La Mayordomia de los Bienes del Señor

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La Mayordomía de los

 

Bienes del Señor.

 

*| Filiberto Solis |

*

 

 

 

Instituto Teológico San Pablo. Plantel Pico Rivera. Junio 2005.

 

Índice.

 

 

 

 

 

 

 

 


1.          Objetivo…………………………………………………………….3

2.          Prólogo……………………………………………………………….4

3.          Capitulo 1. El dueño de los dineros…………………5

4.          Capitulo 2. Prácticas prudentes……………………….13

5.          Conclusión………………………………………………………….17

6.          Bibliografía………………………………………………………..18


 

Objetivo.

 

 


        Que el lector entienda la gran importancia de ser buenos mayordomos de los bienes del Señor y decida servirle como un buen siervo y fiel. 


 

Prólogo.

 


            El cuidado de los bienes de Dios, es una gran responsabilidad para aquel a quien se les encomienda. Es cosa seria administrar estos bienes, no solamente para preservarlos, sino también para incrementarlos lo más que sea posible, lo que requiere una gran dedicación. De la parábola de los talentos encontramos una gran enseñaza en lo que se refiere a la administración de las finanzas que el Señor pone a nuestro cuidado, en especial en lo que respecta a las finanzas de la Iglesia del Señor.

        ¿Cuál seria entonces la mejor manera de administrar estos bienes que no son nuestros?

        ¿Una mala administración de estos bienes tendría un efecto negativo no solo en la iglesia sino también en nuestra propia vida?

        Por el contrario, ¿Una buena administración de los bienes repercute en el crecimiento de la iglesia?

        Con la ayuda de Dios, se intentará contestar a estas preguntas a la luz de las Escrituras y una breve investigación bibliográfica relativa al tema.

        Todos los textos bíblicos son tomados de la versión Reina-Valera revisión 1960.

Capítulo 1

El dueño de los dineros.

“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.”  (Mateo 25:14)

Absolutamente todo le pertenece a Dios. Este es el lugar en que debemos empezar cuando pensamos en el dinero y en como se usa en la iglesia. No es mi dinero o el dinero de la iglesia. Todo, no el 10 por ciento, todo es de Dios.

        Esto incluye las finanzas personales. Cuando doy mi diezmo (que bueno que soy) “para Dios” tiendo a pensar que el 90 restante es mío y puedo hacer con mi dinero lo que quiera, sin embargo, debemos estar seguros que entendemos que nosotros no poseemos, sino que administramos lo que no es nuestro, sino que otro (Dios) es el legitimo dueño.

El ser un mayordomo.

A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.  Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.”  (Mateo 25:15)

La palabra mayordomía viene, por supuesto, de mayordomo o guardián. Este no es dueño de la propiedad o bien, simplemente lo maneja o administra para beneficio del dueño legal. Este espera que el mayordomo no huya con los bienes, los use para su beneficio o lo malgaste, sino que mas bien los cuide e invierta para hacerlos crecer de la mejor manera y en el mayor beneficio del dueño. Por lo tanto, la mayordomía es la actividad de tener extremo y buen cuidado de lo que pertenece a otro.

En el ejemplo de la parábola de los talentos, el hombre de la historia entrega su propiedad a sus esclavos-5 talentos a uno, 2 a otro y 1 al tercero. Conoce la historia: uno invierte los 5 y entrega 5 más, el otro invierte los 2 y entrega 2 más, pero el tercero simplemente lo enterró y cuando llego el dueño, se lo quito.

Cada esclavo era un mayordomo, cada uno tomo lo que era de su señor, lo usó y luego lo regresó al amo con intereses y todo. Nada era de los esclavos, todo se le regreso al amo. Ellos eran simples mayordomos, no dueños.

Eso es lo que somos-mayordomos, no dueños. ¿Por qué? Porque Dios es soberano sobre la creación.

