel tiempo no había rey en Israel y hacía cada uno lo que le parecía bien.
Por aquel tiempo no había rey en Israel. Por entonces la tribu de Dan buscaba un territorio donde habitar, pues hasta aquel día no le había tocado heredad entre las tribus de Israel.
En aquel tiempo, cuando aún no había rey en Israel, hubo un hombre, levita, que residía como forastero en los confines de la montaña de Efraín. Tomó por concubina a una mujer de Belén de Judá.
Consultaron luego los israelitas a Yahvé, pues el arca de la alianza de Dios se encontraba allí,
y Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, estaba entonces a su servicio. Dijeron: «¿He de salir otra vez a combatir a los hijos de mi hermano Benjamín o debo dejarlo?» Yahvé respondió: «Suban, porque mañana lo entregaré en sus manos.»
Volvieron la espalda ante la gente de Israel camino del desierto, pero los combatientes los acosaban, y los que venían de la ciudad los destrozaban cogiéndolos en medio.
¿Qué haremos para proporcionar mujeres a los que quedan? Pues nosotros hemos jurado por Yahvé no darles nuestras hijas en matrimonio.»
Decían los ancianos de la comunidad: «¿Qué podemos hacer para proporcionar mujeres a los que quedan, pues las mujeres de Benjamín han sido exterminadas?»
Por aquel tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que le parecía bien.
He querido hacértelo saber y decirte: Adquiérela en presencia de los aquí sentados, en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si vas a rescatar, rescata; si no vas a rescatar, dímelo para que yo lo sepa, porque después de ti soy yo quien tiene derecho de rescate.» Él dijo: «Yo rescataré.»
Los hartos se contratan por pan,
los hambrientos dejan su trabajo.
La estéril da a luz siete veces,
la de muchos hijos se marchita.
Por eso —palabra de Yahvé, Dios de Israel— yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia, pero ahora —palabra de Yahvé— me guardaré bien de ello. Porque a los que me honran, yo los honro, pero los que me desprecian son despreciados.
Servía el niño Samuel a Yahvé a las órdenes de Elí; en aquel tiempo era rara la palabra de Yahvé, y no eran corrientes las visiones.
En cuanto entren en la ciudad, lo encontrarán antes de que suba al alto para la comida. El pueblo no comerá antes que él llegue, porque es él quien ha de bendecir el sacrificio; y a continuación comerán los invitados. Suban ahora y al momento lo encontrarán.»
Tomó Samuel a Saúl y a su criado y los hizo entrar en la sala, y les dio un asiento a la cabecera de los invitados, que eran unos treinta.
A la mañana siguiente dispuso Saúl a sus hombres en tres columnas, que irrumpieron en el campamento durante la guardia de la madrugada, y batieron a los amonitas hasta que apretó el sol. Y los demás huyeron no quedando dos juntos.
Hizo proezas de valor, batió a los amalecitas y libró a Israel del poder de los que lo saqueaban.
Se enteró Eliab, su hermano mayor, de su pregunta a los hombres y se encendió en cólera Eliab contra David, y le dijo: «¿Para qué has bajado, y a quién has dejado aquel pequeño rebaño en el desierto? Ya sé yo tu atrevimiento y la maldad de tu corazón. Has bajado para ver la batalla.»
Los servidores de Saúl dijeron estas palabras a oídos de David y David replicó: «¿Les parece sencillo ser yerno del rey? Yo soy un hombre pobre y ruin.»
Ahora, mi señor, por Yahvé y por tu vida, por Yahvé que te ha impedido derramar sangre y tomarte la justicia por tu propia mano, que sean como Nabal tus enemigos y los que buscan la ruina de mi señor.
Por aquellos días reunieron los filisteos sus tropas para ir a la guerra contra Israel; Aquis dijo a David: «Bien sabes que debes venir a la guerra conmigo, tú y tus hombres.»
Partió David con los seiscientos hombres que tenía y llegaron al torrente Besor.
Tomó David todo el ganado menor. Y llevaron el ganado mayor delante de aquel rebaño, diciendo: «Éste es el botín de David.»
a los de Betul,
a los de Ramot del Négueb,
a los de Yatir,
Cuando los hombres de Israel que estaban del lado frontero del valle y del otro lado del Jordán vieron que las tropas de Israel se daban a la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron; vinieron los filisteos y se establecieron en ellas.
Éstos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón,
Cada seis pasos que avanzaban los portadores del arca de Yahvé, sacrificaba un buey y un carnero cebado.
El rey preguntó a Sibá: «¿Para qué es esto?» Sibá contestó: «Los burros son para que la familia del rey pueda montar, los panes y frutas son para que los muchachos coman y el vino para que beba el que se fatigue en el desierto.»
El consejo que daba Ajitófel aquellos días era como si se hubiese pedido un oráculo a Dios. Así era tenido el consejo de Ajitófel, tanto por David como por Absalón.
Y sucederá que incluso los más valientes, cuyo corazón es como corazón de león, perderán el ánimo, porque todo Israel sabe que tu padre es esforzado y que son valerosos los que están con él.
porque amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman; hoy has demostrado que nada te importan tus jefes ni tus soldados; ahora comprendo que si Absalón viviera y todos nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría parecido bien.
Pues toda la familia de mi padre merecía la muerte de parte del rey mi señor, y tú, con todo, has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo a implorar todavía al rey?»
Soy pacífica y fiel en Israel. ¿Y tú estás buscando la destrucción de una ciudad, madre de ciudades en Israel? ¿Por qué quieres destruir una heredad de Yahvé?»
subió desde allí los huesos de Saúl y los huesos de su hijo Jonatán y los reunió con los huesos de los despeñados.
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.
Dios es íntegro en su proceder,
la palabra de Yahvé, acrisolada,
escudo de quienes se acogen a él.
pones en fuga a mis enemigos,
exterminas a los que me odian.
En cambio, a los hijos de Barcilay de Galaad los tratarás con magnanimidad. Los contarás entre los que comen a tu mesa, porque también ellos se portaron como parientes míos cuando yo huía de tu hermano Absalón.
Estos gobernadores proveían, un mes cada uno, al rey Salomón y a todos los acogidos por Salomón a mesa puesta, sin que les faltara cosa alguna.
perdona a tu pueblo lo que ha pecado contra ti, todas las rebeliones que cometieron; concédeles que encuentren la compasión de sus dominadores para que se apiaden de ellos,
Al oír estas palabras, Ajab rasgó sus vestiduras, se echó un saco sobre el cuerpo y ayunó. Se acostaba con el saco puesto y andaba pesadamente.
Él respondió: «No temas. Están más con nosotros que con ellos.»
Él respondió: «No los ataques. ¿Matas tú acaso a quienes has hecho prisioneros con tu espada y con tu arco? Ofréceles pan y agua para que coman y beban y vuelvan a su señor.»
Uno de los oficiales respondió: «Que tomen cinco caballos de los que quedan en ella y los enviaremos para reconocimiento, pues, al fin y al cabo, les va a pasar lo que a toda la muchedumbre de Israel que había quedado y ha perecido.»
Se adelantaron para hacer los sacrificios y holocaustos.
Pero Jehú había apostado afuera ochenta de sus hombres, con la orden: «Por cada uno que escape de los hombres que pongo en sus manos, pagará con su vida uno de ustedes.»
En aquellos días Yahvé comenzó a reducir el territorio de Israel. Jazael los hostigaba a lo largo de todas las fronteras de Israel,
Luego, les ordenó: «Esto han de hacer: un tercio de los que entran de servicio el sábado, mantendrán la guardia del palacio real.
Los centuriones cumplieron cuanto el sacerdote Joadá les ordenó. Cada uno tomó sus hombres, los que entraban y los que salían de servicio el sábado, y se presentaron ante el sacerdote Joadá.
En aquellos días, Yahvé comenzó a enviar contra Judá a Rasón, rey de Aram, y a Pécaj, hijo de Romelías.
Él fue quien retiró los santuarios, derribó las estelas y cortó los troncos sagrados. Hizo pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues hasta entonces los israelitas habían quemado incienso en su honor; la llamaban Nejustán.
Puso su confianza en Yahvé, Dios de Israel, y no hubo entre todos los reyes de Judá ninguno semejante a él, ni antes ni después de él.
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle: «Así habla Yahvé: Pon orden en tu casa, pues eres hombre muerto y no revivirás.»
Pero el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón, y el pueblo del país proclamó rey a su hijo Josías en su lugar.
Suprimió los sacerdotes paganos que los reyes de Judá habían designado para quemar incienso en los altozanos, en las poblaciones de Judá y alrededores de Jerusalén, y los que ofrecían incienso a Baal, al sol, a la luna, a las constelaciones y a todo el ejército de los cielos.
Éstos fueron los que atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando suele desbordarse por todas sus riberas, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles, a oriente y occidente.
gloríense en su santo Nombre,
se alegren los que buscan a Yahvé!
Con ellos estaban Hemán y Yedutún y los restantes escogidos y nominalmente designados para alabar a Yahvé: «Porque es eterno su amor.»
David y los jefes del ejército separaron para el servicio a los hijos de Asaf, Hemán y Yedutún, profetas, que cantaban con cítaras, salterios y címbalos. Éste es el número de personas que se encargaban de este servicio:
David no hizo el censo de los que tenían menos de veinte años, porque Yahvé había dicho que multiplicaría a Israel como las estrellas del cielo.
sobre los labradores del campo que cultivaban las tierras, Ezrí, hijo de Quelub;
Respondió Dios a Salomón: «Ya que piensas esto en tu corazón, y no has pedido riquezas ni bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría e inteligencia para saber juzgar a mi pueblo, del cual te he hecho rey,
Dio al rey ciento veinte talentos de oro, gran cantidad de aromas y piedras preciosas. Nunca hubo aromas como los que la reina de Sabá dio al rey Salomón.
Tras ellos vinieron a Jerusalén, para ofrecer sacrificios a Yahvé, el Dios de sus padres, aquellos de entre todas las tribus de Israel que tenían puesto su corazón en buscar a Yahvé, el Dios de Israel;
Edificó ciudades fuertes en Judá, porque el país estaba en paz, y no hubo guerra contra él por aquellos años; pues Yahvé le había dado tranquilidad.
Asimismo atacaron las majadas y capturaron gran cantidad de ovejas y camellos. Después se volvieron a Jerusalén.
En aquellos tiempos no habrá paz para los hombres, sino grandes terrores sobre todos los habitantes de los países.
Congregó a todo Judá y Benjamín, y a los de Efraín, Manasés y Simeón que habitaban entre ellos; pues se habían pasado a él muchos de los israelitas, al ver que Yahvé, su Dios, estaba con él.
Porque los ojos de Yahvé recorren toda la tierra, para fortalecer a los que tienen corazón entero para con él. Has procedido neciamente en esto, y por eso de aquí en adelante tendrás guerras.»
Éstos eran los que servían al rey, sin contar los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas por todo Judá.
le salió al encuentro Jehú, hijo de Jananí, el vidente, y le dijo al rey Josafat: «¿Con que tú ayudas al malo y amas a los que aborrecen a Yahvé? Por esto ha caído sobre ti la cólera de Yahvé.
Después, habiendo deliberado con el pueblo, señaló cantores que, vestidos de ornamentos sagrados y marchando al frente de los guerreros, cantaran en honor de Yahvé: «¡Alaben a Yahvé porque es eterna su misericordia!»
Los levitas y todo Judá hicieron cuanto les había mandado el sacerdote Joadá. Cada uno tomó sus hombres, los que entraban y los que salían de servicio el sábado, pues el sacerdote Joadá no exceptuó a ninguna de las secciones.
El rey y Joadá se lo daban a los encargados de las obras del servicio del templo de Yahvé, y éstos tomaban a sueldo canteros y carpinteros para restaurar el templo de Yahvé, y también a los que trabajaban en hierro y bronce, para reparar el templo de Yahvé.
Trabajaron, pues, los encargados de la obra, y con sus trabajos adelantaron las reparaciones del edificio; restituyeron el templo de Dios a su primer estado y lo consolidaron.
Los que conspiraron contra él fueron Zabad, hijo de Simat la amonita, y Jozabad, hijo de Simrit la moabita.
Amasías congregó a Judá y estableció por todo Judá y Benjamín, según las casas paternas, jefes de millar y jefes de cien; hizo el censo de ellos, desde los veinte años para arriba, y halló trescientos mil hombres escogidos, aptos para la guerra y el manejo de lanza y escudo.
Entonces algunos hombres de los jefes de Efraín: Azarías, hijo de Juan; Berequías, hijo de Mesilemot; Ezequías, hijo de Salún, y Amasá, hijo de Jadlay, se levantaron contra los que venían de la guerra,
dejando aparte a los hombres de treinta años para arriba, inscritos en las genealogías, a todos los que entraban en la Casa de Yahvé, según la tarea de cada día, para cumplir los servicios de su ministerio, conforme a sus clases.
¿Acaso no saben lo que yo y mis padres hemos hecho con todos los pueblos de los países? ¿Por ventura los dioses de las naciones de estos países han sido capaces de librar sus territorios de mi mano?
¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres dieron al anatema pudo librar a su pueblo de mi mano? ¿Es que el Dios de ustedes podrá librarlos de mi mano?
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; pero hizo oración a Yahvé, que lo escuchó y le otorgó una señal maravillosa.
Pero el pueblo del país mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón y el pueblo del país proclamó rey en su lugar a su hijo Josías.
Derribaron en su presencia los altares de los Baales, hizo arrancar los altares de aromas que había sobre ellos, y rompió los troncos sagrados, las imágenes y los ídolos fundidos reduciéndolos a polvo, que esparció sobre las sepulturas de los que les habían ofrecido sacrificios.
«Vayan a consultar a Yahvé por mí y por el resto de Israel y de Judá, a propósito de las palabras de este rollo que se ha encontrado, pues ha debido de encenderse la ira de Yahvé contra nosotros, pues nuestros padres no han guardado las palabras de Yahvé actuando conforme a todo lo escrito en este rollo.»
Jilquías y los enviados del rey fueron donde la profetisa Juldá, mujer de Salún, hijo de Tocat, hijo de Jasrá, encargado del vestuario. Vivía ella en Jerusalén, en el Barrio Nuevo. Y ellos le hablaron conforme a lo indicado.
Y a los que escaparon de la espada los llevó cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos de él y de sus hijos hasta el advenimiento del reino de los persas;
Éstas son las personas de la provincia que regresaron del cautiverio, las que había deportado a Babilonia Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y Judá, cada uno a su ciudad.
Y éstos son los que venían de Tel Mélaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, y que no pudieron probar si su familia y su estirpe eran de origen israelita:
Éstos investigaron en su registro genealógico, pero no figuraban, por lo cual se los excluyó del sacerdocio.
Hemos preguntado a estos ancianos y les hemos dicho: ‘¿Quién los ha autorizado a construir este templo y a rematar este santuario?’
«Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría de tu Dios, que posees, nombra jueces y magistrados que administren la justicia a todo el pueblo de Transeufratina, a todos los que conocen la Ley de tu Dios. A quienes la ignoran, habrán de enseñársela.
Éstos son, según su genealogía, los cabezas de familia que subieron conmigo de Babilonia en el reinado del rey Artajerjes:
de los hijos de Adonicán: los últimos, cuyos nombres son: Elifélet, Yeiel y Semaías, y con ellos sesenta varones;
los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce machos cabríos por el pecado: todo en holocausto a Yahvé.
Hagamos un pacto con nuestro Dios comprometiéndonos a despedir a todas las mujeres extranjeras y a los hijos nacidos de ellas, conforme al consejo de mi señor y de los temerosos de los mandamientos de nuestro Dios. Hágase según la Ley.
Y dije: «Ah, Yahvé, Dios del cielo, tú, el Dios grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos.
que construía la muralla. También los cargadores estaban armados: con una mano cuidaba cada uno de su trabajo, con la otra empuñaba el arma.
Había quienes decían: «Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas somos muchos y necesitamos grano con que comer y vivir.»
Había otros que decían: «Nosotros tenemos que empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir grano en esta penuria.»
Y otros decían: «Tenemos que pedir prestado dinero a cuenta de nuestros campos y de nuestras viñas para el impuesto del rey;
A mi mesa se sentaban los jefes y los consejeros en número de ciento cincuenta, sin contar los que venían a nosotros de las naciones vecinas.
En aquellos mismos días, los notables de Judá multiplicaron sus cartas a Tobías y recibían las de éste,
Me puso Dios en el corazón reunir a los notables, a los consejeros y al pueblo, para hacer el registro genealógico. Hallé el registro genealógico de los que habían venido al principio, y encontré escrito en él:
Éstas son las personas de la provincia que regresaron del cautiverio, aquellos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había deportado y que volvieron a Jerusalén y Judea, cada uno a su ciudad.
Y éstos eran los que venían de Tel Mélaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, y que no pudieron probar si su familia y su estirpe eran de origen israelita:
Éstos investigaron en su registro genealógico, pero no figuraban; por lo cual se los excluyó del sacerdocio.
Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos del pueblo estaban atentos al libro de la Ley.
Toda la asamblea, los que habían vuelto del cautiverio, construyó cabañas y habitó en ellas —cosa que los israelitas no habían hecho desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta aquel día— y hubo gran regocijo.
En el documento sellado figuraban: Nehemías, hijo de Jacalías, y Sedecías.
El segundo coro marchaba por la izquierda; yo iba detrás, con la mitad de los jefes del pueblo, por encima de la muralla, pasando por la Torre de los Hornos, hasta la muralla de la Plaza,
Luego los dos coros se colocaron en el templo de Dios. —Tenía yo a mi lado a la mitad de los consejeros
Así que, en oyendo la Ley, se excluyó de Israel a todo extranjero.
Por aquellos días, vi que había en Judá quienes pisaban los lagares en día de sábado; otros acarreaban los haces de trigo y los cargaban sobre los burros, y también vino, uva, higos y toda clase de cargas, para traerlo a Jerusalén en día de sábado: les advertí que no vendieran sus mercancías.
Vi también en aquellos días que algunos judíos se habían casado con mujeres asdodeas, amonitas o moabitas.
Entregaba el tercer diezmo a los huérfanos, a las viudas y a los prosélitos que vivían con los israelitas; se lo llevaba y entregaba cada tres años, celebrando una comida con ellos conforme a lo que se prescribe en la Ley de Moisés y conforme a los preceptos que me dio Débora, madre de nuestro padre Ananiel, pues mi padre había muerto dejándome huérfano.
