Dios se Revela en los Momentos de Crisis

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Primer Culto On line

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Comentario Bíblico Beacon: Josué hasta Ester (Tomo 2) a. Condiciones creadas por el sitio (6:24–31)

Condiciones creadas por el sitio (6:24–31). El sitio de Samaria por los sirios agotó la provisión de alimentos de la ciudad hasta que se llegó a comer el asno, un animal inmundo. La cabeza de un asno (25) que era una de las partes menos adecuadas para comer, se vendía por 50 dólares de plata (Berk.). La cuarta parte de un cab (una pinta) de estiércol de palomas —que según Josefo se usaba como alimento en tiempos de hambruna— se vendía por tres dólares en plata (Berk.). Madres hubo que recurrieron al canibalismo; una de ellas se quejó al rey de que otra mujer no había cumplido su parte de un arreglo entre ellas cuando llegó al turno de comer a su hijo (26–29). Al pasar por el muro (30), el rey desgarró sus vestidos y la gente vio que vestía “cilicio sobre la piel” (Moffatt). El perturbado rey (Joram) juró que conseguiría la cabeza de Eliseo (31), lo cual indica que culpaba al profeta de su desgracia. Sólo se puede conjeturar el porqué. Tal vez Eliseo le hubiera aconsejado no rendirse a los sirios sino más bien arrepentirse y confiar en que Dios lo liberaría.

II Reyes 6

2º Reyes 6.24 RVR60
Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria.
Comentario Bíblico Beacon: Josué hasta Ester (Tomo 2) a. Condiciones creadas por el sitio (6:24–31)

Condiciones creadas por el sitio (6:24–31). El sitio de Samaria por los sirios agotó la provisión de alimentos de la ciudad hasta que se llegó a comer el asno, un animal inmundo. La cabeza de un asno (25) que era una de las partes menos adecuadas para comer, se vendía por 50 dólares de plata (Berk.). La cuarta parte de un cab (una pinta) de estiércol de palomas —que según Josefo se usaba como alimento en tiempos de hambruna— se vendía por tres dólares en plata (Berk.). Madres hubo que recurrieron al canibalismo; una de ellas se quejó al rey de que otra mujer no había cumplido su parte de un arreglo entre ellas cuando llegó al turno de comer a su hijo (26–29). Al pasar por el muro (30), el rey desgarró sus vestidos y la gente vio que vestía “cilicio sobre la piel” (Moffatt). El perturbado rey (Joram) juró que conseguiría la cabeza de Eliseo (31), lo cual indica que culpaba al profeta de su desgracia. Sólo se puede conjeturar el porqué. Tal vez Eliseo le hubiera aconsejado no rendirse a los sirios sino más bien arrepentirse y confiar en que Dios lo liberaría.