“De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.” (Sal. 24:1)

        Dios necesariamente posee la creación, asi como el escritor retiene los derechos de autor de su obra (copyright) intelectual. Dios hizo todo, todo es de El. Aun nosotros somos de El. No nos poseemos a nosotros mismos, como dice San Pablo en la primera a los Corintios 6:19-20:

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

        Dios no solamente nos hizo, también nos compró a un precio extraordinario para que seamos posesión suya. No nos pertenecemos a nosotros, sino a Dios. Por lo tanto, también lo que poseemos le pertenece. Si lo que hemos adquirido, ya sea por medio de regalos, herencia, trabajo o fortuitamente, ¿Cuál de estas cosas cae fuera de la soberanía de Dios? ¿Podríamos trabajar si no fuera por la fuerza, inteligencia, habilidades y aun el aliento que Dios nos da? ¿Podríamos reclamar cualquiera de los dones de Dios como nuestros? ¿De todo lo que tenemos, podemos decir que está seguro si Dios no lo quiere así? No. Aparte de la gracia soberana de Dios, nada seria nuestro, nada permanecería en nuestro poder. Todo, en verdad, es de Dios.

        Con la finalidad de administrar correctamente los bienes del Señor, imaginemos una pirámide cuya cima es el contentamiento, es decir, el punto al cual debemos llegar en lo referente a los bienes materiales que Dios nos ha dado para administrarlos. Pablo escribe a los filipenses que debemos llegar a ese punto: el contentamiento:

“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” (Fil. 4:11)

        La base, por supuesto, de esa pirámide, es la parte de Dios en lo concerniente a nuestros bienes. La parte central es la que nos corresponde en lo que respecta a todos los aspectos de nuestras finanzas como: deudas, inversiones, presupuestos, trabajo, herencias, seguros, planes de retiro, ahorros, gastos, ética en el manejo de las finanzas, etc.

        Aquí entran también las cualidades del buen siervo y fiel:

Þ   Fidelidad.

Þ   Sabiduría.

Þ   Cuidado.

Þ   Capacidad.

Þ   Dedicación.

Þ   Perseverancia.

Þ   Honestidad.

   

La pirámide del contentamiento.

El ser un dador

¿Por qué deberíamos dar? ¿Por qué deberíamos transferir de lo que Dios ha puesto en nuestras manos a las manos de otros? Existen varias razones:

    Dar es bueno para el dador.

No solamente el que da hace una buena obra, sino que también se incrementa el auto respeto, la dignidad y hay gozo en el dar. Dios ama al dador alegre. Aquí surge una pregunta interesante y pertinente: ¿Debemos diezmar? Un hermano de nuestro movimiento hace un interesante estudio[2] en que analiza este tema y concluye que no solamente debemos diezmar, sino que ir más allá y dar en abundancia y con generosidad incluyendo además, primicias y caridad, siendo nuestro dar el pilar para la conquista de nuestra patria para Cristo.

    Dar es bueno para la iglesia.

La iglesia depende económicamente de la mayordomía de sus miembros. Esta es una idea de Dios aun antes de la existencia de la iglesia: “Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios.” (Éxodo 23:19a)

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” (Mal. 3:10)

También en la iglesia primitiva, Pablo urgía a los cristianos a dar para otros: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.



Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén.” (1 Co. 16:2-3)

        Esto quizás suene inapropiado, pero el método de Dios para el soporte de las necesidades económicas de la iglesia, no son los car wash, las yard sales, los fund-raising o las noches mexicanas, sino, actuando con fe, el dar generosamente de lo que el primeramente nos ha dado.

    Dar es bueno para los ministerios de la iglesia.

La iglesia debería proveer para las necesidades de otros. La gente necesita lo que las iglesias tienes que dar. El mundo esta lleno de pobres, necesitados, hambrientos, desamparados; el evangelio tiene que predicarse por todo el mundo; este mundo cruel necesita la generosidad de las iglesias. Dios podría hacer llover oro, pero El mas bien quiere que su pueblo de a los necesitados.

    Dar es bueno para Dios.

