2 Tesalonicenses BHR Rev. Completo
(2 TESALONICENSES 1:6; 7-12;)
1:1, 2 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre (2 Tes. 2:16) y en el Señor Jesucristo (2 Tes. 1.7, 8, 9, 12; 2:1, 8, 14, 16; 3:6, 12): Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. – La misma salutación que dieron en la primera carta. Al incluir a otros hermanos en la salutación no significa que participaran en la redacción de la carta.
1:3 Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; -- En la primera carta había dicho, “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (2 Tes. 3:12-13); ahora da gracias a Dios que esta oración fue oída. Esta segunda carta contiene amonestaciones muy fuertes y requiere la disciplina de miembros infieles, pero esta iglesia estaba creciendo y, por eso, debería tener la fuerza espiritual para llevar a cabo esta obra que estaba siendo necesaria. Compárese Rom. 15:14.
1:4 tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, -- Pablo escribe esta carta desde Corinto; por eso, probablemente se refiere a las iglesias de esa área. Al hablar de ciertas congregaciones Pablo dice “las iglesias de Dios” o “las iglesias de Cristo”. Desde luego, son las mismas. La iglesia no tiene nombre propio, sino que las Escrituras emplean designaciones descriptivas. Las iglesias son de (pertenecen a) Cristo, pues El compró la iglesia con su sangre (Hech. 20:28). El nombre Dios puede referirse al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Lamentablemente hay un grupo religioso, una rama de la llamada iglesia “Pentecostés” que usa el nombre “Iglesia de Dios”, pero no por eso deberíamos dejar de usar en sentido bíblico la designación descriptiva “iglesias de Dios”.
-- por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. – Hech. 17:5-9, 13 describe la persecución de parte de algunos en Tesalónica y, según este versículo, no había terminado.
1:5 Esto es demostración (una señal, LBLA; evidencia) del justo juicio de Dios, -- ¿Cómo era la “paciencia y fe” de estos hermanos evidencia del justo juicio de Dios? El hecho de que ellos podían soportar tales pruebas daba evidencia de que Dios estaba con ellos para fortalecerles y que en el juicio final todas las injusticias serían rectificadas.
-- para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. – El sufrimiento de los discípulos de Cristo logra algo bueno en ellos, como Pablo explica en Rom. 5:3-5; “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. Se puede afirmar, pues, con toda confianza que las persecuciones y tribulaciones tienen una parte importante en la providencia de Dios (Heb. 12:5-8). Pedro explica esto de la siguiente manera: (1 Ped. 1:6-7;) “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” y en la misma carta, (1 Pedro 4:12-14 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, 13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. 14 Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros”.
1:6 Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, -- Lo que Pablo afirma aquí tiene que ver con el carácter de Dios. El es justo, y siempre actúa justamente. Por lo tanto, no es que Dios pueda castigarlos si quiere hacerlo, sino que su misma naturaleza demanda que lo haga. Los hombres de todas las naciones hacen leyes y castigan a los que las quebrantan, porque creen que no es correcto tratar de la misma manera tanto a los inocentes como a los culpables. Desde luego, muchos transgresores no se castigan aquí en este mundo, pero nadie escapará en el Día Final. También se puede decir que muchos de los magistrados terrenales amenazan mucho y castigan poco, pero Dios no amenaza en vano.
No es justo que el cristiano pague con tribulación a los que le atribulan (Mat. 5:44, 45; Rom. 12:17-21), pero para Dios sí es justo. Siendo justo Dios tiene que “pagar” a los hombres según sus obras, de la misma manera que el patrón tiene que pagar a los trabajadores. Las acciones de los que desobedecen al evangelio y obran en contra de Dios demandan el pago correspondiente. La justicia lo requiere.
A través de la Biblia vemos el “justo juicio de Dios”. ¿Aceptamos esto? ¿Fue justo Dios cuando “echó fuera al hombre” del huerto de Edén? (Gén. 3:24). ¿Fue justo cuando destruyó a los habitantes de la tierra con el diluvio? (Gén. 6 - 9). ¿Fue justo Dios cuando “hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra”? (Gén. 19:24, 25). ¿cuando mató a Nadab y Abiú? (Lev. 10:1, 2). ¿cuando “abrió la tierra su boca, y tragó” a Coré, Datán y Abiram? (Núm. 16:32). ¿Fue justo el castigo de los israelitas que no pudieron entrar en la tierra prometida, sino que perecieron en el desierto? (Núm. 14:30, 32; Heb. 3:19-19). ¿Creemos en realidad que el Juez de toda la tierra hará lo que es justo? (Gén. 18:25).
¿Fue justo Dios cuando envió a su ejército para destruir a los cananeos y para dar su tierra al pueblo de Israel? (Véase Lev. 18:28). ¿Fue justo cuando mandó al rey Saúl que destruyera a Amalec, diciéndole, “y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho”? (1 Sam. 15:3;) véanse Gén. 15:16; Deut. 25:17-19).
Bajo la ley de Moisés “toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución” (Heb. 2:2). Esta ley decía que varias transgresiones merecían la pena de muerte: (1) el culto de dioses extraños (Ex. 22:20; Lev. 20:1; Deut. 13:5, 12-16); (2) la adoración del sol, la luna, las estrellas (Deut. 4:19); al igual que la magia, la hechicería (brujería) (Ex. 22:18) y la evocación de espíritus y la adivinación (Lev. 20:27); la blasfemia (Lev. 24:13-16); y la presunción de hablar en nombre de Dios (Deut. 18:20).
¿Eran justas esas leyes? ¿Eran demasiado severas? La respuesta de estas preguntas depende del concepto que uno tenga del único Dios Vivo y si piensa que El merece la adoración exclusiva del hombre. Todos los que creen en el Dios Vivo saben que estas leyes eran justas.
Dice Lev. 24:19-21; “Y el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: 20 rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él. 21 El que hiere algún animal ha de restituirlo; mas el que hiere de muerte a un hombre, que muera”. Véanse también Ex. 21:23-25; Deut. 19: 21. ¿Pero Jesús no abrogó esta ley? Cuando Jesús habla de “Ojo por ojo, etc.” enseña que sus discípulos no deberían vengarse; más bien deberían volver bien por mal (Mat. 5:38-48). Pablo repite esta enseñanza en Rom. 12:17-21 e inmediatamente explica que el gobierno civil ejecuta la venganza de Dios (Romanos 13:1-4). Esta ley era y es justa y debe ser la base de la ley civil ahora.
Job reconoció que todo pecado debe ser castigado. Job 31:5-8, 9-10, 16-23, 24-28, etc.
Es justo castigar al hijo desobediente (Prov. 13:24; 19:18; 22:15; 23:13, 14; 29:15). El mismo hijo desobediente reconoce esto; sabe que él mismo, por su conducta, está “pidiendo” o “demandando” el castigo. Si con justicia los padres administran la corrección, el hijo sensato la aceptará y se corregirá.
Pero ¿es justo el castigo eterno? Muchos (como los testigos del Atalaya) niegan esto, pero al hacerlo muestran que son incrédulos que rechazan la doctrina de Cristo (Mat. 10:28; 2 Jn. 9) y que ellos no aprecian lo hermoso de la salvación (1 Tes. 1:9-10; 5:9). Tampoco reconocen lo terrible del pecado. Los condenados no son jueces de sí mismos. No pueden eliminar el castigo que merecen. En lugar de juzgar a Dios ellos mismos serán juzgados por el justo juicio de Dios.
Pablo dice que Cristo viene “en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (1:8-9). ¿Creemos de todo corazón que este castigo será justo? ¿será justo que los tales sean echados al fuego que no puede ser apagado? (Mar. 9:43). ¿al horno de fuego? (Mat. 13:42); ¿al lugar de lloro y del crujir de dientes? (Mat. 22:13); ¿al lago de fuego? (Apoc. 20:15). Para disminuir el impacto del lenguaje de estos y otros textos sobre el castigo eterno, algunos dicen que son meros símbolos, que es lenguaje figurado, que se refiere sólo a la angustia espiritual por estar separados de Dios, pero recuérdese que el cuerpo será resucitado y será incorruptible.
Es imposible imaginar el sufrimiento de los perdidos. La Biblia lo describe con los términos tormento, el llanto, el crujir de dientes, la tribulación, la angustia, etc. Apoc. 14:11,13; dice, “y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche” (pero léase también el v. 13, “los muertos que mueren en el Señor …descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”).
Dice Apoc. 20:12, “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Véase también) 2 Cor. 5:10. Es justo que el hombre sea juzgado según sus obras, y es justo que sea castigado por la rebeldía contra Dios.
Pablo afirma que es justo que Dios castigue a los perseguidores de los cristianos y a todos “los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”. La justicia de Dios lo demanda. Dice (2 Ped. 2:4-9;) “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; 5 y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; 6 y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, 7 y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados 8 (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), 9 sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los justos para ser castigados en el día del juicio”.