Y ahora, Señor,
acuérdate de mí y mírame.
No me condenes por mis pecados,
mis inadvertencias y las de mis padres.
Hemos pecado en tu presencia,
Pero cierto es, Señor,
que todas tus sentencias
a la verdad responden
cuando me tratas según mis pecados
y los de mis padres;
porque no hemos cumplido tus mandatos,
y no hemos caminado en la verdad
delante de ti.
así que tengo miedo, pues a ella no le hace ningún daño, porque la ama; pero al que intenta acercarse a ella, lo mata; yo soy hijo único y, si muero, haré bajar en tristeza al sepulcro, por mi causa, la vida de mi padre y de mi madre. Ellos no tienen otro hijo que les dé sepultura.»
Mató luego un carnero del rebaño y los acogió con toda cordialidad.
Después de lavarse y bañarse, se pusieron a comer. Tobías dijo entonces a Rafael: «Hermano Azarías, di a Ragüel que me dé por mujer a mi hermana Sarra.»
Tobit salió al encuentro de su nuera hasta las puertas de Nínive, bendiciendo a Dios, lleno de gozo. Cuando los de Nínive lo vieron caminar, avanzando con su antigua firmeza, sin necesidad de lazarillo, se maravillaron. Tobit proclamó delante de ellos que Dios se había compadecido de él y le había abierto los ojos.
La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida.
Los pecadores e inicuos son enemigos de su propia vida.
Confiesa al Señor cumplidamente
y alaba al Rey de los siglos
para que de nuevo levante
en ti, con regocijo, su Tienda,
y llene en ti de gozo a todos los cautivos
y muestre en ti su amor a todo miserable
por todos los siglos de los siglos.
¡Dichosos los que te amen!
¡Dichosos los que se alegren en tu paz!
¡Dichosos cuantos hombres
tuvieron tristeza en todos tus castigos,
pues se alegrarán en ti
y verán por siempre toda tu alegría!
Por aquellos días, el rey Nabucodonosor hizo la guerra contra el rey Arfaxad, en la gran llanura que está en el territorio de Ragau.
Se le unieron todos los habitantes de las montañas, todos los habitantes del Éufrates, del Tigris y del Hidaspes, y los de la llanura de Arioj, rey de Elam. Se congregaron, pues, numerosos pueblos para combatir a los hijos de Jeleúd.
Envió, además, Nabucodonosor, rey de Asiria, mensajeros a todos los habitantes de Persia y a todos los habitantes de Occidente: a los de Cilicia, Damasco, el Líbano y el Antilíbano, y a todos los que viven en el litoral,
a todos los pueblos del Carmelo y Galaad, de la Galilea superior y de la gran llanura de Esdrelón,
Su presencia llenó de temor y espanto a todos los habitantes del litoral. Los de Sidón y Tiro, los habitantes de Sur y Oquina, los de Yamnia, Asdod y Ascalón temblaron ante él.
que en aquel tiempo eran Ozías, hijo de Miqueas, de la tribu de Simeón, Jabrís, hijo de Gotoniel, y Jarmís, hijo de Melquiel.
«Señor, Dios del cielo, mira su soberbia, compadécete de la humillación de nuestra raza y mira con piedad el rostro de los que te están consagrados.»
La muerte de nuestros hermanos, la deportación de esta tierra y la devastación de nuestra heredad caerá sobre nuestras cabezas, en medio de las naciones en que estemos como esclavos, y seremos para nuestros amos escarnio y burla,
Como los puso a ellos en el crisol para sondear sus corazones, así el Señor nos hiere a nosotros, los que nos acercamos a él, no para castigarnos, sino para amonestarnos.»
Tú que hiciste las cosas pasadas,
las de ahora y las venideras,
que has pensado el presente y el futuro;
y sólo sucede lo que tú dispones,
No está en el número tu fuerza,
ni tu poder en los valientes,
sino que eres el Dios de los humildes,
el defensor de los pequeños,
apoyo de los débiles,
refugio de los desvalidos,
salvador de los desesperados.
Holofernes le dijo: «Bien ha hecho Dios en enviarte por delante de tu pueblo, para que esté en nuestras manos el poder, y la ruina en manos de los que han despreciado a mi señor.
Cuando lo reanimaron, se echó a los pies de Judit, se postró ante ella y dijo:
«¡Bendita seas en las tiendas de Judá
y en todas las naciones,
que, cuando oigan tu nombre,
se sentirán turbadas!»
También los que estaban acampados en la altura, sitiando a Betulia, se dieron a la fuga. Entonces, todos los hombres de guerra de Israel cayeron sobre ellos.
Cuando los israelitas lo supieron, todos, como un solo hombre, se lanzaron sobre los asirios y los batieron hasta Jobá. También acudieron los de Jerusalén y los de la montaña, porque también a ellos se les dio noticia de lo sucedido en el campo enemigo; de igual modo, los de Galaad y Galilea, atacándolos de flanco, les hicieron enorme estrago hasta que pudieron refugiarse en Damasco y su región.
Ellas y sus acompañantes se coronaron con ramas de olivo; después, dirigiendo el corro de las mujeres, se puso danzando a la cabeza de todo el pueblo. La seguían los hombres de Israel, armados con sus armas, llevando coronas y cantando himnos.
Pues los montes, desde sus cimientos,
serán sacudidos con las aguas;
las rocas en tu presencia
se fundirán como cera;
pero con aquellos que te temen,
te muestras tú siempre propicio.
La casa de Israel la lloró durante siete días. Antes de morir, distribuyó su hacienda entre los parientes de su marido Manasés y entre sus propios parientes.
La luz y el sol surgieron y los humildes se alzaron y devoraron a los soberbios.
en aquellos días, estando el rey sentado en el trono real, en la ciudadela de Susa,
Por aquellos mismos días, estaba adscrito Mardoqueo a la Puerta Real; Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, guardianes del umbral, estaban irritados y andaban buscando poner la mano sobre el rey Asuero.
Amán dijo al rey Asuero: «Hay un pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, con sus leyes, distintas de las de todas las naciones, y que no cumplen las leyes reales. No conviene al rey dejarlos en paz.
Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para exterminarlos, yo haré que se entreguen diez mil talentos de plata a los intendentes, para que los ingresen en la cámara del tesoro.»
nos denunció que se hallaba diseminado, entre todas las tribus del universo, un pueblo hostil, opuesto por sus leyes a todas las naciones, que rechaza constantemente las órdenes reales, de modo que no hay seguridad en el programa de gobierno que nosotros, con indiscutible acierto, venimos ejecutando.
hemos decidido que todos los que les han sido señalados a ustedes en cartas de Amán, encargado de nuestros negocios y nuestro segundo padre, sean exterminados de raíz, con sus mujeres y sus niños, por la espada de sus enemigos, sin ninguna compasión ni miramiento, el día catorce del mes doce de Adar del presente año,
de modo que los malévolos de ayer y hoy desciendan en un solo día al Abismo por la violencia y nos permitan gozar, en los días futuros, de perpetua paz y seguridad.»
Escucha mi oración,
muéstrate propicio a tu heredad;
convierte nuestro duelo en alegría,
para que, viviendo,
cantemos himnos a tu Nombre, Señor.
No tapes la boca de los que te alaban.»
Mas no se han contentado
con nuestra amarga esclavitud,
sino que han puesto sus manos
en las manos de sus ídolos
para borrar el decreto de tu boca
y destruir tu heredad;
para cerrar las bocas que te alaban
y apagar la gloria
de tu Casa y de tu altar;
Pon en mis labios palabras armonio sas
cuando esté en presencia del león;
vuelve el odio de su corazón
contra el que nos combate
para ruina suya y de los que
piensan como él.
He aquí el texto de la carta:
«El gran rey Asuero, a los sátrapas de las ciento veintisiete provincias comprendidas entre la India y Etiopía, y a todos nuestros fieles súbditos, salud:
y no sólo hacen desaparecer la gratitud de entre los hombres, sino que, envanecidos con la jactancia de los que obran el mal, se imaginan que podrán escapar a la justicia de Dios, que odia toda maldad y a la que nada se oculta.
Sucede con frecuencia, a muchos de los que detentan la autoridad, que, por haberse dejado influenciar por sus amigos y haber puesto en sus manos la administración de los negocios, se han hecho cómplices de sangre inocente y se han visto arrastrados a desgracias irremediables,
Y no es necesario, para comprobar todo esto, acudir a las antiguas historias que acabamos de mencionar, sino que basta con observar lo que en nuestra misma presencia lleva a cabo la pestilente ralea de los que indignamente detentan el poder.
Pongan una copia de esta carta en todo lugar público y dejen que los judíos se rijan libremente por sus leyes; préstenles ayuda para que puedan rechazar a cuantos los ataquen el día designado para su destrucción, es decir, el día trece del mes doce, el mes de Adar,
Cuanto a ustedes, judíos, celebrarán con toda suerte de regocijos este día insigne, como una de sus solemnidades, para que ahora y en el futuro sea salvación para ustedes y para los persas de buena voluntad; y a los que se conjuran contra ustedes les sirva de recuerdo de su ruina.
Los judíos pasaron a filo de espada a todos sus enemigos; fue un degüello, un exterminio: hicieron lo que quisieron con sus adversarios.
Aquel mismo día llevaron al rey la cifra de los que habían sido muertos en las ciudadela de Susa.
Los judíos de las restantes provincias del rey se reunieron para defender, contra sus enemigos, sus vidas y su seguridad; mataron de entre sus adversarios a setenta y cinco mil, pero no saquearon sus bienes.
Los pueblos son los que se reunieron para destruir el nombre judío.
En aquellos días surgieron de Israel unos hijos rebeldes que sedujeron a muchos diciendo: «Vamos, concertemos alianza con los pueblos que nos rodean, porque desde que nos separamos de ellos, nos han sobrevenido muchos males.»
Actuaban violentamente contra los israelitas que sorprendían un mes y otro en las ciudades;
con sus criaturas colgadas al cuello. La misma suerte corrían sus familiares y los que habían efectuado la circuncisión.
Por aquel tiempo, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote del linaje de Joarib, dejó Jerusalén y fue a establecerse en Modín.
Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Entonces tú y tus hijos serán contados entre los amigos del rey, y se verán honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»
Persiguió a los impíos hasta sus rincones,
dio a las llamas a los perturbadores de su pueblo.
Su nombre llegó a los confines de la tierra
y reunió a los que estaban perdidos.
Hallándose, pues, en tan grave aprieto, resolvió ir a Persia a recoger los tributos de aquellas provincias y reunir mucho dinero.
Desenrollaron el libro de la Ley para buscar en él lo que los paganos consultan a las imágenes de sus ídolos.
A los que estaban construyendo casas, a los que acababan de casarse o de plantar viñas y a los cobardes, les mandó, conforme a la Ley, que se volvieran a sus casas.
Los rezagados cayeron todos a filo de espada. Los persiguieron hasta Gázara y hasta las llanuras de Idumea, Asdod y Yamnia. Cayeron de ellos unos tres mil hombres.
Los extranjeros que habían podido escapar se fueron donde Lisias y le comunicaron todo lo que había pasado.
Hazlos sucumbir bajo la espada de los que te aman, y entonen himnos en tu alabanza todos los que conocen tu nombre.»
Al ver Lisias la derrota sufrida por su ejército y la intrepidez de los soldados de Judas, y cómo estaban resueltos a vivir o morir valerosamente, partió para Antioquía, donde reclutó mercenarios con ánimo de presentarse de nuevo en Judea con fuerzas más numerosas.
Judas dio orden a sus hombres de combatir a los de la Ciudadela hasta terminar la purificación del Lugar Santo.
Pero no eran ellos de aquella casta de hombres a quienes estaba confiada la salvación de Israel.
Al oírlo el rey, montó en cólera y convocó a todos sus amigos, capitanes del ejército y comandantes de la caballería.
Pero no había víveres en los almacenes, porque aquel era año séptimo, y además los israelitas liberados de los paganos y traídos a Judea habían consumido las últimas reservas.
Viendo Judas todo el daño que Alcimo y los suyos hacían a los hijos de Israel, mayor que el que habían causado los paganos,
salió a recorrer todo el territorio de Judea para tomar venganza de los desertores y no dejarles andar por la región.
Al ver Alcimo que Judas y los suyos cobraban fuerza y que él no podía resistirles, se volvió donde el rey y los acusó de graves delitos.
La fama de los romanos llegó a oídos de Judas. Decían que eran poderosos, se mostraban benévolos con todos los que se les unían, establecían amistad con cuantos acudían a ellos
lo apresaron vivo y le obligaron, a él y a sus sucesores en el trono, a pagarles un fuerte tributo, a entregar rehenes y a ceder
En cambio, a sus amigos y a los que en ellos buscaron apoyo, les mantuvieron su amistad. Tienen bajo su dominio a los reyes vecinos y a los lejanos, y todos cuantos oyen su nombre los temen.
Aquellos a quienes quieren ayudar a conseguir el trono, reinan; y deponen a los que ellos quieren. Han alcanzado gran altura.
Aunque desfallecido, dijo a los que le habían quedado: «Levantémonos y subamos contra nuestros adversarios por si podemos hacerles frente.»
Pero el ala izquierda, al ver derrotada el ala derecha, se volvió sobre los pasos de Judas y los suyos, por detrás.
Hubo entonces un hambre extrema y el país se pasó a ellos.
«Desde la muerte de tu hermano Judas no tenemos un hombre semejante a él que salga y vaya contra los enemigos, contra Báquides y contra los que odian a nuestra nación.
Jonatán dijo a su gente: «Levantémonos y luchemos por nuestras vidas, que hoy no es como ayer y anteayer.
Ordenó a los encargados de las obras levantar las murallas y rodear el monte Sión con piedras de sillería para fortificarlo, y así lo hicieron.
Pero Jonatán prendió fuego a Asdod y a las ciudades que la rodeaban, se hizo con el botín y abrasó el templo de Dagón y a los que en él se habían refugiado.
Los muertos por la espada y los abrasados por el fuego fueron unos ocho mil hombres.
Luego Jonatán regresó a Jerusalén con los suyos, cargados de rico botín.
Cuando llegó cerca de Asdod le mostraron el templo de Dagón incendiado, la ciudad y sus aldeas destruidas, los cadáveres por el suelo y los restos calcinados de los abrasados en la guerra, pues habían hecho montones de ellos por el recorrido del rey.
Por aquellos días juntó Jonatán a los de Judea para atacar la Ciudadela de Jerusalén y levantó contra ella muchos ingenios de guerra.
Les confirmamos la posesión del territorio de Judea y de los tres distritos de Aferema, Lida y Ramatáin que han sido desprendidos de Galilea y agregados a Judea con todas sus dependencias en favor de los que sacrifican en Jerusalén, a cambio de los derechos reales que el rey percibía de ellos antes cada año por los productos de la tierra y el fruto de los árboles.
Por aquellos días puso cerco Simón a Gázara y la rodeó con sus tropas. Construyó una torre móvil que acercó a la ciudad y, abriendo brecha en un baluarte, lo tomó.
No quedó en el país quien los combatiera
y fueron derrotados los reyes en aquellos días.
Fortificó Jope, situada junto al mar, y Gázara, en los límites de Asdod, donde habitaban anteriormente los enemigos, y estableció en ella una población judía a la que proveyó de todo lo necesario para su sustento.
y quiero desembarcar en el país para encontrarme con los que lo han arruinado y han devastado muchas ciudades de mi reino,
Nos ha parecido bien, en consecuencia, escribir a los reyes y países que no intenten causarles mal alguno, ni los ataquen a ellos ni a sus ciudades ni a su país, y que no presten su apoyo a los que los ataquen.
A los hermanos judíos que viven en Egipto los saludan sus hermanos judíos que están en Jerusalén y en la región de Judea, deseándoles una paz dichosa.
Ya el año ciento sesenta y nueve, en el reinado de Demetrio, nosotros, los judíos, les escribimos así: «En lo más grave de la tribulación que ha caído sobre nosotros en estos años, desde que Jasón y sus partidarios traicionaron la tierra santa y el reino,
Los que están en Jerusalén y en Judea, los ancianos y Judas saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, preceptor del rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes ungidos, y a los judíos que están en Egipto.
ya que Él ha arrojado fuera a los que combatían contra la ciudad santa.
En todo sea bendito nuestro Dios, que ha entregado los impíos (a la muerte).
Reúne a los nuestros dispersos, da libertad a los que están esclavizados entre las naciones, vuelve tus ojos a los despreciados y abominados, y conozcan los paganos que tú eres nuestro Dios.
Aflige a los que tiranizan y ultrajan con arrogancia.
El rey recogía grandes sumas y las repartía a quienes quería hacer favores.
Se encuentra en los documentos que el profeta Jeremías mandó a los deportados que tomaran fuego como ya se ha indicado;
y cómo el profeta, después de darles la Ley, ordenó a los deportados que no se olvidaran de los preceptos del Señor ni se desviaran en sus pensamientos al ver ídolos de oro y plata y las galas que los envolvían.
Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo.
y las manifestaciones celestiales en favor de los que combatieron viril y gloriosamente por el Judaísmo, de suerte que, aun siendo pocos, saquearon toda la región, ahuyentaron las hordas bárbaras,
Porque al considerar la marea de números y la dificultad existente, por la amplitud de la materia, para los que quieren sumergirse en los relatos de la historia,
nos hemos preocupado por ofrecer algún atractivo a los que desean leer, facilidad a los que gustan retenerlo de memoria, y utilidad a cualquiera que lo lea.
que de ningún modo se podía perjudicar a los que tenían puesta su confianza en la santidad del Lugar y en la majestad inviolable de aquel templo venerado en todo el mundo.
los sacerdotes, postrados ante el altar con sus vestiduras sacerdotales, suplicaban al Cielo, el que había dado la ley sobre los bienes en depósito, que los guardara intactos para quienes los habían depositado.
Aquel hombre estaba embargado de miedo y temblor en su cuerpo, con lo que mostraba a los que lo contemplaban el dolor que había en su corazón.
Mientras ellos invocaban al Señor Todopoderoso para que guardara intactos, en completa seguridad, los bienes en depósito para quienes los habían confiado,
Pues el mismo que tiene en los cielos su morada, vela y protege aquel Lugar; y a los que se acercan con malas intenciones los hiere de muerte.»
