La Regla de ORO
Para ser escuchado por Dios, debo tener sanas relaciones con mis semejantes.
Pasaje Bíblico. TLA »No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes.
Introducción.
No juzgues
Estamos abstenidos de toda clase de juicio
Porque no debo juzgar.
10Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo;a porque tú que juzgas haces lo mismo.
Antes de juzgar, examinate primero
La viga es un pesado madero usado en construcción como soporte horizontal del enmaderado de la techumbre. La “paja” o “mota” es un pequeñísimo trozo de paja o de madera, quizás un pequeño trocito de viruta o aserrín. Ahora, en la figura que Jesús usa, él pregunta al oyente promedio cómo es que está mirando una mota en el ojo de su hermano, y que aun pide permiso para quitar esa mota, mientras en el mismo momento está descuidando completamente la incomparablemente mayor viga que tiene en su propio ojo. ¡Cf. Jn. 8:7!
La pregunta es: ¿Quién es este pretendido oculista? Respuesta: es llamado “hipócrita”, palabra que Jesús generalmente usa para caracterizar a los escribas y fariseos de su tiempo (5:20, cf. 6:2, 5, 16; 15:1, 7; 23:13), una clase de individuos que el Señor describe como los que “confiaban en sí mismos como justos y despreciaban a los demás” (Lc. 18:9). Por lo tanto, se refiere a toda persona que tenga inclinaciones farisaicas. Puesto que en los corazones de todos, incluidos aun los seguidores de Cristo hasta al punto que no han sido transformados por la gracia, se aloja un fariseo, la conclusión a que se llega es que este pasaje se aplica a todos, en el sentido que todos necesitamos examinarnos a nosotros mismos (1 Co. 11:28), para no andar hallando faltas en los demás y procurando corregirlos sin un autoexamen y la aplicación de autodisciplina. Una persona puede ser muy buena en sus propios ojos (cf. Lc. 18:11, 12), pero, si no es humilde, entonces, como Dios lo ve, hay una viga en su ojo, la viga de la justicia propia. Esto lo convierte en un oculista ciego que trata de hacer una operación en un ojo ajeno.