24 Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria.
25 Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata.
26 Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío.
27 Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del granero, o del lagar?
28 Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío.
29 Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo.
30 Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente sobre su cuerpo.
31 Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy.
I Condiciones creadas por el sitio
Condiciones creadas por el sitio
A. 6:24–31). El sitio de Samaria por los sirios agotó la provisión de alimentos de la ciudad hasta que se llegó a comer el asno, un animal inmundo. La cabeza de un asno (25) que era una de las partes menos adecuadas para comer, se vendía por 50 dólares de plata (Berk.). La cuarta parte de un cab (una pinta) de estiércol de palomas —que según Josefo se usaba como alimento en tiempos de hambruna— se vendía por tres dólares en plata (Berk.). Madres hubo que recurrieron al canibalismo; una de ellas se quejó al rey de que otra mujer no había cumplido su parte de un arreglo entre ellas cuando llegó al turno de comer a su hijo (26–29). Al pasar por el muro (30), el rey desgarró sus vestidos y la gente vio que vestía “cilicio sobre la piel” (Moffatt). El perturbado rey (Joram) juró que conseguiría la cabeza de Eliseo (31), lo cual indica que culpaba al profeta de su desgracia. Sólo se puede conjeturar el porqué. Tal vez Eliseo le hubiera aconsejado no rendirse a los sirios sino más bien arrepentirse y confiar en que Dios lo liberaría.
6:24–31). El sitio de Samaria por los sirios agotó la provisión de alimentos de la ciudad hasta que se llegó a comer el asno, un animal inmundo. La cabeza de un asno (25) que era una de las partes menos adecuadas para comer, se vendía por 50 dólares de plata (Berk.). La cuarta parte de un cab (una pinta) de estiércol de palomas —que según Josefo se usaba como alimento en tiempos de hambruna— se vendía por tres dólares en plata (Berk.). Madres hubo que recurrieron al canibalismo; una de ellas se quejó al rey de que otra mujer no había cumplido su parte de un arreglo entre ellas cuando llegó al turno de comer a su hijo (26–29). Al pasar por el muro (30), el rey desgarró sus vestidos y la gente vio que vestía “cilicio sobre la piel” (Moffatt). El perturbado rey (Joram) juró que conseguiría la cabeza de Eliseo (31), lo cual indica que culpaba al profeta de su desgracia. Sólo se puede conjeturar el porqué. Tal vez Eliseo le hubiera aconsejado no rendirse a los sirios sino más bien arrepentirse y confiar en que Dios lo liberaría.
B. Eliseo declara que pronto terminará el sitio (6:32–7:2)
Eliseo declara que pronto terminará el sitio (6:32–7:2)
a. Eliseo le respondió:
—¡Escucha el mensaje del Señor! Esto dice el Señor: “Mañana, a esta hora, en los mercados de Samaria, siete litros de harina selecta costarán apenas una pieza de plata[a] y catorce litros de grano de cebada costarán apenas una pieza de plata[b]”.
El funcionario que atendía al rey le dijo al hombre de Dios:
—¡Eso sería imposible aunque el Señor abriera las ventanas del cielo!
Pero Eliseo le respondió:
—¡Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!
C. Los cuatro leprosos (7:3–15). Cuatro leprosos, aparentemente limitados a vivir en una casa en las afueras de la ciudad (; ; cf. ), decidieron que no tenían nada que perder yendo al campamento sirio. Descubrieron el campamento abandonado (3–5), pues los sirios habían huído cuando Dios les hizo oír milagrosamente un estrépito de gran ejército (6), como si llegaran refuerzos para Samaria (6–7). Los leprosos comunicaron su descubrimiento a los guardas de la puerta de Samaria; tenían noticias demasiado buenas para guardarlas para sí (9–11). El rey creyó en una estratagema de los sirios (12), pero los mensajeros que envió probaron que sus sospechas eran infundadas (13–15). El difícil paréntesis del 13 refleja el razonamiento de los consejeros del rey de esta manera: “Si sobreviven serán como toda la multitud de Israel que queda aquí, pero si caen en una trampa, serán como toda la multitud de Israel que ha perecido” (Berk.).
c Los cuatro leprosos (7:3–15). Cuatro leprosos, aparentemente limitados a vivir en una casa en las afueras de la ciudad (; ; cf. ), decidieron que no tenían nada que perder yendo al campamento sirio. Descubrieron el campamento abandonado (3–5), pues los sirios habían huído cuando Dios les hizo oír milagrosamente un estrépito de gran ejército (6), como si llegaran refuerzos para Samaria (6–7). Los leprosos comunicaron su descubrimiento a los guardas de la puerta de Samaria; tenían noticias demasiado buenas para guardarlas para sí (9–11). El rey creyó en una estratagema de los sirios (12), pero los mensajeros que envió probaron que sus sospechas eran infundadas (13–15). El difícil paréntesis del 13 refleja el razonamiento de los consejeros del rey de esta manera: “Si sobreviven serán como toda la multitud de Israel que queda aquí, pero si caen en una trampa, serán como toda la multitud de Israel que ha perecido” (Berk.).
“Un Día de Buenas Nuevas” es el tema de los versículos 3–11. Aquí observamos: (1) Una situación desesperada, 3; (2) Una aventura osada, 4; (3) Un gran descubrimiento, 5–7; (4) Una satisfacción personal, 8; (5) El despertar del sentido del deber: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos, 9; (6) Las buenas nuevas compartidas, 10–11.
d. Termina el sitio (7:16–20). El pueblo invadió el abandonado campamento sirio y se proveyó de los alimentos que necesitaban desesperadamente. Las predicciones de Eliseo acerca de las condiciones del alivio y la muerte del príncipe del rey se cumplieron.
II Elías era un profeta de Tisbé, pueblo que estaba en la región de Galaad. Un día, Elías le anunció a Ahab: «Juro por el Dios de Israel, a quien sirvo, que durante varios años no va a llover ni a caer rocío hasta que yo lo diga, y así será».
Luego Dios le dijo a Elías: «Vete de aquí, y escóndete en el arroyo Querit, que está al este del río Jordán. Así tendrás agua para beber. Yo le he ordenado a los cuervos que te lleven comida».
Elías se fue a vivir al arroyo Querit, como Dios le mandó, y todos los días, en la mañana y en la tarde, los cuervos le llevaban pan y carne para que comiera; si quería beber, iba por agua al arroyo. Pero tiempo después el arroyo se secó, pues había dejado de llover en el país.
IRs 17:9
III Entonces Dios le dijo a Elías: «Ve a Sarepta, pueblo de la región de Sidón, y quédate a vivir ahí. Yo le he ordenado a una viuda que te alimente».
10 Elías se levantó y se fue. Cuando llegó a Sarepta vio a una viuda que estaba juntando leña. Entonces la llamó y le dijo:
—Por favor, tráeme un poco de agua en un vaso.
11 Cuando la viuda se volvió para traérselo, él le dijo:
—Tráeme también un poco de pan.
12 Pero la mujer le dijo:
—Te juro por Dios que no tengo pan. Sólo tengo un poco de harina en una jarra y un poco de aceite en una botella. Ahora estoy juntando leña para ver qué preparo para mi hijo y para mí. Después de comer probablemente moriremos de hambre, pues ya no tenemos más comida.
13 Entonces Elías le contestó:
—No tengas miedo. Ve y haz lo que has dicho. Pero primero cocina un pequeño pan para mí y tráemelo. Después prepara pan para ti y para tu hijo, 14 pues el Dios de Israel dijo que no se terminará la harina que está en la jarra ni el aceite que tienes en la botella hasta que él haga llover otra vez.
15 La mujer fue e hizo lo que Elías le dijo, y tanto ella como su hijo y Elías tuvieron comida durante muchos días. 16 Ni la harina de la jarra ni el aceite de la botella se acabaron. Así se cumplió lo que Dios había dicho por medio de Elías.

