Por qué Jesús todo lo hace bien
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INTRODUCCION
En algunas ocasiones se puede encontrar todavía a personas que ante la necesidad de otros, procuran ayudarle a hallar una solución.
Motivados por una buena intención, si ellos mismo no tienen cómo resolver el asunto, lo remiten a otra persona que sí pudiera ayudarle.
En mi país se usa el termino de “palanca”; es decir, una persona que está en la posición de ayudar a otro que no conoce, pero que un tercero intercede a su favor.
Quizás tu empleo actual es el resultado de una “palanca”. Quizás tu cónyuge actual es el resultado de una palanca (ese es mi caso:).
Y cuando la “palanca” resuelve a más de un caso por el que intercedemos, entonces ocurren dos cosas: Una, le alabamos diciendo: “este es un palancón”. Y luego procuramos conservarla lo mas posible; nos volvemos un poco selectivos a la hora de escoger a la persona por la cual intercedemos ante “la palanca”; no queremos “quemar” el contacto, decimos.
En resumen, intercedemos ante una persona en favor de alguien necesitado porque creemos que esa persona le puede ayudar.
En el texto de hoy tenemos precisamente este mismo cuadro (salvando la diferencia entre nuestro concepto de “palanca” y nuestro bendito y santo Señor Jesús).
Aquí tenemos un hombre enfermo que necesita ayuda y un grupo de gente que sin poder ayudarle interceden a su favor ante Jesús, porque ellos creen que Jesús sí lo puede ayudar.
La pregunta que quisiera desarrollar hoy es: ¿Por qué pudo Jesús ayudarle? ¿Puede aun hoy seguir Jesús ayudando? ¿Por qué podemos afirmarlo?
TBB: Marcos 7.31-37
Como decíamos, aquí tenemos un ejemplo de la intercesión de alguien a favor de una persona necesitada que nadie más puede ayudar.
Este cuadro en el evangelio no es nuevo. Marcos nos deja ver algunos ejemplos a lo largo de su evangelio.
· Los amigos del paralítico que lo traen a Jesús desde el techo de una casa porque creen que Él le puede ayudar.
· El hombre llamado Jairo que intercede ante Jesús por su hijita enferma y que finalmente muere, (Marcos 5.23 usa la misma frase en ambas historias: “pon sus manos sobre…”).
· Y en el texto de hoy vemos a la gente que intercede a Jesús por un hombre enfermo.
OT: A la luz de la Escritura hoy quisiera que prestemos atención, en primer lugar, a la actitud de Amigos que interceden por ayuda a favor de un hombre necesitado.
Luego miremos la respuesta de Jesús a la petición.
Por último, reflexionemos en lo que para mí es la esencia de este pasaje: es decir, el verdadero alcance de la respuesta de Jesús. ¿Por qué pudo Jesús responder a la intercesión de la gente?
Veamos en primer lugar…
I. AMIGOS QUE INTERCEDEN POR AYUDA (7.32).
A. Veamos el hecho en sí. Vienen ante Jesús. “Le trajeron a uno…”.
Según Marcos, estas gentes que vienen a Jesús son de Decápolis, en los alrededores del mar de Galilea, y le traen un hombre enfermo.
B. Veamos la condición del hombre. “que era sordo y que hablaba con dificultad,”
Este era un hombre, al igual que la mujer siro-fenicia, era gentil.
La condición de este hombre es una de las más tristes que una persona puede experimentar por la soledad que implica.
Una soledad continua de día y de noche. Un silencio espantoso que le impide escuchar ya sean palabras de animo, o expresiones de amor de su familiares o amigos, o palabras de instrucción y tanto mas en una época de escases literaria en la gente común.
Un hombre que al no poder oír, apenas puede comunicarse. No es mudo totalmente, pero no puede comunicarse con claridad.
¡Cuánta angustia, y quien sabe por cuantos años, cautivaba a este hombre!
C. Y veamos cuál era la petición. “y le rogaron que pusiera la mano sobre él.”
Literalmente, le suplicaron… pusiera “sus manos” encima de él.
Evidentemente para ellos Jesús transmitía confianza.
Es muy posible que esto haya ocurrido en el territorio de los gadarenos; el mismo lugar donde recordaremos habían echado a Jesús cuando al liberar a un hombre poseído por una legión de demonios, estos condujeron a un montón de cerdos a caer por un precipicio al mar y ahogarse.
Si este es el mismo territorio, entonces ocurrió un gran cambio de actitud en ellos.
Posiblemente el testimonio del ex-endemoniado de Gadara debe haber sido útil porque esta vez, lejos de pedirle a Jesús que se fuera, la gente creyó que Jesús podría ayudar al hombre por el cual intercedían para que le sanara.
La gente acudía a El no sólo por sus propias desgracias, sino también intercedían ante El a favor de otros porque sabían que Jesús podía ayudarles.
No deja de resaltar la confianza de esta gente en Jesús.
Pero no perdamos de vista la pregunta inicial que hicimos: ¿Por qué pudo Jesús ayudarle? ¿Seguirán Jesús hoy en día inspirando igual confianza?
¿Por qué podemos afirmarlo?
OT: Veamos ahora,
II. LA RESPUESTA DE JESÚS A LA PETICIÓN DE AYUDA (7.33-35).
A. Veamos lo afectivo de la respuesta (v.33ª).
Jesús tomó al hombre y lo llevó lejos de la multitud.
B. Vemos no sólo lo afectivo de la respuesta, sino también lo compasiva de la respuesta (v.34).
Me atrevo a decir que es esa compasión que la gente siempre veía en Jesús lo que les inspiraba a venir en busca de ayuda.
Incluso esa compasión les daba la confianza de interceder ante El por otros también.
