Tema: Venciéndonos a nosotros mismos.

Vencedores en Cristo  •  Sermon  •  Submitted
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Introducción:

Descubrirnos a nosotros mismos y la naturaleza con la que convivimos será un principio para vivir la vida de Cristo y su dinámica.
El famoso predicador Charles Spurgeon , escribió: ¨Alguien pensará que sembrar es una ocupación vana porque depositamos el buen trigo en la tierra y ya no lo vemos más. Sembrar para el Espíritu puede parecer una insensatez, un sueño porque nos negamos a nosotros mismos y en apariencia nada recibimos. Pero si sembramos para el Espíritu, procuramos vivir para Dios obedeciendo su voluntad y esforzándonos en aumentar su gloria, nuestra siembra no será improductiva...... Venciéndonos a nosotros mismos con la santidad vivamos para fines más elevados puros y espirituales, buscando la gloria de nuestros Dios, por la obediencia a su Espíritu de gracia, ¡ Qué cosecha tan admirable será la de la vida eterna! ¨[ Tomado del libro, promesa y palabras de aliento para cada día]
El sentido mayor de todo esto está en el hecho de que Dios ya nos ha librado de la muerte, que por el pecado teníamos merecida, pero ahora es nuestra decisión vivir por el Espíritu o vivir por la carne, sabiendo que las dos naturaleza están presente en el creyente.
Gálatas 6.8–9 RVR60
8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
En los textos que vamos a estudiar hoy, Pablo cuenta en tiempo presente la experiencia que vivió antes como un cristiano carnal.
Deja en claro que el problema está en él y no en la ley. “La ley es espiritual” pero en esa etapa de su vida cristiana, Pablo no era espiritual sino carnal.
Luego dice que él mismo está vendido al pecado para ser su esclavo.
¿Qué podemos lograr mediante el esfuerzo de nuestra naturaleza pecaminosa? La respuesta es Nada.
La respuesta Nada sino:
Pablo nos explica lo que logramos con nuestro esfuerzo humano:

Confusión.

Romanos 7.15 RVR60
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
No entiendo lo que hago; no hago lo que quiero; hago lo que aborrezco . El esfuerzo es grande y el resultado decepcionante.
El esfuerzo es grande y el resultado decepcionante.

2. Esclavitud a la ley.

Romanos 7.16 RVR60
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
Apruebo que la ley es buena . Esta conclusión resulta de lo expresado en el versículo 15.

3. Sujeción al pecado.

Romanos 7.17 RVR60
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
“ Pablo dice … soy cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (vv. 17–23).
La experiencia es que el pecado es una fuerza que se apodera del hombre para controlarlo. Equivale a un intenso deseo de pecar.

4. Incapacidad para el bien.

Romanos 7.18 RVR60
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
El cuerpo no es en sí mismo malo, sino que el pecado utiliza la carne para lograr su propósito. Al mencionar la carne, no se refiere al cuerpo sino a la naturaleza del “yo” que rehúsa someterse a Dios.

