Jesús Quiere Y Puede Abrir Nuestros Ojos

Marcos # 30.   •  Sermon  •  Submitted
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INTRODUCCION
Si tu has tenido la oportunidad de hablarle a otra persona del evangelio, seguramente coincidirás en que la mayoría de ellos no ve lo maravilloso de la buena noticia.
Y a decir verdad, cada uno de nosotros puede también confirmar cuánto tiempo anduvimos sin ver, aun cuando otra persona nos habló de Cristo.
Sin embargo, muchos hoy podemos ‘ver’ y muchos otros también podrán ‘ver’ porque aun cuando éramos incapaces de ver, de apreciar la buena noticia y la obra gloriosa del evangelio, aun cuando no estaba en nuestra agenda buscar a Dios, El en su misericordia se dispuso para abrir nuestros ojos.
El punto que quiero compartirte este día es el siguiente: No podemos ver ni entender el evangelio por nosotros mismos. Cristo tiene que abrir nuestros ojos con el poder del Espíritu y Su Palabra. Y hoy quiero demostrar que ¡El lo quiere hacer y El lo puede hacer!
Por tanto, al finalizar quiero exhortarles a confiar y aferrarse a la sola fe en Cristo; sólo Él puede restaurar y aumentar nuestra visión espiritual.
OT: Veamos está gran verdad ilustrada en este gran milagro.
I. Veamos en primer lugar, la necesidad que todos tenemos de visión (8.22).
A. Este hombre tenía una condición física de las más tristes que pueden afectar al ser humano.
1. Pero antes de mirar al ciego, miremos por un momento al lugar donde este hombre se encuentra con Jesús. Fue en la aldea de Betsaida, la cual significa “casa de pesca”. De hecho, en su contexto social, Betsaida era un pueblo conocido en la rivera del Mar de Galilea por su producción de pescado salado. Era el pueblo de algunos de los apóstoles: Pedro, Andrés y Felipe.
Sin embargo, así como en el contexto social era conocida por la producción de pescado, en el contexto de los evangelios, Betsaida es un monumento a la ‘ceguera espiritual’. Fue Betsaida una de las ciudades que Jesús pronunció un duro juicio por no arrepentirse a pesar de los muchos milagros que en ella había realizado. (Mateo 11.21-22).
2. Por tanto, es muy ilustrativo que este hombre ciego lo hallan traído ante Jesús justamente en el pueblo de Betsaida, ciudad ejemplo de la ceguera espiritual.
3. Bien podemos ver en la ceguera de este hombre una ilustración de la ceguera de toda una ciudad, de toda una nación y hasta de toda la humanidad.
4. Cuando Jesús llega a la orilla, algunas personas se le acercan, “rogándole” que toque al hombre ciego.
B. Si bien la ceguera es uno de los padecimientos más tristes que pueden afectar al ser humano, hay una afectación mucho más triste que el no tener visión física: el no poseer visión espiritual. Tener ojos para ver y no poder hacerlo.
1. Este tipo de ceguera es universal. Afectaba a Betsaida. Afectaba a la elite religiosa en los tiempos de Jesús. Afectaba a los mismos discípulos de Jesús. Nos afecta igualmente a todos hoy.
2. El apóstol Pablo hace este mismo diagnostico apoyado en las Escrituras del AT. (Romanos 3.9-12)
3. ILUSTRACION. El sábado cuando compartimos el evangelio en la feria había tres jóvenes que estaban sentados justo al lado de otra mesa donde Betsy compartía el evangelio con un hombre. Mientras escuchaban a Betsy ellos se burlaban entre sí. Al verles nos acercamos a ellos y les compartimos el evangelio por un largo rato. Cuando ya nos habíamos despedido, uno de ellos tomó toda la información que le dimos impresa y la echó en la basura. Los otros iban hacer lo mismo, pero cuando nos vieron tuvieron pena y no lo hicieron.
Esta es la ceguera espiritual que envuelve a toda alma humana.
4. Sólo hay que observar alrededor para darnos cuenta cómo viven la gente, qué es lo que priorizan en sus vidas, en qué pasan el tiempo que Dios les ha concedido, cómo gastan su dinero, y cómo rechazan a Cristo.
Todo esto es una inequívoca evidencia de la oscuridad que nubla sus ojos.
5. No es sólo que ignoran a Cristo, sino que lo aborrecen, lo rechazan, pueden escuchar de la gracia que se les ofrece y con total indiferencia le dan las espaldas.
OT: ¿Qué esperanza puede haber?
