El Cristiano y la Politica

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Introducción

Hay una pregunta que hacemos en nuestra membresía que dice:
3. ¿Prometen, en humildad y confianza en la gracia del Espíritu Santo, que se esforzarán en vivir como conviene a los seguidores de Cristo?
4. ¿Prometen apoyar a la Iglesia en su Adoración y trabajo en todo lo que este a su alcance?
5. ¿Se someten a la enseñanza, disciplina y gobierno de la Iglesia y prometen trabajar por su pureza y paz?
Esto es un compromiso que todos como miembros hemos hecho delante de Dios.
Antes de terminar el año en nuestros país pasaron cosas en la política que pusieron tensas algunas relaciones entre nosotros, gracias a Dios sabemos que estamos comprometidos con la pureza y la paz de la iglesia y algunos solucionaron sus diferencias. Sin embargo por causa de las preguntas en la escuela dominical sobre la posición que como creyentes debemos tomas en medio del conflicto político del país, y por causa de quejas de algunos hermanos que han leído como miembros de la iglesia han hecho comentarios grotescos de las autoridades superiores quebrantando su pacto de membresía, hemos decido hacer una pausa en la enseñanza del panorama del A.T. al iniciar en año y tocar el tema del creyente y la política, hablaremos del estado, sus orígenes y nuestra participación en el, hablaremos acerca de como tratar nuestras diferencias en la iglesia y mantener la unidad, como tratar nuestras diferencias en el la plaza publica como creyentes sin avergonzar la iglesia y sin manchar el honor del Cristo que representamos, todo esto lo abordaremos desde una cosmovisión bíblica en la medida que la biblia nos permita. >!”·$%&/()=?¿*^¨_:;QWEYUIO·······3345¡’0`+´ñ-.,m<1 !!
Quiero resaltar en primer lugar que hablar de política no es fácil y no podemos ser dogmáticos sobre el tema, no debería ser un tema que divida la iglesia. No estamos hablando de la doctrina de la salvación, la biblia habla con claridad del plan de redención, ese fue su proposito, pero no habla mucho de politica. Los asuntos políticos debemos tratarlos en el paquete de enseñanzas secundarias que no debería poner en riesgo nuestra unidad como familia del Señor, podemos hablar de estos temas sin ser tajantes. De echo no podríamos disciplinarte por alguna afiliación política, pero si por alguna actitud o cristiana en tu manifestación política.
En segundo lugar me ayude con algunos textos para mi enseñanza, si quieren profundizar más en el Tema son estos: Fe y post modernidad de teo donner - integridad intelectual Richard Ramsay y la Confesión de Fe de Westminster.
Iniciare esta clase considerando el origen del estado.
En La república, Platón sugiere que el hombre ha organizado el Estado para satisfacer sus propios intereses.
Tomás Hobbes (1588–1679) - “Padre de la filosofía política moderna” propuso que el Estado es producto de un «contrato social» entre los hombres, hecho para evitar el conflicto. Ya que todos los hombres buscan satisfacer sus propios deseos, esto lleva inevitablemente a una lucha de intereses, y la única forma de aceptar las desigualdades y evitar el conflicto es tener un Estado gobernado por un soberano que impone su poder absoluto sobre el pueblo.
Que creemos como iglesia? No ha sido fácil ponerse de acuerdo, ni entre los reformados sobre el origen del estado:
Los pensadores reformados holandeses, así como los Covenanters escoceses, asocian el establecimiento del gobierno con la vida en el Jardín; como intrínseco al mandato común dado a Adán y encarnado en su papel real en el Edén.
Otros colocan el establecimiento del gobierno después de la Caída, generalmente con esa parte del pacto de Noé que se da en , lo que parece implicar el establecimiento de un autoridad legítima facultada para vigilar, juzgar y hacer cumplir los delitos capitales.
Otros dicen que fue establecido posterior a la caída (una posición minoritaria) identifican los orígenes del estado con Babel en , con la dispersión de grupos de personas definidos por un lenguaje común.
Veamos algunos autores reformados sobre el origen del estado:
Juan Calvino observó que el Estado había sido establecido debido «a la Providencia de Dios y a su santa ordenación». Uno de los pasajes bíblicos clave para entender el origen el Estado es Dice: «no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste»
Integridad intelectual El origen del Estado

Tomás Hobbes (1588–1679) propuso que el Estado es producto de un «contrato social» entre los hombres, hecho para evitar el conflicto. Ya que todos los hombres buscan satisfacer sus propios deseos, esto lleva inevitablemente a una lucha de intereses, y la única forma de aceptar las desigualdades y evitar el conflicto es tener un Estado gobernado por un soberano que impone su poder absoluto sobre el pueblo.