b. Dios provee (17:2–7). El anuncio de la sequía fue el comienzo del conflicto entre Dios y Baal que llegó a su clímax en el monte Carmelo. Iniciada la batalla, el Señor dirigió a Elías para que se recluyera durante el período de la sequía. Y le proveyó milagrosamente de alimentos por los medios más insólitos. Como se evidencia frecuentemente en la Biblia, Dios no está sujeto como el hombre a la manera usual de hacer las cosas. Este cuidado milagroso fue importante en la edificación de la confianza de Elías en Dios, que necesitaba para el importantísimo encuentro futuro con las fuerzas de Baal y Asera. Querit, que está frente al Jordán (3) puede aplicarse a cualquiera de los lados, este u oeste. Generalmente existe la inclinación, como en la Biblia de Jerusalén, a localizar este arroyo o río en el lado este del Jordán.

c. Dios da el aumento (17:8–16). El segundo escondite de Elías fue el hogar de una viuda en Sarepta (9; la moderna Sarafand), una aldea fenicia a unos 10 kilómetros al sur de Sidón. La respuesta de la viuda al pedido de Elías y su disposición a darle sus últimas porciones de harina y aceite (12, 15) muestran que era una adoradora de Dios. “La harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó” (16). ¡Qué hermosa sugestión de los inagotables recursos de Dios y sus oportunas ministraciones a las necesidades humanas!

En los versículos 9–16 tenemos una lección sobre “Los Inagotables Recursos de Dios”. Aquí vemos (1) Privación, la hora de gran necesidad, 9–11; (2) Promesa en el reto a la fe obediente, 12–14; (3) Provisión de la mano generosa de Dios, y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la tinaja menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías (16).

Cuando estamos en medio de una circunstancia difícil, nuestro instinto suele ser reaccionar con rapidez para cambiar las cosas; sin embargo, Dios nos suele pedir que esperemos.
Cuando estamos en medio de una circunstancia difícil, nuestro instinto suele ser reaccionar con rapidez para cambiar las cosas; sin embargo, Dios nos suele pedir que esperemos.
Dé una mirada al pasaje de hoy. La palabra esperar tiene un sentido diferente aquí: significa “hacer una pausa para recibir más instrucciones”. No es pasividad; más bien, debemos tomar la decisión de detener nuestras acciones y escuchar la dirección de Dios. Algunas veces el Señor guarda silencio por un tiempo, pero con un propósito. Conoce el momento perfecto para que actuemos, y hasta que llegue ese momento, quiere que esperemos. Se necesita más fuerza y carácter para estar quieto en medio de una tormenta, que para buscar la solución.
Dé una mirada al pasaje de hoy. La palabra esperar tiene un sentido diferente aquí: significa “hacer una pausa para recibir más instrucciones”. No es pasividad; más bien, debemos tomar la decisión de detener nuestras acciones y escuchar la dirección de Dios. Algunas veces el Señor guarda silencio por un tiempo, pero con un propósito. Conoce el momento perfecto para que actuemos, y hasta que llegue ese momento, quiere que esperemos. Se necesita más fuerza y carácter para estar quieto en medio de una tormenta, que para buscar la solución.
IV David y los amalecitas

