Santiago: El Hermano de Jesús (Intro)

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Introducción

Para muchas personas la religión es algo complicado.
Creen que la Biblia y el cristianismo no son más que dogmas, doctrinas, ideologías, que no tienen que ver nada con la vida cotidiana.
Muchos creen que el cristianismo no es práctico. Creen que el cristianismo no tiene nada que ver con la manera en que vivimos la vida.
De hecho, hay creyentes que consideran que su vida religiosa tiene un horario - los domingo por la mañana, y durante el resto de la semana su cristianismo queda encerrado en una cajón.
Durante el tiempo de la reforma de la iglesia, los reformadores predicaron la necesidad de la salvación mediante la fe en Cristo.
Muchas personas hacían cientos de obras para ganar un lugar en el cielo. Era un ciclo interminable de penitencias y ritos religiosos para poder ganarse el favor de Dios.
Sin embargo, los reformadores predicaron que no somos salvos mediante las obras sino mediante la fe en Cristo Jesús; tal como lo predicó San Pablo:
Efesios 2.8–9 NVI
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.
Pablo claramente estableció que el ser humano no contribuye con las buenas obras para lograr su salvación.
La salvación es un regalo de Dios que reciben aquellos que tienen fe en Cristo Jesús.
La respuesta de la iglesia Católica fue que esto convertiría al cristianismo en una fe barata donde las obras no tienen ningún lugar en la vida cristiana.
De hecho, hay algunas personas que cometen un error al pensar: “Soy salvo por gracia. Tengo fe en Cristo Jesús. Puedo vivir como yo quiera y ser salvo - al cabo que la salvación no es por obras.”
Esta es una actitud que toman muchas personas que han sido expuestos al evangelio. Muchos de ellos creen que es posible mantener sus vicios o practicar diversos pecados - al fin y al cabo ellos creen en Jesús y es lo único que necesitan para ser salvos.
Otras personas creen en Jesús y se congregan fielmente en una congregación. Sin embargo, tienen mal carácter, tratan mal a las personas, guardan rencor, mienten, calumnian, son orgullosos, etc. En otras palabras, hacen lo que es contrario a la palabra al no someter su vida a las Escrituras.
La Biblia habla de como debemos ser con el prójimo. Hay creyentes que tratan a las personas mal, sabiendo que están violando la ley de Dios.
La Biblia dice como debe ser con la esposa/o. Hay creyentes que tienen constante conflicto en su matrimonio a pesar de lo que la Biblia enseña acerca de la relación matrimonial.
Cuando no nos sometemos a lo que dice la palabra en estas áreas estamos.
Consideremos lo que la Biblia nos enseña en el Antiguo Testamento acerca del pueblo de Dios.
Dios eligió a un pueblo entre todas las naciones de la tierra. Cuando salieron de Egipto Dios llamó a Moisés para que le anunciara al pueblo, mientras estaban caminando hacía la tierra prometida:
Ex 19.
Éxodo 19.4–6 NVI
“Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto, y de que los he traído hacia mí como sobre alas de águila. Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” »Comunícales todo esto a los israelitas.»
Notemos como Dios les dice:
Yo fui quien los saqué de Egipto.
Les revela su nueva relación con Dios: son ahora la propiedad exclusiva de Dios, un reino de sacerdotes y una nación santa.
Deben ser obedientes a Dios y cumplir su pacto.
¿Cómo responde el pueblo de Dios?
Ex 19.
Éxodo 19.8 NVI
y todo el pueblo respondió a una sola voz: «Cumpliremos con todo lo que el Señor nos ha ordenado.» Así que Moisés le llevó al Señor la respuesta del pueblo,
Ellos sabían que ahora eran pueblo de Dios y debían vivir sometidos a su nuevo rey.
Es por eso que a partir del capítulo 20 Dios les entrega su ley mediante los 10 mandamientos y diversas ordenanzas que gobernaban su alimentación, su vestimenta, sus relaciones interpersonales, y su culto.
Al iniciar este año queremos iniciar una nueva serie en un libro bastante práctico.
La carta de Santiago es un libro donde la fe se pone por obras.
La carta de Santiago es un libro donde Dios nos da consejos en la vida diaria.
Esta carta no es un libro que nos habla de las grandes doctrinas de la fe (e.g., la Trinidad, la segunda venida de Cristo, la divinidad de Jesús, etc.).
Es un libro que aplica la palabra de Dios a nuestro diario vivir para de tal manera que la Biblia gobierna nuestra vida cotidiana.
Una fe viva es una fe que se vive 24/7.
Una fe viva es una fe que impacta la vida del creyente a cada instante.
El día de hoy consideraremos, a manera de introducción a este libro:
El autor: Santiago
Su posición: Siervo de Dios y del Señor Jesucristo
Los destinatarios de esta carta: El pueblo de Dios

