TEORIAS ERRONEAS ASERCA DE DIOS
TEORIAS ERRONEAS ASERCA DE DIOS
E. TEORIAS ERRONEAS ACERCA DE DIOS.
La enseñanza de la Biblia sobre Dios es que Él es el omnipotente, omnisciente, creador de todas las cosas, justo y santo y al mismo tiempo p 65 amoroso y misericordioso; Él es trascendente (sobre la creación y distinto a ella) y al mismo tiempo, inmanente (se involucra y reside con su creación). Él es un Dios personal que busca comunión con su pueblo redimido; castiga la rebelión absoluta con muerte eterna y recompensa la fe y obediencia con vida eterna a través de su Hijo y mediador, Jesucristo. Él es el ser supremo que a la vez es Padre celestial. Él llamó a existencia al inmensurable universo, esta tan al tanto del vuelo de la golondrina, como lo esta del llanto más tenue. Él hizo las galaxias, pero se rebajó al pesebre de Belén. Temblamos ante su majestad, pero buscamos consuelo en su amor incondicional. Él habita más allá de la más remota galaxia, pero no está más lejos de nosotros que el alcance de fe. Este es el Dios de los cristianos. Existen, sin embargo, diferentes puntos de vista sostenidos por aquellos que ignoran la doctrina escritural de Dios.
1. Ateísmo.
El ateo niega la existencia de toda deidad. Él cree que el universo ocurrió por casualidad, o que ha existido siempre y esta sujeto a leyes residentes e impersonales. Pero, ¿es razonable el hombre terrestre que niega la existencia del creador de un universo, cuya vasta expansión no puede explorar más allá de lo que un topo puede explorar la Catedral de San Pablo? En efecto, hay dos tipos de ateos: (1) el ateo filosófico que niega que Dios existe, y (2) el ateo práctico que vive como si Dios no existiera.
2. Agnosticismo.
El agnóstico no niega la existencia de Dios; él niega la posibilidad del conocimiento de Dios. El profesor Huxley, quien inventó la palabra “agnóstico”, tomó el término del altar griego en Atenas referido por San Pablo en Hechos 17:23 que tenía la inscripción “Agnosto Theo” (el dios desconocido). Pero el profesor Huxley no comprendió la intención de la inscripción. El “dios desconocido” ateniense, era el verdadero Dios sobre todas las deidades menores. Esas deidades, en realidad, eran sólo héroes humanos de los comienzos de la historia a quienes los griegos habían elevado a la posición de dioses.
Sócrates y Platón obtuvieron algún conocimiento de la existencia de un ser supremo, solamente que no supieron cómo llamarlo. El agnosticismo es muy popular hoy en día; es un cómodo refugio para aquellos que se creen intelectuales, pero que no quieren tomar una posición de fe en el Dios de las Escrituras. Un sincero y humilde buscador de Dios tarde o temprano lo hallará, porque El no está lejos de ninguno de nosotros.
p 66 3. Materialismo.
El materialista niega la existencia del espíritu, o seres espirituales. Para él toda realidad es solamente materia en movimiento. La mente y el alma humana son sólo funciones del cerebro físico desarrollado a través de billones de años por evolución gradual. No existe la vida después de la muerte; el “cielo” o el “infierno” son sólo estados terrenales de placer o dolor, de éxito o derrota. Si el materialista es constante, no tiene ninguna base real para lamoralidad; hacer el bien es sólo hacer lo que trae el mayor placer al mayor número, pero no hay ninguna otra razón por la que él sienta profunda obligación a ser moral aparte de la pérdida de su propia estima. De acuerdo con el materialista, no hay juicio superior al del nivel humano, el pecado es sólo imperfección.
4. Panteísmo.
Esta es la religión del hinduismo. Dios es simplemente naturaleza, la suma total del sistema universal. El término viene de theos que quiere decir “dios”, y pan que significa “todo.” Los filósofos Spinoza y Hegel fueron los mejor conocidos panteístas europeos. Algunos prominentes teólogos “cristianos” liberales de hoy son en realidad panteístas, y están entre aquellos que no creen en un Dios personal y trascendental. La conversión de muchos a religiones orientales ha revivido al panteísmo en el continente americano. La Biblia no da lugar para esta religión antigua y lúgubre; su mejor esperanza es nirvana, el estado sin deseos, sin pasiones, y sin alma.
5. Politeísmo.
Esta palabra otra vez viene de las dos palabras griegas, poly que significa “muchos” y theos que significa “dios”, la creencia en muchos dioses. En las naciones antiguas, cada fase de la naturaleza estaba gobernada por un dios o una diosa; esto surgió de la adoración de las fuerzas de la naturaleza. Héroes posteriores de tribus fueron elevados a la posición de deidades y gobernaron sobre ríos, lluvia, agricultura, pasiones humanas, varios planetas, estaciones del año, etc. Los vecinos de Israel eran politeístas y a menudo corrompían la adoración de Israel. La Biblia condena fuertemente a este paganismo y su idolatría (Is. 44:9–20). Sin embargo, después de la cautividad babilónica, Israel estuvo virtualmente curado de adoración idólatra.
