La Vida es Como la Neblina
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Introducción
Introducción
Hace algunos meses el coronavirus era un virus en el el país de la China.
Algunos gobernantes alrededor del mundo pensaban que era algo que solo afectaría ese país lejano.
Pensábamos que era un virus que no llegaría a nuestras fronteras.
Sin embargo, ahora nos damos cuenta que este virus se ha hecho convertido en una epidemia que sigue aumentando y manifestándose en prácticamente todos los continentes, con la excepción de Antártica.
A partir del día de ayer a las 5:13PM habían 106,017 casos y 3,571 muertos.
La gente parece estar en alerta, ha disminuido la cantidad de personas en los centros comerciales y en los aeropuertos.
Parece que al escuchar a una persona estornudar o toser, es como escuchar el disparo de una arma.
Parece que esta enfermedad nos ha puesto a pensar.
Aunque sabemos que la tasa de mortalidad entre las personas que se enferman a causa de este virus, aun es bajo similar a la tasa mortalidad de la influenza.
No queremos ser alarmistas, sino realistas - aun hay muchos que van a enfermarse y entre ellos varios que van a morir a causa de esta enfermedad.
La humanidad está enfrentando a su propia mortalidad.
Nuevamente Dios permite un momento en la historia en que cada ser humano enfrentamos la realidad de nuestra mortalidad - hoy podemos estar bien pero es muy posible que nuestra vida desaparezca de la noche a la mañana.
Sin embargo, el coronavirus no es el único elemento que atenta contra nuestra vida.
De hecho, cada uno de nosotros vivimos bajo una sentencia de muerte.
A causa del pecado todos algún día vamos a morir.
Algún día vamos a dejar esta vida.
Algún día, ya sea por el coronavirus, un accidente, una enfermedad crónica, o en lo profundo de nuestro sueño; algún día iremos a dejar esta vida.
Alguna persona ha dicho que aunque en esta vida hay muchas cosas que marcan una diferencia entre los seres humanos (e.g., economía, estudios académicos, clase social) - la muerte viene a ser el gran igualador.
La muerte no discrimina.
La muerte no hace acepción de personas.
La muerte viene a ser el fin de todos los que nacen en este mundo.
Dios inspiró a Santiago, hace 2,000, por medio de su Espíritu Santo, para que nos escribiera este pasaje que nos pone frente a frente con la realidad de nuestra mortalidad. Hoy consideraremos:
La realidad - la vida es muy corta
La necedad del hombre - vivir como si nunca fuésemos a morir
La solución - vivir conscientes de la brevedad de la vida
I. La realidad - la vida es muy corta
I. La realidad - la vida es muy corta
Santiago es muy directo. Santiago nos ha dicho que el hombre debe humillarse ante la presencia de Dios.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
El hombre por naturaleza es prepotente.
El hombre es orgulloso.
El hombre se cree capaz.
Santiago
El hombre se cree el capitán de su propia vida.
El hombre se cree invencible.
¿Qué mejor manera de llevarnos a un lugar de humillación al recordarnos que tarde o temprano vamos a morir?
Los dictadores creen que van a vivir para siempre.
Los empresarios creen que siempre van a estar al frente de sus empresas.
Los emperadores del pasado pensaron que siempre estarían gobernando y conquistando más y más tierras.
Santiago nos recuerda la realidad de todo ser humano:
cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
Santiago 4:
La vida de todo ser humano es comparado a la neblina, al vapor, al humo.
Tanto la neblina, vapor, y el humo son momentáneos, son frágiles, están un momento, un par de instantes y pronto desaparece.
Acuérdate que mi vida es un soplo,
Y que mis ojos no volverán a ver el bien.
Job
Job dice algo similar. La vida es como un soplo.
Como la nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol no subirá;
La vida es como la nube que está por un momento y luego desaparece.
Santiago quiere que nosotros estemos conscientes de la brevedad y fragilidad de la vida.
¿Qué tan rápido pasan los años?
Parece tan solo ayer que teníamos a nuestros hijos en nuestros brazos.
Parece tan solo ayer que estábamos aun en el hogar, solteros, preocupados solo por jugar y divertirnos - y en un abrir y cerrar de ojos pasaron 40, 50, 70, 80 años.
Es más el tiempo que estaremos muertos que el tiempo que estaremos vivos.
Supongamos que la humanidad tiene unos 10,000 años de existencia.
Supongamos que llegamos a la edad de 100 años, que pocos son esos 100 años comparados a la historia de la humanidad.
Podríamos decir que recordamos el nombre del primer presidente de los EEUU. ¿Pero quién fue el segundo, el tercero, el cuarto, el décimo?
Su memoria quedó en el olvido excepto en los libros de historia.
Su vida fue como la neblina, o como la flor del campo que sale solo por un momento.
Entre más cumplimos años nos damos cuenta como nuestras amistades y familiares envejecen y dejan esta vida.
Llegará el día en que seremos los únicos vivos entre los hijos de nuestros padres, entre los primos/sobrinos, etc.
Llegará el día en que poco a poco dejaremos de ver personas de nuestra propia generación.
Amados hermanos, la vida es corta.
La vida es momentánea.
