El Cristiano y la Politica
Introducción
Tomás Hobbes (1588–1679) propuso que el Estado es producto de un «contrato social» entre los hombres, hecho para evitar el conflicto. Ya que todos los hombres buscan satisfacer sus propios deseos, esto lleva inevitablemente a una lucha de intereses, y la única forma de aceptar las desigualdades y evitar el conflicto es tener un Estado gobernado por un soberano que impone su poder absoluto sobre el pueblo.
Israel comenzó como una familia, una tribu patriarcal (Génesis: Abraham, Isaac, Jacob). En Sinaí, se formó una nación teocrática (Éxodo), con leyes para frenar el pecado (un desarrollo «mecánico»). Dios nombraba y guiaba a los líderes directamente. Moisés era su profeta, libertador, y gobernador, pero todos sabían que Moisés representaba al Señor, y no era solamente elegido por el pueblo. Siguiendo el consejo de su suegro, Moisés dividió la nación en grupos y nombró líderes para ayudarle a dirigir y a tomar decisiones (Éxodo 18).
Al entrar a la tierra prometida, Israel tenía jueces para gobernar. Todavía era una teocracia. En Deuteronomio 17:14–15, Dios dice que van a tener un rey. Fíjese en la relación misteriosa entre la voluntad del hombre y la soberanía de Dios: el pueblo elige su rey, pero en el fondo es Dios quien decide.
Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores; ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere.
No obstante, en 1 Samuel 8, cuando Israel pide un rey «como las otras naciones» (v. 5), algo extraño sucede: Dios les concede su petición, pero expresa Su molestia con la idea. Dios dice a Samuel,
Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. (v. 7) Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. (v. 18)
Por medio de Samuel, Dios les advierte de las consecuencias de tener tal rey. Sus hijos tendrán que ser soldados, y trabajarán haciendo armas de guerra y arando los campos. Sus hijas serán perfumadoras, cocineras y amasadoras. El rey exigirá un diezmo de sus cosechas y de sus rebaños (vs. 8–17). A pesar de esta advertencia, el pueblo todavía pide un rey, y Dios le instruye a Samuel a permitírselo. Obviamente, tener un rey así no fue la situación ideal. Habría sido mejor continuar bajo el gobierno directo del Señor. Además, el motivo de Israel no fue bueno; querían ser como las demás naciones. Sin embargo, Dios les dio un rey.
¿Por qué? Sabemos que a veces Dios concede nuestras peticiones inapropiadas para enseñarnos una lección. En este caso, posiblemente fue para mostrarles que ha sido una gran bendición tenerlo a Él como su Rey verdadero. Además, los fracasos del reino de Israel en el Antiguo Testamento apuntan a la necesidad de la salvación, y a la necesidad de Jesús como el Rey perfecto.
Podemos suponer también que esto ayudó al pueblo de Dios a prepararse para vivir bajo gobernantes extranjeros. En la monarquía, vemos una separación de los oficios de profeta, sacerdote, y rey. Entonces cuando los judíos llegan a ser cautivos de países extranjeros durante el exilio, los oficios de profeta y de sacerdote continúan, pero el oficio de rey no es ejercido entre ellos. La razón es que están sometidos a los reyes de otras naciones. Aun hasta el tiempo de Cristo, los judíos luchan con el dominio extranjero y añoran la restauración completa del reino de Israel (vea Hechos 1:6).
¿Qué nos enseña esto acerca del origen del Estado?
Meeter tiene la idea correcta. El origen primordial del Estado es la imagen de Dios en el hombre. Es decir, se debe a la necesidad natural del hombre (que vive en sociedad) de tener algún orden. El hombre es un ser social, la humanidad ha aumentado mucho, y la sociedad es muy compleja. Por lo tanto, algún tipo de organización es necesario para mantener orden. Podríamos especular que, aun sin la presencia del pecado, el hombre se habría organizado con algún tipo de gobierno.
Sin embargo, el Estado tal como lo conocemos, con un sistema penal, con cortes, y con policía, ha sido establecido para frenar la injusticia, y es necesario solamente por causa del pecado. Las formas de los gobiernos actuales que existen en el mundo hoy, donde Dios no dirige directamente, no son ideales. Incluso, la forma ideal de gobierno no existirá en este mundo caído; tendremos que esperar el retorno de Cristo.
Los límites de la autoridad del Estado y su relación con la Iglesia
Juan Calvino propone que el Estado tiene varias funciones. Básicamente el Estado debería:
Promover el bienestar.
Prevenir la idolatría, la blasfemia y las ofensas religiosas.
Garantizar la paz.
Proteger la propiedad.
Asegurar el comercio justo.
Preservar la honestidad.
La tarea del Estado