LA ORACION PARTE 2

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LA ORACION

Danos el pan de cada día
Rápidamente llegamos a la cuarta petición de esta oración modelo. Pasamos de pedir los intereses de Dios a los nuestros propios, de pedir por las cosas espirituales y eternas a las terrenales y necesarias para vivir. La expresión: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy denota la total dependencia del ser humano de que Dios provea a sus necesidades diarias. En los antiguos tiempos el pan era considerado un producto básico para el mantenimiento de la vida del ser humano, por tanto lo que aquí se pide es que el Padre Celestial provea todo lo necesario para la subsistencia humana, como vestuario, alimento, techo, etc. La petición es clara al decir que esta provisión debe ser diaria, no mensual, anual o semanal, ni siquiera se pide por el pan de mañana. Esto enseña que a diario pidamos que su misericordia y provisión llenen nuestras necesidades básicas. Este concepto no es nuevo en la Biblia, de hecho lo vemos en el libro de Éxodo cuando dio proveyó el maná y les pidió que cada día recogieran solo lo necesario a excepción del sexto día que recogían el doble debido al Sabbat, y cuando recogían más de lo necesario, el maná criaba gusanos y hedía.
“y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer. Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. Más ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés… Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán”.
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También vemos el concepto de la provisión de cada día cuando Elías visito a la viuda de Sarepta donde la Escritura dice que nunca se agotó el aceite y la harina y siempre hubo sustento para el profeta, la viuda y su hijo aun cuando ni siquiera el rey de Israel Acab tenía para alimentar a sus caballos por causa de la sequía de 3 años.
“Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías”.
Por tanto, nosotros sus hijos debemos pedir que cada día Dios nos provea de lo necesario para vivir, posiblemente no todos seremos ricos, pero de algo podemos estar seguros, Dios proveerá cada día con seguridad y como el salmista declararemos: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”, ().
Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
La quinta petición es tan importante como la de pedir a diario nuestro pan y está relacionada con la salud espiritual y moral. La petición es: perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. El estudio del griego nos puede ayudar a acercarnos a su verdadera interpretación. Por un lado la palabra deuda proviene del griego ofeílema (ὀφείλημα), que literalmente significa alguien que está endeudado. Jesús utiliza esta palabra de deudas para referirse a pecados porque en el arameo la palabra que se utilizaba tanto para pecado como para deuda era la misma ya que para los judíos nuestros pecados eran una deuda moral y espiritual que adquiríamos con nuestro Señor. Por otro lado se encuentra la palabra perdónanos que proviene del griego afíemi (ἀφίημι) que puede traducirse como perdonar, abandonar, echar fuera, salir, dejar, remitir, y en este sentido se refiere a una clase de perdón que echa fuera todos nuestros pecados para no ser más recordados, el perdón perfecto. Por ende, en nuestras oraciones debemos pedir por el perdón de todos nuestros pecados. En el Antiguo Testamento vamos a encontrar Salmos donde se pide el perdón de Dios (; ; ; ; y 130:1-4), también encontramos la confesión de pecados en algunas oraciones modelos, como la del profeta Daniel (), la de Nehemías () y Esdras (). En el Nuevo Testamento también se nos exhorta a pedir perdón por nuestras trasgresiones:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”.
Ahora bien, la oración añade algo más y es que seamos perdonados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Jesús espera que nosotros sepamos perdonar a todos aquellos que nos ofenden, de lo contrario como podremos clamar por perdón si nosotros guardamos odio en contra de alguien que nos ofendió. Con respecto a esto, Jesús relato la parábola de los dos deudores (), donde uno debía 10, 000 talentos y como no podía pagar su señor ordeno quitarle su mujer, hijos y todo lo que tenía para pagar su deuda, pero éste se postro delante de su señor y le suplico y se le perdono su deuda por misericordia. Luego pasado los días este encontró a un consiervo que le debía 100 denarios, y le rogaba que le tuviera paciencia para que le pudiera pagar, pero el siervo malo no quiso y lo echo en la cárcel. Esto molesto a los demás consiervos y le contaron a su señor y este molesto porque el siervo malo no mostro la misma misericordia lo entrego al verdugo. Esta parábola expresa que así como Dios perdono nuestras ofensas, así también nosotros debemos perdonar a los que nos ofenden. Nuestra condición espiritual se ilustra en esta parábola por aquel que fue perdonado de una deuda de 10,000 talentos. Para tener una mejor idea de lo que representa esta cantidad consideremos lo siguiente: los impuestos anuales pagados por Judea, Galilea, Idumea, Samaria y Perea sumaban como 800 talentos. Un esclavo, joven y fuerte, valía un talento. Dice el libro que Amasías “tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes”. Todo el oro en el arca del pacto valía menos de 30 talentos (). El punto es que era una cantidad que jamás podía pagar. Así es la deuda que el hombre debe a Dios. Es una "cantidad" que simplemente no podía y no puede pagar. Su única esperanza es que Dios le perdone la deuda.
Finalmente, evaluemos el punto de otorgar el perdón. La oración pide que Dios nos perdone como nosotros perdonamos a los demás; pero, ¿cuándo es que debemos perdonar? ¿A todos los que nos ofenden? Veamos como lo enseña la Biblia. En el evangelio según Lucas dice: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”, (), es decir, el perdón se debe otorgar cuando el que ha ofendido se arrepiente. Esta parte en la Biblia muchas veces es mal utilizada por las personas que dañan a otros diciéndoles a sus ofendidos que deben perdonar porque así dice la Biblia, y por tanto tienen que seguir aguantando. Pero esto no es así. El perdón se le otorga a alguien que se arrepiente, y el arrepentimiento trae un cambio en la actitud, pensamientos y sentimientos. En Mateo se nos ofrece otro ejemplo de cómo y cuándo se otorga:
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”.
