Dios te ha confiado un Ministerio
Dios te ha confiado un ministerio
(1 Timoteo 1)
El pastor debe organizar, asignar y supervisar toda labor de predicación y enseñanza que se imparte en la iglesia del Señor. Esto es de vital importancia y no puede delegar esta responsabilidad en manos de otras personas dada la tendencia de ciertas personas a deslizarse de la sana doctrina. Esta es una de las principales responsabilidades que Dios ha depositado en sus manos como ministro del Evangelio.
A juzgar por lo que Pablo le dice a Timoteo, éste quería renunciar. En la Obra del Señor hay situaciones que se presentan que pueden conducir a cualquiera a querer dejarlo todo y dedicarse a otros menesteres. Se necesita mostrar valor, aplomo y verticalidad en la doctrina para corregir e instruir en amor para que la congregación ande como le agrada al Señor.
En las iglesias, al igual que en la vida cristiana, el enemigo muchas veces levanta cosas que entretienen, que distraen. El peligro de estas cosas es que nublan la visión y en el peor de los casos hacen perder la visión de los hermanos. El líder debe ser lo suficientemente maduro para discernir entre lo esencial y lo no esencial y llevar al rebaño a comer comida que no le haga daño. Hay comidas que satisfacen el apetito, pero que no nutren, no alimentan. En Éfeso había discusiones, porque se pusieron a argumentar sobres fábulas y sobre genealogías que no aprovechaban. Cuando entables una conversación y veas que se desvía de un objetivo sano, ya sea porque se comienza a criticar a alguien, o se envicia la conversación, entonces conclúyela, porque a la larga, nadie sale edificado sino enemistado.
Tres cualidades que deben distinguir a todo hombre o mujer de Dios son:
- Amor nacido de un corazón limpio (integridad),
- Buena conciencia (honestidad),
- Fe no fingida (sinceridad)
Cuando uno descuida estas cosas, se desvía de los propósitos de Dios y se descalifica para continuar en las tareas que impone la Obra de Dios.
La vida cristiana no es un campo de juego, ni una zona de recreo; más bien es un campo de batalla y todo aquél que está es este camino debe estar bien equipado con la armadura de Dios. Dios nunca llama a nadie sin primero equiparlo.
No se puede delegar una responsabilidad seria sobre una persona que no muestra los mínimos requerimientos para desempeñar tal tarea. Estos requerimientos incluyen, entre otras cosas: una vida consagrada al Señor por medio de la oración y el estudio diligente de la Palabra de Dios, una fidelidad hacia Dios, una vida de servicio y sumisión al líder; frutos de un genuino nuevo nacimiento. Dios revelará a quienes Él ha separado para ayudar al pastor en todas y cada una de las tareas que se han de realizar en la Obra del Señor, pues muchos son los llamados y muy pocos los escogidos. El hecho de que el Espíritu de Dios te sella es señal de que Él estará sobre ti en medio de la batalla. Usa la espada del Espíritu –la Palabra de Dios- para vencer a Satanás.
No es suficiente tener una doctrina correcta, es menester llevar una vida correcta. Pablo exhorta a Timoteo (1 Tim. 1:19) a que mantenga la fe y buena conciencia. La conciencia es un juez interno que Dios da a cada persona a fin de que sea testigo de nuestras acciones. Desafortunadamente, es posible que haya cristianos que mientras viven una doctrina conservadora, viven con pecados ocultos. Cunado esa conciencia no está formada y sujeta a los principios de la Palabra de Dios, puede convertirse en una conciencia distorsionada y llegar a degenerarse hasta convertirse en una conciencia cauterizada, aquella que ha perdido toda sensibilidad y ya no discierne entre lo bueno y lo malo.
Con mucha frecuencia, en el ministerio hay quienes dan problemas, y son serios cuando estos problemas tienen que ver con una enseñanza distorsionada de la Palabra que puede constituir una blasfemia. A éstos hay que apartar para que la grey no se contamine.