La Regla de ORO

El Sermon del Monte  •  Sermon  •  Submitted
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Para ser escuchado por Dios, debo tener sanas relaciones con mis semejantes.

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Pasaje Bíblico. TLA »No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes.

RVR60 No juzguéis, para que no seáis juzgados,
Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados, porque eso nos enseña la Biblia. TLA

Introducción.

Muy a menudo escuchamos a la gente que tiene un deseo intenso de servir a Dios pero en ocasiones la gente desconoce las exigencias que Jesús pide de sus discípulos. A veces confundimos gracia con una vida sin muchas exigencias y se hace necesario conocer y profundizar en las enseñanzas de Jesús para percatarnos que estamos un poco distantes de lo que el espera de nosotros.
Por eso mi responsabilidad como ministro del Señor, no es entretenerte, ni emocionarte, sino plasmar lo que las Sagradas Escrituras nos demandan para que podamos cumplir las exigencias de nuestro maestro, Cristo Jesus, para que cuando llegue ese dia, no nos tome por sorpresa.

No juzgues

A lo largo del sermón del monte Jesús establece un mandamiento y luego hace un razonamiento sobre el mismo, presentando las causas que lo motivan. Ej. No juzguéis, para que no seáis juzgados. El mandamiento hace alusión al espíritu critico o de censura hacia los demás. El afán de juzgar a los demás nace del orgullo personal de quien juzga. Cuando alguien coloca sus propias normas en lugar de las de Dios, se erige en juez de quienes no están conformándose a ellas. Esto da pie a la hipocresía. De repente este tipo de personas se sientes mas santos que los demás, de pronto se separan de quienes no son como ellos y esto a su vez dificulta la convivencia cristiana de los unos con los otros.
Pero este no es nuevo, en tiempos del profeta Isaias, cuando la impiedad de sus lideres religiosos se manifestaba en grado sumo y el pecado del pueblo era evidente, había quienes se atrevían a decir de otros Estate en tu lugar, no te acerques a mi, porque soy mas santo que tu.
Jesús está prohibiendo con este mandamiento emitir juicio condenatorio sobre las intenciones que motivan las acciones de otros, ya que sólo Dios conoce la intimidad del corazón. El verdadero creyente toma una solemne decisión en su vida, dejar de juzgar a otros, cumpliendo así el mandato de Jesús

Estamos abstenidos de toda clase de juicio

Implica esto que el creyente no pueda discernir entre el bien y el mal? No se puede denunciar el pecado y condenar el mal? Ante tal forma de pensar, tenemos al hombre incestuoso de Corinto el cual el apóstol Pablo lo juzgo estando ausente pero como si estuviera presente y el tal fue entregado a Satanás.
El mandamiento no impide tampoco juzgar sobre la doctrina que se escucha en la predicación en la iglesia. Pablo advertía a los creyentes en Galacia que si alguno predicaba otro evangelio que aquel que él mismo les había predicado, no importa quien fuese el predicador, aunque se tratase de un ángel del cielo, debían juzgar el mensaje y condenarlo como anatema (). El mismo apóstol invita a los creyentes a juzgar sobre asuntos generales de la vida cristiana (; ). De igual manera el apóstol Juan invita a los creyentes a no creer fácilmente cualquier cosa, sino a probar, sopesar si el maestro está enseñando lo que corresponde a la verdad o no (). Es cierto que la palabra que utiliza Juan no es la de juzgar, sino la de probar, que significa sopesar las cosas para determinar lo que en realidad son; esto constituye en sí una forma de juzgar. Pero todavía más, Juan, el discípulo del amor exhorta a todo creyente a no recibir en su casa ni dar la bienvenida a cuantos no traigan la doctrina verdadera sobre la persona y obra de Jesús ().1

Porque no debo juzgar.

La razón por la que el creyente no debe juzgar es ἵνα μὴ κριθῆτε “para que no sea juzgado”. Dios es el Juez supremo del universo. El Padre ha entregado todo juicio en manos de su Hijo a quien constituye Juez universal y único (). Cuando un creyente juzga las intenciones de otros está usurpando el lugar que corresponde a Dios. El crítico juzga sin amor ni misericordia, situándose con ello en abierta oposición a Dios, que es gracia y misericordia infinita, por tanto actúa de modo contrario al carácter y actuación de Dios (, ). Todo creyente ha de evitar lo que es falso en relación con su prójimo, como Dios había establecido en su ley (). Todavía más, no sólo ha de evitar lo que es falso, sino también decir lo innecesario. Propalar las faltas ajenas convierte al que lo practica en un chismoso (). El que juzga a un hermano, emite juicio contra él y divulga lo que le parece que es incorrecto en el hermano que ha juzgado, con el deseo de poner ante todos lo malo que supuestamente motiva sus actuaciones, contraviene toda manifestación de amor, porque “el amor cubrirá todas las faltas” (). La misma enseñanza está en la epístola de Santiago (). Mientras que el odio genera rencillas, el amor se encarga de no divulgar las faltas de otros.
Cuanta gente ha sufrido en su vida las consecuencias de un supuesto sacrosanto celo de quienes hablan de Dios pero ignoran el poder de su gracia. ignoran el alcance de su misericordia.

