Firmes, constantes y siempre creciendo.
Estamos finalizando un año, estamos por iniciar otro, no sabemos si el Señor viene en el 2020, pero sabemos que más temprano que tarde vendrá, por eso es importante que pensemos en nuestra vida espiritual, en nuestra relación con Dios.
Introducción:
declara que Dios “nos da” ese triunfo ahora. Desde el momento que le aceptamos, tenemos la certeza de que la muerte no puede vencernos ni tampoco su aguijón (el pecado). Tampoco ha de vencernos el dolor, el duelo o el sufrimiento. Cuando tengamos sensación de derrota o decaimiento, recurramos a su victoria para tener el poder que necesitamos. Hay un solo camino provisto por Dios y está en la cruz. “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn. 5:4).
En segundo lugar, hay motivo para trabajar. Al hacer esta apelación, el apóstol reasume el tono afectuoso: “Hermanos míos amados” (v. 58a). Ahora somos “hermanos”, que no sólo nos amamos entre nosotros, sino que también compartimos la vocación del servicio. El mandato de Pablo es triple.
1) Primero, nos exhorta a estar “firmes y constantes” (v. 58b).
2) Luego nos dice que debemos crecer “en la obra del Señor siempre” (v. 58c).
3.No lo hacemos en vano(v.58)
Conclusión:
iii) Finalmente, debemos tener una convicción: que cuando el trabajo es “en el Señor”, nunca es “en vano” (v. 58). El mismo Pablo se preguntó más de una vez si había trabajado en vano