6. Deísmo.
Deísmo viene del latín deus que significa “dios.” El deísta cree en un Dios trascendente pero “ausente.” Su Dios hizo el universo y el hombre, pero dejó a su creación sostenerse por sí misma mediante leyes naturales. p 67 El Deísmo niega la naturaleza pecadora del hombre y por lo tanto su necesidad de expiación o redentor. El deísmo rechaza todo milagro, al igual que la inspiración divina de la Escritura. Esta percepción de Dios es irracional ya que, ¿por qué crearía un Dios personal al mundo y al hombre sin tener un propósito revelado para el hombre? Los deístas no son numerosos hoy en día.
7. Dualismo.
El dualismo es la doctrina de la existencia de dos reinos opuestos el uno al otro: uno del espíritu y uno de materia; o la doctrina del gobierno del mundo por dos dioses: uno de maldad y oscuridad, y uno de bondad y luz. Zoroastro, un filósofo persa de la época de Moisés, fue el primero en avanzar la idea de dos dioses de igual poder, ninguno de los cuales finalmente triunfa. La Biblia nos enseña lo bueno y lo malo, Dios y Satanás. Pero Dios y su reino triunfarán sobre Satanás al fin de la era: “Volvieron los setenta con gozo diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad … sobre toda fuerza del enemigo …” (Lc. 10:17–19). El libro de Job nos da una imagen de un tipo de dualismo, o conflicto entre las fuerzas de Dios y Satanás, pero de nuevo, Dios y la virtud triunfan.
Los agnósticos y maniqueos en épocas posteriores a la apostólica eran dualistas, enseñando que toda materia era maligna y que sólo un espíritu era bueno. En el Nuevo Testamento, “el mundo” no se refiere tanto a cosas físicas, sino al espíritu de pecado o maldad en una sociedad no regenerada dominada por Satanás. Las cosas materiales pueden ser buenas y útiles cuando se manejan con una dedicada mayordomía. Todas las cosas son nuestras cuando están puestas a los pies de Jesús: “… Porque todo es vuestro; sea … la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” (I Cor. 3:21–23), y “… No sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (I Ti. 6:17).
Hay otro dualismo que enseña que toda aflicción, calamidad, adversidad, pobreza y turbación vienen directamente de Satanás. Sin duda, mucho de ello se deriva del reino de Satanás, y en efecto todo es el resultado de la caída; pero la teoría de que toda adversidad es satánica está contradicho por casi todos los apóstoles, mártires y grandes dirigentes de la iglesia, que hicieron de la adversidad algo que glorifica a Dios. La adversidad es maligna sólo cuando permitimos que Satanás nos derrote con ella. Por otro lado, hay victoria en Cristo a través de todas las experiencias de la vida. San Pablo dijo, escribiéndole a la iglesia en Corinto:
p 68 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará … (II Cor. 1:8–10).
Este es un ejemplo de turbación en la vida de Pablo que Dios usó para su propósito, pero tres veces el apóstol usa la palabra “librar.” Hay fuerzas opuestas en el mundo y el creyente está en el medio de la batalla, pero nosotros estamos del lado ganador: “… Porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (I Jn. 4:4) ¡Amén!
IV. LOS NOMBRES DE DIOS
Webster define “nombre” como “eso por lo cual una persona u objeto es conocido.” Los hebreos pensaban en los nombres como una revelación que encerraba algún atributo o característica de la persona nombrada. Por ejemplo, el nombre “Adán” significa “de la tierra” o “sacado de tierra colorada”; su nombre revelaba su origen. Hay un número de nombres para Dios en las Escrituras, pero ningún solo nombre, o aún la multiplicidad de nombres, pueden revelar todos sus atributos.
Dios se agrada en revelar sus atributos y naturaleza, especialmente aquellos que conciernen a nuestra relación con Él. Es reconfortante saber que hay una relación con Dios, revelada por uno de sus nombres, que corresponde a toda necesidad de sus hijos. Es la meta de la teología definir, hasta donde sea posible, cuales son esas relaciones. El estudio de los nombres de Dios nos ayudará significativamente a alcanzar esa meta.
A. ELOHIM
Elohim es plural y Eloah es singular. El nombre Elohim es el primer nombre utilizado en la Escritura para describir a “Dios.” “En el principio creó Elohim los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Este nombre es usado alrededor de 2.500 veces en el Antiguo Testamento. La raíz de su significado probablemente es “el fuerte y poderoso.” E.B. Smick, escribiendo en la Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible (Enciclopedia Pictórica Zondervan de la Biblia) dice: “Hay muchas sugerencias para el significado de la raíz pero no hay consenso, probablemente relacionado con El que significa ‘poderoso’ o ‘fuerte.’ Una palabra hebrea muy comúnmente usada p 69 para Dios, dios, ángeles, o magistrados.” La forma singular Eloah, en la misma obra de referencia, está definida de la siguiente manera: (‘Dios,’ singular de Elohim, q.v.). Es usada cuarenta y un veces en Job (reemplazando Elohim) y dieciséis veces en otras partes. Estos casos son principalmente poéticos y se refieren al verdadero Dios excepto en II Crónicas 32:15; Daniel 11:37–39; y Habacuc 1:11 (cf. Job 12:6). El nombre Elohim, como la palabra “Dios” en español, puede referirse al verdadero Dios o a cualquier objeto de adoración, o aun a dignatarios humanos. Casi siempre, cuando es usado junto a un artículo definido, está aplicado al único verdadero Dios de Israel.