Los que no toman en serio el pecado no pueden entender el castigo que espera al pecador. Hoy en día la gente habla de los equívocos para no hablar de pecados; habla de los alcohólicos para no decir los borrachos; habla de una aventura para no decir adúlteros, etc. El hombre emblanquece el pecado. Se habla de la mentira blanca o de la mentirita. Muchos no se arrepienten simplemente porque no toman en serio el pecado y el castigo que merece. Jesús nos enseña que sería mejor cortar la mano o el pie, o sacar el ojo en lugar de ir al infierno (Mat. 5:29,30; Mar. 9:43-48).
Recordemos que Dios es justo. El no es como el hombre (Sal. 50:21; Isa. 55:8, 9).
1:7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo -- Como es justo que Dios castigue a los desobedientes, es justo que dé reposo a los obedientes. La palabra reposo es una palabra muy hermosa en cualquier idioma. Como el trabajador descansa al terminar el día de trabajo, como el soldado descansa después de la batalla, como el enfermo halla el dulce reposo después del dolor de alguna aflicción severa, así también los fieles reposarán de las persecuciones, tribulaciones, aflicciones y toda tristeza (Heb. 4:9; Apoc. 14:13; 21:4).
-- con nosotros, -- Los santos de Tesalónica, y todos los demás, no sólo encontrarán un precioso reposo, sino que disfrutarán de esta bendición en compañía con Pablo, Timoteo, Silvano y otros apóstoles y evangelistas del primer siglo. Los fieles deben anhelar estar reunidos con los evangelistas y otros que les enseñaron la palabra. Lamentablemente no es siempre así.
-- cuando se manifieste (apokalupsis, revelación, descubrimiento) el Señor Jesús desde el cielo (1 Tes. 1:10; 4:16;) Hech. 1:9-11) con los ángeles de su poder, (1 Tes. 3:13;) Mat. 13:41,42; 25:31).
1:8 en llama de fuego, (Isa. 66:15, 16;) (2 Ped. 3:7-12) para dar retribución – Retribuir quiere decir pagar, recompensar. En realidad lo que el hombre reciba en Aquel Día será lo que él mismo habrá ganado: véase Rom. 2:5-11; “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios”. El hombre gana, atesora, para sí mismo “ira para el día de la ira”. Es el premio por el cual ha trabajado.
-- a los que no conocieron a Dios, -- “Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste (Jn. 17:25). “Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio” (Hech. 17:23).
¿Nunca habían oído estos de Dios? ¿Por qué no conocieron a Dios? Esto no significa que nunca habían tenido la oportunidad de conocer a Dios. Pablo explica en Rom. 1:19-21 que “lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. El problema fue que “ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios” (Rom. 1:28). Son como Faraón que dijo, “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz?” (Ex. 5:2). “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses” (Gál. 4:8). Véase Efes. 4:18, 19.
Pero no sólo los gentiles, sino también los judíos se incluyen entre los que no conocieron a Dios. Recuérdese que la persecución de los hermanos de Tesalónica fue causada por los judíos (Hech. 17:5; véase (1 Tes. 2:14-16). Jn.8:55 (“vosotros no le conocéis”); Jn.15:21 (“no conocen al que me envió”). Según estos textos muchos de los mismos hijos de Abraham, Isaac y Jacob, el pueblo escogido de Dios, no conocieron a Dios. ¿Por qué no le conocieron? (1) Porque “ni tenéis su palabra morando en vosotros” (Jn. 5:38); “Erráis, ignorando las Escrituras” (Mat. 22:29). (2) Porque no conocieron a Cristo; es decir, no lo aceptaron como el Hijo de Dios: Jn.14:7, “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais”. Es imposible conocer a Dios sin conocer a Cristo. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18). “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3).
Para los “sabios” de este mundo el evangelio es locura, como Pablo explica en 1 Cor. 1:21-24; “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”. Actualmente el humanismo, la evolución y muchas otras filosofías son la sabiduría humana que llena la mente del hombre para que no oiga el evangelio para conocer a Dios. Pablo explica lo que estaba haciendo al predicar el evangelio: “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Cor. 10:5).
Otros que profesaron conocerle eran los gnósticos, pero las cartas de Juan los exponen como falsos (véase (1 Jn. 2:4). Como Pablo dice en Tito 1:16, “profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan”.
Muchos no conocen a Dios porque creen y practican la doctrina de los hombres (Mat. 15:8-9; Col. 2:22-23). “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso” (1 Jn. 2:3). Jesús dice en Mat. 7:21-23; “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Aun entre los miembros de la iglesia del Señor hay personas que no conocen a Dios: “Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo” (1 Cor. 15:34). Los hermanos corintios que negaron la resurrección no conocieron a Dios. Lo mismo se puede decir de cualquier hermano que practique o enseñe error doctrinal.
-- ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; -- Estas dos expresiones son paralelas, pues los que no obedecen al evangelio de Cristo son los que no conocen a Dios. Los evangélicos casi no usan la expresión, “obedecer al evangelio”, porque enseñan que el hombre se salva por la fe sola, pero muchos textos hablan de obedecer para obtener la salvación: “el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hech. 5:32); “muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hech. 6:7); “por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe” (Rom. 1:5); “pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia” (Rom. 2:8); “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Rom. 6:17, 18); “Mas no todos obedecieron al evangelio” (Rom. 10:16); “se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” (Rom. 16:26); “¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” (Gál. 5:7); “vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Heb. 5:9); “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad” (1 Ped. 1:22); “¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” (1 Ped. 4:17). Estos y muchos otros textos nos hacen ver que es imposible ser salvos sin obedecer al evangelio. Jesús dice la misma cosa en Mat. 7:21, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.
Hechos de los Apóstoles relata la conversión de muchos judíos, samaritanos y gentiles. Todos estos obedecieron al evangelio de Cristo para ser salvos: (1) Pedro dijo a los judíos en el día de Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo … Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil persona” (Hech. 2:38, 41); (2) “Pero cuando (los samaritanos) creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hech. 8:12); (3) Hech. 8:35-38; Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó”; (4) Después de predicarle el evangelio, Ananías dijo a Saulo de Tarso, “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hech. 22:16); (5) Pedro predicó el evangelio a Cornelio y su casa y “mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús” (Hech. 10:48); (6) Lidia estaba atenta a lo que Pablo decía y “fue bautizada, y su familia” (Hech. 16:14, 15); (7) el carcelero de Filipos oyó la predicación del evangelio y “tomándolos en aquella misma hora de la noche … se bautizó él con todos los suyos” (Hech. 16:33); (8) “muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hech. 18:8). Estos son los ejemplos que todos deben seguir para obedecer al evangelio. Tomando estos textos en conjunto observamos que estas personas oyeron el evangelio, creyeron en Cristo como el Hijo de Dios, se arrepintieron de sus pecados, confesaron a Cristo y fueron bautizados (sumergidos) en agua para perdón de los pecados.
El rey Saúl recibió el siguiente mandamiento de Dios: “Vé, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos” (1 Sam. 15:3), pero Saúl desobedeció a Dios: “Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron” (1 Sam. 15:9). Dijo que trajeron los animales engordados, etc. para ofrecerlos en sacrificio a Dios, pero ¿Dios aceptó eso? Siga leyendo (1 Sam. 15:22, “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 23 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”.
Siempre seamos, pues, “hijos obedientes” (1 Ped. 1:14).
1:9 los cuales sufrirán pena (lit., pagarán la pena) de eterna perdición (destrucción, LBLA; (1 Tes. 5:3), -- La palabra destrucción (perdición) no significa aniquilación, sino ruina (1 Tim. 6:9,) LBLA). Dice Mat. 10:28, “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Esta destrucción no se refiere a la perdición de la existencia, sino a la perdición del bienestar. Los perdidos estarán en el estado de ruina, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, -- La esencia de la recompensa celestial será la comunión con el Señor (gozar de su presencia, Jn. 14:3; 17:24), y el castigo eterno será la separación de su presencia. A los que no hacen la voluntad del Padre Jesús dirá, “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:21-23). En el día final dirá a los que estarán a su izquierda, “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mat. 25:41), pero los fieles “estaremos siempre con el Señor” (1 Tes. 4:17;) (2 Cor. 4:14;) Col. 3:4).
-- eterna perdición – “Irán éstos al castigo eterno” (Mat. 25:46). Dicen los materialistas (p. ej., los testigos del Atalaya) que el castigo eterno significa que los perdidos estarán aniquilados para siempre, pero Jesús se refiere a un estado de castigo continuo.
1:10 cuando venga en aquel día (1 Tes. 5:4) para ser glorificado en sus santos (los que se han santificado por el evangelio, (1 Tes. 3:3-4; 5:23; 2 Cor. 7:1) – “En aquel día” los fieles serán participantes de su gloria, Rom. 8:17;) (1 Cor. 2:7;) Fil. 3:21; Col. 1:27; 3:4.
-- y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). – Hech. 17:1-4;) 1 Tes. 2:13. “Los que creyeron” se llenarán de admiración al ver al Señor (1 Jn. 3:3), pero los que no obedecen al evangelio se llenarán del terror (2 Tes. 1:8, 9).