Las palabras “has ganado a tu hermano" significan que la persona se arrepintió, pero si no lo hace se tiene que confrontar con testigos y luego con la iglesia, y si aun así no acepta su culpa, se tiene que tener por gentil y publicano, es decir, alejarse de él y no recibirlo entre los hermanos. Por tanto, si alguien nos causa daño o nos ofende, podemos amonestarla por tal cosa, si ésta lo acepta y se arrepiente, le perdonamos y lo ganamos para que este en paz con Dios; pero si no, no le podemos otorgar el perdón y deberíamos solo alejarnos del tal; pero qué significa esto. Debemos odiarlo. En ninguna manera. Debemos guardar nuestro corazón de toda raíz de odio. Solamente debemos esperar en Dios que Él pagara a cada uno según su obra.
“Porque él pagará al hombre según su obra, y le retribuirá conforme a su camino”.
“Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo”.
“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.
No nos metas en tentación
La sexta petición está relacionada con la quinta. Después de pedir que Dios perdone nuestros pecados Jesús nos enseña a pedirle que nos ayude a no pecar al decir: no nos metas en tentación. Estas palabras han dado mucho que comentar en cuanto a la pregunta ¿es Dios el que tienta al hombre? Para poder responder a esta interrogante podemos evaluar el significado etimológico de la palabra griega que aquí se traduce como tentación para tener una mejor idea. La palabra tentación se traduce de peirasmós (πειρασμός) la cual tiene un doble significado. Por un lado, cuando se refiere a Satanás la palabra usualmente se traduce como tentación, pero cuando se usa en referencia a Dios se traduce prueba. La Biblia es clara al decirnos que Dios jamás tienta a nadie, sino es una obra del diablo que seduce nuestra vieja naturaleza para que pequemos.
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.
Sin embargo, también es cierto que Dios permite que el diablo tiente a los justos con el objetivo de probarlos, tal y como lo hizo con Abraham cuando le pidió que sacrificara a su hijo: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham…” (); probó también a Job (), el mismo Jesús fue probado: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas”, (); el apóstol Pablo fue probado: “sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos”, (); y en general todos los cristianos somos y seremos probados por Dios.
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.
Ahora bien, el versículo anterior de nos dice la razón por la cual somos probados: para que nuestra fe crezca Toda prueba de parte de Dios tiene como objetivo moldearnos y hacernos mejores cristianos cada día, por eso alguien dijo en cierta ocasión que las pruebas sacan lo mejor de nosotros mismos, pero las tentaciones lo peor.
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.
No obstante, debemos estar claros que también Dios permitirá que el diablo nos tiente y podemos caer en sus trampas, por ello debemos orar: no nos metas en tentación. Uno de los nombres que recibe es el Tentador, y ha estado tentando a la humanidad desde el principio. Tentó a Eva en el Huerto del Edén (), tentó a David a censar al pueblo (), tentó a los ángeles caídos para que abandonaran su propia morada () el Apóstol Pablo envió a Timoteo a Tesalónica temiendo que “hubiera tentado el tentador” a los cristianos de ese lugar” (). Por tanto, debemos siempre orar a Dios que nos de la fuerza y nos ayude para que cuando la tentación venga a nosotros la podamos vencer, por ello Jesús alentó a sus discípulos a orar ya que el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.
La oración es un elemento clave en la vida del creyente que nos ayudará a resistir al diablo, si lo hacemos así podremos estar seguros que junto con la tentación siempre vendrá la salida.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.
MAS LIBRANOS DEL MAL
Llegamos a la séptima y última petición de esta oración modelo: mas líbranos del mal. Muchos la han considerado como parte de la sexta, sin embargo, la conjunción "más" denota su carácter individual. Por otro lado la sexta es concluyente al solo pedir que seamos librados de las tentaciones, una parte del mal, mientras que la séptima pide la liberación de todo el mal: enfermedades, escasez económica, ataque de hombres malos, el diablo o cualquier tipo de tragedia. Los cristianos sabemos que vivimos en un mundo dañado por el pecado y lleno de maldad por tal motivo en nuestras oraciones debemos pedir por la protección divina. El apóstol Pablo solía pedirle a Dios que lo guardara de toda obra mala: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”, (); también decía que Dios tiene poder de librarnos del poder de las tinieblas: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”, (); y de igual forma el autor de la carta a los Hebreos dice que Dios nos puede liberar del poder del diablo: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”, (). En general, a través de la oración podemos pedir que seamos librados de todo mal que nos dañe y nos aleje de Dios.
Doxología final
Al final de la oración encontramos la doxología final de la oración del Padre Nuestro: porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Esta solemne parte literaria de adoración a Dios parece haber sido agregada al texto original, ya que no se encuentra en los textos más antiguos. Por ejemplo la Vulgata Latina, obra del cuarto siglo D.C. del erudito Jerónimo no la considera, esto teniendo en cuenta que el autor era considerado un crítico muy reverencial y conservador como también competente e imparcial. Muchos creen que fue agregada por motivo a litúrgicos, como una forma de finalizar la oración glorificando a Dios. Otros consideran que fue inspirada de una oración que aparece en 1 Crónicas: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos”, (). Sea como sea nos enseña que así como nuestras oraciones deben iniciar adorando y magnificando el nombre de nuestro Dios, deben terminar de igual manera. Así finaliza una oración muy diferente a las judías. No tan extensa y que expresa de manera sencilla la forma de como Dios desea que los hijos del Reino vivan, por eso Tertuliano, un padre de la iglesia primitiva la llamo: “el resumen de todo el evangelio”.
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