Por esto mismo, una difícil situación los puso en aprieto, y tuvieron como enemigos y verdugos a los mismos cuya conducta emulaban y a quienes querían parecerse en todo.
el impuro Jasón envió embajadores, como Antioquenos de Jerusalén, que llevaban consigo trescientas dracmas de plata para el sacrificio de Hércules. Pero los portadores prefirieron, dado que no convenía, no emplearlas en el sacrificio, sino en otros gastos.
de modo que absolvió de las acusaciones a Menelao, el causante de todos los males, y, en cambio, condenó a muerte a aquellos infelices, que hubieran sido absueltos aun cuando hubieran declarado ante un tribunal de escitas.
Así que, sin dilación, sufrieron aquella injusta pena los que habían defendido la causa de la ciudad, del pueblo y de los vasos sagrados.
Menelao, por su parte, por la avaricia de aquellos gobernantes, permaneció en el poder, creciendo en maldad, constituido en el principal adversario de sus conciudadanos.
y ordenó a los soldados que hirieran sin compasión a los que encontraran y que mataran a los que subieran a los terrados de las casas.
Antíoco estaba engreído en su pensamiento, sin considerar que el Soberano estaba irritado por poco tiempo a causa de los pecados de los habitantes de la ciudad y por eso desviaba su mirada del Lugar.
y a todos los que salían a ver aquel espectáculo, los hizo matar e, invadiendo la ciudad con los soldados armados, hizo caer una considerable multitud.
con orden de degollar a los que no adoptaran el cambio a las costumbres griegas. Podíase ya entrever la calamidad inminente.
Ruego a los lectores de este libro que no se desconcierten por estas desgracias; piensen antes bien que estos castigos buscan no la destrucción, sino la educación de nuestra raza;
Los que estaban encargados del banquete sacrificial contrario a la Ley, tomándolo aparte en razón del conocimiento que de antiguo tenían con este hombre, lo invitaban a traer carne preparada por él mismo, y que le fuera lícita; a simular como si comiera la mandada por el rey, tomada del sacrificio,
Los que lo conducían cambiaron su suavidad de poco antes en dureza, después de oír las referidas palabras que ellos consideraban una locura;
Hasta el punto de que el rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del ánimo de aquel muchacho, que en nada temía los dolores.
Judas, llamado también Macabeo, y sus compañeros entraban sigilosamente en los pueblos, llamaban a sus hermanos de raza y, acogiendo a los que permanecían fieles al Judaísmo, llegaron a reunir seis mil hombres.
los cobardes y desconfiados de la justicia divina comenzaron a escaparse y alejarse del lugar;
los demás vendían todo lo que les quedaba y pedían al mismo tiempo al Señor que librara a los que el impío Nicanor tenía vendidos aun antes de haberse enfrentado.
«Ellos, les dijo, confían en sus armas y en su audacia; pero nosotros tenemos nuestra confianza puesta en Dios Todopoderoso, que puede abatir con un gesto a los que vienen contra nosotros y al mundo entero.»
Se apoderaron del dinero de los que habían venido a comprarlos. Después de haberlos perseguido bastante tiempo, se volvieron, obligados por la hora,
Al acabar el sábado, dieron una parte del botín a los que habían sufrido la persecución, así como a las viudas y huérfanos; ellos y sus hijos se repartieron el resto.
En su combate con las tropas de Timoteo y Báquides, mataron a éstos más de veinte mil hombres, se adueñaron por completo de altas fortalezas y dividieron el inmenso botín en partes iguales, una para ellos y otra para los que habían sufrido la persecución, los huérfanos y las viudas, así como para los ancianos.
Mientras celebraban la victoria en su patria, quemaron a los que habían incendiado los portones sagrados, así como a Calístenes, que estaban refugiados en una misma casita, y que recibieron así la merecida paga de su impiedad.
Arrebatado de furor, pensaba vengar en los judíos la afrenta de los que lo habían puesto en fuga, y por eso ordenó al conductor que hiciera avanzar el carro sin parar hasta el término del viaje. Pero ya el juicio del Cielo se cernía sobre él, pues había hablado así con orgullo: «En cuanto llegue a Jerusalén, haré de la ciudad una fosa común de judíos.»
Al mismo tiempo, los idumeos, dueños de fortalezas estratégicas, causaban molestias a los judíos y, acogiendo a los fugitivos de Jerusalén, procuraban fomentar la guerra.
después de atacarlos con ímpetu, se apoderaron de las posiciones e hicieron retroceder a todos los que combatían sobre la muralla; daban muerte a cuantos caían en sus manos. Mataron por lo menos a veinte mil.
Pero los hombres de Simón, ávidos de dinero, se dejaron sobornar por algunos de los que estaban en las torres; por setenta mil dracmas dejaron que algunos se escaparan.
A los que vuelvan antes del treinta del mes de Xántico se les ofrece la mano y libertad
y después de invocar a Dios, el justo juez, se puso en camino contra los asesinos de sus hermanos, incendió por la noche el puerto, quemó las embarcaciones y pasó a cuchillo a los que se habían refugiado allí.
Los sitiados, confiados en la solidez de las murallas y en la provisión de víveres, trataban groseramente con insultos a los hombres de Judas, profiriendo además blasfemias y palabras sacrílegas.
Dositeo y Sosípatro, capitanes de Macabeo, mataron en una incursión a los hombres que Timoteo había dejado en la fortaleza, más de diez mil.
Después de haber invocado al Señor que aplasta con energía las fuerzas de los enemigos, los judíos se apoderaron de la ciudad y abatieron por tierra a unos veinticinco mil de los que estaban dentro.
y pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado el pecado cometido. El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el pecado de los que habían sucumbido.
Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos;
mas, si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado.
Marchaba, pues, el rey embargado de bárbaros sentimientos, dispuesto a mostrar a los judíos peores cosas que las sucedidas en tiempo de su padre.
Judas, al saberlo, mandó a la tropa que invocara al Señor día y noche, para que también en esta ocasión, como en otras, viniera en ayuda de los que estaban a punto de ser privados de la Ley, de la patria y del templo santo,
Respondió: «Los judíos llamados asideos, encabezados por Judas Macabeo, fomentan guerras y rebeliones, para no dejar que el reino viva en paz.
en primer lugar con verdadera preocupación por los intereses del rey, y en segundo lugar, con la mirada puesta en mis propios compatriotas, pues por la locura de los hombres que he mencionado, toda nuestra raza padece no pocos males.
Igualmente para los que habían quedado en la ciudad no era menor la ansiedad, preocupados como estaban por el ataque en campo raso.
Entonces Macabeo, al observar la presencia de las tropas, la variedad de las armas preparadas y el fiero aspecto de los elefantes, extendió las manos al cielo e invocó al Señor que hace prodigios, pues bien sabía que, no por medio de las armas, sino según su decisión, concede él la victoria a los que la merecen.
Llegado allí, convocó a sus compatriotas, puso a los sacerdotes ante el altar y mandó buscar a los de la Ciudadela.
Como el beber vino solo o sola agua es dañoso, y en cambio, el vino mezclado con agua es agradable y de un gusto delicioso, igualmente la disposición grata del relato encanta los oídos de los que dan en leer la obra. Y aquí pongamos fin.
acabas con los mentirosos;
al asesino y al hipócrita
los aborrece Yahvé.
Se alegrarán los que se acogen a ti,
gritarán alborozados por siempre;
tú los protegerás, en ti disfrutarán
los que aman tu nombre.
Confíen en ti los que conocen tu nombre,
pues no abandonas a los que te buscan, Yahvé.
Piedad de mí, Yahvé, mira mi aflicción,
tú que me recobras de las puertas de la muerte,
los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
que mira con desprecio al réprobo
y honra a los que temen a Yahvé;
que jura en su perjuicio y no retracta;
Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
Pero no les haré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
Haz gala de tu amor,
tú salvas de los prepotentes
al que se acoge a tu diestra.
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.
Dios es íntegro en su proceder,
la palabra de Yahvé acrisolada,
escudo de quienes se acogen a él.
pones en fuga a mis enemigos,
exterminas a los que me odian.
Que tu mano alcance a tus enemigos,
que tu diestra alcance a los que te odian.
Tú inspiras mi alabanza en plena asamblea,
cumpliré mis votos ante sus fieles.
Los pobres comerán, hartos quedarán,
los que buscan a Yahvé lo alabarán:
«¡Viva por siempre su corazón!».
Salmo. De David.
De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y cuantos lo habitan,
Ésta es la generación que lo busca,
la que acude a tu presencia, Dios de Jacob.Pausa.
Amor y verdad son las sendas de Yahvé
para quien guarda su alianza y sus preceptos.
Yahvé se confía a sus adeptos,
los va instruyendo con su alianza.
De David.
A ti alzo mi voz, Yahvé,
roca mía, no enmudezcas;
pues si te callas seré igual
que los que bajan a la fosa.
No me arrastres con los malvados,
tampoco con los malhechores,
que hablan de paz a su vecino
y el mal se oculta en su corazón.
Tú, Yahvé, sacaste mi vida del Seol,
me reanimaste cuando bajaba a la fosa.
Detestas a los que veneran ídolos,
pero yo confío en Yahvé.
De todos mis opresores
me he convertido en la burla;
asco doy a mis vecinos,
espanto a mis familiares.
Los que me ven por la calle
se apartan lejos de mí;
¡Qué grande es tu bondad, Yahvé!
La reservas para tus adeptos,
se la das a los que a ti se acogen
a la vista de todos los hombres.
Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
sobre los que esperan en su amor,
El ángel de Yahvé pone su tienda
en torno a sus adeptos y los libra.
Respeten a Yahvé, santos suyos,
que a quienes le temen nada les falta.
Los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan a Yahvé de ningún bien carecen.
Da muerte al malvado la maldad,
los que odian al justo lo pagarán.
Rescata Yahvé la vida de sus siervos,
nada habrán de pagar los que a él se acogen.
De David.
Ataca, Yahvé, a los que me atacan,
combate a los que me combaten;
Que no celebren mi ruina
mis pérfidos enemigos,
ni anden guiñando los ojos
los que me odian sin motivo.
Pues no hablan en son de paz:
contra la gente pacífica
se inventan puras patrañas;
Que se alegren y griten de júbilo
los que en mi victoria se complacen,
y digan siempre sin cesar:
«Yahvé sea ensalzado,
que en la paz de su siervo se complace».
No dejes de amar a los que te conocen,
de ser fiel con los hombres sinceros.
pues los malvados serán extirpados,
mas los que esperan en Yahvé heredarán la tierra.
Desenvainan la espada los malvados,
tensan su arco contra el mísero y el pobre,
para matar a los hombres honrados;
los que él bendice poseerán la tierra,
los que maldice serán exterminados.
los que persiguen mi vida tienden lazos,
los que traman mi mal hablan de ruina,
urdiendo falsedades todo el día.
Aumentan mis enemigos sin razón,
muchos son los que me odian sin motivo,
los que mal por bien me devuelven
y me acusan cuando busco el bien.
Dichoso será el hombre
que pone en Yahvé su confianza,
y no se va con los rebeldes
que andan tras los ídolos.
¡En ti gocen y se alegren
todos los que te buscan!
¡Digan sin cesar: «Grande es Yahvé»
los que ansían tu victoria!
tú nos salvabas de nuestros adversarios,
cubrías de vergüenza a nuestros enemigos;
Nos haces la irrisión de los vecinos,
burla y escarnio de los circundantes;
Así andan ellos, seguros de sí mismos,
y llegan al final, contentos de su suerte.Pausa.
Nunca aprenderán los malhechores
que comen a mi pueblo como pan
y no invocan a Dios?
Mande desde el cielo a salvarme,
confunda al que me acosa,
envíe Dios su amor y su verdad.Pausa.
¡Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los sanguinarios!
tú, Yahvé, Dios Sebaot, Dios de Israel,
álzate a castigar a los paganos,
no te apiades de esos pérfidos traidores.Pausa.
A tus adeptos les diste una señal
para que pudieran escapar del arco.Pausa.
Pues tú, oh Dios, escuchas mis votos:
me otorgas la heredad de tus adeptos.
Mas los que tratan de acabar conmigo,
¡caigan en las honduras de la tierra!
Los que habitan los confines lejanos
se estremecen al ver tus signos;
a las puertas del alba y del ocaso
las haces gritar de júbilo.
Dios se levanta, se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian.
El Señor ha dado una orden,
es su mensajero un ejército inmenso.
Llama al orden a la bestia del cañaveral,
a la manada de toros y novillos de los pueblos.
¡Que se sometan con lingotes de plata!
¡Dispersa a los pueblos belicosos!
Son más que los pelos de mi cabeza
los que me odian sin motivo;
son poderosos los que me destruyen,
los que me hostigan sin razón.
(¿Tengo que devolver lo que no he robado?)
¡Que por mí no queden defraudados
los que esperan en ti, Yahvé Sebaot!
¡Que por mí no queden confundidos
los que te buscan, Dios de Israel!
pues el celo por tu Casa me devora,
y si te insultan sufro el insulto.
los que están a la puerta murmuran,
los borrachos me sacan coplas.
la heredará la estirpe de sus siervos,
en ella vivirán los que aman su nombre.
¡En ti gocen y se alegren
todos los que te buscan!
¡Digan sin cesar: «Grande es Dios»
los que ansían tu victoria!
pues mis enemigos hablan mal de mí,
los que me espían se ponen de acuerdo:
Salmo. De Asaf.
¡Qué bueno es Dios para Israel,
el Señor para los limpios de corazón!
Los que se alejan de ti se pierden,
aniquilas a los que te son adúlteros.
Hemos sido irrisión de los vecinos,
burla y escarnio de los de alrededor.
¡Llegue a ti el suspiro del cautivo,
y en virtud de tu inmenso poder
salva a los condenados a muerte!
Los que odian a Yahvé lo adularían
y su suerte quedaría fijada;
Mira a tus enemigos alborotados,
los que te odian levantan la cabeza.
Dichosos los que moran en tu casa
y pueden alabarte siempre;Pausa.
Porque Yahvé es almena y escudo,
él otorga gracia y gloria;
Yahvé no niega la felicidad
al que camina con rectitud.
Escucharé lo que habla Dios.
Sí, Yahvé habla de futuro
para su pueblo y sus amigos,
que no recaerán en la torpeza.
Su salvación se acerca a sus adeptos,
y la Gloria morará en nuestra tierra.
Concédeme una señal propicia:
que mis adversarios vean, confundidos,
que tú, Yahvé, me ayudas y consuelas.
«Yo cuento a Rahab y Babel
entre los que me conocen.
Filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
contado entre los que bajan a la fosa,
soy como un hombre acabado:
relegado entre los muertos,
como un cadáver en la tumba,
del que nadie se acuerda ya,
que está arrancado de tu mano.
yo aplastaré a sus adversarios,
heriré a los que lo odian.
Yahvé ama al que odia el mal,
preserva la vida de sus fieles,
los libra de la mano del malvado.
Brame el mar y cuanto encierra,
el mundo y cuantos lo habitan,
Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,
Samuel entre los que invocaban su nombre,
invocaban a Yahvé y él les respondía.
no pondré ante mis ojos
cosa villana.
Detesto la conducta criminal,
no se me pegará;
todo el día me insultan mis enemigos,
los que me alaban maldicen por mi nombre.
para escuchar el suspiro del cautivo,
para librar a los que aguardan la muerte.
Como se alzan sobre la tierra los cielos,
igual de grande es su amor con sus adeptos;
Como un padre se encariña con sus hijos,
así de tierno es Yahvé con sus adeptos;
Pero el amor de Yahvé es eterno
con todos que le son adeptos;
de hijos a hijos pasa su justicia,
para quienes saben guardar su alianza,
y se acuerdan de cumplir sus mandatos.
gloríense en su santo nombre,
se alegren los que buscan a Yahvé!
Los entregó en manos de los paganos,
fueron dominados por los adversarios;
hizo que de ellos se apiadaran
aquellos que cautivos los tenían.
Ésta es la obra de los que me acusan,
de los que hablan maliciosos contra mí.
porque se pone a la diestra del pobre
para arrancar su vida de los jueces.
Dio de comer a quienes lo honran,
se acuerda por siempre de su alianza.
Principio del saber es temer al Señor;
son cuerdos los que lo practican.
Su alabanza permanece para siempre.
¡Sean como ellos los que los hacen,
los que en ellos ponen su confianza!
bendice a los leales a Yahvé,
a todos, pequeños y grandes.
¡Digan los que están por Yahvé:
es eterno su amor!
Yahvé está por mí y me ayuda,
y yo desafío a los que me odian.
Dichosos los que caminan rectamente,
los que proceden en la ley de Yahvé.
Dichosos los que guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón;
Mantén a tu siervo tu promesa,
que conduce a tu temor.
Y daré respuesta al que me insulta,
porque confío en tu palabra.
Amigo soy de los que te temen
y observan tus ordenanzas.
Los que te temen me miran alegres,
porque sé esperar en tu palabra.
Vuélvanse hacia mí los que te temen,
los que conocen tus dictámenes.
¿Cuántos años vivirá aún tu siervo?
¿cuándo juzgarás a mis perseguidores?
Vuélvete a mí y tenme piedad,
como es justo con los que aman tu nombre.
Rebosan paz los que aman tu ley,
ningún contratiempo los hace tropezar.
Harto estoy de vivir
con los que odian la paz.
Estamos por demás saturados
del sarcasmo de los satisfechos.
(¡Los soberbios merecen el desprecio!)
Canción de las subidas.
Los que confían en Yahvé son como el monte Sión,
inconmovible, estable para siempre.
Favorece a los buenos, Yahvé,
a los rectos de corazón.
¡A los que se desvían por sendas tortuosas
los suprima Yahvé con los malhechores!
¡Paz a Israel!
Canción de las subidas.
Cuando Yahvé repatrió a los cautivos de Sión,
nos parecía estar soñando;
Los que van sembrando con lágrimas
cosechan entre gritos de júbilo.
Canción de las subidas. De Salomón.
Si Yahvé no construye la casa,
en vano se afanan los albañiles;
si Yahvé no guarda la ciudad,
en vano vigila la guardia.
y no dicen tampoco los que pasan:
«Que Yahvé los colme de bendición».
Nosotros os bendecimos en el nombre de Yahvé.
¡Sean como ellos los que los hacen,
los que en ellos ponen su confianza!
su cabeza:Pausa.
¡que los ahogue la malicia de sus labios,
Quedaron a merced de la Roca, su juez,
los que oyeron con regodeo mis palabras:
Me persigue a muerte el enemigo,
aplasta mi vida contra el suelo;
me obliga a vivir entre tinieblas,
como los que han muerto para siempre.
