Ministerio de la reconciliacion

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2 Corintios 5.18–21 NTV
Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él. Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!». Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.
2 corintios 5.1
Es muy facil perder el valor que Dios tomo para entregar a su hijo en la cruz por nosotros,
Que es reconciliación?

RECONCILIACIÓN. Habiéndose alejado el hombre de Dios su Creador al desobedecerlo, la justicia y santidad de Dios debían ser vindicadas. El Señ or rompió la comunión con el pecador (Gn. 3:23–24), juzgando un mundo lleno de violencia por el pecado en el Diluvio (6:5–7) y dejando tras Babel que las naciones siguieran sus propios caminos (11:8–9). Para Israel, es en la expiación que se muestra la posibilidad de la reconciliación. Se trata de una propiciación: una vez que se había hecho expiación por el pecado, y la sangre de la víctima estaba sobre el propiciatorio, la Ley quedaba cumplida, la justicia satisfecha y vindicada, y Dios podía libremente exhibir Su misericordia y amor. El propiciatorio (véase PROPICIATORIO) es el único lugar dado en el que Dios se puede encontrar con Aarón, que representa a todo el pueblo (Éx. 25:22). El gran Día de la Expiación expresaba así de una manera simbólica y profética la gran amnistía que se proclamaría un día con la venida del Mesías (Lv. 16).

«Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo» (2 Co. 5:19). Por la cruz, Cristo quitó el pecado, destruyó la enemistad, estableció la paz y reconcilió a los hombres (judíos y paganos), no sólo con Dios, sino también entre ellos (Ef. 2:16). La reconciliación operada en el Calvario tuvo efectos hasta en el cielo (Col. 1:20–22; Ef. 1:10). Es el mismo Jesucristo que pagó el precio de nuestra reconciliación, la paga del pecado que demandaba la vindicación de la justicia divina para mantener Su santidad. Desde entonces puede tomar la mano del pecador arrepentido, y ponerla en la del Dios de santidad y de amor con toda justicia (cfr. Ro. 3:23–25).

Sin embargo, es de todo punto necesario que el rebelde reconozca su culpa y que acepte «ser reconciliado con Dios». En efecto, ¿cómo podrán reconciliarse con Dios los que pretenden «no haber hecho nunca nada malo»? El corazón de Israel era «falso y rebelde» (Jer. 5:23), y somos todos por naturaleza «hijos de desobediencia» (Ef. 2:2–3). Es una gracia suprema saber que «siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo» (Ro. 5:10). Y este acto no pertenece sólo al pasado: el que cree de corazón en Jesucristo, obtiene la reconciliación de una manera actual y presente (vv. 10–11).

Además, Dios confía a los creyentes «el ministerio de la reconciliación». Hace de ellos embajadores de Cristo, que suplican a los hombres en todo lugar que se reconcilien con Él (2 Co. 5:18–20). No se trata de una simple proclamación de una salvación universal que todos los hombres ya posean. La reconciliación es para todos aquellos que no rechacen la provisión de Dios para su salvación. El hecho trágico es que son muchos los que no dan la respuesta de obediencia de fe a Dios en Cristo, y de los que, por tanto, se puede decir que permanece la ira de Dios sobre ellos (cfr. Jn. 3:36 y Mt. 23:37).

Y todo esto proviene de Dios

Juan 3.16 NTV
»Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Quien nos reconcilio

Colosenses 1.20 NTV
y por medio de él, Dios reconcilió consigo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra, por medio de la sangre de Cristo en la cruz.
colo.
Efesios 2.16 NTV
Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.
Hebreos 2.17 NTV
Por lo anto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos, para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo.
hebreso
1 Juan 2.2 NTV
Él mismo es el sacrificio que pagó por nuestros pecados, y no sólo los nuestros sino también los de todo el mundo.
1 Juan 4.10 NTV
En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.

y nos dio el ministerio de la reconciliacion

isai
Isaías 52.7 NTV
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que trae buenas noticias, buenas noticias de paz y de salvación, las noticias de que el Dios de Israel reina!
Isaías 57.19 NTV
llevando palabras de alabanza a sus labios. Que tengan paz abundante, tanto cerca como lejos —dice el Señor que los sana—.
is
Marcos 16.15 NTV
Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos.
Lucas 10.5 NTV
»Cuando entren en la casa de alguien, primero digan: “La paz de Dios sea sobre esta casa”.
l
Lucas 24.47 NTV
También se escribió que este mensaje se proclamaría con la autoridad de su nombre a todas las naciones, comenzando con Jerusalén: “Hay perdón de pecados para todos los que se arrepientan”.

