Jesus Purifica El Templo
Introduccion
Primer punto: La celebracion
Segundo punto: La condicion del pueblo
Toda la operación es impresionante, mostrando a nuestro Señor empleando más fuerza física y manifestación de energía corporal de la que le vemos emplear en cualquier otro período de su ministerio. Una palabra, un toque o el extender la mano son los límites corrientes de sus acciones. Aquí le vemos haciendo nada menos que cuatro cosas: (1) elaborar el azote; (2) echar a los animales; (3) esparcir las monedas de los cambistas, y (4) volcar las mesas. En ninguna ocasión le vemos manifestar semejantes muestras de indignación como al ver la profanación del Templo. Recordando que toda la operación es un notable ejemplo de lo que Cristo hará con su Iglesia visible en su Segunda Venida, podemos captar algo del profundo significado de aquella importante expresión: “La ira del Cordero” (Apocalipsis 6:16).
La condición del templo era una indicación vívida de la condición espiritual de la nación. Su religión era una rutina tediosa, presidida por hombres de mentalidad mundana cuyo principal deseo era ejercer autoridad y enriquecerse. No sólo era que el vino se había acabado en la fiesta de bodas, sino que la gloria se había alejado del templo.
Tercer punto: Que nos esta mostrando Jesus en esta historia
El culto sin reverencia puede ser una cosa terrible. Puede que sea un «culto» que se hace rutinaria o formalmente; las oraciones más solemnes se pueden leer como las listas de las subastas. Puede que sea un «culto» que no tiene en cuenta la santidad de Dios y que suena como si —según la frase de H. H. Farmer— «el adorador se llevara muy bien con la Divinidad». Puede que sea un culto para el que no están preparados ni el que lo dirige ni la congregación. Puede que sea el uso de la casa de Dios para fines y con medios en los que se olvida la reverencia y la verdadera función de la casa de Dios. En aquel atrio de la casa de Dios de Jerusalén se regatearían los precios, se discutirían las monedas viejas o desgastadas… En fin, que habría ruidos y gestos y discusiones más propios de un mercado. Puede que esa forma de irreverencia no sea corriente ahora; pero hay otras formas de ofrecerle a Dios un culto irreverente.