Nuestro fin es dar para la gloria a Dios, y el dar ayuda a este fin. Pablo dijo a los Efesios 1:11-12: “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.”

        Otros dan por miedo, por sentido de deuda o por pagar un favor. El cristiano da para la gloria de Dios, da por un sentimiento profundo de gratitud, da de las bendiciones materiales que El derrama sobre sus hijos, da como parte de su culto racional y para la alabanza de su nombre.

        El dar resulta en recibir. Se recibe por trabajar diligentemente, por usar la inteligencia, por utilizar las oportunidades o ventajas válidas, se recibe por estar al pendiente de lo que es suyo, por no ser débil, se recibe cuando se ora, pero sobre todo, porque Dios bendice y ama al dador alegre y es mas bienaventurado dar que recibir.

El ser pastor-mayordomo

        Es una tremenda responsabilidad ante Dios para el pastor que éste sepa administrar sabiamente el dinero con el cual cuenta la iglesia. Tal responsabilidad incluye:

    Enseñar y predicar sobre la mayordomía.

La responsabilidad del pastor es que los miembros de la iglesia aprendan a ser mayordomos tanto en lo personal, como dentro de las congregaciones, mediante la enseñanza de la doctrina de la mayordomía. Es interesante notar que nuestro Señor Jesús enseñó más sobre el dinero que sobre el cielo y el infierno juntos; 16 de 38 parábolas tienen que ver sobre el dinero. Uno de cada 10 versículos del Nuevo Testamento tratan directamente de este tema.[2] También es interesante notar que las Sagradas escrituras contienen 500 versos sobre la oración, menos de 500 sobre la fe y mas de 2000 sobre dinero y las posesiones.

    Dar Ejemplo.

Si el pastor no tiene en orden sus propias finanzas, ¿Podrá dirigir a la iglesia a un estado financiero sano? Por otro lado, si el mismo da pobremente o esporádicamente, ¿Producirá una congregación generosa?

    Desarrollar y ejecutar planes financieros sabios.

Aquel que hace mal uso o mal manejo del dinero de la congregación, pierde la confianza y todo lo que hace se ve con recelo. Por otro lado, aquel que maneja bien el dinero, (como los siervos fieles de la parábola), son tenidos por confiables e invitan a dar con generosidad y confianza.

    Animar a la gente a dar.

Si los planes financieros de la iglesia persiguen buenos y correctos fines, la iglesia los soportará con gusto y compromiso. Por otro lado, es sabido que muchas veces necesitamos ánimo y que se nos anime.

    Dar informes y reportes financieros.

Es responsabilidad del pastor informar a la iglesia periódicamente del estado de las finanzas. Una iglesia informada de a dónde va y cómo se utiliza el dinero que está dando, da con generosidad, confianza y gusto. Las compras, los gastos, los ingresos deben darse a conocer, pues esto propicia también la confianza hacia el pastor, ve la utilidad y el buen manejo del dinero que ha dado y sigue dando con liberalidad. Por otro lado, una iglesia a la que no se le mantiene informada del dinero que hay, sospecha, se hace preguntas o empieza a murmurar. ¿Para que dar lugar a esto?

    Manejar el dinero con responsabilidad.

El dinero es una tentación, una carga y una responsabilidad legal. Puede incluso convertirse en una atadura o cadena. Todo el dinero, cheques, donaciones, etc. Deben tratarse con sumo cuidado y transparencia.


Capítulo 2


Prácticas Prudentes.

Qué no hacer.