¡Respóndeme pronto, Yahvé,
que ya me falta el aliento;
no escondas tu rostro lejos de mí,
pues sería como los que bajan a la fosa!
Yahvé abre los ojos a los ciegos,
Yahvé endereza a los encorvados,
Yahvé ama a los honrados,
Yahvé se complace en sus adeptos,
en los que esperan en su amor.
Me hallaron los centinelas,
los que rondan la ciudad.
Me golpearon, me hirieron,
me despojaron del chal
los guardias de las murallas.
Echó mano el enemigo
a todos sus tesoros;
ha visto ella a los paganos
penetrar en su santuario,
aquellos de quienes ordenaste:
«¡No entrarán en tu asamblea!»
Hizo un yugo con mis culpas,
por su mano entrelazadas.
Sobre mi cuello su yugo
doblega mi vigor.
El Señor me ha dejado a merced de ellos,
¡ya no me puedo tener!
Como en día de fiesta congregaste
todo alrededor terrores;
en el día de la ira de Yahvé
no hubo fugitivos ni evadidos.
Los que yo había criado y mantenido
fueron exterminados por mi enemigo.
Bueno es Yahvé para quien lo espera,
para todo aquel que lo busca.
Me cazaron como a un pájaro
los que me odian sin motivo.
Los que comían manjares deliciosos
desfallecen en medio de las calles;
los que se criaron entre púrpura
revuelven los estercoleros.
Que la maldigan los que maldicen los días,
los expertos en despertar a Leviatán.
Soy testigo: quienes cultivan maldad
y siembran desgracia, las cosechan.
¿qué decir de los que viven entre adobes,
en casas construidas sobre el polvo?
Se les aplasta lo mismo que a polilla,
pone a los humildes en la altura,
a los afligidos en lugar seguro.
Tus enemigos se cubrirán de vergüenza,
la tienda de los malvados desaparecerá.
¡Ante el infortunio, desprecio —dice el satisfecho—,
un golpe más al que se tambalea!
Pero viven bien tranquilos en sus tiendas los bandidos,
del todo seguros los que provocan a Dios,
los que meten a Dios en su puño.
Quita la palabra a los confidentes,
a los ancianos arrebata el juicio.
Todos mis íntimos me aborrecen,
mis amigos se vuelven contra mí.
desaparece para siempre, como estiércol,
sus conocidos dicen: «¿Dónde está?».
¿Quién puede aleccionar a Dios,
que juzga a los seres celestes?
¿No han preguntado a los viajeros?,
¿no conocen sus testimonios?:
no le pesan los terrones del valle,
tras él desfila todo el mundo.
¿Por qué Shaddai no reserva tiempos
y sus fieles no conocen sus días?
Arrancan del pecho al huérfano,
toman en prenda la comida del pobre.
Los hay rebeldes a la luz,
desconocen sus caminos,
no frecuentan sus senderos.
El bochorno roba el agua a la nieve,
así el Seol a todo pecador;
la Peste enterrará a los supervivientes,
sus viudas no los llorarán.
Mi arpa es instrumento para duelo,
mi flauta acompaña a plañideros.
su ser se aproxima a la fosa,
su vida al lugar de los muertos.
los devoraremos vivos como el abismo,
enteros como a los que bajan a la tumba!;
Él concede el éxito a los hombres rectos,
es escudo para quienes proceden sin tacha,
Es árbol de vida para los que se aferran a ella,
felices son los que la retienen.
No niegues un favor a quien lo necesita,
si en tu mano está el hacérselo.
todos son claros para el inteligente
y rectos para los que tienen conocimiento.
Yo amo a los que me aman
y los que me buscan con afán me encuentran.
para repartir riqueza a los que me aman
y completar sus tesoros.»
«Así, pues, hijos, escúchenme,
dichosos los que siguen mis caminos.
para llamar la atención de los transeuntes,
de los que van derechos por su camino:
Vinagre a los dientes y humo a los ojos
es el perezoso para quien lo envía.
Yahvé detesta las mentes retorcidas
y da su favor a la conducta intachable.
Seguro que el malvado no quedará impune,
mas la estirpe de los justos se salvará.
Mentira en la mente que trama el mal,
alegría para los que aconsejan la paz.
Yahvé aborrece los labios mentirosos
y mira con agrado a los que actúan con verdad.
La insolencia sólo provoca peleas,
la sabiduría acompaña a los que aceptan consejo.
Los que traman el mal se extravían,
amor y lealtad a los que traman el bien.
Muerte y vida dependen de la lengua:
el que la aprecia comerá su fruto.
para que conozcas con certeza la verdad,
y puedas responder con la verdad a quien te envíe.
porque Yahvé defenderá su causa
y quitará la vida a sus opresores.
No seas de los que chocan la mano
y salen fiadores de deudas;
De los que se pasan con el vino
y andan probando bebidas.
Salva a los condenados a muerte,
libra a los conducidos al suplicio.
pero quienes lo castigan son bien vistos
y reciben bendiciones.
Frescura de nieve en tiempo de siega,
el mensajero fiel para el que lo envía,
pues reanima a su señor.
Los que abandonan la ley felicitan al malvado,
los que observan la ley rompen con él.
Los malvados no entienden el derecho,
los que buscan a Yahvé lo entienden todo.
Toda palabra de Dios está garantizada;
él es un escudo para cuantos confían en él.
Hay gente que maldice a su padre,
y no bendice a su madre;
hay gente que se cree pura
y no ha lavado sus manchas;
hay gente de ojos altivos
y párpados altaneros;
hay gente con dientes como espadas,
y mandíbulas como cuchillos,
para devorar a los humildes del país
y a los pobres de la tierra.
No pierdas tus energías con mujeres,
ni tus caminos en derrocar reyes.
Den el licor al perdido
y el vino al amargado;
No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria entre los que después vendrán.
e iba a la cabeza de una multitud innumerable. Pero su posteridad no estará contenta con él. También esto es vanidad y atrapar vientos.
Pierde las riquezas en un mal negocio, y el hijo que engendra se queda con las manos vacías.
Buena es la sabiduría con hacienda,
y aprovecha a los que ven el sol.
No es el hombre señor del viento, capaz de dominarlo;
ni es dueño del día de la muerte,
ni puede escapar a la guerra;
ni la maldad libra a sus autores.
que el pecador haga el mal cientos de veces, y se le den largas. Pues yo tenía entendido que les va bien a los temerosos de Dios, porque lo temen,
Cuando tiemblen los guardianes de la casa y se encorven los robustos,
se paren las que muelen, por ser ya pocas,
se queden a oscuras las que miran por las ventanas,
pues se deja encontrar por los que no le exigen pruebas
y se manifesta a los que no desconfían de él.
pero la muerte entró en el mundo por envidia del diablo,
y la experimentan sus secuaces.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los fieles a su amor permanecerán a su lado,
pues la gracia y la misericordia están destinadas a sus elegidos.
Entonces el justo aguantará firme y lleno de confianza
frente a los que lo oprimieron
y despreciaron sus sufrimientos.
Todo aquello pasó como una sombra,
como noticia que vuela;
terrible y repentino caerá sobre ustedes,
pues un juicio implacable aguarda a los grandes.
Porque los que guarden santamente las cosas santas, serán santificados,
y los que las aprendan encontrarán defensa.
La sabiduría es radiante e inmarcesible.
Se deja ver fácilmente por los que la aman
y encontrar por los que la buscan.
Se adelanta a manifestarse a los que la desean.
Pues ella misma va buscando a los que son dignos de ella,
se les muestra benévola por los caminos
y sale al encuentro de todos sus pensamientos.
porque es un tesoro inagotable para los hombres,
y los que la adquieren se granjean la amistad de Dios,
recomendados por los dones que ofrece la instrucción.
Gracias a ella alcanzaré la inmortalidad
y legaré perpetuo recuerdo a la posteridad.
Así se enderezaron los caminos de los habitantes de la tierra,
los hombres aprendieron lo que te agrada
y se salvaron gracias a la sabiduría.»
La sabiduría, sin embargo, sacó de apuros a sus servidores.
lo defendió de sus enemigos,
lo protegió de los que le tendían trampas
y, tras duro combate, le dio la victoria,
para enseñarle que la piedad triunfa sobre todo.
bajó con él a la cisterna
y no lo dejó solo en la prisión,
hasta entregarle el cetro real
y el poder sobre sus tiranos;
demostró la falsedad de sus ofensores
y le concedió gloria eterna.
Por eso corriges poco a poco
a los que caen
y los reprendes recordándoles sus pecados,
para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.
A los antiguos habitantes de tu tierra santa
ni rey ni soberano que pueda desafiarte defendiendo a los que has castigado.
Demuestras tu poder ante los que desconfían de la plenitud de tu fuerza
y confundes la osadía de los que la conocen.
Pues si a los enemigos de tus hijos, reos de muerte,
los castigaste con tanto miramiento y clemencia,
dándoles tiempo y lugar para apartarse de su maldad,
Por eso, a los que vivían de manera insensata e inicua
los atormentaste con sus propias abominaciones,
pues se habían extraviado muy lejos por los caminos del error,
tomando por dioses a los animales más viles y despreciables,
dejándose engañar como niños inconscientes.
Pero los que no escarmentaron con correcciones ridículas
iban a experimentar un castigo digno de Dios.
Pues ellos mismos, atormentados e irritados por aquellos
que tenían por dioses y ahora eran su castigo,
abrieron los ojos y reconocieron como Dios verdadero
a aquel que antes se negaban a conocer.
Por eso, les sobrevino el peor de los castigos.
La ambición del artista contribuyó a extender este culto
incluso entre quienes no lo conocían;
Porque no es el poder de aquellos por los que juran,
sino el castigo de los que pecan
quien persigue siempre las transgresiones de los malvados.
Son amigos del mal y dignos de tales esperanzas
quienes las crean, quienes las codician y quienes las adoran.
Un alfarero amasa laboriosamente la tierra blanda
y modela diversos cacharros para nuestro uso.
De la misma arcilla vuelve a modelar indistintamente
vasijas destinadas a usos nobles e innobles:
el alfarero es quien decide
la distinta utilidad de cada una.
Por eso, fueron justamente castigados por semejantes seres y atormentados por plagas de bichos.
para que aquéllos, con ganas de comer,
perdieran el natural apetito,
asqueados de los bichos que les enviabas;
mientras éstos, tras una privación pasajera,
saboreaban un manjar exquisito.
Pues era preciso que aquéllos opresores sufrieran un hambre irremediable,
mientras a éstos bastaba con mostrarles cómo eran atormentados sus enemigos.
Porque la creación, sirviéndote a ti, su Creador,
se endurece para castigar a los injustos
y se modera para favorecer a los que confían en ti.
Por eso, también entonces, adoptando todas las formas,
servía a tu generosidad que a todos sustenta,
conforme al deseo de los necesitados,
para que aprendieran tus hijos queridos, Señor,
que no es la variedad de frutos lo que alimenta al hombre,
sino que es tu palabra la que mantiene a los que creen en ti.
pues los que prometían expulsar miedos y sobresaltos del alma enferma,
enfermaban ellos mismos con temores absurdos.
pero sólo sobre ellos se extendía una noche insoportable,
imagen de las tinieblas que les esperaban.
Aunque ellos eran para sí mismos más insoportables que las tinieblas.
Bien merecían verse privados de luz y prisioneros de las tinieblas
quienes tuvieron encarcelados a tus hijos,
que habían de dar al mundo la luz incorruptible de la Ley.
Cuando todavía estaban ocupados en los funerales
y llorando sobre las tumbas de los muertos,
concibieron otro proyecto insensato
y persiguieron como fugitivos a los que habían despedido con súplicas.
por donde tus protegidos pasaron en masa,
contemplando prodigios admirables.
pero éstos, después de recibir con fiestas
a los que ya participaban de sus mismos derechos,
los maltrataron con terribles trabajos.
Y también fueron atacados por la ceguera,
como aquéllos que, a las puertas del justo,
envueltos en profunda oscuridad,
buscaban el vano de sus puertas.
La ley, los profetas y los escritos que les siguieron nos han transmitido muchas e importantes lecciones, que hacen a Israel digno de elogio por su instrucción y sabiduría.
Ahora bien, no basta con que los lectores se hagan sabios; es necesario también que, como expertos, puedan ayudar a los de fuera, tanto de palabra como por escrito. Por eso, mi abuelo Jesús, después de haberse dedicado intensamente a la lectura de la Ley, los Profetas y los otros escritos de los antepasados, y de haber adquirido un gran dominio sobre ellos, se propuso escribir sobre cuestiones de instrucción y sabiduría. Su objetivo era que los deseosos de aprender aceptaran sus enseñanzas y pudieran progresar, llevando una vida más acorde con la Ley.
Quedan, pues, ustedes invitados a leer este libro con benevolencia y atención, así como a ser indulgentes allí donde les parezca que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, no hemos acertado en la traducción de algunas expresiones. Es evidente que las cosas dichas en hebreo no tienen la misma fuerza que cuando se traducen a otra lengua. Esto no sucede sólo en este libro, sino que también la misma Ley, los Profetas y los otros escritos presentan notables diferencias respecto a sus originales.
El año treinta y ocho del rey Evergetes llegué a Egipto, donde fijé mi residencia por un tiempo. Durante mi estancia allí encontré una obra de no poca enseñanza, y me sentí obligado a emprender la traducción de este libro con empeño y diligencia.
He dedicado muchas horas de vigilia y trabajo durante este período, hasta poder terminar y publicar el libro, para uso de aquellos que, viviendo en el extranjero, desean aprender y reformar sus costumbres para vivir conforme a la Ley.
Se la concedió a todos los vivientes
y a los que lo aman se la regaló.
Hace llover ciencia e inteligencia,
y exalta la gloria de los que la poseen.
Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras,
los que lo aman guardan sus caminos.
Los que temen al Señor buscan su agrado,
los que lo aman cumplen su ley.
Los que temen al Señor tienen el corazón dispuesto,
y se humillan delante de él.
Hijo, actúa con dulzura en todo lo que hagas,
y te querrán más que al hombre generoso.
La sabiduría educa a sus hijos,
y se cuida de los que la buscan.
El que la ama, ama la vida,
los que madrugan en su busca se llenarán de gozo.
Los que la sirven, rinden culto al Santo,
a los que la aman, los ama el Señor.
Sean muchos los que te saluden,
pero confidente, sólo uno entre mil.
El amigo fiel es un elixir de vida,
los que temen al Señor lo encontrarán.
No te retraigas ante los que lloran,
y aflígete con los afligidos.
No está hecha la soberbia para el hombre,
ni la violencia para el nacido de mujer.
¿Qué raza es digna de honor? La del hombre.
¿Qué raza es digna de honor? Los que temen al Señor.
¿Qué raza es despreciable? La del hombre.
¿Qué raza es despreciable? Los que violan la ley.
Entre hermanos se honra al mayor,
pero el Señor honra a los que lo temen.
El don del Señor permanece con los piadosos,
y su benevolencia los guiará siempre por buen camino.
El Señor detesta toda maldad,
y los que lo temen también la aborrecen.
Sus ojos miran a los que lo temen,
él conoce todas las obras del hombre.
No se apiadó de la nación corrompida,
de los que alardeaban de sus pecados.
Pero a los que se arrepienten les permite volver,
y consuela a los que perdieron la esperanza.
¿Quién alabará al Altísimo en el abismo,
si los vivientes no le dan gloria?
¡Qué grande es la misericordia del Señor,
y su perdón para los que se convierten a él!
Se compadece de los que acogen su enseñanza,
y de los que se esfuerzan por cumplir sus preceptos.
Los que hablan con prudencia se hacen sabios,
y de su boca llueven proverbios acertados.
Dice el necio: «No tengo ni un amigo,
nadie agradece mis favores;
Los que vengan después de ella reconocerán
que nada es mejor que el temor del Señor,
nada más dulce que guardar sus mandamientos.
Los que me comen aún tendrán más hambre,
los que me beben aún sentirán más sed.
Quien me obedece, no pasará vergüenza,
los que cumplen mis obras, no llegarán a pecar.»
¡Cualquier desgracia, menos la que proviene de los adversarios!
¡Cualquier venganza, menos la de los enemigos!
Los pájaros anidan con los de su especie,
así la verdad con los que la practican.
Los que se alegran de la caída del piadoso
caerán en la trampa y el dolor los consumirá antes de morir.
El pecador enzarza a los amigos,
siembra discordia entre los que están en paz.
Los que abandonan al Señor caerán en ella,
en ellos prenderá y no se apagará.
Como un león se lanzará contra ellos,
como una pantera los desgarrará.
Muchos pretenden adueñarse de lo prestado,
y ponen en dificultad a quienes los ayudaron.
Es una trampa para los que le ofrecen sacrificios,
todos los insensatos quedan atrapados en ella.
El que teme al Señor acepta la instrucción,
los que madrugan por él encuentran su favor.
Los que temen al Señor son justificados,
sus buenas acciones brillan como la luz.
Porque muchos se extraviaron por los sueños,
y fracasaron por fiarse de ellos.
Los que temen al Señor vivirán,
porque su esperanza está en aquel que los salva.
Los ojos del Señor están fijos en los que lo aman,
él es para ellos protección poderosa, apoyo firme,
refugio contra el viento abrasador y el calor del mediodía,
defensa para no tropezar, auxilio para no caer;
Que el fuego de tu ira devore a los supervivientes,
y perezcan los que hacen daño a tu pueblo.
Da testimonio en favor de tus primeras criaturas,
cumple las profecías hechas en tu nombre.
Da su recompensa a los que esperan en ti,
y que tus profetas sean acreditados.
No te aconsejes con uno que te mira con desprecio,
y esconde tus proyectos a los que te envidian.
De igual modo el obrero o artesano,
que trabaja noche y día;
los que graban las efigies de los sellos,
y se afanan por variar los detalles,
ponen todo su empeño en igualar el modelo,
y pasan las noches rematando la obra.
de despreciar lo que recibes y lo que das,
de no contestar a los que te saludan,
de mirar a una prostituta,
de dar la espalda a tu pariente,
Los que surcan el mar hablan de sus peligros,
y nosotros nos maravillamos de lo que cuentan.
Hubo hombres que gobernaron en sus reinos,
y hombres famosos por su poder;
consejeros notables por su inteligencia,
y expertos en anunciar profecías.
Hubo inventores de melodías musicales,
compositores de poesías,
Cayó de golpe sobre la nación hostil,
y al bajar aniquiló a los adversarios,
para que las naciones conocieran la fuerza de sus armas,
y entendieran que luchaban contra el Señor.