Veamos esa compasión en la siguiente frase (v.34):
a) Levantando lo ojos al cielo = esta frase describe el lamento y el pesar por la condición de aquel hombre, pero no sólo por él, sino también por todos los hombres, por el efecto masivo de la caída.
Nehemías ilustra esta frase en Neh 1.4.
El historiador Judío Josefo describe esta escena con las siguientes palabras: “Al oír estas nuevas, Nehemías rompió a llorar, movido a piedad por las calamidades de su pueblo, y levantando los ojos al cielo dijo: —¿Hasta cuándo tolerarás, oh Señor, que nuestro pueblo esté tan oprimido? Hemos llegado a tal extremo que somos botín y presa para todos.
Es la misma compasión que Jesús manifiesta al levantar sus ojos al cielo.
b) Junto con la mirada alzada al cielo, Jesús Suspiró profundamente; lo cual es una señal de aflicción.
Una traducción mejor sería: “él gimió”, lo cual implica un “dolor en lo profundo del alma, malestar o disgusto vocalmente; casi siempre inarticulado.”
Este tipo de conmoción en Jesús revela algo más que la sanidad inmediata de este hombre. Revela la predisposición en Jesús ante el dolor humano.
Donde quiera que se usa esta frase en los evangelios se puede ver a Jesús resentido, experimentando un dolor profundo por la condición de miseria que aqueja al ser humano.
Lo vemos aquí. Lo vemos también cuando María viene a El a la muerte de Lázaro su hermano: Juan 11.33 (LBLA) “Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció,”.
¿Por qué se “conmovió profundamente y se entristeció”? Mientras no veamos la respuesta a esa pregunta no entenderemos a Jesús ni a sus milagros sobre la gente.
Jesús se conmueve hasta los tuétanos porque está airado y afligido al ver a dónde ha afectado el pecado a sus criaturas; no que Él no lo supiera, pero quiere que seamos nosotros los que sepamos cuánto le aflige a Él.
Es por eso que el pecado en cualquiera de sus manifestaciones nunca puede ser subestimado, por el dolor que le causó a Jesús y por el lugar a donde nuestro pecado le condujo.
Nota la mezcla de compasión, de dolor profundo para con Lázaro su amigo fallecido y de contundencia contra el efecto de la caída y del pecado. (Juan 11.38-44).
La misma compasión y actitud Jesús asume con el hombre que le han traído para que le sane (7.34-35).
¿Quién es Este en el cual se mezcla de manera tan maravillosa una compasión profunda y una autoridad divina?
¿Quién es este que inspiró tal confianza en sus contemporáneos hasta al punto que multitudes le seguían y hasta le pedían a favor de otros?
¿Por qué podía Jesús ayudarles?
Estas son preguntas que Marcos quiere que nos hagamos hoy.
Si sólo vemos cada milagro de Jesús como algo aislado que le hizo a una persona y que lo puede hacer conmigo hoy, estaremos perdiendo el punto principal de la historia bíblica.
Claro que Jesús sigue siendo el mismo. Claro que hoy El es tu esperanza ante cualquier asunto como lo fue antaño. Pero Jesús no es un milagrero. Jesús no esta al nivel de un curandero. El Señor Jesucristo es mucho más que “una emoción” que llena el vacío de un corazón. El es extremadamente mayor que un buen amigo, o el que suple a nuestras necesidades. El es el Salvador del mundo. Si te has arrepentido de tus pecados y has puesto toda tu confianza de justificación sólo en Cristo, entonces El es tu Salvador personal.
¿Por qué podía Jesús ayudarles?
CONCLUSION
Para responder a esa pregunta tenemos que mirar a la cruz.
De hecho, no podemos leer escenas como estas donde la compasión y la autoridad de Cristo se besan sin dejar de mirar a la cruz.
Porque fue en la cruz donde Jesús se identificó por completo con toda la humanidad, y contigo personalmente.
Para que la mujer siro-fenicia recibiera la sanidad de su hija, Jesús en la cruz tuvo que ser “expulsado de la mesa sin probar ni siquiera migajas”;
Para que este hombre sordo y tartamudo pudiera ser restaurado, en la cruz Cristo tuvo que perder el oído y el habla.
Dicho de otro modo, El Hijo fue tratado como “perro” para que nosotros los gentiles (perros) pudiésemos acercarnos a la mesa; se hizo mudo para que nuestras lenguas cobraran vida para alabarle.
Isaías 53.7 (LBLA) Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió Él su boca.
Este hombre tartamudo pudo hablar porque en la cruz Cristo enmudeció.
Enmudeció porque no había nada qué decir, no había nada que argumentar. La única razón para abrir su boca en ese momento seria para tratar de evitar la muerte, pero ese no era el plan. Él tenia que morir para que tu no murieras. Él tenia que pagar tu deuda de justicia ante un Dios airado por tu pecado. El escogió enmudecer para que hoy tu puedas cantar sus alabanzas con tu lengua y proclamar las virtudes de Aquel que con su muerte te llamó de las tinieblas a Su luz admirable.
Ahora sabes por qué podía Jesús ayudarles, porque Él cargaría sobre sí mismo en la cruz toda la calamidad humana que la caída del propio hombre había provocado.
Ahora sabes por qué “todo lo hacía bien”, como decía la gente al ver sus milagros (v.37).
Ahora sabes por qué puedes acercarte a Jesús con confianza: porque Él cargó sobre sí mismo todos tus pecados. ¡Ven a Él!
No te aísles pensando que no puedes ser sanado.
No seas orgulloso pensando que lo que el evangelio dice de tus limitaciones no es verdad.
No te desanimes pensando que el amor del cual el evangelio habla no puede ser para ti.
¡Ven a Él! Y deja que Él interceda a tu favor ante el Creador y Padre que está en los cielos.