El uso de la forma plural para Dios (Elohim) con el artículo singular necesita alguna explicación. Algunos doctos definen la palabra como el plural de majestad o entereza. Puede haber algo de cierto en esta explicación, pero queda corta en ser un completo y satisfactorio recuento de su uso en la totalidad de la Escritura. A la mayoría de los eruditos conservadores, da una clara indicación de la trinidad en unidad. Leemos de una obra de referencia moderna de la Biblia: “La terminación plural es usualmente descrita como un plural de majestad … pero una mejor razón puede ser vista en la Escritura misma donde, en el primer capítulo de Génesis se encuentra la necesidad de un término que transmita la unidad del único Dios y, además, permita la pluralidad de personas (Gn. 1:2, 26).” Y otra vez, “Más probable es el punto de vista que Elohim venga de Eloah como un desarrollo original de las Escrituras hebreas y presente principalmente la pluralidad de personas en la trinidad de la deidad.” (Se dirá más acerca de la trinidad en la sección VII).
1. EL: “Dios, dios, poderoso, fuerza” (Dt. 32:4).
Este es un nombre muy antiguo para Dios (probablemente relacionado en origen a Eloah y Elohim, pero sobre el cual los eruditos no están de acuerdo) que se encuentra de alguna forma en todos los idiomas semitas. Puede tener varios significados, pero en la Biblia, generalmente se refiere al verdadero Dios de Israel. El, como nombre divino, no aparece frecuentemente solo, pero casi siempre está usado en composición con otros términos, tales como El Elyon, El Shaddai, etc. También ocurre en nombres comunes como Daniel, significando “Dios es mi juez.” Es interesante que p 70 este nombre al igual que la mayoría de los nombres divinos comunes, se encuentra en el capítulo 32 de Deuteronomio.
2. EL ELYON: (Dt. 32:8) “El Altísimo” (De alah que significa “ascender”).
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo [El Elyon], sacó pan y vino, y le bendijo diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo [El Elyon], creador de los cielos y la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo [El Elyon] que entregó tus enemigos en tu mano. (Gn. 14:18–20)
Fue el Dios altísimo que amó de tal manera al mundo que envió a su Hijo para redimimos, quien es nuestro sumo sacerdote para siempre siguiendo la orden de Melquisedec (Heb. 6:20). El Salvador se rebajó al nivel del pecador más culpable: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre …” (Fil. 2:9). Él está a la diestra del altísimo Dios.
3. EL OLAM: “El Dios eterno.”
El pensamiento representado por este nombre no fue sólo la eterna duración de Dios, sino también su eterna fidelidad. Como está registrado en Génesis, Abraham llama a Jehová, “Jehová Dios Eterno”, que guarda sus pactos (Gn. 21:33). El salmista, pensando en Dios como un eterno refugio, dijo, “Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios [Él]” (Sal. 90:1, 2). Isaías, el profeta mesiánico, exhortó al pueblo en un momento de incertidumbre: “Confiad en Jehová perpetuamente porque en Jehová el Señor [Jehová] está la fortaleza de los siglos” [lit. “Roca eterna”] (Is. 26:4).
Adam Clarke comenta sobre Isaías 26:4: “¿No se refiere esto a los eternos arroyos de la roca en el desierto? Esa roca era Cristo.”
4. EL SHADDAI: “El Dios todopoderoso.”
“Era Abram de edad noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo, yo soy el Dios Todopoderoso [El Shaddai]; anda delante de mí y sé perfecto” (Gn. 17:1). (Ver también Gn. 28:3, 35:11, 43:14, 48:3; Ex. 6:3; Ez. 10:5). La forma compuesta, El Shaddai, se encuentra siete (7) veces; la palabra sola Shaddai significando “el Todopoderoso” se p 71 encuentra cuarenta y un (41) veces y treinta y un (31) veces en Job solamente. Algunos comentaristas antiguos tomaron la palabra Shaddai como derivada de shad que significa “pecho”, dándole al divino nombre el significado de “El que satisface” o “El todosuficiente.” Esta opinión parece haber sido derivada de una traducción incorrecta en la versión griega de la septuaginta. Casi todos los eruditos ahora derivan la palabra shad de la palabra que significa “montaña”, de ahí “El Todopoderoso”, que es su significado obvio en Génesis 17:1, donde aparece por primera vez el nombre. El énfasis procedente de este nombre es la omnipotencia de Dios.
B. ADONAI
Adonai (Plural) y Adon (singular) se traducen como “Señor”, “amo”, “dueño”, o “governante”. Este nombre está expresado en los siguientes textos: “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas Abram, yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram, Señor Jehová [Adonai Jehová] ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo …?” (Gn. 15:1, 2).