Abraham Kuyper distingue entre un desarrollo «mecánico» y un desarrollo «orgánico» de instituciones sociales. Por un lado, las instituciones o «esferas» sociales que se desarrollan en forma «orgánica» son necesarias y «naturales»; se habrían desarrollado aun sin la existencia del pecado en el mundo. Por otro lado, las instituciones o esferas que se desarrollan en forma «mecánica» son necesarias solamente por causa del pecado. Son como un «palo tutor» colocado al lado de un arbolito para ayudarle a crecer en forma derecha. Para Kuyper, entonces, el Estado es una institución que se desarrolló en forma «mecánica». Es decir, el Estado es necesario por causa del pecado. Si no fuera por el pecado, la sociedad se habría desarrollado en forma patriarcal, como una gran familia.
Henry Meeter, en La iglesia y el estado,62 dice que el Estado es una «consecuencia natural», que «surge de un impulso social implantado por Dios en el hombre». Meeter utiliza la distinción de Kuyper entre desarrollo «mecánico» y «orgánico». Sin el pecado, el Estado se habría desarrollado de todas maneras, pero en forma «orgánica». Habría sido un «imperio» con Adán a la cabeza. Habría sido el reino de Dios, pero sin leyes, tribunales, policías, ejército y navíos de guerra. Pero ya que existe el pecado, el reino de Dios solamente se realiza por medio de Jesucristo, por medio de la gracia sobrenatural y no por medios naturales. El Estado entonces, como lo conocemos, con leyes, policías, etc., tuvo que desarrollarse en forma «mecánica» para frenar la influencia del pecado.
Teo Doner dice: El pecado de por sí acabo con las relaciones armónicas, es una fuerza centrífuga que separa y divide a los seres humanos. El estado representa aquella estructura artificial (en el sentido de no ser parte de la creación original) que se requiere para frenar el pecado y limitar sus consecuencias. Esto se confirma por lo que dice Pablo en cuanto al propósito de las autoridades en , . Este texto y , nos advierte contra la rebeldía frente a las autoridades establecidas. Pablo y Pedro exhortan a la sumisión bajo un gobierno autocrático que no dejaba lugar para ninguna participación ciudadana, especialmente en las partes más remotas del imperio romano. Esto implica que una discusión entre cristianos sobre diferentes sistemas de gobierno es, hasta cierto punto, irrelevante, porque el cristiano ha de sujetarse a las autoridades sin importar si se trata de un sistema democrático, totalitario, dictatorial u otro.
Pablo y Pedro exhortan a la sumisión bajo un gobierno autocrático que no dejaba lugar para ninguna participación ciudadana, especialmente en las partes más remotas del imperio romano.Esto implica que una discusión entre cristianos sobre diferentes sistemas de gobierno es, hasta cierto punto, irrelevante, porque el cristiano ha de sujetarse a las autoridades sin importar si se trata de un sistema democrático, totalitario, dictatorial u otro.
Este texto de , así como el texto en , nos advierte contra la rebeldía frente a las autoridades establecidas. Esto implica que una discusión entre cristianos sobre diferentes sistemas de gobierno es, hasta cierto punto, irrelevante, porque el cristiano ha de sujetarse a las autoridades sin importar si se trata de un sistema democrático, totalitario, dictatorial u otro.
Cualquiera sea el punto de vista que adoptemos, todos estos tienen algo en común: es Dios quien establece el gobierno. En otras palabras, el gobierno no es intrínsecamente malo, es mas bien algo necesario.
Que dice la Biblia?
Israel comenzó como una familia, una tribu patriarcal (Génesis: Abraham, Isaac, Jacob). En Sinaí, se formó una nación teocrática (Éxodo), con leyes para frenar el pecado (un desarrollo «mecánico»). Dios nombraba y guiaba a los líderes directamente. Moisés era su profeta, libertador, y gobernador, pero todos sabían que Moisés representaba al Señor, y no era solamente elegido por el pueblo. Siguiendo el consejo de su suegro, Moisés dividió la nación en grupos y nombró líderes para ayudarle a dirigir y a tomar decisiones ().
Al entrar a la tierra prometida, Israel tenía jueces para gobernar. Todavía era una teocracia. En , Dios dice que van a tener un rey. Fíjese en la relación misteriosa entre la voluntad del hombre y la soberanía de Dios: el pueblo elige su rey, pero en el fondo es Dios quien decide.
Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores; ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere.
No obstante, en , cuando Israel pide un rey «como las otras naciones» (v. 5), algo extraño sucede: Dios les concede su petición, pero expresa Su molestia con la idea. Dios dice a Samuel,
Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. (v. 7) Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. (v. 18)
Por medio de Samuel, Dios les advierte de las consecuencias de tener tal rey. Sus hijos tendrán que ser soldados, y trabajarán haciendo armas de guerra y arando los campos. Sus hijas serán perfumadoras, cocineras y amasadoras. El rey exigirá un diezmo de sus cosechas y de sus rebaños (vs. 8–17). A pesar de esta advertencia, el pueblo todavía pide un rey, y Dios le instruye a Samuel a permitírselo. Obviamente, tener un rey así no fue la situación ideal. Habría sido mejor continuar bajo el gobierno directo del Señor. Además, el motivo de Israel no fue bueno; querían ser como las demás naciones. Sin embargo, Dios les dio un rey.
¿Por qué? Sabemos que a veces Dios concede nuestras peticiones inapropiadas para enseñarnos una lección. En este caso, posiblemente fue para mostrarles que ha sido una gran bendición tenerlo a Él como su Rey verdadero. Además, los fracasos del reino de Israel en el Antiguo Testamento apuntan a la necesidad de la salvación, y a la necesidad de Jesús como el Rey perfecto.
Podemos suponer también que esto ayudó al pueblo de Dios a prepararse para vivir bajo gobernantes extranjeros. En la monarquía, vemos una separación de los oficios de profeta, sacerdote, y rey. Entonces cuando los judíos llegan a ser cautivos de países extranjeros durante el exilio, los oficios de profeta y de sacerdote continúan, pero el oficio de rey no es ejercido entre ellos. La razón es que están sometidos a los reyes de otras naciones. Aun hasta el tiempo de Cristo, los judíos luchan con el dominio extranjero y añoran la restauración completa del reino de Israel (vea ).
¿Qué nos enseña esto acerca del origen del Estado?
Meeter tiene la idea correcta. El origen primordial del Estado es la imagen de Dios en el hombre. Es decir, se debe a la necesidad natural del hombre (que vive en sociedad) de tener algún orden. El hombre es un ser social, la humanidad ha aumentado mucho, y la sociedad es muy compleja. Por lo tanto, algún tipo de organización es necesario para mantener orden. Podríamos especular que, aun sin la presencia del pecado, el hombre se habría organizado con algún tipo de gobierno.
Sin embargo, el Estado tal como lo conocemos, con un sistema penal, con cortes, y con policía, ha sido establecido para frenar la injusticia, y es necesario solamente por causa del pecado. Las formas de los gobiernos actuales que existen en el mundo hoy, donde Dios no dirige directamente, no son ideales. Incluso, la forma ideal de gobierno no existirá en este mundo caído; tendremos que esperar el retorno de Cristo.
Integridad intelectual La historia de Israel

