Crisis que enfrento Pablo
Situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso
I. Crisis Política.
A. Respuesta de Pablo.
Someterse a, obedecer, sujetarse a, estar bajo la autoridad de, estar sumiso.
un principio general que no admite de nuestra parte juzgar si los que detentan la autoridad to hacen bien o mal.
ἀντιτάσσομαι. Oponerse, resistir. Con el dat. de la cosa o persona a quien se opone.
Oponer, hacer frente a, colocarse en frente de, resistir.
Este resistir a la autoridad equivale, entonces, a resistir a Dios mismo. Es lamentable que haya cristianos que empujan a otros a resistir lo establecido por Dios, que instigan a otros a resistir a las autoridades, esgrimiendo como argumentos su mal gobierno o la necesidad de “liberar” a los oprimidos.
Temer, tener miedo de, tener miedo, venerar, reverenciar, respetar.
¿Qué debemos hacer cuando las mismas autoridades son las que se oponen a la autoridad superior de Dios? Lo mismo que hicieron los apóstoles de Cristo cuando se les prohibió predicar el nombre de Jesús. Ellos dijeron que no podían dejar de dar testimonio de Cristo. Su argumento fue que “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 4:19, 20)
II. CRISIS ECONÓMICA.
Todo lo que afecta al bolsillo como resultado de una decisión ajena a nosotros, nos mueve a la resistencia. Puede llamarse impuesto, tributo, contribución.
Tomemos la decisión de vivir una vida de plena sujeción a Dios, aceptando la sujeción indicada por su Palabra hacia los que nos gobiernan en distintas áreas.
Si para alguien el crédito es un pecado, debe abstenerse de usarlo. Si otro hace uso del crédito y va pagando según lo pactado, no debe ser juzgado, pues para el tal no es pecado. Lo concreto es que no tenemos que deber nada a nadie.
El amor es una deuda que nunca agotaremos (v. 8)
III. CRISIS SOCIAL.
C. REALIDAD DE PABLO.
El amor es posible, y lo es en virtud de la nueva vida (6:4). El amor es posible porque ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (5:5). Amar a nuestros semejantes equivale, entonces, a andar conforme al Espíritu, pensar en las cosas del Espíritu y ocuparnos de las cosas del Espíritu (8:4–6).
Esta expresión nos hace sonreir. Claro que el verdadero amor no hace mal. El mundo gime y se desangra por la carencia de este legítimo amor que el hombre necesita aun desde antes de nacer.
Decidamos formar parte de la iglesia apercibida, en que cada cristiano tiene su vida llena del Espíritu Santo y así la mantiene por una relación correcta con El y la rinde para un poderoso testimonio de su Señor. Podemos ser testigos sin poder o bien testigos con poder (Hch. 1:8).
“Desechemos …” Es de noche, pero debemos andar como de día. Con la ayuda del Señor esto es posible, porque El es “la luz del mundo”.
Desechar las obras de las tinieblas. Vestirse con las armas de la luz. No se trata de ponerse un traje de fiesta, sino de asumir que tenemos una lucha decisiva, final, contra las fuerzas del mal, y que el Señor es quien dirige esa lucha y nos llama a enrolarnos en la batalla de la fe que culminará con el gran triunfo.