La palabra Adonai es usada en el Nuevo Testamento griego, muy semejante al sentido que nosotros damos a la palabra española “Señor.” Puede referirse a una persona que es un amo, dueño o gobernante; o al Señor Dios, porque El es el amo y dueño de todo: “Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor [Adonai], y se fue …” (Gn. 24:10) “Se rió, pues, Sara entre sí diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor [Adonai] ya viejo?” (Gn. 18:12). Pedro se refiere a este versículo: “como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor [kurios]…” (I P. 3:6). Al creyente se le debería recordar que cuando llamamos a Jesús “Señor” lo estamos reconociendo como nuestro amo. Llamar a Jesús “Señor” y no obedecerle es una contradicción en lenguaje y en conducta.
C. JEHOVÁ O YAHVEH
Jehová es el nombre personal de Dios en su relación como redentor:
Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿Qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros. Además, dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, este es mi memorial por todos los siglos. (Ex. 3:13–15).
p 72 Este nombre personal también aparece en Exodo 6:2, 3: “Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy Jehová. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente [El Shaddai], mas en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos.”
Jehová es el nombre para el Señor Dios que sucede con mayor frecuencia en el Antiguo Testamento (5.321 veces). La verdadera forma hebrea de la palabra era YHWH (el alfabeto hebreo no tiene vocales). En realidad no sabemos como los hebreos pronunciaban el nombre (probablemente Yahweh, la traducción griega es iaoue). Los mandamientos prohibían usar el nombre del Señor en vano. Temiendo pronunciar el nombre de Yahweh, los hebreos substituyeron el nombre en la lectura por la palabra Adonai. Con el correr de los siglos, olvidaron como pronunciar Jehová o Yahweh; y cuando los doctos finalmente inventaron los “puntos vocales” para el escrito hebreo, dieron a Jehová los puntos vocales para Adonai, sin saber cuales habían sido los sonidos vocales originales.
Los eruditos difieren sobre la etimología del nombre Jehová (YHWH), pero seguramente proviene de una forma del verbo “ser.” Esto parece ser claro en la declaración de Dios a Moisés que “Yo soy” lo había enviado. “Yo soy el que soy” parece ampliar el nombre de una forma que podría significar “El que existe eternamente.” Jesús parecía identificarse con el nombre cuando dijo a los judíos, “Antes que Abraham fuese, Yo soy” (Jn. 8:58). Podría significar: “Yo soy el camino y la verdad y la vida” (Jn. 14:6), “Yo soy la luz” (Jn. 8:12), “Yo soy el pan de vida” (Jn. 11:25) Es por esta razón que con gozo cantamos el himno “Él es todo para mí”, o “Cuan grande es Él.”
Una forma abreviada de Jehová, Jah se encuentra cuarenta y ocho (48) veces en el Antiguo Testamento (primero en Ex. 15:2). Tiene el mismo significado que Jehová. Ocurre mayormente en los salmos y se usa siempre en el contexto de alabanza: “… Exaltad al que cabalga sobre los cielos. Jah es su nombre …” (Sal. 68:4).
D. HA TSUR—“LA ROCA.”
El nombre metafórico para Jehová, Ha Tsur, se encuentra cinco (5) veces en el capítulo 32 de Deuteronomio: “Él es la Roca, cuya obra es perfecta …” (Dt. 32:4). El término enfatiza la inmutabilidad de Dios, la roca de los siglos. (Ver también Dt. 32:15, 18, 30, 31; Is. 17:14, 26, 32:2, 51:1; Sal. 19:14). San Pablo dijo, “Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (I Cor. 10:4). (Ver también Ex. 17:6).
P 73 E. LOS NOMBRES COMPUESTOS DE JEHOVA.
Ya que Jehová es el nombre del pacto de Dios que expresa relación personal (Ex. 19: 3–6), es natural que su nombre este compuesto de otros términos que identifican y hacen específica esa relación.
1. JEHOVA-ELOHIM.
“Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios [Jehová-Elohim] hizo la tierra y los cielos …” (Gn. 2:4). Este nombre identifica a Jehová con la creación de todas las cosas. El Dios trino de la creación es también el redentor de su pueblo.
2. JEHOVA-YIREH.
“Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá [Jehová-Yireh]. Por tanto, se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto” (Gn. 22:14). Dios proveyó un sustituto para Isaac, para que él pudiera ser libre. De la misma manera, Dios ha provisto para nosotros, una vez y para todos, un sustituto, el Cordero de Dios. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Rom. 8:32).
3. JEHOVA-RAFA.
“Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” (Ex. 15:26). Jehová revela aquí su relación personal como el sanador de su pueblo. Ya que la promesa estaba relacionada con enfermedades físicas, la sanidad también debe ser sanidad física. Hay un número significativo de sanidades físicas en el Antiguo Testamento que demuestran este atributo. Sin embargo, la promesa estaba condicionada sobre la obediencia, lo que explica porque las sanidades no eran más comunes. Gran parte del ministerio de Cristo y sus apóstoles fue ministrar sanidad física. La iglesia ha sido dotada de “dones de sanidades” (I Cor. 12:9) y la condición de obediencia todavía se aplica al pueblo de Dios.
