Efesios 1. 7-12
1)Perdón de nuestros pecados
2) Conocimiento del misterio
3) Hemos obtenido herencia
1) Perdón de nuestros pecados
Mr. 10:45, aunque no contiene la palabra redimir, es un pasaje importantísimo en este tema, porque abre ante nosotros el propósito de Cristo en el cumplimiento de su misión
Por tanto, el testimonio de la Escritura es claro. Sólo tomando pasajes aislados, e interpretándolos, insistiendo en uno de sus posibles significados es que podemos defender la idea de que la sangre se refiere a la vida. Cuando se examina toda la evidencia como una unidad, no puede haber ninguna duda. La sangre señala, no a una vida que es indultada, sino a una vida entregada a la muerte.
La evidencia del AT claramente muestra a la sangre como indicadora de la pena de muerte en el sacrificio, como en todas partes.
Sus numerosas referencias a la sangre de Cristo también sugieren un sacrificio: hubo un “sacrificio por medio de la fe en su sangre” (Ro. 3:25); “hemos sido ya justificados en su sangre” (Ro. 5:9); “En Él tenemos redención por su sangre” (Ef. 1:7); “Habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Ef. 2:13); ha reconciliado con él todas las cosas, “haciendo la paz mediante la sangre de la cruz” (Col. 1:20).
Ladd ha señalado, no obstante, que hubo poco derramamiento de la sangre de Cristo como tal. Aunque hubo pérdida de sangre cuando le colocaron la corona de espinas en la cabeza y cuando le clavaron los clavos en la carne, no fue hasta el momento en que murió cuando la sangre (mezclada con agua) fluyó copiosamente (Jn. 19:34). Así que las referencias a la sangre de Cristo no se refieren a la sangre física en sí, sino a su muerte como sacrificio por nuestros pecados.
Aun Israel en la antigua dispensación entendía esto. En el día de la expiación la sangre de un macho cabrío era rociada sobre el propiciatorio. El otro macho cabrío, sobre cuya cabeza eran confesados los pecados, era enviado lejos para nunca volver. Ahora aquí en Ef. 1:7 la idea de completa remoción del pecado constituye el significado mismo de la palabra, usada en el original, traducida por perdón (o remisión). Otros pasajes que proyectan luz sobre el significado son Sal. 103:12 (“cuanto dista el oriente del occidente, tanto ha alejado de nosotros nuestras transgresiones”), Is. 44:22 (“He borrado, como niebla, tus transgresiones, y como una nube, tus pecados; ¡vuélvete a mí, porque yo te redimí!”), Jer. 31:34 (“… y no me acordaré más de sus pecados”), Mi. 7:19 (“y tú arrojarás todos sus pecados a las profundidades del mar”), y 1 Jn. 1:9 (“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad”).
Una característica prominente en el uso de Pablo es la doble referencia a la palabra, con una aplicación presente al perdón de pecados sobre la base del precio de rescate que es la sangre derramada por Cristo (Ef. 1:7; cf. 1 P. 1:18, 19), y una aplicación futura a la liberación del cuerpo de su debilidad presente y de su inclinación a la corrupción (Ro. 8:23). Este último hecho está asociado con el día de la redención (Ef. 4:30), no en el sentido de que entonces la redención entrará en operación por vez primera, sino que la redención obtenida por Cristo y aplicada al perdón del alma se extiende para incluir también el cuerpo, de modo que la salvación llega a la consumación que inicialmente se había determinado.
No hay palabra en el vocabulario cristiano que se considere más preciosa que la palabra Redentor, porque, aun más que la palabra Salvador, recuerda a los hijos de Dios que su salvación ha sido adquirida a un gran costo personal, porque el Señor se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de ellos.
Ahora bien, el perdón tiene lugar conforme a las riquezas de su (del Padre) gracia.
Valga la siguiente ilustración. Imaginemos a dos personas muy ricas. Al pedirles que contribuyan a una buena causa, ambos dan de sus riquezas. El primero, sin embargo, dona una cantidad miserable muy lejos de lo que de él se esperaba. Este, solamente da de sus riquezas, pero no conforme a ellas. El segundo es generoso con sus donaciones hacia cualquier causa noble. Da conforme al monto de su fortuna. Dios siempre da y perdona conforme a sus riquezas. ¡El, de veras, es rico! Su gracia hacia el indigno es de carácter infinito. 8. El apóstol prosigue,
2) Nos dio a conocer el misterio
En un pasaje similar (1 Ti. 1:14) el apóstol declara, “y ha sobreabundado la gracia de nuestro Señor, con fe y amor, que son en Cristo Jesús”. Así como en aquel pasaje se dice que la gracia ha encendido la fe y el amor, así aquí que la gracia inunda los corazones de los creyentes con sabiduría y discernimiento.