Josué se mantuvo fiel al Todopoderoso,
e hizo el bien en tiempos de Moisés.
Él y también Caleb, hijo de Jefoné,
resistieron frente a la asamblea,
apartaron al pueblo del pecado,
y acallaron las murmuraciones malignas.
También los jueces, cada uno por su nombre;
su corazón no se prostituyó,
y del Señor no se apartaron:
¡Bendita sea su memoria!
¡Que sus huesos revivan en sus tumbas,
y sus nombres se renueven
en los hijos de estos hombres ilustres!
Dichosos los que te vieron
y se durmieron en el amor,
porque también nosotros viviremos.
Con la fuerza del espíritu vio el fin de los tiempos,
y consoló a los afligidos de Sión.
porque se acordó de sus enemigos en la tempestad,
y favoreció a los que seguían el camino recto.
los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos
y el pueblo necio que mora en Siquén.
Porque fuiste mi protector y mi auxilio,
y libraste mi cuerpo de la perdición,
del lazo de una lengua traicionera,
de los labios que urden mentiras;
frente a mis adversarios
fuiste mi auxilio y me liberaste,
por tu inmensa misericordia y tu nombre glorioso,
de las dentelladas de los que iban a devorarme,
de la mano de los que buscaban mi vida,
de las muchas tribulaciones que he sufrido,
Porque fuiste mi protector y mi auxilio,
y libraste mi cuerpo de la perdición,
del lazo de una lengua traicionera,
de los labios que urden mentiras;
frente a mis adversarios
fuiste mi auxilio y me liberaste,
Entonces me acordé, Señor, de tu misericordia,
y de tus obras que son desde siempre,
de que tú sostienes a los que esperan en ti,
y los salvas de la mano de enemigos.
Sión por la equidad será rescatada,
y sus cautivos por la justicia.
Padecerán quebranto rebeldes y pecadores a una,
y los desertores de Yahvé se acabarán.
¡Ay de ustedes, que juntan casa con casa,
y campo a campo anexionan,
hasta ocupar todo el sitio
y quedarse solos en medio del país!
¡Ay de aquellos que despertando por la mañana
andan tras el licor;
los que trasnochan,
encandilados por el vino!
¡Ay de aquellos que arrastran la culpa
con coyundas de engaños,
y el pecado
como con bridas de novilla!
¡Ay de aquellos que llaman al mal bien,
y al bien mal;
que dan oscuridad por luz,
y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce,
y dulce por amargo!
¡Ay de los sabios a sus propios ojos,
y para sí mismos discretos!
¡Ay de los campeones en beber vino,
los valientes para escanciar licor,
El pueblo que andaba a oscuras
Los directores de este pueblo han resultado desviadores,
y sus dirigidos, extraviados.
¡Ay! los que decretan decretos inicuos, y los escribientes que escriben vejaciones,
Como alcanzó mi mano
a los reinos de los ídolos
—cuyas estatuas eran más que las de Jerusalén y Samaría—,
Porque dijo:
«Con el poder de mi mano lo hice,
y con mi sabiduría, porque soy inteligente,
he borrado las fronteras de los pueblos,
sus almacenes he saqueado,
y he abatido como un fuerte a sus habitantes.
Cesará la envidia de Efraín,
y los opresores de Judá serán exterminados.
Efraín no envidiará a Judá
y Judá no oprimirá a Efraín.
Tomarán a otros pueblos y, llevándolos a su lugar, se los apropiará la casa de Israel en el solar de Yahvé como siervos y esclavas. Harán cautivos a sus opresores y domeñarán a sus tiranos.
Los que te ven, en ti se fijan;
te miran con atención:
«¿Es ése aquél
que hacía estremecer la tierra,
que hacía temblar los reinos;
Pero tú has sido arrojado fuera de tu sepulcro,
como un brote abominable,
recubierto de muertos acuchillados,
arrojados sobre las piedras de la fosa,
como cadáver pisoteado.
¡Las aguas de Dimón están ensangrentadas!
Pero más añadiré contra Dimón:
¡Para los escapados de Moab un león,
y para los que queden en su suelo!
Y ahora ha hablado Yahvé diciendo: «Dentro de tres años, como años de jornalero, será despreciada la gloria de Moab con toda su numerosa muchedumbre, y el resto será pequeñísimo, insignificante.»
A la hora del atardecer se presenta el miedo,
antes de la mañana ya no existen.
Ésa sea la parte de nuestros despojadores,
la suerte de nuestros saqueadores.
Estarán sus tejedores abatidos,
todos los jornaleros desanimados.
Han enloquecido los príncipes de Soán,
han sido engañados los príncipes de Nof;
los jefes de sus tribus
extravían a Egipto.
Y dirán los habitantes de esta costa aquel día: ‘Ahí tienen en qué ha parado la esperanza nuestra, adonde acudíamos en busca de auxilio para librarnos del rey de Asiria. Pues ¿cómo nos escaparemos nosotros?’»
Será su mercadería y su ganancia consagrada a Yahvé. No será atesorada ni almacenada, sino que para los que moren delante de Yahvé será su mercadería, para comer a saciedad y para cubrirse espléndidamente.
No beben vino cantando:
amarga el licor a sus bebedores.
¿Acaso lo ha herido como hirió a
quien lo hería?,
¿ha sido muerto él como fueron
muertos sus matadores?
Aquel día se tocará un cuerno grande,
y vendrán los perdidos por tierra de Asiria
y los dispersos por tierra de Egipto,
y adorarán a Yahvé
en el monte santo de Jerusalén.
¡Ay, corona de arrogancia
—borrachos de Efraín—
y capullo marchito —gala de su adorno—
que está en el cabezo del valle fértil,
aficionados al vino!
espíritu de juicio
para el que se siente en el tribunal,
y energía
para los que rechazan hacia la puerta
a los atacantes.
«¿A quién se instruirá en el conocimiento?,
¿a quién se le hará entender lo que oye?
A los recién destetados,
a los retirados de los pechos.
¡Ay de los que se esconden de Yahvé
para ocultar sus planes,
y ejecutan sus obras en las tinieblas,
y dicen: «¿Quién nos ve, quién nos conoce?»!
Los descarriados alcanzarán inteligencia,
y los murmuradores aprenderán doctrina.
Sin embargo aguardará Yahvé para
hacerles gracia,
y así se levantará para compadecerlos,
porque Dios de equidad es Yahvé:
¡dichosos todos los que en él esperan!
¡Ay, los que bajan a Egipto por ayuda!
En la caballería se apoyan,
y fían en los carros porque abundan
y en los jinetes porque son muchos;
mas no han puesto su mirada en el
Santo de Israel,
ni a Yahvé han buscado.
Pero también él es sabio,
hará venir el mal,
y no retirará sus palabras;
se levantará contra la casa de los malhechores
y contra la ayuda de los que obran la iniquidad.
No se cerrarán los ojos de los videntes,
y los oídos de los que escuchan percibirán;
Digan a los de corazón intranquilo:
¡Ánimo, no teman!
Miren que su Dios
viene vengador;
es la recompensa de Dios,
él vendrá y los salvará a ustedes.
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle: «Así habla Yahvé: Haz testamento, porque muerto eres y no vivirás.»
Que el Seol no te alaba
ni la Muerte te glorifica,
ni los que bajan al pozo esperan en tu fidelidad.
Como pastor pastorea su rebaño:
recoge en brazos los corderitos,
en el seno los lleva,
y trata con cuidado a las paridas.
¡Oh! Se avergonzarán y confundirán
todos los abrasados en ira contra ti.
Serán como nada y perecerán
los que buscan querella.
Los buscarás y no los hallarás
a los que disputaban contigo.
Serán como nada y nulidad
los que te hacen la guerra.
Así dice el Dios Yahvé,
el que crea los cielos y los extiende,
el que hace firme la tierra y lo que en ella brota,
el que da aliento al pueblo que hay en ella,
y espíritu a los que por ella andan.
para abrir los ojos ciegos,
para sacar del calabozo al preso,
de la cárcel a los que viven en tinieblas.
Sacan el oro de sus bolsas,
pesan la plata en la balanza,
y pagan a un orfebre para que les haga un dios,
al que adoran y ante el cual se postran.
Te agotaste de tanto cavilar.
¡Que se pongan en pie y te salven! Sí:
Los astrólogos y observadores de estrellas,
los que te pronostican cada luna
lo que te va a sobrevenir.
Eso serán para ti tus hechiceros,
por los que te has fatigado desde tu juventud.
Cada uno errará por su camino,
y no habrá quien te salve.
para decir a los presos: «Salgan»,
y a los que están en tinieblas:
«Muéstrense».
Por los caminos pacerán
y en todos los calveros tendrán pasto.
Apresúrense los que te reedifican,
y salgan de ti los que te arruinaron y demolieron.
Porque tus ruinas y desolaciones
y tu tierra arrasada
van a ser ahora demasiado estrechas
para tanto morador,
y se habrán alejado tus devoradores.
Reyes serán tus tutores,
y sus princesas, nodrizas tuyas.
Rostro en tierra se postrarán ante ti,
y el polvo de tus pies lamerán.
Y sabrás que yo soy Yahvé;
no se avergonzarán los que en mí esperan.
Pues así dice Yahvé:
Sí, al valiente se le quitará el prisionero,
y la presa del guerrero se le escapará;
con tus litigantes yo litigaré,
y a tus hijos yo salvaré.
El Señor Yahvé me ha dado lengua dócil,
que sabe decir al cansado palabras de aliento.
Temprano, temprano despierta mi oído
para escuchar, igual que los discípulos.
Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban,
mis mejillas a los que mesaban mi barba.
Mi rostro no hurté
a los insultos y salivazos.
Oráculo del Señor Yahvé, que reúne a los dispersos de Israel. A los ya reunidos todavía añadiré otros.
Palpamos la pared como los ciegos
y como los que no tienen ojos vacilamos.
Tropezamos al mediodía como si
fuera al anochecer,
y habitamos entre los sanos como los muertos.
Vendrá a Sión para rescatar
a aquellos de Jacob que se conviertan
de su rebeldía.
—Oráculo de Yahvé—.
Un sin fin de camellos te cubrirá,
jóvenes dromedarios de Madián y Efá.
Todos ellos de Sabá vienen
llevando oro e incienso
y pregonando alabanzas a Yahvé.
Pues la nación y el reino que no se
sometan a ti perecerán,
esas naciones serán arruinadas por completo.
Acudirán a ti encorvados los hijos de
los que te humillaban,
se postrarán a tus pies todos los que
te menospreciaban,
y te llamarán la Ciudad de Yahvé,
la Sión del Santo de Israel.
El espíritu del Señor Yahvé
está sobre mí,
por cuanto que me ha ungido Yahvé.
A anunciar la buena nueva a los
pobres me ha enviado,
a vendar los corazones rotos;
a pregonar a los cautivos la liberación,
y a los reclusos la libertad;
para darles diadema en vez de ceniza,
aceite de gozo en vez de vestido de luto,
alabanza en vez de espíritu abatido.
Se los llamará robles de justicia,
plantación de Yahvé para manifestar su gloria.
sino que los que lo cosechen lo comerán
y alabarán a Yahvé,
y los que lo recolecten lo beberán
en mis atrios sagrados.»
Somos desde antiguo gente a la que
no gobiernas,
no se nos llama por tu nombre.
¡Ah! si rompieras los cielos y descendieras
—ante tu rostro los montes se derretirían,
Nunca se oyó.
No se oyó decir, ni se escuchó, ni
ojo vio
a un Dios, sino a ti, que tal hiciera
para el que espera en él.
Te haces encontradizo de quienes se
alegran y practican justicia
y recuerdan tus caminos.
He aquí que estuviste enojado,
pero es que fuimos pecadores;
estamos para siempre en tu camino
y nos salvaremos.
Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he dejado hallar de quienes no me buscaban. Dije: «Aquí estoy, aquí estoy» a gente que no invocaba mi nombre.
Pues con fuego Yahvé va a juzgar,
con su espada a toda carne,
y serán muchas las víctimas de Yahvé.
Los que se santifican y purifican en los huertos,
tras uno que está en medio,
que comen carne de cerdo,
de inmundicia y de rata,
a una serán acabados
junto con sus acciones y pensamientos
—oráculo de Yahvé—.
Los sacerdotes no se decían:
«¿Dónde está Yahvé?»;
ni los peritos de la Ley me conocían;
y los pastores se rebelaron contra mí,
y los profetas profetizaban por Baal,
y detrás de los Inútiles andaban.
También de ésta saldrás
con las manos en la cabeza.
Porque Yahvé ha rechazado
aquello en que confías,
y no saldrás bien de ello.
Y luego, cuando sean muchos y fructifiquen en la tierra, en aquellos días —oráculo de Yahvé— no se hablará más del arca de la alianza de Yahvé, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni será reconstruida jamás.
En aquellos días, andará la casa de Judá al par de Israel, y vendrán juntos desde tierras del norte a la tierra que di en herencia a los padres de ustedes.
¿Cómo te voy a perdonar por ello?
Tus hijos me dejaron
y juraron por el no-dios.
Yo los harté, y ellos se hicieron adúlteros,
y el lupanar frecuentaron.
Por lo demás, en los días aquellos —oráculo de Yahvé— todavía no acabaré con ustedes.
¿Se avergonzaron de las
abominaciones que hicieron?
Avergonzarse, no se avergonzaron;
sonrojarse, tampoco supieron;
por tanto caerán con los que cayeren;
tropezarán cuando yo los visite
—dice Yahvé—.
Desde Dan se deja oír
el resuello de sus caballos.
Al relincho sonoro de sus corceles
tembló la tierra toda.
Vendrán y comerán el país y sus bienes,
la ciudad y sus habitantes.»
Miren que vienen días —oráculo de Yahvé— en que he de visitar a todo circuncidado que sólo lo sea en su carne:
(¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo estará seca? Por la maldad de los que moran en ella han desaparecido bestias y aves.)
Porque han dicho:
«No ve Dios nuestros senderos.»
Alza tus ojos, Jerusalén,
mira a los que vienen del norte.
¿Dónde está la grey que se te dio,
tus preciosas ovejas?
¿Qué dirás cuando vengan
a castigar a tus cabecillas,
a los que habías preparado
para que fueran tus jefes?
¿No te acometerán dolores
como de parturienta?
Por tanto, así dice Yahvé: Tocante a los profetas que profetizan en mi nombre sin haberlos enviado yo, y que dicen: ‘No habrá espada ni hambre en este país’, con espada y con hambre serán rematados los tales profetas,
Si salgo al campo,
encuentro heridos de espada,
y si entro en la ciudad,
encuentro muertos de hambre.
Hasta el profeta, hasta el sacerdote
vagan por el país desorientados.
Y como te digan: «¿A dónde salimos?», les dices: Así dice Yahvé:
Quien sea para la muerte, a la muerte;
quien para la espada, a la espada;
quien para el hambre, al hambre,
y quien para el cautiverio, al cautiverio.
Esperanza de Israel, Yahvé:
todos los que te abandonan serán avergonzados,
y los que se apartan de ti, en la tierra
serán escritos,
por haber abandonado el manantial
de aguas vivas, Yahvé.
Avergüéncense mis perseguidores, y
no me avergüence yo;
espántense ellos, y no me espante yo.
Trae sobre ellos el día aciago,
y con doble quebrantamiento quebrántalos.
Vaciaré la prudencia de Judá y Jerusalén a causa de este lugar: los haré caer a espada ante sus enemigos por mano de los que busquen su muerte; daré sus cadáveres por comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra,
Les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y comerán cada uno la carne de su prójimo, en el aprieto y la estrechez con que los estrecharán sus enemigos y los que busquen su muerte.»
Y tras de esto —oráculo de Yahvé— entregaré al rey de Judá, Sedecías, a sus siervos y al pueblo que en esta ciudad quedare de la peste, de la espada y del hambre, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus enemigos y de los que buscan su muerte. Él los herirá a filo de espada. No les dará cuartel, ni les tendrá clemencia ni lástima.»
Yo te pondré en manos de los que buscan tu muerte, y en manos de los que te atemorizan: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos;
Dicen a los que me desprecian:
«Yahvé dice: ¡Paz tendrán!»
y a todo el que camina en terquedad de corazón:
«No les sucederá nada malo.»
Aquí estoy yo contra los profetas que profetizan falsos sueños —oráculo de Yahvé— y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus falsedades y su presunción, cuando yo ni los he enviado ni dado órdenes, y ellos de ningún provecho han sido para este pueblo —oráculo de Yahvé—.
Pero igual que a los higos malos, que no se pueden comer de malos —sí, así dice Yahvé—, así haré al rey Sedecías, a sus principales y al resto de Jerusalén: a los que queden en este país y a los que están en el país de Egipto.
Tú, pues, les profetizas todas estas palabras y les dices:
Yahvé desde lo alto ruge,
y desde su santa Morada alza su voz.
Ruge contra su aprisco:
grita como los lagareros.
A todos los habitantes de la tierra
Habrá víctimas de Yahvé en aquel día de cabo a cabo de la tierra; no serán llorados ni recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la superficie de la tierra.
Pero también hubo otro que decía profetizar en nombre de Yahvé —Urías hijo de Semaías de Quiriat Yearín—, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra enteramente lo mismo que Jeremías,
No obstante todos los que te
devoran serán devorados,
y todos tus opresores, todos ellos,
irán al cautiverio;
serán tus despojadores despojados,
y a todos tus saqueadores los
entregaré al saqueo.
Y saldrá de entre ellos alabanza
y voz de gente alegre;
los multiplicaré y no disminuirán,
los honraré y no serán pocos,
Y morarán allí Judá y todas sus ciudades juntamente, los labradores y los que trashuman con el rebaño,
En aquellos días no dirán más:
«Los padres comieron el agraz,
y los dientes de los hijos sufren de dentera»;
Sino que ésta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días —oráculo de Yahvé—: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
voz de gozo y de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de cuantos traigan sacrificios de alabanza al templo de Yahvé diciendo: «Alaben a Yahvé Sebaot, porque es bueno Yahvé, porque es eterna su misericordia», pues haré tornar a los cautivos del país, y volverán a ser como antes —dice Yahvé—.
En aquellos días y en aquella sazón
haré brotar para David un Germen justo,
que practicará el derecho y la justicia
en la tierra.
En aquellos días estará a salvo Judá,
y Jerusalén vivirá en seguro.
Y así se la llamará:
«Yahvé, justicia nuestra.»
los entregaré en manos de sus enemigos y de quienes buscan su muerte, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.