I. El autor: Santiago

Santiago 1.1 NVI
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo: Saludos.
Para poder entender quién es Santiago debemos primer entender que Santiago es un nombre latinizado. El original es Jacobo.
Cuando analizamos los evangelios nos damos cuenta de algunos datos acerca de este Santiago; quién es conocido como Jacobo en el resto del Nuevo Testamento.
Era uno de los medio hermanos de Jesús.
Mateo 13.55 NVI
¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?
Era hijo de Maria y José y por tanto medio hermano de Jesús. Jesús y Santiago eran hijos de la misma madre pero no del mismo padre porque sabemos que Jesús fue engendrado por el poder del Espíritu Santo mientras que Jacobo fue producto del matrimonio entre María y José.
Mat 13.155
Sabemos que cuando Jesús comenzó su ministerio comenzó a llamar a ciertos discípulos como Pedro, Andres, Juan, Mateo, etc.
La pregunta entonces es ¿cómo respondió su propia familia al ministerio y predicación de Jesús?
Juan nos describe la respuesta de la familia de Jesús hacía él.
Juan 7.5 NVI
Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él.
Vemos a Jesús predicando en Galilea.
Estaba siendo acechado por los judíos que querían matarlo.
…y luego entre este narrativa nos dice Juan que ni aun sus hermanos creían en él.
Así que los hermanos Jacobo, José, Simón y Judas compartían el mismo sentimiento: Jesús no podría ser el Mesías de Israel.
La incredulidad de Santiago debe enseñarnos que es posible ser el mismo medio hermano del Mesías y no creer en él.
¿Porqué? El hombre prefiere las tinieblas que la luz porque sus obras son malas.
El hombre prefiere vivir su vida como la place y no venir a los pies de Jesucristo.
Sin embargo, si no venimos a Cristo Jesús no participaremos de la vida eterna que se encuentra solo en Jesús.

II. Su posición: Siervo de Dios y del Señor Jesucristo

Santiago tuvo un encuentro con el Señor Jesucristo.
Jesús abrió su corazón a la verdad para creer en él.
Nunca olvidemos que la conversión es un milagro que Dios obra en el corazón del hombre.
Es Dios quién nos concede el arrepentimiento y el poder creer en él.
Es Dios quién nos llama hacía a él y vence nuestra incredulidad.
Esto ocurrió precisamente con Santiago. Jesús llamó a aquel que era su medio hermano, incrédulo, quién lo negaba y transformó su corazón para convertirlo en un hijo de Dios.
Después de haber creído en Jesús Santiago se convirtió en uno de los líderes principales de la iglesia en Jerusalén.
En lo vemos dar liderazgo a la iglesia para que no se obligaran a los creyentes gentiles a guardar las leyes y ceremonias judías como requisito para ser parte de la iglesia cristiana.
Santiago antes negaba a aquel que es la resurrección y la vida y ahora creía en él. Santiago ahora tiene una nueva identidad.
Notemos que no se identifica como el medio hermano de Jesús. ¡Podría haberlo hecho!
Es más, ¿cuántas personas presumen de su relación con personas en autoridad o que son algo famosos?
Sin embargo, Santiago no presume de su relación fraternal con Jesús.
Santiago se identifica como siervo de Dios y siervo del Señor Jesucristo.
Santiago quiere ser conocido como un siervo de Dios (Padre) y de su Hijo el Señor Jesucristo.
Santiago no mira a Jesús solo como su medio hermano de la infancia sino como el rey de reyes y señor de señores.
Santiago se considera súbdito, siervo, esclavo de Dios y de su hermano Jesucristo.
Santiago sabe que él ha sido salvado para ahora ser un siervo del Dios altísimo.
Dios abrió los ojos de Santiago para someter su vida al señorío de Jesucristo. Es decir:
Jesús ahora reina en la vida de Santiago.
La palabra de Jesús es la nueva ley que rige la vida de Santiago.
Al igual que el pueblo de Israel en la antiguedad, Santiago vive para ser propiedad de Dios, siervo de Dios, y vive para cumplir el pacto de Dios y ser obediente a él.

III. Los destinatarios de esta carta: El pueblo de Dios

Por último, veamos a quienes se escribe esta carta:
Santiago 1.1 NVI
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo: Saludos.
Le escribe a “las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo”.
Esto podría significar a las 12 tribus de Israel. No olvidemos que el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento son los descendientes de los 12 hijos de Israel quienes fueron los patriarcas de las 12 tribus de Israel.
Sin embargo, para el tiempo de Santiago la mayoría de los israelitas negaban al Mesías de Israel.
De hecho, cuando Pilato estaba dispuesto a liberar a Jesús ellos pidieron su ejecución y mejor que se liberara a Barrabas.
¿Entonces quienes son estas 12 tribus de Israel?
Para identificar a estas 12 tribus podemos ir a 2:1:
Santiago 2.1 NVI
Hermanos míos, la fe que tienen en nuestro glorioso Señor Jesucristo no debe dar lugar a favoritismos.
Las 12 tribus son todos aquellos que tienen fe en Cristo Jesús.
Las 12 tribus se componen de todos aquellos que han rendido su vida a Jesucristo y creen en su muerte como el sacrificio para el perdón de los pecados.
Las 12 tribus son todos aquellos que han creído en Jesús y han sometido sus vidas al señorío de Cristo.
Las 12 tribus son todos aquellos que viven de acuerdo a la ley de Dios y guardan sus mandamientos.

Conclusión

La vida cristiana inicia igual para todos:
La vida cristiana inicia cuando el ser humano acepta que Jesús murió en la cruz por sus pecados.
La vida cristiana inicia cuando el hombre le da la espalda al mundo y somete su vida a la autoridad de Jesús.
La vida cristiana inicia cuando el hombre reconoce que Jesús tomó nuestro lugar en la cruz del Calvario.
La vida cristiana inicia cuando el hombre se ve a sí mismo como esclavo/siervo de Dios y del Señor Jesucristo.
La vida cristiana inicia cuando creemos en lo que ocurrió en el momento que Jesús dio su vida recibiendo sobre su cuerpo el castigo de Dios por nuestros pecados. Es esta verdad que proclamamos el día de hoy en la cena del Señor.
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