        Imaginemos una situación “ficticia”: una vez recibida la ofrenda por los diáconos, se coloca el ofrendario en el altar. Después del servicio, el tesorero lo vacía, cuenta y coloca en un sobre anotando la suma. Después de anotar cuánto suman los cheques, los billetes y el suelto, lo deposita en el banco el lunes siguiente o quizás el martes (a veces dura el dinero meses sin ser depositado). El tesorero también maneja la chequera, (peor aun, es el pastor el que la maneja) lleva y resguarda los libros, escribe y firma los cheques, y como a veces es difícil localizar al co-signatario, tiene una dotación de cheques en blanco firmados por éste. Todo lo anterior recae en la honestidad, disposición y destreza de una sola persona: el tesorero o todólogo. No hay duda sobre la honestidad del tesorero y la confianza de que cada centavo se deposita puntualmente. Con toda certeza, los cheques que hace son cien por ciento legítimos. Pero… ¿Cómo saberlo? En realidad, no hay manera de saberlo. Solo se supone, en base a la confianza que se tiene al tesorero. Este pudo haberse llenado las bolsas, pudo haberse escrito un cheque, pudo haberse hecho un préstamo, y nunca se podría saber. Quien esto hace, no esta siendo prudente ni sabio, por el contrario, se está actuando con negligencia. Ante una reclamación, una auditoria o una revisión, se está completamente indefenso. Por eso, es necesario que se tomen medidas prudentes y se establezcan prácticas fiscales sabias y sencillas como las que se mencionan a continuación.

Que sí hacer.

        Tomando algunas medidas sencillas, esta situación “ficticia” no solamente se puede solucionar, sino que además, se estarán administrando los bienes de Dios de una manera clara, transparente, sin dar lugar a murmuraciones, malos entendidos, o incluso, al diablo. Un  pastor-administrador que en verdad quiera hacer las cosas con sentido común,  tomará las medidas necesarias para ello. Algunos ejemplos sencillos de cómo hacerlo se explican a continuación.

Lleve un registro.

        Debe llevarse un libro (se consigue en las librerías cristianas para este fin, especialmente en las librerías americanas) de contabilidad  de gastos, ingresos, cheques expedidos, etc. que cumpla con los siguientes requisitos:

ü Lo suficientemente simple como para ser usado por personas que no hayan tenido una educación formal o entrenamiento en contabilidad.

ü Que provea medios para que los fondos se usen de acuerdo con las instrucciones del pastor y/o el deseo del dador.

ü Que contenga el suficiente control interno para la protección de los que manejan los fondos.

ü Que provea un registro histórico de las transacciones y movimientos.

ü Que proporcione un informe regular a la iglesia.

ü Que permita un reporte sencillo al presbiterio en caso de requerirlo.

Cómo usar el libro.

A)  Páginas de dinero recibido. Aquí se anota la fuente de todo el dinero recibido y se anota si va a destinarse para algo en especial. Provee un panorama de los totales semanales, totales mensuales y un acumulado del dinero recibido a la fecha.

B)  Páginas de pagos. Proveen el espacio para anotar cómo se gasta el dinero: fechas, número de cheques, a quien se pagó, a que rubro se aplica. Al final del mes se traza una línea sobre la página y se anotan los totales en cada columna para el mes. Los totales pagados se verifican y balancean contra los ingresos mensuales.

C)  Lista mensual de recibos y desembolsos. Aquí se realiza el balance y registro mensual entre el dinero recibido y el que se ha de contabilizar, con los gastos.

D)  Lista anual del dinero recibido. Cada que se termina el mes, los totales de las paginas de pagos se colocan en la respectiva columna de estas paginas. Al fin del año se suman las columnas.

E)   Lista anual de cuentas pagadas. Cada que se completa el mes, los totales pagados se anotan en el mes respectivo de estas paginas. Al final del año se suman las columnas. Anote los totales anuales al final de la columna. El balance debe ser el mismo que el estado bancario.

F)   Páginas de presupuesto. Sugieren la forma de hacer un presupuesto anual y realizar su registro.

G)  Páginas de contribuciones. Proveen el registro semanal de ofrendas, diezmos y contribuciones de los miembros. Cada semana debe realizarse este registro. Use una página para cada miembro. Este registro es muy útil para el reporte de impuestos de cada miembro. Al final de junio y diciembre, debe entregarse un reporte a cada miembro de sus contribuciones.