David derrota a los amalecitas

30 Al tercer día David y sus hombres llegaron a Siclag, pero se encontraron con que los amalecitas habían invadido la región del Néguev y que, luego de atacar e incendiar a Siclag, habían tomado cautivos a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el más grande hasta el más pequeño. Sin embargo, no habían matado a nadie.
Cuando David y sus hombres llegaron, encontraron que la ciudad había sido quemada, y que sus esposas, hijos e hijas habían sido llevados cautivos. David y los que estaban con él se pusieron a llorar y a gritar hasta quedarse sin fuerzas. También habían caído prisioneras dos esposas de David, la jezrelita Ajinoán y Abigaíl, la viuda de Nabal de Carmel.
David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y puso su confianza en el Señor su Dios. Entonces le dijo al sacerdote Abiatar hijo de Ajimélec:
—Tráeme el efod.
Tan pronto como Abiatar se lo trajo, David consultó al Señor:
—¿Debo perseguir a esa banda? ¿Los voy a alcanzar?
—Persíguelos —le respondió el Señor—. Vas a alcanzarlos, y rescatarás a los cautivos.
David y los amalecitas
Comentario Bíblico Beacon: Josué hasta Ester (Tomo 2) 4. David y los amalecitas (30:1–31)

David y los amalecitas

Comentario Bíblico Beacon: Josué hasta Ester (Tomo 2) 4. David y los amalecitas (30:1–31)

David y los amalecitas

a. El regreso de David a Siclag, donde él y su gente habían estado acantonados, fue a la vez oportuno y trágico. Mientras los hombres habían marchado hacia el norte con Aquis, los amalecitas del sur habían invadido el área, capturado e incendiado a Siclag, y habían tomado cautivos a las mujeres y los niños, indudablemente para destinarlos a una esclavitud peor que la muerte (1–3). El dolor de los hombres afligidos fue grande y lloraron hasta que les faltaron las fuerzas para llorar (4). A pesar de que la propia familia de David había sido capturada (5), sus hombres aumentaron su desgracia con murmuraciones en su contra (6). Mas David se fortaleció en Jehová su Dios (6), o como dice la versión Berkeley, “se asió del Señor su Dios”.
El regreso de David a Siclag, donde él y su gente habían estado acantonados, fue a la vez oportuno y trágico. Mientras los hombres habían marchado hacia el norte con Aquis, los amalecitas del sur habían invadido el área, capturado e incendiado a Siclag, y habían tomado cautivos a las mujeres y los niños, indudablemente para destinarlos a una esclavitud peor que la muerte (1–3). El dolor de los hombres afligidos fue grande y lloraron hasta que les faltaron las fuerzas para llorar (4). A pesar de que la propia familia de David había sido capturada (5), sus hombres aumentaron su desgracia con murmuraciones en su contra (6). Mas David se fortaleció en Jehová su Dios (6), o como dice la versión Berkeley, “se asió del Señor su Dios”.
Enviado por el sacerdote Abiatar (7) con el sagrado efod, David consultó a Jehová (8), si debía perseguir o no a los bandidos. Con la seguridad de que alcanzaría a la partida incursora y recuperaría todo lo que habían tomado, David y sus hombres llegaron hasta el torrente de Besor (9), al sur de Siclag. Este probablemente es el actual Wadi Ghazzeh, que comienza cerca de Beerseba, al sudeste de Siclag, y se vuelca en el Mediterráneo al sudeste de Gaza; 200 hombres de la compañía estaban tan exhaustos que no pudieron seguir, de modo que, en parte por prudencia y en parte por necesidad, la compañía se dividió y 400 continuaron la persecución (10).
Los versículos 1–10 contienen algunas valiosas sugestiones acerca de “Cómo Tratar el Desaliento” porque David se fortaleció en Jehová su Dios, 6, una clave de lo profundo de su desaliento. (1) Las causas del desaliento son (a) aflicción y pérdida, 1–3; (b) la pena y la aflicción que provocan los golpes inesperados de la vida, 4; y (c) la incomprensión de los compañeros en quienes uno confiaba, cuando uno ha estado haciendo lo mejor posible, 6. (2) La cura del desaliento se halla en (a) buscar la oración, 7–8; (b) la acción resuelta, 9–10; y sobre todo, en el fuerte sostén del Señor.
David y sus hombres pronto hallaron a un egipcio, casi inconsciente en el campo (11), enfermo y sin haber comido ni bebido durante tres días. Los israelitas lo reanimaron y descubrieron que era siervo (13) —literalmente, esclavo— de un amalecita. El les dijo que habían incursionado a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag (14), todos territorios lindando con el Neguev del sur, el desierto entre el sur del mar Muerto y el Mediterráneo. Al preguntársele si podría conducir a David hacia la partida atacante, después de asegurarse de que tendría inmunidad y protección si lo hacía, el joven egipcio se prestó a ello (15).
David y sus hombres hallaron al enemigo completamente desprevenido, dedicado a comer y beber y hacer fiesta por el gran botín que había sacado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá (16). La compañía amalecita fue exterminada por completo, menos 400 jóvenes que formaban un cuerpo de camelleros y que lograron escapar hacia el desierto (17). Fueron recuperados todos los cautivos y las propiedades personales de los israelitas, además del botín de guerra —Este es el botín de David (20)— que procedía de otras víctimas de la incursión de los amalecitas (18–20).
Al regresar a su posición en el torrente de Besor, algunos de los 400 de David —descritos como los malos y perversos (22)— se opusieron a compartir los despojos con los que habían quedado. Pero David rechazó la sugestión de tenerlos en menos, estableciendo el principio de que conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual (24). Esto había sido establecido en y se convirtió en norma permanente, desde aquel día en adelante (25). Del botín capturado a los amalecitas, David envió presentes a los caudillos de Israel, que indudablemente lo habían protegido de tiempo en tiempo. En todos los lugares donde David había estado con sus hombres (31). Los lugares mencionados eran todos pueblos de Judá, y este acto de consideración y generosidad indudablemente ayudó a preparar el camino para que en breve David se convirtiera en rey de Judá.
El tema de 21–25 es “Compartir por Partes Iguales”. Los principios asentados aquí pueden enumerarse como sigue: (1) No todos pueden estar en la línea de batalla, 21; (2) Es importante mantener el campamento de base, a pesar de la actitud que quisiera otra cosa, 22; (3) La munificencia y la bondad de Dios exigen un tratamiento justo de todos, 23. Para cambiar la figura, no sólo Pablo que siembra y Apolos que riega, sino aquellos que prepararan el terreno y suministran la semilla, se regocijan en la cosecha que Dios da ().
VI hombre valeroso en extremo, pero leproso
hombre valeroso en extremo, pero leproso
Nueva Traducción Viviente (NTV)