Sabiduría es conocimiento en acción. Es la habilidad para aplicar el conocimiento a fin de conseguir los mejores resultados, capacitando a una persona para usar los medios más efectivos para alcanzar las más altas metas.
El discernimiento (cf. Col. 1:9, entendimiento) viene como resultado de poner nuestro pensamiento en la revelación redentora en Cristo
Precisamente, ¿qué fue lo que Pablo quiso decir cuando mencionó “el misterio”? Aquí en Efesios la respuesta no se da hasta llegar al versículo 10, y aun allí el tema sólo queda introducido
El contexto de Efesios 1, por cierto, parece ser adecuado a la noción de ‘reunión’, más que al de ‘resumen’. Un poco más adelante, en el versículo 22, Pablo declara que Dios ha hecho a Jesucristo ‘cabeza (kephalē) sobre todas las cosas a la iglesia’. Así que aquí parece estar diciendo que ‘la reunión de la totalidad tiene lugar en sujeción a la cabeza’. Cristo ya es cabeza de su cuerpo, la iglesia, pero un día ‘todas las cosas’ reconocerán su señorío.
El contexto de Efesios 1, por cierto, parece ser adecuado a la noción de ‘reunión’, más que al de ‘resumen’. Un poco más adelante, en el versículo 22, Pablo declara que Dios ha hecho a Jesucristo ‘cabeza (kephalē) sobre todas las cosas a la iglesia’. Así que aquí parece estar diciendo que ‘la reunión de la totalidad tiene lugar en sujeción a la cabeza’. Cristo ya es cabeza de su cuerpo, la iglesia, pero un día ‘todas las cosas’ reconocerán su señorío.
Pero todas las cosas (v.10) (ta panta) normalmente significa el universo, que Cristo ha creado y sostiene. Así que Pablo parece estar refiriéndose a la renovación cósmica, aquella regeneración del universo, aquella liberación de la creación que gime, que ya había mencionado en Romanos.28 El plan de Dios es que todas las cosas que fueron creadas por medio de Cristo y para Cristo, y que se mantienen unidas en Cristo, estarán finalmente unidas bajo su reinado, sujetas a su autoridad. Porque el Nuevo Testamento lo declara el ‘heredero de todo’.30
Así que la DHH habla en el versículo 10 de ‘unir bajo el mando de Cristo todas las cosas’ y J. B. Lightfoot escribe acerca de ‘la completa armonía del universo, que ya no contendrá elementos extraños o discordantes, sino que sus partes encontrarán su centro y unión en Cristo’.
En el cumplimiento de los tiempos, las dos creaciones de Dios (la totalidad de su universo y la totalidad de su iglesia) estarán unidas bajo el Cristo cósmico que es la cabeza suprema de ambos.
Pero todas las cosas (v.10) (ta panta) normalmente significa el universo, que Cristo ha creado y sostiene. Así que Pablo parece estar refiriéndose a la renovación cósmica, aquella regeneración del universo, aquella liberación de la creación que gime, que ya había mencionado en Romanos.28 El plan de Dios es que todas las cosas que fueron creadas por medio de Cristo y para Cristo, y que se mantienen unidas en Cristo, estarán finalmente unidas bajo su reinado, sujetas a su autoridad. Porque el Nuevo Testamento lo declara el ‘heredero de todo’.30
Así que la DHH habla en el versículo 10 de ‘unir bajo el mando de Cristo todas las cosas’ y J. B. Lightfoot escribe acerca de ‘la completa armonía del universo, que ya no contendrá elementos extraños o discordantes, sino que sus partes encontrarán su centro y unión en Cristo’.
En el cumplimiento de los tiempos, las dos creaciones de Dios (la totalidad de su universo y la totalidad de su iglesia) estarán unidas bajo el Cristo cósmico que es la cabeza suprema de ambos.
El contexto de Efesios 1, por cierto, parece ser adecuado a la noción de ‘reunión’, más que al de ‘resumen’. Un poco más adelante, en el versículo 22, Pablo declara que Dios ha hecho a Jesucristo ‘cabeza (kephalē) sobre todas las cosas a la iglesia’. Así que aquí parece estar diciendo que ‘la reunión de la totalidad tiene lugar en sujeción a la cabeza’. Cristo ya es cabeza de su cuerpo, la iglesia, pero un día ‘todas las cosas’ reconocerán su señorío.