4. JEHOVA-NISI.
“Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-Nisi…” (Ex. 17:1). Los israelitas acababan de ganar la victoria en la batalla contra Amalec. Aaron y Hur habían sostenido en alto las manos de Moisés hasta el atardecer, y mientras lo hicieron Israel prevalecía. Para conmemorar la victoria, se construyó un altar y lo llamaron Jehová-Nisi (Ex. 17:8–15). El p 74 Señor es nuestra bandera de victoria en la batalla, “y su bandera sobre nosotros es amor” (Ver Cnt. 2:4).
5. JEHOVA-SHALOM.
“Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-Shalom [Jehová es paz]” (Jue. 6:24). Cuando Dios estaba llamando a Gedeón a dirigir a Israel a la victoria sobre los madianitas, un ángel se le apareció y llevó a cabo un milagro.
Gedeón supuso que moriría como resultado. Jehová le aseguró que viviría y dirigiría a Israel al triunfo. Jehová fue paz para él, aún antes de que comenzaran las batallas. Shalom (paz) significa prosperidad, salud, bienestar, y fe en el enfrentamiento de la aflicción. Jesús dijo, “Mi paz os doy” (Jn. 14:27). (Ver también Ef. 2:15, 16).
6. JEHOVA-RAAH.
“Jehová es mi pastor, nada me faltará” (Sal. 23:1). Para Israel era de consuelo pensar en Jehová como el gran pastor de sus rebaños, quien proveía pastos tan delicados que nadie necesitaba sufrir necesidad. Que certidumbre hay para el creyente cristiano en las palabras de Jesús, “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn. 10:11). Y, “cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (I P. 5:4).
7. JEHOVA-TSIDKENU.
“En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jer. 23:6). San Pablo escribió concerniente a Jesús nuestro Salvador: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justicia, santificación y redención …” (I Cor. 1:30).
8. JEHOVA-SABAOTH.
“¿Quién es el Rey de gloria? Jehová de los ejércitos [Jehová-Sabaoth], Él es el Rey de gloria” (Sal. 24:10). (Ver I Sam. 1:3) Eliseo encontró que Jehová de los ejércitos rodeaba a su pueblo en épocas de ataques del enemigo (II R. 6:13–17).
9. JEHOVA-SHAMA.
“En derredor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-shama [Jehová está allí]” (Ez. 48:35). ¡Qué fortalecedor es saber que el Dios trascendente que creó el vasto universo es también el inmanente Dios, eternamente presente con su pueblo! El p 75 escritor de Hebreos declaró: “… porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Heb. 11:5, 6).
F. NOMBRES DE DIOS EN EL NUEVO TESTAMENTO.
1. Theos.
“En el principio era el Verbo [logos], y el Verbo era con Dios [Theos], y el Verbo era Dios [Theos]” (Jn. 1:1). La palabra griega theos, como Elohim puede significar “Dios” o “dioses.” Es la palabra usual para “Dios” en el Nuevo Testamento.
2. Kurios.
“Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor [Kurios], para gloria de Dios [Theos] Padre [Pater]” (Fil. 2:11). Los tres nombres divinos del Nuevo Testamento son mencionados en el versículo de arriba. Kurios es como Adonai en el Antiguo Testamento.
3. Pater.
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre [Pater] nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mt. 6:9). También, “… habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos¡: Abba Padre!” (Rom. 8:15). Abba era la palabra aramea para “padre”; fue la palabra que Jesús usó en la oración del jardín de Getsemaní. ¡Qué privilegio que, por la obra redentora de Cristo, podemos llamar al omnipotente como nuestro Padre celestial!
V. LOS ATRIBUTOS DE DIOS
Escribir sobre los atributos del Dios infinito es una tarea seria. Sin embargo, podemos indagar la Palabra de Dios con la certeza de que en las inspiradas Escrituras tenemos la revelación de Dios, de El mismo a nosotros. Dios nos ha revelado esas perfecciones y excelencias de su naturaleza que Él juzga como esenciales para nuestra redención, adoración, y comunión con Él. Este puede ser uno de los más interesantes estudios en el reino de la doctrina bíblica. ¿Quién no se siente maravillado y conmovido al leer tales palabras como las siguientes, de la pluma inspirada del profeta Isaías:
¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por su nombre; ninguno faltará; tal es la grandeza de su fuerza y el poder de su dominio. ¿Por qué p 76 dices, olí Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mí Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance (Is. 40:25–28).
Tales expresiones lo engrandecen a la vez como creador y proveedor; revelan su poder, sabiduría, providencia e inmutabilidad. Esto no es sino una porción de un capítulo del Antiguo Testamento. Cuando sumamos el Nuevo Testamento y la revelación de Dios en su Hijo Jesucristo, tenemos una fuente rica y viviente de la cual entendemos las “propiedades” y “virtudes” de nuestro Dios.
No es fácil categorizar los atributos de Dios. Hay claramente dos clases generales, pero palabras propias para distinguirlos son difíciles de encontrar. Una clase sólo la posee Dios; otra clase, la puede poseer el hombre hasta cierto punto. La clase que tiene sólo Dios, la llamamos atributos absolutos. La clase que puede ser compartida con nosotros, la llamamos atributos morales.