Se sugieren, para un mejor control interno y la protección de los que manejan los fondos, las siguientes prácticas:

1)   Asignar responsabilidad para recibir, contar, anotar, depositar y salvaguardar los fondos.

a)   Comité del conteo. Se compone de al menos tres personas. Debe recibir, contar, preparar una lista de recibos y depositar todo el dinero en la cuenta de banco de la iglesia. Se debe entregar al tesorero una copia de la lista de recibos, ficha de depósito al banco y los sobres vacíos de las ofrendas u diezmos.

b)  El tesorero debe reconciliar los totales de dinero recibido contra los recibos y la ficha del banco. Debe entonces registrar los movimientos en el libro correspondiente. También expide los cheques para gastos de acuerdo al presupuesto de la iglesia. Todos los cheques deben llevar dos firmas. El tesorero reconcilia el estado bancario y prepara una lista mensual de recibos y gastos y lo reporta a la iglesia. Nota: El tesorero no recibe ni ve el dinero, mucho menos el pastor.

c)   Comité de auditoria. Se compone de al menos tres miembros que no tienen relación con los fondos recibidos o distribuidos y deben auditar los registros financieros de la iglesia en una base anual o según se les instruya.

Todas estas personas se asignan por el pastor y a él le responden directamente. Deben tener integridad moral, ser de buen testimonio y asistir regularmente al templo.

2)   Determine las necesidades de la iglesia y desarrolle y adopte un presupuesto.

Aquí se incluye el salario del pastor, agua, luz, teléfono, literatura, mantenimiento y reparaciones, edificio nuevo, etc. Cuando se tiene un presupuesto y se opera bajo él, todos los fondos pueden entonces manejarse y depositarse en una sola cuenta. Todos los pagos deben hacerse por cheque.

3)   Usar sobres individuales para los congregantes con su nombre.

Conclusión.

        La mejor forma de administrar los bienes de Dios bajo nuestro cuidado es siguiendo prácticas administrativas prudentes. Gracias a Dios que contamos con muchos recursos para manejar los fondos bajo un sistema fiscal muy generoso para las iglesias y los pastores, pero a la vez muy estricto también. Vale la pena actuar con entendimiento y sentido común.

        La mala o deficiente administración de los recursos puede incluso llevar a la iglesia a endeudarse en el más malo de los casos, pero el entregar buenas cuentas a nuestro amo debe ser de por si, nuestra mayor motivación.

        Por el contrario, una administración eficiente, hará que la iglesia crezca, pues se podrán atender mejor las necesidades de la congregación, proveyendo un lugar cómodo, ventilado, con buen equipo, sonido, recursos educativos, etc.

        Urgen recursos para cumplir con la gran comisión. Ante nosotros hay un gran reto. Es deber del pastor que los congregantes se conviertan en mayordomos, que al menos den el diezmo, que  sepa hacer presupuestos, que  enseñe a los niños a dar, y que enseñe a la congregación en general los principios de la mayordomía.

        El pastor debe ser ejemplo de un buen siervo y fiel; y que juntos, un día nuestro amo nos diga: Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.

Bibliografía


1.   Dan Busby, CPA. The Zonderban Church and Nonprofit Organization. Zondervan publishing house. Grand Rapids, Mich. 1999.

2.   Felipe Leng. Dios quiere que usted tenga libertad financiera. Centros de literatura cristiana. Bogotá, Colombia. 1980.

3.   Howard L. Dayton, Jr. Your money: frustration or freedom? Tyndale House Publishers, inc. Wheaton, Ill. 1979.

4.   James D. Berkley. The Dynamics of Church Finance. Baker Books. Grand Rapids. Mich. 2000.

5.   Larry Burkett. How to manage your money. An in-depth bible study on personal finances. Moody press. Chicago. 1991.



 


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[2] Generosidad:  Romero Silva A. “Pilar para la Conquista”

[2] Howard Hendricks, citado por Howard L. Dayton, Jr. En “Your money: frustration or freedom? Pag. 10.

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