Israel comenzó como una familia, una tribu patriarcal (Génesis: Abraham, Isaac, Jacob). En Sinaí, se formó una nación teocrática (Éxodo), con leyes para frenar el pecado (un desarrollo «mecánico»). Dios nombraba y guiaba a los líderes directamente. Moisés era su profeta, libertador, y gobernador, pero todos sabían que Moisés representaba al Señor, y no era solamente elegido por el pueblo. Siguiendo el consejo de su suegro, Moisés dividió la nación en grupos y nombró líderes para ayudarle a dirigir y a tomar decisiones (Éxodo 18).

Al entrar a la tierra prometida, Israel tenía jueces para gobernar. Todavía era una teocracia. En Deuteronomio 17:14–15, Dios dice que van a tener un rey. Fíjese en la relación misteriosa entre la voluntad del hombre y la soberanía de Dios: el pueblo elige su rey, pero en el fondo es Dios quien decide.

Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores; ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere.

No obstante, en 1 Samuel 8, cuando Israel pide un rey «como las otras naciones» (v. 5), algo extraño sucede: Dios les concede su petición, pero expresa Su molestia con la idea. Dios dice a Samuel,

Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. (v. 7) Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. (v. 18)

Por medio de Samuel, Dios les advierte de las consecuencias de tener tal rey. Sus hijos tendrán que ser soldados, y trabajarán haciendo armas de guerra y arando los campos. Sus hijas serán perfumadoras, cocineras y amasadoras. El rey exigirá un diezmo de sus cosechas y de sus rebaños (vs. 8–17). A pesar de esta advertencia, el pueblo todavía pide un rey, y Dios le instruye a Samuel a permitírselo. Obviamente, tener un rey así no fue la situación ideal. Habría sido mejor continuar bajo el gobierno directo del Señor. Además, el motivo de Israel no fue bueno; querían ser como las demás naciones. Sin embargo, Dios les dio un rey.

¿Por qué? Sabemos que a veces Dios concede nuestras peticiones inapropiadas para enseñarnos una lección. En este caso, posiblemente fue para mostrarles que ha sido una gran bendición tenerlo a Él como su Rey verdadero. Además, los fracasos del reino de Israel en el Antiguo Testamento apuntan a la necesidad de la salvación, y a la necesidad de Jesús como el Rey perfecto.

Podemos suponer también que esto ayudó al pueblo de Dios a prepararse para vivir bajo gobernantes extranjeros. En la monarquía, vemos una separación de los oficios de profeta, sacerdote, y rey. Entonces cuando los judíos llegan a ser cautivos de países extranjeros durante el exilio, los oficios de profeta y de sacerdote continúan, pero el oficio de rey no es ejercido entre ellos. La razón es que están sometidos a los reyes de otras naciones. Aun hasta el tiempo de Cristo, los judíos luchan con el dominio extranjero y añoran la restauración completa del reino de Israel (vea Hechos 1:6).

¿Qué nos enseña esto acerca del origen del Estado?