Y a Sedecías, rey de Judá, y a sus jefes los entregaré en manos de sus enemigos y de quienes buscan su muerte y del ejército del rey de Babilonia que se ha retirado de ustedes.
en cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él y a los artesanos restantes los deportó Nabuzardán, jefe de la guardia, a Babilonia.
Todos los jefes de guerrilleros, así como sus hombres, oyeron cómo el rey de Babilonia había encargado del país a Godolías, hijo de Ajicán, y cómo le había encargado de los hombres, mujeres, niños y de aquella gente baja de la tierra, que no habían sido deportados a Babilonia,
Vendrá y herirá a Egipto,
quien sea para la muerte, a la muerte;
quien para el cautiverio, al cautiverio;
quien para la espada, a la espada;
Visitaré a los que viven en Egipto, lo mismo que visité a Jerusalén: con la espada, el hambre y la peste,
sólo unos pocos, escapados de la espada, volverán de Egipto a Judá y sabrá todo el resto de Judá, los que han venido a Egipto como refugiados aquí, qué palabra se mantendrá: si la mía o la suya.
Así dice Yahvé: Miren que yo entrego al faraón Jofrá, rey de Egipto, en manos de sus enemigos y de los que buscan su muerte, como entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, que buscaba su muerte.»
Una voz emite como de serpiente que silba,
mientras en torno suyo andan
y con hachas la acometen,
como leñadores.
Dice Yahvé Sebaot, el Dios de Israel: Voy a pedir cuentas a Amón de No, al faraón y a Egipto y a sus dioses y reyes, al faraón y a los que confían en él,
y los pondré en manos de los que buscan su muerte, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus siervos; tras de lo cual será repoblado como antaño —oráculo de Yahvé—.
Así dice Yahvé:
Mira las aguas que suben del norte
y se hacen torrente inundante,
y van a inundar la tierra y lo que la llena,
la ciudad y los que moran en ella;
y clamará la gente, y aullará
todo morador de la tierra
Por eso, he aquí que vienen días
—oráculo de Yahvé—
en que haré oír en Rabá de los amonitas
el clamoreo del combate,
y se convertirá en montículo de ruinas;
y sus hijas serán abrasadas
y heredará Israel a los que la heredaron
—oráculo de Yahvé—.
Pues así dice Yahvé: Conque los que no tienen por qué beber la copa la beben, ¿y tú precisamente vas a quedar impune? No quedarás impune, antes sin falta la beberás.
Y serán sus camellos objeto del pillaje
y el tropel de sus ganados para botín,
y esparciré a todo viento a los que se
afeitan las sienes,
y de todos sus aledaños traeré su
infortunio —oráculo de Yahvé—.
y voy a traer sobre Elam los cuatro vientos
desde los cuatro cabos de los cielos,
y a ellos los esparciré a todos estos vientos,
y no habrá nación a donde no lleguen
los arrojados de Elam.
Haré desmayar a Elam ante sus enemigos
y ante los que buscan su muerte,
y traeré sobre ellos cosa mala,
el ardor de mi ira —oráculo de Yahvé—,
y soltaré tras ellos la espada
hasta acabarlos.
En aquellos días y en aquella sazón
—oráculo de Yahvé—
vendrán los hijos de Israel
(y los hijos de Judá junto con ellos),
andando y llorando,
en busca de Yahvé su Dios.
En aquellos días y en aquella sazón
—oráculo de Yahvé—,
se buscará la culpa de Israel y no la habrá,
y el pecado de Judá y no se hallará,
porque seré piadoso con el resto que yo deje.
Hagan leva de flecheros contra Babilonia,
todos ustedes, que asestan arco,
acampen en torno suyo.
Que no se escape nadie.
Páguenle lo que vale su trabajo.
Tal cual hizo, hagan con ella,
porque contra Yahvé se insolentó,
contra el Santo de Israel.
Nos han sobrevenido todas las desgracias con las que el Señor nos había amenazado.
Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra súplica; líbranos por tu honor y haz que ganemos el favor de los que nos deportaron,
Señor topoderoso, Dios de Israel, escucha la oración de los muertos de Israel y de los hijos de aquellos que pecaron contra ti. Ellos desobedecieron al Señor, su Dios, y por eso se nos acumulan las desgracias.
te has contaminado con los muertos
y te cuentan entre los habitantes del abismo?
¿Dónde están los jefes de las naciones,
y los que dominan sobre las bestias
de la tierra,
los que juegan con las aves del cielo,
los que atesoran la plata y el oro
en que confían los hombres
que acumulan fortunas sin cesar;
los que labran la plata con esmero
y no dejan rastro de sus obras?
Ella es el libro de los mandatos de Dios,
la Ley que perdura por los siglos:
todos los que la guarden vivirán,
pero los que la abandonen morirán.
¡Malditos los que te hicieron daño
y se alegraron de tu caída!
Por los pecados que ustedes han cometido contra Dios van a ser deportados a Babilonia por su rey, Nabucodonosor.
Tienen los ojos llenos del polvo que levantan los pies de los que entran.
si los ponen de pie, no pueden moverse por sí mismos; si los reclinan, no pueden enderezarse; y cuando les hacen ofrendas son como muertos.
Estos objetos de madera recubiertos de oro y plata se parecen a las piedras del monte, y sus servidores quedarán abochornados.
Sus mismos fabricantes no viven mucho tiempo. ¿Cómo van a ser dioses los objetos que han fabricado?
Cuando avanzaban ellos, avanzaban ellas, cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas.
Y sus supervivientes se acordarán de mí en las naciones en las que estén deportados, aquellos a quienes yo haya quebrantado el corazón adúltero que se apartó de mí y los ojos que se prostituyeron tras sus basuras. Se horrorizarán de sí mismos por las maldades que cometieron, por todas sus abominaciones.
«Hijo de hombre; de cada uno de tus hermanos, de tus parientes y de toda la casa de Israel, dicen los habitantes de Jerusalén: Sigan lejos de Yahvé; a nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión.
En cuanto a aquellos cuyo corazón va detrás de sus ídolos y abominaciones, yo haré recaer su conducta sobre su cabeza, oráculo del Señor Yahvé.»
y dirás al pueblo de la tierra: Así dice el Señor Yahvé a los habitantes de Jerusalén que andan por el suelo de Israel: comerán su pan con angustia, beberán su agua con estremecimiento, para que esta tierra y los que en ella se encuentran queden libres de la violencia de todos sus habitantes.
«Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel; profetiza y dia los que profetizan por su propia cuenta: Escuchen la palabra de Yahvé.
Di a los que lo recubren de argamasa: ¡Que haya una lluvia torrencial, que caiga granizo y un viento de tormenta se desencadene,
«Cuando haya desahogado mi furor contra el muro y contra los que lo recubren de argamasa, les diré a ustedes: Ya no existe el muro ni los que lo revocaban,
por esto he aquí que yo voy a reunir a todos los amantes a quienes complaciste, a todos los que amaste y también a los que aborreciste; los voy a congregar de todas partes contra ti, y descubriré tu desnudez delante de ellos, para que vean toda tu desnudez.
antes que fuera puesta al descubierto tu desnudez? Como ella, eres tú ahora el blanco de las burlas de las hijas de Edom y de todas las de los alrededores, de las hijas de los filisteos, que por todas partes te agobian a desprecios.
separaré de ustedes a los rebeldes, a los que se han rebelado contra mí: los haré salir del país en que residen, pero no entrarán en la tierra de Israel, y sabrán que yo soy Yahvé.
Y tú, hijo de hombre,
profetiza y bate palmas.
¡Golpee la espada dos, tres veces,
la espada de las víctimas,
la espada de la gran víctima,
que los amenaza en torno!
Próximos y lejanos se reirán de ti, ciudad de nombre impuro, llena de desórdenes.
y se enamoraba de aquellos disolutos de sexo de burros y esperma de caballos.
Porque así dice el Señor Yahvé: Voy a entregarte en manos de los que detestas, en manos de aquellos de los que te has apartado.
entonces te precipitaré con los que bajan a la fosa, con el pueblo de antaño; te haré habitar en los infiernos, como las ruinas de antaño, con los que bajan a la fosa, para que no vuelvas a ser restablecida en la tierra de los vivos.
¿Podrás decir aún: ‘Soy un dios’,
ante tus verdugos?
Pero serás un hombre, que no un dios,
entre las manos de los que te traspasen.
Así dice Yahvé:
Caerán los apoyos de Egipto,
se desplomará el orgullo de su fuerza;
desde Migdol a Sevené,
caerán todos a espada,
oráculo del Señor Yahvé.
«Ha sido para que ningún árbol plantado junto a las aguas se engría de su talla, ni levante su copa por entre las nubes, y para que ningún árbol bien regado se estire hacia ellas con su altura.
¡Porque todos ellos
están destinados a la muerte,
a los infiernos,
como el común de los hombres,
como los que bajan a la fosa!
Hice temblar a las naciones por el estrépito de su caída, cuando lo precipité en el Seol, con los que bajan a la fosa. En los infiernos se consolaron todos los árboles de Edén, lo más selecto y más bello del Líbano, regados todos por las aguas.
Y al mismo tiempo que él, bajaron al Seol, donde las víctimas de la espada, los que eran su brazo y moraban a su sombra en medio de las naciones.
«¿A quién eras comparable en gloria y en grandeza, entre los árboles de Edén? Sin embargo has sido precipitado, con los árboles de Edén, en los infiernos; en medio de incircuncisos yaces, con las víctimas de la espada: ése es el faraón y toda su multitud, oráculo del Señor Yahvé.»
«Hijo de hombre, haz una lamentación sobre la multitud de Egipto, hazle bajar, a él y a las hijas de las naciones, majestuosas, a los infiernos, con los que bajan a la fosa.
En medio de las víctimas de la espada caen (la espada ha sido entregada, la han sacado) él y todas sus multitudes.
«Allí está Elam con toda su multitud en torno a su sepulcro; todos caídos víctimas de la espada, han bajado, incircuncisos, a los infiernos, ellos que sembraban el pánico en la tierra de los vivos. Soportan su ignominia con los que bajan a la fosa.
En medio de estas víctimas se le ha preparado un lecho, entre toda su multitud con sus sepulcros en torno a él; todos ellos incircuncisos, víctimas de la espada, por haber sembrado el pánico en la tierra de los vivos; soportan su ignominia con los que bajan a la fosa. Se los ha puesto en medio de estas víctimas.
Pero tú serás quebrantado en medio de incircuncisos y yacerás con las víctimas de la espada.
«Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes, que fueron puestos, a pesar de su prepotencia, entre las víctimas de la espada. Yacen entre incircuncisos, con los que bajan a la fosa.
«Allí están todos los príncipes del norte, todos los sidonios, que bajaron con las víctimas, a pesar del pánico que sembraba su prepotencia. Confundidos yacen, incircuncisos, entre las víctimas de la espada, y soportan su ignominia con los que bajan a la fosa.
Porque había sembrado el pánico en la tierra de los vivos, será tendido en medio de incircuncisos, con las víctimas de la espada, el faraón y toda su multitud, oráculo del Señor Yahvé.»
Les dirás: Así dice el Señor Yahvé: Por mi vida, que los que están entre las ruinas caerán a espada, a los que andan por el campo los entregaré a las bestias como pasto, y los que están en las escarpaduras y en las cuevas morirán de peste.
El árbol del campo dará su fruto, la tierra dará sus productos, y ellos vivirán en seguridad en su suelo. Y sabrán que yo soy Yahvé, cuando despedace las barras de su yugo y los libre de la mano de los que los tienen esclavizados.
Llenaré de víctimas sus montes; en tus colinas, en tus valles y en todos tus barrancos, caerán las víctimas de la espada.
«Así dice el Señor Yahvé: Tú eres aquél de quien yo hablé antaño, por medio de mis siervos los profetas de Israel, que profetizaron en aquel tiempo, durante años, que yo te haría venir contra ellos.
Mandaré fuego sobre Magog y sobre los que viven seguros en las islas, y sabrán que yo soy Yahvé.
«Entonces los habitantes de las ciudades de Israel saldrán a quemar y a entregar a las llamas las armas, corazas y escudos, arcos y flechas, mazas y lanzas. Harán fuego con ello durante siete años.
No irán ya a buscar leña en el campo, ni la recogerán en el bosque, porque harán el fuego con las armas. Saquearán a sus saqueadores y harán botín de sus depredadores, oráculo del Señor Yahvé.
Luego se escogerán hombres que recorran constantemente el país y entierren a los que hayan quedado por el suelo, para purificarlo. Al cabo de siete meses empezarán su búsqueda.
Sus lonjas eran tres por cada lado; sus pilastras y vestíbulos tenían las mismas dimensiones que los del primer pórtico: cincuenta codos de largo y veinticinco de ancho.
Sus ventanas, su vestíbulo y sus palmeras tenían las mismas dimensiones que las del pórtico que daba a oriente. Se subía a él por siete gradas, y su vestíbulo estaba situado hacia el interior.
Pues la longitud de las salas que daban al atrio exterior era de cincuenta codos, mientras que las que miraban al Santo tenían cien codos.
Yahvé me dijo: «Hijo de hombre, presta atención, mira bien y escucha con cuidado lo que te voy a decir acerca de todas las disposiciones del templo de Yahvé y de todas sus leyes. Te fijarás bien en lo que respecta a la admisión en el templo y a la exclusión del santuario.
Y me dijo: «Éstos son los fogones donde los servidores del templo cocerán los sacrificios del pueblo.»
Él hace alternar años y estaciones,
destrona y entroniza a los reyes,
da sabiduría a los sabios
y ciencia a los expertos.
En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, ni cederá su soberanía a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos estos reinos, y él subsistirá por siempre;
Como la orden real era apremiante y el horno estaba al rojo vivo, las llamaradas mataron a los hombres que habían llevado a Sidrac, Misac y Abdénago,
Que éste sea hoy nuestro sacrificio ante ti
y volvamos a serte fieles,
porque los que en ti confian no
quedarán avergonzados.
y, al extenderse, abrasaron a los caldeos que se encontraban junto al horno.
Los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros del rey se apiñaron para examinar a estos hombres: el fuego no había afectado a sus cuerpos, sus cabellos no estaban chamuscados, sus calzones estaban intactos y ni siquiera despedían olor a quemado.
Entonces Daniel, apodado Baltasar, quedó un instante perplejo y aturdido por sus pensamientos. El rey le dijo: «Baltasar, no te asuste el sueño ni su interpretación.» Respondió Baltasar: «¡Señor, que este sueño se refiera a tus enemigos y su interpretación a tus adversarios!
Y ahora yo, Nabucodonosor,
alabo, ensalzo y glorifico al Rey del cielo,
porque todas sus obras son verdad,
todos sus caminos, justos,
y puede humillar a los que actúan con soberbia.»
Y el rey mandó traer a aquellos hombres que habían acusado a Daniel y echarlos al foso de los leones junto con sus mujeres y sus hijos. Y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y los habían devorado.
Me acerqué a uno de los presentes y le pedí que me explicara el sentido de todo aquello. Él me respondió, explicándome la interpretación de las visiones:
Supliqué a Yahvé mi Dios y le hice esta confesión:
«¡Señor, Dios grande y terrible, que mantienes la alianza y la fidelidad con los que te aman y cumplen tus mandamientos.
Tú, Señor, eres justo; a nosotros hoy nos humilla la vergüenza, igual que a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todos los israelitas, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
En aquellos días yo, Daniel, estaba haciendo una penitencia de tres semanas:
Entonces se alzará en su lugar un retoño de sus raíces, que atacará al ejército y entrará en la fortaleza del rey del norte, comportándose como vencedor.
Entonces muchos se levantarán contra el rey del sur y los hombres violentos de tu pueblo se rebelarán para que se cumpla la visión, pero fracasarán.
sus mismos comensales lo arruinarán; su ejército se verá desbordado y sufrirá numerosas bajas.
Lo atacarán las naves de los queteos y se retirará acobardado, descargando su rabia contra la alianza santa, aunque volverá a tener consideración con los desertores de la alianza.
Corromperá con halagos a los renegados de la alianza, pero la gente del pueblo que reconoce a su Dios se mantendrá firme y pasará a la acción.
Los maestros del pueblo instruirán a muchos; pero durante un tiempo habrán de sufrir asesinatos, torturas, prisiones y saqueos.
Algunos de los maestros sucumbirán, pero servirán para probar, purificar y lavar a otros hasta el momento del fin, que aún estará por llegar.
Actuará contra las ciudadelas fortificadas con la ayuda de un dios extranjero y colmará de honores a quienes lo reconozcan, otorgándoles poder sobre multitudes y repartiéndoles tierras en recompensa.
«Muchos de los que descansan en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para vergüenza y horror eternos.
Los maestros brillarán como el resplandor del firmamento y los que enseñaron a muchos a ser justos, como las estrellas para siempre.
Muchos serán purificados, lavados y acrisolados; los malvados seguirán haciendo el mal, sin que ninguno comprenda; pero los sabios comprenderán.
Entonces toda la asamblea se puso a gritar a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
Y Daniel exclamó: «Dios mío, te has acordado de mí y no has abandonado a los que te aman.»
Los príncipes de Judá son como los que corren los linderos,
sobre ellos voy a derramar como agua mi furor.
¿Dónde está tu rey para que te salve
en todas tus ciudades,
y tus jueces, de quienes decías:
«Dame rey y príncipes»?
Y hasta sobre siervos y siervas
derramaré mi espíritu en aquellos días.
Y todos los que invoquen
el nombre de Yahvé se salvarán,
porque en el monte Sión y en Jerusalén
habrá una escapatoria,
como ha dicho Yahvé,
y entre los supervivientes
estarán los que llame Yahvé.
«Pues miren: en esos días, en aquel tiempo,
cuando cambie la suerte de Judá y Jerusalén,
se acuestan sobre ropas empeñadas
junto a cualquier altar,
y beben el vino de los multados
en la casa de su dios…
No saben obrar con rectitud
—oráculo de Yahvé—
los que amontonan violencia y rapiña en sus palacios.
Por eso, así dice Yahvé,
el Dios Sebaot, el Señor:
En todas las plazas habrá lamentación
y en todas las calles se dirá: «¡Ay, ay!»