Naamán es sanado

El rey de Aram sentía una gran admiración por Naamán, el comandante del ejército, porque el Señor le había dado importantes victorias a Aram por medio de él; pero a pesar de ser un poderoso guerrero, Naamán padecía de lepra.[a]
En ese tiempo, los saqueadores arameos habían invadido la tierra de Israel, y entre sus cautivos se encontraba una muchacha a quien habían entregado a la esposa de Naamán como criada. Cierto día, la muchacha le dijo a su señora: «Si mi amo tan solo fuera a ver al profeta de Samaria; él lo sanaría de su lepra».
Entonces Naamán le contó al rey lo que había dicho la joven israelita. «Ve a visitar al profeta —le dijo el rey de Aram—. Te daré una carta de presentación para que se la lleves al rey de Israel».
Entonces Naamán emprendió viaje y llevaba de regalo trescientos cuarenta kilos de plata, sesenta y ocho kilos de oro,[b] y diez mudas de ropa. La carta para el rey de Israel decía: «Mediante esta carta presento a mi siervo Naamán. Quiero que lo sanes de su lepra».
Comentario Bíblico Beacon: Josué hasta Ester (Tomo 2) a. Naamán busca ayuda en Israel (5:1–7)

La reacción del rey de Israel (Joram) es comprensible (7). Para él se trataba de un pedido imposible de satisfacer. Aunque Naamán llevaba consigo un gran presente para el rey de Israel (20.000 dólares en plata, 60.000 en oro, y 10 mudas de vestidos — 5, Berk.), esto no aplacó sus temores.

b. Dios cura a Naamán (5:8–14). Los detalles tienen que ver con el escenario exterior, y no eran esenciales para el milagro de sanidad que Dios realizó por medio de Eliseo. Fue otro incidente significativo en el ministerio de Eliseo, destinado a demostrar que el Señor era Dios y que los dioses de otras naciones no eran nada. El Abana (12), el moderno Baranda, nace en el Ante-Líbano y atraviesa Damasco, proporcionando un oasis que hace posible que exista la ciudad. El Farfar no es tan fácil de identificar como el Abana. Es posible que sea una referencia a un río que nace en el Ante-Líbano y corre a unos 16 kilómetros al sudoeste de Damasco, en cuyo caso podría ser llamado un río de Damasco. Otra sugestión es que el Farfar sería un afluente del Barada, el Nahr Taura.

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