Integridad intelectual La historia de Israel

Meeter tiene la idea correcta. El origen primordial del Estado es la imagen de Dios en el hombre. Es decir, se debe a la necesidad natural del hombre (que vive en sociedad) de tener algún orden. El hombre es un ser social, la humanidad ha aumentado mucho, y la sociedad es muy compleja. Por lo tanto, algún tipo de organización es necesario para mantener orden. Podríamos especular que, aun sin la presencia del pecado, el hombre se habría organizado con algún tipo de gobierno.

Sin embargo, el Estado tal como lo conocemos, con un sistema penal, con cortes, y con policía, ha sido establecido para frenar la injusticia, y es necesario solamente por causa del pecado. Las formas de los gobiernos actuales que existen en el mundo hoy, donde Dios no dirige directamente, no son ideales. Incluso, la forma ideal de gobierno no existirá en este mundo caído; tendremos que esperar el retorno de Cristo.

La tarea del Estado
Juan Calvino propone que el Estado tiene varias funciones. Básicamente el Estado debería:
Promover el bienestar.
Prevenir la idolatría, la blasfemia y las ofensas religiosas.
Garantizar la paz.
Proteger la propiedad.
Asegurar el comercio justo.
Preservar la honestidad.
En resumen, dice que el Estado debe hacer que «resplandezca una forma pública de religión entre los cristianos, y que exista humanidad entre los hombres.»63
Es necesario recordar que en la época de la Reforma, muchos países de Europa tenían gobiernos que oficialmente apoyaban alguna forma del cristianismo. Aunque los protestantes estaban peleando con los católicos acerca de qué forma del cristianismo debería ser la religión oficial, todavía creían que el gobierno civil debería cumplir algunas tareas relacionadas con la religión.
Abraham Kuyper opina que el deber principal es promover la justicia. En segundo lugar, debe cuidar a la gente. Para él, la «espada» mencionada en incluye:
a) hacer justicia, castigando el crimen,
b) hacer la guerra, defendiendo al país, y
c) mantener el orden, resistiendo la rebelión
Meeter juzga que hay dos «directrices» generales:
a) La administración de la justicia, y
b) La promoción del bienestar general.
Por «justicia», quiere decir defender la ley de Dios (no la voluntad del pueblo, ni del Estado como absoluto). Por «bienestar» quiere decir servicios públicos como el correo (da ejemplos de Ginebra en el tiempo de Calvino como: préstamos a los pobres, fijar los precios del vino y del trigo, construir una industria de seda para dar empleos e ingresos, y fijar normas para gobernar tipos de intereses financieros). Meeter dice que Calvino estaba equivocado en incluir la defensa de la religión como una tarea del Estado. Opina que el Estado no debe entrometerse en «aquellos asuntos que son puramente del corazón; solamente puede intervenir en la esfera de la conducta exterior».
es el texto bíblico clave para contestar esta pregunta:
Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.
Fíjese en las tareas mencionadas:
v. 3 «para infundir temor … al malo»
v. 4a «porque es servidor … de Dios para tu bien»
v. 4b «lleva la espada … para castigar al que hace lo malo».
v. 6 recibe tributos.
Yo creo que la tarea principal del Estado es garantizar el orden y la justicia social. Es decir, debe promover el orden y la justicia en las relaciones entre los individuos y entre las instituciones. Expresado negativamente, el Estado debe castigar el mal, para evitar el desorden social y la injusticia social. Cuando hay un conflicto de intereses, o cuando hay una falla que constituye una injusticia social, el Estado debe actuar para establecer una situación más justa. Nos guste o no, para cumplir su función, el Estado también tiene que cobrar impuestos. El Estado es como el «sistema nervioso» de la sociedad: ayuda a los otros miembros a funcionar en coordinación, avisa cuando hay dolor o cuando algo no funciona bien, y pone en marcha un proceso para sanar el problema.
Integridad intelectual Los límites de la autoridad del Estado y su relación con la Iglesia

