EDIFICANDO DISCIPULOS
la relación maestro-discipulado del antiguo testamento no necesitaba un especie de testigo o guía, pues se evidenciaba una relacion directa con Dios y esa especie de discipulado era evidente en quien seguia las leyes y preceptos establecidos por Dios.
eran evaluados según el criterio de si seguían o no a Dios y andaban en sus caminos. David es el ejemplo supremo de rey cuya vida se caracterizó por seguir a Dios: «David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos» (1 Re 14:8). El tema veterotestamentario de Dios en compañía de su pueblo prepara el énfasis de Mateo en Jesús como Emanuel, «Dios con su pueblo» (Mt 1:23), que daría lugar a un seguimiento por parte de discípulos singulares como correspondía a su estatus mesiánico (Wilkins 1992, 51–69).
La relación presuponía el desarrollo de un compromiso continuo del discípulo hacia el maestro y su particular enseñanza o misión, y la relación se extendía a la imitación de la conducta del maestro en la medida en que esta impactaba la vida personal del discípulo.
El movimiento de Jesús aceleró rápidamente. En las primeras etapas de su ministerio hubo una gran multitud de discípulos que se unieron a Jesús (Lc 6:17; 10:1; Jn 6:60). Jesús atraía a multitud de personas, y una oleada de seguidores vino a él para convertirse en discípulos suyos. Pero al parecer los primeros discípulos formaban un grupo variopinto. En el Evangelio de Juan aparece un relato singular de unos discípulos que habían seguido a Jesús durante cierto período de tiempo y que después de un discurso de Jesús que les pareció especialmente difícil de aceptar, dejaron de seguirle (Jn 6:60–66). Parece ser que habían seguido a Jesús porque les había entusiasmado como nuevo *taumaturgo y *maestro (cf. Jn 2:23–25). Tenían algún tipo de compromiso con Jesús, pero cuando su enseñanza no se correspondió con sus expectativas, lo abandonaron. Tenían un grado de compromiso un tanto libre con el movimiento (Wilkins 1992, cap. 6; Meier, cap. 25).
2.2. Los discípulos y las multitudes. Durante gran parte del ministerio de Jesús estuvieron presentes dos grupos: los discípulos y la «multitud» o «multitudes» (hoi ochloi) (Wilkins 1992, cap. 6; Meier, cap. 24) (véase Gente, multitud). Los discípulos eran aquellos que respondían al llamamiento de Jesús a seguirle. Creían en Jesús como su maestro (Mc 1:16–20; cf. Lc 5:1–11) y se habían comprometido con su misión de establecer el *reino de Dios y la *salvación que ofrecía (Mt 19:16–29).
2.2. Los discípulos y las multitudes. Durante gran parte del ministerio de Jesús estuvieron presentes dos grupos: los discípulos y la «multitud» o «multitudes» (hoi ochloi) (Wilkins 1992, cap. 6; Meier, cap. 24) (véase Gente, multitud). Los discípulos eran aquellos que respondían al llamamiento de Jesús a seguirle. Creían en Jesús como su maestro (Mc 1:16–20; cf. Lc 5:1–11) y se habían comprometido con su misión de establecer el *reino de Dios y la *salvación que ofrecía (Mt 19:16–29).
Las multitudes eran aquellos a quienes Jesús continuaba llamando. Las multitudes eran un grupo neutral, aunque curioso, que no tenía un compromiso serio con Jesús. Aunque seguían a Jesús (Mt 4:25), no evidenciaban los dos prerrequisitos para el discipulado: el coste de renunciar a la vida antigua y comprometerse con Jesús (e. g., Mc 8:34–38). Seguían a Jesús solamente en un sentido físico, no en el auténtico sentido de dedicarle sus vidas. Eran el pueblo de *Israel objeto del ministerio evangelístico de Jesús.
2.3. Los Doce. Los cuatro Evangelios dan fe de que durante las subidas y bajadas en popularidad del movimiento de Jesús hubo un núcleo de doce discípulos que fueron llamados por Jesús para tener una relación especial con él (McKnight; Wilkins 1992, cap. 8; Meier, caps. 26–27) (véase Apóstol). Aunque los Doce son discípulos, ejemplos de lo que significa ser un creyente en Jesús, también se les designa como líderes entre los discípulos. Lucas dice que Jesús «llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos» (Lc 6:13). La distinción entre el grupo general de discípulos y el grupo concreto de los Doce tiene que ver con la función o el papel, no con el estatus o el valor. Todos los discípulos son iguales en relación con su discipulado, que habla de su entrada en la salvación y el reino de Dios. El papel de los Doce también está orientado al liderazgo en cuanto a función. Pero esta función no los elevó a un estatus más elevado; el llamamiento al liderazgo es un llamamiento a convertirse en siervos (Mc 10:45; Lc 22:24–30). Los Doce son ejemplos de lo que Jesús logra hacer en los creyentes, pero también son apartados como los líderes de este nuevo movimiento (Nelson, 255–64).