1:11 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe (2 Tes. 1:3;) (1 Tes. 1:3) con su poder, -- véase (2 Tes. 1:5. Para ser dignos “de su llamamiento”, debemos estar dispuestos a servir al Señor (2 Cor. 8:12), aprovechar o usar bien el talento que el Señor nos ha dado (Mat. 25:15) y, como María, hacer lo que podamos (Mar. 14:8). Recordemos que Jesús dijo, “cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos” (Luc. 17:10), pero queremos crecer y ser perfectos (completos, maduros), (Mat. 5:48, en amor; Jn. 17:21, 23, en unidad;) (2 Cor. 7:1, en santidad; (2 Cor. 13:9, 11;) Heb. 5:14; Sant. 2:22, perfeccionar la fe con obras). Apoc. 2:10 dice, “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.
Pablo ora a Dios para que Dios cumpla todo propósito de bondad (que cumpla todo buen propósito, RVR90). Seguramente el buen propósito de los tesalonicenses era llevar a cabo las instrucciones que Pablo les había entregado en persona (1 Tes. 4:2), como también las de la primera carta: p. ej., (1 Tes. 4:3,) la santificación; (1 Tes. 4:11-12,) “y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada”; y la serie de exhortaciones que da al concluir la carta (1 Tes. 5:11-22).
¿Cuáles son los buenos propósitos de nosotros? ¿Tenemos el buen propósito de ser más fieles, más activos, de crecer y madurar espiritualmente? ¿Tenemos el ferviente deseo y propósito de perfeccionarnos? ¿Anhelamos ser buenos maestros de la Biblia? ¿Quieren algunos hermanos predicar la palabra o predicar mejor? ¿Anhela algún hermano ser obispo (1 Tim. 3:1)? ¿Queremos ser mejores padres, hijos, esposos? ¿Ser más útiles al Señor en todo?
Algunos no crecen porque no piensan crecer, y no cambian porque no piensan cambiar. El buen propósito precede la acción. Ofrendamos de acuerdo a lo que Dios nos haya prosperado si hemos propuesto hacerlo (1 Cor. 16:1-2;) (2 Cor. 9:7). “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey” (Dan. 1:8). Pablo dice que al llegar a Corinto, “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Cor. 2:2).
Dios quiere que sus hijos cumplan todo buen propósito. Nos ayuda a hacerlo. Como dice el Salmos 20:4 “Te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todo tu consejo”. Dice el Salmos 145:18-19 “Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará”. Por eso, digamos “Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto” (Sal. 38:9). “El deseo de los justos es solamente el bien” (Prov. 11:23).
1:12 para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros (Jn. 17:10, 22; Gál. 1:24), y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. – El Señor será glorificado en ellos si Dios les tiene “por dignos de su llamamiento”.
(2 TESALONICENSES 2:1-8; 9-17;)
2:1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él (1 Tes. 4:17), os rogamos, hermanos, -- El capítulo anterior termina con la oración de Pablo por ellos; él empieza esta sección, rogando a ellos mismos. Este tema (la venida del Señor y nuestra reunión con El) había ocasionado confusión (1 Tes. 4:13) y la enseñanza del error (3:11).
2:2 que no os dejéis mover fácilmente (“agitar, hacer oscilar como una caña, Mt. 11:7”, ATR; Hech. 16:26; que no pierdan su equilibrio espiritual) de vuestro modo de pensar (Gál. 1:6; Efes. 4:14), ni os conturbéis (Mat. 24:6), ni por espíritu (alguno que profesaba profetizar en el nombre del Señor), ni por palabra (la palabra de Cristo, p. ej., Mat. 24, o la palabra de Pablo), ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca (ha llegado, LBLA). – En la primera carta les dijo, “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tes. 5:21). Había hermanos inspirados en la congregación que podían probar los espíritus (1 Cor. 12:10;) (1 Jn. 4:1).
2:3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, -- Mat. 7:15-20; Hech. 20:28-31;) 1 Tim. 4:1-3 (en este texto Pablo usa la misma palabra, apostasía, y se refiere a dos doctrinas originadas por el clero romano); véanse también (2 Tim. 3:1-9;) (2 Ped. 2;1-8; 9-15; 16-22;) (Judas. 1-10; 11-17; 18-25;)
Hoy en día muchos hermanos liberales piensan y dicen que los hermanos conservadores causamos problemas sobre “opiniones” cuando insistimos en la autonomía de cada congregación y condenamos la práctica de centralizar los fondos de muchas iglesias en una “iglesia patrocinadora” para que ésta se encargue de alguna obra evangelística o benévola para toda la hermandad, como también la práctica de establecer escuelas y otras instituciones con los fondos no sólo de individuos sino también de las iglesias de Cristo. Todos deberíamos considerar seriamente cómo se originó la gran apostasía de la cual Pablo habla, porque uno de los primeros pasos fue el cambio del obispado. Según Hech. 20:17, 28 los ancianos son los obispos, pero en algunas iglesias se inició la práctica de elevar a uno de los ancianos sobre los demás, y de llamarle el obispo. Después, a este “obispo” se le dio autoridad sobre otras congregaciones. Así pues, el primer paso de la apostasía fue el rechazo de la autonomía de cada congregación (Hech. 14:23). Sin lugar a dudas, muchos pensaban que este cambio fue una cosa muy insignificante, un asunto de “puras opiniones”, pero paso a paso llegó a ser la gigantesca jerarquía católica romana.
Lo que todo cristiano debe tener bien grabado en la mente es el sencillo hecho de que cuando se cambia el gobierno de la iglesia, se cambia también su doctrina y práctica. Esto es obvio, porque el cambio de gobierno es el cambio de autoridad, y cambio de ley, de lo cual resultarán docenas de cambios al culto y a toda actividad de la iglesia. En seguida presentamos una lista de digresiones de la fe preparada por Wilbur Fields (College Press):
(1) Obispos ejercen autoridad sobre ancianos (presbíteros). Siglo segundo.
(2) “Bautismo” infantil mencionado por primera vez – Cerca del año 150 D. C.
(3) Muchos ritos paganos – velas, incienso, vestimentas, etc. – añadidos al culto cristiano. Siglo tercero.
(4) Primer credo humano (concilio ecuménico de Nicea) – 325 D. C. Este fue el primer documento escrito substituyó las Escrituras.
(5) Cristianismo nombrado oficialmente como la única religión del estado – 394 D. C. Al principio cuando la iglesia fue fiel al Señor, fue perseguida y nunca hubiera sido nombrada como la religión oficial del estado.
(6) Se le otorga a María el título “Madre de Dios” – 431 D. C.
(7) Confesión de pecados a un sacerdote humano – Cerca de 457 D. C. Hecho obligatoria en el año 1215 D. C.
(8) Cena del Señor llegó a ser una misa (sacrificio) y misas por los muertos llegaron a ser frecuentes – Siglo sexto.
(9) El papa gana autoridad universal – Cerca del año 606 D. C.
(10) Transubstanciación – 1215 D. C.
(11) Indulgencias – Cerca del año 1164 D. C.
(12) Adoración de imágenes legalizada – Cerca del año 800 D.C.
(13) Tradición hecha igual a las Escrituras – Cerca del año 1545 D. C.
(14) Libros apócrifos añadidos a la Biblia – 1546 D. C. (Véase Apoc. 22:18, 19).
(15) Purgatorio – Originado en el siglo décimo. Hecho oficial, 1438 D. C.
(16) La gente es privada de la copa de la comunión – Cerca del año 1414 D. C.
(17) Celibato promovido (405 D. C.) y hecho obligatorio (1123 D. C.). (Véase) 1 Tim. 4:1-3).
(18) Aspersión autorizada – 1311 D. C.
(19) Concepción inmaculada de María – 1854 D. C.
(20) Infalibilidad del papa – 1870 D. C.
(21) Asunción corporal de María al cielo – 1950 D. C.
-- y se manifieste el hombre de pecado (anomias, iniquidad, sin ley, Mat. 7:23), el hijo de perdición (condenado a la perdición; compárese Jn. 17:12), -- La apostasía iba a producir este “hombre de pecado, el hijo de perdición”; es decir, la apostasía vendría lentamente, pues la apostasía fue un proceso largo. La historia revela claramente el desarrollo de esta apostasía y cómo ineludiblemente trajo consigo el oficio del papado (“el hombre de pecado”).
Muchos confunden “el hombre de perdición” con el “anticristo” (1 Jn. 2:18, 22; 4:3;)( 2 Jn. 7), pero Juan explica que el anticristo es aquel que niega que Cristo ha venido en carne. Desde el primer siglo hasta el presente ha habido muchos anticristos (“han surgido muchos anticristos”, (1 Jn. 2:18). Los más numerosos anticristos son los testigos del Atalaya que afirman que Cristo no era Dios sino “un dios”. Otros anticristos son los pentecosteses que afirman que Jesús es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Lo más terrible es que en la actualidad hasta hermanos en Cristo, queriendo enfatizar la humanidad de Cristo, enseñan que al venir a la tierra Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos o que nunca los manifestó. El campeón de esta doctrina dijo públicamente al hermano que se le oponía, “Usted y yo no servimos al mismo Jesús”. Esto es muy cierto, pues estos hermanos sirven a un Jesús que no existe.
