Elementos de Pesca II
Lecturas
Nuestro poder para atraer a los hombres a Cristo procede, ante todo, de la plenitud de nuestro gozo personal y de la intimidad de nuestra comunión personal con él. El rostro que más refleja a Cristo, y brilla más con su amor y gracia, es el más adecuado para atraer la mirada de un mundo indiferente y aturdido, y para ganar a las almas inquietas, apartándolas de las fascinaciones del amor y la belleza mundanos. Un ministerio lleno de poder ha de ser fruto de una intimidad santa, apacible y amorosa con el Señor.
Nuestro poder para atraer a los hombres a Cristo procede, ante todo, de la plenitud de nuestro gozo personal y de la intimidad de nuestra comunión personal con él. El rostro que más refleja a Cristo, y brilla más con su amor y gracia, es el más adecuado para atraer la mirada de un mundo indiferente y aturdido, y para ganar a las almas inquietas, apartándolas de las fascinaciones del amor y la belleza mundanos. Un ministerio lleno de poder ha de ser fruto de una intimidad santa, apacible y amorosa con el Señor.