Sermon Tone Analysis
Overall tone of the sermon
This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.08UNLIKELY
Disgust
0.09UNLIKELY
Fear
0.12UNLIKELY
Joy
0.51LIKELY
Sadness
0.16UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0.05UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.13UNLIKELY
Conscientiousness
0.15UNLIKELY
Extraversion
0.46UNLIKELY
Agreeableness
0.59LIKELY
Emotional Range
0.14UNLIKELY
Tone of specific sentences
Tones
Emotion
Language
Social Tendencies
Anger
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.5 - .6
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.8 - .9
> .9
La palabra griega makarios, significa “dichoso”.
Pero es obvio que “… las bendiciones contempladas en las Bienaventuranzas no pueden ser expresadas en nuestro idioma por la palabra o concepto de ‘felicidad’ ”.9 Ellas se refieren más bien a la dicha que solamente disfrutan aquellos que gozan de la salvación en Jesucristo.
La palabra griega makarios, significa “dichoso”.
Pero es obvio que “… las bendiciones contempladas en las Bienaventuranzas no pueden ser expresadas en nuestro idioma por la palabra o concepto de ‘felicidad’ ”.9 Ellas se refieren más bien a la dicha que solamente disfrutan aquellos que gozan de la salvación en Jesucristo.
En otras palabras, aquellos a quienes se les promete consuelo aquí no son primordialmente los que lloran la pérdida de un ser querido, sino los que lloran la pérdida de su inocencia, su justicia, su respeto propio.
Cristo no se refiere aquí a la aflicción que produce la pérdida de un ser querido o de algo muy preciado sino la aflicción que produce el arrepentimiento.
"La Tristeza Según Dios”
produce arrepentimiento
tristeza según Dios
Produce Arrepentimiento
Mateo 5:4 RVR 1960
Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación.
Mateo 5.4 (LBLA)
Nuestra actitud hacia nuestros pecados (5:4–6).
Lamentamos el pecado y lo detestamos.
Vemos el pecado de la manera que Dios lo ve y tratamos el pecado de la manera que Dios lo trata.
Los que cubren su pecado o lo defienden, tienen la actitud equivocada.
No sólo debemos lamentar nuestros pecados, sino que con toda humildad debemos someternos a Dios.
Luke 18:9-14
Traducción en lenguaje actual (TLA)
El hombre orgulloso y el hombre humilde
9 Una vez, Jesús estuvo hablando con unas personas, de ésas que se creen muy buenas y que siempre están despreciando a los demás.
A éstas, Jesús les puso este ejemplo:
10 «Dos hombres fueron al templo a orar.
Uno de ellos era fariseo y el otro era cobrador de impuestos.
11 »Puesto de pie, el fariseo oraba así: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres.
Ellos son ladrones y malvados, y engañan a sus esposas con otras mujeres.
¡Tampoco soy como ese cobrador de impuestos!
12 Yo ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.”
13 »El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó un poco más atrás.
Ni siquiera se atrevía a levantar la mirada hacia el cielo, sino que se daba golpes en el pecho y decía: “¡Dios, ten compasión de mí, y perdóname por todo lo malo que he hecho!”»
14 Cuando terminó de contar esto, Jesús les dijo a aquellos hombres: «Les aseguro que, cuando el cobrador de impuestos regresó a su casa, Dios ya lo había perdonado; pero al fariseo no.
Porque los que se creen más importantes que los demás, son los menos valiosos para Dios.
En cambio, los más importantes para Dios son los humildes.»
El principio de una experiencia espiritual significativa, según lo que notamos en la primera bienaventuranza, es reconocer la pobreza de nuestros propios corazones.
Actitud Humilde.
Es hacer un inventario de nuestros bienes, en lo que al espíritu se refiere, y descubrir que estamos completamente escasos de riquezas en este ámbito de la vida.
Este descubrimiento podría ser el principio de algo nuevo, pero no necesariamente es así.
Muchos de nosotros reconocemos que hay aspectos de nuestra vida que están mal, pero esto no produce en nosotros más que un encogerse de hombros.
Incluso podría utilizarse el descubrimiento de nuestra pobreza para una extraña manifestación de orgullo.
Cuando esta revelación es obra del Espíritu de Dios, sin embargo, nos conduce a este segundo paso, que es el del llanto.
Nuestra verdadera condición delante de Dios trae consigo una profunda tristeza, porque entendemos cuán grande ha sido nuestra ofensa contra él.
En su misericordia, él permite que derramemos lágrimas por nuestra situación, porque las lágrimas son el principio de la sanidad.
Esta verdad es contraria a muchas de las enseñanzas que nos transmite nuestra cultura, especialmente si somos hombres.
«Los hombres no lloran», nos proclamaban nuestros mayores, aun cuando no teníamos suficiente edad siquiera para entender lo que era un hombre.
La ausencia de lágrimas, no obstante, denota una extraña dureza de corazón, producto de una falta de contacto con nuestra vida emocional.
Quien no llora, aprendió en algún momento de su vida, que las lágrimas solamente le traían problemas.
En su deseo de evitar estas dificultades, reprimió un aspecto de su personalidad que es tan natural y necesario como alimentarse….
David, uno de los hombres más genuinamente espirituales en la Biblia, frecuentemente derramó lágrimas.
En el Salmo 6 confesó que había regado su cama con sus lágrimas.
En el Salmo 42 declaró que sus lágrimas habían sido su pan de día y de noche.
Cristo lloró en más de una oportunidad por cosas que nosotros ni siquiera entendemos.
Pedro lloró desconsoladamente luego de negar a su Señor.
Los hermanos de Éfeso lloraron intensamente cuando Pablo les dijo que ya no los volvería a ver.
Todo esto indica una manera natural de expresar tristeza y abrir las puertas al obrar de Dios.
Es precisamente a esto que Cristo apunta cuando declara que los que lloran son bienaventurados.
Sus lágrimas no los dejarán vacíos y solos.
El llanto de origen espiritual no produce desconsuelo
Junto al llanto vendrá la mano tierna de Dios, que consuela a los afligidos y seca sus lágrimas, pues él es un Dios que «sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas»
Junto al llanto vendrá la mano tierna de Dios, que consuela a los afligidos y seca sus lágrimas, pues él es un Dios que «sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas»
Psalms 147:3
Quien ha experimentado este consuelo sabe que luego del llanto uno se siente purificado y refrescado, como la tierra sobre la cual ha caído la lluvia.
Quien ha experimentado este consuelo sabe que luego del llanto uno se siente purificado y refrescado, como la tierra sobre la cual ha caído la lluvia.
Como líderes, debemos animar a nuestra gente a ser genuinos en la expresión de sus sentimientos, y también lo debemos ser nosotros.
No es ninguna vergüenza llorar por la acción del Espíritu en nuestras vidas.
Esto viene primero en el consuelo del perdón, y entonces, en el placer de la comunión.
El Cristo compasivo está especialmente cerca de los que lloran.
Esto viene primero en el consuelo del perdón, y entonces, en el placer de la comunión.
El Cristo compasivo está especialmente cerca de los que lloran.
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