A. ATRIBUTOS ABSOLUTOS.
1. Existencia propia.
“Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo …” (Jn. 5:26). Dios es la fuente absoluta de toda vida y ser, la causa sin causa. El no es uno en una serie de emanaciones, como muchos han equívocamente enseñado. Él es el eterno Dios viviente, creador de todos los seres y las cosas que han existido jamás: “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:17). Dios no depende de ninguna fuente para su ser o esencia; por lo tanto tiene existencia propia.
2. Inmutabilidad.
“Porque yo Jehová no cambio …” (Mal. 16). “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Stg. 1:17).
De nuestro Señor Jesucristo nos encanta citar: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Heb. 11:8). Las cláusulas “en el cual no hay mudanza” y “Jesucristo es el mismo”, son incondicionales; por lo tanto, la invariabilidad e igualdad están aplicadas a todos los atributos divinos. Es muy reconfortante para el creyente saber que los pactos y promesas de Dios son tan confiables como los fundamentos del cielo. En la oración de Salomón en la dedicación del templo, él declaró, “Bendito sea Jehová que p 77 ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo ha faltado” (I R. 8:56).
El hombre varía de día en día, su obediencia no es constante. Las acciones y actitudes negativas del hombre pueden disminuir la experiencia de bendiciones condicionales para él, pero esto no contradice la fidelidad de Dios. A través de la boca de Malaquías, Dios habló en son de reproche y exhortación: “Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mi, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos [Jehová-Sabaoth]” (Mal. 3:7). San Pablo, quizá más que ninguno otro, expresa el invariable amor de Cristo: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 8:38, 39).
3. Eternidad.
“Por lo tanto al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (I Ti. 1:17).
El majestuoso nombre de Dios dado a Moisés en Exodo 3:14, “Yo soy el que soy”, lo revela como ser sobre el tiempo. El salmista exclamó, “… Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” (Sal. 90:2b). Su existencia, para expresarlo desde una perspectiva humana, es desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Juan el apóstol cita respecto al Señor: “Yo soy el Alfa y La Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Ap. 1:8). Las mismas declaraciones de eternidad brotan de la boca de Jesús en Apocalipsis 22:13. El eterno Dios es el dador de vida eterna a través de su eterno Hijo: “El que tiene al Hijo, tiene la vida …” (I Jn. 5:12).
4. Omnipresencia.
“¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultará alguno dice Jehová en escondrijos que yo no vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?” (Jer. 23:23, 24). Salomón estaba consciente de la inmensidad y omnipresencia de Dios cuando oró, “He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?” (I R. 8:27b).
Dios está presente en todo lugar. Sin embargo, está en lugares específicos en manifestación. Se encontró con Moisés en la zarza ardiente en el monte. Él está en su templo y, sin embargo, el templo no lo puede contener. Él está en los cielos y, sin embargo, llena los cielos y la tierra. Él está p 78 en su trono donde Jesús intercede a su diestra y, sin embargo, ha prometido “… he aquí yo estoy con vosotros todos los días …” (Mt. 28:20). Él está en todas partes y, sin embargo, ha prometido estar donde dos o tres estén congregados en su nombre.
Dios está en todo lugar, pero no en todo punto en el mismo sentido. El no está dentro de todo (eso es panteísmo), pero Él está presente en todo lugar. Que gran bendición es que Él esté en todo lugar donde los creyentes oran, adoran o sirven. Es igualmente cierto que cualquiera que invoque el nombre del Señor será salvo, no importa donde esté sobre la faz de la tierra.
La presencia de Dios está en su iglesia de una forma especial a través de la obra del Espíritu Santo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre … mora con vosotros y estará en vosotros” (Jn. 14:16, 17). Dondequiera que la iglesia vaya, el Espíritu Santo está presente. Dondequiera que se predique el evangelio, el Espíritu Santo “… convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8).
5. Omnisciencia.
Oh, Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentame y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová tú la sabes toda (Sal. 139:1–4).
Dos aspectos de la total sabiduría de Dios son enfatizados en las Escrituras.
5.1. Dios tiene conocimiento de todo lo que ocurre en todo lugar.
El hombre no puede esconder ni sus hechos ni sus pensamientos de Dios. Si la deshonestidad y el engaño de Giezi le eran conocidos al profeta de Dios, de ninguna manera estaban escondidos del omnisciente (II R. 4:20–27). Dios sacó a la luz en juicio, los engañosos planes de Ananías y Safira (Hch. 5:1–11). En las cartas a las siete iglesias de Asia, el Señor describe claramente no sólo sus acciones, sino también sus condiciones espirituales internas (Ap. 2:1–3:22). Todas las cosas son conocidas por Él.
5.2. Dios es totalmente sabio en sus planes y propósitos.
Él conoce todas las cosas desde el principio. Él, en su sabiduría ha planeado la redención de su pueblo, la construcción de su iglesia, y el triunfo de su reino. Por ejemplo:
Que hizo abundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según Su p 79 beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo … (Ef. 1: 8–10).