Los límites de la autoridad del Estado y su relación con la Iglesia

Los límites de la autoridad del Estado y su relación con la Iglesia
Hasta el tiempo del cautiverio, la tarea del gobierno del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento incluía un aspecto religioso. El rey debía vigilar que se cumpliera la voluntad de Dios y que el pueblo guardara el pacto (). Después, durante el cautiverio, los judíos no tenían reyes propios que funcionaban como tal, y luchaban con el dominio extranjero hasta el tiempo de Cristo. Esto ayudó a preparar el camino para la expansión del reino de Dios a toda la tierra. Después de Cristo, el pueblo de Dios ya no es una nación, sino que es el cuerpo de creyentes, dispersos en todas las naciones. Este hecho obliga a hacer cierta separación entre la tarea religiosa de la Iglesia y la tarea civil del gobierno. La Iglesia es un organismo más que una institución, entretejido en toda la sociedad. En cierto sentido esta separación no es ideal, pero es necesaria en esta época, hasta que vuelva Jesús a establecer Su reino en forma final y completa. Hasta entonces habrá algo de tensión por causa de esta «anormalidad». Además, ya que hay tantos gobiernos que son corruptos, o incluso anti-cristianos, el hecho de permitir que legislen sobre las creencias religiosas traería solamente más sufrimiento para muchos cristianos.
Una teocracia es el Estado ideal, en que Dios gobierna directamente. Así será la forma eterna del reino de Dios. Sin embargo, sabemos que por ahora, estamos viviendo entre no creyentes, como «extranjeros y peregrinos» (). Por lo tanto, no queremos tener un Estado que esté por sobre toda actividad humana. Eso sería totalitarismo, y significaría someter a la Iglesia por debajo del gobierno civil. Tampoco queremos poner al Estado debajo de la Iglesia, porque aun la Iglesia como institución puede estar corrupta.
Durante los primeros siglos después de Cristo, el cristianismo era una religión perseguida, o tolerada en el mejor de los casos. Con Constantino, el cristianismo llegó a ser una religión oficialmente aceptada (el edicto de Milán, 313). Durante los siguientes siglos, la Iglesia tenía una relación muy cercana con el gobierno civil. Normalmente el Estado tenía mayor autoridad, pero a veces la Iglesia parecía tener autoridad sobre el Estado, como en el año 800, cuando el Papa León III coronó a Carlos Magno. En el tiempo de la Reforma, la relación estrecha entre la Iglesia y el Estado todavía existía, y la Iglesia estaba abusando de su poder.
Sin embargo, en vez de reconocer la necesidad más profunda de remover las tareas religiosas del gobierno, los reformadores simplemente trataron de cambiar la religión de los países. Esto produjo guerras. Los anabaptistas fueron al otro extremo, insistiendo en que los cristianos debían separarse totalmente de asuntos civiles.
Juan Calvino estaba empezando a discernir una solución a este problema, pero no logró ser totalmente consecuente. Él propuso que el Estado gobernara «las costumbres y la conducta exteriores», y que la Iglesia supervisara las cosas del hombre «interior»66 Sin embargo, como se mencionó antes, cuando habló de las tareas del gobierno, incluyó la prevención de blasfemia y ofensas religiosas, lo cual no está de acuerdo con tal distinción de tareas.
Un siglo más tarde, sus seguidores en Inglaterra redactaron la Confesión de Fe de Westminster, en medio de los conflictos violentos entre la Iglesia y el Estado; propusieron que el Estado no debía intervenir en asuntos de la fe, sino proteger la Iglesia y garantizar su libertad.
El magistrado civil no debe arrogarse la administración de la Palabra y de los sacramentos, o el poder de las llaves del Reino de los Cielos; y sin embargo, tiene la autoridad, y es su deber, velar para que la unidad y la paz sean preservadas en la iglesia.…67
Pero de una manera similar a Calvino, no hicieron una separación suficientemente clara entre las tareas de la Iglesia y el Estado. Según la versión original de la Confesión de fe, el magistrado civil tiene la autoridad para convocar concilios y para suprimir errores religiosos. Debe velar …
…para que la verdad de Dios se conserve completa y pura, para que todas las herejías y blasfemias sean suprimidas, todas las corrupciones y abusos en la adoración y disciplina se eviten o se reformen, y todas las ordenanzas de Dios sean debidamente establecidas, administradas, y cumplidas. Para el mejor cumplimiento de lo anterior, el magistrado civil tiene el poder para convocar Sínodos, y estar presente en ellos, y asegurar que todo lo que en éstos se acuerde, esté conforme con la mente de Dios.68
Después del período de la Reforma, la Iglesia protestante empezó a hacer una separación más clara entre las tareas de la Iglesia y el Estado. Incluso, versiones posteriores de la Confesión de fe de Westminster, tan temprano como en el año 1788, sacaron la sección citada arriba acerca de herejías y abusos, y acerca de la autoridad del magistrado para convocar sínodos. Claramente niegan el derecho del gobierno de «entrometerse» en los asuntos de la fe. Vea por ejemplo la misma sección citada arriba, pero en una versión del siglo 18:
Los magistrados civiles no deben tomar para sí la administración de la Palabra y de los sacramentos; o el poder de las llaves el reino de los cielos; ni se entrometerán en lo más mínimo en asuntos de la fe. Sin embargo, como padres cuidadosos, es el deber de los magistrados civiles proteger la iglesia de nuestro Señor común, sin dar preferencia a alguna denominación de cristianos sobre los demás, de tal modo, que todas las personas eclesiásticas, cualesquiera que sean, gocen de completa, gratuita e incuestionable libertad, para desempeñar cada parte de sus funciones sagradas sin violencia ni peligro. Y como Jesucristo ha designado un gobierno regular y una disciplina en su iglesia, ninguna ley de estado alguno debe interferir con ella, estorbar o limitar los ejercicios debidos entre los miembros voluntarios de alguna denominación de cristianos conforme a su propia confesión y creencia. Es el deber de los magistrados civiles proteger a la persona y buen nombre de todo su pueblo, de una manera tan efectiva que no permita que ninguna persona por pretexto de religión o por incredulidad, cometa alguna indignidad, violencia, abuso o injuria a otra persona cualquiera; debiendo procurar además que todas las reuniones eclesiásticas y religiosas se lleven a cabo sin molestia o disturbio.69
En esta misma época, cuando se colonizaban los nuevos países en las Américas, la libertad de religión era un tema esencial. Los primeros líderes en los Estados Unidos destacaron la «pared de separación» (Thomas Jefferson) entre la religión y el gobierno. La primera enmienda de la constitución dice lo siguiente:
El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades; o que coarte la libertad de expresión o de la prensa, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente, y para solicitar al gobierno la reparación de agravios.70
Los países de América Latina demoraron más tiempo en «desestablecer» la religión oficial, que era el catolicismo (Chile, 1925, Cuba 1902, Guatemala, 1871, México, 1874, Panamá, 1904, Paraguay, 1992, Uruguay, 1919). En Costa Rica, aunque la constitución del año 1949 garantiza libertad de religión, todavía establece que el catolicismo es la religión oficial. En países como Argentina, la República Dominicana, El Salvador, Honduras, y Perú, el catolicismo tiene un reconocimiento especial en la constitución, pero no es una religión estatal.71 En el año 1999, Chile otorgó a los protestantes básicamente los mismos privilegios legales que tienen los católicos.
Mundialmente, son mayormente los países musulmanes ahora que tienen religiones oficiales (como Egipto, Irán, Iraq, Afganistán, y Pakistán, para nombrar unos pocos). Dinamarca, Islandia, y Finlandia reconocen el luteranismo como religión estatal, Inglaterra reconoce el anglicanismo, y Grecia y Chipre reconocen el cristianismo ortodoxo oriental como oficial.72
Abraham Kuyper (en el siglo 19) destacó claramente una distinción entre tres esferas sociales básicas: Iglesia, Estado, y familia. Según él, cada esfera tiene su propia soberanía bajo la soberanía de Dios, y ninguna esfera debe interferir en la otra.
Henry Meeter sigue la posición de Kuyper.
«El estado no ha de hacer suya la labor de estas esferas … »
«Por otra parte el gobierno tampoco puede permitir que estas esferas operen sin control alguno y dando rienda suelta a los intentos del pecado…»
«Negativamente, la labor del estado consiste en impedir que aquellas fuerzas que tienden a impedir la labor de las diferentes esferas lleguen a prevalecer; y positivamente la labor del estado ha de ir encaminada a la promoción de aquellas condiciones que hagan posible el que estas esferas puedan llevar a término sus tareas culturales».73
Según Meeter, el estado debe:
1) evitar conflictos entre las distintas esferas,
2) proteger a los grupos o individuos dentro de la sociedad, y
3) exigir la ayuda necesaria para su propia preservación.
Os Guinness arguye que es más importante ahora que nunca que los cristianos insistamos para nosotros, y que permitamos para otros, libertad de expresión y libertad de religión. Considera que esto es uno de los asuntos más importantes de nuestros tiempos, y le preocupa que algunos grupos cristianos estén confundidos acerca del tema. En primer lugar, debemos tratar a otros de la manera en que queremos que otros nos traten, y esto incluye la libertad de convicciones y de prácticas religiosas. En segundo lugar, si no luchamos por esta libertad para todos, es muy probable que seamos nosotros los cristianos quienes perdamos nuestros derechos.74
Concluyo que si la tarea del Estado es promover el orden y la justicia social, los límites de su autoridad son definidos por esta área. No debería interferir en el desarrollo natural de las otras esferas sociales, como por ejemplo la Iglesia o la familia, excepto cuando existe algún desorden o alguna injusticia entre ellas o entre los individuos. De otro modo, debería dejarlos en libertad, respetando la soberanía de cada esfera. El Estado debería ayudar a las otras instituciones a cumplir sus respectivas tareas. Debe funcionar como un árbitro. Por ejemplo, si alguien roba de un supermercado, su «libertad» ha llegado a ser una pérdida de libertad para el dueño del negocio. Se ha ocurrido una injusticia. Por lo tanto, el gobierno civil debe intervenir, hacer leyes en contra del robo, y castigar a ladrones. Normalmente, el gobierno debe dejar a los negocios en libertad, pero en el momento que abusen de sus empleados o que paguen sueldos injustos, el gobierno tiene que corregir la injusticia. Cuando no hay restricciones, la naturaleza egoísta del hombre domina sus decisiones, y fácilmente comienza a hacer daño a otros. Por lo tanto, a veces es necesario regular los precios de la gasolina después de un huracán, el uso de químicas para cultivar frutas y verduras, o el costo de medicamentos, por ejemplo. El gobierno no debe dictar cuál religión los ciudadanos deben aceptar, pero si las prácticas de alguna religión constituyen violencia hacia otros, entonces llega a ser un asunto para los magistrados civiles. Esta pauta general deja muchas preguntas acerca de aplicaciones concretas, pero es una ayuda para evaluar los casos particulares.