“Aquí está un resumen de las descripciones del hombre de pecado:
(1) Se opone todo lo que se llama Dios.
(2) Se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto.
(3) Se sienta en el templo de Dios.
(4) Se exhibe a sí mismo como si fuera Dios.
(5) Su aparición fue impedido por alguna fuerza que ya existía cuando Pablo escribió esta carta. (2 Tes. 2:6, 7.
(6) El misterio de la iniquidad, que conduciría a su aparición, ya estaba obrando cuando Pablo escribió esta carta. (2 Tes. 2:7.)
(7) Continuará existiendo hasta que el Señor venga. (2 Tes. 2:8.
(8) El Señor lo destruirá con el resplandor de su venida. (2 Tes. 2:8.
(9) El muestra poder, señales y prodigios mentirosos. (2 Tes. 2:9.
(10) Viene con todo engaño de iniquidad. (2 Tes. 2:10”. (WF).
2:4 el cual se opone (Luc. 13:17; 21:15;) (1 Cor. 16:9;) Gál. 5:17; Fil. 1:28;) 1 Tim. 1:10; 5:14) y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; -- Algunos dicen que el papado no es “el hombre de pecado” porque los papas adoran a Dios, pero en realidad éstos ofrecen “culto voluntario” (culto inventado por los hombres, Mat. 15:8-9; Col. 2:20-23), y el papa mismo es “objeto de culto”, pues los feligreses se arrodillan delante de él como si fuera Dios, besan su anillo, etc.
-- tanto que se sienta en el templo de Dios (2 Cor. 6:16;) Efes. 2:21; desde luego, no está en el templo verdadero de Dios, sino que ha usurpado el puesto que pertenece solamente a Dios) como Dios, haciéndose pasar por Dios (compárese Hech. 12:21-23). – Hay muchas citas en las obras católicas que confirman esta declaración. Compárense Ezeq. 28:2, “Hijo de hombre, dí al príncipe de Tiro: Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios …”; y Hech. 12:22-23; (acerca del rey Herodes), “Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! 23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos”. Los papas de Roma han reclamado para sí mismos tales títulos como “Nuestro Señor Dios el Papa, otro Dios sobre la tierra”; han prohibido el matrimonio (un arreglo divino); han convertido la cena del Señor en el sacrificio de la misa (y no permiten que la gente participe de la copa); se han atrevido a cambiar los diez mandamientos para eliminar la prohibición de las imágenes; pretenden hacer el papel de Dios al “perdonar pecados”, etc.
Religiosamente hablando, no hay otro hombre en el mundo más arrogante y orgulloso que el papa de Roma. A pesar de su fingida humildad él piensa que puede formular leyes, cambiar leyes, quitar lo establecido por Dios o sustituirlo con su propia ley. Cree que cuando habla oficialmente, es infalible. No tiene respeto alguno por la doctrina de Cristo sobre el matrimonio, el divorcio y segundas nupcias, sobre la iglesia, el bautismo, la cena del Señor, la ofrenda, y docenas de otras doctrinas. Para él sería igual si no hubiera Nuevo Testamento.
2:5-7 ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad (anomia); -- Se llama misterio simplemente porque no se había revelado. Este misterio obraba en contra del misterio de Cristo (Efes. 3:3-5).Ya estaba en acción la apostasía. Jesús dijo que en el juicio El diría a algunos religiosos, “apartaos de mí, obradores de maldad” (Mat. 7:23, obradores de maldad, anomia, son los que obran sin ley). Pablo se refiere a todos los programas escondidos de Satanás y a los hombres que obran en contra de la ley de Dios para efectuar esta apostasía. Jesús habló claramente de la venida de falsos maestros (Mat. 7:15-20) y aun de falsos cristos (Mat. 24:24). Recuérdese lo que Pablo dijo a los ancianos de Efeso (Hech. 20:29) “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. 30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”.
La idolatría ya estaba entrando en la iglesia (1 Cor. 10:14); “culto a los ángeles” ya estaba entrando en la iglesia (Col. 2:18); algunos hacían mercancía de la palabra (2 Cor. 2:17) y adulteraban la palabra (2 Cor. 4:2); algunos tomaban la piedad como fuente de ganancia (1 Tim. 6:5); algunos querían guardar los días, los meses, los tiempos y los años (Gál. 4:10); algunos enseñaban preceptos humanos como “No manejes, ni gustes, ni aun toques” y el “duro trato del cuerpo” (Col. 2:10-23, doctrinas que obviamente eran la simiente del ascetismo y la vida monástica); y, desde luego, ya había un Diótrefes (3 Jn. 9) que bien prefiguraba a los obispos romanos, quienes anhelan “tener el primer lugar”.
-- sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. -- El desarrollo completo del poder del papado fue detenido por los emperadores romanos, pero al caer Roma los papas reclamaron para sí mismos todo el poder de emperadores y reyes. Durante los primeros tres siglos la iglesia fue perseguida por ser una religión autorizada por la ley; por esta causa los obispos ambiciosos no podían obtener la autoridad que querían, pero en el siglo IV, por causa de invasiones y otros factores, el imperio se debilitaba cada vez más, pero desde el tiempo que el emperador cambió la sede de gobierno de Roma a Constantinopla (en el siglo IV), se aceleró aun más la caída del imperio. Así, pues, el poder de los emperadores disminuía y la autoridad de los obispos aumentaba.
En toda la historia eclesiástica no hay otra apostasía que se pueda comparar con ésta. Los historiadores más competentes explican todos los detalles de su desarrollo. Sin lugar a dudas el catolicismo es la corrupción de la iglesia verdadera, pues aun pretende ser la iglesia de Cristo original. La Biblia no explica el cumplimiento de esta profecía acerca de la apostasía, pero es obvio que bien describe al papado.
2:8 Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; -- Los comentaristas insisten en que “aquel inicuo” es “el anticristo” que aparecerá poco antes de la venida de Cristo, pero el apóstol Juan es el único escritor del Nuevo Testamento que habla acerca del anticristo, y él no dice lo que los comentarios dicen. Léase con cuidado lo que dice: (1 Jn. 2:18, 22; 4:3;) (2 Jn. 7. Juan no habla de un gran, horrible “anticristo” que aparecerá poco antes de la venida de Cristo, sino de los niegan que Cristo ha venido en carne.
El inicuo se manifestó hace muchos siglos, desde el año 606 D. C. cuando Bonifacio III fue nombrado el obispo universal de la iglesia. El inicuo no es un solo individuo, sino el papado de Roma.
J. W. McGarvey hace una lista de nueve detalles que muestran que el papado cumple la profecía acerca de la apostasía y la aparición del hombre de pecado:
(1) Tiene un solo hombre oficial como su cabeza, y la arrogancia de sus pretensiones están concentradas en él.
(2) Aquel hombre vino con, y salió de, una apostasía, la misma clase de apostasía que Pablo describe en otros textos. (II Tim. 3:1-9;) (1 Tim. 4:1-3.)
(3) Lo que estaba “en acción” cuando Pablo escribió esta carta -- el orgullo espiritual, el no sujetarse a la ley de Dios, y el deseo de tener poder – fue detenido por el gobierno civil de Roma que en aquel tiempo dominaba y perseguía a la iglesia.
(4) Cuando el obispo de Roma comenzó a afirmar y sostener su poder, estaba en conflicto con el gobierno romano.
(5) Cuando el imperio romano se derrumbó, la iglesia romana llegó a ser todopoderosa.
(6) La misma apostasía ha sido preservada cuidadosamente. La línea de papas ha sido preservada, y aparentemente continuará hasta que Cristo vuelva.
(7) El papado se exalta a sí mismo contra Dios y Cristo, reclamando para sí títulos que sólo Dios tiene el derecho de llevar.
(8) Los papas se sientan en el templo de Dios.
(9) El papado comprueba sus pretensiones por medio de milagros fraudulentos, señales y prodigios, sanidades efectuadas por reliquias, altares y santuarios.
Dicen los papas de Roma que son sucesores del apóstol Pedro, pero en realidad quieren sustituir a Dios y a Cristo. No sólo son falsos apóstoles, sino también falsos dioses y falsos cristos.
Este texto confirma que cuando Cristo venga, no habrá un “rapto secreto” para sacar a los discípulos del mundo durante la supuesta “gran tribulación”, para después venir otra vez (una tercera venida) para establecer su reino aquí en la tierra para reinar mil años. Tales conceptos son el fruto de la imaginación fértil de soñadores religiosos. Cuando Cristo venga, todos los muertos resucitarán, los vivos serán transformados, la tierra será quemada, y todos comparecerán delante del Señor para ser juzgados.
2:9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, -- Es importante recordar que el diablo hace milagros: los magos de Egipto hicieron milagros (Ex. 7:11-12; Deut. 13:1-3;) “Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, 2 y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; 3 no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando …”; Mat. 24:24, “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”; Mat. 7:22, “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”; véanse también Apoc. 13:13; 18:23; 19:20.