2.4. Los doce discípulos y los demás discípulos. Marcos ofrece pruebas de la existencia de discípulos de Jesús fuera del círculo de los Doce (Mc 3:13–15), y Mateo habla de ellos específicamente (Mt 8:19, 21), haciendo alusión a un círculo más amplio de discípulos (Mt 10:24, 25, 42) e incluso reconociendo a través del verbo mathēteuō que José de Arimatea «se había convertido en discípulo de Jesús» (Mt 27:57). Lucas indica que Jesús escogió a los Doce de entre un número mucho mayor de discípulos (Lc 6:13–17), y Juan afirma que de este grupo numeroso de discípulos muchos dejaron su compromiso con Jesús y le abandonaron (Jn 6:60–66).
«Seguir a Jesús» es una expresión técnica para referirse al hecho de ser su discípulo. Algunos discípulos seguían físicamente a Jesús como discípulos en su ministerio itinerante (e. g., los Doce), mientras que un grupo más amplio de discípulos seguía a Jesús en un sentido más figurado. Este último estaba formado, entre otros, por gente del pueblo llano (Lc 6:13), diversos hombres y mujeres (Lc 8:2–3; 23:49, 55; 24:13, 18, 33), recaudadores de impuestos (Lc 19:1–10), *escribas (Mt 8:18–21) y líderes religiosos (Mt 27:57; Jn 19:38–42). La diferencia entre los Doce y el grupo amplio de discípulos es el papel que habían sido llamados a desempeñar. Los Doce habían sido llamados a ser colaboradores de Jesús, y abandonarlo todo para seguir a Jesús era un sacrificio necesario para poder unirse a él en la proclamación del reino (Mt 10:1–15) y como período de formación para su futuro papel como apóstoles en la iglesia (Mt 19:23–30).
3. El carácter singular del discipulado de Jesús
El ministerio de Jesús, consistente en llamar, formar y enviar discípulos se presenta como un fenómeno histórico cautivador
Pero a medida que se va desarrollando el ministerio de Jesús, este comienza a establecer un tipo de discipulado que no se parece a la de los rabinos. En el caso de Jesús la iniciativa está en su llamada (Mt 4:19; 9:9; Mc 1:17; 2:14; cf. Lc 5:10–11, 27–28) y en su elección (Jn 15:16) de aquellos que llegarían a ser sus discípulos. La respuesta a la invitación implica el reconocimiento y la creencia en la identidad de Jesús (Jn 2:11; 6:68–69), la obediencia a su llamamiento (Mc 1:18, 20) y considerar el precio de una lealtad plena a él (Lc 14:25–28; Mt 19:23–30). Su llamada es el comienzo de algo nuevo. Significa perder la vida antigua que uno tenía (Mc 8:34–37; Lc 9:23–25) y encontrar una nueva vida en la familia de Dios a través de la obediencia a la voluntad del Padre (Mt 12:46–50) (véase Keener, 196–213).
3.1.3. Jesús derriba las barreras del estatus, la religión, el género y la nacionalidad. A diferencia de algunos grupos sectarios dentro del judaísmo, Jesús derribó las barreras que separaban a los *puros de los impuros, a los obedientes de los pecadores. Llamó tanto al pescador como al recaudador de impuestos, e incluso a un zelote revolucionario. Indicó que judíos y gentiles se unirían a él en el banquete que se celebraría en el futuro reino (Mt 8:10–12) (véase Comunión de mesa). Entre sus seguidores más cercanos había tanto hombres como mujeres (e. g., Lc 8:1–3; 23:55). Un factor decisivo en esta clase de discipulado es que Jesús llamó hacia sí a aquellos que, a ojos de los sectarios, no parecían estar suficientemente cualificados como para tener comunión con él (Mt 9:9–13; Mc 2:13–17). Al llamar a los despreciados (Mt 9:9), sentarse a comer con los recaudadores de impuestos y *pecadores (Mt 9:10), y tener mujeres entre su círculo de discípulos (Mt 12:49–50), Jesús demuestra que han sido adoptados para ser discípulos suyos y tener comunión con *Dios (Dunn, cap. 4).
los discípulos estaban más comprometidos con su persona que con su enseñanza (Rengstorf, 447). Seguir a Jesús significa estar junto a él y servirle en su *misión.
3.2.3. Haciéndose como Jesús. Jesús declaró que ser un discípulo es convertirse en alguien como el maestro (Mt 10:24–25; Lc 6:40). Llegar a ser como Jesús incluye salir al mundo con el mismo mensaje, ministerio y compasión (Mt 10:5–42), practicando las mismas tradiciones religiosas y sociales (Mt 12:1–8; Mc 2:18–22), perteneciendo a la misma familia de obediencia (Mt 12:46–49), ejerciendo el mismo servicio de siervo (Mt 20:26–28; Mc 10:42–45; Jn 13:12–17), y experimentando el mismo sufrimiento (Mt 10:16–25; Mc 10:38–39). Este aspecto del discipulado de Jesús prepara el camino para el lenguaje de la «transformación» que aparece de manera destacada en las epístolas paulinas, a medida que los creyentes son transformados a imagen de Cristo (Rom 8:29; 2 Cor 3:18; Gal 4:19).