Mientras jesus hablaba, quienes le oían tal vez pensaban que el juicio emitido con ligereza no tendrían consecuencias en sus vidas. Pero la palabra es clara, toda acción que nosotros cometamos en este plano tenemos que dar cuenta en el tribunal de Cristo.
Romanos 14:10

10Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.

El que juzga a otro queda sin excusa a causa de su propia condición. El hecho en si de haber juzgado ya es suficiente para acusarle de incumplir un mandamiento divinamente establecido.

Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo;a porque tú que juzgas haces lo mismo.

Antes de juzgar, examinate primero

Tenemos el caso de David, cuando el profeta le presento un caso donde un hombre que tenia muchas ovejas fue al vecino que era pobre y le quito la unica oveja que tenia para ofrecerla a su amigo. el rey David se apresuro en su juicio y establecio que aquel hombre debia pagar 4 veces el valor de lo sustraido. Aquel juicio se volvio en su contra.
Un ejercicio de sano examen personal sobre la condición propia de cada creyente, conduciría a una vida santa delante de Dios y justa delante de los hombres.

Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo La esencia de esta justicia con respecto a la relación del hombre con el hombre

La viga es un pesado madero usado en construcción como soporte horizontal del enmaderado de la techumbre. La “paja” o “mota” es un pequeñísimo trozo de paja o de madera, quizás un pequeño trocito de viruta o aserrín. Ahora, en la figura que Jesús usa, él pregunta al oyente promedio cómo es que está mirando una mota en el ojo de su hermano, y que aun pide permiso para quitar esa mota, mientras en el mismo momento está descuidando completamente la incomparablemente mayor viga que tiene en su propio ojo. ¡Cf. Jn. 8:7!

La pregunta es: ¿Quién es este pretendido oculista? Respuesta: es llamado “hipócrita”, palabra que Jesús generalmente usa para caracterizar a los escribas y fariseos de su tiempo (5:20, cf. 6:2, 5, 16; 15:1, 7; 23:13), una clase de individuos que el Señor describe como los que “confiaban en sí mismos como justos y despreciaban a los demás” (Lc. 18:9). Por lo tanto, se refiere a toda persona que tenga inclinaciones farisaicas. Puesto que en los corazones de todos, incluidos aun los seguidores de Cristo hasta al punto que no han sido transformados por la gracia, se aloja un fariseo, la conclusión a que se llega es que este pasaje se aplica a todos, en el sentido que todos necesitamos examinarnos a nosotros mismos (1 Co. 11:28), para no andar hallando faltas en los demás y procurando corregirlos sin un autoexamen y la aplicación de autodisciplina. Una persona puede ser muy buena en sus propios ojos (cf. Lc. 18:11, 12), pero, si no es humilde, entonces, como Dios lo ve, hay una viga en su ojo, la viga de la justicia propia. Esto lo convierte en un oculista ciego que trata de hacer una operación en un ojo ajeno.

A su vez este tipo de personas cae en una arrogancia que jamas le permite ver sus propios defectos.
El hipocrita vive una vida de mentira oculta en un manto de espiritualidad, se convierten en los detectives de las iglesias.

Santo y perlas, perros y cerdos.

Los cerdos y los perros se consideraban animales inmundos (; ), que no tenían aprecio por las cosas valiosas (). Los cerdos comían las comidas más viles, y los perros eran carroñeros, y llegaban a comer aun sangre humana. Los perros vagabundos gruñían a quienes les arrojaban comida tanto como a quienes los ignoraban. La imagen sería, en consecuencia, poderosa y estaría más allá de toda disputa para los oyentes de la antigüedad.
El asunto es qué significa el versículo en el contexto. Quizá signifique no corregir (cf. ) a aquellos que no quieren escuchar (cf. ). Quizá signifique dar solamente a quienes quieren lo que uno ofrece, como hace Dios (); en este caso, el versículo vuelve a la idea de dar y de reciprocidad en el versículo
Jesús pasa del no juzgar a los demás a como debemos relacionarnos con los incrédulos intransigentes.