Hoy quiero afirmar que a pesar de la obstinada ceguera humana, la gracia de Dios es mayor.
Hemos visto la necesidad que todos tenemos de visión, veamos ahora
II. En segundo lugar, la voluntad de Jesús para restaurarnos la visión (8. 23ª).
A. En respuesta al ruego de la gente, Jesús toma por la mano al ciego y lo conduce al lugar que El consideró adecuado.
1. Como en 7:33, Jesús lo toma y se aleja de la multitud. Marcos no dice por qué Jesús se lleva al hombre fuera de la ciudad, pero la razón más probable fue por su justo disgusto hacia los habitantes de Betsaida; por su obstinada incredulidad fue que nuestro Señor no quiso hacer allí milagros ni permitió que la persona sanada entrara a la ciudad o contara allí su sanidad (8.26).
2. Sin embargo, a pesar de la ceguera que envolvía a Betsaida, Jesús toma de la mano a este hombre ciego y lo conduce a su restauración.
B. Es esa generosidad bañada de amor inmerecido la que debe despertar esperanza para nosotros hoy. A pesar de vivir en medio de una generación que no busca a Dios, El quiere tomarte de la mano y abrirte tus ojos. Él no se detiene. Porque ha eso vino el Hijo del Hombre, a buscar y a salvar lo que se había perdido.
1. Y a decir verdad, ¿Qué podía hacer por sí mismo este hombre ciego para revertir su ceguera? ¡Nada! Por más que pudiera haberlo intentado. Ninguna persona ciega por sí mismo puede recuperar la visión.
2. De hecho, no sólo él, nadie podía hacer nada para restaurarle la visión, todos necesitamos que Cristo nos tome de la mano y nos conduzca a nuestro lugar de restauración.
3. ¿Cómo podemos conocer a Dios? ¿Cómo podemos restaurar la imagen de Dios a la que fuimos hechos y la cual está rota? Sabemos bien que por nosotros mismo es imposible. Una buena intención puede surgir pero inmediatamente será ahogada por un mal pensamiento, por la envidia, o el orgullo, el egoísmo, o el deseo de alabanza y reconocimiento, u otra de las mil maneras en que nuestra alma muestra su desnudez.
No hermanos, solos no podemos ver a Dios, necesitamos que sea Él quien nos tome de la mano y abra nuestros ojos espirituales.
4. Y he aquí la extraordinaria noticia, Dios se hizo carne para tomarnos de la mano y llevarnos al lugar de la restauración, Porque, como dice el salmista, El sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos sólo polvo. Salmo 103.14
Si Jesús no nos tomara de la mano, no hay esperanza alguna.
En nuestra incapacidad de ver, jamás pudiéramos acercarnos a Dios ni crecer en Dios. El tiene que tomarnos de la mano.
Y la maravillosa noticia es que ¡El quiere tomarnos de la mano!
Juan 3.16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.
He aquí la buena voluntad de Dios para restaurar la visión a todo aquel que a El viene, y Jesús mismo dijo: y al que a mí viene, de ningún modo lo echaré fuera. Jn 6.37b.
¡El quiere tomarnos de la mano!
OT: Pero como alguien ha dicho, la buena voluntad no es suficiente. Mucha gente pone su mejor empeño con la mejor de sus intenciones para lograr un bien determinado, y en consecuencias a veces ocurre lo contrario.
Sistemas políticos como el comunismo han pretendido construir “al hombre nuevo”, “al hombre del siglo XXI”, sin embargo hemos visto que todo no fue más que meras intenciones. Todo fracasó.
Igual las religiones. Cada una pretenden hacer del ser humano “una persona mejor”; darles una armonía interior, una paz exterior, un equilibrio en sus emociones, y hasta un sentido de éxito personal. Sin embargo, son sólo eso, meras intenciones. Todo fracasa. No es real.
Por tanto, no basta con decir que Jesús tiene la mejor intención de restaurar la vista a los ciegos espirituales, la pregunta que se impone es, ¿Él puede hacerlo?
· En aquellas personas que como el joven que echó en la basura la gracia del evangelio, ¿realmente puede Jesús abrir sus ojos?
· En aquellos que se han acercado, que están buscando pero aun sus corazones tienen dudas y contradicciones, ¿realmente puede Jesús abrir sus ojos?
Veamos…
III. En tercer lugar, la autoridad de Jesús para restaurarnos la visión (8.25)
A. Luego de que Jesús unta los ojos del ciego con saliva y le toca, el hombre recobra la visión. Pudiéramos brincar de alegría ante el toque del Señor, sin embargo hay algo que frena la emoción, la visión a llegado al hombre sólo a medias, parcialmente.