Cómo usar la ley del Antiguo Testamento hoy
Si la tarea del Estado es promover el orden y la justicia, es importante entender las pautas bíblicas de la justicia, que encontramos especialmente en la ley del Antiguo Testamento. Pero antes de hacer esto, es importante contestar una pregunta previa: ¿Cómo debemos usar las leyes del Antiguo Testamento hoy? Algunos como los «teonomistas» creen que hoy debemos aplicar las leyes del Antiguo Testamento básicamente de la misma manera que en aquella época, y que debemos luchar para que nuestros gobiernos establezcan leyes que cumplan ese propósito.75 En el otro extremo son algunos que creen que las leyes del Antiguo Testamento ya no tienen ninguna aplicación para nosotros hoy; eran solamente para los judíos de ese tiempo.76
Juan Calvino propuso una posición más equilibrada. Hizo una distinción importante entre los aspectos ceremonial, civil, y moral de la ley del Antiguo Testamento. Ya que Jesús vino a hacer el último sacrificio (), no tenemos que cumplir el aspecto ceremonial de la ley. Es decir, no hacemos sacrificios, y no observamos las ceremonias relacionadas con el templo. De una manera similar, como el pueblo de Dios ya no es solamente una nación política (Israel), sino creyentes de todas las naciones (), tampoco se aplican las leyes civiles como en aquella época. Estas tenían que ver especialmente con los castigos y con el manejo de propiedades. Por ejemplo, no castigamos con la pena de muerte a un niño que maldice a sus padres (). Había muchas leyes acerca del uso de propiedades que no tenemos que observar ahora, y que serían prácticamente imposibles de aplicar literalmente, como el Año de Jubileo (), en que cada cincuenta años las propiedades debían volver al dueño original, los prisioneros debían ser liberados, y todas las deudas debían ser canceladas. No vemos que la Iglesia del Nuevo Testamento observara estas leyes. No obstante, el aspecto moral que subyace toda la ley, y que es resumido en los diez mandamientos, todavía debe ser guardado. Los principios éticos universales reflejan el carácter de Dios, y son para toda persona en toda época. Estos principios éticos están entretejidos en toda la ley. Aun el aspecto civil contiene enseñanzas de principios generales de justicia, sin tener que observar los detalles de la ley de la misma manera que durante el Antiguo Testamento. Además, las leyes ceremoniales también contienen enseñanzas morales y verdades espirituales. Es decir, no observamos los aspectos civil y ceremonial como en aquella época, pero sí buscamos principios generales éticos en ellos.77
Por ejemplo, veamos cómo debemos aplicar las enseñanzas de hoy. En primer lugar, no es necesario observar el año sabático o el año de jubileo, tal como fue mandado en este capítulo. Eso era una ley civil para la nación de Israel en aquella época. Sin embargo, el capítulo sí nos da pautas generales de justicia. Dios quiso evitar una acumulación egoísta de riquezas, de una generación a otra. Cada cincuenta años las propiedades volvían al dueño original. Pero también podemos ver que Dios quiso animar al pueblo a ser diligente y a tomar iniciativa, porque los que eran sabios y diligentes podían recibir beneficio de sus esfuerzos, y podían tener más terreno, por lo menos durante algunos años. También vemos una verdad importante relacionada con las propiedades: la tierra pertenece a Dios, y no a nosotros. Además, el pueblo tenía que aprender a confiar plenamente en el Señor para cuidarlos, ya que durante el séptimo año, y después dos años seguidos durante el año cuarenta y nueve y el año cincuenta, tenían que descansar de trabajar la tierra. Finalmente, podemos ver algunas verdades espirituales en este capítulo: el concepto del descanso apunta al descanso espiritual en Cristo. La salvación nos llega cuando dejemos de hacer obras de mérito y empecemos a confiar solamente en Él. La vida eterna es un descanso completo en Él.
Con este ejemplo, vemos que la tarea de buscar principios de justicia para influir en las leyes de nuestros países no es una tarea simplista. Requiere un estudio cuidadoso, y no hay lugar para legalismo y dogmatismo.
Jesús y la política
Hemos dicho que toda la verdad está relacionada con Cristo, y que debemos volver siempre a Él en el estudio de cualquier tema. Algunos tratan de mostrar que Jesús fue políticamente radical y revolucionario, porque se opuso a los ricos y poderosos. Es verdad que habló en contra de los abusos y en contra de las autoridades, llamándoles al arrepentimiento. Pero llamarlo un «revolucionario» en el sentido político es una gran distorsión. La verdad es que se sometió al gobierno vigente. Para sorpresa incluso de los discípulos, no trató de remover a las autoridades romanas ni cambiar el sistema corrupto de autoridad. Lo que está claro es que Jesús no se pronunció acerca de si algún sistema de gobierno era mejor que otro. Su vida concuerda con la enseñanza de .