Dios estaba en Cristo

Mateo 1.23 NTV
«¡Miren! ¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, que significa “Dios está con nosotros”».
Juan 14.10 NTV
¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que yo digo no son mías, sino que mi Padre, quien vive en mí, hace su obra por medio de mí.
Juan 14.10–11 NTV
¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que yo digo no son mías, sino que mi Padre, quien vive en mí, hace su obra por medio de mí. Sólo crean que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; o al menos crean por las obras que me han visto hacer.
Juan 14.20 NTV
Cuando yo vuelva a la vida, ustedes sabrán que estoy en mi Padre y que ustedes están en mí, y yo, en ustedes.
Juan 17.23 NTV
Yo estoy en ellos, y tú estás en mí. Que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas tanto como me amas a mí.

Reconciliando consigo mismo

ro 3.24
Romanos 3.24–26 NTV
Sin embargo, con una bondad que no merecemos, Dios nos declara justos por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados. Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia cuando se contuvo y no castigó a los que pecaron en el pasado, porque miraba hacia el futuro y de ese modo los incluiría en lo que llevaría a cabo en el tiempo presente. Dios hizo todo eso para demostrar su justicia, porque él mismo es justo e imparcial, y declara a los pecadores justos a sus ojos cuando ellos creen en Jesús.
Romanos 11.15 NTV
Pues, si el rechazo de ellos hizo que Dios ofreciera la salvación al resto del mundo, la aceptación de ellos será algo aún más maravilloso. ¡Será vida para los que estaban muertos!
1 Juan 2.1–2 NTV
Mis queridos hijos, les escribo estas cosas, para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado que defiende nuestro caso ante el Padre. Es Jesucristo, el que es verdaderamente justo. Él mismo es el sacrificio que pagó por nuestros pecados, y no sólo los nuestros sino también los de todo el mundo.
1 juan 2
1 Juan 4.10 NTV
En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.

No tomándoles en cuenta

Salmo 31.1 NTV
Oh Señor, a ti acudo en busca de protección; no dejes que me avergüencen. Sálvame, porque tú haces lo correcto.
Salmo 32.1–2 NTV
¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubre su pecado! Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia!
isa 43
Isaías 43.25 NTV
»Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo y nunca volveré a pensar en ellos.
Isaías 44.22 NTV
He disipado tus pecados como una nube y tus ofensas como la niebla de la mañana. Vuelve a mí, porque yo pagué el precio para ponerte en libertad».

Somos embajadores en nombre de Cristo

EMBAJADOR. Hay tres palabras hebreas que tienen el sentido de embajador: (1) malʾāk, que significa mensajero, o ángel (2 Cr. 35:21 «mensajero» RV60); (2) ṣîr, que significa enviado o mensajero (Jos. 9:4 «embajador» RV60); (3) mēlîṣ, que significa intérprete o embajador, como participio hifil de lûṣ (2 Cr. 32:31 «mensajero» RV60). Hablando en forma general, eran oficiales temporales elegidos de entre los servidores de la corte para representar a un rey o gobernante.

Lo más importante en cuanto a esta palabra es el uso que le da el NT. «Embajador» es la traducción de la palabra griega presbeuō, la que aparece en dos lugares (2 Co. 5:20; Ef. 6:20). Una palabra de la misma raíz, presbeia, aparece en Lc. 14:32, y su significado es «embajada». Las palabras griegas presbeuō y presbeutēs se usaban para designar al embajador del emperador. En consecuencia, las palabras de Pablo de 2 Co. 5:20, «Así que, somos embajadores en nombre de Cristo», colocan al ministro cristiano como representante del Rey de reyes, y entregando un mensaje que es la voz misma de Dios.

2 Corintios 3.6 NTV
Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto. Este no es un pacto de leyes escritas, sino del Espíritu. El antiguo pacto escrito termina en muerte; pero, de acuerdo con el nuevo pacto, el Espíritu da vida.
2 cor
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