La Doctrina es Importante
Las verdades del mensaje de la Biblia son el corazón del cristianismo. Cuando los hombres se apartan de esa verdad, debilitan el mensaje. Si cambian las verdades fundamentales, la doctrina deja de ser el mensaje cristiano bíblico. Son herejías, enseñanzas que no redimen al hombre de sus pecados, que no le proporcionan la vida eterna, que no lo transforman en una nueva criatura ni le ubican en el camino que se dirige al cielo.
Las doctrinas falsas toman muchas formas. En nuestro día, algunos grupos ponen la tradición de la iglesia, la experiencia personal u otros escritos en lugar de la Biblia, como la autoridad final del cristianismo. Algunos elevan al hombre al nivel de Dios y bajan a Jesucristo al nivel de un profeta o maestro. Otros enseñan que el bautismo o el cumplimiento de otro rito es necesario para recibir la vida eterna. Según otros, las Escrituras, aún en su forma original, contenían errores.
Una iglesia ejemplar conserva la sana doctrina, evita el error del legalismo y mantiene la pureza del evangelio de la gracia de Dios. ¿Cómo pueden los cristianos evitar el error del legalismo y otras doctrinas falsas?
Debemos Prohibir Las Doctrinas Falsas
Algunos dirían: “A Pablo le faltaba tolerancia. No tenía una mente abierta. Además, era soberbio porque pensaba que sólo él tenía razón. Ser tan drástico causaría más problemas en la congregación, debía tener más amor”.
No debemos escuchar errores humanos (v. 4)
Los cristianos tenemos que rechazar la enseñanza que dice que para ser cristiano, el hombre necesita hacer algo más que confiar en la muerte de Cristo. Al testificar del Señor, debemos tener cuidado de no agregar alguna norma humana o un reglamento de nuestra iglesia como requisito para que la gente se haga cristiana.
Debemos tener amor y humildad (v. 5-7)
Debemos Usar la Biblia Correctamente
En el v. 8, Pablo llega al corazón del problema doctrinal de Éfeso. Algunos maestros no usaban las Escrituras correctamente. Se basaban en el Antiguo Testamento y especialmente en las leyes. Exigían que los hombres guardaran las normas de la ley de Moisés para ser salvos y para ser más espirituales.