Cuando los fariseos trataron de hacerle una trampa a Jesús, preguntando si deben pagar tributos (), Jesús contestó con otra pregunta acerca de una moneda, «¿De quién es esta imagen, y la inscripción?» Entonces concluyó, «Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios». Aparentemente Jesús no se oponía a pagar los tributos, pero quería dejar en claro el hecho de que Dios es soberano. Si la moneda lleva la imagen de César, César lleva la imagen de Dios y por lo tanto él pertenece a Dios. Theo Donner lo lleva un paso más todavía y lo aplica a todos nosotros:
Si debemos darle a César la moneda porque lleva su imagen, la conclusión lógica es que hemos de dar a Dios lo que lleva la imagen de Dios —es decir que hemos de entregarnos a él en forma integral.78
Creo que esto nos da una pauta importante: Es verdad que debemos someternos a las autoridades, pero nunca debemos permitir que las autoridades tengan supremacía sobre Dios. Cuando las autoridades judías prohibieron a los discípulos a predicar en el nombre de Jesús, tuvieron que desobedecerles y obedecer a Dios. ().
Después de la resurrección y antes de Su ascensión, Jesús pronunció sus últimas palabras en la tierra. Los discípulos le preguntaron si iba a restaurar el reino a Israel (). Probablemente estaban recordando los tiempos maravillosos del reino de David, cuando Israel dominaba el mundo. Probablemente esperaban que Jesús ahora tomara armas para echar a los romanos y restaurar la posición de la nación de Israel que correspondía al pueblo de Dios. Sin embargo, la respuesta de Jesús debió haberles confundido. Quizás pensarían que no había entendido la pregunta, y que no había respondido nada acerca del reino, porque contesta,
,
No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
¿Estaría diciendo que el reino ya no es importante? ¿Que solamente es importante la evangelización ahora? ¿Que no importa cambiar el mundo? ¡No! ¡Eso no era Su respuesta!
Además, no estaba confundido, y sí contestó la pregunta. Sólo que es difícil captar la relación al principio. Jesús es el Rey de reyes, y cuando Él llegó, el reino de Dios llegó. Pero Su reino no es «de este mundo» (). No es algo visible, sino es algo espiritual (). Es decir, es algo mucho más grande de lo que estaban pensando los discípulos, porque es eterno y no temporal, y cubre toda la tierra y no un solo país. El método de establecer el reino no es con armas, sino con el testimonio acerca de Jesús. El Espíritu Santo vendría con más poder que nunca, y les llevaría a todos los rincones de la tierra con el mensaje.
Un tiempo yo dudaba de la eficacia de la Iglesia como instrumento para cambiar el mundo. Pensaba que los activistas sociales tenían mejores resultados. Pero ahora me doy cuenta de que la única manera de traer cambios verdaderos en la sociedad es a través de un cambio espiritual en el corazón de las personas. Cuando alguien se convierte a Cristo, empieza a vivir mejor en su familia, en su iglesia y en la sociedad en general.
Cualquier sistema de gobierno no funcionará bien si los líderes que lo manejan son corruptos. Y varios sistemas funcionarán bien si las personas que lo manejan son justas y honestas. Como dice Richard John Neuhaus, «lo primero que debemos decir acerca de la política es que la política no es lo primero».79
Creo que es por eso que el Nuevo Testamento no se pronuncia claramente en contra de la esclavitud o en contra de los gobiernos corruptos. Jesús sabía que las personas que llegaban a ser transformadas por el Espíritu Santo iban a tener otros valores y así efectuarían cambios más radicales y más duraderos. Si el dueño de un esclavo trata a su esclavo como hermano (Filemón, v. 16), ya no habrá problemas en asumir esa posición. Eso al final es más efectivo que cambiar las leyes, y dejar que las personas sigan tratándose mal. Las leyes en contra del racismo en EE.UU. han sido muy positivas, pero no han eliminado el racismo, porque eso está en el corazón.
Debemos reconocer las raíces de transformaciones positivas en la historia. A veces somos tan pesimistas que no vemos lo que ha hecho el Señor a través de Su pueblo. Si pensamos que hay mucha violencia hoy, tenemos que recordar las barbaridades y crueldades cometidas en los tiempos antes de Jesús. Los hospitales y las universidades tienen su origen en el movimiento cristiano. La esclavitud demoró dos milenios en ser legalmente abolida, y muchos cristianos confundidos defendieron la institución por años, pero al final fue prohibida gracias a valores cristianos. Sabemos que todavía existe en forma clandestina, pero por lo menos es ilegal, y muchos cristianos están luchando para acabar con ella.
Cuando Jesús murió y resucitó, realmente trajo victoria sobre el pecado y Satanás. No vemos todos los resultados, pero sí vemos algunos efectos. Si decimos que el mundo es peor hoy día, estamos negando la obra de Cristo. La «política» de Jesús es más «radical» de lo que algunos piensan; Él trae un cambio interno y espiritual, que es permanente y eterno. Como consecuencia, toda la sociedad disfrutará de los beneficios.
Integridad intelectual La tarea del Estado

Juan Calvino propone que el Estado tiene varias funciones. Básicamente el Estado debería:

Promover el bienestar.

Prevenir la idolatría, la blasfemia y las ofensas religiosas.

Garantizar la paz.

Proteger la propiedad.

Asegurar el comercio justo.

Preservar la honestidad.

Integridad intelectual La tarea del Estado

La tarea del Estado

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