Convocarán a duelo al labrador,
y a lamentación a los que saben plañir;
¡Ay de los que se sienten seguros en Sión
y de los que confían en la montaña de Samaría,
los notables de la capital de las naciones,
a quienes acude la casa de Israel!
los que se acuestan en camas de marfil,
arrellanados en sus lechos,
los que comen corderos del rebaño
y terneros del establo,
Por eso, ahora irán al destierro a la
cabeza de los cautivos
y cesará la orgía de los sibaritas.
Los que juran por el pecado de Samaría,
los que dicen: «¡Vive tu Dios, Dan!»
y «¡Viva el camino de Berseba!»,
ésos caerán para no alzarse más.
Pero en el monte Sión sobrevivirá un resto
que será santo
y la casa de Jacob recobrará sus posesiones.
Ocuparán el Negueb, la montaña de Esaú,
y la llanura de los filisteos,
la campiña de Efraín y la campiña de Samaría,
Benjamín y Galaad.
Los que adoran falsos ídolos
traicionan su lealtad.
¡Ay de aquellos que planean injusticias,
que traman maldades en sus lechos
y al despuntar el día las ejecutan,
porque acaparan el poder!
Son ustedes los que se levantan
como enemigos contra mi pueblo.
Además de la túnica le arrancan el manto
a los que desfilan confiados al regreso de la guerra.
Aquel día —oráculo de Yahvé—
yo recogeré a la (oveja) coja,
reuniré a la descarriada
y a la que yo he maltratado.
Con las cojas formaré un resto,
con las alejadas una nación fuerte.
Entonces reinará Yahvé sobre ellos
en el monte Sión,
desde ahora y para siempre.
Bueno es Yahvé para quien lo espera,
un refugio el día de la angustia;
conoce a los que a él se acogen,
Vendrán de repente tus acreedores,
se despertarán tus vejadores,
te convertirás en su presa.
los que se postran en los terrados
ante el ejército del cielo,
los que se postran ante Yahvé
y juran por Milcón,
los que no siguen a Yahvé,
los que no buscan a Yahvé
ni lo consultan.
Aquel día visitaré
a todos los que escalan el umbral,
los que llenan la Casa de su Señor
de violencia y de fraude.
Sucederá en el tiempo aquel
que escrutaré a Jerusalén con lámparas,
pediré cuentas a los hombres
que se apelmazan en sus heces,
los que dicen en su interior:
«¡Ni bien ni mal hace Yahvé!»
el Resto de Israel.
Ya no cometerán injusticias
ni dirán mentiras,
ya no ocultará su boca
una lengua embustera.
Se apacentarán y reposarán,
sin que nadie los turbe.
Voy a alzar mi mano contra ellas,
y serán despojo de sus propios vasallos.
Sabrán así que Yahvé Sebaot me ha enviado.
To-mó éste la palabra y habló así a los que estaban ante él: «¡Quítenle esas ropas sucias y pónganle un traje de fiesta;
le dijo: «Mira, he pasado por alto tu culpa.»
«Así dice Yahvé Sebaot: Si actúas según mis normas y guardas mis mandamientos, estarás al frente de mi templo, y tú mismo guardarás mis atrios: yo dejaré que te acerques con estos que están aquí.»
Y a mí me gritó en estos términos: «Mira, los que salen hacia el norte van a aplacar mi espíritu en el norte.»
Y los que están lejos vendrán y reedificarán el templo de Yahvé. Sabrán entonces que Yahvé Sebaot me ha enviado a ustedes. Así será si de verdad escuchan la voz de Yahvé su Dios.»
Porque hasta esos días no había paga ni para los hombres ni para el ganado; no había paz para hacer una vida normal, a causa del enemigo, y yo había dado rienda suelta a los enfrentamientos entre los hombres.
Así dice Yahvé Sebaot: Aquellos días, diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán por la orla del manto a un judío diciendo: «Queremos ir con ustedes, porque hemos oído decir que Dios está con ustedes.»
ésas que sus compradores matan impunemente, mientras sus vendedores dicen: «¡Bendito sea Yahvé; ya soy rico!», y a las que no perdonan los pastores.
Apacenté, pues, las ovejas de matanza destinadas a los tratantes de ovejas, y me procuré dos cayados: a uno lo llamé «Gracia» y al otro «Vínculo». Me puse a apacentar las ovejas,
Entonces dije: «¡No volveré a apacentarlos a ustedes; la que tenga que morir, que muera; la que tenga que desaparecer, que desaparezca; y las que queden, que se coman unas a otras!»
Saldrá entonces Yahvé y combatirá contra esas naciones como el día en que él combate, el día de la batalla.
Semejante será la plaga de los caballos, mulos, camellos y burros, y de todo el ganado que haya entonces en los campamentos: ¡una plaga terrible!
Y cuando presentan para el sacrificio una res ciega, ¿no está mal? Y cuando presentan una coja o enferma, ¿no está mal? Anda, ofrécesela a tu gobernador: ¿se te pondrá contento o te acogerá con agrado?, dice Yahvé Sebaot.
Me haré presente a ustedes para juzgarlos, y seré un testigo expeditivo contra los hechiceros y los adúlteros, contra los que juran en falso, contra los que oprimen al jornalero, a la viuda y al huérfano, contra los que hacen agravio al forastero sin ningún temor de mí, dice Yahvé Sebaot.
Entonces los devotos de Yahvé hablaron entre sí. Yahvé escuchó con atención; y se escribió en su presencia un libro en memoria de los devotos de Yahvé que honran su Nombre.
«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.»
Por aquellos días se presenta Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
El pueblo que habitaba en tinieblas
ha visto una gran luz;
a los que habitaban en paraje de
sombras de muerte
una luz les ha amanecido.
Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de la justicia,
porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y rueguen por los que los persiguen,
Porque si aman a los que los aman, ¿qué recompensa van a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
Si, pues, ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
«Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;
mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran.
Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.
Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.
Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus empleados!
«Y no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; teman más bien al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.
y enemigos de cada cual son los de su casa.
¿Qué salieron a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? Miren, los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes.
«En verdad les digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.
Pero él les dijo: «¿No han leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban,
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?
Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»
Y los que habían comido eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Pero él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido.
Vinieron, pues, los del atardecer y cobraron un denario cada uno.
Les dice: «Mi copa, sí la beberán; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.»
Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas.
Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
Le dicen: «A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.»
Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.
Envió todavía otros siervos, con este encargo: Digan a los invitados: ‘Miren, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; vengan a la boda.’
Se enojó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.
Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
«¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ustedes ciertamente no entran; y a los que están entrando no los dejan entrar.
Con lo cual atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas.
«¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no han querido!
entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes;
¡Ay de las que estén embarazadas o criando en aquellos días!
Y si aquellos días no se abreviaran, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días.
«Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca,
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.
Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta.
Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y les pide cuentas.
Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja.
Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos.
Los que pasaban por allí le insultaban, moviendo la cabeza y diciendo:
Por su parte, el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era hijo de Dios.»
Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Simón y sus compañeros fueron en su busca;
Al oír esto Jesús, les dice: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
Él les dice: «¿Nunca han leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?»
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron junto a él.
Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos.
Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas.
Él les dijo: «A ustedes se les ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,
Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la palabra,
Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento.»
Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los cerdos.
Y se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.
Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres.
Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llama Jesús a sus discípulos y les dice:
Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!»
Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios!
Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder:
pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.»
Jesús, llamándoles, les dice: «Saben que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder.
de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacen desatando el burrito?»
Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas
Pero aquellos labradores dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero. Vamos, matémoslo, y será nuestra la herencia.’
Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Les digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro.
«Pero cuando vean la abominación de la desolación erigida donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes;
¡Ay de las que estén embarazadas o criando en aquellos días!
Porque aquellos días habrá una tribulación cual no la hubo desde el principio de la creación, que hizo Dios, hasta el presente, ni la volverá a haber.
«Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor,
Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja.
Y los que pasaban por allí le insultaban, moviendo la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
¡El Cristo, el rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él estaban crucificados.
Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos.
Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado.
Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra,
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;
y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Derribó a los potentados de sus
tronos y exaltó a los humildes.
a fin de iluminar a los que habitan
en tinieblas y sombras de muerte
y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»
Por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se hiciera un censo de todo el mundo.
durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre.
El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la
iberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
Un día que estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones.
Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal.
Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces, en aquellos días, ayunarán.»
Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera han leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban,
cómo entró en la Casa de Dios y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?»
que habían venido para oírlo y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados.
«Pero a ustedes, los que me escuchan, yo les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a los que los odien,
bendigan a los que los maldigan, rueguen por los que los difamen.
Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Pues también los pecadores aman a los que les aman.
Si hacen bien a los que les hacen el bien, ¿qué mérito tienen? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
Si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
Cuando los enviados volvieron a la casa hallaron al siervo sano.
¿Qué salieron a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y con lujo están en los palacios.
«Les digo: No hay, entre los nacidos de mujer, ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.
Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste, que hasta perdona los pecados?»
Los de a lo largo del camino son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la palabra, no sea que crean y se salven.
Los de sobre piedra son los que, al oír la palabra, la reciben con alegría; pero no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba abandonan.
Lo que cayó entre los espinos son los que han oído, pero las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida les van sofocando y no llegan a madurez.
Lo que en buena tierra son los que, después de haber oído, conservan la palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia.
«Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen.»
Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
Pero la gente lo supo y le siguieron. Él los acogía, les hablaba del Reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser curados.
Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Cuando cesó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.»
Si, pues, ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan.»
«Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor.
Den más bien en limosna lo que tengan y entonces todo será puro para ustedes.
«¡Ay de ustedes, los juristas, que se han llevado la llave de la ciencia! No entraron ustedes, y a los que están entrando se lo han impedido.»
«Les digo a ustedes, amigos míos: No teman a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos: yo les aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
Que venga a medianoche o de madrugada, si los encuentra así, ¡dichosos ellos!
O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé y los mató, ¿piensan que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén?
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiera hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; vengan, pues, esos días a curarse, y no en día de sábado.»
Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo:
«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que ma-ta a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina sus polluelos bajo las alas, y no han querido!
Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:
Al oír esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!»
a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Vengan, que ya está todo preparado.’
Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.»
Y les dijo: «Ustedes son los que se las dan de justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios.
Y además, entre nosotros y ustedes se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a ustedes, no puedan hacerlo; ni de ahí puedan pasar hacia nosotros.’
Al verlo, Jesús dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!
Los que lo oyeron, dijeron: «¿Y quién se podrá salvar?»
Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Y dijo a los presentes: ‘Quítenle la mina y dénsela al que tiene las diez minas.’
Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho.
Entró en el Templo y comenzó a echar fuera a los que vendían,
Vendrá, dará muerte a estos labradores y entregará la viña a otros.» Al oír esto, dijeron: «¡Dios no lo quiera!»
Se acercaron algunos de los saduceos, los que sostienen que no hay resurrección, y le preguntaron:
pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido,
Entonces, los que estén en Judea que huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no entren en ella;
¡Ay de las que estén embarazadas o criando en aquellos días!
«Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra y cólera contra este pueblo.
Él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores;
«Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas;
Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?»
Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos,
Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
y dijo a los que vendían palomas: «Quiten esto de aquí. No hagan de la casa de mi Padre una casa de mercado.»
Dios es espíritu,
y los que adoran,
deben adorar en espíritu y verdad.»
En verdad, en verdad les digo:
llega la hora (ya estamos en ella),
en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios,
y los que la oigan vivirán.
y saldrán los que hayan hecho el bien
para una resurrección de vida,
y los que hayan hecho el mal,
para una resurrección de juicio.
y mucha gente le seguía porque veían los signos que realizaba en los enfermos.
Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.
Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
«Pero hay entre ustedes algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado.
Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?»
Y dijo Jesús:
«Para un juicio he venido a este mundo:
para que los que no ven, vean;
y los que ven, se vuelvan ciegos.»
Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta.
Por ellos ruego;
no ruego por el mundo,
sino por los que tú me has dado,
porque son tuyos;
No ruego sólo por éstos,
sino también por aquellos
que, por medio de su palabra,
creerán en mí,
Así se cumpliría lo que había dicho:
«De los que me has dado, no he perdido a ninguno.»
¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho.»
Le dice Jesús:
«Porque me has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído.»
Uno de aquellos días Pedro, puesto en pie ante los hermanos —ya que el número de personas congregadas con el mismo propósito era de unas ciento veinte— les dijo:
«Hermanos, era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había anunciado ya acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús.
Y también sobre mis siervos y
sobre mis siervas
derramaré mi Espíritu.
Así pues, los que acogieron su palabra fueron bautizados. Y aquel día se les unieron unas tres mil personas.
alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando.
Estaba allí un hombre tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo.
Y todos los profetas desde Samuel en adelante, todos cuantos han hablado, anunciaron también estos días.
Sin embargo, muchos de los que habían oído el discurso creyeron; y el número, contando sólo los hombres, llegó a unos cinco mil.
La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían ellos en común.
Y Pedro le replicó: «¿Cómo se han puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, aquí a la puerta están los pies de los que han enterrado a tu marido; ellos te llevarán también a ti.»
También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos; y todos se curaban.
Obedecieron, y al amanecer entraron en el Templo y se pusieron a enseñar.
Llegó el sumo sacerdote con los suyos, convocaron el Sanedrín, es decir, todo el Senado de los hijos de Israel, y enviaron a buscarlos a la prisión.
Y nosotros somos testigos de estos hechos, y también el Espíritu Santo que ha dado a los que le obedecen.»
Se presentaron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, cirenenses y alejandrinos, y otros de Cilicia y Asia, y se pusieron a discutir con Esteban;
E hicieron aquellos días un becerro y ofrecieron un sacrificio al ídolo e hicieron una fiesta a la obra de sus manos.
¿A qué profeta no persiguieron sus padres? Ellos mataron a los que habían anunciado de antemano la venida del Justo, de aquel a quien ustedes ahora han traicionado y asesinado;
Los que se habían dispersado fueron por todas partes anunciando la Buena Nueva de la palabra.
Todos los que le oían quedaban asombrados y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocan ese nombre, y ha venido aquí con el objeto de llevárselos encadenados a los sumos sacerdotes?»
Por aquellos días enfermó y murió. La lavaron y la pusieron en el piso superior.
Apenas se fue el ángel que le hablaba, llamó a dos criados y a un soldado piadoso, de entre sus asistentes,
Así pues, los que se habían dispersado por la persecución originada a la muerte de Esteban, llegaron en su recorrido hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra a nadie más que a los judíos.
«Hermanos, hijos de la raza de Abrahán, y cuantos entre ustedes temen a Dios: a ustedes ha sido enviada esta palabra de salvación.
Los habitantes de Jerusalén y sus jefes cumplieron, sin saberlo, las Escrituras de los profetas que se leen cada sábado;
Él se apareció durante muchos días a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo.
«Por esto juzgo yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios,
Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores cuando se lee cada sábado en las sinagogas.»
Pasado algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a los que los habían enviado.
Pablo quiso que se fuera con él. Lo tomó y lo circuncidó a causa de los judíos que había por aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego.
Llegado el día, los magistrados enviaron a los guardias a decir al carcelero: «Pon en libertad a esos hombres.»
Éstos eran de un natural mejor que los de Tesalónica, y aceptaron la palabra de todo corazón. Diariamente examinaban las Escrituras para ver si las cosas eran así.
Los que conducían a Pablo le llevaron hasta Atenas y se volvieron con una orden para Timoteo y Silas de que fueran adonde él lo antes posible.
Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios; y diariamente en la plaza con los que por allí se encontraban.
Queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron a ello y escribieron a los discípulos para que le recibieran. Una vez allí fue de gran provecho, con el auxilio de la gracia, a los que habían creído;
Algunos exorcistas judíos ambulantes intentaron también invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, y decían: «Los conjuro por Jesús a quien predica Pablo.»
Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar públicamente sus prácticas.
Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio y hallaron que subía a cincuenta mil monedas de plata.
«Ahora les encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y darles la herencia con todos los santificados.
Ustedes saben que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros.
Ellos, al oírle, glorificaban a Dios. Pero le dijeron: «Ya ves, hermano, cuántos miles y miles de entre los judíos han abrazado la fe, y todos son fervientes partidarios de la Ley.
como puede atestiguármelo el sumo sacerdote y todo el consejo de ancianos. De ellos recibí también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados.
Los que estaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Como yo no veía, a causa del resplandor de aquella luz, conducido de la mano por mis compañeros llegué a Damasco.
Yo respondí: ‘Señor, ellos saben que yo andaba por las sinagogas encarcelando y azotando a los que creían en ti;
y cuando se derramó la sangre de tu testigo Esteban, yo también me hallaba presente, y lo aprobaba y guardaba los vestidos de los que le mataban.’
Al momento se retiraron los que iban a darle tormento. El comandante temió al darse cuenta que lo había encadenado siendo ciudadano romano.
Pero el sumo sacerdote Ananías mandó a los que le asistían que le golpeasen en la boca.
Pero los que estaban a su lado le dijeron: «¿Insultas al sumo sacerdote de Dios?»
y al medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del cielo, más resplandeciente que el sol, que me envolvió a mí y a mis compañeros en su resplandor.
Pero levántate, y ponte en pie; pues me he aparecido a ti para constituirte servidor y testigo tanto de las cosas que de mí has visto como de las que te manifestaré.
para que les abras los ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados, mediante la fe en mí’.
sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de conversión.
El rey, el procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados se levantaron,
y me ha dicho: ‘No temas, Pablo; tú tienes que comparecer ante el César; y mira, Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo.’
pero el centurión, que quería salvar a Pablo, se opuso a su designio y dio orden de que los que supieran nadar se arrojaran los primeros al agua y alcanzaran la orilla;
los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen.
y sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que obran semejantes cosas.
Y ¿te figuras, tú que juzgas a los que cometen tales cosas y las cometes tú mismo, que escaparás al juicio de Dios?
a los que, por la perseverancia en el bien busquen gloria, honor e inmortalidad: vida eterna;
mas a los rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles a la injusticia: ira y cólera.
convencido de ser guía de ciegos, luz de los que andan en tinieblas,
Y, así, el que, siendo físicamente incircunciso, cumple la ley, te juzgará a ti, que con la letra y la circuncisión eres transgresor de la ley.
Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley lo dice para los que están bajo la ley, para que toda boca enmudezca y el mundo entero se reconozca reo ante Dios,
Bienaventurados aquellos cuyas
maldades fueron perdonadas,
y cubiertos sus pecados.
Por eso depende de la fe, para que sea don, y la promesa quede asegurada para toda la posteridad, no tan sólo para los de la ley, sino también para los de la fe de Abrahán, padre de todos nosotros,
con todo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun sobre aquellos que no pecaron con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir.
