47. Cuando Jesús toca tu caja.
Intro.
El Sepelio.
Fuera, el orador del entierro, si se empleaba alguno, precedía al féretro proclamando las buenas obras del muerto (Shabb. 153 a). Inmediatamente delante del muerto iban las mujeres, siendo esto peculiar de Galilea (Shabb. 153 a); la Midrash daba la razón de ello: la mujer había introducido la muerte en el mundo (Ber. R., al final). El cuerpo era llevado en un ataúd ordinario de madera (Aron), de preferencia madera de cedro; pero esta costumbre se inició en un período posterior y en él, a veces, se hacían agujeros en el fondo (Ber. 19 a). El cuerpo, pues, era puesto sobre un féretro o en un ataúd abierto (Mittah). En tiempos anteriores se había hecho una distinción entre los féretros de los ricos y de los pobres. Los primeros eran llevados en la llamada Dargash –equivalente a nuestro «de cuerpo presente»–, mientras los pobres eran llevados en un receptáculo hecho de mimbre (Kelibha o Kelikhah), que tenía a veces en su base lo que se llamaba «cuerno», al cual se ataba el cuerpo (Par. xii. 9). Pero la distinción entre ricos y pobres fue abolida por ordenanza rabínica, por lo que después, unos y otros, si se llevaban en un féretro, eran puestos en uno de mimbre (Moed K. 27 a y b). Comúnmente, aunque esto se suprimió en tiempos posteriores, la cara del difunto estaba descubierta (Semach. c. 8)