Y de aclarar a todos cual sea la dispensación del ministerio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor (Ef. 3:9–11).
Es estimulante saber que Dios en su sabiduría ha hecho planes que llevará a cabo, a pesar de la libertad de elección y voluntad que él le permite ejercer al hombre. Y cuando nosotros le amamos, en su sabiduría, Él obra para que todas las cosas nos ayuden a bien (Rom. 8:28).
6. Omnipotencia.
“¡Oh Señor Jehová! He aquí que tu hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti…” (Jer. 32:17).
Algunos han tratado de encontrar una contradicción en la omnipotencia de Dios porque se dice que hay algunas cosas que El no puede hacer, tales como: mentir, pecar, negarse a sí mismo, y humorísticamente, hacer una roca tan grande que El no pueda levantar. Esto no es una limitación de su poder, sino una limitación propia de su voluntad. Dios no hará lo que es contrario a su naturaleza, ni lo que es una contradicción en términos.
6.1. La grandeza del poder de Dios está vista en su obra creada.
La amplitud del universo hace titubear nuestra imaginación, y los reinos microscópicos y sub-microscópicos son casi igualmente complejos. Si pensamos cuan temerosa y maravillosamente está hecho el cuerpo humano, quedamos atónitos delante del Dios omnipotente. Su poder creativo es a la vez inmensurable e incomprensible. Pero, más allá de esto, está el eterno mundo jamás visto “… las cosas que se ven son temporales [pasarán]; pero las cosas que no se ven [la realidad espiritual] son eternas” (II Cor. 4:18).
6.2. El poder de Dios es visible en su soberano reino sobre todo.
“He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas …” (Is. 40:15). La profecía bíblica concerniente a los destinos de las naciones ha tenido un maravilloso cumplimiento, mostrando que Dios en verdad reina en los asuntos de los reyes y de los gobernadores humanos. “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo; y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?” (Dn. 4:35).
p 80 El libro de Daniel es un comentario elocuente de la soberanía de Dios sobre los reinos terrenales, los cuales son representados como bestias o parte de una imagen. La manera en que Dios sacó a los hijos de Israel de Egipto, llevándolos a la tierra prometida, otra vez demuestra que no hay nada demasiado difícil para Dios (Gn. 18:14).
6.3. Otra demostración de poder divino es la iglesia de Jesucristo.
Dios tomó doce discípulos aparentemente ordinarios, los llenó con el Espíritu Santo, y con ellos “trastornó el mundo entero” (Hch. 17:6). Esa iglesia está bien, viva veinte siglos más tarde y al borde de un avivamiento mundial.
6.4. La resurrección de Jesús de entre los muertos demuestra el poder de Dios sobre el reino de la muerte y la tumba.
Junto con Cristo, Dios nos ha levantado y nos ha sentado junto con Él en lugares celestiales (Ef. 1:16–19): “Para que sepáis … cual [es] la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo resucitándole de los muertos” (Ef. 1:18–20a).
6.5. Dios es soberano sobre ángeles y sobre Satanás mismo.
Dios reina en el cielo, sobre la tierra, y debajo de la tierra. El que hizo todas las cosas y gobierna todos los reinos, puede tratar cualquier problema que acosa a su pueblo.
7. Soberanía.
Bajo el título anterior, ya hemos discutido la soberanía de Dios sobre las naciones y el reino invisible. En este punto, una consideración especial debe dársele a la antigua controversia sobre la soberanía de Dios ante el libre albedrío del hombre. San Pablo escribe en Efesios: “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos, según el puro afecto de su voluntad…” (Ef. 1:4, 5). Este pasaje parece inferir que todo resulta de la voluntad de Dios.
Por otro lado, Juan, en el capítulo veintidós de Apocalipsis, cita a Jesús en su última apelación al hombre: “Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17b). Este pasaje dice claramente que el agua de vida está disponible para cualquiera, sobre la base de elección y libre albedrío humano. Indiscutiblemente, las doctrinas de elección y predestinación están en la Biblia. Por otro parte, tenemos las palabras de Jesús mientras lloraba sobre Jerusalén, “¡Jerusalén, Jerusalén … cuántas veces quise juntar a tus hijos … y no quisiste!” (Mt. 23:37). Otra vez, “y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Jn. 5:40). Y otra vez, “Todo aquel que en él cree no se pierda mas, tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
p 81 En verdad, la Biblia enseña ambas posiciones. Dios es soberano, pero no arbitrario; el hombre tiene libre elección y voluntad con ciertas limitaciones. Nuestra incapacidad de reconciliar las dos posiciones no hace que una posición u otra sea falsa. Nuestra incapacidad de ver como ambas cosas pueden ser ciertas al mismo tiempo, se debe a nuestra finita comprensión humana. Dios puede ser soberano sin violar la libertad esencial del hombre. Toda verdad divina en cierto sentido nos es paradójica, porque nuestra visión de realidad es sólo en parte, a lo sumo 180 grados. La verdad divina es un círculo completo, 360 grados. Samuel Fisk cita a Charles Spurgeon quien dice: “Hermanos, sean prontos a ver los dos lados del escudo de verdad. Elévense sobre la niñez que no puede creer dos doctrinas hasta que ve el anillo conector. ¿No tienes dos ojos, hombre? ¿Te es necesario apagar uno para que puedas ver claramente?