En efecto, si por el delito de uno reinó la muerte por un hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno, por Jesucristo!
¿Qué frutos cosecharon entonces de aquellas cosas que al presente les avergüenzan? Pues su fin es la muerte.
¿O es que ignoran, hermanos, —hablo a quienes entienden de leyes— que la ley no domina sobre el hombre sino mientras vive?
Por consiguiente, ninguna conde nación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús.
Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual.
así, los que viven según la carne, no pueden agradar a Dios.
Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.
Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogenito entre muchos hermanos;
y a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.
Como dice también en Oseas: Llamaré pueblo mío al que no es mi pueblo; y amada mía a la que no es mi amada.
Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien!
Pero pregunto: ¿Es que Israel no comprendió? Moisés es el primero en decir: los volveré celosos de una que no es nación; contra una nación estúpida los enfureceré.
Isaías, a su vez, se atreve a decir: Fui hallado de quienes no me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mí.
Así pues, considera la bondad y la severidad de Dios: severidad con los que cayeron, bondad contigo, si es que te mantienes en la bondad; que si no, también tú serás desgajado.
Bendigan a los que los persiguen; bendigan, no maldigan.
Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran.
Sométanse todos a las autori dades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas.
De modo que, quien se opone a la autoridad, se resiste al orden divino, y los que resisten se atraerán sobre sí mismos la condenación.
pues tampoco Cristo buscó su propio agrado, antes bien, como dice la Escritura: Los ultrajes de los que te ultrajaron cayeron sobre mí.
Saludos a Apeles, que ha dado buenas pruebas de sí en Cristo. Saludos a la familia de Aristóbulo.
Saludos a mi pariente Herodión. Saludos a los fieles de la familia de Narciso, en el Señor.
Saludos a Trifena y a Trifosa, que se han fatigado por el Señor. Saludos a la amada Pérside, que trabajó mucho en el Señor.
Les ruego, hermanos, que se guarden de los que suscitan divisiones y escándalos contra la doctrina que han aprendido; apártense de ellos,
a la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro y de ellos;
Pues la predicación de la cruz es una locura para los que se pierden; mas para los que se salvan —para nosotros— es fuerza de Dios.
De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la locura de la predicación.
mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Más bien, como dice la Escritura: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que lo aman.
de las cuales también hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino enseñadas por el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales.
Pues ¿me toca a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes ustedes juzgan?
A los de fuera Dios los juzgará.
¡Arrojen de entre ustedes al malvado!
Y cuando tienen pleitos de este género ¡toman como jueces a los que la Iglesia tiene en nada!
Mas, si te casas, no pecas. Y, si la joven se casa, no peca. Pero todos ellos tendrán su tribulación en la carne, que yo quisiera evitársela a ustedes.
Les digo, pues, hermanos: El tiempo apremia. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuvieran.
Los que lloran, como si no lloraran. Los que están alegres, como si no lo estuvieran. Los que compran, como si no poseyeran.
Los que disfrutan del mundo, como si no lo disfrutaran. Porque la representación de este mundo pasa.
He aquí mi defensa contra mis acusadores.
¿No saben que los ministros del culto viven de los dones del templo? ¿Que los que sirven al altar, del altar participan?
Del mismo modo, también el Señor ha ordenado que los que predican el Evangelio vivan del Evangelio.
Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley —aun sin estarlo— para ganar a los que están bajo ella.
Con los que están sin ley, como quien está sin ley para ganar a los que están sin ley, no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo.
Fíjense en el Israel según la carne. Los que comen de las víctimas sacrificiales, ¿no están acaso en comunión con el altar?
Desde luego, tiene que haber entre ustedes disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son los auténticos entre ustedes.
¿No tienen casas para comer y beber? ¿O es que desprecian a la Iglesia de Dios y avergüenzan a los que no tienen? ¿Qué voy a decirles? ¿Alabarlos? ¡En eso no los alabo!
Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad.
Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que murieron.
Pero cada cual en su rango: Cristo como primicia; luego los de Cristo en su venida.
Como el hombre terrestre, así son los hombres terrestres; como el celeste, así serán los celestes.
Cuando me halle ahí, enviaré con cartas a los que hayan considerado dignos, para que lleven a Jerusalén su liberalidad.
que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!
Y si les escribí aquello, fue para no entristecerme a mi ida, a causa de los mismos que deberían procurarme alegría, convencido respecto de todos ustedes de que mi alegría es la alegría de todos ustedes.
Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden:
Y si todavía nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden,
No volvemos a recomendarnos ante ustedes; solamente queremos darles ocasión para gloriarse de nosotros y así tengan de qué responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón.
Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Ciertamente no nos atrevemos a igualarnos ni compararnos a algunos que se recomiendan a sí mismos. Midiéndose a sí mismos según su opinión y comparándose consigo mismos, obran sin sentido.
Y lo que hago, continuaré haciéndolo para quitar todo pretexto a los que lo buscan con el fin de ser iguales a nosotros en lo que se glorían.
¿Acaso los exploté por alguno de los que les envié?
Temo que en mi próxima visita el Señor me humille por causa de ustedes y tenga que llorar por muchos que anteriormente pecaron y no se convirtieron de sus actos de impureza, fornicación y libertinaje.
Ya lo tengo dicho a los que anteriormente pecaron y a todos los demás, y vuelvo a decirlo ahora que estoy ausente, lo mismo que la segunda vez estando presente: si vuelvo otra vez, obraré sin miramientos,
ni subir a Jerusalén ante los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde volví a Damasco.
Subí movido por una revelación y les expuse a los notables en privado el Evangelio que proclamo entre los gentiles para ver si corría o había corrido en vano.
Y de parte de los que eran tenidos por notables —¡no importa lo que fuesen: Dios no mira la condición de los hombres— en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron.
Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor.
Así pues, los que creen son bendecidos con Abrahán el creyente.
Pero la Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo.
para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la condición de hijos.
¡Ojalá que se mutilaran los que los perturban!
rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes, sobre las cuales les prevengo, como ya les previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.
Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.
Por tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.
Los que quieren ser bien vistos en lo humano, son los que los fuerzan a circuncidarse, con el único fin de evitar la persecución por la cruz de Cristo.
Pues ni siquiera esos mismos que se circuncidan cumplen la ley; sólo desean verlos circuncidados para gloriarse en su carne.
Vino a anunciar la paz: paz a ustedes que estaban lejos, y paz a los que estaban cerca.
El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda socorrer al que se halle en necesidad.
No salga de su boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que los escuchen.
Esclavos, obedezcan a sus amos de este mundo con respeto y temor, con sencillez de corazón, como a Cristo,
ya que todos buscan su propio interés y no el de Cristo Jesús.
Atención con los perros; atención con los embusteros; atención con la mutilación.
Así pues, todos los perfectos tengamos estos sentimientos, y si en algo sienten de otra manera, también eso se lo revelará Dios.
Hermanos, sean imitadores míos, y fíjense en los que viven según el modelo que tienen en nosotros.
Los saludan todos los santos, especialmente los de la casa del César.
Quiero que sepan cuán dura lucha estoy sosteniendo por ustedes y por los de Laodicea, y por todos los que no me han visto personalmente,
Esclavos, obedezcan en todo a sus amos de este mundo, no porque los ven, como quien busca agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo al Señor.
Yo soy testigo de lo mucho que se afana por ustedes, por los de Laodicea y por los de Hierápolis.
Hermanos, no queremos que estén en la ignorancia respecto de los muertos, para que no se entristezcan como los demás, que no tienen esperanza.
Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús.
Les decimos esto como palabra del Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron.
Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
Les pedimos, hermanos, que tengan en consideración a los que trabajan entre ustedes, los presiden en el Señor y los amonestan.
Porque es propio de la justicia de Dios el pagar con tribulación a los que los atribulan,
en medio de una llama de fuego, y tome venganza de los que no conocen a Dios y de los que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús.
y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que los hubiera salvado.
Y si encontré misericordia fue para que en mí, el primero, manifestara Jesucristo toda su paciencia y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en él para obtener vida eterna.
Porque los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús.
éstos prohiben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que los coman con acción de gracias los creyentes y los que han conocido la verdad.
Si nos fatigamos y luchamos es porque tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, principalmente de los creyentes.
Si alguna creyente tiene viudas, atiéndalas ella misma y no las cargue a la Iglesia, a fin de que ésta pueda atender a las que sean verdaderamente viudas.
Los presbíteros que ejercen bien su cargo merecen doble remuneración, principalmente los que se afanan en la predicación y en la enseñanza.
A los culpables, repréndelos delante de todos, para que los demás cobren temor.
Los que tengan dueños creyentes no les falten al respeto por ser hermanos, sino al contrario, que los sirvan todavía mejor por ser creyentes y amigos de Dios los que reciben sus servicios.
Esto debes enseñar y recomendar.
Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición.
Sin embargo el sólido fundamento puesto por Dios se mantiene firme, marcado con este sello. El Señor conoce a los que son suyos; y: Apártese de la iniquidad todo el que pronuncia el nombre del Señor.
Huye de las pasiones juveniles. Persigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro.
A éstos pertenecen esos que se introducen en las casas y conquistan a mujerzuelas cargadas de pecados y agitadas por toda clase de pasiones,
Pero no progresarán más, porque su insensatez quedará patente a todos, como sucedió con la de aquéllos.
Que esté adherido a la palabra fiel, conforme a la enseñanza, para que sea capaz de exhortar con la sana doctrina y refutar a los que la contradicen.
Es cierta esta afirmación, y quiero que en esto te mantengas firme, para que los que creen en Dios traten de sobresalir en la práctica de las bellas obras. Esto es hermoso y útil para los hombres.
Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia con todos ustedes.
¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?
¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan grande salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron,
Pues santificador y santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos
y liberar a los que, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud.
Pues, habiendo pasado él la prueba del sufrimiento, puede ayudar a los que la están pasando.
¿quiénes son los que, después de haberle oído, lo irritaron? ¿Es que no fueron todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés?
Y ¿contra quiénes se idignó durante cuarenta años? ¿No fue acaso contra los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto?
Y ¿a quiénes juró que no entrarían en su descanso sino a los que no creyeron?
Así pues, ya que quedan algunos por entrar en él, y que los primeros en recibir la buena nueva no entraron a causa de su desobediencia,
Y a causa de la misma debe ofrecer por sus propios pecados lo mismo que por los del pueblo.
En cambio, el alimento sólido es de adultos; de aquellos que, por la costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal.
Porque es imposible que cuantos fueron una vez iluminados, gustaron el don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,
Porque la tierra que recibe frecuentes lluvias y produce buena vegetación para los que la cultivan participa de la bendición de Dios.
y no sean indolentes, sino más bien imitadores de aquellos que, mediante la fe y la perseverancia, heredan las promesas.
Los hijos de Leví que reciben el sacerdocio tienen orden según la Ley de percibir el diezmo del pueblo, es decir, de sus hermanos, aunque también proceden éstos de la estirpe de Abrahán;
mientras éste lo fue bajo juramento por Aquel que le dijo: Juró el Señor y no volverá atrás: Tú eres sacerdote para la eternidad—
De ahí que pueda también salvar definitivamente a los que por él se acercan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor.
que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día como aquellos sumos sacerdotes, primero por sus propios pecados, luego por los del pueblo; y esto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
Esta es la alianza que haré con la casa de Israel
después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en su mente,
en sus corazones las grabaré;
y yo seré su Dios
y ellos serán mi pueblo.
Por eso es mediador de una nueva alianza; para que, interviniendo una muerte que libera de las transgresiones de la primera alianza, reciban, los llamados, la herencia eterna prometida.
así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez sin relación con el pecado a los que le esperan para su salvación.
No teniendo la Ley más que una sombra de los bienes futuros, no la imagen de las cosas, no puede nunca, mediante unos mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, dar la perfección a quienes se acercan a ellos.
Mediante una sola oblación ha llevado a la perfección definitiva a los santificados.
Esta es la alianza que haré con ellos
después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
y en su mente las grabaré,
unas veces expuestos públicamente a injurias y ultrajes; otras, haciéndose solidarios de los que así eran tratados.
Pero nosotros no somos cobardes para perdición, sino hombres de fe para la salvación del alma.
Ahora bien, sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan.
Por la fe, la prostituta Rajab no pereció con los incrédulos, por haber acogido amistosamente a los exploradores.
Cierto que ninguna corrección es, a su tiempo, agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los que son maltratados, pensando que también ustedes tienen un cuerpo.
Acuérdense de sus guías, que les anunciaron la palabra de Dios y, considerando el desenlace de su vida, imiten su fe.
Tenemos nosotros un altar del cual no tienen derecho a comer los que dan culto en la Tienda.
Los cuerpos de los animales, cuya sangre lleva el sumo sacerdote al santuario para la expiación del pecado, son quemados fuera del campamento.
Saluden a todos sus guías y a todos los santos. Los saludan los de Italia.
¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Porque, superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman.
Escuchen, hermanos míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que le aman?
Hablen y obren tal como corresponde a los que han de ser juzgados por la ley de la libertad.
Fruto de justicia siembran en paz los que procuran la paz.
Miren cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Han oído la paciencia de Job y saben el final que el Señor le dio; porque el Señor es compasivo y misericordioso.
Les fue revelado que no administraban en beneficio propio sino en favor de ustedes este mensaje que ahora les anuncian quienes les predican el Evangelio, en el Espíritu Santo enviado desde el cielo; mensaje que los ángeles ansían contemplar.
Para ustedes, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido,
sea a los gobernantes, como enviados por él para castigo de los que obran el mal y alabanza de los que obran el bien.
Pues los ojos del Señor miran a los justos
y sus oídos escuchan su oración,
pero el rostro del Señor contra los
que obran el mal.
Pero háganlo con dulzura y respeto. Mantengan una buena conciencia, para que aquello mismo que les echen en cara, sirva de confusión a quienes critiquen su buena conducta en Cristo.
Porque ha llegado el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios. Pues si comienza por nosotros, ¿qué fin tendrán los que no creen en el Evangelio de Dios?
De modo que, aun los que sufren según la voluntad de Dios, confíen sus almas al Creador fiel, haciendo el bien.
no tiranizando a los que les ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey.
Simeón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra.
si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas como ejemplo para los que en el futuro vivirían impíamente;
sobre todo a los que andan tras la carne con apetencias impuras y desprecian al Señorío.
Atrevidos y arrogantes, no temen insultar a las Glorias,
Hablando palabras altisonantes, pero vacías, seducen con las pasiones de la carne y el libertinaje a los que acaban de alejarse de los que viven en el error.
Les he escrito esto
respecto a los que tratan de engañarlos.
Si alguno ve que su hermano
comete un pecado
que no es de muerte,
pida y le dará vida
—a los que cometan pecados que no son de muerte
pues hay un pecado que es de muerte,
por ése no digo que pida—.
Por eso, cuando vaya, le recordaré las cosas que está haciendo, criticándonos con palabras llenas de malicia; y, como si no fuera bastante, tampoco recibe a los hermanos, y, a los que desean hacerlo, se lo impide y los expulsa de la Iglesia.
Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago, a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo.
Quiero recordarles a ustedes, que ya han aprendido todo esto de una vez para siempre, que el Señor, habiendo librado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó después a los que no creyeron;
Pero éstos injurian lo que ignoran y se corrompen en las cosas que, como animales irracionales, conocen por instinto.
Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca.
Conozco tu conducta: tus fatigas y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malvados y que pusiste a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo y descubriste su engaño.
Conozco tu tribulación y tu pobreza —aunque eres rico— y las calumnias de los que se llaman judíos sin serlo y son en realidad una sinagoga de Satanás.
Mira, a ella voy a arrojarla al lecho del dolor, y a los que adulteran con ella, a una gran tribulación, si no se arrepienten de sus obras.
Mira que te voy a entregar algunos de la Sinagoga de Satanás, de los que se proclaman judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que vayan a postrarse delante de tus pies, para que sepan que yo te he amado.
Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también yo te guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero para probar a los habitantes de la tierra.
Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y arrepiéntete.
Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron.
Se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?»
Y seguí viendo: Oí un águila que volaba por lo alto del cielo y decía con fuerte voz: «¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra, cuando suenen las voces que quedan de las trompetas de los tres ángeles que van a tocar!»
Se les dijo que no causaran daño a la hierba de la tierra, ni a nada verde, ni a ningún árbol; sólo a los hombres que no llevaran en la frente el sello de Dios.
En aquellos días, buscarán los hombres la muerte y no la encontrarán; desearán morir y la muerte huirá de ellos.
Luego me fue dada una caña de medir parecida a una vara, diciéndome: «Levántate y mide el Santuario de Dios y el altar, y a los que adoran en él.
Los habitantes de la tierra se alegran y se regocijan por causa de ellos, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra.
Pero, pasados los tres días y medio, un aliento de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie, y un gran espanto se apoderó de quienes los contemplaban.
Las naciones se habían encolerizado; pero ha llegado tu ira y el tiempo de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, pequeños y grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.»
Entonces enfurecido contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.
Yo estaba en pie sobre la arena del mar.
y ella abrió su boca para blasfemar contra Dios: para blasfemar de su nombre y de su morada y de los que habitan en el cielo.
y seduce a los habitantes de la tierra con los signos que le ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que, teniendo la herida de la espada, revivió.
Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia.
Luego vi a otro ángel que volaba por lo alto del cielo y tenía una buena nueva eterna que anunciar a los que están en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo.
Aquí se requiere la paciencia de los santos, de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Y vi también como un mar de cristal mezclado de fuego, y a los que habían triunfado de la Bestia y de su imagen y de la cifra de su nombre, de pie junto al mar de cristal, llevando las cítaras de Dios.
Éstos harán la guerra al Cordero, pero el Cordero, como es Señor de Señores y Rey de Reyes, los vencerá en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles.»
Luego me dice: «Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero.» Me dijo además: «Estas son palabras verdaderas de Dios.»
Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta —el que había realizado al servicio de la Bestia los signos con que seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen— los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre.
Luego vi unos tronos, y se sentaron en ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los que fueron decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, y a todos los que no adoraron a la Bestia ni a su imagen, y no aceptaron la marca en su frente o en su mano; revivieron y reinaron con Cristo mil años.
Nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero.
Pero él me dijo: «No, cuidado; yo soy un siervo como tú y tus hermanos los profetas y los que guardan las palabras de este libro. A Dios tienes que adorar.»
Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la vida y entrarán por las puertas en la ciudad.