No sólo la Iglesia Católica Romana, sino también las iglesias pentecosteses, los mormones y otras tratan de probar por medio de milagros que son la iglesia verdadera, pero ¿Dios confirma todas las doctrinas contradictorias de estas iglesias por medio de milagros? En primer lugar, los milagros del primer siglo sólo confirmaron la verdad predicada por Cristo y los apóstoles y en segundo lugar, habiendo confirmado la verdad, se acabaron. Así, pues, en la actualidad no se hacen milagros ni siquiera para confirmar la verdad, ni mucho menos para confirmar las doctrinas contradictorias del sectarismo.
“Señales y prodigios mentirosos” juegan un papel importantísimo en el catolicismo. Multitudes de personas acuden a los santuarios de Lourdes, Francia o San Juan de los Lagos (México) y “sanan” de sus enfermedades. Para que algún católico piadoso sea canonizado, es necesario que haya hecho por lo menos dos milagros. El clero romano aun habla del “milagro” de la misa, de que cuando los sacerdotes bendicen el pan y la copa, milagrosamente llegan a ser el cuerpo literal y la sangre literal de Cristo.
Nadie debería ser engañado, porque Jesús y Pablo nos dieron amplia advertencia acerca de los que harían señales y prodigios mentirosos.
2:10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, -- El inicuo no sólo vino con gran poder y señales, sino también con “todo engaño de iniquidad”, porque a través de los siglos el sistema papal ha sido el enemigo de las Escrituras, pues ha privado al pueblo del conocimiento de la verdad y les engañan con doctrinas de los hombres. Las iglesias protestantes han perpetuado este mal al enseñar el calvinismo y otros errores. La doctrina más popular de las iglesias “evangélicas” es la supuesta salvación por la fe sola. Otra es que no importa lo que uno crea sólo que sea sincero. Otra es que todas las iglesias son buenas y que cada quien debería escoger la que le convenga (que todas van al cielo, nada más por distintas rutas).
El engaño del error evita que le gente entienda la verdad: p. ej., (1) enseñamos la necesidad de ser bautizados para la remisión de los pecados (Hech. 2:38; Mar. 16:16), y, por eso, nos dicen que queremos salvarnos solos, y nos acusan de no confiar en Cristo sino en el agua, etc.; (2) enseñamos que la Biblia dice que hay una sola iglesia (Mat. 16.18, Efes. 1:22, 23; 4:4) y, por eso, nos llaman fariseos y dicen que creemos que somos los únicos que irán al cielo.
Pablo explica el problema: por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. – La verdad es el evangelio, la enseñanza de Cristo y sus apóstoles. Después de morir los apóstoles, muchos dejaron de perseverar en la doctrina de los apóstoles. Dejaron de practicar la enseñanza de Hech. 2:42; 14:23; 20:7, etc. Muchos textos describen esta apostasía (1 Tim. 4:1-3;) Col. 2:18-23; (2 Tim. 3:1-7;) (2 Pedro; Judas, etc.). Si la iglesia deja de recibir el amor de la verdad y substituye la verdad por mentiras, el resultado es la apostasía.
Es indispensable, pues, que recibamos el amor de la verdad y que rechacemos toda mentira. 1) “Dios es verdad” (Deut. 32:4) y el ídolo es una mentira (“cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador”, Rom. 1:19-25). Véase también (1 Cor. 8:4.) El ídolo es una mentira (Sal. 115:3-8). La astrología es una mentira. La hechicería es una mentira. Dios es verdad; entonces, ¿es angosta o ancha la verdad? ¿es relativa o absoluta?
(2) Puesto que Dios es verdad, la creación registrada en Gén. 1 y 2 es la verdad, pues “toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios” (Heb. 3:4). La supuesta evolución es una mentira. No es verdad porque no es científica, pues ni siquiera se puede examinar científicamente y, por eso, no se puede comprobar. Se nos dice que aceptamos la creación de Gén. 1 y 2 por fe; esto es cierto, pero es fe basada en evidencia verdadera (Rom. 1:19-20; Sal. 19:1-4). Los que creen en la evolución creen sin evidencia alguna. La creación es una verdad angosta y no admite de ninguna forma de evolución.
(3) Jesucristo es la verdad (Jn. 14:6). “Este es el verdadero Dios” (1 Jn. 5:20). Algunos sirven a los falsos cristos (Mat. 24:24). El “cristo” del catolicismo no existe. El “cristo” de los testigos del Atalaya no existe. El “cristo” de los “Sólo Jesús” no existe. El “cristo” predicado por algunos hermanos, el que se despojó a sí mismo de sus atributos divinos (o que nunca los mostró) cuando vino a la tierra, no existe (predican “otro Jesús”; compárese (2 Cor. 11:4).
(4) El Espíritu Santo “es la verdad” (1 Jn. 5:7). Por lo tanto, la palabra de Dios revelada por el Espíritu Santo es verdad: “la suma de tu palabra es verdad” (Sal. 119:160). “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn. 17:17). La verdad es “la verdad del evangelio” (la verdadera enseñanza del evangelio, Gál. 2:5). El evangelio verdadero es el poder de Dios para salvarnos. De esto vemos muchos ejemplos en el libro de Hechos de los Apóstoles. Pero los hombres han introducido muchos evangelios falsos (Gál. 1:6-9; Col. 2:20-23; (1 Tim. 4:1-3). El “evangelio” predicado por el catolicismo es una mentira. El calvinismo (la teología básica de los evangélicos) es una mentira. El evangelio del mormonismo es una mentira. El evangelio de los testigos del Atalaya es una mentira. El mundo religioso propaga infinitos evangelios falsos.
La verdad es angosta, porque es absoluta. No es relativa, como muchos creen. No es subjetiva, sino objetiva; es decir, la verdad no es la verdad solamente para algunas personas en particular y bajo ciertas circunstancias, sino que es la verdad para todos, bajo cualquier circunstancia, en cualquier tiempo. Por lo tanto, es absurdo decir que “no importa lo que uno crea con tal que sea sincero”. Insultan al Espíritu Santo los que dicen que la verdad revelada in la Biblia no es absoluta, sino que su significado depende de la interpretación de cada persona. Según esto la mentira es tan buena como la verdad.
Muchos creen y enseñan que la verdad no es absoluta. Creen, pues, que se debe ser muy tolerante de las creencias de otros. Los tales afirman que la verdad se encuentra “entre los extremos”; es decir, que siempre habrá creencias o enseñanzas opuestas, y que la verdad se encontrará en medio de los dos lados. Este es un concepto muy común. Desde luego, es casi siempre necesario entre los partidos políticos, comerciales, industriales, educacionales, etc., pues cada lado insiste mucho en su posición para ganar todo lo que pueda y luego acepta ciertas modificaciones para poder finalizar un acuerdo con la oposición. Muchos religiosos se clasifican a sí mismos como muy tolerantes, muy liberales y comprensivos.
Pero no es así la verdad de Dios. El plan de Dios para salvarnos no tiene dos “extremos”, sino que es un solo plan objetivo (Rom. 1:16) y no admite de modificaciones. Cristo estableció una sola iglesia (Mat. 16:18; Efes. 1:22-23; 4:4). El Nuevo Testamento ha revelado que los discípulos se reúnen el primer día de la semana para partir el pan (Hech. 2:42; 20:7) y para ofrendar (1 Cor. 16:2); otro día no está autorizado. La iglesias de Cristo del primer siglo no tocaban instrumentos mecánicos de música en el culto. La mujer no predicaba, porque la verdad dice que ella debe estar en sujeción (1 Tim. 2:11-12;) (1 Cor. 14:33). Esta es la verdad con respecto al culto de la iglesia, y es angosta y absoluta. Además, cada iglesia es autónoma (Hech. 14:23) y los ancianos deben supervisar solamente la congregación de la cual son miembros (Hech. 20:28, 29;) (1 Ped. 5:2-3). Esta verdad también es angosta y absoluta. No se debe modificar para agradar a los hombres. En estos asuntos claramente revelados por las Escrituras, no hay “extremos” que discutir y no hay modificaciones que se puedan aceptar. Cuando enseñamos la verdad sobre estos temas, el mundo religioso (y aun algunos de nuestros hermanos) nos tildan de “extremistas” e insisten en que seamos más tolerantes.
La verdad con respecto a cosas materiales se aprende por medio de experimentos y la verdad con respecto a la historia se aprende por medio del testimonio, pero la verdad de Dios ha sido revelada por el Espíritu Santo (Jn. 14:26; 16:13;) (1 Cor. 2:11-13).
(5) Jesús estableció una sola iglesia (Mat. 16:18). Es su cuerpo (Efes. 1:22, 23) y, desde luego, El tiene un solo cuerpo (Efes. 4:4), pero los hombres la han substituido por muchas iglesias, habiendo cambiado y corrompido su culto, gobierno, obra y todo aspecto de ella, como hemos observado en este capítulo 2 de 2 Tesalonicenses. Los obispos de la Iglesia Católica Romana no son obispos verdaderos, sino falsos. Los apóstoles del mormonismo no son verdaderos sino falsos (compárese Apoc. 2:2).