El Dr. R.A. Torrey, en el siguiente pasaje, presenta una “presciencia” como la base para reconciliar la predestinación con la libertad de elección del hombre. Él escribe:
Las acciones de Judas y de los demás fueron tomadas en el plan de Dios, y por lo tanto hechas parte de él. Pero esto no significa que estos hombres no eran perfectamente libres en su elección. No obraron como lo hicieron porque Dios sabía que lo harían; el hecho de que lo harían era la base sobre la cual Dios lo sabía. La presciencia no determina las acciones del hombre más su conocimiento posterior. El conocimiento está determinado por el hecho, no el hecho por el conocimiento … Dios sabe desde la eternidad que hará cada hombre, si dará lugar al Espíritu Santo y aceptará a Cristo, o si resistirá al Espíritu y rehusará a Cristo. Aquellos que lo recibirán están destinados a la vida eterna. Si alguno se pierde es simplemente porque no querrá venir a Cristo y por lo tanto obtener la vida eterna (Jn. 5:40). El que quiera puede venir (Ap. 22:17), y todo el que viene será recibido (Jn. 6:37).
P 82 B. ATRIBUTOS MORALES.
A algunos atributos les llamaremos morales, porque han sido compartidos hasta cierto punto, con el hombre redimido, y conciernen al carácter y conducta. Todos hablan de la bondad de Dios.
1. Santidad.
Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros, por tanto, os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra. Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo (Lv. 11:44, 45).
Dios es un Dios santo, y requiere santidad de su pueblo. Webster define santidad de la siguiente manera: “Dedicado a uso religioso; perteneciente a o venido de Dios; consagrado, sagrado; espiritualmente perfecto o puro; inmaculado de maldad o pecado; sin pecado, santo.”
La palabra hebrea para “santo” es quadosh; está definida en Old Testament Word Studies (Estudio de Palabras del Antiguo Testamento) de la siguiente manera: “Atribuido a todas esas cosas que de cualquier manera conciernen a Dios, o su adoración; sagrado; libre de mancha de vicio, idolatría, y otras impurezas y cosas profanas.”
La palabra griega es hagios, que se define de la siguiente manera en el léxico griego: “Dedicado a Dios, santo, sagrado; reservado para Dios y su servicio; puro, perfecto, digno de Dios, consagrado.”
La idea básica de santidad, como está aplicada a Dios, es la de separación y exaltación; absoluta perfección de carácter. La visión de Dios de Isaías acentúa estas cualidades:
… vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines … y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria … Entonces dije: ¡Ay de mí! … siendo hombre inmundo de labios … han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos (Is. 6:13).
p 83 El Dios santo estaba sobre todo, gobernando como rey y dueño de todas las cosas, Jehová Sabaoth en majestuosa gloria, recibiendo la adoración del serafín que engrandecía su santidad; ante cuyas perfecciones el profeta clamó atónito y arrepentido por sus pecados. Antes de que contemplemos los otros atributos morales de Dios, el siguiente es el concepto que debiéramos tener de Dios: Las Escrituras mencionan con mayor frecuencia lo que se refiere a la santidad de Dios que lo que se refiere a su poder total, sabiduría y omnipresencia en combinación. Las Escrituras establecen la santidad de Dios mucho antes de presentar su amor. Exodo, Levítico y Números repetidamente describen al Dios de santidad. No es hasta que llegamos a Deuteronomio 7:79 que encontramos una clara declaración de su amor, y esto se encuentra en un contexto de santidad que inspira un profundo asombro.
Aplicado a hombres y cosas, el principal significado de santidad es dedicación y consagración, la cualidad de ser separados para Dios. Las cosas dedicadas exclusivamente a Dios o su adoración y servicio son santas. Cualquier cosa es santa cuando le pertenece por completo a Dios, tal como su templo con utensilios y amoblamientos. Santo era el pueblo de Dios. A Israel se le llama nación santa. En el Nuevo Testamento, los miembros del pueblo del Señor son llamados “santos” (Rom. 1:7).
Más tarde, santidad también significó separación de toda contaminación y forma de idolatría. En la época de Isaías, la injusticia había llegado a ser una violación de santidad tan grande como la delincuencia en la adoración y los sacrificios (Is. 1: 1–20). El Dios santo fue provocado mayormente para con Israel por el adulterio a deidades paganas.
En los días del Nuevo Testamento, el énfasis se trasladó más hacia la pureza de la vida interior y la separación del mundo. (Ver Rom. 6:19–22, 11:1, 2; II Cor. 7:1; Ef. 4:24; I Tes. 3:13, 4:7; Tit. 2:3; Heb. 12:10, 14; I P. 1:15, 16; II P. 3:11). A través de su vida cristiana el creyente está siendo santificado por la palabra y el Espíritu Santo, porque es el propósito de Cristo presentarnos a sí mismo y al Padre sin culpa, en santidad. Un Dios Santo tendrá un pueblo santo: “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (I P. 1:15, 16).