Encarnados en el tiempo

Misiones líquidas  •  Sermon  •  Submitted
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Somos misioneros en un mundo nuevo: el mundo líquido, donde no hay determinantes, ni valores ni estructuras válidas.

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Ser testigos

Hechos
Hechos de los Apóstoles 1.8 NVI
Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
Hechos 8.1-5
Hechos de los Apóstoles 8.1–5 NVI
Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel. Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías.
La promesa del Espíritu Santo conllevaba una misión: ser testigos por toda la tierra.
Recibimos un poder o habilidad especial para anunciar a Jesús pero la capacidad de hacer una obra real en el corazón de las personas solo lo tiene Dios. Mientras él trabaja nosotros somos testigos.
Hay una referencia geográfica acerca de cómo y dónde se extendería el mensaje de Jesús: Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra.
Jesús había nacido judío, predicó entre judíos y fue crucificado por los judíos, pero su mensaje de vida eterna no era para los judíos sino para romper las barreras geográficas.
Esto fue algo que le costó entender a la primera Iglesia.
El judaísmo estaba cimentado sobre los mandamientos de Moisés, era una religión exclusiva, una raza superior, un linaje único. No todos tenían acceso a Dios (a veces ni los mismos judíos).
Tenemos que romper esta idea de sentirnos exclusivos, poseedores de una verdad inaccesible. Sí, tenemos la verdad absoluta, la única, pero no nos pertenece, es para todos.
Al recibir a Cristo en tu vida no se te dio un poder para tu complacencia, inteligencia y prosperidad sino para usarlo como un vehículo para llegar hasta lo último de la tierra y darlo a conocer.
Por eso es que ser testigos es más que solo ver algo que pasa, es incluso estar dispuesto a morir por ello. La palabra “testigo” también se traduce como “mártir”.
Hechos de los Apóstoles 8.1–5 NVI
Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel. Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías.
Hechos 8.1
Lo que se declara en se ejecuta en
Los cristianos se ven, a causa de la persecución, obligados a desplazarse por Judea, Samaria y por toda la tierra y se llevan tremenda sorpresa cuando descubren que Dios se manifiesta también en los gentiles.
¿Por qué se sorprendieron de que el evangelio era también para los gentiles? Es una larga historia. Israel se separó en dos naciones: norte (10 tribus) y sur (2 tribus). Los del norte fueron invadidos y llevados cautivos, dejados en tierras extrajeras con cautivos de otras naciones, los cuáles se mezclaron entre sí. Los del sur también fueron cautivados muchos años después pero no se mezclaron. Cuando todos regresaron a reconstruir la nación, los mezclados empezaron a ser despreciados por desobedecer el mandato de ; a ellos se les llama samaritanos.
Éxodo 34.12 NVI
Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa.
Evangelizar a los samaritanos y demás gentiles suponía una gran experiencia para los judíos quienes tuvieron que volverse misioneros transculturales.
No era lo mismo predicarles a los judíos que creían en Dios, seguían la ley de Moisés y habían conocido de Jesús, que hablarles a personas que a lo más alcanzaron a oír de Jesús pero no creían ni en Dios.
El cambio de paradigma en cuanto los rituales, leyes, cultura, relaciones y comportamiento era muy fuerte para los primeros cristianos quienes debían evangelizar a un mundo que no conocían, no aceptaban y no creían que merecía ser salvo.
Los primeros cristianos empezaron a entender que no podían evangelizar a los gentiles siguiendo la estructura de los judíos. Tenían que cambiar. Su cosmovisión acerca de la vida no podía aplicarse igual porque los gentiles pensaban diferente.
Vivimos en una época llamada por muchos estudiosos Posmodernidad, lo cual significa que es la etapa que se vive después de la modernidad. La Posmodernidad no cree en los ideales de la modernidad.
Ideales como la razón, la democracia o el capitalismo encuentran resistencia en una nueva generación que está decepcionada de todo lo que la época anterior le heredó.
El mundo pensó que la ciencia lo salvaría, Descartes afirmó una frase que se volvería la insignia de la modernidad: Pienso, luego existo. No era Dios quien le daba valor al ser humano sino su capacidad para pensar.
Se pensó que la democracia beneficiaría a los países y haría justicia premiando el sacrificio y trabajo duro, los reyes ya no se consideraban representantes de Dios y el pueblo se sintió con el poder para determinar el curso a seguir; sin embargo los que están en el poder encontraron nuevas formas de explotación y la maldad del pueblo demostró que el mal está en todos, que cuando alguien tiene la oportunidad hará daño y explotará a los demás.
pero la explotación y la injusticia más bien se practican apegados a la ley.
Se pensó que el capitalismo salvaría al ser humano, dándole el poder de generar riqueza. Ya no valía por su posición en el gobierno o por su conocimiento sino por cuánto dinero podía generar. Sin embargo el capitalismo es una maquinaria turbia, oscura y cambiante que no se puede dominar y que no ha resuelto las crisis humanas.
La reforma protestante que le da tanto sustento a nuestra fe cristiana surgió en la modernidad, por eso la Iglesia supo responder y adaptarse a cada acontecimiento del mundo moderno.
Apoyamos la razón como evidencia de una fe inteligente, la democracia como un sistema más justo y el capitalismo como la prosperidad divina. Sin embargo, cuando todo esto se cae, no tenemos cómo atraer a los posmodernos.
Posmodernos: aquellos a quienes no les importa nada, están en desacuerdo con los gobiernos y con la economía, no creen en las instituciones ni en la teología, solo creen en sí mismos como la medida de cualquier cosa en un momento determinado, pero sin ideales absolutos. Para el posmoderno el mensaje de Jesús es tan inútil y anticuado como la modernidad.
Parece que, al igual que los discípulos, nos encontramos frente al mismo panorama: evangelizar a un mundo para el que no estamos preparados.
Estoy convencido que el Dios que conoce la historia y se insertó en ella para rescatarnos del pecado, mueve los hilos de la misma. La posmodernidad, más que ser un instrumento del diablo para destruir la Iglesia es un movimiento de Dios para despertarla.
Solo podremos evangelizar al nuevo mundo si soltamos los rituales culturales propios de nuestra tradición cristiana. No porque hayan estado mal sino porque no son útiles para alcanzar al posmoderno.
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