La vida es como el agua que se va entre los dedos de la mano y cae sobre la arena y ya no la podemos recuperar.
La necedad del hombre - vivir como si nunca fuésemos a morir
La necedad del hombre - vivir como si nunca fuésemos a morir
Al considerar la brevedad de la vida, Santiago observa la actitud de muchos creyentes de su época:
¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;
Santiago 4:13
La actitud predominante de los empresarios, gente de negocios, de su tiempo estaban ocupados en sus quehaceres.
Muchos de ellos iban de ciudad en ciudad intentando crecer sus negocios/empresas.
Hacían planes no solo para el hoy sino para el mañana y para el año entrante.
Eran personas que vivían en constante movimiento.
Estaban constantemente planificando la expansión de sus negocios.
No había momento de quietud sino siempre estaban envueltos en los negocios de esta vida.
Sus mentes, sus afectos, sus esfuerzos, lo mejor de sus vidas habían sido dedicados para la expansión de sus ganancias terrenales.
Al ver Santiago la constante actividad de estos hermanos, los mira a los ojos y les dice:
“Basta ya, estén quietos por un momento, recuerden que ustedes no saben que será el día de mañana.”
“Recuerden que no tienen la vida garantizada.”
“No tienen la seguridad que vivirán el día de mañana o el año entrante.”
No es que Santiago estaba en contra de que los creyentes salieran adelante en términos económicos.
Es bueno y correcto que los creyentes hagan planes para prosperar en este mundo.
Es bueno que el creyente tenga metas económicas.
Sin embargo, el error de estos hermanos es que habían sacado a Dios completamente de sus planes.
Estos hermanos construían empresas, estaban en constante actividad, estaban buscando su propia prosperidad y habían puesto a un lado el reconocimiento de la brevedad de la vida y el enfoque de lo que realmente importa.
Quizá eran como el hombre de la parábola de .
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
Estaban preparados económicamente.
Estaban listos para un futuro seguro.
Tenían seguro de vida, tenían casas, tenían coches, tenían libertad financiera.
Sin embargo, el momento en que llegó la muerta el hombre no estaba preparado.
La muerte le llegó como una sorpresa.
Este hombre tenía sus cuentas claras en los asuntos económicos pero no estaba a cuentas con Dios.
Sus hijos tal vez lo recordaban como un gran hombre de negocios.
Sus hijos lo recordaban como una persona que constantemente estaba demasiado ocupado.
Sus hijos lo recordaban como una persona que siempre tenía un negocio, un quehacer, una tarea, un asunto que arreglar...
Pero no lo recordaban como un padre amoroso.
No la recordaban como una madre cariñosa.
Su gente nos los recordaban por su búsqueda de Dios.
La gente los recordaba por sus habilidades económicas pero nunca por su búsqueda de Dios.
Dejaron tierras, dejaron dinero a sus hijos, pero no dejaron una herencia espiritual que es de mucho más valor.
La solución - vivir conscientes de la brevedad de la vida
La solución - vivir conscientes de la brevedad de la vida
Amada iglesia, necesitamos volver a lo que realmente importa.
¿Hermanos, qué ganamos si logramos hacer una fortuna pero perdemos a nuestra familia?
¿Hermanos, qué ganamos si logramos dejar una herencia a nuestros hijos o resolvemos nuestras deudas, pero pasan los años, crecen nuestros hijos, y poco a poco se alejan de nosotros y de Dios porque nunca hubo tiempo para que como un familia buscáramos el rostro de Dios?
Notemos que Santiago nos da la clave para poder volver a lo que realmente importa. Santiago nos dice como podemos volver a un estado en el cual Dios viene a ser la prioridad en todo:
En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
Santiago nos lleva a reconocer que debemos vivir cada día como si dependiese de Dios.
Santiago nos invita a reconocer que cada segundo que vivimos más sobre la tierra es porque Dios así lo ha determinado.
Santiago nos invita a entender que si Dios quiere vamos a vivir.
Santiago nos invita a reconocer que si a Dios le place que mañana vamos a morir - no hay nada que lo pueda impedir.
Por tanto, el creyente vive cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo reconociendo que es en Dios que vivimos y nos movemos.
El creyente reconoce que la prioridad de nuestras vidas es Dios.
Esto lo ponemos en práctica cuando en la mañana encomendamos nuestras vidas y a nuestros hijos a Dios.
Esto lo ponemos en práctica cuando al acostarnos damos gracias a Dios por la vida que nos ha dado.
Esto lo ponemos en práctica cuando llegamos al primer día de la semana, en el día del Señor, a la casa de oración para darle las gracias por la semana que ha pasado y a pedirle por la semana que vendrá.
El día de hoy muchos hemos de reconocer que hemos vivido en nuestros propios planes y hemos dejado a un lado la búsqueda de Dios.
Es el momento de buscar a Dios.
Hoy es el día de salvación.
Hoy es el día de acercarnos a él.
Hoy es el día de hacer un cambio radical en nuestro hogar; al no hacerlo estaríamos pecando ante el Señor.
y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
Lo bueno es entonces buscar a Dios y ponernos a cuentas con él.
Lo bueno es tener esta actitud de humildad en la cual reconocemos el regalo de la vida que Dios nos ha dado para vivirla para su gloria.