Es indispensable que recibamos el amor de la verdad si queremos ser salvos. De Jesús dijeron, “sabemos que eres amante de la verdad, que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres (no buscas el favor de nadie – lit., no te preocupas de nadie -- porque eres imparcial, LBLA)” (Mat. 22:16). “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Ped. 2:2). “Bienaventurados los que tienen hambre y sed {Mat. 5:6 Isaias 55: 1-2.} de justicia, porque ellos serán saciados” (Mat. 5:6). Debemos amar la verdad como algunos aman el primer lugar (3 Jn. 9-10), como muchos aman el dinero (1 Tim. 6:10).
Lamentablemente muchos no aman la verdad, sino la mentira. Dice el Sal. 52:3, “Amaste el mal más que el bien, la mentira más que la verdad”. Nos conviene amar la verdad y aborrecer la mentira. Es indispensable que amemos la verdad.
Los que verdaderamente aman la verdad aman toda verdad. Algunos aman solamente ciertas verdades: (1) Son como los judíos que apelaban a Moisés cuando les convenía (Jn. 8:5), pero en realidad no respetaban a Moisés (Jn. 5:46). No amaban toda la verdad.
(2) Muchos de los que aman la verdad con respecto a una vida moral no aman la verdad con respecto a mandamientos positivos: p. ej., el bautizarse, el asistir a las reuniones para participar de la cena del Señor, etc.
(3) Muchos aman la verdad con respecto a ciertas prácticas inmorales (tales como el matar, el robar, el adulterar, el embriagarse, etc.) pero no aman la verdad con respecto a la necesidad de cambiar de carácter (p. ej., dejar la ira, los corajes, la malicia, la amargura, los celos y envidias).
(4) Sant. 2:1, 9-10. El discriminar quiere decir “diferenciar, separar … distinguir. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad” (Larousse). Los que discriminan a otros lo hacen por distintos motivos, pero sea lo que sea el motivo, es pecado. Por ejemplo, si los de la raza blanca discriminan a los de la raza negra – o viceversa – tendrán sus razones que les satisfacen, pero sean lo que sean sus razones, pecan los unos contra los otros. También si los anglosajones discriminan a los hispanos – o viceversa --, tendrán sus razones, pero sean lo que sean los motivos, pecan los unos contra los otros. Los tales no aman toda la verdad.
(5) Un número alarmante de hermanos no aman la verdad con respecto al matrimonio, el divorcio y segundas nupcias, pues siguen inventando salidas y pretextos para escapar de la fuerza de lo que Jesús enseña.
(6) Amamos la verdad que hemos obedecido (p. ej., el bautismo), o la verdad que actualmente practicamos (p. ej., la asistencia, la participación de la cena y la ofrenda, etc.), pero ¿amamos también la verdad que no obedecemos? ¿Amamos la verdad que nos exhorta, amonesta y reprende con respecto a chismear y murmurar? ¿o con respecto a la indiferencia, la negligencia, o la falta de responsabilidad? ¿Aman las hermanas la verdad respecto a la modestia? ¿Amamos las leyes civiles (las del gobierno)? ¿aman los maridos la verdad de que ellos deben amar a sus esposas como a sus mismos cuerpos? ¿aman las esposas la verdad de que ellas deben estar sujetas a sus maridos? ¿aman los hijos la verdad de que deben estar sujetos a sus padres? O ¿solamente amamos la verdad que nos agrada y nos hace sentir bien (Isa. 30:9,10;) (2 Tim. 4:3-4)? ¿Amamos la verdad que nos transforma (Rom. 8:29;) (2 Cor. 3:18; Efes. 4:22)? O en lugar de cambiar nuestra vida, ¿preferimos cambiar la verdad? ¿Amamos la verdad controversial al igual que la verdad que casi todos aceptan (“Dios es amor”)?
¿Cómo mostramos que amamos la verdad?
(1) Por conocerla: Jesús dice, “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32). Lamentablemente algunos “están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Tim. 3:7). Sin embargo, es posible hacerlo, pues Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4).
(2) Por aceptarla. Dice Prov. 23:23, “Compra la verdad (cueste lo que cueste), y no la vendas” (compárense Mat. 13:44-46; 16:24). Es imposible exagerar el valor de la verdad. Muchas veces decimos acerca de algún articulo, “Me gustaría comprarlo, pero no puedo hacerlo”, pero todo el mundo puede “comprar” la verdad. Como dice Isa. 55:1, “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed”.
(3) No ser oidores olvidadizos (Sant. 1:22), sino obedientes a la verdad: Rom. 2:8, 9; Gál. 5:7;) 1 Ped. 1:22.
(4) Seguir la verdad, o aferrarse a ella, en amor (Efes. 4:15). Dice LBLA, “hablando la verdad en amor”.
(5) No detener la verdad con injusticia (Rom. 1:18).
(6) No substituir la verdad por fábulas (2 Tim. 4:3, 4).
(7) Usar bien la palabra de verdad (2 Tim. 2:15).
(8) Como soldado de Cristo, tomar la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (Efes. 6:17), para defender la verdad (Gál. 2:5; Fil. 1:16).
(9) Proclamarla (1 Tes. 1:8).
(10) Sufrir por la verdad (Mat. 5:10- 12; 1 Ped. 4:16).
(11) Andar en la verdad (3 Jn. 4).
2:11 Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, -- Cuando el hombre no ama la verdad y rehúsa aceptarla, ¿qué va a creer? Obviamente está resuelto a creer la mentira; por eso, Dios le enviará “un poder engañoso”. En un sentido Dios hace lo que permite. (1 Crón 21:1;) dice que “Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel”, pero (2 Sam. 24:1;) dice que Dios “incitó a David contra ellos a que dijese: Vé, haz un censo de Israel y de Judá”.
Es posible que esta declaración sorprenda a muchas personas y aun dirán que Dios es injusto, pero esto lo dicen porque no conocen a Dios y no saben la importancia de aceptar la verdad y hacer la voluntad de Dios. La Biblia dice que Dios endureció el corazón de Faraón porque primero éste endureció su corazón (Ex. 3:19; 5:1-2; 7:3,13). Con respecto a los cananeos corruptos y malvados Josué 11:20 dice, “Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés”. El rey Acab (rey de Israel) había rechazado a Dios y practicaba la idolatría. Dice (1 Rey. 22:20-23;) “Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. 21 Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? 22 El dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; vé, pues, y hazlo así. 23 Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti”. En cuanto a los gentiles que, “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, sino que se envanecieron en sus razonamientos … como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Rom. 1:21,28).
Pero a pesar de todo esto, muchas personas repiten como loros el refrán, “Pero no importa lo que uno crea, sólo que sea sincero”; es decir, la mentira es tan buena como la verdad. Muchos de los que han oído el evangelio puro (y aun lo han obedecido) se convierten en testigos del Atalaya, bautistas, pentecosteses, etc. ¿Quién puede creer que los tales amaban la verdad? Muchos hermanos en Cristo que por muchos años conservaban pura la doctrina se han dejado llevar por el institucionalismo, la iglesia patrocinadora, o herejías con respecto al divorcio y segundas nupcias, la Deidad de Cristo, etc.
En la primera carta a los tesalonicenses (1 Tes. 2:16) Pablo se refiere a los judíos que, a pesar de escuchar las explicaciones de Pablo en las sinagogas (Hech. 17:1-3), no sólo rechazaron la verdad, sino que “impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo”.
Pablo dijo a Timoteo que “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Tim. 4:3,4).
2:12 a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. – Los falsos sistemas religiosos producen muchos males. La Iglesia Católica Romana es un árbol corrupto que lleva fruto corrupto. Sobre todo han evitado que sus feligreses aprendan la verdad revelada en las Sagradas Escrituras. Esto ha dejado naciones enteras en tinieblas. En la mayoría de los países dominados por el catolicismo el pueblo ha sufrido por causa de la ignorancia, superstición, pobreza y opresión en general. Otro ejemplo, entre tantos, de la injusticia del catolicismo es el celibato del clero; esta apostasía (1 Tim. 4:3) ha producido toda clase de inmoralidad, aun la homosexualidad.
Igualmente los evangélicos han retenido muchos de los errores del catolicismo y han agregado el calvinismo que en turno ha producido una cadena de errores y males.
2:13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, -- Al hablar de esta manera Pablo enfatiza que los gentiles también habían de oír el evangelio y ser salvos, y que esto fue el plan de Dios desde el principio; es decir, aun antes de llamar a Abraham y antes de entregar la ley a los israelitas, El había incluido a los gentiles como herederos de la salvación en Cristo (Rom. 9:23-26; Efes. 1:4; 3:5, 6).
-- mediante la santificación por el Espíritu (la parte de Dios) y la fe en la verdad, (la parte del hombre). – El Espíritu santifica por medio de la palabra inspirada (Jn. 17:17; Efes. 6:17;) (1 Tes. 4:3; 5:23). Dios nos ha escogido desde el principio mediante dos cosas: mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.
2:14 a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. – Al llamarnos por medio del evangelio Dios tiene el propósito de salvarnos eternamente; “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).
