Tormentas de la Vida
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· 87 viewsPertennecemos al único Dios verdadero que creó el universo y su naturaleza. Dicho esto, hay tormentas que aquietará y otras que permitirá llevarnos a la ruina. Ser creyente no nos exime de las tormentas de la naturaleza. Ser no creyente no garantiza que serán arruinados. Pero cual sea el resultado de la tormenta Él sigue presente en medio de ella. El aquietarla le trae gloria como dueño del universo y la ruina nos ayuda a recordar la majestad del Dios que tiene misericordia sobre nosotros.
Notes
Transcript
Introducción
Introducción
Hoy tuve la oportunidad de ir de compras para algunas cosas que faltaban en la casa. En la tienda me encontré con una tienda llenísima de gente. Luego recordé que muchos estaban comprando lo que consideraban necesario por miedo a que no haya provisión por un tiempo. La fila era larguísima y me puse a pensar en cómo se pueden sentir muchos en un tiempo tan incierto como el de nosotros actualmente con el asunto del COVID-19. Me recordó mucho a cuando era niño y venía algun huracán o tormenta tropical a Puerto Rico. Esa línea de pensamiento me llevó a la siguiente pregunta: ¿cómo debemos responder como seguidores de Cristo en tiempo tempestuoso? El Señor luego me trajo dos pasajes a mi mente en cuales reflexionar.
El primer pasaje era durante el ministerio de Jesús en la tierra con sus discípulos.
22 Cierto día Jesús les dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago». Así que subieron a una barca y salieron. 23 Mientras navegaban, Jesús se recostó para dormir una siesta. Pronto se desató una tormenta feroz sobre el lago. La barca se llenaba de agua y estaban realmente en peligro. 24 Los discípulos fueron a despertarlo: «¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos vamos a ahogar!», gritaron. Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y a las tempestuosas olas. De repente la tormenta se detuvo, y todo quedó en calma. 25 Entonces les preguntó: «¿Dónde está su fe?». Los discípulos quedaron aterrados y asombrados. «¿Quién es este hombre? —se preguntaban unos a otros—. Cuando da una orden, ¡hasta el viento y las olas lo obedecen!».
El segundo es un suceso durante el ministerio de Pablo mientras está siendo llevado a apelar ante el César.
13 Cuando un viento suave comenzó a soplar desde el sur, los marineros pensaron que podrían llegar a salvo. Entonces levaron anclas y navegaron cerca de la costa de Creta; 14 pero el clima cambió abruptamente, y un viento huracanado (llamado «Noreste») sopló sobre la isla y nos empujó a mar abierto. 15 Los marineros no pudieron girar el barco para hacerle frente al viento, así que se dieron por vencidos y se dejaron llevar por la tormenta. 16 Navegamos al resguardo del lado con menos viento de una pequeña isla llamada Cauda, donde con gran dificultad subimos a bordo el bote salvavidas que era remolcado por el barco. 17 Después los marineros ataron cuerdas alrededor del casco del barco para reforzarlo. Tenían miedo de que el barco fuera llevado a los bancos de arena de Sirte, frente a la costa africana, así que bajaron el ancla flotante para disminuir la velocidad del barco y se dejaron llevar por el viento. 18 El próximo día, como la fuerza del vendaval seguía azotando el barco, la tripulación comenzó a echar la carga por la borda. 19 Luego, al día siguiente, hasta arrojaron al agua parte del equipo del barco. 20 La gran tempestad rugió durante muchos días, ocultó el sol y las estrellas, hasta que al final se perdió toda esperanza. 21 Nadie había comido en mucho tiempo. Finalmente, Pablo reunió a la tripulación y le dijo: «Señores, ustedes debieran haberme escuchado al principio y no haber salido de Creta. Así se hubieran evitado todos estos daños y pérdidas. 22 ¡Pero anímense! Ninguno de ustedes perderá la vida, aunque el barco se hundirá. 23 Pues anoche un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo estuvo a mi lado 24 y dijo: “¡Pablo, no temas, porque ciertamente serás juzgado ante el César! Además, Dios, en su bondad, ha concedido protección a todos los que navegan contigo”. 25 Así que, ¡anímense! Pues yo le creo a Dios. Sucederá tal como él lo dijo, 26 pero seremos náufragos en una isla».
Acts 27
Lk 8:22-25
Cuando leí estos pasajes el mensaje fue aparente luego de considerar las similitudes y diferencias entre ellas.
Similitudes
Similitudes
Tormenta
Pánico
Propósito de Dios cumplido
Diferencias
Diferencias
Personajes
Resultado de la tormenta
Conclusión
Conclusión
Cuando comencé a pensar en lo que esto significaría se me hizo bastante claro.
Independientemente lo que haya causado la tormenta en ambos casos Dios estaba en control.
El ser creyente no quiere decir que las tormentas no nos afectarán. En un caso Jesús detuvo la tormenta y en el otro Dios permitió que Pablo, siervo de Dios, fuera naufragado.
No importa el resultado de la tormenta, debemos glorificar a Dios en todo. Dios usa lo bueno y lo malo que puede sucedernos para glorificarse a sí mismo.
Aplicación
Aplicación
En medio de esta tempestad que nos rodea en cuanto al COVID-19 podemos confiar en el Señor. Esto no significa que nosotros somos descuidados pero sí podemos glorificar a Dios mediante nuestra confianza en Él. Tomemos las precauciones necesarias para protegernos unos a otros. Pero recordemos que en medio de todo podemos confiar en nuestro Dios todopoderoso. Él tiene todo en sus manos.