Pero todas las cosas (v.10) (ta panta) normalmente significa el universo, que Cristo ha creado y sostiene. Así que Pablo parece estar refiriéndose a la renovación cósmica, aquella regeneración del universo, aquella liberación de la creación que gime, que ya había mencionado en Romanos.28 El plan de Dios es que todas las cosas que fueron creadas por medio de Cristo y para Cristo, y que se mantienen unidas en Cristo, estarán finalmente unidas bajo su reinado, sujetas a su autoridad. Porque el Nuevo Testamento lo declara el ‘heredero de todo’.30
la completa armonía del universo, que ya no contendrá elementos extraños o discordantes, sino que sus partes encontrarán su centro y unión en Cristo’.
En el cumplimiento de los tiempos, las dos creaciones de Dios (la totalidad de su universo y la totalidad de su iglesia) estarán unidas bajo el Cristo cósmico que es la cabeza suprema de ambos.
Basándose en tales referencias, se sostiene que los que en esta vida rechazan la oferta de salvación, después de su muerte y de la segunda venida de Cristo, reflexionarán sobre su situación y acabarán reconciliándose con Cristo.
Desgraciadamente, sin embargo, por atractiva que resulte esta teoría, no se puede mantener. Por una parte, los pasajes citados no enseñan realmente lo que los universalistas dicen que enseñan. La reconciliación, la unión de todas las cosas, no significa que la humanidad caída recupere la comunión con Dios, sino la recuperación de la armonía dentro de la creación con acciones como poner el pecado bajo el control del Señor. No es que los humanos acepten a Dios, sino que ponen fin a su rebelión. Y aunque es verdad que toda rodilla se doblará y toda lengua proclamará a Cristo como Señor, debemos representar a los impíos no como a fuerzas que cooperan de forma entusiasta con el Señor, sino como un ejercito conquistado que se rinde, por así decirlo. Habrá resignación en la derrota, no un compromiso gozoso.
Pero aunque su muñeca estuviera encadenada y su cuerpo imposibilitado, tenía el corazón y la mente llenos de eternidad. Vislumbró hacia ‘antes de la creación del mundo’ (v. 4) y hacia ‘cuando se cumpliera el tiempo’ (v. 10) y tomó conciencia de lo que ‘tenemos’ ahora (v. 7) y de lo que debemos ‘ser’ ahora (v. 4), a la luz de esas dos eternidades. Y en cuanto a nosotros ¡qué estrecha es nuestra visión en comparación con la de él, qué pequeña es nuestra mente, y qué estrechos nuestros horizontes! Naturalmente y con toda facilidad caemos en la preocupación por nuestros pequeños asuntos. Necesitamos ver el tiempo a la luz de la eternidad, y nuestros privilegios y obligaciones presentes a la luz de nuestra elección pasada y perfección futura
Observamos alrededor nuestro tantos hechos que no nos parecen razonables, tantos sufrimientos injustos, tantas calamidades inexplicables, tan extraña y desigual distribución de destinos, y un contraste tan grande entre los extremos de la alegría y la tristeza, que al reflexionar sobre estas cosas nos vemos forzados a elegir entre dos alternativas: ver el mundo gobernado por una ciega voluntad o deidad maléfica, como creen los pesimistas, o, basándonos en las Escrituras y mediante la fe, descansar en la soberana y absoluta voluntad—aunque incomprensible—sabia y santa de Aquel que algún día hará que la plena luz de los cielos amanezca sobre los misterios de la vida”
3) Hemos obtenido herencia
nosotros (él mismo y otros judíos creyentes)
Herederos son aquellos que, sin contar con méritos personales, reciben derecho a todas las bendiciones correspondientes a la salvación en Cristo Jesús, y que jamás les serán quitadas. La herencia se les concede en dos etapas: ciertas bendiciones les son otorgadas ahora mismo, otras en el futuro (véase en los vv. 13 y 14 más adelante).
Lo que determina nuestro destino no es ni la suerte ni el mérito humano. El bondadoso propósito—para que fuésemos santos e irreprensibles (v. 4), hijos de Dios (v. 5), destinados a glorificarle eternamente (v. 6; cf. vv. 12 y 14)—está establecido, siendo parte de un plan más extenso que abarca el universo
12. Si, entonces, el decreto eterno de Dios es tal que lo abarca todo, y si se realiza totalmente en el curso de la historia, y si en este plan se hallaba incluido el destino de sus hijos, entonces ni Pablo ni los lectores tienen motivo alguno de jactancia propia
Su providencia en el curso del tiempo es tan amplia como lo es su decreto desde la eternidad. Lo que Pablo declara literalmente es que Dios obra (opera con su energía divina en) todas las cosas.
Si, entonces, el decreto eterno de Dios es tal que lo abarca todo, y si se realiza totalmente en el curso de la historia, y si en este plan se hallaba incluido el destino de sus hijos, entonces ni Pablo ni los lectores tienen motivo alguno de jactancia propia