El calvinismo enseña que antes de la fundación del mundo Dios arbitrariamente escogió (predestinó) cierto número de hombres y de ángeles para la salvación, pero la verdad es que Dios llama todos los hombres por medio del evangelio de Cristo. La Biblia no enseña ninguna forma de elección arbitraria e incondicional. Todo el mundo es llamado o invitado por el evangelio de Cristo.
2:15 Así que, hermanos, estad firmes (“que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis”, (2 Tes. 2:2; no seáis sacudidos), y retened (observar, Mar. 7:3,4, LBLA) la doctrina (tradiciones, LBLA, margen) que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. -- Pablo emplea la palabra tradición (paradosis) aquí y otra vez en (2 Tes. 3:6, como también en) (1 Cor. 11:2, 23; 15:13. La palabra significa “un pasar de mano de uno a la mano de otro … (b) de la enseñanza de los apóstoles, (1 Co 11:2;)(2 Ts 2:15 … se usa de la doctrina cristiana en general”. El significado básico de tradición es entregar (Lacueva dice en el margen de su traducción de (2 Tes. 2:15,) entregas); por eso, la enseñanza entregada por los apóstoles en persona o por carta se llama tradición.
El clero romano ha usado estos textos erróneamente para justificar sus tradiciones. Dicen que la tradición es solamente la enseñanza oral de los apóstoles, y que esta enseñanza ha sido preservada a través de los siglos por la iglesia, pero toda la enseñanza apostólica está escrita y la tenemos en el Nuevo Testamento. La llamada tradición apostólica enseñada por el catolicismo son puras tradiciones humanas pues son las enseñanzas de los llamados “padres de la iglesia”, los decretos de los concilios ecuménicos, y las decisiones de los papas. El Nuevo Testamento denuncia todas las tradiciones humanas de esta clase: Mat. 15:2-9; Mar. 7:3-13; Col. 2:8, 20-23. Todas estas sustituyen y anulan la palabra de Dios.
Es interesante observar que de este mismo capítulo que denuncia al hombre de pecado (el hijo de perdición), el clero romano ha sacado un argumento a favor de sus tradiciones que usan para negar la fe verdadera.
Los tesalonicenses tenían tanto la enseñanza oral como la escrita (ambas inspiradas), pero ahora no hay enseñanzas orales inspiradas. La inspiración no reside ahora en los hombres, sino solamente en las Escrituras.
2:16, 17 Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó (1 Jn. 3:16; 4:10;) Efes. 2:5-6) y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia (1 Jn. 3:2;) Rom. 8:23-24), conforte (impartir fortaleza a) vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra. – Es importante observar la manera de hablar de Pablo a esta iglesia. En la misma carta les entregará enseñanza fuerte (medicina amarga) para que hagan correcciones, pero en medio de sus instrucciones acerca de errores y desórdenes, pronuncia esta hermosa bendición.
(2 TESALONICENSES 3:1-9; 9-18;)
3:1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, -- En casi todas sus cartas Pablo pide que los hermanos oren por él y sus compañeros (1 Tes. 5:25;) Rom. 15:30-32;) 2 Cor. 1:11; Efes. 6:18, 19; Fil. 1:19; Col. 4:3; Filemon 22).
-- para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros (1 Tes. 1:6; 4:10; 5:11), -- Pablo pide que oren por él, pero no para algún beneficio personal, sino para que la verdad pueda vencer todo obstáculo y que siga prosperando, como lo había hecho en Tesalónica. “La palabra de Dios no está presa” (2 Tim. 2.9), pero los enemigos pueden impedir su progreso. Pablo habla de la verdad como si fuera una persona, pues tiene mucha vitalidad. “El envía su palabra a la tierra; Velozmente corre su palabra” (Sal. 147:15). El evangelio corre y es glorificado cuando es aceptado (Hech. 13:48, “Los gentiles … se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor”; Gál. 1:24, “glorificaban a Dios en mí”). Glorificaban a Dios en los apóstoles porque estos “corrieron” para que la palabra pudiera “correr” y ser glorificada: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Rom. 10:16).
3:2 y para que seamos librados de hombres perversos y malos; -- Hech. 17:5; 17:13; 18:5-9, 12-18; (1 Tes. 2:14-16.) “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, 31 para que sea librado de los rebeldes que están en Judea” (Rom. 15:30, 31). Fue necesario que Pablo y sus compañeros fueran librados de hombres perversos para que pudieran seguir con sus actividades. El diablo emplea los hombres perversos y malos para impedir el progreso del evangelio.
-- porque no es de todos la fe. – Todos no son fieles. Véase el siguiente versículo: “Pero fiel es el Señor”.
3:3 Pero fiel es el Señor (Rom. 3:3, 4;) (2 Tim. 2:12-13), que os afirmará y guardará del mal (del diablo; Mat. 13:19; Efes. 6:16;) (1 Jn. 2:13-14; 5:18). – Dios hará lo que Pablo pidió en (2 Tes. 2:16-17. Al decir que el Señor es fiel, Pablo no está pensando en algún beneficio personal, sino en el hecho de que es fiel para afirmar y guardar del mal a los hermanos. La Biblia promete que el Señor nos guardará del mal: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24); “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Ped. 1:5); “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos” (2 Ped. 2:9); “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15); “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Cor. 10:13). Lamentablemente algunos no aprovechan esta ayuda. Véanse Gál. 5:4; Heb. 3:13; 4:11.
3:4 Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. -- En base a su confianza en ellos, hace al Señor la petición del ver. 5. Como Pablo dice a los filipenses, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).
3:5 Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios (Rom. 5:5; 8:39;) (2 Cor. 13:14), -- que los corazones de los santos sean movidos a amar a Dios por causa del amor de Dios por nosotros. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Jn. 4:19).
-- y a la paciencia de Cristo. – El aguante perseverante de Cristo, la perseverancia de Jesús aquí en la tierra en medio de la adversidad. “hupomone, lit., un permanecer bajo … se traduce ‘paciencia’ de un modo casi invariable” (WEV). Su sentido práctico es perseverancia. “En casi cada caso en que el apóstol emplea este término, usa también alguna palabra que indica la hostilidad dirigida contra Cristo y sus seguidores, o las pruebas y aflicciones que estos tienen que soportar. Nótense los siguientes ejemplos: Rom. 5:3-4: perseverancia en medio de la tribulación; Rom. 15:4-5: perseverancia en medio de vituperios; (2 Cor. 1:6;) perseverancia en medio del sufrimiento; (2 Cor. 6:4) perseverancia en medio de aflicción; (2 Cor. 12:12;) perseverancia en medio de la persecución y angustia; 2 Tes. 1:4: perseverancia en medio de la persecución; (1 Tim. 6:11-12;) perseverancia en medio de la buena batalla (véase el ver. 12); (2 Tim. 3:10-11;) perseverancia en medio de la persecución y el sufrimiento (véase el ver. 11)” (GH).
Heb. 12:1-4; dice, “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. 4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”.
3:6 Pero os ordenamos (mandamos, LBLA) hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente (“Término militar, fuera de su puesto en las filas”, ATR), y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. – ¿De qué manera andaban desordenadamente? Cualquiera que anda en violación de la voluntad (enseñanza) del Señor anda desordenadamente, pero en Tesalónica, algunos andaban “desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno” (ver. 11). Muchos comentaristas dicen que no trabajaban porque estaban esperando la segunda venida de Cristo en cualquier momento pero “no hay sugerencia alguna de esto en el texto; y encontramos la ociosidad existente cuando Pablo escribió la primera epístola, aunque en ese tiempo no había tal expectación emocionante” (JWM). En la primera carta Pablo les había exhortado de la siguiente manera: (1 Tes. 4:11-12;) “y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, 12 a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada”; (1 Tes. 5:14, “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos”.
Varios comentaristas dicen que la disciplina descrita en este texto no es la misma que la de Rom. 16:17 y (1 Cor. 5:5;) Dice JFB: “no una sentencia formal de excomunión, tal como se aplicó más tarde a ofensores más graves como en (1 Corintios 5:5;) (1 Timoteo 1:20; tales comentaristas están equivocados, porque la Biblia no hace distinción entre estos casos. En todos estos textos hay dos requisitos: (1) señalar al culpable (ver. 14; Rom. 16:17, “os fijéis en”); es decir, identificarlo, y (2) apartarse de él, no asociarse con él; “con el tal aun comáis” (1 Cor. 5:11). Tales comentaristas simplemente no pueden aceptar que el no trabajar es un pecado ante los ojos de Dios; creen que la ociosidad no se puede comparar con la fornicación, pero para Dios los dos son pecados y deben ser disciplinados. Recuérdese la palabra clave, desordenadamente; el no trabajar es una conducta completamente opuesta al buen orden.
3:7, 8 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; -- “Muchos tesalonicenses, sin duda, habrían considerado un privilegio contribuir, pero como Pablo veía a algunos ociosos entre ellos, quienes habrían hecho del ejemplo de él un pretexto para justificarse a sí mismos, él renunció a su derecho” (JFB).