Que quería enseñar jesus

Por tanto, en la enseñanza Jesús quiso establecer una comparación hiperbólica; por un lado la condición moral de algunas personas, al compararlas con los perros y los cerdos; y, por otra, el gran valor de las enseñanzas y ética del reino de los cielos.
Uniendo los dos aspectos se detecta en la enseñanza de Cristo que hay algunas personas que están endurecidas por el pecado de tal manera que su disposición a la vida de piedad, incluyendo las consideraciones y enseñanzas sobre ella, es mala, rebelde y contumaz. Pero, ¿a quienes se estaba refiriendo? Pudiera tratarse de profesantes que llevan mucho tiempo caminando por sendas de pecadores (). Personas que se burlan del mensaje del reino y de su ética, comparables con aquellos que se sientan en sillas de escarnecedores (). Esta clase de gentes resisten todo tipo de corrección o reprensión. Son personas que desafían la disciplina de Dios y se ríen de ella, como si nunca se hubiese de producir. A este tipo de personas debe evitarse persistir en un diálogo con ellas por su rebeldía y menosprecio. De esta misma manera se enseña en Proverbios: “No hables a oídos del necio, porque menospreciará la prudencia de tus razones” (). Este tipo de personas se mofan del pecado
La práctica de esta enseñanza alcanza también a la iglesia. Hay hermanos, o quienes se llaman de este modo, que son intransigentes y se oponen a recibir enseñanza de cualquier cosa que no concuerde con su forma de ver las cosas. Hay defensores de su doctrina, no de la doctrina bíblica, que son intransigentes aferrándose al asidero de la sinrazón cuando sostienen frente a cualquier reflexión bíblica, que esto siempre se enseñó así. La intransigencia es un delito espiritual que divide iglesias y arrastra al mal a quienes no tienen consistencia espiritual y bíblica para oponerse a los tales. Los niños en Cristo son llevados fácilmente por esta especie de fariseos que pueblan algunas iglesias. Familias enteras se dividen por la acción de estos perversos que en nombre de la verdad se oponen a ella. Muchos grandes maestros se han visto despreciados, desprestigiados y atacados, por quienes no tiene más que intransigencia en ellos mismos. Arrogantes e infatuados, se resisten a la verdad, porque desean mantener al pueblo de Dios en esclavitud al servicio de sus propios intereses. ¿Qué hacer con el intransigente? Lo que Jesús enseñó: desecharlo, porque se ha corrompido. Esto evitará que sigan mofándose de la verdad de Dios, por un lado, y que se conviertan en aliados de Satanás por el otro procurando la in-habilitación de los ministros honestos del evangelio.

Pedir, aquí tiene que ver con la misma acción de un mendigo que, sin ningún tipo de recurso propio, extiende una mano esperando que alguien deposite en ella una caridad. La petición del pobre no es por otra causa que su propia necesidad, es decir, pide porque está verdaderamente necesitado. Así el que ora. Quien desea ser rico en Dios, quien procura alcanzar victoria en los recursos de su poder, quien desea ser más que vencedor, ha de comenzar por ocupar la posición de un mendigo delante del Señor.
Buscar es la acción propia de quien ha perdido algo valioso. El creyente busca a Dios para el socorro oportuno.
La enseñanza sobre la fe que envuelve la oración se desarrolla aquí en un incremento sucesivo. Hay quien pide, buscando la limosna de la gracia. Hay quien pasa adelante buscando también el rostro de Dios sobre él. Finalmente procura entrar en la intimidad de la casa de la misericordia insistiendo en llamar a la puerta. Quien llama insistentemente es porque desea ser recibido en la casa. Pero, ¿no es ya miembro de la casa y familia de Dios, todo aquel que cree? Sin duda así es (). No cabe duda que el creyente que ora es también por derecho hijo de Dios (). Sin embargo, no se conforma con estar en la casa del Padre, sino que busca la intimidad del trono de la misericordia.

Jesús adapta aquí un argumento judío común llamado gal vahomer: discutir desde lo menor a lo mayor (si lo menor es cierto, cuanto más lo mayor). El pescado y el pan eran elementos básicos, integrales, para la dieta de la mayoría de los oyentes de Jesús; no representan los lujos de los ricos.
La regla de oro lo reune todo.
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