Y una vez más pudiera haber retornado la pregunta a la mente de este hombre, ¿verdaderamente puede Jesús regresarme la visión?
Entonces Jesús una vez más puso sus manos sobre él y fue entonces que finalmente ocurrió lo humanamente imposible, el hombre alcanzó la visión totalmente.
Es emocionante cuando leemos que este hombre ciego finalmente “miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad.”
1. ¿Por qué en dos etapas la sanidad? ¿Acaso no podría haberlo hecho de una sola vez? Claro que sí, Jesús es Dios. Pero quiso hacerlo en dos etapas. Nuestra labor no es cuestionar cómo Jesús obra, sino aceptar sus métodos y confiar en sus resultados.
B. Jesús no sólo quiere, Él también puede restaurar nuestra visión espiritual.
1. Este milagro lo ilustra perfectamente. Y quizás al igual que al ciego de Betsaida, la restauración de la visión no llega plenamente, de hecho es habitual que ocurra progresivamente.
2. La gracia de Dios nos alcanza, nos toca y comenzamos a ver, pero habitualmente vemos borroso, entendemos sólo en parte lo que Dios ha hecho por nosotros y en nosotros a través de Cristo. Pero esta visión parcial no quiere decir que en Cristo no hay poder suficiente para dar vista. ¡Por supuesto que no!
3. El que veamos sólo en parte, el que una persona despierte levemente, el que alguien muestre una ligera inclinación a buscar a Dios, esto nos debe motivar a continuar buscando por alcanzar una mayor visión, un mayor entendimiento de Dios.
4. Por supuesto que de este lado de la costa no alcanzaremos a una visión plena de la obra y la gloria de Cristo. El apóstol Pablo dice en 1 Co 13.12 Ahora vemos todo de manera imperfecta, como reflejos desconcertantes, pero luego veremos todo con perfecta claridad. Hay una ahora y hay un luego. Por tanto, no te desanimes si no logras entenderlo todo inmediatamente. Toda la visión que podemos alcanzar a ver de quién es Dios, lo que Cristo ha hecho para rescatarnos, cómo el Dios Santo muere para salvar al hombre pecador, todo este misterio que encierra nuestra salvación lo veremos claramente cuando lleguemos al otro lado de la costa, al cielo de Dios.
5. Sin embargo, eso no quita que nuestra visión valla despejándose cada vez más. El conocimiento y el entendimiento del evangelio el Señor lo irá develando ante los ojos de aquellos que lo busquen. Proverbios 4.18 “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día.” Ese día pleno será allá, pero aquí, al igual que el amanecer, va aumentando el resplandor. Es progresivo, pero es continuo y en aumento y es garantizado.
6. Por eso el apóstol Pablo oraba por los Efesios 1. 17-19 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis
cuál es la esperanza a que él os ha llamado,
y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,
CONCLUSIÓN
Jesús no sólo quiere sino que El puede restaurar la vista de todos los ciegos que no pueden ver la gracia de Dios. Y El lo puede hacer porque Él pagó el precio para alcanzarlo.
Esta es la gracia del evangelio; esto es lo que hace a Cristo único en valor y estima. Esto es lo que lo hace a Él ser esa “perla preciosa” por la cual vale la pena deshacerse de todo para conservarlo sólo a Él.
El puede restaurar tu vista porque en total oscuridad fue puesto en una tumba; porque Cristo tomó tu lugar, sufrió y murió por nosotros los ciegos; el Hijo pagó al Padre nuestra propia deuda; y el Padre aceptó la ofrenda del Hijo, la sangre de su propio Hijo.
Jesús fue resucitado al tercer día de entre los muertos, se ha sentado a la diestra del Padre en los cielos y ahora, como Señor, con toda autoridad, ordena a todos los hombres que se arrepientan y crean en Él, y Él les abrirá los ojos. ¡Él puede hacerlo!
Sólo Cristo puede abrir nuestros ojos y sólo Cristo los puede mantener abiertos. Por tanto, confía y aférrate a la sola fe en Cristo; sólo Él puede restaurar y aumentar nuestra visión espiritual. Entonces podremos decir como Job 42:5 De oída te había oído, pero ahora mis ojos te ven.
No quites tu mirada de la cruz, allí hallarás la vista y sólo desde allí se te incrementará hasta que entres en gloria.
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