Hech. 18:2-3; dice, “Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer ... Fue a ellos, 3 y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas”. Dijo a los ancianos de Efeso (Hech. 20:33), “Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. 34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido”. “El judío glorificaba el trabajo. ‘El que no enseña a su hijo un oficio’ decían, ‘le enseña a robar’ … Los judíos creían en la dignidad del trabajo honrado”. (WB).
Si algunos pensaron (como sugiere JWM) que el trabajo manual había de menospreciarse, el ejemplo del apóstol de Cristo debería haber corregido tal concepto.
Muchos de los hermanos que predican imitan a Pablo, trabajando en su empleo secular para no ser carga de la iglesia y hacen grandes cosas por el Señor. Los que viven del evangelio (1 Cor. 9:14) aceptan una responsabilidad seria de dedicarse enteramente a la obra de predicar y los que trabajan de todo corazón en la obra del Señor logran mucho. Sin embargo, pueden abusar del plan, porque no tienen mayordomo que les imponga un horario para estudiar, evangelizar y cumplir los deberes de evangelista.
3:9 no porque no tuviésemos derecho, -- sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. -- Pablo explica que los que predican el evangelio deben vivir del evangelio (1 Cor. 9:4-14; Mat. 10:10; Luc. 10:7;) (1 Tim. 5:17-18 ), pero él mismo siguió trabajando con sus manos: (1 Cor. 9:11-12;), “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 12 Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo”. Pablo aceptó ayuda de las iglesias (Fil. 4:15-16;) (2 Cor.11:8-9) cuando esto no representaba ningún obstáculo al evangelio.
3:10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. – “Proverbio corriente entre los judíos, expresión de la ley universal del trabajo; y por consiguiente también, censura de los que, en Tesalónica, comían, sin trabajar, el pan ajeno” (B-S). De lo que Pablo dice concluimos que en Tesalónica los hermanos seguían dando de comer a los que no trabajaban; Pablo manda que dejen de hacerlo. Si no quieren trabajar, que no les den de comer.
Pablo estaba muy consciente de la necesidad de hermanos pobres (Gál. 2:10; Rom. 15:25-27; (1 Cor. 16:1-4;) (2 Cor. 8 y 9), pero éstos no eran hermanos ociosos, sino verdaderamente necesitados. Si hubieran llegado a la pobreza por causa de la pereza, Pablo nunca habría pedido ayuda por ellos. Dios quiere que el hombre trabaje: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15); “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gén. 3:19); “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efes. 4:28). Jesús trabajó en la carpintería hasta la edad de treinta años, y su ministerio fue un periodo de unos tres años y medio de arduo trabajo: “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Jn. 5:17). Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran pescadores, y Jesús les hizo pescadores de hombres. Pablo hacía tiendas antes de comenzar su ministerio como apóstol de Cristo, y siguió haciéndolo durante su ministerio. Los que no trabajan están en conflicto con el plan de Dios. Por eso, Pablo prohíbe que los cristianos “ayuden” a los parásitos, porque en realidad la “ayuda” material no les ayuda, sino que les perjudica porque promueve la ociosidad.
Véase (1 Tes. 4:11,) el comentario sobre el programa de asistencia pública de los Estados Unidos. (El mismo mal se propaga en otros países).
3:11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. – (1 Tim. 5:13;) Tito 1:12; Hech. 17:21. El ocioso está muy aburrido porque no hace nada en los negocios propios, y por esta razón se entremete en los asuntos de otros. La vida del ocioso es una vida miserable. El trabajar “con vuestras manos” (1 Tes. 4:11) es una bendición de Dios. Cuando Adán vivió en el huerto de Edén, que seguramente fue un paraíso, él trabajó: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15).
3:12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente (tranquilamente, LBLA; (1 Tes. 4:11), coman su propio pan. – No el pan ajeno, el pan ganado por el trabajo de otros.
3:13 Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien. – Que no se cansen de trabajar con sus manos, ni de corregir a los que andan desordenadamente.
3:14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo (es necesario distinguir entre los fieles y los infieles), y no os juntéis con él, -- Mat. 18:15-17; Rom. 16:17;) (1 Cor. 5:9, 11;) (1 Tim. 6:5;) Tito 3:10;0 (2 Jn. 10)
-- para que se avergüence. – El señalar al infiel y apartarse de él es una forma fuerte de censura pública que le avergüenza. Produce una reacción, sea la tristeza o el enojo u otra, pero sin faltar producirá alguna reacción. Se argumenta a veces que en muchos casos el infiel será indiferente hacia la disciplina, pero esto no se puede probar. Puede reaccionar con hostilidad pero eso no quiere decir que es indiferente. Si el culpable es indiferente hacia la disciplina, ¿por qué hay tanta oposición de parte de sus familiares y amigos? La reacción del hermano indicado, como también la de los familiares y amigos, indica claramente que la disciplina da en el blanco. Todos saben que tal disciplina es reprensión pública, deliberada y formal, que sí avergüenza y esto es precisamente lo que el Señor quiere, para que la persona se humille, pero si la iglesia descuida la disciplina, no habrá reacción alguna de parte del infiel (excepto el desdén hacia la iglesia) y seguirá en su pecado.
¿Anda desordenadamente el miembro de la iglesia que deja de asistir a las reuniones? ¿Debe la congregación señalar a tales miembros y apartarse de él? Algunos de los que se oponen a la disciplina del miembro que deja de asistir argumentan que ahora éste tiene muy poco contacto con la iglesia y que, por eso, no pierde nada si la iglesia se aparta de él. En muchos casos los miembros disciplinados no tienen el deseo de estar con los fieles, porque fácilmente ganan amigos en el mundo. Todo esto es cierto, pero Pablo no dice que el propósito de la disciplina es para despertar en el infiel el deseo de asociarse otra vez con los fieles. No dice que el miembro disciplinado extrañará a los fieles y que, por eso, será restaurado. Sin embargo, lo que es muy cierto es que tal disciplina es una censura pública y que es muy efectiva, pues por ella el culpable ¡será avergonzado! (Los comentarios de los últimos dos párrafos están basados en un artículo escrito por el hermano Gary P. Eubanks en Gospel Anchor, junio de 1992).
Algunos dicen que es imposible apartarse del miembro que ya dejó de asistir, porque él ya se apartó de la congregación, pero los que hablan así no hablan conforme a las Escrituras, sino conforme a la astucia de la sabiduría humana. El hermano o la hermana que deja de asistir a las reuniones anda desordenadamente, porque está en pecado. Ya no es fiel, pues ya dejó de reunirse con la iglesia (Heb. 10:24, 25); no participa de la cena del Señor (1 Cor. 11:24); no ofrenda (1 Cor. 16:1-2) y, por eso, es un avaro (1 Cor. 5:11); en fin, ya no tiene comunión con Dios ni con la iglesia y vive en pecado. Algunos dicen, “Oh, no, es que el pobre está muy débil y desanimado”, pero la verdad es que vive en rebelión contra Dios.
Si la iglesia no debe apartarse del miembro que dejó de asistir, entonces ¿cuál es plan o el proceder para salvarlo? El plan de Dios (el señalar al hermano no arrepentido y apartarse de él) es para su salvación. ¿Hace él mismo el papel de la iglesia de entregarse solo a Satanás para la destrucción de la carne para que el espíritu se salve? (1 Cor. 5:5). ¿Qué se hace para quitar la vieja levadura y mantener la limpieza de la iglesia? (1 Cor. 5:7). ¿Está haciendo él mismo algo que pueda avergonzarle para que se arrepienta? En realidad el hermano apartado (el que dejó de asistir) no está haciendo nada para efectuar su restauración y se está apartando cada vez más lejos del Señor, y los miembros que siguen asociándose con él promueven su indiferencia y negligencia hacia la iglesia, porque sin asistir a los servicios él puede seguir disfrutando de la asociación con sus hermanos. (No quiere asociarse con ellos en los servicios, pero sí le gusta estar con ellos socialmente). Pablo dice, señalarle porque está pecando y no quiere arrepentirse, y dejar de estar con él socialmente, para que se avergüence. Es muy posible que esto lo humille, para que se arrepienta y sea restaurado al Señor.
El plan humano es lo siguiente: (1) no señalarle como pecador no arrepentido, y no apartarse de él socialmente; (2) más bien, seguir la vida social con él, siempre invitándole y animándole a que vuelva, para que no se avergüence. El plan divino es (1) señalarle, y (2) no os juntéis con él, para que se avergüence.
3:15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano. – Tal hermano no debe ser abandonado y olvidado, sino que los fieles deben buscarlo para amonestarle.
3:16 Y el mismo Señor de paz (Jn. 14:27) os dé siempre paz (Efes. 2:14-15; Rom. 15:33; 16:20) en toda manera. El Señor sea con todos vosotros. – Mat. 18:20; 28:20;) (1 Tes. 3:11-13; 5:23;) (2 Tes. 2:16-17.)
3:17 La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo. – (1 Cor. 16:21;) Gál. 6:11; Col. 4:18; Filemón 19.
3:18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.