5. Lucha interior.

vi) Frustración: “¡Miserable de mí!” (v. 24a). Su intención es buena, pero su acción es mala. Con su mente desea el bien, pero con sus miembros sólo ejecuta el mal. En consecuencia se siente miserable.
Somoza, J. S. (1997). Comentario bı́blico del continente nuevo: Romanos (pp. 145–146). Miami, FL: Editorial Unilit.
Romanos 7.21–23 RVR60
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
Todo lo anterior se refleja en una lucha interior.
Pablo dice: “El mal está en mí”, es decir, está a mano o está cerca, dentro del propio yo. ¿Qué elección puedo ejercer? No hay elección posible.
La ley a que se refiere el v. 21 no es un mandamiento sino un principio, algo que actúa en sí mismo.
El hombre interior desea el bien y odia el mal (vv. 14–17, 19–20).
El “yo” es el ser esencial, sinónimo de “mente” en los vv. 23 y 25.
Romanos 7.25 RVR60
25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Hablamos de un contraste entre el “hombre interior” del v. 22 con los miembros del cuerpo en los vv. 23 -24
Romanos 7.23–24 RVR60
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
En un caso lo interior, invisible; en el otro lo exterior, visible.
El cuerpo no es en sí mismo malo, pero es utilizado para el mal por esa ley o principio del pecado.
La experiencia del hombre indica que la mente es capaz de distinguir el bien, pero no de hacerlo, así como también puede reprobar el mal, sin poder evitarlo.
Aunque el cuerpo no sea pecaminoso, es un campo de batalla. Muchas veces el pecado utiliza el cuerpo para llevar a cabo sus fines.
No obstante, no debemos descartar que el pecado puede también concretarse en el pensamiento pecaminoso o en la omisión del deber.
En el v. 23 habla de una ley contraria, opuesta a la que aprueba su mente y que le conduce en cautividad.
Romanos 7.23 RVR60
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

6. Frustración: “¡Miserable de mí!”

.
Romanos 7.24 RVR60
24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Comentario bíblico del continente nuevo: Romanos B. EL RÉGIMEN VIEJO DE LA LETRA (7:7–24A)

Su intención es buena, pero su acción es mala. Con su mente desea el bien, pero con sus miembros sólo ejecuta el mal. En consecuencia se siente miserable

Intensión buena, pero acción mala. Con su mente desea el bien, pero con sus miembros sólo ejecuta el mal. En consecuencia se siente miserable
Ahora después de ver como Pablo explica que nada podemos hacer con el esfuerzo humano, hace una declaración importante, un reconocimiento de su propia circunstancia:
Ahora después de ver como Pablo explica que nada podemos hacer con el esfuerzo humano, hace una declaración importante, un reconocimiento de su propia circunstancia:
Romanos 7.24–25 RVR60
24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Romanos 7.24–25 RVR60
24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

¡Socorro!, soy un cristiano carnal: ¿quién podrá librarme?

Fijémonos bien Primero viene la pregunta: “¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”
La pregunta anticipa la respuesta. La liberación puede darla sólo Dios, y de inmediato le da gracias por la victoria que se avizora.
Vv. 25: ¨Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro....¨
“Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él [Cristo], para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”
Romanos 7.6 RVR60
6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
Hermanos, “Este cuerpo de muerte” es “el cuerpo que me lleva a la muerte”.
Pablo nos demuestra que la ley no nos puede librar del pecado, Nuestro buen propósito no nos puede librar de la ley, El único que puede hacerlo es Jesucristo, nuestro Señor.

Conclusión:

Entendemos este hecho:
1. ¨ Dios ya nos ha librado de la muerte, que por el pecado teníamos merecida¨, pero ahora es nuestra decisión vivir por el Espíritu o vivir por la carne, sabiendo que las dos naturaleza están presente en nosotros.
El sentido mayor de todo esto está en el hecho de que Dios ya nos ha librado de la muerte, que por el pecado teníamos merecida, pero ahora es nuestra decisión vivir por el Espíritu o vivir por la carne, sabiendo que las dos naturaleza están presente en el creyente
2. El entregarnos en fe a la victoria de Cristo en su muerte y resurrección nos desconecta de la obligación para con la ley y nos conecta a la vida de santidad y victoria que nos pertenece por haber muerto a la ley y resucitado a la vida de Cristo, sobre la cual ni el pecado ni la ley pueden ejercer dominio.
3. Esa vida resucitada de Cristo se hace efectiva en nosotros por el Espíritu Santo de Dios que mora en nosotros.
4. ¿Queremos ser vencedores sobre nosotros mismos?, sigamos el consejo de Pablo a la la iglesia en Galacia:
Gálatas 5.1 RVR60
1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Gálatas 5.16 RVR60
16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Gálatas 5.25 RVR60
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
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